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La señora ALVEAR .-
Señor Presidente , omitiré algunos elementos básicos ya señalados por varios señores Senadores, por cuanto lo relativo a la producción de cobre y su importancia es de todos conocido.
Vale la pena destacar que desde 1990 hasta la fecha la producción minera nacional ha aumentado en 265 por ciento. Todos sabemos, además, que en estos momentos la minería se halla en una fase de fuerte expansión, debido a los históricos niveles de precios de los minerales. En ese contexto, según declara la Política Minera del Bicentenario, el desafío es mantener a Chile como el país más atractivo para invertir en esta actividad.
Ahora bien, para el ejercicio de la gran minería se requiere el uso intenso de algunos recursos naturales, notoriamente el agua, transformándose ello en un factor clave y limitante de su desarrollo.
En el norte del país, el agua contenida principalmente en acuíferos suele sustentar la existencia de vegas y bofedales que constituyen ecosistemas donde se desarrollan la vida silvestre y comunidades humanas.
Asimismo, este recurso es vital para otras actividades económicas, entre ellas la agricultura y el turismo.
En materia ambiental, existe mayor sensibilidad -bienvenida sea- y han aparecido preocupaciones país que hasta hace unos pocos años no eran vistas con la misma significación que hoy se les asigna.
Por otro lado, el proceso de internacionalización de la economía chilena hace que nuestras materias primas y productos elaborados alcancen mercados más exigentes desde el punto de vista ambiental. Así se ha manifestado el interés nacional e internacional por la forma como se compatibiliza el crecimiento de la minería con la protección del entorno en la búsqueda de un desarrollo minero ambientalmente sustentable.
Históricamente, las grandes faenas extractivas han causado graves problemas ambientales, sobre todo vinculados con la salud de las personas, no sólo en Chile, sino también en el resto del mundo. Ejemplos de lo anterior son las situaciones de contaminación del aire, en las fundiciones de Paipote y de Caletones, o bien del suelo y del agua, como ocurre en Chañaral.
Por otra parte, el desarrollo de los grandes proyectos mineros en el norte del país, tanto públicos cuanto privados, ha planteado una serie de conflictos con otras actividades o comunidades respecto de la utilización de recursos tan importantes como el agua. Este aspecto ha sido especialmente sensible en relación con las comunidades indígenas del altiplano.
Desde 1990 se ha realizado un trabajo focalizado para que la actividad minera reduzca su impacto ambiental y se haga cargo de las reparaciones por los daños producidos. De esta manera, CODELCO ha realizado importantes inversiones que han permitido, por ejemplo, mejorar sustantivamente la calidad del aire en el entorno de las fundiciones. Además, muchas empresas han desarrollado programas de responsabilidad social que incluyen compensaciones y mitigaciones por los impactos ambientales causados.
A mayor abundamiento, desde 1997 los grandes proyectos mineros se han sometido al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental , lo cual ha asegurado que sus actividades se realicen respetando la normativa sobre el medio ambiente, asumiendo sus impactos e incorporando aspectos fundamentales, como los planes de cierre y abandono de faenas.
Por último, las grandes empresas mineras han logrado estándares de calidad que les permiten vender sus productos en los mercados internacionales. La mayoría de ellas cuenta con certificaciones según las normas ISO 9000 e ISO 14000, referidas a los aspectos de calidad y cuidado del medio ambiente.
Señor Presidente , sin perjuicio de los avances registrados hasta la fecha, uno de los principales desafíos consiste en asegurar la sustentabilidad de nuestro desarrollo, lo cual implica armonizar adecuadamente crecimiento económico, equidad social y protección ambiental, en un marco de democracia.
En tal sentido, los principales desafíos para el sector minero en general, de acuerdo con las recomendaciones de la Evaluación del Desempeño Ambiental de Chile contenidas en el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCED), de mayo de 2005, son las siguientes:
1.- Reducir aún más el impacto ambiental del sector minero (contaminación del aire con anhídrido sulfuroso y arsénico; contaminación del agua; sitios y tranques de relaves abandonados).
2.- Prestar atención especial a las pequeñas y medianas empresas, con asistencia tecnológica y financiera; consultorías y mejores relaciones con las grandes empresas mineras.
3. Aumentar el aporte financiero del sector extractivo a los efectos de apoyar la inversión de largo plazo en capital humano y social y para aplicar el principio de que "El que contamina, paga", conforme a la Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente, y contemplar la creación de un mecanismo que permita captar apropiadamente las rentas por concepto de recursos asociados a la explotación de minerales.
Por lo anterior, e independiente de algunas situaciones puntuales que pueden afectar a CODELCO, es imperativo mejorar en general nuestra legislación en materia de prevención y asunción de los impactos ambientales provocados por la actividad minera, sin que ello signifique frenar su crecimiento, de modo que podamos como país asegurar la calidad de vida de las presentes y futuras generaciones.
En tal sentido, es urgente discutir iniciativas legales como la que reglamenta en forma detallada el cierre y abandono de faenas mineras, estableciendo los mecanismos jurídicos y financieros que garanticen, al término de la ejecución de un proyecto, la existencia de los recursos necesarios y la individualización de los responsables para reparar los impactos ambientales causados.
Por otro lado, es importante dictar una regulación que permita asumir los actuales pasivos ambientales mineros, es decir, sitios que ya fueron contaminados y que están abandonados o que han permanecido históricamente en dicha situación, de modo de determinar en forma adecuada los responsables y crear los mecanismos que permitan la reparación del caso.
Además, y tal como recomienda la OCED, resulta necesario apoyar a la pequeña y mediana minerías, desde los puntos de vista tanto de asesorías técnicas como del acceso a líneas de financiamiento especial, de manera que puedan desarrollar sus labores con pleno respeto a la normativa ambiental y eviten causar impactos.
Finalmente, es indispensable insistir en que el avance hacia una minería sustentable requerirá un equilibrio apropiado entre sus dimensiones económicas, ambientales y sociales. Sólo de esta forma podremos dar respuesta a la altura de los desafíos de explotar nuestras riquezas naturales, de modo que posibiliten el desarrollo de la industria, de las regiones mineras, de sus comunidades y de todo el país.
He dicho.
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