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    • rdf:value = " LEGALIZACIÓN DE CULTIVO DE ESPECIES VEGETALES PRODUCTORAS DE SUSTANCIAS ESTUPEFACIENTES O SICOTRÓPICAS PARA CONSUMO PERSONAL El señor LARRAÍN ( Presidente ).- En consecuencia, corresponde continuar el debate en general del proyecto, iniciado en moción del Honorable señor Ávila, en primer trámite constitucional, que modifica la ley Nº 19.366, con el objeto de despenalizar la siembra, plantación, cultivo o cosecha de especies vegetales del género cannabis u otras productoras de sustancias estupefacientes o sicotrópicas destinadas al uso o consumo personal exclusivo y próximo en el tiempo. Cuenta con informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento. --Los antecedentes sobre el proyecto (3269-07) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican: Proyecto de ley: (moción del señor Ávila). En primer trámite, sesión 7ª, en 1 de julio de 2003. Informe de Comisión: Constitución, sesión 20ª, en 11 de agosto de 2004. Discusión: Sesiones 23ª, en 4 de enero de 2005 (queda pendiente su discusión general); 26ª, en 11 de enero de 2005 y 27ª, en 12 de enero de 2005 (se aplaza su discusión general). El señor LARRAÍN ( Presidente ).- La discusión general de esta iniciativa ya se inició, y hay cuatro inscritos que aún no han intervenido: los Senadores señores Sabag, quien no se halla presente en este momento, Espina, Gazmuri y Cordero. Como el Honorable señor Espina no se encuentra en la Sala, le ofrezco la palabra al Senador señor Gazmuri. El señor GAZMURI.- Señor Presidente , preferiría hablar después, ya que debo ir a buscar una carpeta sobre el proyecto que nos ocupa. El señor LARRAÍN (Presidente).- En ese caso, tiene la palabra el Honorable señor Cordero. El señor CORDERO.- Señor Presidente , concuerdo plenamente con la decisión de la Comisión, que unánimemente ha rechazado la idea de legislar en esta materia, porque aprobar estas normas sería una burla para las seis mil personas que, con tremendo esfuerzo, se someten a los programas de rehabilitación implementados a través del convenio CONACE-FONASA por su adicción a las drogas. Ante todo, deseo señalar que existen estudios basados en evidencias científicas y no en prejuicios, como se ha pretendido presentar en este caso, que demuestran que la marihuana genera daños a la salud, que posee un componente adictivo y que tiene, además, sustancias tóxicas. El principal ingrediente de la marihuana es el THC. Y se descubrió que las membranas de ciertas células nerviosas contenían receptores de proteína que llegaban hasta el THC. Una vez fijo en su lugar, éste desencadena una serie de reacciones celulares que, a la larga, producen el estímulo que sienten los usuarios al fumar marihuana. Los efectos por consumo de marihuana incluyen problemas con la memoria y el aprendizaje; percepción distinta y dificultad para pensar y resolver problemas; pérdida de la coordinación y aumento del ritmo cardiaco; ansiedad y ataques de pánico. Los científicos han descubierto que las sensaciones positivas y negativas experimentadas por un individuo después de fumar marihuana están directamente relacionadas con la genética. Los factores ambientales, tales como la disponibilidad de la marihuana, las expectativas sobre su efecto, la influencia de amistades y contactos sociales, y otros, son diferentes hasta para los gemelos idénticos, de manera que no se puede asegurar con tanta liviandad que la marihuana no produce adicción. 1.- Efectos de la marihuana en el cerebro Los investigadores han descubierto que el THC cambia la manera como la información sensora es procesada por el hipocampo. El hipocampo es un componente del sistema límbico del cerebro, crucial para la memoria del aprendizaje y la integración de experiencias sensoriales con emociones y motivaciones. Las investigaciones han demostrado que las neuronas del sistema de procesamiento de información del hipocampo y la actividad en las fibras nerviosas son reprimidas por el THC. También se ha detectado un deterioro de los patrones de conducta aprendidos, dependientes del hipocampo. Recientes investigaciones indican que el consumo prolongado de la marihuana produce cambios en el cerebro similares a los vistos después del largo uso de otras drogas, de tal manera que lo correcto es darle un tratamiento jurídico similar. 2.- Efectos en los pulmones La persona que fuma marihuana frecuentemente puede tener los mismos problemas respiratorios que los fumadores de tabaco. Es decir, presenta tos y flemas a diario, síntomas de bronquitis crónica y, con mayor frecuencia, de catarros. El uso continuo de la marihuana puede llevar al funcionamiento anormal del tejido pulmonar debido a su destrucción o trauma. 3.- Efectos en la frecuencia cardiaca y la tensión arterial Resultados recientes indican que la práctica de fumar marihuana e inyectarse cocaína al mismo tiempo causa un marcado aumento en la frecuencia cardiaca y en la tensión arterial. En un estudio realizado con marihuana sola, cocaína sola y, luego, con una combinación de ambas drogas en consumidores frecuentes, resultó que cada una de ellas produjo efectos cardiovasculares, y al combinarlas éstos se intensificaron y duraron más tiempo. La frecuencia cardiaca de los sujetos sometidos a dicho análisis aumentó en 29 latidos por minuto al consumir marihuana sola y en 32 latidos por minuto con cocaína sola. Al administrarlas juntas la frecuencia cardiaca se incrementó en 49 latidos por minuto, y ese aumento persistió por más tiempo. Las drogas se administraron a esos individuos mientras estaban en reposo. En condiciones normales, la persona puede fumar marihuana e inyectarse cocaína y luego hacer algo que le provoque estrés físico, lo cual puede elevar mucho el riesgo de sobrecarga del sistema cardiovascular y causarle la muerte. Efectos del uso frecuente de la marihuana en el aprendizaje y la conducta social Una investigación sobre estudiantes universitarios mostró que ciertas habilidades críticas relacionadas con la atención, la memoria y el aprendizaje están alteradas en aquellas personas que consumen marihuana con frecuencia, aun después de no consumirla durante 24 horas. Los investigadores combinaron a 65 consumidores frecuentes, quienes habían fumado marihuana con una frecuencia de 29 veces en los 30 días, con 64 consumidores menos frecuentes, que la habían consumido con una frecuencia media en los últimos 30 días. Después de una abstinencia de 24 horas, estrictamente controlada, tanto de marihuana como de otras drogas ilícitas y de alcohol, los estudiantes recibieron pruebas estandarizadas para medir aspectos de la atención, memoria y aprendizaje. Comparados con los consumidores poco frecuentes de marihuana, los frecuentes cometieron más errores y tuvieron mayor dificultad para prestar atención o para cambiarla, en respuesta a las demandas del ambiente, así como para registrar y procesar la información. Los resultados sugieren que la mayor barrera a que se enfrentan los consumidores frecuentes está probablemente asociada a una alteración de la actividad cerebral producida por la marihuana. Estudios longitudinales acerca del consumo de ese psicotrópico por parte de jóvenes por debajo de la media universitaria indican que, con relación a los no consumidores, los consumidores tienen menor rendimiento; presentan en más alta medida comportamientos anormales, delincuenciales y agresivos; exhiben mayor rebeldía, y tienen relaciones más dificultosas con sus