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El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
En virtud de lo acordado por los Comités, corresponde tratar el proyecto, iniciado en moción de los Senadores señores Flores, Ruiz-Esquide, Valdés y Viera-Gallo, en primer trámite constitucional, que otorga beneficios a los condenados o procesados por infracciones a las disposiciones penales relativas a la violencia con móviles políticos, con informes de las Comisiones de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, y de Hacienda. La votación se debe efectuar a partir de las 17.
--Los antecedentes sobre el proyecto (3134-07) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley: (moción de los señores Flores, Valdés, Ruiz-Esquide y Viera-Gallo)
En primer trámite, sesión 13ª, en 19 de noviembre de 2002.
Informes de Comisión:
Derechos Humanos, sesión 14ª, en 16 de julio de 2003.
Hacienda, sesión 19ª, en 16 de diciembre de 2003.
Discusión:
Sesiones 16ª, en 3 de diciembre de 2003 (pasa a Comisión de Hacienda); 3ª, en 9 de junio de 2004 (se posterga debate y votación para una próxima sesión).
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
La discusión en general del proyecto se inició en la sesión del día 9 del mes en curso, oportunidad en que se llevó a cabo la relación e hizo uso de la palabra el Senador señor Viera-Gallo.
Cabe recordar que el inciso primero del artículo 1º tiene el carácter de norma de quórum calificado, por lo que requiere, para su aprobación, el voto conforme de 23 señores Senadores. En lo que respecta al indulto general, debe cumplirse con el quórum establecido en el artículo 60, Nº 16, de la Constitución Política, esto es, con los dos tercios de los señores Senadores en ejercicio, lo que en este momento corresponde exactamente a 29 votos.
Por su parte, el inciso primero del artículo 2º tiene el rango de norma orgánica constitucional, por lo que requiere para su aprobación el voto favorable de 25 señores Senadores.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Antes de ofrecer la palabra, pido la autorización del Senado, a solicitud del señor Ministro del Interior , para que ingresen a la Sala el Subsecretario del Interior, don Jorge Correa, y la asesora legislativa del titular de la Cartera, doña Antonia Urrejola.
--Se accede.
El señor VIERA-GALLO .-
Señor Presidente , ¿me permite plantear un problema reglamentario?
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor VIERA-GALLO .-
Solicito que el señor Secretario aclare bien cuántos votos requiere la aprobación de la iniciativa, ya que me pareció escuchar que son 25.
La señora FREI (doña Carmen) .-
¡Son 29!
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
Algunas normas necesitan 23 votos; otras, 25, y las relativas al indulto general, 29.
Como se trata de una discusión general, la aprobación es con la mayoría más alta: 29 votos.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés) .-
Pido la palabra.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
La tiene, Su Señoría.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés) .-
Señor Presidente , de acuerdo con la Ley Orgánica Constitucional del Congreso Nacional, la Mesa está facultada para dividir la votación de materias que, por supuesto, lo permitan.
Por lo tanto, solicito que se analice la posibilidad de votar separadamente.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
En su momento se tendrá presente esa consideración, señor Senador .
Tiene la palabra el Honorable señor Ominami.
El señor OMINAMI.-
Señor Presidente , ¿se puede informar cuáles son los Senadores que se encuentran con permiso constitucional?
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
El señor Secretario proporcionará ese antecedente.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
Según recuerdo, se hallan en esa situación los Honorables señores Cariola , Eduardo Frei , Moreno y Romero.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Junto con dar la bienvenida a las personas que nos acompañan en las tribunas, deseo recordarles que las sesiones del Congreso Nacional, y las del Senado en particular, son transparentes y públicas. Por eso, el recinto se halla abierto a todos los ciudadanos y ciudadanas que deseen seguir las discusiones.
Al mismo tiempo, debo informarles que tenemos una reglamentación muy rigurosa en el sentido de que la invitación es a escuchar el debate, por lo que está estrictamente prohibido todo tipo de manifestaciones, sea a favor o en contra de cualquier intervención. Les solicito ceñirse a esas pautas durante el tratamiento del tema, que sé que provoca tensión e interés.
También debo decirles que, como Presidente del Senado , seré muy estricto en el cumplimiento de mi deber. De modo que si en el curso del análisis de la iniciativa se registran en las tribunas las alteraciones a que he hecho referencia, en el sentido que fueren, me veré obligado a asumir la dolorosa responsabilidad de hacerlas desalojar.
En discusión general el proyecto.
Tiene la palabra el señor Ministro.
El señor INSULZA ( Ministro del Interior ).-
Señor Presidente , este debate nos trae de nuevo el recuerdo de un período complejo y, en general, doloroso de la historia de nuestro país. En este caso, sin embargo, no se está hablando de hechos ocurridos durante el Gobierno militar, sino en meses y años inmediatamente posteriores al advenimiento de la democracia y en el transcurso del denominado "período de transición".
Ha sido muy controvertida la extensión de este último, pero no cabe duda de que el Gobierno del Presidente Patricio Aylwin, en el cual ocurrieron estos hechos, fue propiamente de transición democrática. Existía la vigencia de un Estado de Derecho, pero habría sido muy discutible afirmar -lo señaló el Primer Mandatario hace pocos meses- que todo el mundo rechazaba la violencia política como una forma de resolver los problemas de nuestra democracia.
Nosotros, entonces, concurrimos a este debate en un tono y en una actitud muy distintos de los que imperaban en aquella época, a comienzo de los años 90.
Concurrimos en el mismo espíritu con que el Presidente Lagos habló al país en agosto del año pasado, manifestando nuestra disposición a buscar acuerdos y cerrar heridas.
Concurrimos, también, con el mejor ánimo de encontrar para un conjunto de vidas aún jóvenes, que nacieron a la política durante el período dictatorial, la posibilidad de iniciar un nuevo camino, transcurridos ya muchos años en prisión.
Estamos examinando una situación que afecta, en total, a 61 chilenos y chilenas, 24 de ellos todavía en la Cárcel de Alta Seguridad y en otras prisiones, sin disfrutar de ningún beneficio penitenciario; 13 en libertad condicional, y 24 con beneficios intrapenitenciarios, como reclusión nocturna, salida diurna y salida dominical. Cuatro personas se encuentran hoy, desgraciadamente, en una huelga de hambre bastante prolongada.
Una parte importante del total está condenada en virtud de la Ley Antiterrorista, lo que hace necesario el ejercicio legislativo en que nos encontramos.
Quiero dejar en claro, en primer lugar, que lo planteado a esta Sala es un acto de gracia. La justicia ya se pronunció -más allá de la opinión que eso pueda merecer- de manera plenamente válida frente a estos casos. Por lo tanto, no caben aquí recursos procesales ni judiciales.
Tampoco esto significa apelar ante el Congreso, al que no le corresponde una decisión judicial.
Insisto en que se está pidiendo un acto de gracia, una concesión, respecto de la cual cada uno, de acuerdo con su conciencia, puede decidir libremente que "sí" o que "no", sin culpa o responsabilidad. Todos los señores Senadores -como posteriormente los Diputados, si el proyecto pasa la instancia actual- serán libres para resolver. Nosotros respetaremos la conducta que asumirán y no formularemos comentario alguno al respecto.
Sin embargo, el Gobierno es partidario de la reducción de las penas y de la concesión del indulto general que plantea el proyecto. Tenemos muchas razones en tal sentido. Una ya la señalé: los autores, en general, son hijos de un período particularmente convulsionado y doloroso de la historia del país. Muy pocos de ellos habían llegado a la mayoría de edad en 1973, lo que, en todo caso, se registró muy poco tiempo antes. En consecuencia, son personas iguales a muchas otras, pero, lamentablemente, eligieron un camino distinto.
Sé que la Constitución, en virtud de su artículo 9º, no permite distinguir entre el delito común y el cometido por motivos políticos cuando se trata de actos terroristas; pero en la reflexión política es posible hacerlo. Se trata de actos que fueron motivados políticamente, y nada hace pensar que van a perseverar en esa conducta.
No estamos hablando aquí de delincuentes comunes. Han sufrido muchos años de prisión. Algunos no han cumplido aún con el período mínimo que prevé está iniciativa legal, de diez años, pero muchos sí lo han hecho. Han sido años de muy dura prisión, sometidos a un sistema carcelario especialmente vigilante y rígido.
Por lo tanto, no corresponde hablar aquí de impunidades, como se ha dicho en algunas partes, porque han cumplido una pena bastante dura.
Esto significa, señor Presidente , que el Gobierno estima que se reúnen las condiciones para que el Estado ejerza la gracia conforme a sus facultades. El Presidente de la República no puede hacerlo; no está autorizado para ello en virtud de los artículos 9º, inciso tercero, y 60, número 16), de la Constitución.
Quiero declarar sin embargo que, si el Ejecutivo se viera ante casos similares -con condiciones semejantes de sufrimiento, de dolor, de tiempo de reclusión- y estuviese en sus manos otorgar indultos, los concedería. Los señores Senadores pueden estar seguros de ello.
Apelamos, entonces, a la conciencia de Sus Señorías para que iniciemos realmente un camino de reconciliación, de compasión y de esperanza.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Hay siete Senadores inscritos hasta el momento.
Debo recordar que, por acuerdo unánime de los Comités, la votación se iniciará a las 17. Por tanto, quienes no hayan alcanzado a intervenir para entonces podrán fundamentar su voto por cinco minutos en el mismo orden en que se hayan inscrito.
Tiene la palabra el Honorable señor Naranjo.
El señor NARANJO.-
Señor Presidente , el Senado fue convocado esta tarde a fin de tomar una decisión de enorme trascendencia para todos aquellos que queremos construir un país en paz.
Estamos ante un problema que ha generado sensibilidad en la opinión pública. Muchas personas, principalmente jóvenes, nos han detenido estos días para preguntarnos cuál va a ser nuestra decisión sobre la materia. ¿Por qué razón? Porque resulta demasiado fuerte el que alguien exponga la vida para pedir una nueva oportunidad. Y eso es lo que está ocurriendo: en la cárcel, algunos individuos han puesto en riesgo su integridad física para pedirnos o reclamarnos esa nueva oportunidad.
Hoy tenemos una alta responsabilidad política, que no podemos eludir. Los actores políticos y sus organizaciones deben dar respuesta a los problemas que van surgiendo; y éste es uno de ellos. No podemos volver la espalda a algo que se halla ahí, golpeándonos.
Esas personas -como muy bien lo señaló el señor Ministro del Interior - han sido protagonistas en nuestra historia reciente, con la agravante de que son huérfanos políticos: no son de allá ni de acá. No pertenecen a la Oposición, ni tampoco al Gobierno. Entonces, ¿qué hacer con ellas? ¿Ser indiferentes o asumir su problemática en defensa de los intereses superiores de la patria?
Aquí están en juego altos valores que no podemos desconocer, como son la reconciliación y la paz. Y frente a esta última se debe actuar con generosidad, con grandeza, sin odios ni resentimiento. Por eso la Iglesia Católica, una vez más -y muy en especial Monseñor Baeza -, nos ha dado una lección en cuanto a lo que debe hacerse en estas circunstancias.
Hace algunos años, Parlamentarios de todos los partidos políticos con representación en el Congreso fuimos invitados a sellar un acuerdo humanitario a fin de resolver el problema. La respuesta es el proyecto en análisis. Por cierto, tal acuerdo no significa de ninguna manera un signo de debilidad ante la violencia política, sino un acto de grandeza que fortalecerá nuestro sistema democrático.
