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El señor LETELIER .-
Señor Presidente , no cabe duda de que durante los últimos quince años CODELCO ha efectuado una tremenda inversión para hacerse cargo de sus pasivos ambientales.
En el caso de la División El Teniente, que recientemente cumplió cien años, las administraciones, a partir de 1990, asumieron una historia de irresponsabilidad ambiental en la principal actividad cuprífera de la Sexta Región.
Cualquiera que desee ser equilibrado en su mirada tendrá que reconocer que se ha realizado una inversión extraordinaria para ordenar lo ocurrido en dicha División y disminuir las emisiones, mediante la construcción de la planta de ácido sulfúrico, lo que ha tenido un impacto positivo indesmentible.
De la misma forma, cuando uno recuerda la realidad de 1990 y lo que ocurría respecto de los botaderos -como se los llama vulgarmente en la División-, sobre los cuales no había ni siquiera un catastro de la cantidad de desechos, ni antecedentes del lugar donde se depositaban residuos sólidos de diferente tipo, sin duda que, mirado en esa perspectiva, hemos avanzado mucho.
En otras Divisiones también existen problemas. Después voy a volver al caso de El Teniente .
Sólo quiero subrayar que, respecto al norte, me inquieta sobremanera un pasivo ambiental que muchas veces no se pone en la lista, como es el relativo a las fuentes de agua. Quienes hemos recorrido la Segunda Región vemos con preocupación el accionar, no sólo de las Divisiones de CODELCO, sino también de la gran minería, que atentan contra las fuentes y los acuíferos existentes en ella, quizás por no contar nosotros con toda la información.
Pensamos que el peligro inminente es aún mayor de lo que se dice. Y sobre esta materia sería muy importante tener una proyección a futuro relativa a las fuentes de agua que se usan, con particular énfasis en la recién mencionada Región y en las localidades que hoy son administradas por comunidades de pueblos originarios que dependen de esos recursos hídricos para subsistir. Algunas han ido desapareciendo y hay lugares que se han ido despoblando, lo cual es motivo de preocupación.
Retomo el tema de El Teniente para hacer un par de consultas sobre la polémica reciente.
Yo asumo como un hecho -tal vez otros no lo hacen- que la minería es una actividad altamente contaminante, y que lo que se necesita es impulsar acciones para mitigar al máximo posible sus efectos. Tengo claro que hay pasivos que se han asumido, como el de los relaves, que no son pocos. En la Sexta Región son significativos: tanto Colihue como Barahona (hoy Carén) provocan un impacto territorial tremendo. ¿Cuál es el nivel de filtración que se produce? La verdad es que no sé si están siendo monitoreados activamente o no -a eso apunta mi primera consulta-. Porque Carén , al cual me voy a referir luego, es uno de los tres relaves que quedan en pie, y sería muy importante saber si existen registros efectivos en esa dirección.
También quiero decir que uno está consciente de que a veces ocurren accidentes, sobre los cuales no me voy a pronunciar. El que sucedió en Semana Santa fue un desastre, trágico, de un altísimo impacto. Más de 16 kilómetros del estero -algunos dicen 20- quedaron profundamente dañados. Pero entendemos que la empresa lo asumió como un accidente, un error humano. Y quizás se trató de un error más que humano. Uno se pregunta qué estaban haciendo las personas encargadas.
El señor CHADWICK.-
¡Estaban en el rodeo...!
El señor LETELIER .-
En el fondo, ¿fue un mal trabajo de ingeniería, una proyección errónea? Sería muy importante saberlo, por cuanto el daño fue grave. Sin embargo, tampoco me voy a referir a eso, y quiero apuntar a lo siguiente.
¿Por qué en nuestro país se regulan obligatoriamente los niveles de molibdeno y sulfato? ¿Quién los fijó y por qué? Son las primeras interrogantes que debemos plantearnos.
Algunos indican que en ningún lugar del mundo se regulan obligatoriamente tales substancias. Al respecto, sería muy interesante una explicación de la CONAMA en cuanto a si es importante hacerlo o no. Porque se supone que cuando los especialistas fijan determinada norma es porque por sobre ella el nivel es malo, y por debajo de ella, se puede aguantar. Por ende, las normas dicen relación a los niveles de protección que el país quiere.