padres y mayor asociación con amigos delincuentes que consumen drogas. Las investigaciones también muestran mayor propensión al enojo y al comportamiento regresivo (episodios de rabietas, por ejemplo) en hijos de padres que consumen marihuana que en los de no consumidores. Efectos en el embarazo Cualquier sustancia de la que se abuse puede afectar la salud de la madre durante el embarazo, período en el que debe cuidarse con especial atención. El exceso puede alterar la nutrición y el descanso adecuados, y, por ende, afectar el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Algunos estudios han revelado que los bebés de madres que consumieron marihuana durante el embarazo tienden a ser más pequeños que los de aquellas que no lo hicieron. Las guaguas de menor tamaño tienden a presentar problemas de salud. La madre que lacta y consume marihuana pasa parte del THC a la criatura a través de su leche. Investigaciones han revelado que el consumo de marihuana por la madre durante el primer mes de lactancia puede impedir el desarrollo motor (control del movimiento de los músculos) del bebé. Potencial adictivo de la marihuana Una droga es adictiva cuando causa un deseo de búsqueda y consumo compulsivo e incontrolado, a pesar de los efectos sociales adversos y sobre la salud del consumidor. La marihuana cumple esta condición. Anualmente, más de 120 mil personas buscan tratamiento para su adicción primaria a ella. Además, pruebas practicadas en animales indican que esa sustancia psicotrópica puede causar dependencia física, y algunas personas han declarado síntomas asociados a la abstinencia. Como podemos ver, mucha razón tiene la Secretaria Ejecutiva del Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (CONACE) cuando afirma en el seno de la Comisión que la marihuana no es inocua. Reviste importancia dejarlo claramente establecido, ya que el proyecto en análisis se orienta hacia una especie de "consumo natural" de dicha sustancia, invocándose incluso antecedentes históricos, como el hecho de que su consumo es de antigua data. Si la marihuana es buena o no para curar algunas dolencias, carece de toda relevancia. También el arsénico, que es un veneno letal, tiene, en pequeñas dosis, efectos terapéuticos. Lo mismo ocurre con la quinina, que también es un veneno, no obstante lo cual se utiliza en medicina. Para aliviar el dolor, se usa clínicamente la morfina; pero ello no autoriza para decir que su consumo debe permitirse libre e indiscriminadamente. El peligro de la marihuana es precisamente ése: que se presenta a los jóvenes como algo que se toma y se deja en forma voluntaria, sin consecuencias. El problema radica en que inserta al individuo en los patrones conductuales y sociales propios del consumo de drogas, que es una inducción gradual al encuentro con otras sustancias mucho más peligrosas, más adictivas y que constituyen una lacra social que destruye año tras año la vida de muchas personas y quebranta a numerosas familias. Considero que la iniciativa en estudio resulta perjudicial para los enormes esfuerzos que se han hecho a todo nivel a los efectos de mantener a raya el avance de la drogadicción en nuestro país. No se trata de una autorización para consumo personal. La tendencia de nuestra legislación, en sus manifestaciones recientes, ha sido precisamente a adecuar las normas legales para evitar que, por la vía del microtráfico, quienes se dedican a este flagelo logren la impunidad. Pienso que la Comisión está en la senda correcta al dejar de lado la idea de legalizar la producción de estas sustancias, que no merece el menor apoyo, por el daño que ellas encierran para nuestros jóvenes y porque nada impedirá que, de aprobarse las normas propuestas, lo único que se consiga sea incorporar a nuestro país entre los productores de la droga en comento y dar al narcotráfico la posibilidad de comercializar producción propia. Votaré en contra del proyecto, señor Presidente. El señor LARRAÍN (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Gazmuri. El señor GAZMURI.- Señor Presidente , es indudable que la iniciativa presentada por el Honorable señor Ávila ha tenido el mérito, como lo hemos visto en las dos sesiones en que se ha tratado, de provocar en el Senado un debate interesante y útil -creo yo- respecto del gran problema de la drogadicción en el país. Por cierto, también es un problema contemporáneo de carácter mundial. Sólo quiero, antes de referirme a la iniciativa específica, decir que no pongo en discusión la gravedad que reviste la adicción a drogas ilícitas, ni tampoco que, por el mismo hecho de que su producción y comercialización sean ilegales, se genera una industria de ellas. Por tanto, aquí no se trata únicamente del efecto en las personas, sino además de la existencia de una industria internacional del crimen que tiene gran capacidad para erosionar policías, estados, poblaciones, etcétera. Es una realidad muy difícil de enfrentar, porque mientras haya demanda como la existente -se ha dicho aquí también- se genera una oferta. Cualquier política para hacer frente a dicha realidad debe ser múltiple, y en ella, evidentemente la prevención constituye un elemento central. Aquello está probado, toda vez que la recuperación de drogadictos es un proceso muy difícil y costoso, de resultados bastante dudosos, que tiene que ver con aspectos más generales, culturales, de nuestra sociedad: falta de sentido de la vida, ausencia de comunidades más activas, crisis de la familia, exclusión social; es decir, un conjunto de causas muy profundas que llevan a las personas -jóvenes y no tan jóvenes- al consumo de drogas. Por lo mismo, aquí toda visión reductivista está condenada necesariamente al fracaso. Además, hay una contradicción insuperable desde el punto de vista jurídico, ya que, mientras el consumo privado no está prohibido y, por ende, es una actividad que, por lo menos en Chile, queda como lícita y entregada al ejercicio de la libertad de las personas, la satisfacción de él -o sea, la producción y distribución- está penada. Y ello provoca una contradicción insoluble, que hasta hoy día no tiene solución. Las experiencias de legalización y control del consumo, que teóricamente serían razonables, en la práctica también muestran en los países del mundo donde se han aplicado resultados bastante dudosos. Ello, salvo que hubiera políticas a nivel global, que todavía no existen. Por eso, éste es un tema que requiere y requerirá un debate permanente. Mi impresión es la de que en Chile, según la última información, por lo menos se ha contenido el aumento del consumo. Tengo buena opinión acerca de las políticas públicas y privadas y de lo que están haciendo muchas organizaciones de la sociedad civil que trabajan muy activamente en este plano. Hay que fortalecer eso, y sobre todo las políticas de prevención, como asimismo el ataque más a fondo de las causas sociales de la adicción. Sin embargo, quiero plantear en este debate que, a mi juicio, la dificultad más grave que Chile tiene en materia de adicción queda oscurecida por la focalización sólo en los efectos perniciosos de la dependencia de drogas ilícitas. Desde ese punto de vista, el problema mayor que afecta a nuestro país en términos cuantitativos; el que crea más daño a las personas y a la familia; el que más perjudica a la economía nacional, es el alcoholismo. Respecto del alcoholismo y de sus graves efectos en la sociedad chilena no hay ningún debate comparativo como el que existe acerca de la droga; no