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La señora CRISTI (doña María Angélica) .-
Señor Presidente , escuchar este debate es como revivir muchos de los momentos en que hemos participado en esta Sala, especialmente cuando discutimos proyectos sociales.
Quiero que quede constancia de que todos los proyectos sociales enviados por los gobiernos de la Concertación han sido aprobados por la Oposición. A lo mejor, no hemos estado de acuerdo en la forma de implementarlos o en su extensión. Sinceramente, como Oposición, creemos que las cosas se deben hacer de una manera, así como la Concertación estima que debe ser de otra.
Un diputado oficialista se preguntaba por qué ellos eran Gobierno y nosotros no. En verdad, he pensado muchas veces sobre esa inquietud y he llegado a la conclusión de que se debe al hecho de que ustedes, como Concertación, muchas veces tienen la maestría de convertir sus debilidades en grandes fortalezas, pues logran convencer a la ciudadanía y a la población de que lo que están haciendo es lo más conveniente para todos y que resolverá sus problemas más profundos.
Sin embargo, para no ahondar mucho en este tema, sólo quiero recordar tres medidas que se han anunciado en los últimos días. Primero, la salud gratuita para los mayores de 60 años. Parecía fantástico y todos estábamos de acuerdo. Pero resulta que, hasta hace poco tiempo, había salud gratuita para los mayores de 65 años. Preguntémosles a esas personas si efectivamente tenían o no salud gratuita. Sin embargo, después, cuando se “aterriza” el proyecto, se constata que ese beneficio se entregará sólo a los mayores de 60 años que están en el Fonasa en los tramos C y D, siempre que puedan conseguir hora de atención y hacerse los exámenes que se les piden. Por lo tanto, no se puede hablar de salud gratuita para todos los chilenos mayores de 60 años.
Posteriormente se dio a conocer una medida estupenda, que alegró a todos los chilenos, especialmente a los jóvenes: subsidio para contratar a trabajadores jóvenes. Pero cuando conocemos el tema en detalle, nos percatamos de que el beneficio sólo se extenderá a los jóvenes que participan en el Chile Solidario. Sin embargo, ya se extendió la imagen de que los mayores de 60 años tendrán atención de salud gratuita y de que se entregará un subsidio para contratar a jóvenes.
¿Qué pasa con los jóvenes pobres, con los que han estudiado en las universidades, con los que tienen un título, que no pueden encontrar trabajo y que no están en el Chile Solidario? A la hora de profundizar en esas propuestas, uno se encuentra con que las cosas son muy distintas de lo que se ha anunciado.
Ahora se pretende subir las pensiones más bajas. Todos queremos que esto ocurra, porque conocemos el drama de las personas de la tercera edad, de la pobreza relacionada con ese segmento. Sabemos que ha aumentado la esperanza de vida y lo que ello significa, que en nuestros distritos hay ancianos abandonados y que las pensiones asistenciales se convierten en una necesidad casi vital en la mayor parte de las comunas del país.
Este proyecto, que miramos con tanta felicidad y esperanza, aumenta en sólo 25 mil las pensiones asistenciales y todos le echamos la culpa a la ficha CAS. Es cierto que ese instrumento tiene mucha responsabilidad, porque es engañoso y se aplica a todos los subsidios -de vivienda, para la tercera edad, etcétera-, lo que quizás no corresponde y es necesario cambiar. Pero nadie ha dicho que la selección de los beneficiarios depende del puntaje de corte de la ficha. Si ese corte se hubiera establecido en 580 puntos en lugar de 550, quizás se habría beneficiado a 50 mil personas de la tercera edad con esta pensión asistencial que, por lo demás, sube en alrededor de 3 mil pesos, lo que significa alrededor de cinco kilos adicionales de pan al mes para un anciano en estado de pobreza.
Asimismo, se ha entrado en una gran discusión acerca del IVA. Lo más interesante que he escuchado durante este debate lo enunció el diputado Urrutia , que no participa en la Comisión de Hacienda. Él señaló que la mantención del IVA significa recaudar 600 millones de dólares y que si se destinara todo ese monto a reajustar las pensiones mínimas, éstas habrían aumentado en 30 por ciento y, además, habrían sobrado 60 millones de dólares que habrían servido para ampliar el número de beneficiarios. ¿Por qué no nos concentramos en el fondo?
Aquí se ha realizado un juego de palabras, de dimes y diretes. Estamos ante un proyecto que ayuda, que ha generado ciertas expectativas, pero que, en el fondo, constituye un tremendo impacto comunicacional más que una medida que apunte a resolver los problemas de los más pobres. Así se han implementado todos los proyectos sociales: Chile Solidario, parte del Auge y muchos otros que parecían maravillosos pero que, finalmente, una vez aplicados, no tienen el rendimiento que se esperaba de acuerdo con lo que ofrecía su publicidad.
Espero que se modifique esa forma de actuar y que los proyectos se apeguen más a la realidad y necesidad de los chilenos, sin demagogia ni discusiones en que nos herimos unos a otros, cuando todos queremos lo mismo.
He dicho.
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