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El señor LAGOS .-
Señor Presidente , no sé si cometeré un error -puedo generar una dificultad con mi Gobierno-, pero creo que el problema se suscitó desde el momento en que se presentó el proyecto original. Lo que generó la cuestión fue la forma en que venía redactado. Al leerse que se tenía que proceder de buena fe y de manera no violenta, se instaló la idea de que las huelgas son violentas. La única forma de mejorarlo es no pronunciarnos al respecto, porque ello ya se verificó. Hay un sesgo, una estigmatización. El concepto fue "criminalizado".
Al hablar, la violencia reviste muchas formas. Decir que un piquete no permite entrar se puede entender como tal. ¿Pero eso se compara con la violencia de la mentira y con afirmar que si legislamos sobre las reformas laborales, entonces van a cerrar las empresas, o que si lo hacemos sobre el término del lucro en la educación dejarán de funcionar los colegios por el fin del copago?
Esas son formas violentas de entendernos.
Lamento que el Gobierno -mi Gobierno- haya presentado un texto original generador del debate. Creo que ello es hoy insubsanable -ciertamente, no voy a aprobar ninguna de estas indicaciones-, porque repito que ya quedó instalado, para bien o para mal -a mi juicio, para mal, aunque para algunos será para bien-, que la violencia está asociada al ejercicio del derecho a huelga o de aquellos que les asisten a los trabajadores. Lo anterior, en circunstancias de que la violencia, como se ha dicho acá, se da de distintas formas.
Yo he acompañado a personas que están ejerciendo su legítimo derecho a huelga y he visto a directores de empresas sacando fotos a los participantes, incluido el Senador que habla.
Eso existe. No me lo contaron; lo presencié personalmente.
Puede ser que alguien saque fotos simplemente como una manera de tener un recuerdo de tan magno evento. Pero no nos engañemos.
Entonces, en este tema, yo valoro las indicaciones presentadas por los Senadores Larraín y Zaldívar, porque se hace un esfuerzo para precisar que la violencia no la vamos a circunscribir a uno de los actores del conflicto laboral o del desencuentro de la institucionalidad laboral.
Pero creo que es un poco tarde. Lo digo de verdad. Porque, de aprobarse esto, quedará el sesgo de que se acogió una norma contra la violencia, la cual será sinónimo de los trabajadores, lamentablemente.
Si se hubiera partido proponiendo el punto en el texto original, tal vez no habría habido debate. A lo mejor, sí. Pero hoy día estamos tratando de subsanar algo que comenzó -desgraciadamente- en forma equivocada. Porque, si creo lo planteado en las indicaciones, entonces la violencia no está circunscrita a un sector o a un actor del conflicto laboral. Sin embargo, la idea ya se ha instalado de otra forma.
Yo lo lamento, pero es imposible acompañar lo sugerido, porque el problema se suscita como consecuencia de un error no forzado o involuntario del Gobierno, que luego de escuchar y de seguir la votación de la Cámara decidió acoger la visión mayoritaria.
Sí, yo puedo aceptar que hay hechos de violencia, pero no en la generalidad de los casos.
Ahora, hay una violencia más sutil: "perderá el empleo"; "se cerrarán colegios"; "se cae la economía"; "viene el caos", lo cual es apoyado y cacareado por algunos medios de comunicación que se hacen cargo de aquello.
Entonces, existe un desbalance. Y, ante eso, yo no estoy en condiciones de aceptar lo que se propone.
En lo personal, valoro los esfuerzos que se hicieron. Se los digo de verdad a los Senadores Larraín y Zaldívar . Pero hoy día es un poco tarde, porque ya se instaló una mala percepción, que no comparto.
Así que el asunto quedará para el futuro.
Pero tampoco me parece correcto decir que hay que hacer las cosas de buena fe y sin violencia. Es como afirmar que vamos a legislar acá de buena fe y sin presiones; que vamos a hacer esto, no lo otro.
Yo no partiría de la base de que todo está sucio, de que todo está mal.
Por eso, creo que este debate comenzó mal a partir del texto original.
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