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El señor FOXLEY .-
Señor Presidente , la iniciativa en estudio, después de pasar por la Comisión de Relaciones Exteriores, fue a la de Hacienda, que lo aprobó integralmente en general y en particular, incluida una indicación del Ejecutivo consistente en reponer el artículo segundo transitorio, mediante el cual se permite al Presidente de la República , a través de una facultad delegada -como dijo recién el señor Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores-, dictar normas sobre encasillamiento en determinados servicios y direcciones de la Cancillería.
Pero tal vez el punto central, aquel en que -al menos en la Comisión de Hacienda- hubo una opinión más clara y fuerte, es el vinculado con la creación de determinado número de cargos de profesionales y la readecuación de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (DIRECON).
Es efectivo lo que acaba de manifestar el Senador señor Romero en cuanto a que el Gobierno dio un paso importante -yo lo considero muy positivo- al, finalmente, buscar una metodología para definir lo que aquí se denomina "reforma de fondo del servicio exterior chileno" y llevar a cabo ésta -algo sin precedentes- en conjunto con las Comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y de la Cámara de Diputados. Se trata de un buen paso, y de ahí debe partir el aggiornamiento de un servicio exterior que tiene que enfrentar la situación de un país completamente globalizado.
La razón por la cual la Comisión de Hacienda decidió insistir muy fuertemente en reponer la facultad del Presidente de la República es la de que en el entretanto -justamente es el argumento del Senador señor Romero puesto al revés- hay ciertas cuestiones que tienen enorme urgencia.
La otra tarea va a tomar tiempo; es en extremo compleja; enfrentará intereses distintos. En fin, se trata de una cuestión muy de fondo, con un calendario de por sí, probablemente, bastante prolongado.
En lo principal, tocante a las negociaciones económicas internacionales, observamos la existencia de una estructura que viene de hace veinte a treinta años, cuando lo que debía hacer nuestro país era, básicamente, mantenerse como un socio de ALADI en discusiones comerciales menores.
Posteriormente entramos en las negociaciones del MERCOSUR, que fueron más complejas.
Luego empezamos con la política de los acuerdos bilaterales de tipo comercial con numerosas naciones: primero, en América del Sur; después, en otras partes del mundo.
Nos vimos enfrentados, entonces, a negociaciones simultáneas con la Unión Europea y Estados Unidos, y llegamos más allá del límite de las capacidades técnica y profesional, e incluso, de la energía y creatividad de los negociadores de la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales.
Se trata de un personal altamente calificado, que ha tenido un brillante desempeño, pero que ¡ya no da más!, atendida la multiplicación de las áreas de negociación que debe atender simultáneamente.
Después de firmar acuerdos de aquella índole hay que entrar en la siguiente etapa: la de la implementación. Se requiere capacidad para contestar en forma oportuna ante los conflictos comerciales que plantea el socio. Por ejemplo, con Estados Unidos ya están planteados potencialmente varios; lo mismo va a ocurrir con Europa y, sin duda, en los pasos siguientes que se den.
Sin embargo, lo más importante ahora es que este año viene la etapa de mayor dificultad: el inicio de negociaciones con países de gran complejidad, envergadura y dinamismo, que desconocemos en lo fundamental: China e India. Eso está anunciado, y hay que enfrentarlo de manera simultánea con todas las demás tareas que describí con anterioridad.
Paralelamente, hay una iniciativa para integrar el acuerdo del MERCOSUR con el acuerdo de los países del sector andino; Chile, en algún grado, se halla participando por lo menos como observador. Se están iniciando conversaciones más profundas con Perú y Ecuador . Sabemos que debemos mejorar las relaciones en América del Sur y que los pactos de libre comercio pueden ser un buen instrumento para ello.
¡Y tenemos un cuerpo profesional que esencialmente es el mismo de hace 30 años, con muy pequeñas modificaciones!
Por tanto, es urgente -así lo estima la Comisión de Hacienda- aumentar el número de personas que trabajan en el referido organismo, sin perjuicio de que en una reformulación posterior del servicio exterior chileno se pueda volver a tocar el punto.
Podemos garantizar, sí, que no nos vamos a quedar de más con las veintitantas personas que se puedan contratar. Sin duda, nos quedaremos cortos.
Si comparamos los recursos humanos puestos por Estados Unidos o la Unión Europea con los que tuvo Chile durante la negociación de los tratados pertinentes, veremos que la desproporción era gigantesca. Simplemente, no teníamos preparado suficiente personal calificado.
Creo que es urgente, necesario, imprescindible tomar una decisión ahora, sin perjuicio de que la estructura más de fondo se concrete después, en consenso con las Comisiones de Relaciones Exteriores del Senado y de la Cámara de Diputados, y, por cierto, con la posterior aprobación de las respectivas Salas.
Por lo expuesto, la Comisión de Hacienda aprobó el proyecto en general y en particular, sobre todo la indicación que repone la norma en virtud de la cual se faculta al Presidente de la República para reencasillar y aumentar, en forma bastante modesta y limitada, el número de personas que trabajan en las negociaciones comerciales internacionales del país.
He dicho.
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