hay ninguna preocupación sustantiva de la autoridad pública. Y, por la vía de la adicción al alcohol, se está infligiendo un daño tremendo a grandes sectores de nuestra población. Señor Presidente , quiero demostrar la magnitud de este problema, el cual está oscurecido en el debate público. Porque toda la discusión, toda la focalización, gran parte de las políticas públicas, están orientadas sólo a la adicción a las drogas ilícitas. En cuanto al alcoholismo no hay la misma preocupación pública, ni inquietud de la opinión ciudadana, ni políticas consistentes. Es claro que las adicciones forman un cuadro de integración entre ellas: intervienen los mismos sujetos, se pasa de una a otra, etcétera. Prevalencia del consumo de alcohol en el último mes, a nivel nacional: 59,12 por ciento de la población. No digo que se trate en su totalidad de adictos, pero el antecedente indica cuál es el universo potencial de la adicción. Prevalencia del consumo de marihuana: 2,85 por ciento. Tampoco implica adicción. Puede que alguien fume un pito mensual y quede comprendido en esa cifra. Constituye un consumidor esporádico. Ello también se presenta en el caso del alcohol. En definitiva, 59,12 por ciento contra 2,85 por ciento. Igualmente a nivel nacional: pasta base, 0,21 por ciento; cocaína, 0,66 por ciento; drogas de uso médico sin receta, 1,63 por ciento; alcoholismo, 59,12 por ciento. El tabaquismo es la segunda adicción fuerte, y asimismo provoca, quizás, daños muy severos -seguramente, menos que el alcoholismo, según estudios médicos-: 42,86 por ciento. El consumo habitual de alcohol, además -y, por tanto, ello incluye cuadros de alcoholismo-, está conformando una costumbre que se inicia a edades cada vez más tempranas. Cifras nacionales: la prevalencia mensual es de 35 por ciento entre 12 y 18 años. O sea, ese porcentaje de los adolescentes lo consume de manera usual. En las encuestas en las escuelas -esto es, tanto en liceos públicos como en colegios privados- se observa lo mismo. La prevalencia del alcohol en cuarto año medio supera el 50 por ciento. En el caso de la marihuana, las cifras son del orden de 5, 6, 7 por ciento. En consecuencia, se plantea un tema social de la mayor gravedad. En la situación a que hago referencia no existe una industria del crimen, sino otra completamente lícita, con productores y distribuidores. Por tanto, la cadena es legal. Pero los daños de la adicción son devastadores. En este debate yo sólo quería llamar la atención sobre el asunto. Es decir, como país, estamos enfrentando mal el problema de las adicciones y bien, razonablemente, lo relativo a las drogas ilícitas, ámbito en que por lo menos se registra una contención, según las últimas cifras. Lo anterior no significa que no se deba avanzar, sino que al menos no aumentan los índices de consumo. Debo reiterar que existe una despreocupación pública y política completa respecto del alcoholismo, cuyos índices, en general, sí tienden a incrementarse, tanto en términos absolutos como en cuanto a la edad en que se inicia el consumo, que en muchos casos es ya a los 12 años, e incluso, a veces, antes de los 11. Creo que se necesita una discusión a fondo sobre el particular. Quisiera que las preocupaciones expuestas se transcribiesen a las autoridades tanto del Ministerio del Interior como del Ministerio de Salud. A mi juicio, no podemos tener dos agencias públicas enfrentando las cuestiones de la adicción. Es algo por completo absurdo: cuando pregunto por qué el CONACE, que cuenta con experticia, con buenos profesionales, con programas que han sido exitosos, no se aboca a los aspectos del alcoholismo, la contestación es puramente burocrática. Y los responsables tienen razón al puntualizar: "Nosotros nos preocupamos de las drogas ilícitas. El Ministerio de Salud se preocupa de las adicciones lícitas.". Me parece, sin embargo, que ésa no es una respuesta de política pública de salud, ni de prevención de la adicción, ni de enfrentamiento plural de un asunto de carácter global. El muchacho que consume alcohol en cuarto año medio es el mismo que puede caer en la adicción y empezar a consumir, también, drogas ilícitas. En consecuencia, estimo que una política pública persistente y consistente no resiste dicha separación burocrático-administrativa. Quiero llamar la atención sobre el punto y formular una invitación al respecto a mis Honorables colegas, porque nosotros podemos influir para colocar los grandes temas en el debate nacional. Y considero que uno de ellos se encuentra aquí pendiente. Éste fue un aspecto importante en las políticas públicas en los años sesenta y setenta. Los Gobiernos de los Presidentes Frei Montalva y Allende desarrollaron masivos programas de prevención, de reeducación y de rehabilitación en alcoholismo. Treinta años después, carecemos de ellos y los daños al país por la adicción alcohólica, si bien no se dispone de cifras comparativas, son quizás peores. Finalmente, celebro al Senador señor Ávila por haber provocado la discusión. Empero, votaré en contra de su proyecto. Y explico por qué. En teoría, la iniciativa es impecable, porque su lógica es: "Si no se encuentra penado el consumo privado" -y, efectivamente, no lo está- "y, por tanto, se obliga a los consumidores a vincularse a las redes ilícitas del abastecimiento, permitámosles que lo satisfagan privadamente.". Ése es el argumento, irreprochable en abstracto. Pero, en un contexto social donde existe una industria del crimen, es algo que puede originar una actividad industrial de microproducción. Ésa es la dificultad. Y hoy ya sabemos que la industria de la droga ha desarrollado la microdistribución. No se trata sólo de grandes traficantes, sino que incluso se utiliza a menores de edad como distribuidores, sobre todo para evitar sanciones. Seguramente, se aprovecharía la oportunidad, porque esa industria es bien astuta. El delito ligado a la droga implica alta capacidad de gestión y elevada tecnología. También en el mundo de los negocios se podría estimular una microproducción legal que no se hallaría orientada al autoconsumo, sino a proveer de materia prima a las redes ilegales de producción y distribución, en este caso de marihuana. Y, además, la situación que resolvería el proyecto de ley -como lo decía el otro día el Honorable señor Viera-Gallo - se encuentra relativamente solucionada en la vida social práctica. Porque imagino que la Brigada Antinarcóticos no anda persiguiendo a gente que cultiva dos matas de buena cannabis sativa en el fondo de su casa. Pienso que ello no ocurre. O sea, quien siembra para el autoconsumo lo hace sin exponerse a graves penas. Y si llegara a ocurrir, la sanción sería de falta. Entonces, se trata de algo que teóricamente suena bien, porque, efectivamente, constituye una salida para la contradicción entre el hecho de que el consumo es lícito y el de que, para concretarlo, es preciso vincularse a una red proveedora ilícita. Es decir, en un plano abstracto, el texto se halla bien pensado. Pero en la práctica, a mi juicio, generaría o podría abrir un nuevo espacio para el desarrollo de la industria del crimen en materia de droga. Por tales razones, y no por otras, votaré en contra. El señor LARRAÍN (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Espina. El señor ESPINA.