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El señor LETELIER, don Felipe (Vicepresidente).-
Tiene la palabra la diputada señora Isabel Allende.
La señora ALLENDE (doña Isabel).-
Señor Presidente, soy de las personas que cree, como ya lo han mencionado mis colegas, que estamos dando un paso muy importante.
No ha sido fácil. Han pasado muchos años. Alguien habló una vez de una “transición casi interminable”, y comparto un poco esa idea. Ha sido difícil esperar 16 años para terminar con temas que jamás habían sido parte de la Constitución y nunca formaron parte de nuestra tradición. Hoy tenemos la posibilidad histórica de acabar con todo aquello que se ha conocido como los elementos autoritarios que introdujo esta Constitución. Se ha dicho con toda claridad que esta carta fundamental fue hecha a espaldas del pueblo chileno, en un momento en que no había libertad de asociación, de opinión, de funcionamiento de partidos políticos y que ha sido muy difícil para nosotros introducirle los cambios necesarios.
Celebro que, después de muchos años, en el Senado hayan logrado entrar en la senda del acuerdo. Reconozco la participación de los senadores señores Viera-Gallo , Andrés Zaldívar y de otros que tuvieron la capacidad de lograrlo.
Hay muchos temas a los cuales me quiero referir, pero es imposible desarrollarlos en seis minutos. Por eso, mencionaré sólo tres. Primero, celebro profundamente que, ¡por fin!, los hijos de los ciudadanos chilenos y chilenas nacidos en el extranjero no van a necesitar el año de avecindamiento para adquirir la nacionalidad. Es lo mismo que debió haberse hecho hace muchos años, si no hubiera existido el cálculo menor o la ausencia de generosidad en no pensar en la calidad de vida de esas personas. Lo puedo decir como testimonio personal, porque ese caso se vivió respecto de miembros de mi familia.
En segundo lugar, quiero hacer constar un hecho para la historia fidedigna de la ley. Presenté una indicación que posibilita el derecho a voto de los chilenos en el extranjero. En un mundo globalizado, como el actual, donde se supone que vamos avanzando en la profundización de la democracia, no logro entender que por mero cálculo político, de ingeniería electoral, no seamos capaces de hacer un gesto para permitir que voten los chilenos radicados en el exterior. En mis viajes al extranjero se me han acercado ciudadanos chilenos a preguntarme cuándo serán considerados.
Aun cuando no es parte del acuerdo, quiero que quede constancia de mi indicación, que fue rechazada. Por ese rechazo implica mirar la política con pequeñez, lo que nos hace daño y no hace confiables a los políticos ni a los partidos políticos. Espero que el costo político quede claro. Aquí hay una oposición cerrada de los partidos de la Alianza, que sólo miran esta reforma desde el punto de vista del cálculo electoral. Es decir, para ellos no tiene importancia alguna que los chilenos radicados en el exterior se sientan parte del país y quieran ser partícipes de un proceso democrático, cual es elegir a la más alta autoridad. Lo lamento, pero seguiré luchando por eso.
Otro tema pendiente y significativo, aunque algunos no piensen igual, es cambiar el sistema binominal por uno más proporcional, que permita que todas las expresiones ciudadanas tengan la posibilidad de acceder a este Congreso Nacional. Me gustaría ver en estos escaños a representantes de organizaciones partidarias, quienes tendrían ese derecho si se tomara en serio la palabra pluralidad o pluralismo.
Para terminar, quiero destacar dos aspectos. No se ha dicho lo suficiente respecto de que hemos puesto fin a una de las muchas arbitrariedades que contiene esta Constitución, como son las restricciones para que dirigentes gremiales o sindicales puedan postularse al Congreso. Con ello, hemos avanzado un paso más hacia la democratización, lo cual me alegra.
Por último, si reconocemos que no hay nada más importante que la persona humana y sus derechos esenciales, no puedo entender que hoy no seamos capaces de aprobar la reforma constitucional que permita la ratificación de la Corte Penal Internacional. El colega Riveros también se refirió al tema. Ese tribunal constituye una instancia eficaz para evitar la impunidad en los casos más graves y donde no funcione la justicia nacional.
De los 139 países signatarios, noventa han ratificado el reconocimiento de la Corte Penal Internacional, entre ellos, países vecinos como Argentina, Bolivia y Perú. Además, quiero decir a diputados de la Alianza que presentaron en su oportunidad un requerimiento al Tribunal Constitucional, órgano que falló sobre la necesidad de reformar la Constitución para este reconocimiento, que ahora tienen la oportunidad de concurrir con sus votos a la aprobación de esta reforma y permitir, como Congreso Nacional, ratificar este reconocimiento. Con ello darán una señal a nuestra sociedad de que no sólo les interesa un país con el cual comerciar y no se trata de ceder soberanía cuando se trata de tratados comerciales, sino, como dije al inicio de mi intervención, de demostrar que los derechos de las personas son esenciales.
He dicho.
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