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- rdf:value = " CREACIÓN DE FONDO DE INNOVACIÓN PARA LA COMPETITIVIDADEl señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
En seguida, corresponde ocuparse del proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que crea el Fondo de Innovación para la Competitividad, con informe de la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología.
--Los antecedentes sobre el proyecto (3588-08) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 16ª, en 3 de agosto de 2004.
Informe de Comisión:
Educación, sesión 46ª, en 8 de noviembre de 2005.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
Señores Senadores, cabe recordar que la relación del proyecto se realizó el 9 de noviembre pasado, ocasión en que el Comité Partido Socialista solicitó segunda discusión.
Sus objetivos principales son:
1.- El establecimiento de una estrategia nacional de innovación para la competitividad que abarque los campos de la ciencia, la formación de recursos humanos especializados y el desarrollo, transferencia y difusión de tecnología.
2.- La creación de un Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, y
3.- La creación de un Fondo de Innovación para la Competitividad.
La Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología discutió y aprobó el proyecto solamente en
general por la unanimidad de sus integrantes, Honorables señores Arancibia, Flores, Moreno, Parra y Vega.
En el informe se consigna el texto correspondiente.
Finalmente, cabe tener presente que el proyecto debe ser analizado por la Comisión de Hacienda en la discusión particular.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Solicito la autorización del Senado para que ingrese a la Sala el señor Marcelo Tokman, quien ha seguido el estudio del proyecto en la Comisión en representación del Ministerio de Hacienda.
--Así se acuerda.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Recuerdo a los señores Senadores que, como ha dicho el señor Secretario , el segundo informe tendrá que ser analizado también por la Comisión de Hacienda.
En la discusión general, tiene la palabra el Senador señor Viera-Gallo.
El señor VIERA-GALLO .-
Señor Presidente , uno de los motivos básicos de la iniciativa dice relación a la necesidad de mejorar la inversión y la eficiencia en materia de innovación científica y tecnológica.
En sus fundamentos, el Ejecutivo dice que en la actual institucionalidad de la ciencia y la tecnología, que tiene como eje a la CONICYT, existe dispersión, duplicación de funciones e ineficiencia, y agrega diversos adjetivos negativos sobre la forma como la estructura del Estado enfrenta tal problema.
En un artículo firmado por el señor Ministro de Hacienda , entre otros, y por Marcelo Tokman , aquí presente, se dice que hay 30 instituciones del Estado que participan de alguna manera en las políticas o en la administración de recursos para la investigación científica, tecnológica o de innovación, aspecto este último más ligado al mundo empresarial.
Por otra parte, todos consideran indispensable avanzar en esta materia. Desde hace muchos años, distintas instituciones se ocupan del tema, entre ellas la Academia de Ciencias de Chile, la cual acaba de realizar un importante catastro de todo lo relacionado con la capacidad instalada humana e institucional existente en el país sobre ciencia y tecnología. Y llega a conclusiones muy parecidas a las del proyecto del Ejecutivo ; es decir, que no existe hoy en día una adecuada estructura estatal para enfrentar una cuestión que es prioritaria.
Pues bien, la iniciativa enviada por el Gobierno para someterla a nuestra consideración no da cuenta de la magnitud del diagnóstico tan descarnado que el propio Presidente de la República hace sobre la crisis de la institucionalidad en materia científico-tecnológica.
Quiero recordar que una situación análoga se planteó en la época del Presidente Frei Ruiz-Tagle respecto de la institucionalidad cultural. Después de múltiples comisiones e incluso de un cabildo que se celebró en el Parlamento, se llegó finalmente a la creación de algo completamente nuevo como el actual Consejo Nacional de las Artes y la Cultura.
Uno esperaba que algo similar hubiera ocurrido en el caso de la ciencia y la tecnología. Es decir, una ingeniería mayor respecto de la modernización de la estructura estatal en estas materias.
Hay que reconocer, sin embargo, que es algo difícil, dado que existen prácticas burocráticas consolidadas por más de 30 ó 40 años, porque existen recursos comprometidos o porque hay resistencia por parte de parcelas de interés. O sea, no es tan fácil la solución, aunque sería ideal alguna.
Lo que propone el proyecto es completamente insatisfactorio desde mi punto de vista, porque se trata de una estructura que no tiene carácter imperativo, sino que sólo aconseja al Presidente de la República , a través del Ministerio de Hacienda, para fijar políticas. Y sus consejos pueden ser ¿como es natural en la estructura del Estado- aceptados, rechazados o simplemente ignorados.
Se dice que el Consejo va a tener una mirada de largo plazo, con un lenguaje tal vez un poco grandilocuente, se señala que va a pensar en el país, etcétera, etcétera; pero después no se dan los instrumentos reales para que eso ocurra.
Para hacer aquello no se necesita una normativa. Tanto es así que el propio Presidente de la República ha creado de hecho el Consejo -que felizmente preside nuestro Honorable colega Edgardo Boeninger -, el cual ya está funcionando. Entonces, reitero, ¿para qué se requiere ley? El Primer Mandatario ya creó un consejo asesor por decreto supremo, que se encuentra operando y que va a distribuir los fondos del llamado "royalty" del próximo año asignados en la Ley de Presupuestos. O sea, el texto en análisis podría no existir y todo lo demás operaría perfectamente, porque no precisa una normativa legal.
Ahora, si va a elaborarse una ley, hay que tener en cuenta que los fondos del royalty son -si no recuerdo mal- más de 150 millones de dólares, y que los recursos que el Estado chileno -según el artículo de Marcelo Tokman y del Ministro de Hacienda - destina actualmente a ciencia y tecnología son 138 millones de dólares. Es decir, estamos hablando de alrededor de 300 millones.
Para eso sería indispensable, a mi juicio, una cirugía mayor de la institucionalidad a la que me referí. El propio Ministro de Hacienda y el señor Tokman enumeran la lista de las instituciones que intervienen. El Ministerio de Agricultura; el Ministerio de Economía; la CORFO; el Ministerio de Educación; el MIDEPLAN, donde está el proyecto científico Milenium; el Ministerio de Minería, el de Defensa y hasta el de Relaciones Exteriores. Esto habría que reordenarlo y reestructurarlo de alguna manera, lo cual no se hace en el proyecto.
Pienso que esta iniciativa debiera ser objeto de una indicación sustitutiva por parte del próximo Gobierno -personalmente espero que sea de continuidad, aunque puede no serlo; pero, en fin, ése es mi deseo- y, por tanto, me imagino que con la misma filosofía con que Nicolás Eyzaguirre , Mario Marcel , Jorge Rodríguez y Marcelo Tokman escribieron dicho artículo se podrá redactar un proyecto más adecuado para las tareas que se ha propuesto la actual Administración. No creo que en el plazo que le queda pueda surgir la ingeniería mayor necesaria para que la institucionalidad del Estado se ponga al día en materia de ciencia y tecnología.
Voy a leer lo que escribe el Ministro de Hacienda . Dice:
"Dados los problemas identificados en el Sistema Nacional de Innovación chileno, a saber, falta de directrices, descoordinación, duplicidad de funciones, bajo esfuerzo total, dispersión de programas que no alcanzan a crear masa crítica, baja participación del sector privado, sesgo hacia la investigación básica, falta de financiamiento, `cuellos de botella¿ en materia de capital humano, y desconexión entre el ámbito empresarial y el ámbito investigador-académico¿".
Lo mismo señala el Presidente de la República en el fundamento del proyecto. Pero resulta que en éste no se solucionan dichos problemas, porque sólo se crea un Consejo que establece directrices de política general que se pueden o no seguir. El día de mañana es posible que un Ministro cualquiera diga: "Mire, no me interesa que el Fondo del Ministerio de Agricultura que maneja el INIA siga las directrices de este Consejo, y por tanto, lo voy a hacer de otra manera". Claro, siempre se puede decir que como el Primer Mandatario es el superior de todos los Ministros tendrá que ordenar las cosas, pero todos sabemos que así no funciona el Estado.
Por eso, tengo muchas dudas, críticas respecto al proyecto. Si bien comparto la filosofía, el propósito que está detrás de él y del artículo muy bueno que elaboraron los autores que mencioné, el texto en debate es insuficiente. Ahora, ¿qué se puede hacer? Personalmente, creo que lo más correcto sería no entorpecer el trámite legislativo de la iniciativa. Sin embargo, esperaría que el próximo Gobierno formulara una indicación sustitutiva completa, como lo hizo el Presidente Lagos acerca del proyecto que presentó el Presidente Frei sobre el Consejo Nacional de las Artes y la Cultura. No creo que el actual Gobierno pueda resolver un tema tan complejo en el tiempo que le queda. Éste es un buen punto de partida, pero sería un muy mal punto de llegada.
He dicho.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Boeninger.