- Señor Presidente , según se ha expresado, la iniciativa que nos ocupa importa sostener básicamente que, como el consumo individual no estaría sancionado en la legislación -y digo "estaría"-, sería preferible que la persona, en vez de encontrarse en la necesidad de recurrir a las redes del narcotráfico, pudiera plantar marihuana en su casa; de esa manera se evitaría el "contagio" entre las bandas de traficantes y el consumidor individual. No comparto, por las razones que señalaré, la lógica del proyecto. Pero debo consignar que no es verdad que el texto busque la legalización de ese comercio, sino que simplemente ha sido la aplicación lógica de una situación que se da como existente en el país. Ahora bien, no es cierto que en Chile el consumo individual carece de sanción. Ése es un error en que se incurre habitualmente. Dicho consumo tiene lugar en tres situaciones distintas; dos de ellas están sancionadas, y sólo una, no, por las razones que expondré. Hago la prevención, además, de que la pena para el consumo de drogas no es de cárcel, porque se estima que quien las consume requiere políticas que le permitan rehabilitarse y salir de su adicción por el daño físico que provocan. En definitiva, las penas de cárcel no pueden aplicarse a los que incurren en conductas que dañan su propia salud. Por lo tanto, la circunstancia de que el consumo individual no se sancione con prisión obedece a una cuestión de política penal pública. Cuando una persona comete un daño contra su salud, es absurdo suponer que hay que encarcelarla. Y deben aplicarse medidas que posibiliten su alejamiento de una conducta que perjudica su salud. No es verdad que el consumo individual no esté prohibido en Chile. Desde luego, si éste se produce en un lugar público, la ley lo sanciona. Si una persona consume marihuana, pasta base o cocaína en una plaza, por ejemplo, se hace merecedor de una multa y está obligada a someterse a programas de rehabilitación. En segundo lugar, cuando el consumo individual privado se realiza en una casa, la ley también lo penaliza si se actúa concertadamente. Sólo en una hipótesis la legislación chilena no castiga el consumo individual: cuando no es concertado y se hace solo, por decirlo de alguna manera. ¿Y por qué? Porque se ponen en juego dos garantías constitucionales: una relativa al deber del Estado de proteger la salud de la población; y la otra, referente a la vida privada. La lógica seguida por el legislador es que cuando hay consumo individual y además privado se considera de mayor valor legal la vida privada y, por eso, la resguarda. Si no, permanentemente habría allanamientos de casas porque alguien está consumiendo drogas en forma individual. Ésa fue una decisión que tomó el legislador. En síntesis, decir que el consumo individual de drogas en Chile está permitido en toda circunstancia no es verdad. En dos hipótesis se prohíbe y en una tercera se permite, y no es sancionada con cárcel por tratarse de un atentado contra la propia salud. Por lo tanto, en este caso no hay pena de cárcel, pero se fija una multa. La verdad es que siempre se debiera someter a la persona adicta a procesos de rehabilitación para que deje el consumo de drogas. Señor Presidente , también quiero citar un documento enviado por el Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes a la Comisión de Constitución, firmado por su Secretaria Ejecutiva, doña María Teresa Chadwick , que aborda notablemente bien estas materias y da respuesta a una serie de temas que se han planteado aquí en la Sala. El primero de ellos se refiere a si la marihuana produce daño a la salud. ¿Sí o no? Porque hay quienes sostienen que no. ¿Qué dice el informe que está a disposición de todos los señores Senadores en la Comisión de Constitución? "El cannabis no es una sustancia inocua. En efecto, existen investigaciones médicas en el mundo, que prueban que el uso habitual de cannabis genera complicaciones en la vida y en la salud de las personas. Los efectos se producen a través de la llegada del THC -que es la sustancia activa que contiene el cigarrillo de cannabis- al cerebro donde actúa sobre unos receptores muy específicos que existen en determinadas zonas del cerebro." Y concluye que "En definitiva, el uso del cannabis puede alterar la cognición y la respuesta sicomotora, afectar selectivamente aprendizaje y la memoria tanto de adultos como en hijos de madres consumidoras y puede generar episodios psicóticos agudos. Por otra parte, existen evidencias acerca de los efectos que sobre la motivación (síndrome amotivacional) provoca el uso habitual de esta droga.". Por lo tanto, el argumento de que la marihuana no produce daños a la salud pero sí la pasta base, la cocaína u otras drogas más duras no es verdad, como lo desmiente el informe oficial enviado por el CONACE a la Comisión. También se argumenta que la marihuana no produce adicción porque puede consumirse por el resto de la vida sin padecerla, a diferencia de otras drogas. ¿Qué dice el informe oficial del Gobierno? "El 48,1 % de las personas que demandan atención por primera vez en el Programa de Tratamiento y Rehabilitación que CONACE está llevando a cabo en conjunto con el Ministerio de Salud, lo hacen por problemas asociados al consumo de marihuana. En efecto, de un total de 6.081 personas que demandaron tal atención, 2.926 lo hicieron por consumo de tal sustancia." Es decir, los consumidores de marihuana concurren masivamente a los centros de salud para rehabilitarse de la adicción, según lo señala expresamente el CONACE. En tercer lugar, "Según el 5º Estudio Nacional de Consumo de Drogas (2002), el 28% de los consumidores de marihuana caen en la condición de dependientes. Tampoco puede dejar de soslayarse la directa relación entre pobreza y consumo de marihuana." ¿Conduce la marihuana al consumo de otras drogas duras? Se ha dicho que eso es falso y que quien la consume no pasa más allá de ella. ¿Qué dice el informe oficial del CONACE al respecto? "Los estudios llevados a cabo en nuestro país muestran que el consumo de marihuana aumenta considerablemente el riesgo de iniciarse en el consumo de otras drogas ilegales. El 5º Estudio Nacional de Drogas en Población General realizado el año 2002, muestra que entre los que han consumido alguna vez en la vida marihuana y cocaína, el 81 % inició primero el consumo de la marihuana. A nivel internacional existe total consenso científico acerca de que los que han consumido cannabis tienen más posibilidades de consumir otro tipo de drogas. A eso se denomina escalada de consumos." ¿Tiene efectos terapéuticos la marihuana, como algunos sostienen? El informe del CONACE también resuelve esa materia. Dice: "Es importante señalar que lo que se investiga es la eficacia de los productos sintéticos modificados del THC." (Se refiere a la sustancia dañina presente en los cigarrillos de marihuana). "Por tanto es conveniente desterrar la imagen del "pito" terapéutico, pues no corresponde a la realidad de la investigación. Si se llegara a confirmar tal uso de la cannabis ésta debiera transformarse en un fármaco (tabletas) prescrito por médicos y usados por los pacientes para propósitos específicos, en dosis precisas y tiempos establecidos". Por lo tanto, el argumento de que los "pitos" de marihuana tienen un efecto terapéutico también es desmentido por el CONACE. Finalmente, en cuanto a si el consumo de marihuana disminuiría el tráfico, que es el argumento de fondo de la moción en debate, destaca: "Resulta ingenuo y engañoso pensar que la no penalización del cultivo privado del cannabis terminaría con el tráfico. Esto es desconocer el poder de las organizaciones criminales nacionales e internacionales. En