Permítanme recordar una situación parecida a la que hoy nos ocupa y que el Congreso Nacional resolvió con mucha sabiduría y grandeza: el caso de compatriotas nuestros apresados en Brasil a raíz de un acto de violencia política. Ellos, al igual que los eventuales beneficiados con la iniciativa en discusión, eran huérfanos políticos. Los hicieron actuar y proceder, pero después nadie se responsabilizó de su suerte y quedaron abandonados en ese país. Pero el Parlamento chileno aprobó una legislación especial para dar una solución, teniendo en vista únicamente consideraciones humanitarias. Hoy estamos enfrentados a algo parecido.
Conozco el caso de algunos reclusos desde cuando se construyó la Cárcel de Alta Seguridad. Los visitamos antes de que fueran trasladados a ella. ¿Por qué? Porque ese recinto tenía condiciones tremendamente inhumanas. Con participación de Parlamentarios de todos los sectores, solicitamos que, antes de ser enviados, se creara allí un ambiente más digno. Y así se hizo.
Conocí a esos jóvenes cuando fueron llevados a ese lugar de reclusión. Muchos eran menores de veinte años. En un comienzo tenían mucha rabia y rebeldía. Pero esas personas ya no son las mismas de hace catorce años. Durante el último tiempo he ido a conversar con ellas para saber qué pasaba por sus cabezas, después de lo ocurrido. Su respuesta fue la que me comprometió con el proyecto en debate. ¡Qué grato escucharlos decir con claridad que ahora estaban arrepentidos, que se habían equivocado! ¡Qué grato saber que rehicieron sus familias, pues antes de entrar a la cárcel estaban separados y ahora se encontraban unidos nuevamente, por lo cual se sentían contentos! ¡Qué grato oírlos contar que, al ser condenados, sus hijos tenían entre cinco y diez años de edad, y que se sentían orgullosos de que actualmente estuviesen en la universidad, dedicados en su gran mayoría a estudiar trabajo social, sociología, antropología! Es decir, señor Presidente , estamos frente a personas que hoy en día no tienen nada que ver con el error ni con la equivocación que cometieron.
Por eso, señor Presidente , ahora la Sala debe tomar una decisión importante. ¿Queremos construir una patria para todos? ¿Queremos dar oportunidad incluso a aquellos que se equivocaron? ¿O queremos vivir en un país con pequeños volcanes que de repente van a erupcionar, provocando tensiones y problemas?
Para vivir en paz y tranquilidad, se requiere generosidad. Y a eso llamo hoy día: ¡a actuar con generosidad! Porque, si queremos la paz, ésta requiere ese elemento esencial. Que quede claro, señor Presidente : no tengo duda alguna de que así es.
Ninguno de nuestros Honorables colegas aprueba lo hecho por esas personas. ¡Condenamos de la manera más enérgica los actos en que incurrieron! Pero también muchos de nosotros -espero que una amplia mayoría- deseamos que ellas, hoy en día rehabilitadas, cuando nos piden una nueva oportunidad, sean escuchadas, porque aspiramos a construir una patria para todos, sin exclusiones de ninguna naturaleza.
El derecho a equivocarse es sagrado. Todos nosotros podemos incurrir en desaciertos. Y quizá cuántos de los presentes erramos alguna vez, pero dispusimos de una nueva oportunidad. Tengamos la grandeza suficiente, por el interés superior de la patria, para vivir reconciliados, en un país en paz. Aprobemos el proyecto, porque en este momento histórico aquélla lo requiere.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor Cordero.
El señor CORDERO.-
Señor Presidente , Chile siempre ha otorgado su respaldo a toda clase de mecanismos diseñados para la represión y el castigo de las conductas terroristas. Así, se suscribieron hace algún tiempo el Convenio Internacional para la Represión del Terrorismo y la Convención Interamericana contra la Fabricación y el Tráfico Ilícito de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y otros Materiales.
Si es menester una política decidida y ejemplarizadora en el combate contra la delincuencia común, resulta mucho mayor su necesidad frente al flagelo terrorista.
La razón por la cual en todo el mundo las legislaciones aplican a tales ilícitos las sanciones más severas es precisamente porque el grado de indefensión de las víctimas del terrorismo es en la práctica incontrarrestable. De ello constituye un trágico ejemplo el asesinato de dos rehenes decapitados hace poco con motivo del conflicto de Iraq.
Me parece particularmente grave que en el proyecto en debate no sólo se pretenda hacer desaparecer la justificada diferencia que el legislador ha previsto al establecer penas más drásticas para los delitos terroristas, sino que, además, se beneficie a los culpables con un trato más benigno que el aplicado a los delincuentes comunes. Ello constituye una muestra de favoritismo indisimulado hacia determinados terroristas, basado exclusivamente en la adhesión de algunos sectores a sus ideologías. Ésa es la razón por la que se los denomina "presos políticos" en la intensa campaña de prensa desplegada para sacarlos de las cárceles. No son presos que tengan ese carácter: son terroristas. No están recluidos por lo que piensan, sino por lo que hicieron. El terrorista se entrena, se organiza, planifica, selecciona su objetivo y a su víctima, y actúa considerándose a sí mismo y a sus pares como enemigos de las personas y de las instituciones contra las cuales atenta, con absoluto desprecio por los muertos y heridos que deja en su camino.
¡Qué tristeza, señor Presidente , que se piense que matar a un policía es una acción política y que la misma acción de un miembro de las Fuerzas Armadas o de Carabineros constituya una violación a los derechos humanos! ¡Adónde vamos con estas distorsiones! Ello constituye una profunda inconsecuencia y parcialidad. Así, no sólo se envía a la comunidad un mensaje equívoco, sino que se anteponen una vez más los intereses de los delincuentes por sobre los derechos de las víctimas y de la sociedad.
¿Para quién estamos legislando? ¿Quiénes merecen un beneficio tan extraordinario como el indulto? Veamos de qué conductas se trata, porque a estas alturas pareciera que estamos saldando errores de juventud.
Entre los afortunados beneficiarios hay quienes cometieron, entre otros, delitos de homicidio calificado, robo con homicidio, asalto e incendio, muerte de carabineros, asociación ilícita terrorista, atentados con explosivos, colocación de bombas, asaltos, lesiones graves, etcétera. Ésos son los personajes a los que se pretende liberar.
Pero hay más: el beneficio del indulto del proyecto de ley en análisis incluye a quienes delinquieron reiteradamente y que han sido condenados o procesados por otros ilícitos sancionados en el Código Penal, en el Código de Justicia Militar y en las leyes sobre control de armas y la relativa a conductas terroristas.
Por otro lado, se pretende beneficiar a terroristas que siguieron actuando aún durante los Gobiernos de la Concertación, ya que la iniciativa abarca hechos comprendidos sólo entre los años 1989 y 1998, con el claro objeto de no beneficiar a ex miembros de la Defensa que presuntivamente hubieren participado en actos ilegales durante el período anterior a ése.
Lo señalado es fiel reflejo de su verdadera disposición delictual, pues las justificaciones habituales, basadas en la autodefensa frente a un presunto "terrorismo de Estado", no tienen ni siquiera apoyo teórico durante el período de que trata el presente proyecto. Para muchos, esos delitos se han ido desvaneciendo en el tiempo; parecen faltas menores de jóvenes idealistas cuya situación penal debe ser motivo de preocupación. Me parece necesario, entonces, traer a la memoria algunos ejemplos para tener conciencia de la verdadera naturaleza de estas normas.
El 8 de febrero de 1989, un joven teniente de Carabineros de 24 años, José Luis Pizzoleo , entonces Jefe de la Tenencia de Quilicura , junto con el cabo 2º Leonardo Antonio Marillanca , de 26 años, realizaban un patrullaje de rutina en el sector de calle Carampangue. En una acción concertada, fueron asesinados mediante disparos a quemarropa por cuatro terroristas con el fin de "recolectar para la causa" su armamento de servicio. ¿Es éste acaso un delito político?
El 18 de mayo de 1989, el cabo 2º de Carabineros de 34 años Julio Pavez Ortiz , casado y padre de dos hijos, perteneciente a la dotación de la 13ª Comisaría de La Granja, se dirigía a pie por calle Central en dirección a la Tenencia La Castrina. Nunca llegó a su destino: fue emboscado por tres individuos, quienes, escondidos detrás de un quiosco de diarios, le dispararon a quemarropa causándole la muerte y sustrayendo su arma de servicio. ¿Es éste acaso un delito político?
Así también, el cabo 2º Patricio Canihuante Astudillo , un joven de 23 años de dotación de la Primera Comisaría de Viña del Mar , fue muerto por una ráfaga de metralleta mientras hacía guardia en la madrugada del 11 de julio de 1989. ¿Es éste acaso un delito político?
De la misma forma fue asesinado en febrero de 1989 el cabo 2º Héctor Pincheira Armijo , quien se desempeñaba en la 42ª Comisaría de Radiopatrullas de Santiago. ¿Es éste acaso un delito político?
Esos policías uniformados, así como los veinte mártires asesinados en actos terroristas durante el período comprendido en el presente proyecto de ley -esto es, entre los años 1989 y 1998-, también eran jóvenes con sueños y proyectos, e igualmente dejaron familias.
Frente a las víctimas, así como ante toda la sociedad chilena, resulta una verdadera burla considerar que una declaración enganchada con el interés de salir de la cárcel, que contenga el compromiso de "renuncia al uso de la violencia como método de acción política" y que la iniciativa exige como formalidad habilitante para acceder al beneficio de este indulto, sea una medida de resguardo ante el derecho de la sociedad frente al terrorista.
Así, se pone por encima de los derechos de las víctimas la palabra de terroristas reincidentes, cuya acción es posterior al Gobierno militar y que, como el propio Vicario de la Pastoral Social , Monseñor Alfonso Baeza , señaló en el seno de la Comisión, "en un principio rechazaban cualquier gesto de arrepentimiento", actitud que declinaron posteriormente, frente a la expectativa que esta iniciativa de ley les abre para no tener que cumplir sus condenas en forma completa.
El proyecto produce los siguientes efectos:
-Transforma en "conversables" las sanciones penales.
-Sus normas implican otorgar preeminencia a los intereses terroristas por sobre los derechos de las víctimas.
-Sus disposiciones constituyen un acto discriminatorio respecto de los delincuentes comunes, quienes, a fin de cuentas, han cometido delitos mucho menos graves y carecen de tratamiento privilegiado.
-Neutraliza los efectos buscados por el legislador al establecer una penalidad más severa para aquellos delitos universalmente considerados gravísimos.
-Implica una inconsecuencia con la política que nuestro país ha mantenido respecto del flagelo del terrorismo, la que se ha expresado en los diversos tratados internacionales que ha suscrito sobre la materia.
-Finalmente, confunde los delitos políticos con los delitos terroristas.
No pretendo otorgar mi apoyo a esta "original" creación jurídico-penal, que atribuye a la palabra de los terroristas, no sólo el valor de aval suficiente acerca de su buena conducta futura, sino también el poder para eludir la responsabilidad penal, declarada judicialmente por los tribunales competentes. Asimismo, deja en evidencia la imposición de un tratado privilegiado y discriminatorio, fundado en razones de carácter político.