El señor BOENINGER.-
Señor Presidente , primero¿
El señor MUÑOZ BARRA.-
¿Me concede una interrupción, Su Señoría?
El señor BOENINGER.-
Sí, cómo no.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Con la venia de la Mesa, tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Barra.
El señor MUÑOZ BARRA.-
Muchas gracias, señor Presidente .
Después de escuchar al Senador señor Viera-Gallo -quien ha hecho planteamientos bastante de fondo-, dado lo que significa el proyecto por su trascendencia e importancia, debo deplorar que el señor Ministro de Hacienda no esté presente en esta reunión, con todo el respeto que me merece el señor asesor que se encuentra en la Sala.
Por la magnitud de la iniciativa, solicito que la tratemos cuando el señor Ministro de Hacienda tenga tiempo para asistir al Hemiciclo, a fin de escuchar las aclaraciones que evidentemente él como representante del Ejecutivo nos debe proporcionar. Éste no es un proyecto baladí, ni superficial, tiene una trascendencia enorme para el desarrollo del país. Por lo tanto, como Comité, pido que se trate cuando dicho Secretario de Estado , quien ha llevado adelante la iniciativa, esté presente en la Sala para resolver muchas de las inquietudes que los señores Senadores van a plantear.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Se requiere el acuerdo de la Sala para tal objeto. La verdad es que el proyecto está en segunda discusión y corresponde colocarlo en tabla.
Tiene la palabra el Honorable señor Boeninger.
El señor BOENINGER.-
Señor Presidente , primero deseo dar mi opinión sobre el tema, luego hacer algunos comentarios respecto a lo señalado por el Senador señor Viera-Gallo y también una breve referencia a la Comisión asesora que creó el Presidente de la República , que -como recordó Su Señoría- se me ha pedido presidir.
En primer lugar, en su esencia, el proyecto propone -como consigna su texto- la elaboración de una Estrategia Nacional de Innovación para la Competitividad, de largo plazo y de actualización periódica.
Segundo, crea el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, encargada de elaborar esa Estrategia, en cuya integración se incluye -esto es muy importante- la presencia de personeros del mundo científico, de la empresa privada, de expertos en capital humano y en políticas públicas. Vale decir, los actores principales que intervienen en los procesos de innovación: la ciencia, la empresa privada, el Estado y los expertos indispensables en educación y políticas públicas.
Y, tercero, el proyecto crea el Fondo de Innovación para la Competitividad.
Estimo que esta iniciativa reviste enorme trascendencia.
Primero, porque Chile es un país integrado a la economía mundial que ha construido su estrategia de desarrollo a partir de las ventajas comparativas de sus recursos naturales, las que por los avances en distintas disciplinas, como la biotecnología y otras, podrían correr el riesgo de que les ocurriera lo que le pasó al salitre a comienzos del siglo XX. Vale decir, la pérdida de ventaja.
En consecuencia, se trata de que las ventajas comparativas existentes, denominadas "estáticas", las podamos convertir en ventajas dinámicas, es decir, capaces de mantenerse al día y competir con los avances que los cambios tecnológicos van introduciendo en otros países en productos que puedan competir con los nuestros. Me parece que esto es absolutamente primordial.
En segundo término, todos los estudios coinciden en que la mayor parte del crecimiento económico no proviene hoy de la simple adición de capital físico y mano de obra, sino fundamentalmente del aumento de la productividad total de factores. Y la innovación tecnológica, en lo que respecta al incremento de la productividad total de factores, evidencia una participación de al menos 50 por ciento, probablemente más. Asimismo, el aumento de la productividad del trabajo -de acuerdo con estudios de la OCDE- tiene un 90 por ciento de relación con el aumento de la productividad de factores y, en consecuencia, de la innovación.
En tercer lugar, los países que al igual que Chile han basado su desarrollo en los recursos naturales, como Finlandia, Australia, Nueva Zelandia, Suecia y otros, han recorrido exitosamente el camino de consolidar su crecimiento y sus ventajas comparativas a partir de un esfuerzo radicalmente incrementado en innovación tecnológica. No es baladí señalar, por ejemplo, que se estima que el retorno esperado en Chile del gasto en investigación y desarrollo es alrededor de dos y media veces el rendimiento del capital.
En cuarto término, en nuestro país efectivamente -y lo recordaba también el Senador señor Viera-Gallo - no existe un sistema de innovación, sino un conjunto muy variado y disperso de mecanismos dedicados a tratar de fomentar investigación y desarrollo, que es sólo una parte del proceso de innovación. Y no hay certeza de que estén bien orientados -puede que algunos sí; otros, no-, no existe conexión entre ellos, hay duplicaciones y vacíos.
Además, en relación con los países de la OCDE -que es con los que tenemos que compararnos, pues no sacamos nada con hacerlo con aquellos que están más atrás que nosotros en el proceso de desarrollo-, las cifras indican que nuestros índices son pobres. Y sólo voy a mencionar algunos.
El más conocido se refiere a que Chile gasta 0,7 por ciento del producto interno bruto en investigación y desarrollo, mientras que Finlandia invierte 3,4 por ciento y Suecia, 4,3 por ciento. Y el promedio de las naciones de la OCDE es de más de 3 por ciento.
También se da una mala distribución del gasto. Así, a diferencia de lo que ocurre en los países desarrollados que he nombrado y otros, y en general en la OCDE en su conjunto, en investigación básica gastamos 55 por ciento, en circunstancias de que en las demás naciones es más bien al revés: en investigación aplicada y en investigación y desarrollo se va más de la mitad del gasto.
A la vez, hay una mala distribución del financiamiento, pues en Chile el Estado contribuye con 64 por ciento de los recursos; el sector privado, con 23 por ciento, y otros, con 13 por ciento. En general, en los países de la OCDE la participación de la empresa privada en este financiamiento es del orden de 60 a 70 por ciento.
En cuanto a las patentes, que es un indicador extremadamente importante respecto de la eficacia de los esfuerzos, en Chile hay una patente por millón de habitantes al año; en Corea, 170; en Finlandia, 170, y en Nueva Zelandia, 35.
En lo relativo al número de ingenieros que trabajan en las empresas en investigación y desarrollo, por millón de habitantes, en Finlandia son 5 mil; en Corea, 2.300; en Nueva Zelandia, 2.200, y en Chile, 370.
En definitiva, realmente nuestros índices son muy pobres.
En quinto lugar, se requieren políticas públicas para hacer eficaces los procesos de innovación, pues ésta no constituye un proceso lineal que va de la investigación básica, a la investigación aplicada, al desarrollo de prototipos, etcétera, para terminar en un producto comercializable, sino que se trata de procesos sistémicos donde tienen que interactuar científicos, empresas, con apoyo del Gobierno, de una manera compleja, variada, y que experimentan muchas dificultades. Y, ciertamente, en Chile estamos lejos de que exista esa conectividad entre los actores del proceso.
Lo anterior se debe a múltiples razones: la insuficiente apropiatividad de la tecnología; la dificultad en la asociatividad; el alto nivel de incertidumbre y de riesgo; la dificultad para diversificar el riesgo, etcétera. Y, respecto de la relación entre empresas y científicos, existen problemas de orientación y conductuales, tanto de los científicos como de las empresas productoras.
En el seno de la Comisión de Educación se produjo una discusión en cuanto a si con este proyecto se debía fomentar la ciencia y las universidades en ese aspecto o si el énfasis tenía que estar puesto en la innovación.
Concuerdo con la observación que en ese órgano técnico planteó el Senador señor Flores, en el sentido de que estamos hablando de innovación para la competitividad, lo que no significa que la ciencia básica, en términos de la investigación científica de nivel de excelencia para contribuir al conocimiento mundial y para mantenerse al día en cuanto al avance de dicho conocimiento, no sea indispensable. De manera que, evidentemente, no se trata de reducir la investigación científica, sino de que el esfuerzo adicional que necesitamos hacer esté orientado a la innovación para una mayor competitividad.
Por último, con relación a las pymes y al progreso regional, estimo que uno de los ejes de un sistema de innovación estará en el desarrollo de los llamados cluster de recursos naturales ¿no hay quien no los conozca; no los voy a repetir-, todos los cuales están afincados en Regiones. De modo que la creación de cluster, que significa `encadenamientos¿ -hacia atrás, hacia adelante, hacia los lados, como se dice en la jerga especializada-, donde aparecen insumos, bienes de capital, servicios, actividades relacionadas, etcétera, va a implicar, inevitablemente, el desarrollo de un conjunto importante de empresas pequeñas y medianas, y así ocurre en otras partes. Por lo tanto, el impulso a un sistema de innovación será por sí mismo muy favorable al desarrollo regional, como también al de nuevas empresas medianas y pequeñas.