efecto, establecer un tratamiento especial para el desarrollo de todas estas conductas típicas, supone un riesgo alto de abrir un espacio al tráfico ilícito de ésta y otras drogas, para micro y grandes traficantes que se aprovecharían de la situación. La permisividad y oferta más o menos indiscriminada hará, por otra parte, que aumente el consumo, alcanzando a sectores de la población que no registran esa costumbre.". "Tampoco se puede descartar que quienes planten cannabis en sus casas puedan empezar a abastecer a su entorno inmediato, abriendo una puerta a la comercialización y al microtráfico. El que cada vez más personas cultiven cannabis para su propio uso o para la venta, alimenta inevitablemente un creciente negocio de semillas, abonos y utensilios. En este sentido, la propuesta no señala ningún tipo de regulación. Cabe, entre otras, formularse las siguientes preguntas: ¿De dónde provendrían las semillas? ¿Quién vendería las semillas? ¿A qué edad se le autoriza a una persona para producir su propia provisión de drogas? ¿Cuál es la cantidad de droga que puede producir y cómo se pide? ¿Cómo se impide que se puedan traficar diferentes tipos de semillas con un mayor grado de concentración de THC?" Todos los antecedentes citados textualmente provienen del informe oficial que el Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes, con la firma de su Secretaria Ejecutiva doña María Teresa Chadwick , y mediante oficio ordinario Nº 2474, de 27 de julio de 2004, hizo llegar a la Comisión de Constitución, conforme al cual, y a mi juicio en forma categórica y contundente, se demuestra que la iniciativa legal en estudio no es conveniente para el país, por las razones señaladas precedentemente. Por los motivos expuestos, voto en contra de la idea de legislar. El señor LARRAÍN ( Presidente ).- Todavía no estamos en votación, pero entiendo que Su Señoría está anunciando cómo va a votar. A continuación, antes de proceder a la votación, tiene la palabra el último inscrito, el Senador señor Moreno. El señor MORENO.- Señor Presidente , como el enunciado del proyecto refleja que éste es un tema de siembra, plantación, cultivo y cosecha, alguien podría haber preguntado por qué no discutirlo también en la Comisión de Agricultura. En otros países este tema ha tenido un impacto respecto de otros elementos que también producen sustancias alucinógenas. Y ha alcanzado una connotación desde el punto de vista de la forma en que se ganan la vida grandes poblaciones, sobre todo las pobres o las indígenas, como las de América Latina o Asia. La iniciativa que tenemos a la vista busca un propósito muy determinado, que es despenalizar la siembra, plantación y cultivo, y obviamente la cosecha, de algunas especies de las que se extraen ciertas sustancias estupefacientes o sicotrópicas para uso personal. La finalidad es clara: es bueno permitir su uso y sacar aquellas sanciones contenidas en la legislación penal que puedan inhibir la posibilidad de cultivo. Hoy en el mundo existe un consenso absolutamente generalizado. A nadie se le ocurriría viajar a ningún país, salvo probablemente a uno o dos, con un paquete de marihuana o de otra droga. No lograría pasar por inmigración, sino que directamente iría detenida. En esta materia hay países cuyas legislaciones son rígidas y rigurosas. Incluso en algunas de ellos, como los del mundo árabe, se lee la advertencia, cuando se revisa el pasaporte y le pasan la tarjeta de desembarco que se debe llenar, que la introducción a su territorio de sustancias de esta naturaleza está penada con la muerte. Está en un recuadro rojo. Por razones profesionales, me ha tocado viajar a muchos de estos lugares y no ha dejado de sorprenderme el rigor de la sanción. En naciones de Asia, donde obviamente ha habido distribución y consumo de estos productos, las penas de cárcel son tan severas que a veces se extienden por toda la vida. ¿A qué ha llevado todo esto? A la ratificación, desde 1966 en adelante, de convenciones mundiales. Hoy casi la totalidad de los países -174- han adherido a acuerdos que prohíben el consumo, la circulación y el ingreso de estas drogas a sus territorios. No creo que, desde el punto de vista del conocimiento científico, se haya descubierto que lo que aparentemente hace mal sea bueno difundirlo mediante la plantación o el comercio. Por lo tanto, lo primero que quiero afirmar es que actualmente, a nivel mundial, ya no sólo en el entorno de América Latina, o en países del área, hay conciencia de que esto produce daño. Y lo que provoca daño está limitado. Podrá haber "ene" libertades individuales, pero obviamente la utilización, el consumo y la difusión de este tipo de sustancias genera realmente un grado de deterioro en la salud, aparte del efecto de otros componentes colaterales que las acompañan. Existen naciones en la región que han visto prácticamente desintegrado su Estado de Derecho debido a quienes se han dedicado en forma masiva a administrar la siembra, plantación y cosecha de especies desde donde se extrae este tipo de drogas . Y hay territorios enormes en los cuales hoy no cabe la posibilidad de que el Estado funcione, porque se han convertido precisamente en abastecedores de aquéllas. Aún más, programas mundiales han querido ayudar -algunos de ellos erróneamente, ya que fueron mal manejados- a la sustitución de estas siembras y cosechas por la implementación de otro tipo de apoyos. El Banco Mundial o determinados bancos internacionales han llegado a ciertos países y han dicho: "Mire, termine con esto, porque en el fondo usted está degradando a su propio pueblo". ¡Degradando a su propio pueblo! Estas son las palabras que se han usado a nivel mundial. Por lo tanto, cuando se presenta una iniciativa cuyo rechazo desde el punto de vista global ha alcanzado este claro consenso, cabe preguntarse: ¿sería bueno para los chilenos ir en contra de lo que está ocurriendo en el resto del mundo respecto de este diagnóstico? Obviamente, no. Ello, porque está absolutamente probado que el consumo de marihuana per se hace daño: disminuye las capacidades intelectual y motriz, genera un grado de dependencia y, como muy bien sostienen los especialistas y los siquiatras, va asesinando paulatinamente las neuronas de quienes la consumen. Reitero: va asesinando, matando, las neuronas. Y hay exámenes, como el famoso "Spect" -Sus Señorías pueden recurrir a los profesionales para conocerlo; es una resonancia magnética súper sofisticada-, que muestran el estado del cerebro y la forma como se va deteriorando por esta adicción. Esto lo saben los siquiatras, los médicos, las personas relacionadas con esta materia. En consecuencia, ¿qué conlleva una autorización como la que se propone? Aquí muy bien se ha dicho, y no sólo por el CONACE -está probado sobre la base de la evidencia proporcionada por otras experiencias-, que los consumidores de drogas más pesadas han partido por la marihuana. Son raros los casos distintos. Incluso, muchos de ellos pierden la vida o arruinan la de sus familias. Y esto hay que decirlo: quien cae en la droga no sólo se destruye a sí mismo, sino también a su familia; daña no sólo a su entorno más cercano, sino a padres, madres, primos, tíos, sobrinos. Arrastra al núcleo familiar, el que busca cómo rescatarlo a través de algún programa de rehabilitación. Por lo tanto, creo que desde ese punto de vista hay absoluta claridad para no autorizar un cultivo, siembra o cosecha de esta naturaleza. Se han expuesto algunos argumentos que vale la