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- rdf:value = " El señor NAVARRO.-
Asimismo, señor Presidente , quiero entregar una opinión política.
Ha habido un fuerte debate sobre la votación de Chile frente a la elección del miembro del Consejo de Seguridad de la ONU. Por cierto, son legítimas las opiniones de los diversos partidos políticos y las de algunos señores Senadores, en el sentido de que nuestro país no debiera apoyar a Venezuela, pero sí a Guatemala.
Sin embargo, con toda responsabilidad debo señalar que el actual Gobierno guatemalteco, presidido por Oscar Berger , anunció el 6 de marzo de 2004 que enviaría tropas a Iraq para apoyar la invasión de los Estados Unidos a ese país, pese a que ello fue cuestionado por Naciones Unidas, y que, por cierto, Chile lo rechazó en el mismo Consejo de Seguridad. Las tropas guatemaltecas pasaron a formar parte de la denominada "Brigada Plus Ultra", encabezada por España, e integrada también por Honduras, República Dominicana, El Salvador y Nicaragua.
Entonces, ¿cuál es la independencia de un país que acata y accede a una petición de Estados Unidos que, violando todas las disposiciones de Naciones Unidas, procede a invadir Iraq?
Quedó claramente demostrado que las armas de destrucción masiva nunca existieron. Se trata de un engaño tremendo. Y la historia deberá indicar qué hizo que el país del Norte invadiera Iraq. Todo el mundo sabía que iba por el petróleo, aunque ellos justifican la ocupación porque había armas de destrucción masiva, las cuales no existían.
Por lo tanto, es bueno que recuerden quienes apoyan a Guatemala, y, particularmente, la opinión pública debe saber, que en este proceso no sólo se emplean instrumentos de extorsión y chantaje, sino que además está el hecho de la incondicionalidad del país centroamericano, que en 60 por ciento depende de las remesas que los inmigrantes ilegales en los Estados Unidos devuelven a la economía guatemalteca.
Asimismo, ha habido utilización de instrumentos internacionales, los cuales han sido usados, abusando de la necesidad de los países, como mecanismos de presión. En ese sentido, el Gobierno de José María Aznar ofreció a Guatemala condonar varios miles de millones de dólares de deuda pública y renegociar los créditos del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD). Bajo esa lógica, en definitiva, tenía que dar el consentimiento y apoyar la invasión de Estados Unidos a Iraq.
Entiendo que haya posiciones legítimas en cuanto a la opinión que se tenga sobre la personalidad del Presidente Chávez . Pero, como hemos dicho, no se trata del ánimo ni de la personalidad del Mandatario venezolano, sino de la integración latinoamericana, particularmente de la independencia que le cabe a un país miembro del Consejo de Seguridad, el que no debe tener dependencia económica, ni militar, ni política de la gran potencia, en un mundo unipolar.
Por eso, me parece que la situación de Guatemala ha caído en un debate político necesario. Ya que tanto la Democracia Cristiana como el PPD, legítimamente, han manifestado su objeción al voto de Chile por Venezuela. Sin embargo, si vamos a discutir cómo debe pronunciarse nuestro país en esta materia, hagámoslo abiertamente; si se desea cuestionar en forma definitiva la capacidad, la facultad o la prerrogativa presidencial de tomar esta decisión, ¡hagámoslo!
Si es un debate donde todos tenemos derecho a emitir opinión para que la Presidenta de la República pueda resolver, y a hacer de la postulación de Guatemala y Venezuela un tema de política interna, ¡tomemos la decisión! Creo que esto no producirá estridencia ni afectará la unidad interna de la Concertación.
Tenemos opiniones diferentes y haremos valer ese debate. Yo soy de la idea de iniciar una discusión que sitúe en su justo término la situación relativa a la decisión o a la posición que la Concertación pueda entregar a la Presidenta .
No me parece adecuado que Chile argumente que Chávez fue a Irán; que Chávez fue a Corea del Norte; que Chávez desafía a los Estados Unidos. Yo lo que quiero es un Consejo de Seguridad de la ONU que dé garantía, no de subordinación, sino de autoridad y, particularmente, de transparencia. Y Guatemala no es esa opción, por los hechos que he señalado, por la dependencia económica de los Estados Unidos, porque apoyó la invasión a Iraq.
Por lo tanto, lo que busca el país del Norte con Guatemala es tener dentro del Consejo de Seguridad un voto más de incondicionalidad. Y lo que yo quiero es que tenga autonomía e independencia.
Tampoco comparto una política agresiva contra los Estados Unidos dentro del Consejo de Seguridad. Aunque el accionar de aquél es agresivo con el mundo entero, en especial con quienes no considera sus aliados.
En relación con la autonomía del Consejo de Seguridad de la ONU, cabe hacer notar la actitud de los Estados Unidos para chantajear a nuestro país a través de la firma del Tratado Penal Internacional (TPI), que busca perseguir a los dictadores en cualquier parte del mundo. Y, asimismo, la amenaza de sancionar con la no prestación de servicios estratégicos para la mantención de los F-16 que Chile adquirió por 600 millones de dólares, claramente representa una situación que violenta la autonomía que nuestro país debiera tener.
Por lo mismo, me gustaría saber cuándo y cómo se autorizó una compra de aviones por 600 millones de dólares para que, al día siguiente, los Estados Unidos ejerzan esta suerte de chantaje respecto del TPI.
No quiero pensar que, en definitiva, se desea vincular el voto de Chile para ratificar el TPI ¿el desafío a los Estados Unidos- con el voto contra Venezuela para equipararlo. Eso sería una cuestión de debate político interno que estoy dispuesto a sostener.
Por lo tanto, sólo deseo dejar constancia de la necesidad de esa discusión. No la vamos a eludir. Pero, en esta ocasión, debo aclarar cuál es la sensación que yo y muchos otros señores Senadores tenemos respecto de la posibilidad de que Chile apoye a Guatemala, y particularmente de que eluda una definición. Si hay observaciones, espero que la Presidenta Bachelet , y confío en que será así, las fundamente. De todos modos apoyaremos su decisión, sea a favor de Guatemala o de Venezuela.
Lo que no puede ocurrir es que realicemos la discusión en torno a caricaturas de los Presidentes de los países, y no hagamos el debate político interno que debiera guiar la política latinoamericana que Chile implementa.
He planteado que más español, más aimara y más quechua le harían muy bien al país que requiere mayor integración latinoamericana.
He dicho.
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