Concuerdo plenamente con el propósito de mirar hacia delante y dejar de lado las severas divisiones del pasado. Pero creo que no existe un trato justo e igualitario para todos los sectores involucrados. El presente proyecto es una muy buena muestra de ello.
Por las razones expuestas, voto que no.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
No estamos en votación todavía, señor Senador.
El señor CORDERO.-
Entonces, anuncio mi voto negativo.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Está en su derecho.
Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Barra, por tres minutos,...
El señor MUÑOZ BARRA.-
¡Cómo por tres minutos!
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
...porque a las cinco empieza la votación. De manera que cuenta con cinco minutos adicionales.
El señor MUÑOZ BARRA.-
¡Hablemos de diez!
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Su Señoría dispone de ocho minutos.
El señor MUÑOZ BARRA.-
Señor Presidente , quiero señalar que intervenir después¿
El señor MARTÍNEZ.-
Pido la palabra.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Está hablando el Senador señor Muñoz Barra, salvo que Su Señoría quisiera formular una moción de orden, caso en el cual tendría que concedérsela.
El señor MARTÍNEZ.-
Es una moción de orden, señor Presidente .
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Tiene la palabra, señor Senador.
El señor MARTÍNEZ .-
Señor Presidente , de acuerdo con el Reglamento, consulté oportunamente al señor Secretario, don Carlos Hoffmann , si me podía inscribir para intervenir. Me respondió que sí y me anotó después del Senador señor Cordero. Asimismo, le pregunté si había alguien más inscrito, y me dijo que no. Ahora me he encontrado con dos alteraciones que, aun cuando las comprendo, quiero hacer presentes.
El Honorable señor Naranjo intervino primero, en circunstancias de que cuando el señor Secretario me dio la información no estaba inscrito. Ahora hablará el Senador señor Muñoz Barra , en lo cual no tengo inconveniente.
En todo caso, hago notar que las alteraciones del orden de inscripción son una mala señal.
Gracias, señor Presidente.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Su Señoría no tiene la razón, porque la inscripción se hace ante el Presidente .
El señor Secretario tuvo la gentileza de inscribirlo y me comunicó que Su Señoría había solicitado hablar en segundo lugar. Primero se le dio la palabra al señor Ministro del Interior , quien tiene preferencia, y luego, al Senador señor Cordero .
Antes de que yo hablara con el señor Secretario , me llamó el Honorable señor Muñoz Barra . Y por eso le he dado la palabra. Después el ministro de fe me comunicó que se habían inscrito los Senadores señores Vega y Martínez . Y en ese mismo orden se confeccionó la lista de inscripción.
Por lo demás, debo informar a Su Señoría que la Presidencia tiene facultad para modificar el orden de los oradores. Dado lo delicado de esta discusión, no he querido usar esa atribución, que reglamentariamente poseo y podría emplear.
Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Barra.
El señor MUÑOZ BARRA.-
Señor Presidente , lamento intervenir después del señor Senador que me antecedió en su exposición sobre el proyecto, por cuanto considero que emitió juicios que no son oportunos para aprobar o rechazar el tema que estamos debatiendo. Porque no se trata de "sacar tus muertos y los míos", ni de exhibir estadísticas más o menos. Tampoco corresponde hablar en forma despectiva de los presos políticos, porque entonces tendríamos que hablar de los reclusos que eran funcionarios del Estado y que en razón de ese Poder cometieron los hechos que todo el país conoce. De manera que voy a hacer lo humanamente posible por entregar otros conceptos.
Ante todo, debo manifestar que al Senado cabe hoy una tremenda responsabilidad, pues la aprobación de este proyecto tiene un sentido de justicia y de oportunidad, que es lo que hemos de buscar en este instante.
¿Por qué señalo lo anterior? Porque los presos políticos que pueden beneficiarse, de aprobarse esta normativa con los quórum que se nos han indicado, fueron objeto de la aplicación de leyes y de procedimientos que poseen una marca especial, y ello se produjo en un período excepcional. No voy a entrar a dilucidar más, porque quiero buscar un camino de entendimiento racional.
La ley Nº 18.314, que tipifica y sanciona las conductas terroristas, fue modificada por la Nº 19.027. Esta última, que fue la que se aplicó a los presos políticos, hoy se encuentra desfasada respecto de la situación que vive el país, opinión que sostienen juristas de prácticamente todos los sectores políticos.
Dicho cuerpo legal, entre las características que tiene y que se hallan desfasadas, aumenta las penas en uno o dos grados y sanciona como delito consumado la tentativa de comisión de los ilícitos contemplados en ella.
También es grave para los procesos de los presos políticos a que nos estamos refiriendo la aplicación de la ley Nº 17.798, sobre control de armas, que fue dictada para controlar y sancionar todo intento de romper un monopolio. Esta normativa, señor Presidente , prohíbe apelar del auto de procesamiento y de las denegatorias de libertad.
Como se ha señalado con énfasis por juristas y organizaciones que han asumido la defensa de los presos políticos, en muchos de los casos sancionados que esta tarde nos preocupan no hubo debido proceso, por las siguientes razones.
-No se consideraron atenuantes ni presunción de inocencia.
-Por un mismo hecho punible, se originó una duplicidad de procesos a cargo de la justicia militar y la ordinaria.
-Los delitos de la misma especie se sancionaron en forma independiente, lo que dio lugar a la suma de condenas, las cuales deben cumplirse una después de otra.
-Algunos de los procesos han durado más de diez años, y continúan sin ser rematados.
Además, existe el concepto de que los delitos cometidos por los presos políticos -como subrayó un señor Senador- no son "rehabilitables" y los culpables de ellos no tienen ninguna posibilidad de reinserción social.
Esa interpretación, Honorables colegas, está fuera de lugar, porque no toma en cuenta el sentido profundo de una pena o sanción, cual es la rehabilitación de los culpables además de la reparación a la víctima.
Al hacer esta intervención no puedo dejar de considerar que el delito existió y que hubo víctimas a las cuales fue necesario y justo reparar. Tampoco dejo de tomar en cuenta que la aplicación de las penas tiene un efecto disuasivo frente a la sociedad. Pero estimo que los presos políticos fueron juzgados con normas excesivas en sus disposiciones sancionadoras y procesales y que hubo errores judiciales que los afectaron.
Asimismo, declaro categóricamente, sin ningún problema, que no comparto los métodos ni las prácticas empleadas por quienes fueron condenados por delitos tipificados en las leyes de que he hecho mención.
En mi opinión, los métodos violentos, sea que provengan de la autoridad o de quienes combaten a ésta, violan la ética, la cual se expresa en cautelar en toda ocasión los derechos fundamentales de las personas, principalmente el derecho a la vida.
Además, estimo que tales métodos son ineficaces, porque en definitiva engendran más violencia y no resuelven las causas de los problemas o de las injusticias que se busca paliar, sino que las mantienen o profundizan.
Pienso que el indulto tiene sentido para los presos políticos, porque ya han cumplido largamente sus penas por los errores cometidos; es decir, las víctimas ya han sido reparadas.
¡Aquí, señores Senadores, hay presos políticos que están condenados a más de 100 años de reclusión! ¡Otros, a 80, a 50, a 40, a 30 años!
¿En qué país estamos? ¿En qué sociedad estamos que no somos capaces de respetar ese fundamento que he señalado y que está implícito en el sentido de la ley, que es la rehabilitación?
Por eso, atribuyo gran importancia a la reacción que tengan todos los sectores políticos esta tarde, unidos y hermanados de verdad, sinceramente, en cicatrizar las heridas y en buscar caminos que nos reencuentren a todos los chilenos para construir una sociedad más justa, más humana y más igualitaria.
Quiero señalar finalmente, en los pocos minutos que me restan, señor Presidente , que si aprobamos este proyecto de ley estaremos haciendo ¿qué duda cabe- un acto de justicia con la víctimas y con los victimarios, pues no podemos olvidar que estos últimos también tienen derechos. Estaremos, además, creando condiciones para ir dejando atrás las divisiones que desgarraron a la sociedad chilena, y avanzando, con ésta y otras medidas, en el ansiado reencuentro de los chilenos.
No deseo dejar de señalar en esta oportunidad, señor Presidente , el terrible delito que representan los detenidos desaparecidos, porque hay involucrado un crimen múltiple, ya que no solamente existe una víctima: el desaparecido, sino que también la angustia de sus familiares, que se vieron enfrentados por años a la certeza y la duda sobre la muerte de aquél; a la congoja de vivir un círculo que no se cierra con los funerales de quien ha fallecido o con la alegría del reencuentro, el que cada vez, por supuesto, es menos probable.
Desde estas bancadas, expresamos que el indulto permitirá a los presos políticos reinsertarse pacíficamente en la sociedad. Y en eso no soy duro ni draconiano. De no ser así y si llegaran a reincidir en delitos tipificados por nuestras leyes durante el tiempo que restare para el cumplimiento de sus condenas primitivas, señores Senadores, el período que les fue indultado se agregaría a la pena que corresponda a un nuevo delito. Y eso lo han sostenido ellos con mucha entereza.
Por las razones anteriores, considero que aprobar el indulto...
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Señor Senador, ha terminado su tiempo.
El señor MUÑOZ BARRA.-
...constituirá un paso positivo, si bien no el único, en la tarea de la reconciliación nacional.
He dicho.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Conforme a lo acordado, ha llegado la hora de votación.
La Mesa recoge el procedimiento sugerido por el Senador señor Andrés Zaldívar para llevar a cabo la votación, basado en que ésta es una iniciativa que requiere distintos quórum de aprobación. Me apoyo, además, en un informe anterior de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, donde se consigna la opinión de los entonces Senadores señores Díez y Hamilton y de los Honorables señores Chadwick y Silva , quienes señalan esta doctrina, por llamarla de algún modo.
Hay una norma que requiere para su aprobación el pronunciamiento conforme de dos tercios de los Senadores en ejercicio, vale decir, 29 votos; otra, de quórum calificado, que necesita 23, y una, de carácter orgánico constitucional, que precisa 25.
Propongo, en consecuencia, que hagamos una sola votación. Si el resultado es de 29 o más votos favorables, se entenderá aprobado el proyecto en su conjunto; si es de 25 a 28, se darán por aprobadas tanto la disposición que requiere el quórum de 25 como aquella que precisa 23 y los preceptos que necesitan simple mayoría.
Si le parece a la Sala, se procederá en esa forma.
--Así se acuerda.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Cada Senador dispondrá de cinco minutos para fundar su postura y se seguirá el orden de inscripción. Una vez que concluya el último orador inscrito proseguirá la votación por orden alfabético.
En votación.
--(Durante la votación).
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
Honorable señor Muñoz Barra, ¿cómo vota?
El señor MUÑOZ BARRA.-
Por supuesto, a favor de la iniciativa.
El señor VEGA .-
Señor Presidente , el problema del proyecto en análisis, que concede beneficios a condenados que cometieron delitos y fueron procesados en plena vigencia de la democracia -como expresó el señor Ministro -, entre 1989 y 1998, en mi concepto, radica en que no plantea una medida equivalente para otros procesados que integraban las Fuerzas Armadas y Carabineros y que en 1973 debieron actuar en un estado de convulsión interna no generado por ellos. No me refiero a canjes ni comparo situaciones que ni en el tiempo ni en las circunstancias tienen alguna similitud, sino a equidad para un problema general del país, de origen político. Y tanto esta iniciativa como otras en trámite contienen también soluciones políticas tendientes a lograr la paz social necesaria para el desarrollo y bienestar de toda la nación.
