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El señor PIZARRO.-
Señor Presidente, sin duda, este es uno de los temas más sensibles que nos toca conocer en este proceso de reforma.
Quiero recordar que el proyecto busca generar una relación más equilibrada, más equitativa, más justa entre empleador y trabajador.
Ese es el objetivo fundamental de la reforma. ¿Por qué? Porque la legislación actual no permite eso. En términos prácticos, independiente del tamaño de la empresa, la legislación actual es desequilibrada. En buen chileno: la parte ancha está para el lado del empleador y la parte angosta para el lado del trabajador.
Eso es lo que se pretende corregir. Y no es fácil.
No es fácil porque este debate, como se ha dicho acá, tiene mucha carga emocional, mucho prejuicio, mucha historia, mucho abuso detrás. Tiene situaciones que han sido tremendamente dolorosas para Chile y que todavía siguen vigentes para los trabajadores, organizados y no organizados, para el emprendimiento, para la pequeña empresa.
Quiero decir, con claridad, que me parece que la forma como están encarando el debate algunos colegas que rasgan vestiduras es inadecuada. Nosotros apoyamos y vamos a apoyar toda la vida a la pequeña empresa, de la cual formo parte. Pero ellos se hacen eco de dos prejuicios muy falsos: primero, que los sindicatos o los trabajadores están en contra de la empresa o de los empleadores.
¡Esa es una premisa falsa!
No conozco trabajador alguno que no quiera cuidar su fuente laboral, porque le da empleo, lo cual proporciona tranquilidad a su familia.
Y el otro prejuicio falso es creer que lo único que quieren todos los empleadores es liquidar a los trabajadores; o que la pequeña empresa o los pequeños empresarios, o la CONAPYME -aunque de verdad sabemos que algunos de sus integrantes se las dan de representantes de la pequeña empresa, que facturan millones y millones de dólares y que hablan en nombre de ella cuando tienen otra realidad completamente distinta-, se oponen a negociar.
En las conversaciones con los representantes del emprendimiento y la pequeña empresa, nos señalaron dos cosas: que desean -por supuesto- tener una buena relación con sus trabajadores y que no se oponen a negociar o a llegar a acuerdo con ellos.
Ello es al revés de lo que algunos Senadores han dicho de la gente de las pymes.
Sin embargo -repito-, lo que yo he escuchado es que desean una buena relación con sus trabajadores y llegar a acuerdos; y que los trabajadores quieren tener posibilidades de que la ampliación de cobertura de la negociación colectiva también les llegue.
No son elementos contrarios.
Nosotros buscamos alcanzar acuerdos en muchas más áreas de las que estamos hablando. No fue posible. Pero avanzamos en dieciocho puntos, y se mantuvo la situación del quorum para conformar un sindicato.
No obstante -reitero-, el problema de la pyme no está en el sindicato, sino en que el supermercado monopólico no le pague o lo haga a 150 o a 180 días; o en que condicione la ubicación de su mercadería que entrega a determinada góndola, siempre y cuando le haga un descuento -lo cual hace imposible la existencia de ese pequeño empresario-; o en que le fije condiciones en el contrato de transporte o de lo que sea.
En la Comisión de Economía estuvimos ayer con las pequeñas empresas que prestan servicios a los salmoneros, y nos manifestaron que les pagan a 180 días. Y, además, que cuando algunas de esas empresas presentan la factura, en ciertos casos les dicen: "Sabe, pase a la ventanilla de al lado, porque ahí tengo un factoring que le hará un descuento y le entregará el efectivo que le permitirá seguir operando".
Ese es el problema del pequeño empresario.
Además, la otra dificultad de la pequeña empresa es que cuando el Estado la ayuda con instrumentos de crédito o con los avales que entrega CORFO o FOGAPE, por ejemplo, ¿quiénes les dicen que no o les piden garantías adicionales, a pesar de contar con aquello?
Los bancos.
¿Y de quiénes son los bancos? ¿De pequeños empresarios? ¿Son microempresas? ¡Por favor!
Si vamos a hacer el debate, queridos colegas, hagámoslo completo. Vamos a discutir varios otros temas en que la pequeña empresa sale muy favorecida con lo propuesto.
Y les vuelvo a decir: debemos ser capaces de buscar un justo equilibrio, porque necesitamos a los emprendedores de este país, que son los que crean empleo; y necesitamos a los trabajadores de este país, que son los que permiten generar riqueza, la cual hay que distribuir de manera más justa y equitativa.
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