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El señor COLOMA.-
En un segundo tema, señor Presidente , quiero referirme a lo que está sucediendo con Bolivia y, básicamente, a esta especie de que estamos presenciando el día de hoy, donde el Presidente de ese país, Evo Morales -que intentó nuevamente su reelección pero a quien no le resultó-, ha anunciado que va a iniciar otra demanda contra Chile, esta vez en relación con las aguas en torno al río Silala.
reality
A mí me parece especialmente complejo en el ámbito internacional que se utilice el conflicto o recurrir a determinada jurisdicción extranjera como forma de hacer política interna.
A mi juicio, señor Presidente, ha llegado el momento de retirarse definitivamente del Pacto de Bogotá.
Recordemos que este instrumento fue suscrito por 35 países en la década de los cuarenta.
En ese momento -estábamos saliendo de la Segunda Guerra Mundial- se entendía que podía haber una jurisdicción internacional que velara por el correcto funcionamiento de los distintos tratados.
Lo concreto es que en la actualidad, posiblemente en función de resoluciones de La Haya o por diversos problemas internos, de esos 35 países solo quedan 14 adscritos al pacto. ¡Catorce de treinta y cinco! Muchas naciones se han ido retirando -Colombia fue la última- en razón de la naturaleza de los fallos emitidos.
Por lo tanto, señor Presidente, mi pregunta es cuál es el sentido de que Chile se mantenga en el Pacto de Bogotá.
Ya tuvimos una resolución en La Haya en función de la demanda interpuesta por Perú. En su oportunidad dije que su resultado era, desde mi perspectiva, claramente insatisfactorio. Y acto seguido planteé -por eso quiero insistir ahora- que era el momento de salirse del Pacto de Bogotá, porque, si no, íbamos a estar condenados a estar sometidos, eventualmente, a una sucesión de distintas demandas.
Me señalaron algo que era correcto: que aun renunciando empezaba a correr el plazo de un año durante el cual igual podíamos ser demandados. Pero, si hubiéramos actuado de la manera que yo estaba sugiriendo, estoy seguro de que no se habría dado este verdadero festival de demandas que el Gobierno boliviano ha planteado.
Ya estamos en un proceso en La Haya, y ahora se nos anuncia otro en relación con las aguas del río Silala.
Entonces, la pregunta que tiene que hacerse el país es: ¿estamos condenados a vivir en procesos judiciales en función de nuestros límites porque a determinado presidente se le ocurre proceder contra el país y porque nosotros simplemente debemos dejarnos llevar por un pacto que, desde mi perspectiva, perdió todo sentido?
Y si alguien duda de esto último le pido que revise por qué los países se han ido saliendo de él. Al final, parece que van a quedar Perú, Bolivia y Chile. El segundo ha expresado un ánimo bastante permanente y ha anunciado por los medios una segunda demanda.
A mi juicio, señor Presidente , el internacionalismo no consiste en pertenecer a todos los organismos internacionales que hay en el mundo. ¡Eso es un error! Nosotros tenemos que pertenecer a aquellos que uno siente que son un activo para la nación entera. Y, desde mi punto de vista, el Pacto de Bogotá ha dejado de tener sentido, no solo para Chile, sino también para muchos otros países. De partida, ello tendría influencia en la configuración de los tribunales de La Haya, tema que podemos abordar en otra ocasión. Y, adicionalmente, se apuntaría al efecto político que pretende aplicar, como lógica, la autoridad de turno de un país -estoy leyendo los diarios bolivianos- para reganarse la confianza de su pueblo.
Por eso, si un presidente utiliza, para efectos de política interna, instrumentos internacionales que generan un grado de odiosidad con otra nación, pienso que debemos revisar nuestra permanencia en un pacto que pudo haber tenido sentido en cierto momento, pero que por algún motivo los países han ido abandonando, hecho que ha sido consecuente en el tiempo.
De ahí que, señor Presidente , quiero insistir, desde el Senado, en una posición que ya he manifestado en otras ocasiones y que refuerzo ahora: estudiar seriamente la posibilidad de denunciar el Pacto de Bogotá y retirarse de él, como una fórmula correcta de defender los legítimos intereses de Chile, un país que ha sido pacífico en sus actuaciones, que no anda generando inconvenientes y que, no obstante, está siendo objeto de una verdadera pesadilla en materia de amenazas.
Por lo tanto, señor Presidente, pido que se oficie al Ministro de Relaciones Exteriores para que estudie la posibilidad de proceder en el sentido que he indicado.
He dicho.
--Se anuncia el envío del oficio solicitado por el señor Senador, conforme al Reglamento.
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