Adicionalmente, me parece razonable, y así lo recogió la demanda del Ejecutivo , que un porcentaje de los recursos -como lo señala el proyecto- que entrega el Fondo de Innovación sea asignado a las Regiones, donde el principal problema, a mi modo de ver, será la creación de capacidades, tanto en materia de capital humano como en gestión.
En consecuencia, soy extremadamente partidario de la iniciativa.
Quiero terminar con dos observaciones.
La primera se refiere a lo manifestado por el Honorable señor Viera-Gallo . Creo que su planteamiento es opinable. En primer lugar, a vía de ejemplo, en un país como Finlandia, que ha sido extremadamente exitoso en esta materia, existe un consejo bastante similar al que propone el proyecto. Además, como en este caso intervienen actores muy diversos (privados, universitarios y públicos), me parece sumamente difícil que se entregue a una autoridad central única. Y la garantía de que esta institucionalidad tenga importancia radica inevitablemente en que sea un órgano que dependa del Presidente de la República , con personas de muy alto nivel en el consejo permanente, para que pueda, con el respaldo del Primer Mandatario , realmente llevar a cabo la cirugía mayor que con toda razón reclama el señor Senador. Y pienso que la iniciativa tiene en su formulación elementos de cirugía mayor no menores.
A la vez, quería hacer una breve referencia al consejo asesor que acaba de crear el Presidente de la República, quien me ha pedido que lo presida.
Frente a eventuales inquietudes que puedan surgir en el Parlamento en cuanto a que dicho organismo estaría de alguna manera interfiriendo con el avance legislativo del proyecto, deseo manifestar rotundamente que en realidad no tiene nada que ver. Porque lo que se nos ha solicitado es generar lineamientos provisorios, iniciales, para una estrategia nacional de innovación; elaborar alguna propuesta respecto de políticas públicas prioritarias, en cuanto al tipo de mecanismos que puedan hacer falta, en lo relativo a las formas para generar interconectividad nacional, y sobre todo internacional, de la cual hoy carecemos en gran medida. Nada de ello es parte del debate legislativo, pues la institucionalidad, en definitiva, deberá atenerse a lo que disponga la ley que se apruebe.
En segundo lugar, respecto del Fondo de Innovación, nosotros no diremos nada. No nos compete, porque él no existe. De manera que lo único que podemos hacer -es parte de la misión que recibimos-, tocante a algunos recursos considerados en el Presupuesto del 2006 y que no han sido distribuidos,¿
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Terminó su tiempo, señor Senador.
El señor BOENINGER.-
¿es efectuar recomendaciones para que el Gobierno -entiendo que el próximo- resuelva sobre el particular.
Por lo tanto, considero necesario socializar más el tema en sí mismo, para comprender las dificultades de otras fórmulas alternativas.
Los méritos de la institucionalidad propuesta son, a mi modo de ver, bastante claros. Entonces, daré mi aprobación muy entusiasta al proyecto.
He dicho.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Orpis.
El señor ORPIS.-
Señor Presidente , este proyecto tuvo su origen en la discusión habida sobre el impuesto específico a la minería, el cual, independiente de las fórmulas que en algún momento de aquélla se propusieron -aumento en las patentes, en fin-, apuntaba a la mayor participación de dicho sector, especialmente en las Regiones mineras.
Por lo tanto, no deseo olvidar el origen de la iniciativa en análisis ni el destino de los fondos previstos.
En tal sentido, la normativa que nos ocupa, primero, otorga relevancia a la inversión en ciencia y tecnología como factor clave para el desarrollo del país -existe ahí un concepto importante-; segundo, resalta la necesidad de vincular a las universidades con las empresas, en forma de obtener mayor impacto productivo con la inversión realizada por estas últimas; tercero, propone definir metas y criterios para la evaluación de su cumplimiento; y, finalmente, fomenta un mayor compromiso de las instituciones receptoras de la inversión al exigirles, en algunos casos, participar en el financiamiento.
Yo diría que, globalmente, esos son aspectos positivos de la iniciativa.
Sin embargo, existen otros elementos que deben ser perfeccionados, como los referidos a la falta de definición de instrumentos. Y la definición ha de contenerse en esta iniciativa.
Por ejemplo, me gustaría la composición y selección de un Consejo más independiente, que no obedezca a los Gobiernos de turno, porque las políticas en materia de investigación tienen que ser de largo plazo y, generalmente, la duración de aquéllos es bastante más corta. De manera que presentaré indicaciones para perfeccionar las normas respectivas.
De otro lado -siempre dentro de los elementos en cuestión-, debo connotar que 60 por ciento del Fondo queda en las Regiones mineras. Lo que se persigue con dicho porcentaje es que las actividades vinculadas con el recurso pertinente, el cual en algún minuto se agotará, puedan ser reemplazadas, en el transcurso del tiempo, por otras en las propias zonas mineras.
Por último, señor Presidente , me referiré a la investigación como concepto -lo esbozaron y señalaron varios señores Senadores- y haré una reflexión al respecto.
Quizás el gran problema en Chile no es sólo la insuficiencia de investigación, sino también, sobre todo, el bajo porcentaje de investigación aplicada, que es la que provoca impacto productivo. En nuestro país, únicamente el 6 por ciento de la investigación científica es aplicada. En el caso de Finlandia, ella alcanza a 30 por ciento y en parte significativa se realiza dentro de las propias empresas.
Por consiguiente, el gran cambio que deberíamos introducir para que este tipo de investigación tuviera el impacto económico que esperamos es que ojalá el grueso de ella no sea básica -porque muchas veces ésta se halla alejada de la realidad competitiva y productiva del país-, sino más bien una investigación muy vinculada con los propios sectores productivos, que es el salto en competitividad que va a permitir desarrollarnos.
Con este proyecto se abre la posibilidad de contar con más recursos para el área en comento. En consecuencia, sería importante que la mayor disponibilidad presupuestaria se enfocara preferentemente hacia la investigación aplicada.
He dicho.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Parra.
El señor PARRA .-
Señor Presidente , este proyecto reviste enorme trascendencia para el futuro del país. Se encuentra íntimamente vinculado, además, con el que figuraba en el punto anterior de la tabla, cuyo tratamiento quedó diferido para mañana. En este último, los temas de acreditación de los programas de doctorado, en particular, y de posgrado, en general, ocupan un lugar central. Y no cabe duda de que el fortalecimiento de la formación de científicos constituye un desafío enorme, que no sólo se asume con más plata, sino también con más programas, pero de real calidad, que sitúen a Chile, en la línea del desarrollo científico y tecnológico, a la par con las naciones desarrolladas.
La iniciativa en debate tiene como eje la creación del Fondo de Innovación para la Competitividad; ése es su nombre. Y, por supuesto, su presentación fue anunciada cuando se sometió a discusión del Parlamento el proyecto que creaba el impuesto específico a la minería.
Hace pocos días leí en un diario santiaguino de circulación nacional un editorial donde se afirmaba que las cosas se hacían mal, que en este asunto se había puesto la carreta delante de los bueyes al resolver primero la cuestión del financiamiento y después la forma como los recursos iban a ser aplicados.
En rigor, no se podía proceder de manera distinta. No era factible dar el salto adelante que esta iniciativa nos propone si no se contaba realmente con los recursos necesarios para abordarlo.
El Ejecutivo fue consistente. Cuando presentó el proyecto de ley sobre impuesto específico a la minería, expresó que el objetivo era fortalecer la capacidad científica, tecnológica y de innovación del país.
La creación de este Fondo nos va a aproximar por fin a una meta reclamada por el país durante décadas; esto es, el destinar a ciencia, tecnología e innovación a lo menos uno por ciento del producto interno bruto. Y ese solo hecho debiera disponer a todos los señores Senadores a un voto favorable.
El Fondo que se propone tiene además, como se acaba de señalar, un elemento novedoso, aunque no absolutamente: la regionalización en el destino de los recursos y en los criterios de asignación de ellos a los proyectos cuya ejecución se va a financiar.
Digo que tal elemento no es absolutamente novedoso porque la CONICYT, con cargo a las asignaciones presupuestarias que se realizan anualmente, generó hace alrededor de diez años una línea de investigación especial destinada a proyectos regionales de alta pertinencia económica y social. Los llamados FONDAP (Fondos de Áreas Prioritarias) respondieron justamente a esa lógica. Y cabe destacar que han sido extraordinariamente positivos en sus resultados y en su impacto, por lo mismo, en el desarrollo económico del país.
La regionalización propuesta debe, sí, ser aclarada en el sentido de que los recursos que se destinan a investigación en cada Región se asignan sobre la base de los criterios que fijan los Consejos Regionales y, en consecuencia, están íntimamente vinculados a las estrategias de desarrollo regional que ellos mismos aprueban. Pero su ejecución no se halla limitada ni circunscrita a instituciones o a investigadores de la propia Región. Constituyen, por el contrario, un instrumento para atraer hacia ella el conjunto de la capacidad nacional y generar, por esa vía, oportunidades de innovación y de desarrollo que de otra manera no podrían tener lugar.