Entre quienes alteraron el orden público y el Estado de Derecho, recién promulgado el decreto ley Nº 2.191, de 1978, sobre amnistía, recibieron el beneficio, en forma automática, más de 800 personas, la mayoría de ellas condenadas por maltrato a miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden y por infracción a la Ley de Control de Armas. Entre 1991 y 1994, en el primer Gobierno de la Concertación, se indultó a otras 227 personas, más o menos por los mismos hechos. Y hoy debatimos este proyecto, que indulta a 61. Esto no tiene balance, no es equitativo ni consecuente para los procesados de las Fuerzas Armadas, quienes, sin mediar su iniciativa ni su voluntad, tuvieron que enfrentar el más serio quiebre institucional de nuestra historia.
La equidad en estas decisiones, entonces, es imprescindible para una verdadera reconciliación. Me refiero a la aplicación de una justicia equitativa y no conmutativa. Al igual que la situación de las 61 personas a quienes se pretende indultar, existen 500 procesos que involucran a más de 360 funcionarios de las Fuerzas Armadas y de Orden. Aproximadamente 100 de ellos están detenidos o con procesos pendientes desde hace más de 20 años, debido a la confusa situación jurídica -por decir lo menos- generada a raíz de la no aplicación doctrinaria del mencionado decreto ley Nº 2.191, o a la particular interpretación sobre la prescripción o el secuestro. Ello refleja una distorsión jurídica cuyo efecto, lamentablemente, es dilatar las causas en forma innecesaria, con un claro perjuicio social y familiar para todas esas personas, civiles y militares.
Respecto del proyecto que nos ocupa, en la consulta que se le formuló en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 74 de la Constitución, la Corte Suprema observó, acerca del artículo 1º, que los Poderes colegisladores, sin ser jueces, estarían determinando una sanción con anterioridad a la sentencia, con lo cual se afectarían las facultades privativas que el artículo 73 de la Carta concede a la jurisdicción. A mi entender, esto podría ser materia de un recurso de inaplicabilidad por inconstitucionalidad.
Situaciones tan específicas como las descritas en el artículo 1º se refieren, derechamente, a una amnistía, la que, una vez decretada, borra la pena y sus efectos y el juez se abstiene de dictar sentencia, con lo cual los procesados quedan en similar situación que los condenados.
Sin embargo, me parece que esta iniciativa es una buena ocasión para generar una solución más efectiva al problema estratégico del Estado que tenemos y que ha impedido una transición y una reconciliación consecuentes con el presente de nuestra nación. No es necesario recordar la historia reciente, pero sí considero importante reconocer que la violencia política no comenzó con los hechos acaecidos en 1973, sino mucho antes -así lo expresa el Informe Rettig-, y ha estado presente desde siempre en nuestra historia.
Lo anterior significa reconocer que en ese quiebre institucional todos los sectores tuvieron mayores o menores responsabilidades, respecto de las cuales se actuó por acción u omisión y no quisieron observarse la tolerancia, el respeto al adversario y a las ideas ajenas. Todo ello es parte de un gran objetivo nacional que, sustentado en la nueva democracia, tendríamos la gran oportunidad de enfrentar y resolver.
Una solución práctica para éstos y otros procesados por violación a los derechos fundamentales de la persona humana podría ser la aplicación obligatoria del artículo 279 bis del Código de Procedimiento Penal, que permite al juez efectuar la correspondiente investigación del sumario sin procesar al inculpado, disponer su libertad y continuar con la investigación hasta agotarla, luego de la cual aplicaría la causal de responsabilidad penal correspondiente.
Sobre el particular, debe considerarse que existen cientos de funcionarios de las Fuerzas Armadas y de Orden procesados por el solo hecho de integrar sus dotaciones o tener responsabilidad de mando, lo que no ocurre con los civiles.
Constituye una solución ecléctica, pero distendería¿
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Ha concluido su tiempo, señor Senador.
El señor VEGA.-
Termino en seguida, señor Presidente.
Decía que esa solución ecléctica distendería, en forma relativa, un problema que no tiene solución práctica y genera estos proyectos sobre derechos fundamentales de la persona humana que sólo han beneficiado a un sector -como lo demuestran los números-, originando en el otro un permanente malestar, por la falta de preocupación de la autoridad ante sus legítimos problemas, pese a estar consciente de que las Fuerzas Armadas y de Orden no fueron las que generaron el quiebre del Estado de Derecho en 1973.
Me parece, señor Presidente , que no podemos seguir expuestos a que cada cierto tiempo, no obstante el reconocimiento internacional de nación respetable, debamos dar explicaciones acerca de tensiones relacionadas
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Señor Senador, está sobrepasado en su tiempo.
El señor VEGA.-
...con los derechos fundamentales de la persona humana,...
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Pido a Su Señoría que termine y emita su voto.
El señor VEGA.-
...que en nada contribuyen a mantener nuestra imagen de país ejemplar.
Señor Presidente , quiero solicitar que se incluya en la Versión Taquigráfica el resto de mi intervención, pues quedaron algunas ideas sin expresar.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Desgraciadamente, no hay acuerdo para ello, señor Senador.
¿Cómo vota, Su Señoría?
El señor VEGA.-
En contra, señor Presidente.
El señor MARTÍNEZ.-
Señor Presidente, deseo agregar algunos puntos a los que ya se han expresado. Primero, uno de forma.
El proyecto es contradictorio con el propósito central de sus autores, quienes dicen procurar la paz social, en circunstancias de que, al marginar del indulto a los eventuales responsables penales de los organismos de seguridad, aumentan el actual quiebre social chileno. Ése es un hecho claro.
Un segundo aspecto formal.
La redacción de la iniciativa es defectuosa, como se advierte, por ejemplo, en el hecho de que los favorecidos con el indulto que hayan cumplido la pena de diez años salgan con libertad provisional, en circunstancias de que, en virtud de ese beneficio, se extingue su responsabilidad penal.
Y el tercer aspecto se refiere a la posición de la Corte Suprema, que es contraria a la iniciativa porque, al favorecer al procesado sin haberse dictado sentencia aún, invade la facultad jurisdiccional de los tribunales de justicia, que es exclusiva.
Frente a eso, y considerando sobre todo el propósito que persigue el proyecto -la paz social y la unidad-, tras escuchar los diversos planteamientos hechos aquí, en especial los del Senador señor Naranjo , uno se pregunta, basado en que la acción de esas personas obedeció a una concepción política donde el uso de la violencia se estima legítimo, si de ese modo es factible lograr justicia y paz social en Chile.
Lógicamente, frente a una visión global y detallada, incluso, sobre los acontecimientos de los últimos treinta años, uno concluye que así no se logra el propósito de la ley en proyecto.
Hemos manifestado claramente que existe la mejor voluntad para ir, por ejemplo, a un indulto general que termine con la situación existente. Ha habido proposiciones al respecto, como la del Senador señor Arancibia y las de personeros de diferentes tiendas políticas. Sin embargo, nos hemos centrado de manera exclusiva en el hecho de que esa gente ha perdido parte de su juventud por motivaciones idealistas. Pero ocurre que ha empleado la violencia como arma política. Y se olvida que también hay juventud del otro lado: del de los agentes de la Defensa y, en general, de personas que, sirviendo en diferentes instituciones, cumplieron deberes de seguridad.
Yo no entro a juzgar en ningún caso, ni para un lado ni para el otro, el delito mismo. Lo que quiero plantear es que la iniciativa es profundamente divisoria en sus concepciones ética y moral.
Se habló de la cantidad de personas que en este momento están sometidas a juicio y de las ya condenadas y que caen dentro de la ley en proyecto.
Sobre el particular, deseo hacer presente lo siguiente: al 1º de enero del 2004 existían en Chile 321 procesados de las Fuerzas Armadas y de Orden, entre oficiales, suboficiales y empleados civiles, de los cuales había 21 detenidos en diferentes cuarteles del país y 27 condenados; y en Punta Peuco teníamos 6 hombres de Carabineros, más 5 ó 6 oficiales del Ejército y de otras ramas, con lo cual los condenados sumaban allí 11 ó 12.
¡Ellos no han perdido su juventud!
Además, están excluidos de la consideración ética y moral de la Iglesia Católica. Yo soy católico, y tengo el derecho a expresar aquí mi más profunda pena porque aquélla ha abandonado a esos chilenos que son del otro lado y no les ha tendido la mano.
Al señor Vicario le digo claramente que se ha olvidado de una parte de los feligreses. Y eso es un grave error.
Quiero que quede constancia en la historia de esta discusión del abandono de que hemos sido objeto muchos chilenos que, siendo creyentes de determinada religión, no hemos recibido de los pastores el apoyo que corresponde.
Incluso, se ha llegado a tanto, que algunas de sus más altas jerarquías han intervenido en este momento para tratar de cambiar los votos de algunos señores Senadores. ¡Y lo digo claramente!
Entonces, cabe preguntar dónde está la igualdad de la ley frente a la raíz misma, frente al origen común de este asunto. Ella no existe, porque no hay partidos políticos que defiendan a esos chilenos que cometieron el error de ser parte de la Defensa Nacional y cumplir sus tareas y misiones.
Por lo tanto, hago presente mi más profunda pena y desagrado.
Sin embargo, también debo anticipar que, si viene un indulto general, pueden contar conmigo. Pero mientras sigamos divididos, no me resulta factible aceptarlo. Y ello, no porque no comprenda el dolor de las personas -lo comprendo-, sino porque no hay la justicia que corresponde en los ámbitos ético y moral.
La alta responsabilidad política se basa en buscar la unidad nacional. Y la unidad nacional es un paso mucho más grande, mucho más amplio: de estadista, de visión de futuro. Pero no hemos dado ese paso.
Por lo tanto, que quede claro que aquí estamos en presencia de una discriminación que, lamentablemente, no conduce al propósito de la ley en proyecto.
Mi voto, entonces, es contrario al proyecto.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Stange.
El señor STANGE.-
Señor Presidente , después del atentado terrorista contra las torres gemelas de Nueva York, se ha extendido la sensación de inseguridad a que está expuesto el mundo ante ataques de individuos que causan destrucción y muerte para satisfacer sus inspiraciones políticas. Y cuando la mayorías de los países, incluyendo a Chile en su papel de integrante del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, adoptan medidas para evitar o contrarrestar esa clase de atentados terroristas, nuestro Senado da trámite a un proyecto que tiende a modificar leyes vigentes para liberar o acortar penas ya impuestas a decenas de terroristas que pertenecen en gran parte a movimientos políticos como el Lautaro o el FMR.
Los crímenes gravísimos de que se trata fueron consumados en plena vigencia de la democracia. Y uno de ellos alcanzó incluso directamente a esta Corporación, al ser asesinado por motivos políticos el Senador Jaime Guzmán Errázuriz .
Mi pregunta al respecto es: ¿qué partido político no le rindió homenaje en ese entonces en el Congreso al repudiar tan cobarde asesinato político?
Del estudio del informe de la Comisión se desprende que sólo tres personas fueron invitadas a exponer sobre el tema: el Auditor General del Ejército, el Vicario de la Pastoral Social de la Iglesia Católica y un abogado de la Fundación de Ayuda Social (FASIC), quien depende directamente del Vicariato en comento.
