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El señor NAVARRO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Carlos Vilches .
El señor VILCHES.-
Señor Presidente, la Cámara de Diputados nos ha convocado a debatir varios proyectos de ley, entre los cuales figura esta moción, que he firmado como coautor.
Al respecto, solicito su aprobación a esta honorable Cámara de Diputados, porque los méritos que reúne monseñor Fernando Ariztía Ruiz , obispo emérito de la ciudad de Copiapó, son suficientes para erigir un monumento en su memoria en la plaza de Copiapó. Sin duda, es el homenaje más humilde que le podemos rendir a un obispo que tuvo tanta importancia no sólo para la Región de Atacama y para el norte, sino para todo el país, cuando le correspondió asumir responsabilidades tan grandes, como la de presidente de la Conferencia Episcopal.
La gente de Copiapó lo recuerda con cariño, afecto, respeto y admiración.
Este obispo tuvo una especial preocupación por las trabajadoras temporeras. Siempre denunció las situaciones de maltrato y los problemas que se producían con los trabajos que efectúan estas mujeres en la agricultura de Copiapó; siempre alzó su voz para solicitar que les diesen un mejor trato y mejores condiciones para realizar su trabajo. El mérito de este hombre para tener tanta llegada a la gente se debió a su carácter, lo que le permitió ser escuchado y tener credibilidad.
Por eso, las temporeras, que son miles de mujeres que trabajan en el período de cosecha en la agricultura del valle de Copiapó, van a recordarlo siempre como un símbolo que las representó en el trabajo que ellas efectúan.
También tuve vivencias con él cuando visitó los lugares de trabajo de pequeños mineros. Siempre alzó su voz para decir que tenía sentido la labor de los pequeños mineros que explotan una riqueza irreemplazable. Por eso, los dirigentes y los pirquineros de las comunas de Copiapó siempre estuvieron a su lado cuando los llamó.
Vi trabajar a monseñor Fernando Ariztía en cada rincón, en cada parroquia y en cada iglesia. Por eso, la erección de este monumento en su memoria se justifica plenamente. Además, su emplazamiento en la plaza de Copiapó es un símbolo que permitirá a las generaciones venideras recordar a un hombre de iglesia, a un pastor que hizo el bien y que siempre se preocupó de los más vulnerables, de los más pobres.
He dicho.
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