Hay, en efecto, Regiones del país que al presente carecen en absoluto de capacidad instalada en los ámbitos científico y tecnológico. Nada sacaríamos con asignarles recursos como se propone en las disposiciones transitorias del proyecto si no sirvieran para entusiasmar a los investigadores, dondequiera que se encuentren, con el fin de que acudan a la Región respectiva a materializar proyectos en las áreas priorizadas por ella.
No cabe duda -y comparto el criterio planteado esta tarde por el Senador señor Viera-Gallo - de que el Párrafo 1º, referido a la institucionalidad, es altamente insatisfactorio. Pero eso, desde mi punto de vista, no justifica retraso en la aprobación de la iniciativa ni posposición en la apertura de plazo para formular indicaciones. Sin duda, el próximo Gobierno y la doctora Michelle Bachelet tendrán la oportunidad, en la tramitación legislativa, de introducir indicaciones y realizar las correcciones necesarias.
Lo deseable es que este texto se transforme en ley dentro de un plazo no largo y que se empiece a trabajar en su marco en el momento de dar el paso de saltar al uno por ciento del PIB en ciencia y tecnología.
¿Por qué es cuestionable el proyecto en esta parte, señor Presidente?
La CONICYT fue creada en 1968; obedeció a una visionaria iniciativa del Presidente Frei Montalva . La referida Comisión estableció a través de su ley orgánica la existencia de un Consejo, el cual, sin embargo, no se constituyó ni funcionó nunca. El presidente ejecutivo es quien ha realizado las funciones que en principio correspondían a dicho órgano.
Decretos leyes dictados después de la intervención militar de 1973 radicaron en el Presidente las facultades del Consejo; y eso nunca cambió. Desde entonces hasta la fecha, particularmente a partir de 1990, con un conjunto de iniciativas extraordinariamente significativas tomadas por el Presidente Aylwin , como la creación del FONDEF, el sistema de ciencia y tecnología en Chile ha venido creciendo por agregación. Casi año tras año se añaden recursos, se crean nuevas instancias y se van radicando competencias en órganos ya existentes o en otros que se establecen especialmente al efecto.
El sistema requiere una reingeniería, y el proyecto pierde la oportunidad de hacerla.
Además, la iniciativa independiza la innovación, y por completo, de la investigación científica y tecnológica propiamente tal, de manera que no existen al interior del sistema vasos comunicantes que permitan un desarrollo orgánico de él.
De ahí que el Párrafo en comento, a mi juicio, debe ser reformulado.
En la Comisión de Educación -y lo reitero esta tarde- hice mía la propuesta que escuché a científicos integrantes de la CONICYT y, en particular, responsables del Fondo de Áreas Prioritarias. Ellos plantearon la conveniencia de agregar un tercer Consejo al de Ciencias y al de Tecnología, creados por la ley que generó el FONDECYT: el de Innovación; pero, por encima de ellos, un ente encargado de formular las políticas y de definir los criterios de la asignación gruesa de recursos: el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Mis indicaciones irán, pues, en esa dirección. Sin embargo, como ésa es una materia reservada al Presidente de la República , confío en que el Ejecutivo se abra a considerar una alternativa orgánica de ese tipo, que tiene la virtud de integrar el conjunto del sistema y darle coherencia, y de facilitar su desarrollo futuro.
Finalmente, me alegro de las explicaciones que escuchamos esta tarde a nuestro distinguido colega el Senador señor Boeninger.
Su Señoría fue invitado por el Presidente de la República para presidir la comisión asesora a que hizo referencia. Confieso que, hasta el minuto en que oí su intervención, tenía serias dudas y reparos acerca de la constitucionalidad del paso que se había dado para crear dicho órgano.
Por cierto, el Presidente de la República puede crear comisiones asesoras tanto en el campo de la ciencia y la tecnología como en cualesquiera otros (el Presidente Frei Ruiz-Tagle contó con una comisión asesora específicamente en el ámbito de la ciencia y la tecnología; y a iniciativa de ella se debe, por ejemplo, el llamado "Programa Millenium").
Pero comisiones asesoras.
Sin embargo, una comisión de carácter ejecutivo, con una estructura orgánica permanente, a lo menos hasta que se dicte la ley en proyecto, y con competencia para asignar recursos (éstos, además, sólo están provisionados en la Partida Tesoro Público de la Ley de Presupuestos de 2006 y, en consecuencia, no pueden ser traspasados a un órgano de esta naturaleza), obviamente generaba legítimas dudas de constitucionalidad, como las que yo tenía.
Por eso, celebro la aclaración del Honorable señor Boeninger y confío en que la Comisión de Educación circunscriba su trabajo justamente a lo que Su Señoría señaló como roles asignados por el Primer Mandatario.
Entretanto, sumo con entusiasmo mi voto a la aprobación de esta iniciativa gubernamental.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Núñez.
El señor NÚÑEZ.-
Señor Presidente , no he tenido tiempo para procesar más a fondo los aspectos conceptuales que hay detrás de la idea contemplada en el proyecto sobre investigación, desarrollo e innovación.
Por cierto, soy de los que entienden -como la mayoría de los chilenos o, por lo menos, de los Parlamentarios- que es básico tener una política clara destinada a poner al día a nuestro país en función de los grandes desafíos que enfrentamos en esta área; que no es posible pensar en un desarrollo que no sea producto de un trabajo muy acucioso en materia de investigación y, fundamentalmente, de innovación. Y me referiré en forma exclusiva al hecho de que en el Fondo que se crea a través del proyecto en debate se está confundiendo algo que considero francamente grave, razón por la cual desde ya anuncio mi voto contrario.
Durante mucho tiempo discutimos en el Parlamento acerca del impuesto específico a la minería y, felizmente, logramos un apoyo bastante sustantivo, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, para que sobre la base de él se creara el Fondo de que se trata.
Pero, esencialmente, afirmamos -y estuvimos de acuerdo en ello- que las Regiones mineras no pueden ser confundidas con otras Regiones del país y que la mayor parte de aquéllas dependen en forma exclusiva del desarrollo minero.
En la Sexta Región existe una diversificación productiva significativa que no la hace depender sólo de lo que se pueda generar a partir del desenvolvimiento minero.
Sin embargo, no es ése el caso de las Regiones del norte del país, donde resulta primordial aplicar políticas que permitan una diversificación productiva a corto y mediano plazos para aprovechar los enormes potenciales existentes tanto en la cordillera como en las grandes planicies y, por supuesto, en el mar. Y se requieren los recursos en cuestión para que dichas Regiones tengan posibilidades ciertas de desarrollarse.
Accedimos a la idea del Ejecutivo de distribuir los recursos provenientes del royalty de manera tal que quedaran, no exclusivamente para las cuatro Regiones mineras del norte, sino para siete u ocho Regiones del país.
Sin embargo, que a través del proyecto se confundan esos recursos, que tanto han costado a la mayor parte de los chilenos, con los destinados al FONDEP o con otros que el Estado entrega por medio de 32 instituciones distintas, que hablan de un desarrollo disperso, burocrático y centralista de la investigación científica y tecnológica en el país, me parece un gravísimo error.
Los recursos provenientes del impuesto específico a la minería deben quedar en particular para la investigación en aquellas regiones cuyo destino no es otro que diversificar ahora su proceso productivo. Si ello no se realiza en la presente generación, las próximas verán en el norte seriamente dañadas sus posibilidades de desarrollo y, por cierto, de subsistencia. Por lo tanto, estimo que se incurriría en una muy importante equivocación estratégica si no se destinaran tales fondos -que serán ingentes el próximo año, dado el valor del cobre y, por consiguiente, los mayores ingresos que recaudará el Fisco- a la creación de un instituto que se dedique específicamente a investigar las condiciones potenciales de todas esas regiones, para los efectos de diversificar su actividad productiva.
No es lo mismo investigar en Aisén, en Magallanes o en la zona central que en otra donde no hay desarrollo científico-tecnológico. Y no lo hay porque siempre se registró una monoproducción, desde el siglo XIX. Salitre, hierro, plata, cobre: eso es lo que ha proporcionado el norte. En consecuencia, no es casual la diferencia de sus universidades con las de Concepción, Valdivia u otras zonas ¿y, en especial, con las de Santiago-, que siempre tuvieron la posibilidad de orientar su investigación, su desarrollo tecnológico, en función de las demandas del centro del país, fundamentalmente en el área de la agricultura y de aquellas básicamente relacionadas con servicios u otras, donde se han obtenido éxitos notables.