Aparte ellos, se consultó a la Corte Suprema de Justicia, la cual objetó el artículo 1º de la moción, precisamente el que propone una especie de indulto general entre los años 1989 y 1998.
Con tales antecedentes, que desde luego considero muy limitados, la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía adoptó el acuerdo, sólo por mayoría, de aprobar el proyecto.
Ahora bien, los condenados por conductas terroristas no pueden ser beneficiados con indultos particulares, de acuerdo con el artículo 9º de la Constitución. La única vía para acortar sus penas es la dictación de una ley de indulto general.
Precisamente en uso de esa potestad, se presentó la moción que originó la iniciativa que hoy debate el Senado.
Sobre el particular, considero dos aspectos:
a) Los que dicen relación a la motivación o fundamentación del proyecto.
b) Aquellos que se refieren a su legalidad y constitucionalidad.
Me parecen muy respetables las opiniones que se adujeron para dar trámite constitucional a la moción, que es, sin lugar a dudas, pro reo respecto de sólo algunos presos y en un tiempo determinado.
Sin embargo, no puedo entender argumentos tales como los relativos a deficiencias en el servicio carcelario, o a privaciones, o a un régimen interior muy estricto, que podrían considerarse trato indigno hacia esos delincuentes.
¿No hay otros condenados en igualdad de condiciones? ¿No son recintos penitenciarios construidos o refaccionados por los Gobiernos de la Concertación? Si hay deficiencias en el sistema, ¿no es de responsabilidad del Ministerio de Justicia su solución?
Tampoco puedo aceptar como argumento el de que los condenados por esos delitos hayan sido muy jóvenes cuando actuaron en contravención a la Ley Antiterrorista
No justifico ni acepto las conductas de presión hacia este Senado por simpatizantes de esos criminales políticos para obtener su libertad. Huelgas de hambre o demostraciones terroristas con daños a la propiedad privada no son el camino para obtener, en democracia, satisfacción a sus intenciones.
En ese período "democrático", entre 1989 y 1998, mientras fui General Director de Carabineros de Chile, se asesinó a 21 de mis subalternos. Por respeto a su memoria y a sus deudos, me opongo por completo al proyecto en discusión.
Voto que no.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Valdés.
El señor VALDÉS .-
Señor Presidente , hablo como coautor de la iniciativa que hoy día se discute -la moción fue presentada hace ya dos años- y en nombre de mis colegas del Partido Demócrata Cristiano.
La política criminal persigue objetivos muy claros en todas partes del mundo civilizado. En primer lugar, lograr la paz social, que es un bien superior e indispensable para toda sociedad.
Como instrumentos necesarios para alcanzar dicha paz dispone de la justicia y los procesos. Las penas persiguen como objetivo fundamental reparar el daño causado. Pero simultáneamente, a juicio de todos los tratadistas y según la conciencia humana, no sólo buscan castigar, sino que además tienen un efecto disuasivo ante la sociedad. Asimismo, procuran la rehabilitación del culpable, y en el caso de Chile, iniciar un proceso de reencuentro y reconciliación.
La Comisión de Derechos Humanos, a la cual he pertenecido en los últimos años, estudió la materia y propuso el proyecto por mayoría, con la abstención de un solo señor Senador, por razones que todos respetamos.
En ese órgano técnico se recibió a personeros de mucha importancia en los órdenes ético y práctico. Entre ellas, Monseñor Alfonso Baeza -representante del Cardenal Arzobispo de Santiago -, quien entregó con exactitud la posición del señor Cardenal respecto de este caso, que conoce muy bien, pues, al igual que nosotros, visitó la Cárcel de Alta Seguridad, donde se enteró de la situación en que se encuentran los jóvenes condenados tras los procesos respectivos.
Escuchamos con mucha atención -consta en el informe- al Auditor General del Ejército, General don Juan Romero , quien, si bien no se manifestó en el debate con criterio de "sí" o "no", comprendió perfectamente las razones humanitarias que movían a los autores de la moción.
Creo que estamos frente a un caso de humanidad. No voy a relatar los hechos, porque ya son de conocimiento de los señores Senadores y están muy bien explicitados en el documento que tenemos a la vista
Se trata de una situación muy particular, que no puede generalizarse.
La moción se presentó en noviembre de 2002. Estamos en junio de 2004. Por lo tanto, ha habido tiempo suficiente para estudiar el caso y compenetrarse de él.
Curiosamente, al principio hubo cierta unanimidad para acoger el planteamiento formulado. Hubo Senadores -no de nuestras bancas- que estuvieron dispuestos a pensar, a estudiar, a visitar a los presos, movidos por un afán de perdón, de reconocimiento de las condiciones en que se hallaban esas personas, la mayoría jóvenes.
Sin embargo, con el tiempo la situación se ha tornado más difícil, más espesa.
Por eso, deseo volver a pensar y plantear esto como caso único, como caso atípico, que no es posible extender a otras situaciones, distintas.
Sin embargo, creo que al votar a favor se abre aquí, en el Senado, un espacio. Porque nos hallamos ante casos notables, muy trágicos, muy duros. ¡Ninguno de nosotros ha estado sometido a la crueldad y a la terrible sequedad y dureza de una cárcel de alta seguridad. ¡Son los casos más dramáticos que tenemos enfrente!
Por lo tanto, el Senado tiene que pensar que, al final, en el país debe haber perdón, generosidad, compasión.
¡Ésos son los grandes argumentos que hemos de tener presentes hoy día en nuestras conciencias!
Ahora, convengo en que hay otras situaciones. Y me parece muy feliz la expresión del señor Ministro del Interior en el sentido de que el Gobierno está dispuesto a considerar casos similares, casos difíciles, casos donde la justicia cumplió.
Después de la justicia siempre viene la compasión, viene el amor, viene el entendimiento. Y a eso llamo en este momento al pronunciarme sobre el proyecto.
Voto a favor.
El señor CHADWICK .-
Señor Presidente , en primer lugar, reconozco las palabras pronunciadas por el señor Ministro del Interior al fijar en este debate un ambiente de respeto y moderación. Porque no podemos olvidar que, la última vez que este Senado discutió un proyecto de indultos generales para conductas terroristas, el mismo día que la ley pertinente fue promulgada se asesinó a un Senador que se opuso a ella.
Espero que el paso del tiempo no haya sido en vano y que el espíritu que nos motive sea de unidad y de respeto por las discrepancias que podamos tener.
Antes de fundamentar mi voto, quiero precisar brevemente tres puntos.
En primer término -y ya se ha dicho-, estamos en presencia de un proyecto de ley que tiende a indultar, en su mayoría, hechos que obedecen a conductas de carácter terrorista cometidos después de 1990, luego de que el Congreso Nacional modificó la ley que determina conductas terroristas, la Ley de Seguridad del Estado y las normas procesales y garantistas para un debido proceso (recordemos lo que fueron las llamadas "Leyes Cumplido"). En consecuencia, los delitos fueron cometidos en democracia, bajo el régimen de leyes democráticas y en pleno funcionamiento del Estado de Derecho.
En segundo lugar, debo precisar que tales hechos no son conductas inocuas. Hubo víctimas -algunas personas fueron asesinadas; otras sufrieron lesiones muy graves en su integridad física y sicológica- y, por ende, familias que por muchos años han debido permanecer en el dolor.
Lamento que en el proceso seguido por la Comisión que estudió esta iniciativa las víctimas y sus familiares, además de no participar, hayan sido ignoradas.
En tercer término, dificulto que en el mundo -al menos en el mundo occidental- exista un Parlamento que esté debatiendo leyes de indulto para condenados por conductas terroristas, porque hoy se avanza precisamente en fortalecer la acción contra ese tipo de ilícitos. Y Chile ha suscrito en fecha reciente tratados y convenios internacionales que establecen, por ejemplo, que los actos criminales con fines políticos son injustificables en toda circunstancia, cualesquiera que sean las consideraciones políticas, ideológicas, religiosas, etcétera.
Por lo tanto, el fundamento de un proyecto de indulto a conductas terroristas ha de ser tremendamente poderoso; debe tener la mayor legitimidad ética, política y social, porque estamos hablando de algo que no es de mera circunstancia o de mera contingencia.
Las exigencias que pone el bien común para avanzar en un proyecto de esta naturaleza deben responder a fundamentos de la más alta nobleza y de la más elevada trascendencia social. Y, en tal sentido, una iniciativa se sostiene en cuanto sea integradora; en cuanto busque la unidad de los chilenos, y, esencialmente, en cuanto represente un camino eficaz para la paz social.
Nuestro Partido cree y creyó en eso. Hizo una propuesta concreta a través de un documento público denominado "La paz ahora". Y sugerimos que el Presidente de la República enviara un proyecto de indulto general precisamente para estos casos, avanzando de manera simultánea y con igual urgencia en otras iniciativas que apuntaban a solucionar los problemas y conflictos del pasado producto de la violencia de unos y de otros.
El Primer Mandatario compartió ese espíritu y envió diversos proyectos. ¿Pero qué ha ocurrido, lamentablemente? Que en este tiempo dichos proyectos, que contaron con todo el respaldo de la UDI y de la Alianza por Chile, en la Cámara de Diputados, por desgracia, se han desnaturalizado y han sido modificados integralmente.
Ello ha traído como consecuencia que el fundamento ético, político y social de una iniciativa como la que estamos discutiendo ahora se haya ido debilitando, se haya ido perdiendo.
Para avanzar en el camino de la paz social no se requiere tan sólo un paso dado con una pierna; de ese modo no se avanza: se queda en el punto de partida. Para avanzar hacia la paz social se precisan pasos dados con ambas piernas.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Terminó su tiempo, señor Senador.
El señor CHADWICK.-
Concluyo de inmediato, señor Presidente.
Para construir la paz social se necesitan manos entrecruzadas y no índices acusadores ni puños amenazantes. Para construir la paz social se precisa -como dijo el Senador señor Naranjo - generosidad, pero generosidad profunda y trascendente: no la que emana cuando se mira la realidad con un solo ojo,...
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Ha concluido su tiempo, señor Senador.
El señor CHADWICK .-
...sino la surgida cuando se la ve con ambos ojos.
Por esas razones, voto que no, con la esperanza de recuperar a la brevedad posible el espíritu original que tanto al Presidente de la República como a nuestro Partido nos motivó para avanzar en el camino de la paz.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Viera-Gallo.
El señor VIERA-GALLO .-
Señor Presidente , hace pocos meses el Senado despachó un proyecto de ley de igual naturaleza a la del que ahora discutimos, que permitió la excarcelación y salida del país de Marcela Rodríguez , quien en ese momento era miembro del grupo Lautaro . Y lo hizo en un acto de generosidad y sin ninguna contrapartida. O sea, ya ha habido de parte del Senado y de la Cámara de Diputados un acto análogo al que hoy se solicita.
Como sostuvo el señor Ministro del Interior , nosotros no procedemos como tribunal, pero no hay duda de que nos metemos de lleno en lo que el Senador señor Valdés muy bien denominó "la política criminal".
Una rebaja de pena no es otra cosa que una institución de la doctrina penal llamada a materializar el perdón social o a producir la gracia por ley dictada por el Estado.