pena recoger. Así, se plantea que "el sentido común indica que si no está prohibido hacer tal cosa a nivel privado, esa cosa no es mala". Es el caso, precisamente, del consumo privado de estas drogas. Algunos señores Senadores que me han antecedido en el uso de la palabra hicieron referencia a esto. Cuando discutimos el proyecto de ley relativo a sanciones para el microtráfico, ese tema fue debatido en la Comisión de Constitución. Algunos éramos partidarios de fijar condiciones en las cuales se dijese que el consumo de determinadas sustancias no era positivo. ¿Cuál fue el argumento que nos convenció para cambiar de opinión? El de la rehabilitación. Se sostuvo que, si ello se hubiera penalizado, el médico que trata a un consumidor en rehabilitación se convertiría en cómplice. Por consiguiente, su rescate no habría sido posible al establecer una penalidad. Ésa fue una de las razones más poderosas para convencernos y no el respeto a la privacidad. Cito otro ejemplo. Respecto del cigarrillo y del tabaco, existe libertad para fumarlos. Pero, ¿quién se atrevería hoy a ir a otros países y fumar libremente, incluso en la calle? A partir de la semana pasada, Italia prohibió el consumo de cigarrillos o elementos derivados del tabaco en cualquier lugar público. Quienes hemos tenido la oportunidad de conocer a los italianos, sabemos de dos cosas inherentes a ellos: el café y el cigarrillo. Y se trata de un tabaco especial, que no es el que normalmente nosotros conocemos aquí como cigarrillo. El señor RUIZ (don José ).- El toscano. El señor MORENO.- Exactamente, el toscano. ¿Por qué lo han erradicado? Porque han llegado al convencimiento científico de que estaba destruyendo a su juventud, que comenzaba por ese consumo y terminaba como nos tocó presenciar en algunos lugares que visitamos con mis hijos, cuando eran jóvenes. Uno de los recuerdos más amargos que tenemos es el de un día en que fuimos a la tumba de Dante, donde vimos, en el parque en que ese hombre tan insigne e ilustre fue sepultado, a grupos de muchachos, con cucharillas y encendedores, preparando heroína e inyectándosela, y botando ahí mismo las jeringas. Los italianos llegaron a ese convencimiento. Y en los aeropuertos americanos, si alguien desea fumar un cigarrillo es encerrado en una sala insalubre, de cuatro metros por cuatro, y le dicen: "Fume ahí. Si lo hace en cualquier otra parte del aeropuerto será detenido por la policía". ¿Por qué sucede eso? ¿Por la rigidez de una sociedad puritana? ¡No! Sociedad más libre que la de Estados Unidos, en muchas cosas, es imposible encontrar. Entonces, ¿por qué lo hacen? Porque han llegado al convencimiento de que la enfermedad derivada de ese consumo va agotando a su propia gente. Comparto lo señalado por el Senador señor Gazmuri . Siempre me ha llamado la atención -deseo manifestarlo en la Sala-, que cuando se habla del CONACE se habla de la droga y no del alcohol, que es el paso anterior al consumo de estupefacientes. Porque está probado, de acuerdo con quienes trabajan en estas materias, que la adicción al alcohol es prácticamente un elemento que acompaña al consumo de drogas. Sin embargo, en la institucionalidad chilena hoy contamos con sociedades para rehabilitación de alcohólicos, pero no con programas del Gobierno que se ocupen del problema del alcoholismo, para conservar la salud y evitar el consumo de drogas. Por eso, pienso que el proyecto no tiene destino. Y no lo tiene porque, desde el punto de vista nacional, hay conciencia de que la marihuana es dañina. Por ejemplo, he leído que en estos días se está jugando uno de los mejores campeonatos de tenis del mundo y que una de las participantes fue acusada de haber consumido algún producto derivado de la sustancia en comento. Y el gran alegato suscitado es si se la inhabilita o no para seguir compitiendo a nivel mundial. Asimismo, un jugador tan brillante como Maradona, a quien admiramos y sufrimos por lo que le ha ocurrido, ¿por dónde empezó? Por la marihuana -según sus propias declaraciones-, y ha destruido su talento, su vida y su familia. Obviamente, lo anterior nos lleva a señalar que lo que es malo, es malo. Por lo tanto, no podemos propender a través de ninguna medida, directa o indirecta, a que lo nocivo se convierta en permisivo. Ahí está la lógica de lo que estoy planteando. Señor Presidente , voy a votar en contra del proyecto, porque estoy convencido de que no le hace bien a la salud del país; no le hace bien a nuestra gente joven; no le hace bien a la imagen que tenemos en el mundo. Además, de acuerdo con las estadísticas que nos entrega el CONACE y con otros estudios, el consumo de marihuana está disminuyendo, aunque lentamente, entre nuestra juventud. Si ya estamos erradicando algo pernicioso, ¿para qué posibilitar que se revierta la situación? He dicho. El señor LARRAÍN (Presidente).- Queda cerrado el debate. Corresponde pronunciarse en general sobre la iniciativa. Los Honorables señores Ávila y Ruiz-Esquide han pedido fundamentar su voto antes de votar. El señor RUIZ-ESQUIDE .- ¿Por qué no hacemos votación nominal, señor Presidente? El señor MORENO .- Sí. El señor LARRAÍN (Presidente).- Hago presente a la Sala que todavía hemos de pronunciarnos sobre el proyecto de acuerdo que figura en el Tiempo de Votaciones y que debe ser despachado. Solicito a los señores Senadores que no se retiren, para evitar que suceda lo mismo que ayer y que la semana anterior, oportunidades en que no se pudo despachar por falta de quórum. El señor PROKURICA .- Entonces, hagamos votación electrónica. El señor LARRAÍN ( Presidente ).- Se ha solicitado votación nominal. No puedo negarme a aceptar esa petición. Y en ella podrán fundar su pronunciamiento quienes lo deseen. En votación nominal la idea de legislar. --(Durante la votación). El señor NARANJO.- Señor Presidente , si algún mérito tiene la iniciativa, es el de que su autor, el Senador señor Ávila , ha sido muy audaz. Incluso, yo diría que nos quiso provocar un poco, o tal vez quiso llegar más lejos: a tratar de sincerarnos, en el sentido de que alguien contara su experiencia personal de haber sido consumidor de marihuana y, por consiguiente, manifestara si ello es dañino o no. Considerando el mérito que puede tener su audacia de colocar en discusión un tema que en otras circunstancias podría estar vetado en el Parlamento, deseo señalar mi posición absolutamente contraria a legislar sobre la materia. Y es contraria, porque los estudios efectuados son más que elocuentes en cuanto a que ese producto genera daños en las personas y las incita a consumir drogas más duras. Por tanto, aunque respeto el anhelo del señor Senador de plantearnos una iniciativa como ésta, me parece completamente equivocada y errónea. Voto que no. El señor ORPIS.