No existe en Chile un instituto de desarrollo de las zonas desérticas, a diferencia de un país pequeño como Israel, mucho menos extenso que la Región de Atacama, el cual dispone de una gran universidad destinada a investigar cómo aprovecharlas mejor. Funciona el Instituto Antártico Chileno, sobre la base de una presencia importante del país en ese continente, desde el punto de vista estratégico, pero no un organismo para la investigación en el desarrollo de zonas desérticas, repito,...
La señora MATTHEI .-
Sí lo tenemos.
El señor NÚÑEZ.-
...a diferencia del que poseen Iraq -o que poseía éste- y prácticamente todos los países del Medio Oriente.
Resulta que el royalty y, en particular, el impuesto específico abrían la posibilidad de que al menos la Segunda, Tercera y Cuarta Regiones contaran con un gran instituto para el estudio de cómo potenciar su desarrollo. Y ello no se contempla en el texto en análisis. Por el contrario, se crea una entidad centralista y burocrática en la que se pretende concentrar el conocimiento de todo el país y no se permite una suerte de discriminación positiva hacia aquellas Regiones donde las universidades y los centros estatales, semipúblicos o privados puedan acceder a los fondos. Se establece, vía decreto, una suerte de "sombrero" de señores sabios -lo siento mucho por mi Honorable colega Boeninger , hacia quien experimento la mayor confianza, básicamente por su condición de ex Rector de la Casa de Bello-; pero ésa no es la realidad del Chile de hoy.
La realidad del Chile de hoy es que en nuestras Regiones se requiere gente capacitada, y para tal efecto se necesitan buenos recursos, investigación orientada, laboratorios de alta calidad. No puede ser que ello solamente se encuentre en Santiago.
No puede ser que el Centro de Investigación Minera y Metalúrgica (CIMM) se halle en Vitacura. ¡Por favor¿! Debe situarse en La Serena, en Copiapó, en Antofagasta. ¡Me da lo mismo la opción por cualquiera de esas ciudades! Es allá donde se desarrolla la minería.
No se ha realizado algo análogo a lo de la agricultura. Al menos, el presente Gobierno y los anteriores han descentralizado la investigación agrícola a través del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA). No se ha tomado una medida similar en el proyecto en estudio, en el que radicaba la esperanza que abrigábamos muchos, en virtud de los recursos que involucra, conquistados con tanto esfuerzo y después de tantos años -me refiero al impuesto específico a la minería-, de que fuera la gran posibilidad de que el tercio que produce más en el país diese un salto científico-tecnológico de significación estratégica. Ello no se logra con la iniciativa.
Por mi parte, señor Presidente , anuncié al señor Ministro de Hacienda que en algún momento leería lo que él expresó en el Congreso a propósito del impuesto específico. ¿Qué fue lo que dijo? Lo siguiente:
"No hay que pensar que estos nuevos recursos van a ser entregados a un planificador central que va a tomar y va a decidir cómo "desarrollar un centro de biotecnología para mejorar la lixiviación del cobre en tal lugar y contratar a tales personas"; al contrario, el Ejecutivo está dispuesto a que los recursos de asignación regional puedan ser usados en un sentido bastante amplio, para potenciar la capacidad de desarrollo de las regiones; ahora, naturalmente estas innovaciones tendrán una clara asociación con la explotación minera, pero eso no es lo único. No hay obstáculo para que parte de los nuevos recursos se usen para financiar investigaciones que son difícilmente asimilables a una concesión. Se trata de grandes hipótesis de desarrollo regional, de un alto grado de riesgo, que cuesta mucho que las asuma un privado; se trata de un desarrollo en el sentido amplio de la palabra.".
En mi opinión, lo anterior no se refleja en el articulado y, en consecuencia, anuncio desde ya mi voto en contra.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Se encuentran inscritos para usar de la palabra ocho señores Senadores. Como el Orden del Día termina a las 18:50, difícilmente tendrá lugar el pronunciamiento en general sobre el proyecto,...
El señor LARRAÍN .-
Podemos continuar mañana.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
...salvo que se abra ahora la votación y se siga con los inscritos.
¿Habría acuerdo para proceder a la votación?
El señor PROKURICA .-
¿Quiénes son los inscritos, señor Presidente?
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Los Honorables señores García , Muñoz Barra , Ruiz-Esquide , Sabag , Prokurica , Larraín y Vega , y señora Matthei , a los que se suma el Senador señor Flores.
Como no se reúnen las condiciones para despachar hoy la iniciativa, proseguirá su tratamiento.
El señor PROKURICA .-
No existen dificultades para abrir la votación.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
¿Hay acuerdo para ello?
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
No, señor Presidente.
El señor LARRAÍN .-
No.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor García.
El señor GARCÍA .-
Señor Presidente , he escuchado con mucha atención las diversas intervenciones y deseo sugerir una segunda discusión, para disponer de otro informe, pero de Comisiones unidas. Creo que un proyecto tan importante para el futuro del país, para incorporar las Regiones al proceso de desarrollo económico y social, debe contar también, en su primer informe, con la participación de los integrantes de la Comisión de Gobierno, al igual que con la opinión de los Senadores que integramos la Comisión de Economía. Ello, porque debe ser una iniciativa que permita avanzar en la investigación científica y tecnológica aplicada a procesos productivos, sobre la base de incorporar todos los logros a distintos procesos de producción y de prestación de servicios que hagan posible ser más competitivos, conquistar nuevos mercados, generar mayor empleo e identificar áreas donde la inversión sea más rentable, así como atractiva, desde el punto de vista de la conquista de esos nuevos mercados.
Por eso, señor Presidente , valorando, por cierto, el trabajo de la Comisión de Educación, solicito que realicemos una segunda discusión enviando previamente el proyecto a Comisiones unidas de Educación, de Economía y, por supuesto, de Gobierno, ya que se han registrado diversas intervenciones en el sentido de que las Regiones no pueden quedarse atrás. Muy por el contrario, es la oportunidad de avanzar en ciencia y tecnología y de incorporarlas plenamente al desarrollo del país.
El Honorable señor Boeninger me solicita una interrupción y, por su intermedio, señor Presidente , se la concedo con mucho gusto.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor BOENINGER.-
Señor Presidente , seré muy breve. Coincido de modo parcial con el Senador señor García .
A mi juicio, en la discusión en particular se verá realmente la esencia de muchos de los temas que aborda la iniciativa: lo relativo al Fondo de Innovación, al Consejo, a la estrategia, etcétera.
En consecuencia, sugiero que el proyecto, para su segundo informe -además de lo que se indicó al comienzo del debate en cuanto a que entonces también lo estudiará la Comisión de Hacienda-, pase a Comisiones unidas de Educación, de Economía -lo considero esencial- y de Gobierno, como ha propuesto el Honorable señor García .
Sin embargo, este planteamiento no debe impedir que se vote el proyecto en general, porque de otra manera nos vamos a eternizar en sucesivas Comisiones sin tener como base la aprobación de la idea de legislar, que me parece muy importante.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Recupera la palabra el Senador señor García.
El señor GARCÍA .-
Señor Presidente , sólo me resta decir que comparto plenamente lo que ha señalado el Honorable señor Boeninger .
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Quiero recordar que ya estamos realizando la segunda discusión, pues fue pedida en una sesión anterior. Por tanto, la primera solicitud de Su Señoría no corresponde.
El señor GARCÍA.-
Conforme.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Propongo que después de que se apruebe el proyecto en general -eso debería ocurrir mañana- veamos en qué Comisiones se radicará para el segundo informe. Hasta ahora se ha pedido que intervengan cuatro, que constituyen casi la mitad de la Corporación.
El señor LARRAÍN .-
¡Si es que se aprueba¿!
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Claro. Primero deberemos resolver si se acoge la idea de legislar; y luego, qué Comisiones se encargarán de analizar la iniciativa en el segundo informe.
Tiene la palabra el Honorable señor Ruiz-Esquide.
¡Parece que, debido a su alta votación, se ha retirado de la Sala...!
El señor MUÑOZ BARRA .-
¡Ahí viene llegando!
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Señor Senador, casi, casi pierde la palabra.
El señor RUIZ-ESQUIDE .-
Para un Parlamentario, eso sería un suicidio.
Señor Presidente , estimados colegas, ante todo, éste es un tema respecto del cual ningún Senador puede dejar de pensar que estamos en presencia, tal vez, de una de las ideas más relevantes en el último tiempo para el desarrollo de la innovación tecnológica y para responder a la necesidad de crear instrumentos y buscar financiamientos con el propósito de impulsar todo lo relativo a la investigación, al trabajo en las ciencias aplicadas, a la manera de disponer de fondos con los que nunca antes habíamos contado y que probablemente no volvamos a tener en un tiempo cercano.