Tengo aquí un interesante párrafo del profesor Enrique Cury , actual ministro de la Corte Suprema , donde justifica precisamente este tipo de instituciones. Dice: "La ley no puede hacerse cargo de todas las situaciones posibles y ofrecer una solución satisfactoria para cualquiera de ellas. La realidad demuestra, en cambio, que esto dista de ser así. La legislación sólo contiene normas generales que muchas veces son incapaces de plegarse adecuadamente a las intrincadas particularidades de los casos concretos".
Por eso, nuestra legislación contempla la posibilidad de dictar una ley como la que ahora se pretende dictar , dentro de lo que en doctrina penal se llama "la excusa legal absolutoria", que viene del Derecho francés.
Me parece muy importante recordar además que, para una visión humanista y moderna del Derecho Penal, la finalidad de la sanción no es simplemente infligir un castigo o un dolor, ni homologar el sufrimiento de la víctima con el del agresor, conforme a lo se conoce como "la doctrina de la retribución penal". Eso ya ha quedado superado. Se trata de colocar como norte de toda pena la justicia, la reparación del tejido social afectado por el crimen y la reinserción social del condenado.
Ese último punto es esencial. No se aplaca un dolor con otro dolor. En el fondo, quienes así actúan tienen una concepción de la justicia que se parece más a la venganza.
Por el contrario, es legítimo preguntarse si con el encierro y el aislamiento de los infractores al margen de la sociedad, cuyos valores jurídicos en su momento no comprendieron, se logrará su adecuada reinserción social.
Esta tarde, después de un largo camino, este Senado puede tender la mano a un grupo de personas que, siendo muy jóvenes -como aquí se indicó-, cometieron actos de violencia, los que obviamente merecen nuestro reproche. Pero después de tantos años de prisión, de aislamiento y de sufrimiento, bien podría el país, dentro de una adecuada política criminal, ejercer un acto de perdón social. De eso se trata.
Quienes votan en contra, por cierto, están en su pleno derecho. Pero difícilmente puedo creer que son consecuentes con lo que plantearon en el documento a que aludió el Senador señor Chadwick , denominado "La paz ahora", donde proponían, sin condicionar una medida a otra, que el Presidente de la República enviara un proyecto de ley de las mismas características de éste, y terminaban expresando que, incluso si Mauricio Hernández Norambuena retornaba a Chile, también estaría en condiciones de beneficiarse con esa misma normativa. Y claramente manifestaron: "A su aprobación comprometemos todo nuestro apoyo".
No se trata de hacer reproches políticos, sino de exigir consecuencia. No hay ninguna condición en el documento a que hago referencia -del 20 de noviembre de 2003-...
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Terminó su tiempo, señor Senador.
El señor VIERA-GALLO .-
...que ahora no se cumpla.
Lo único que espero es generosidad para aplicar una política criminal adecuada.
Voto a favor.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Espina.
El señor ESPINA.-
Señor Presidente, quiero referirme a dos temas distintos que plantea esta iniciativa legal.
El primero alude al indulto de procesados por largo tiempo y también a condenados por gravísimos delitos, como homicidio calificado, secuestro, robo con violencia, etcétera, cuyas víctimas fueron funcionarios de Carabineros, de Gendarmería y de la Policía de Investigaciones, ninguno de ellos con vinculación con los organismos de seguridad que actuaron en el pasado violando brutalmente los derechos humanos.
El segundo punto se relaciona con los casos en que los autores de esos mismos delitos señalaron que durante la tramitación de sus juicios se vulneraron los derechos y garantías constitucionales del debido proceso. Incluso, algunos dijeron haber sido objeto de torturas, de negación de justicia y de incorrecta aplicación de la Ley Antiterrorista.
Nos hacemos cargo de esos dichos. No queremos que en Chile alguien pueda ser condenado sin un justo proceso. Por eso, con los Senadores señores García, Cantero, Fernández y Chadwick presentamos ayer un proyecto de ley para incorporar a estos casos...
El señor NARANJO .-
¡Ahora!
El señor ESPINA.-
...la posibilidad del recurso de nulidad, vigente para los nuevos procesos penales, y que permite a los procesados o condenados recurrir a la Corte Suprema cuando, en la tramitación del juicio o en el pronunciamiento de la sentencia, se hubieren infringido sustancialmente derechos o garantías aseguradas por la Constitución o por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes, o cuando en el pronunciamiento de las sentencias se hubiere hecho una errónea aplicación del derecho que haya influido esencialmente en lo dispositivo del juicio. Entonces, a quienes estimen que sus procesos no han sido llevados conforme a derecho o que se han vulnerado garantías constitucionales, al igual como lo puede hacer cualquier chileno según el nuevo proceso penal, les será factible recurrir a la Corte Suprema para que revise sus casos, la que, si lo planteado resultare efectivo, podría anular las sentencias respectivas y ordenar la realización de nuevos juicios.
En cuanto al indulto -tema de fondo-, recuerdo que a comienzos del Gobierno de don Patricio Aylwin se presentaron tres proyectos de ley: el que terminaba con la pena de muerte, aprobado prácticamente por la unanimidad del Senado; el que derogaba la ley antiterrorista vigente en el Gobierno militar, dictándose una nueva legislación de acuerdo con todos los cánones y principios que rigen a un Estado democrático; y el que modificaba los procedimientos que se estaban aplicando en los juicios de los llamados "presos políticos por los delitos cometidos durante el Gobierno militar".
Mi partido, Renovación Nacional, llegó a un acuerdo con el Gobierno del Presidente Aylwin. En ese entonces, como Vicepresidente de mi colectividad, participé directamente. Gracias a ese consenso se reformó la Constitución y se permitió que el Presidente de la República indultara a los llamados "presos políticos por delitos cometidos durante el Gobierno militar". Y hoy no hay ninguno recluido.
En esa misma oportunidad se acordó que, respecto de los delitos cometidos en democracia, se aplicaría todo el rigor de la ley. Ése fue el acuerdo político. Se procedió así porque había tribunales que funcionaban plenamente, porque la ley se había modificado y porque en democracia lo que corresponde es que las reglas del juego se mantengan. Yo no estoy dispuesto a cambiarlas, como lo ha pedido el señor Ministro . Y, con la misma fuerza con que Diputados y Senadores de mi partido aprobamos disposiciones para indultar a todos cuantos cometieron delitos terroristas y atentaron contra la Ley de Seguridad del Estado durante el Gobierno militar, hoy estimamos, encontrándonos en un Estado de Derecho, que las penas deben cumplirse y que las leyes deben respetarse.
Tampoco considero adecuada esta especie de moneda de cambio. No estoy dispuesto a votar para que los autores de los crímenes de los degollados, de la Operación Albania y de Tucapel Jiménez no cumplan las penas que se merecen, de acuerdo con la legislación que nos rige, porque violaron los derechos humanos.
Por esas razones, voto negativamente.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Habiendo hecho uso de la palabra todos los oradores inscritos, procederemos a votar alfabéticamente.
El señor CANESSA.-
Señor Presidente, el proyecto que se presenta para ser votado en la Sala es fruto del esfuerzo de algunos señores Senadores para otorgar ciertos beneficios penales a quienes, actuando al margen de la ley, se encuentran condenados por actos de delincuencia subversiva y terrorista.
En esta materia debemos ser prudentes, por cuanto para nadie es un misterio que uno de los mayores flagelos que afronta la sociedad actual, particularmente a nivel internacional, es el terrorismo. Es por ello que no parece una buena señal que a personas que han participado en actos de esta naturaleza se les otorguen ciertos beneficios legales, como la libertad provisional o el indulto.
Aún más, no olvidemos que nuestro país suscribió en Bridgetown, Barbados, la Convención Interamericana contra el Terrorismo, el 3 de junio de 2002. Tengo la impresión de que no estamos en la línea correcta de esa Convención y de que el espíritu de sus normas no se refleja en proyectos como éste, sobre todo teniendo presente que sus beneficiarios, cuyo accionar se ha denominado eufemísticamente "violencia con móviles políticos", fueron integrantes de grupos terroristas y subversivos que, en su afán de impedir el normal desarrollo y progreso del país, atentaron no sólo contra el Gobierno en ejercicio, sino también contra civiles inocentes.
En consecuencia, los tribunales de justicia de la época, dentro de la legalidad vigente, aplicaron las sanciones correspondientes, que son las que hoy cumplen.
A lo anterior se suma, a mi juicio, otra situación más grave aún: el presente proyecto se asoma como una solución parcial a un problema bastante complejo.
En esta Corporación, señor Presidente , se encuentran en trámite legislativo diversas iniciativas legales, las cuales evidencian en su concepción una sesgada visión de nuestra historia reciente y de los graves problemas políticos y sociales por los que hemos atravesado. Y no supongo intenciones, pero de ellas se desprenden, por una parte, un ánimo reparatorio para el sector que participó en actos subversivos, y por otra, el abandono y la vindicta pública para miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden a quienes correspondió combatir esos mismos actos.
Se podrá decir que este proyecto establece beneficios sólo para quienes cometieron delitos terroristas entre el 1 de enero de 1989 y el 1 de enero de 1998, y que, de esta manera, no son comparables con situaciones ocurridas antes de esa fecha. Sin embargo -y en esto no seamos ingenuos-, esas personas pertenecían a grupos armados cuyo accionar se venía desarrollando desde mucho antes y que adquirió mayor virulencia durante el Gobierno militar.
Por ello, si queremos cerrar de una vez por todas nuestras heridas como nación, me parece del todo razonable, como una forma de encontrar salida al problema en su conjunto, que se busquen alternativas de solución similares para los problemas judiciales que ahora enfrentan miembros de las Fuerzas Armadas y de Orden que, por combatir el terrorismo y la subversión -como he dicho-, se hallan actualmente procesados o condenados. A ellos no se les aplica la legislación vigente, fundamentalmente la Ley de Amnistía de 1978, la que, en una mañosa interpretación, sólo ha beneficiado a elementos terroristas: éstos, al amparo de esa normativa, están en libertad.
Señor Presidente , ése es el problema de fondo de la presente iniciativa y -por qué no decirlo- de las otras en trámite, ya que, en su parcialidad, sólo buscan recomponer los problemas por los que atraviesa un solo sector de nuestra sociedad.
Por tal motivo, mientras no se busquen y propongan soluciones al problema en su conjunto y que evidencien un ánimo real de curar las heridas de nuestra historia reciente, como un deseo serio de reconciliación y de paz, el proyecto no debería ser aprobado.
Por lo tanto, voto en contra.
El señor CANTERO.-
Señor Presidente, se ha hecho presente una serie de fundamentaciones que llaman a reflexionar sobre ellas para apoyar la iniciativa.
Se ha argumentado acerca del arrepentimiento. Yo tengo la impresión de que a estas alturas están arrepentidos todos los que participaron en actos aberrantes, violentos, criminales.
Se ha recurrido también al argumento de los hijos. Tener hijos es patrimonio de todos, no sólo de un sector. Todos tienen hijos.
Se ha señalado que se trata de un error y de una equivocación. Pues bien, ese error y esa equivocación han afectado a todos por igual: a los de una y otra trinchera.
Se ha hablado de tener gestos de generosidad. Me parece que éstos deben emanar de todos los sectores y con la misma convicción, con el mismo compromiso, con la misma sinceridad.
Se ha hecho referencia a casos de humanidad. La humanidad es propia del ser humano. Ambos sectores tienen esa cualidad y deberían hacerse merecedores de ella.