- Señor Presidente , aun cuando participé en la discusión del proyecto, quiero entregar tres o cuatro elementos adicionales. Estoy convencido de que, en general, la marihuana es la droga del engaño, porque se la ha presentado como una sustancia inocua, natural, de origen vegetal, que no produce dependencia física y que eventualmente podría ser útil para el tratamiento médico de algunas patologías. Ésa es la presentación pública que muchas veces se hace de la marihuana. La consumen 150 millones de personas en el mundo y tiene, además, un efecto muy atractivo porque produce sedación. El drama es que se comienza a consumir entre los 14 y los 15 años. Sin embargo, ocurre exactamente lo contrario. No es inocua: produce dependencia y adicción física y síquica. El tetrahidrocannabinol -principio activo de la droga- se fija a estructuras químicas específicas de la membrana neuronal, llamadas receptoras de la marihuana, en el cerebro. En segundo lugar, la marihuana provoca la misma patología que el cigarrillo en el aparato respiratorio, pero mucho más fuerte, especialmente la tendencia a infecciones, bronquitis crónicas, enfisema pulmonar, aumento de la posibilidad de generar cánceres en la cabeza y en el cuello, y probablemente en el pulmón. Tiene efectos adversos en el sistema inmune; reduce la funcionalidad de los espermios hasta en un 40 por ciento. Es decir, afecta toda la parte genética. En tercer término, produce déficit cognitivo, sobre todo a nivel de la memoria, la tensión y la capacidad de aprendizaje. Esto significa menor rendimiento laboral y escolar, lo cual se halla comprobado por distintos estudios nacionales e internacionales. En cuarto lugar, existe asociación entre los trastornos emocionales y conductuales de la adolescencia y el consumo de marihuana. Se asocia a la depresión, a la psicosis y a los trastornos conductuales. En quinto término, hay evidencia epidemiológica de que fumar marihuana facilita entrar en contacto con otras drogas. Y deseo referirme especialmente al estudio realizado por el Departamento de Salud Pública John Hopkins, publicado en 2002. Según dicho estudio, los jóvenes consumidores de marihuana a quienes se les ofrece probar otras drogas, tienen 15 veces más posibilidades de iniciar el consumo de cocaína, y 12 veces más, el de alucinógenos, que los muchachos que no utilizan esa especie vegetal. Por último, señor Presidente , la marihuana posee propiedades farmacológicas que eventualmente podrían tener uso terapéutico como analgésico, inhibidor de náuseas asociadas a las quimioterapias, estimulante del apetito en enfermos de sida y cáncer, en trastornos neurológicos y en el tratamiento del glaucoma. Sin embargo -y esto es lo que quiero destacar-, aun cuando se demostrara la eficacia terapéutica de los cannabinoides, ello no significa que sea adecuado fumar marihuana en esas condiciones, ya que los riesgos médicos son considerables. Por eso no se utiliza. De hecho, la ciencia médica ha desarrollado moléculas específicas, como el dronabinol, para las molestias derivadas de la quimioterapia. Por estas razones, voto que no. El señor RUIZ-ESQUIDE .- Señor Presidente , a riesgo de prolongar la votación, permítame plantear tres o cuatro observaciones. La primera de ellas es que todas las drogas, desde el tabaco y, eventualmente, el vino -aunque algunos pueden estimar excesivo considerarlo como tal-, de alguna manera tienen como telón de fondo la incapacidad del ser humano para resolver sus problemas internos y alcanzar una felicidad mínima para vivir. Todas las drogas, desde las más blandas hasta las más duras, son puro escapismo. Hay que hacer una distinción muy clásica, que de repente se pierde en la discusión. Una cosa es el consumidor, y otra, el traficante. Este último es un delincuente. El que padece una adicción, sobre todo a las drogas más duras, es un hombre infeliz que no está tranquilo consigo mismo; por eso, fuma o se droga. Si no se entiende tal diferencia, nos quedaremos únicamente con el resultado final que aquí se ha señalado, pues creo que todos estamos de acuerdo con la mayoría de las consideraciones que se han hecho. Cuando uno hace un planteamiento acerca de cómo resolver el problema de la drogadicción, debe tomar en cuenta tres elementos: uno, cómo mitigar los efectos de una sociedad culturalmente agresiva, que genera en el ser humano una tremenda sensación de estrés; dos, cómo solucionar el tráfico, que es lo más grave; y tres, cómo lograr la rehabilitación. Si nos limitamos al tráfico o sólo a la rehabilitación, dejando de lado la prevención, vamos a perder la lucha contra este flagelo. La prueba de ello es el aumento creciente de antidepresivos y otras sustancias, que fácilmente terminan conduciendo a la utilización de cocaína y otras drogas de ese tipo. De ahí que, para enfrentar el problema, me parece necesario examinar el punto de vista que estoy planteando, el cual no siempre se analiza. En mi opinión, eso es lo que nos lleva a perder buena parte de la pelea contra la droga. Mi segunda observación apunta a la vieja polémica en cuanto a si la marihuana es dañina o no, y a si puede ser usada o no, incluso en tratamientos psiquiátricos. Esa discusión quedó zanjada hace ya mucho tiempo. Veinte años atrás, y hasta hace una década, gran parte de los especialistas sostenía que no era tan nociva como para evitarla. Durante el curso del presente debate formulé dos o tres consultas acerca del punto a algunos colegas y no existe unanimidad en eso. Sin embargo, la inmensa mayoría piensa que no es por ahí por donde debe enfocarse el tema. La solución va, esencialmente, por el lado de la prevención, que es una tarea de gran envergadura y que, en definitiva, implica cambiar una sociedad en la que nadie se siente conforme, por los antivalores que imperan en ella. Y una última observación, señor Presidente . Yo tomo muy en serio las palabras que se han expresado aquí respecto al tabaco. Hoy, el tabaco es tan dañino como la marihuana, no por lo que significa en sí mismo, sino por las drogas que se están añadiendo a los cigarrillos para lograr mayor adicción, especialmente en los niños. Aprovechando la oportunidad, quiero pedir al señor Presidente que haga llegar un oficio al Gobierno, en mi nombre, para que de una vez por todas nos haga llegar las modificaciones a la Ley del Tabaco, las cuales ya fueron elaboradas en el Ministerio de Salud y cuyo envío al Parlamento sigue pendiente por razones no precisadas. Ojalá en alguna otra ocasión pudiéramos discutir con mayor profundidad este tema, en particular en lo relativo al primer punto que toqué. De acuerdo con lo señalado, el 20 por ciento de la población, esto es, una de cada cinco personas -y, si somos representativos del país, cuatro a siete Senadores-, padece depresión, que es lo que a la larga lleva a algunos a optar por la marihuana o por otras drogas. Con todo, estimo que el proyecto es francamente inconveniente. Por eso, y por las razones anotadas, después de dar muchas vueltas al asunto, porque mi afán no es ser rudo en exceso para tratar una materia que es bastante más profunda, voy votar en contra de la iniciativa, que, además, frente al hecho de agregar una red limpia o una red sucia, puede significar una potenciación de la segunda. Voto que no. El señor LARRAÍN ( Presidente ).- Se enviará el oficio solicitado por Su Señoría. Continúa la votación. El señor ÁVILA.