Por lo tanto, la iniciativa reviste una inmensa trascendencia.
En segundo término, debo manifestar que tuve el honor de participar en las discusiones que sobre la materia hubo entre los Senadores democratacristianos y otros Honorables colegas con el Gobierno, en instantes en que existía una tremenda dificultad para ponernos de acuerdo, a fin de resolver sobre qué aplicación dar a los recursos de que íbamos a disponer, cómo administrarlos, hacia dónde enfocarlos, cuándo, etcétera.
Tomando en cuenta esos dos elementos, yo aprobaría la idea de legislar.
Pero debo decir también, con franqueza, que cuando se discutió esto con el Ministro de Hacienda y también con el Coordinador de Políticas Económicas de esa Cartera -presente en la Sala-, no fue el proyecto en debate, o sus lineamientos, lo que nos hizo llegar a un acuerdo. En esa ocasión, actué en representación de mis colegas como Comité.
Teniendo en consideración ahora esos tres elementos, señor Presidente, quiero señalar cuatro o cinco cosas concretas.
La primera es que di mi anuencia para que ingresara al Hemiciclo el señor Tokman -el Ministro de Hacienda no concurrió-, sólo por la deferencia que con él he tenido siempre en nuestras reuniones, aunque tengamos diferencias importantes. Sin embargo, honestamente, creo que el Ministro no puede dejar de venir cuando se trata un proyecto como éste. Lo digo con gran respeto por él, pero también con muchísimo respeto por lo que representa nuestra Institución.
El señor PROKURICA .-
¡Está en la campaña!
El señor RUIZ-ESQUIDE.-
Preferiría que estuviera aquí.
Pienso que este tema se debe abordar, cualquiera que sea el Gobierno y quienesquiera sean los Senadores que integren la Corporación. En estos quince años he luchado permanentemente para que se la respete, sin importar quién fuera el Ejecutivo, el Ministro, la autoridad.
Por lo tanto, si el día de mañana -¡Dios no lo permita!- cambiara el Gobierno o su orientación, igual voy a defender el derecho del Senado. Lo expuesto es una primerísima razón por la que quiero que tratemos la iniciativa con la presencia del Ministro de Hacienda . Sé que los Honorables colegas que han trabajado en las Comisiones han dado su opinión y están de acuerdo. Pero ése es mi punto de vista.
Un segundo aspecto dice relación con lo siguiente. Cuando se planteó la creación de un instrumento que resolviera los problemas que hemos señalado, nosotros teníamos una visión distinta de la contenida en el texto del proyecto. Queríamos -así lo manifestamos y en tal entendido surgió la idea, que encuentro espectacular- una organización independiente, muy abierta, de gran fuerza, con un nivel de discusión que incorporara a todos los que tienen algo que decir y que nos permitiera relacionarnos con las instituciones de que se trata.
Nunca se pretendió crear una sola gran entidad, una especie de "superministerio", que hiciera desaparecer a las demás. No fue así. Se planteó una institucionalidad bastante más rica que lo que veo en el articulado.
Por lo tanto, señor Presidente, el proyecto no me parece bueno, pues dista de como yo quisiera que quedara finalmente. Insisto: legislar sobre la materia es hacerlo para doce a quince años, dado que no podemos estar cambiando de modo permanente las estructuras del Estado.
En tercer lugar, acojo algunos de los planteamientos del Senador señor Núñez.
En su momento hubo un gran debate: cuánto corresponde a las Regiones mineras y cuánto a las demás; cómo se administra; con qué fuerza se cuenta.
Y hay problemas bastante discutibles. ¿Todo debe ser para las Regiones mineras? No. Ya se acordó que no será así. ¿Cuánto corresponderá a las no mineras? ¿Cómo se distribuirá en los lugares en que no...
El señor ORPIS .-
Debería ser menos.
El señor RUIZ-ESQUIDE .-
Sí. En eso estoy de acuerdo. Sólo estoy señalando lo que se discutió en su oportunidad.
También se habló de una cosa tan simple como definir la forma de romper el círculo vicioso que implica poner estos recursos a disposición de las universidades o de las instituciones culturales, educacionales o de investigación en ciertas Regiones cuya diferencia interna es muy grande. ¿Cómo hacer esto? Porque si entregamos todo a las que están mejor, terminamos prolongando y profundizando las diferencias intrarregionales.
Todo eso fue debatido.
Por ello, señor Presidente , para no alargar en exceso la discusión, señalé al Ministro señor Dockendorff -que recién estaba aquí- dos posibilidades.
Primera: suspender la discusión de la iniciativa, entre otras cosas, para realizar la votación cuando haya más colegas -aunque ésta no se llevará a cabo hoy día, por cuanto, por tiempo, no alcanzamos- y previo cierto consenso en cuanto a debatir la materia con mayor aceptación por parte de todos. Ojalá pudiéramos tener un proyecto absolutamente consensuado.
Segunda: si no fuese factible lo anterior, buscar la manera de enriquecer la iniciativa con otras ideas en un plazo razonable. Por su tremenda importancia, no debemos exigir que se vote en las próximas 24 ó 48 horas.
Sugiero que se proceda de la manera indicada.
En caso de que esto no se resuelva, votaré en contra del proyecto, por las razones ya expuestas. Porque, aunque éste implique una gran ventaja, en algunos aspectos llega a ser tan contrario a las ideas que yo mismo recogí cuando dimos nuestro acuerdo que el voto favorable no me satisface, ni aun sujeto a que podamos efectuar algunas modificaciones posteriores.
Si esto último fuera la propuesta del Gobierno, lo que acabo de señalar sería mi respuesta.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Sabag.
El señor SABAG.-
Señor Presidente , la presente iniciativa ha suscitado un enorme interés en las instituciones vinculadas a la educación y a la economía, en especial en CONICYT, FONDEF y FONDAP. Asimismo, se invitó expresamente a los señores Rectores de las Universidades de Chile, de Concepción, de Talca, Católica de Santiago y Católica de Valparaíso, igual que a la Confederación de la Producción y del Comercio y otras instituciones.
En efecto, se trata de estudiar y resolver, a través de esta iniciativa, el fortalecimiento del esfuerzo nacional en pos de la innovación. Además, se pretende estimular la competitividad nacional en el marco de las posibilidades de un mayor crecimiento del país.
Para obtener tales objetivos, se deberá estructurar un sistema nacional de innovación. Tenemos que diseñar una estrategia participativa y consensuada en orden a coordinar las políticas, hoy dispersas, en el campo de la innovación para la competitividad. Ello hace necesario generar mecanismos que activen y coordinen los recursos del sector privado, y fomenten la cooperación público-privada que permita elaborar las políticas públicas pertinentes.
El proyecto señala un diagnóstico según el cual sólo el 0,7 por ciento del PIB se halla orientado a inversión en ciencia y tecnología -comprendido tanto el sector público como el privado-, lo que en la actualidad está provocando un insuficiente desarrollo de nuestro país. En comparación, esa inversión alcanza a 2,8 por ciento del PIB en los países innovadores. En consecuencia, los estudios internacionales no evalúan bien a Chile en el campo de la competitividad. Por tanto, resulta esencial plantear la innovación como factor relevante para asegurar un modelo sostenible de crecimiento.
En síntesis, la base de un desarrollo exitoso de innovación demanda un fuerte desenvolvimiento científico y tecnológico local. De ahí que la agenda pública actual contempla destinar a investigación recursos provenientes del impuesto específico a la minería del cobre.
Estas consideraciones nos llevan necesariamente a pensar en modificar y modernizar la actual institucionalidad en el área de la ciencia y la tecnología. La actual estructura ha demostrado ser incapaz de generar una política integral, lo cual ha impedido al país utilizarla como una herramienta que solucione problemas relativos al progreso socioeconómico y cultural. También ha fallado en cuanto a la coordinación entre los diversos mecanismos del Estado en esos ámbitos. Hoy es el momento de aprovechar los nuevos recursos provenientes del impuesto a la minería y, también, de mejorar nuestra competitividad en la perspectiva del desarrollo de los tratados de libre comercio ya suscritos.
Es necesario dar reconocimiento efectivo a las universidades dedicadas a la investigación. Hay ahí un aporte concreto en elementos humanos (doctores, magísteres) y en recursos materiales, como laboratorios e infraestructura destinados a ese objeto. Estimo que debería lograrse un adecuado equilibrio entre la investigación básica y sus aplicaciones prácticas.
En la Octava Región, la única agencia regional de financiamiento es "INNOVA BÍO BÍO", formada gracias a una iniciativa conjunta de la CORFO y el Gobierno Regional, la cual puede servir de modelo para una política de estímulo a la investigación a nivel nacional.