Se ha aludido a actos de perdón y compasión. Quienes los piden deben estar dispuestos a darlos. Entonces, unos y otros deben ser merecedores de perdón y compasión.
Se trata de actos de violencia, la que, en definitiva, afectó a la sociedad chilena, que se enfermó, que se contagió del ambiente nacional.
No puedo aceptar el argumento de que matar, quitar la vida, por un móvil político sea delito político. Es un asesinato, un crimen, un acto de terrorismo y un atropello a los derechos humanos.
Y, con la misma firmeza con que se argumenta en esa línea, también se razona en la otra. En consecuencia, aquellos que atentaron contra la vida actuaron en el mismo ámbito de la falta.
Tengo la impresión de que se deben evitar las parcialidades. Dadas las fechas de ocurrencia de los hechos, considero difícil intentar una justificación: tuvieron lugar en una época de plena vigencia de la democracia o, por lo menos, en que se intentaba hacerla funcionar.
Lo que se mantiene vivo en la memoria de todos, como fruto de ese período de violencia o de la guerra fría o de la confrontación ideológica, apunta a hechos repudiables que debemos superar, aunque no olvidar, para no repetir los mismos errores.
Se afirma la necesidad de intentar dejar atrás el pasado. Manifiesto mi mejor disposición, mi compromiso, mi estado de ánimo, para reparar las heridas y los dolores del pasado en la forma más generosa factible. Pero creo que esa actitud no puede ser parcial. No digo que debamos ofrecer monedas de cambio, porque sería inmoral, inaceptable. Pero uno quiere ver que la sociedad chilena se está reconciliando de verdad y no haciendo cálculos para obtener beneficios particulares, cuando lo que deseamos es el bien común de ella en su integridad.
Creo que en este caso se aprecia, por lo menos, una asimetría, no un espíritu de igualdad ante la ley. La benevolencia debe ser para todos: para los que asesinaron, en época de democracia, a través de actos de terrorismo y para los miembros de las Fuerzas Armadas o del Gobierno militar que lo hicieron atropellando los derechos humanos.
Por consiguiente, en ese espíritu, declaro mi mejor intención para colaborar en la búsqueda de acuerdos que hagan viable al Parlamento la entrega al país de una señal clara de reconciliación. Sin embargo, en esta materia observo parcialidad y no el compromiso que se requiere.
Por eso, voto en contra.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente, en una breve fundamentación de voto, quiero referirme a dos puntos.
El primero de ellos dice relación a las expresiones del Honorable señor Viera-Gallo . Entiendo la lógica del señor Senador, quien, obviamente, trata de argumentar a favor de la aprobación del proyecto de ley, pero en su razonamiento plantea el asunto de una forma que, con todo respeto, quiero corregir.
Su Señoría se refiere, básicamente, al tema de la coherencia, de la concordancia, y alude al documento donde aparece, en efecto, nuestro compromiso de apoyar una normativa de naturaleza similar a la que nos ocupa, el cual fue despachado hace un año y se denomina "La paz ahora".
Ese texto nació de una profunda reflexión de mi Partido respecto de lo que había ocurrido con nuestra democracia, con los derechos humanos, con las víctimas, y de cómo ser capaces de construir entre todos un país distinto hacia adelante.
En esa instancia planteamos cuatro medidas. La primera buscaba agilizar los procesos pendientes tanto de uno como de otro lado, entendiendo que quizás el atraso había generado problemas adicionales a los que debíamos enfrentar. La segunda pretendía crear nuevas opciones de indemnización, lo que constituyó una reflexión profunda a partir de discusiones difíciles, en particular con familiares de detenidos desaparecidos. La tercera tenía que ver con la idea de mejorar la ley de reparaciones, y la cuarta, con medidas procesales complementarias que nos permitieran acercarnos a ese país de entendimiento y no de enfrentamiento que, creo, que busca la inmensa mayoría de los que estamos aquí.
Y, sobre esa base, textualmente se señala: "Por eso, al concluir nuestra propuesta, como testimonio de nuestra voluntad de pacificación, proponemos al Presidente de la República que, conjuntamente" -subrayo la palabra- "con los proyectos antes referidos y con igual urgencia, presente también un proyecto de ley de indulto general", etcétera.
En consecuencia, aquí hay coherencia. Se trata de un tema complejo para todos. Hemos reflexionado mucho en esta bancada sobre lo que debemos realizar hacia adelante. Y ese documento ha sido una fuente inspiradora que nació del dolor, de la duda, de la meditación, de la autocrítica, de pensar en un país distinto para el futuro.
Sin embargo, en aras de apuntar a la verdad, por lo menos quiero dejar constancia, en esa lógica, de que nuestro compromiso era en función de las otras propuestas, todas las cuales, en sí mismas, son válidas, importantes, practicables.
En segundo lugar, deseo ahorrarme una fundamentación haciendo mío lo planteado por el Honorable señor Chadwick . Su Señoría formula una reflexión exigente pero esperanzadora. Exigente, porque nos recuerda que también aquí hay víctimas; porque nos recuerda el significado de la democracia; porque nos recuerda cómo funcionan las instituciones y el sentido de construcción de un país. Pero también es esperanzadora, ya que muestra la voluntad de llegar a acuerdo en la medida en que ello nos permita avanzar hacia una sociedad distinta.
Por eso, reiterando que hago mía tal reflexión, voto en contra.
El señor FERNÁNDEZ.-
Señor Presidente , cuando se presentó el proyecto, lo analizamos con mucha esperanza de que podría ser un instrumento de reencuentro entre los chilenos y apuntar hacia el camino adecuado que permitiera una efectiva reconciliación de todos.
Sin embargo, los hechos ocurridos en los últimos tiempos han demostrado que el ambiente de reencuentro y de reconciliación, lejos de crearse, es inexistente. La iniciativa en debate ha sido tomada en un aspecto completamente distinto -no por los señores Senadores aquí presentes y que se han referido a ella-, afirmándose que se está en presencia, y como un hecho generalizado, de presos políticos, que se trata de reivindicar una tremenda injusticia, con prescindencia de que el propósito perseguido era humanitario, de clemencia.
En ese camino humanitario, de clemencia, estábamos nosotros, porque así lo planteamos en el documento "La paz ahora". Tanto es así que parte de su contenido fue recogido por el Presidente de la República al enviar los proyectos respectivos a la Cámara de Diputados, con la suerte que todos conocemos.
Pero, lamentablemente, el ambiente distorsionó por completo ese sentido. De una normativa humanitaria que buscaba realmente el reencuentro entre todos los chilenos, se fue derivando a una reivindicación de lo ocurrido, desde luego con amenazas y presiones a los Parlamentarios, así como con insultos de todo tipo. Ello hace que el ambiente no sea el más favorable para los efectos de conocer y apoyar un proyecto de esa naturaleza.
Votaré en contra, pero estoy dispuesto a continuar avanzando, en todo caso, para hallar los caminos que efectivamente nos lleven al reencuentro y para que se puedan solucionar estas dificultades con la mayor grandeza, sin entrar a calificar los hechos. Esto último es diferente de lo que es la clemencia, el reencuentro y, en definitiva, un aspecto meramente humanitario.
Si nos vamos por un camino distinto, como la revancha, la reivindicación, el ejercicio de determinados derechos, y se plantea que estamos hablando de otras cosas, creo que ello no conducirá a nada, sino sólo a mantener los viejos odios y todo lo que pudo haber ocurrido en el pasado, que queremos ayudar a superar.
Por eso, señor Presidente, en esta ocasión no puedo prestar mi voto favorable al proyecto.
El señor FLORES.-
Señor Presidente , soy uno de los autores de la normativa y viví durante casi tres años la cárcel política. Recuerdo que en ese período no había nada que hiciera sufrir más que la expectativa de salir libre. Y una de las cosas que debíamos aprender era a no escuchar los rumores de buenas noticias. Eso terminaba volviéndonos locos. Es algo que me costó bastante tiempo asimilar.
Entonces, creo que, aparte del sufrimiento de los presos, todos hemos cometido -incluyo a los que presentamos la iniciativa- un acto de crueldad innecesaria con sus familiares, a quienes hemos visto por acá durante dos años y medio. Porque esto es como un suplicio chino: primero se le dice a la gente que hay esperanza, y después, que no la hay. Es un sufrimiento mucho más grande, que estoy cierto casi no puede imaginar la mayoría de los que no han vivido esa experiencia. Por lo tanto, me parece que analizar el asunto sólo desde el punto de vista de la razón deja fuera el de la humanidad.
Estoy dispuesto a hacer gestos. Entiendo lo que sucede. Y pido a mis Honorables colegas de la Oposición -por los que siento mucho respeto- que los hagamos. Sus Señorías pueden contar con mi voto en las circunstancias en que lo necesiten, salvo en el caso de los degollados, el de Tucapel Jiménez, el del carpintero Alegría y algún otro. En cuanto al resto, no tengo rencor alguno. Saquemos el país adelante. Es tiempo de terminar con el problema.
Voto a favor, pero quiero dejar planteada mi petición a los Honorables colegas que todavía no han fundamentado su pronunciamiento.
La señora FREI (doña Carmen) .-
Señor Presidente , rechazo y no comparto -no compartiré nunca- el camino del terrorismo. A mi juicio, no hay racionalidad alguna en los actos que atentan contra la vida de un ser humano.
Sin embargo, creo en la compasión y en la posibilidad de las personas de arrepentirse y reconocer terribles errores que pueden haber producido mucho dolor.
Creo en el perdón. La imagen del Papa perdonando a su agresor nos impactó y conmovió al mundo. Tal vez, dentro de muy poco también me veré enfrentada a perdonar a quienes planificaron, ordenaron o atentaron contra la vida de mi padre.
Hoy, cuando en los presos políticos existe -como lo han expresado los señores Senadores que los han visitado- arrepentimiento, dolor por el pasado y esperanza en enfrentar un futuro distinto, no puedo dejar de tener confianza, compasión y fe -sobre todo, fe- en que en el Senado nos es factible dar esta tarde ante el país una señal de que queremos dejar atrás heridas muy profundas, para, mediante actos como éste, ir logrando la reconciliación definitiva de todos los chilenos.
Por eso, voto que sí.
El señor GARCÍA .-
Señor Presidente , distintos Honorables colegas que me han antecedido en el uso de la palabra (y también Su Excelencia el Presidente de la República y el señor Ministro del Interior ) nos han llamado a votar a favor de esta iniciativa de indulto de conductas terroristas, por contribuir a la paz social, la reconciliación y el perdón, todos, por cierto, objetivos muy nobles y necesarios.
Sin embargo, pienso que, lejos de contribuir a la unidad, el proyecto no hace sino continuar marcando una diferencia que para muchos de nosotros resulta profundamente injusta. Ella no es otra que la de estimar que la sociedad, a través de sus instituciones republicanas, sigue teniendo la manga ancha, muy ancha, para tratar a los terroristas, y otra muy distinta para los miembros de las Fuerzas Armadas y de Carabineros que debieron luchar por desarticular a los grupos que sembraron el país con odio y violencia.
Estoy disponible, con mi voto, para aprobar una iniciativa de paz social amplia, que beneficie tanto a quienes creyeron en la violencia como forma de expresión y actuar políticos cuanto a aquellos que estimaron que su obligación era dar orden, seguridad y tranquilidad.