- Señor Presidente , todo iba bien en la relación del ser humano con las drogas hasta que a un desubicado se le ocurrió prohibirlas. Ahí nacieron las mafias, los carteles criminales, la represión y un conjunto de lacras que son el fruto de estas políticas. Hace un momento, el Senador señor Moreno pintaba con tono dramático el panorama de la represión en el mundo. Pero yo debo decirle que también hay, de manera global, una respuesta a las políticas planetarias que están mostrando un fracaso absoluto. El consumo no se detiene, y sí aumenta enormemente el crimen organizado. Lo que a mí me complica en este tema es la grave contradicción que se presenta entre la inspiración de las políticas prohibicionistas y el efecto práctico que consiguen en su aplicación. Todos dicen estar por proteger la salud de la población y en especial la de los jóvenes. Pues, yo les digo que en este momento ninguna persona que desee consumir cualquier sustancia sicotrópica, particularmente marihuana, encontrará dificultades para lograr su propósito en un mercado que funciona en todas las esquinas de Santiago, en lugares muy específicos, los que, por cierto, quedan completamente al margen del control de las diversas policías. La dificultad estriba en que el producto al cual se accede es altamente tóxico por estar mezclado con elementos de todo tipo, hasta los más insólitos. Además, todo esto genera otro efecto, en especial en las poblaciones más pobres: el riesgo social. Allí se enseñorean las mafias criminales que lucran a través de este negocio ilícito. Todos los días presenciamos cómo gente inocente cae abatida en las disputas de estos grupos, ya sea por territorios o por mercados. En consecuencia, no se consigue preservar la salud de la población ni tampoco se garantiza la seguridad de las personas. Es un fracaso total el de una política que se mantiene sobre la base de los grandes prejuicios que todavía subsisten en nuestra sociedad. Yo, por cierto, no me hacía ilusión alguna acerca del éxito que pudiera tener el proyecto en la votación del Senado. Pero me alegro de que, al menos, se haya iniciado un análisis de una materia que convivirá con nosotros, como inquietud, por largo tiempo. Y estoy seguro de que más adelante, a partir de las evidencias empíricas que estas políticas irán registrando, podremos volver sobre ella; pero ya con una mentalidad distinta y, ojalá, asumiendo una realidad que no es posible mantener en la forma como la tenemos hoy. Voto que sí. El señor BOMBAL.- Señor Presidente , cuando uno aprecia la dramática realidad en que se encuentran inmersas aquellas personas que han vivido la experiencia de la droga, y consulta cómo se iniciaron en el vicio, comprueba que la precursora es precisamente la marihuana. Lo que algún día fue una diversión, una curiosidad, un acto de audacia o simplemente una monería, termina siendo la antesala de dramas familiares incalculables. No hay un caso en que se pueda decir, con simpleza, que no estuvo presente ahí el factor marihuana como elemento inductor. Entonces, la cuestión no consiste en legalizarla o no legalizarla. El punto no está allí, sino en que, en sí misma, es una sustancia causante de un daño tremendo y, las más de las veces, irreparable. En el Senado tenemos personas muy especializadas en la materia y que han vivido intensamente tal realidad, como el Honorable señor Orpis . Su Señoría podrá dar múltiples testimonios -también los conocemos nosotros, porque los hemos vivido junto a él-, en los cuales, la mayoría de las veces, la tragedia de quien queda sujeto al flagelo de la dependencia es casi irreversible. En consecuencia, el punto es que la droga, en sí misma, causa un daño tremendo. Repito que el asunto no es si se legaliza o no se legaliza o si se reprime o no se reprime. Ojalá en el Estado hubiese políticas preventivas para evitar -más allá de autorizar por ley su cultivo- que las personas entren a este tipo de consumo. Y coincido perfectamente con el Honorable señor Ávila en cuanto a que falta muchísimo por hacer en nuestra sociedad. De hecho, llama profundamente la atención que el proyecto de ley que se ha sugerido al Ejecutivo, y que el Senador que habla suscribe, sobre una política preventiva a través del Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes, no sea una realidad, pues falta voluntad política para encarar decididamente la materia. El CONACE hoy día no tiene una estructura jurídica que le permita, en primer lugar, disponer de un presupuesto como le correspondería, y, en segundo término, contar con un grado de institucionalización que lo habilite para operar a lo largo del país. Y allí está ese proyecto, porque no hay un incentivo real para su despacho. De otro lado, seguimos con disculpas de uno y otro cuerpo policial, en el sentido de que les resultan insuficientes los recursos para el combate del flagelo, o que aquí o que allá, mientras la autoridad hace esfuerzos importantes en tal aspecto. Entonces, se advierte una evidente falta de voluntad política. En esta materia no existen orientaciones públicas. Por eso, los esfuerzos que hoy día realiza el CONACE, con su actual Directora, aunque interesantes, son manifiestamente insuficientes. O sea, no estamos haciendo lo que corresponde. Señor Presidente, al rechazar el proyecto, lo hago principalmente por la experiencia empírica que tengo del drama. Me ha correspondido observar muy de cerca, en distintos lugares de la comunidad que represento, que el elemento inductor ha sido, indefectiblemente, en algún momento, la marihuana, a partir de la cual se inicia el viaje al mundo de las drogas, entre ellas la dura o pesada. En mi opinión, no podemos dar una señal confusa y equívoca, como se podría dar con este proyecto, porque nuestra sociedad no se encuentra preparada para enfrentar los propósitos que con él se persiguen. Y es más, países que han legalizado la droga hoy día están revisando íntegramente sus legislaciones, a fin de establecer elementos que circunscriban a ámbitos muy específicos el uso de determinadas sustancias, porque generan efectos tremendamente nocivos en las sociedades donde tal medida se ha implementado. Señor Presidente , por tener un conocimiento real del drama que viven miles de hogares cuyos hijos están en el mundo de la droga, jamás podría votar a favor de una iniciativa de esta naturaleza. Voto en contra. El señor GAZMURI.- Señor Presidente, voy a votar en contra por las razones que di denantes, que son de orden práctico. Creo que, de aprobarse el proyecto en debate, ocurriría exactamente lo contrario de lo que pretende su autor, por cuanto pacíficos cultivadores actuales de marihuana para consumo personal pueden ser perseguidos como presuntos suministradores de materia prima a los narcotraficantes. Por esa razón, que me parece muy lógica, voto que no. El señor NÚÑEZ.- Señor Presidente , estoy absolutamente convencido de que el mercado no resuelve nada. Y el Senador señor Ávila propone crear algún tipo de mecanismo para que aquél disminuya la oferta de marihuana, acción normalmente asociada con narcotraficantes, los que generan los actos delictuales que todos conocemos. Lo cierto es que tal mecanismo no va a resolver el problema, como tampoco lo hace en otras esferas de la vida social. En consecuencia, tenemos que confiar en las políticas públicas -cada vez más eficientes y eficaces- que sean capaces de enfrentar este drama e ir al centro vital o raíz del aumento creciente del uso de la droga por parte de la juventud chilena. Por esas razones, voto en contra. El señor HOFFMANN ( Secretario ).- ¿Algún otro señor Senador no ha emitido su voto? El señor LARRAÍN ( Presidente ).- Terminada la votación. --Se rechaza el proyecto (25 votos contra 1). Votaron por la negativa los señores Arancibia, Bombal, Canessa, Cantero, Coloma, Cordero, Espina, Fernández, Frei (don Eduardo), García, Gazmuri, Horvath, Larraín, Martínez, Moreno, Naranjo, Núñez, Orpis, Prokurica, Romero, Ruiz (don José), Ruiz-Esquide, Valdés, Vega y Zaldívar (don Andrés). Votó por la afirmativa el señor Ávila. El señor LARRAÍN ( Presidente ).- No obstante el esfuerzo inmenso hecho por el Senador señor Ávila, su proyecto, aun cuando no tuvo un respaldo mayor, ha permitido generar un debate sobre la materia, que agradecemos. "
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