También considero muy importante que el proyecto reconozca la necesidad de establecer programas y acciones orientados a fortalecer las capacidades regionales. Los nuevos recursos deben destinarse a potenciar las ventajas comparativas del país en sectores como el de la pesca, la minería, la energía, el forestal y el agrícola.
Resulta fundamental estimular la descentralización al momento de elaborar la estrategia nacional de innovación para la competitividad.
Anuncio que oportunamente presentaré indicaciones, sobre todo en lo referente a la distribución de los fondos y otras materias de interés nacional.
Gracias, señor Presidente.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Prokurica.
El señor PROKURICA.-
Voy a ser muy breve, señor Presidente, porque la verdad es que los señores Senadores que me antecedieron en el uso de la palabra me interpretan plenamente respecto de lo que sentimos quienes representamos a zonas mineras en cuanto a lo que ocurre con este proyecto.
Hace unos años, cuando partió la iniciativa que estableció el royalty, la razón principal y basal para estar a favor de una iniciativa como ésta era que la actividad minera empobrecía a las regiones mineras, de las cuales se extraen recursos no renovables. No queríamos que pasara lo del salitre y lo de otras épocas, en que la actividad minera no dejó nada en las zonas de extracción.
Por tal motivo, cuando se tramitó ese proyecto, nosotros votamos a favor, porque realmente pensamos que los recursos generados por el royalty iban a ir en beneficio de las regiones mineras. Pero después se nos dijo que no en su totalidad, y estuvimos de acuerdo en que sólo fuera una parte. Sin embargo, nada de eso se hace realidad en la presente iniciativa.
La historia, señor Presidente , es muy sabia y muy dura en cuanto a los aportes que las regiones mineras han hecho al Estado de Chile. Hace mucho tiempo fue el salitre; después, el hierro; hoy es el cobre. Pero los aportes a esas regiones quedaron en nada, porque el Estado se lo llevó todo. No sólo fueron los inversionistas privados.
Ahora se nos plantea un proyecto como éste, que, siendo centralista, supuestamente generaría un fondo de innovación tecnológica que solucionaría el problema de Chile y las regiones mineras. Por supuesto, nadie puede estar en contra del objetivo de que se invierta más en innovación tecnológica. Pero, ¿por qué el costo tienen que pagarlo las regiones mineras? Yo, sinceramente, señor Presidente , me pregunto qué tiene que ver una cosa con la otra. Se critica mucho algunas leyes concebidas con mecanismos muy parecidos al que se plantea, como la relativa a los fondos del cobre, que permite invertir en armas dependiendo de la cantidad que reporte dicho metal. Bueno, esto es más o menos parecido. Aquí los dineros para fondos de innovación tecnológica tienen que proceder del Estado y de Rentas Generales de la Nación.
El royalty fue concebido como una forma de regionalización, como una forma de entregar recursos a las regiones, especialmente las de carácter minero. Pero este proyecto, señor Presidente , a mi juicio constituye una nueva manera de burlar a las regiones mineras. Como lo señalaron algunos de sus representantes en el Parlamento -incluso el Honorable señor Núñez , de la misma Región del Senador que habla-, las zonas mineras no tendrán ninguna posibilidad de postular o de competir con otras universidades porque no poseen siquiera infraestructura.
En mi concepto, es indispensable invertir en innovación tecnológica, pues no podemos continuar exportando piedras y seguir en el pasado. ¡Pero no me hablen de innovación tecnológica cuando en la Región que represento, señor Presidente , que ha aportado miles de millones de dólares durante la historia del país, sólo hace una semana se instaló un escáner en su principal hospital! ¡Hace una semana, señor Presidente ! ¡Antes había que derivar los enfermos a Antofagasta! Entonces, ¡por favor!, estamos hablando de cosas mínimas.
Por eso, durante la tramitación del proyecto del royalty presenté una indicación que me pareció bastante más justa, en virtud de la cual las empresas afectas podrían financiar iniciativas de beneficio regional, previamente priorizadas por los CORE, e imputar ese pago a lo que tuvieran que desembolsar por concepto de royalty.
La innovación tecnológica, claro, es importante; pero cuando a uno le cuentan que un enfermo debe desplazarse 700 kilómetros para hacerse un escáner, francamente la innovación tecnológica vale nada. El Estado debe cumplir esa labor, y no sólo con los recursos de la minería.
Finalmente, al igual que otros Parlamentarios, creo que este proyecto no ofrece condiciones mínimas para las regiones mineras desde el punto de vista de lo que se hará con los recursos. Por lo tanto, me gustaría que se abriera discusión y ojalá se viera en el próximo período. No me agrada el debate que ha tenido. Se trató de aprobarlo hace un mes, justo antes del receso; no sé por qué. Y la verdad es que requiere cambios de fondo.
Por lo menos yo, señor Presidente, lo voy a votar en contra, por considerarlo sumamente injusto y por no contener nada de lo que se ofreció cuando aprobamos la ley del royalty.
He dicho.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Larraín.
El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente , en realidad, ésta es una discusión extraordinariamente importante. Si alguna esperanza tenemos en el futuro del país, sin lugar a dudas que ella pasa porque, aparte de potenciar fuertemente la educación en todos sus niveles, haya un fuerte desarrollo en ciencia, tecnología e innovación. Éstos son los elementos-eje articuladores del desarrollo contemporáneo en todo el mundo. Y, ciertamente, parte importante de las debilidades que tenemos como país están reflejadas en la carencia que exhibimos en ambos factores: el educativo y el de ciencia, tecnología e innovación.
En el debate presidencial hubo concordancia en ciertos aspectos entre las diferentes postulaciones, y todas ellas, de alguna manera, fueron convergentes en ese diagnóstico y en la necesidad de aumentar los recursos, mejorar la calidad de la educación, y en otras inquietudes que apuntaban en la misma dirección.
Sin embargo, a la hora de estudiar el proyecto -según recuerdo, es la primera iniciativa que se presenta sobre la materia durante la actual Administración-, tengo la sensación de que el tema de fondo no queda resuelto en forma adecuada.
Por cierto, el proyecto tiene aspectos positivos desde el momento que asigna recursos y destaca la relevancia de la inversión en ciencia y tecnología como un factor clave para el desarrollo. Al menos en su nombre -ya veremos que hay dudas respecto de qué se entiende por tal-, la creación de un Fondo de Innovación para la Competitividad, en sí misma, apunta en la dirección correcta. La idea de vincular las universidades a las empresas con el propósito de obtener un mayor impacto productivo también va en el sentido adecuado.
En la medida en que esto sea una manera de desarrollar inversión no monitoreada, encauzada a objetivos genéricos que cada investigador o grupo de investigación, con los nexos productivos necesarios, vaya definiendo en la búsqueda de patentes y en la creación de nuevas líneas de producción, podrá generar el beneficio que se busca a través de una iniciativa de esta naturaleza.
Sin embargo, todas esas ventajas no parecieran ser, desde luego, muy relevantes para la Cámara Alta, debido a que este debate se caracteriza más por la ausencia de los señores Senadores en la Sala que por su presencia e interés en la materia, a pesar de que ellos, o los dirigentes en general, a la hora de hacer declaraciones públicas, reconocen en la iniciativa una extraordinaria competencia. Esto ocurre, quizás, porque no se ve la inmediatez del poder en este tipo de asuntos, que pareciera ser, al final, lo que más motiva a la mayoría de los dirigentes políticos del país.
El proyecto, no obstante ofrecer una tremenda oportunidad para discutir esta materia, adolece de problemas estructurales que, a mi juicio, hacen que tal vez sea poco recomendable aprobarlo en general.
Tengo varias observaciones que formular, pero dejaré la principal para el final. Quiero destacar, entonces, que la iniciativa despierta inquietudes de distinta entidad.
La primera que deseo mencionar se refiere a la definición de "estrategia nacional", que es como el objetivo central del artículo 1º del proyecto, sin lugar a dudas relevante y, sobre todo, de largo plazo. Aunque probablemente el de 12 años, establecido por ley, sin que se generen fenómenos iterativos a lo largo de dicho período, puede resultar demasiado extenso e irreal, al final estamos generando una estrategia nacional para el desarrollo de la innovación en Chile que se entrega al Presidente de la República . Porque el Consejo Nacional para la Innovación sólo propone estrategias al Jefe de Estado , y él las define.
Yo respeto el presidencialismo establecido en nuestra Constitución, si bien doctrinariamente preferiría un régimen parlamentario para Chile; pero me avengo a la cultura política que por ahora tenemos. Sin embargo, generar en esta materia una instancia de tal envergadura para que, al final, el Presidente de la República acoja -¡si le parece!- la proposición de ese Consejo, me parece un exceso de centralismo presidencialista, un cesarismo innecesario en un ámbito que debe tener un trato diferente.