A mí me enseñaron siempre que "la ley pareja no es dura". Por eso, me gustaría una explicación de por qué se fijó una norma para los niveles de emisión de molibdeno y sulfato.
Eso es lo que resulta inaceptable, señor Presidente : que se establezcan criterios excepcionales. El órgano competente fijó ciertos niveles de emisión, pero lo que no es aceptable, a mi juicio, es que se rompa la regla de que la ley pareja no es dura. Si es necesario elevar la exigencia, que se haga, pero para todo el país y no sólo para algunos.
Yo pregunto, de nuevo, si es cierto que en todos los países se regulan el molibdeno y el sulfato; si nosotros solamente le estamos siguiendo la corriente a otros, o si estamos haciendo algo que en el resto de los países no se hace; si es necesario contar con las normas aludidas y qué impacto real generan.
Conozco el embalse Carén y durante más de 10 años he estado al tanto de todo el proceso de seguimiento de las aguas claras río abajo. He visto los campos regados con ellas y la fruta que se exporta. Por tanto, me podrán convencer, como lego, de que no hacen mal. Pero no me convenzan a mí, sino a la CONAMA, que fijó las normas. ¿Para qué lo hizo? Porque esto es lo que no entiendo. Y lo digo honestamente. Ignoro si 1, 10 o más miligramos de molibdeno son muy perjudiciales o no. Tengo que confiar en los expertos.
Es ahí donde siento una tremenda contradicción con respecto a ese pasivo ambiental, que a la comunidad de la Región que represento nos pone en un pie forzado. Yo he visto el afluente El Carén, he paseado a caballo por la zona, que ya conozco como la palma de la mano, y, ¡por favor!, el estero Carén es un riachuelo, un río pequeño. Las aguas claras que lo alimentan son las de CODELCO. Por ende, no se trata de un gran estero, de un gran río donde se diluyan los productos de esta empresa (cobre, molibdeno, sulfato), que quizás son muy perjudiciales.
Lo cierto es que la lógica indica que si un ecosistema es más precario, la norma debe ser más exigente; y si no lo es tanto, debiera ser menos estricta. Se ha interpretado, señor Presidente , que la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente establece excepciones, pero a mí ese argumento no me convence. Sin embargo, lo dejo pasar. Pero -repito- no estoy convencido de que ese cuerpo legal permita fijar una norma particular para determinado territorio, para cierto estero, como aquí se ha querido dar a entender. Creo que eso no es correcto. No obstante -reitero-, lo dejo pasar. Lo que no sé es si la exigencia es mayor cuando se trata de ecosistemas más precarios.
En lo personal, estoy absolutamente disponible para llevar a cabo una revisión de la materia, en términos de modificar los parámetros, cambiar los plazos, en fin. Yo estoy interesado como el que más en que CODELCO siga produciendo mucho cobre, porque eso le hace bien a Chile. De manera que mi argumento en ningún caso apunta a que se reduzca la producción. Al contrario: ojalá aumente, pero dentro de normas comunes a todos.
Aquí se ha afirmado -no sé si es cierto o no- que sólo CODELCO está en condiciones de fijar las normas para el molibdeno y el sulfato. Desconozco si los niveles de este último s��lo se dan en la División El Teniente de la Sexta Región o si otras Divisiones o empresas mineras tienen el mismo problema.
A mí me han dicho, señor Presidente , que en la gran mayoría de los países no existe tratamiento para los sulfatos. Me gustaría saber si esa información es correcta. Y si lo fuera, vuelvo a mi pregunta original: ¿para qué, como país, nos hemos autoimpuesto parámetros que, al parecer, pueden resultar inalcanzables?
Señor Presidente , reconozco el tremendo esfuerzo que han efectuado la División El Teniente y la Corporación del Cobre para hacerse cargo de sus pasivos ambientales, así como el que se ha realizado para construir en Carén una planta de batimento de molibdeno que reduciría las normas de emisión. Eso es tremendamente importante. Mis preguntas, más que a CODELCO, señor Presidente , van dirigidas a la CONAMA, que está representada aquí en la Sala: para qué se fijan normas como las vigentes, y si ellas deberían ser revisadas y aumentadas durante los próximos 20 años, hasta que el país posea la tecnología y los recursos para hacer algo distinto.
He dicho.
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