En esa misma línea va la composición del citado Consejo Nacional que, en mi concepto, merece bastante atención, porque causa inquietud. Lo integran siete miembros: un experto en políticas públicas -sin lugar a dudas, su participación será muy interesante-; otro, en políticas de formación de capital humano especializado (también muy relevante); un empresario con experiencia innovadora -desde luego, si queremos desarrollar los procesos productivos, debemos contar, a lo menos, con uno-; tres Ministros: los de Hacienda, de Economía, Fomento y Reconstrucción, y de Educación (de siete miembros, tres serán Secretarios de Estado. ¿Creen Sus Señorías que alguno de ellos asistirá a una de esas reuniones?); y, finalmente, un científico, aunque se habla de un "experto en ciencias". Supongo que será un científico. Desconozco lo que significa esa expresión; a lo mejor, podrá ser un periodista especializado en desarrollo científico. No sé que es. Intuyo que se trata de un científico, porque lo propone la Academia de Ciencias. Pero la nomenclatura es equívoca.
Sin lugar a dudas, la composición del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad deja mucho que desear.
En otras oportunidades, por ejemplo, cuando se trató la composición de los organismos vinculados al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, me opuse al nombramiento de muchos Ministros, como se proponía en los proyectos originales. ¿Por qué? Porque tienen demasiadas actividades, y ésa era una ocupación que, aunque central, no sería su tarea principal, por la urgencia cotidiana de la actividad de cualquier Secretario de Estado .
Parece muy importante contar con tres Ministros en el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad, pero, en verdad, ello es irreal. Además, le confiere un tremendo efecto centralizador, más político, incluso, que seguir el criterio de lo más representativo del país en este ámbito para lograr el objetivo que se persigue.
Tampoco me parece suficiente la presencia de un solo científico en un organismo preocupado de la innovación científica y tecnológica para la competitividad. Francamente no se está considerando el fuerte rol que le cabe, incluso generando cierta autosuficiencia del mundo científico y tecnológico en su compromiso con el objetivo de mejorar la competitividad.
No quiero extenderme demasiado, pero ciertamente dicho Consejo, por su composición, no es la instancia más adecuada para articular la ciencia y la tecnología de cara a mejorar la innovación.
Otra línea de argumentación se refiere a que, desde hace varios años, se han venido creando, uno tras otro, diversos organismos dedicados a la ciencia y la tecnología. A CONICYT, nacida hace ya unos 40 años, o más, se le han agregado una serie de entidades en el último tiempo.
En el informe de la Comisión se consigna por parte del Director Ejecutivo de CONICYT la cantidad de órganos que se han ido creando alrededor de dicha institución. Son tantos que me tomaría mucho tiempo en darlos a conocer. Algunos de ellos son el FONDEF; el HUAM (un programa para la acuicultura a nivel mundial); otro referido a la marea roja; el Fondo Nacional de Investigación y Desarrollo en Salud; los Programas Regional de Desarrollo Científico y Tecnológico, Explora y Bicentenario; el Sistema de Información en Ciencia, Tecnología e Innovación. En suma, una fronda de organismos, pero no se ve el resultado concreto, en términos de productos para lograr una mejoría de la competitividad de Chile.
Si el Director Ejecutivo de CONICYT , como organismo articulador, no forma parte del Consejo con derecho a voz, estaremos aumentando esa maraña burocrática en la cual, hoy día -según información que entregó el señor Pablo Valenzuela -, de 600 millones de dólares que se destinan a esto, aproximadamente 180 millones llegan a la investigación científica y tecnológica. De manera que lo que se propone dar ahora prácticamente duplicaría lo que Chile gasta en investigación tecnológica propiamente tal. Es mucha plata con respecto a lo que hoy en día llega; y, sin embargo, no pareciera estar debidamente articulada para estos objetivos.
Hay otras observaciones menores, que quiero dejar consignadas, porque apuntan, de nuevo, a decir que aquí se ha hecho un proyecto quizás con demasiada premura.
Por ejemplo, se dice que la asignación de fondos será un proceso "preferentemente competitivo". Creo que hace rato en Chile la asignación de recursos en este ámbito tiene tal característica. Y que sea "preferentemente competitiva" deja un margen de discreción que por lo menos a mí no me parece conveniente ni tampoco al mundo científico con el cual he conversado.
Dentro de la distorsión y el desorden burocrático que se agregan, el Consejo pasa a ser dependiente de la Subsecretaría de Economía. Tenemos hoy instancias de manejo de estas estructuras de diversos órdenes. Desde luego, CONICYT exhibe una dependencia distinta. Están las iniciativas en el ámbito de la investigación tecnológica supervisadas por otros Ministerios (de Agricultura, de Planificación); otras están sujetas al control de la propia Presidencia, según dio a conocer CONICYT.
En verdad hay una confusión, a la cual ahora agregaríamos un nuevo elemento al endosar esto a la Subsecretaría de Economía. Realmente no puedo sino advertir que aquí -repito- hay una contribución al caos creativo en el ámbito científico-tecnológico nacional.
Pero, quizás, donde yo advierto que existen mayores debilidades es respecto del objetivo de fondo de este proyecto. Ésta es la observación central.
Tal vez porque la iniciativa se originó a raíz del proyecto que creaba el royalty minero, advierto una búsqueda en pro de que los recursos se asignen preferentemente a regiones, en particular a las mineras. Me parece un objetivo muy valioso, que en sí mismo no objeto. Como soy Senador de una Región agrícola, comparto la necesidad de buscar fondos para la investigación científica y tecnológica a lo largo del país que ayuden en los procesos productivos de distinta naturaleza.
Pero ése es un objetivo distinto a lo que yo entendí que iba a hacer el proyecto: buscar recursos para innovación científica y tecnológica destinada a mejorar la competitividad de Chile. Porque ahí es donde en la actualidad está radicada nuestra limitación. No obstante, la discusión con respecto a los fondos regionales me parece que entraba y hace perder el norte de esta iniciativa.
Incluso más, en muchas intervenciones se advierte que hay quienes buscan simplemente el desarrollo científico y tecnológico per se, pensando que eso traería como consecuencia la mejoría en el desarrollo productivo, por definición, o por "chorreo", como se diría en lenguaje economicista.
Pues bien, creo que éste es, tal vez, el gran drama de la iniciativa en debate: no posee claridad en su objetivo. Y porque no la tiene, la forma como se define la estrategia, la composición, toda la estructura burocrática, el modo como operan los fondos, resultan equívocos o simplemente inconvenientes o inadecuados.
Pienso que lo anterior debe hacernos meditar sobre la conveniencia de avanzar en esta iniciativa.
Quiero tener absoluta claridad acerca de qué es lo que estamos haciendo. Es muy distinto un proyecto para mejorar la ciencia y tecnología en las regiones, a uno tendiente a desarrollar la capacidad de innovación para la competitividad en Chile.
Oí al Senador señor Flores señalar en una de sus intervenciones que había que tomar una opción entre desarrollar la ciencia o la competitividad. Su Señoría dijo que, a su juicio, lo que había que hacer era muy simple: estimular la competitividad, tener patentes y generar en forma concreta este proceso de innovación en las distintas áreas productivas.
Eso me parece un objetivo claro o nítido. Y, por lo tanto, se organiza de manera distinta. Pero aquí estamos tratando de juntar demasiados objetivos en uno; y, al final, si eso ocurre...
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Tiempo, señor Senador.
El señor LARRAÍN.-
¿no se va a avanzar ni lograr ninguno de ellos.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Finalizó su tiempo, Su Señoría.
El señor LARRAÍN.-
Termino en seguida, señor Presidente.
Por estas razones, a pesar de que hay algunos aspectos positivos, me habría querido referir a otras carencias.
Mi conclusión es que, si bien se busca corregir algunas de las actuales falencias de nuestro sistema de innovación científica y tecnológica, al final el proyecto entra en mayores confusiones, porque no define con claridad el objetivo que persigue y genera una estructura administrativa y de carácter decisional claramente centralista e inadecuada a lo que es la naturaleza del proceso científico y tecnológico, alejada de la realidad, y que origina más complejidades que beneficios respecto de lo que se busca.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Faltan cinco minutos para que termine el Orden del Día y están inscritos los Senadores Vega , Matthei , Flores y Muñoz Barra .
Consulto al Honorable señor Vega si quiere intervenir ahora, por cinco minutos, o mañana, caso en el cual suspenderíamos la discusión de inmediato.
El señor VEGA .-
Mañana, señor Presidente .
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Entonces, queda pendiente la discusión general del proyecto, la que se reanudará en el primer lugar de la tabla de la sesión extraordinaria de mañana.
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El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Solicito el asentimiento de la Sala para que el Honorable señor Parra asuma como Presidente accidental.
--Pasa a dirigir la sesión el Senador señor Parra, en calidad de Presidente accidental.
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