No soy el que debe juzgar quién es más culpable: si los que se refugiaron en grupos terroristas o los miembros de las Fuerzas Armadas y de Carabineros que violaron los derechos humanos.
Si lo que queremos es la paz social, el reencuentro entre los chilenos, persigamos ese propósito con unos y con otros.
¡Ésa es la verdadera justicia! ¡Ése es el camino a la verdadera reconciliación: perdón y olvido para todos! Así construiremos el futuro de unidad que los chilenos anhelamos.
Tengo el convencimiento, señor Presidente , de que el quiebre institucional del 11 de septiembre de 1973 -el inicio de la dictadura, como muchos lo llaman- no fue consecuencia del proceder de las Fuerzas Armadas y Carabineros; tampoco de los jóvenes que, creyendo en la vía violenta, se incorporaron a los grupos de lucha armada, como el MIR o las Juventudes Comunistas. Los verdaderos responsables del 11 de septiembre de 1973 fueron los líderes políticos de la época, incapaces de lograr acuerdos, incapaces de detener la violencia, incapaces de entender que los proyectos excluyentes atentan contra la unidad nacional, tan necesaria para sentirnos partícipes de un destino común.
Ojalá que el Senado tenga pronto la grandeza de aprobar un proyecto de ley amplio y generoso que nos haga sentirnos a todos, sin exclusión, constructores de un destino de mayor grandeza y de mayor futuro para los chilenos.
Voto que no.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente , la moción que significa indultar a los hechores de delitos de carácter terrorista cometidos en el sistema democrático obliga a un examen de conciencia y, también, a analizar qué camino resulta en definitiva más conveniente para avanzar en la paz social.
Como se ha señalado, se trata de presos que a la fecha han cumplido efectivamente, en promedio, más de 10 años de sus penas en la Cárcel de Alta Seguridad.
En paralelo, la opinión pública y los Parlamentarios tenemos antecedentes de que los autores de graves crímenes, como homicidios y violaciones, salen libres a los pocos años.
En ese sentido, recibí los llamados del Obispo de Aisén y del Vicario de la Pastoral Social de la Iglesia Católica, Alfonso Baeza , a fin de proceder con un espíritu humanitario y cristiano, por cuanto, a su juicio, los presos ya han pagado lo suficiente y han manifestado un claro compromiso de deponer ese tipo de actitudes y la intención de incurrir en hechos de similar naturaleza.
No obstante, también hay que tener muy presente el dolor que han causado a instituciones de nuestra sociedad, como Carabineros, Investigaciones y Gendarmería, entre otras, y muy especialmente a los familiares directos de las víctimas, el cual no se aminora ni se resuelve con más o menos años de cárcel.
Es necesario abrir espacios en la sociedad para que se conozca el paradero de quienes fueron objeto de atropellos a los derechos humanos y se apliquen penas justas, junto con establecer bases sólidas para que estos hechos y los que generaron un ambiente que permitió su ocurrencia no vuelvan a darse nunca más.
En el espíritu cristiano a que nos llaman los obispos, testimoniado por el propio Papa, quien perdonó a la persona que atentó contra su vida, y con la esperanza de dar un paso positivo, sin pretender por ello descolocar a mis colegas de la Alianza, a los que anima un verdadero propósito de conciliación nacional, invito a dar un paso equivalente al resto de los Parlamentarios y al Gobierno, de modo de no quedarnos anclados en el pasado y de terminar con un germen de resentimiento que en nada hace bien a la convivencia.
Por ello, valoro positivamente las palabras que hemos escuchado en la Sala, las cuales nos instan a seguir trabajando en el tema para dar a Chile la paz social que merece.
Por esas razones, voto a favor.
El señor LAVANDERO .-
Señor Presidente , manteniendo hoy una línea de siempre, votaré por la reconciliación nacional, por el perdón y por la paz.
Si no creyera en eso, no podría llamarme un humanista y un cristiano, sobre todo cuando los condenados han pagado ya un alto precio por sus actuaciones.
Aquí hemos aprobado, con los votos de todos los señores Senadores, indultos y amnistías para delincuentes comunes no obstante haber estado encarcelados poco tiempo por hechos que, en algunos casos, causaron la muerte de personas.
Por otra parte, los actos cometidos por quienes se verían favorecidos por las normas del proyecto no tuvieron por objeto su enriquecimiento personal. Por tanto, al menos debiéramos ser capaces de aplicar un mismo trato.
En estas condiciones, como cristiano, como Senador y como político, pienso que es hora de perdonar para conseguir la reconciliación.
Voto que sí.
El señor NOVOA .-
Señor Presidente , el indulto por delitos terroristas constituye una pésima señal, tanto en el país, donde será visto como acto de benevolencia hacia hechos delictuales graves, cuanto en el plano internacional, pues no se entendería por qué en Chile se discute ahora un proyecto de esta naturaleza.
Además, la discusión de la iniciativa en el Senado está asociada a presiones que no son aceptables. Ello, porque su objetivo dice relación al indulto de personas que cometieron delitos graves y reiterados.
No quiero abundar en las razones que justifican un voto negativo. Sobre el particular, hago mía la argumentación del Senador señor Chadwick .
Sin embargo, quiero precisar algunos aspectos, desde el punto de vista de la Unión Demócrata Independiente.
En primer lugar, cualquier Senador de la UDI puede pronunciarse a favor del proyecto, si así lo estima en conciencia. No existe ninguna instrucción u orden en ese aspecto, y no podría haberlas. Por lo tanto, los colegas de mi colectividad que han manifestado su disposición a aprobar la iniciativa cuentan con todo el respeto del Partido.
En relación con esta materia, ayer señalé que, si faltara un voto para alcanzar el quórum de 29 Senadores que se requiere para aprobar el indulto general a terroristas, cambiaría mi votación negativa por una a favor, por respeto a la palabra del Senador señor Larraín , quien se encuentra fuera de Chile en representación de esta Alta Cámara. No quiero que se hagan cargos a un miembro de mi Partido que comprometió su apoyo. Tuvo legítimo derecho a hacerlo.
Por ello, pido al señor Secretario que, antes de que concluya la votación, informe si están o no los votos requeridos. Si no están, manifiesto mi disposición a modificar el mío, para dar la mayoría necesaria.
En segundo término, quiero precisar la posición permanente de la UDI frente a este tema.
Por las razones que se han dado, consideramos que constituye una muy mala señal indultar a quienes cometieron delitos terroristas. Sólo en casos excepcionales y por motivos muy importantes podría tener justificación una medida de tal tipo.
En su minuto planteamos una propuesta asociada a un proceso de pacificación de nuestro país, la cual incluía distintos proyectos de ley, para mejorar la situación de las víctimas de violaciones a derechos humanos; establecer reparaciones morales; agilizar procesos, y aclarar las dudas jurídicas que mantienen juicios abiertos en forma inaceptable ¿bajo una visión justa de la realidad-, por muy atroces que fuesen los crímenes cometidos.
En ese contexto, hicimos un planteamiento por la paz, integrado por varias iniciativa legales en torno de los derechos humanos. Voy a leer su contenido, para que no haya dudas: "Al concluir nuestra propuesta, como testimonio de nuestra voluntad de pacificación, proponemos que el Presidente de la República, conjuntamente con los proyectos antes referidos y con igual urgencia, presente también un proyecto de ley de indulto general".
Ésa fue nuestra posición. No la hemos cambiado nunca.
Hicimos todo tipo de esfuerzos para que las iniciativas sobre derechos humanos tuvieran, no la orientación de la UDI, sino la que les diera el Presidente de la República al patrocinarlas.
Señor Presidente, aunque eso no fue posible, quiero dejar constancia de que nuestra posición no ha variado.
Voto que no.
El señor NÚÑEZ.-
Señor Presidente , como lo señaló el Senador señor Flores, son pocos los que saben lo que significa estar preso, más aún cuando la sanción se aplica por hechos no cometidos. Comprendo, en consecuencia, lo que deben estar sufriendo quienes llevan más de diez años en la cárcel. Es muy dura la reclusión, porque con ella se rompe la familia; se pierden las amistades; se extingue la esperanza, y se acaba todo aquello que se intentó fundar en la vida.
Las amnistías y los indultos no son patrimonio exclusivo del sistema democrático. Cabe recordar como un hecho particularmente positivo que durante el Régimen militar se dictó el decreto ley 2.191, conforme al cual muchas personas que llevaban tres o cuatro años en campos de concentración o en cárceles pudieran salir del país, porque se les amnistió o se les conmutó la pena por la de extrañamiento.
Cientos de chilenos se fueron a otros países de América Latina y a Europa, y valoraron la circunstancia de que el Régimen militar, contra el cual muchos combatimos -desde el punto de vista político, por cierto- haya tenido ese gesto, gracias a la disposición de un Ministro del Interior , cuyo nombre no recuerdo, quien fundamentó ante el Poder Legislativo de la época la necesidad de no mantener en prisión durante tanto tiempo a personas sentenciadas por delitos tan terribles y similares a los cometidos por aquellos a quienes hoy pretendemos amnistiar. Los que salieron de Chile por extrañamiento no vivieron la condena, pero igualmente fueron acusados de ilícitos graves.
Nadie pretende ser blando con el terrorismo. Parto de la base de que una sociedad civilizada debe ser capaz de erradicar ese flagelo. Pero no es una lucha de unos pocos, sino de todos.
Aquí se trata básicamente de beneficiar a personas que ya han pagado su culpa. Como dije al principio, debe ser extraordinariamente doloroso mantener la condición de presos, sobre todo por actos de los que hoy seguramente ¿no me cabe duda al respecto- están arrepentidos.
Estoy convencido de que todas las personas, incluyendo las que hayan cometido delitos terroristas, tienen el derecho a la rehabilitación y a reclamar por su condición.
Los presos de que se trata se hallan en huelga de hambre. Pero no la mantienen como medida de presión, contrariamente a lo que se ha dicho. Llevan protestando más de 70 días, porque se les abrió un camino de esperanza. Y no lo hizo el Gobierno solamente; fueron muchos, entre los que se cuentan algunos Senadores de la Oposición. Cuando se vislumbra una luz al final del túnel, las personas tienen reacciones absolutamente legítimas y que no son necesariamente un arma de presión.
Muchos de ellos, lamentablemente, pretenden seguir en huelga de hambre, lo que no me gusta, porque ponen en riesgo sus vidas. Ninguno de nosotros pretende que, por nuestras acciones o determinaciones ¿aunque sé perfectamente que lo hacemos en conciencia-, tales personas dejen de existir. Eso sería, francamente, muy lamentable.
Honorables colegas, en mi opinión, Chile ha logrado su estabilidad gracias al éxito de una transición democrática particularmente compleja y difícil; pero no hemos superado muchas cosas, como se evidencia en la discusión de hoy, a pesar de las diversas leyes de amnistía aprobadas por nosotros mismos.
Pero seguimos siendo un país estable y respetable. Nadie nos ha reprochado en el extranjero. Como dirigente internacional, sé perfectamente que en Estados Unidos o en Europa no se criticaría a Chile por dictar una normativa de este tipo para tales personas, pues saben que somos serios y responsables. Además, tengo plena seguridad de que, al ser beneficiadas con la ley en proyecto, se van a rehabilitar, y lo harán en el sentido de lo que entienden por ese concepto. Pero en ningún caso -me asiste la total certeza- volverán a cometer delitos que podrían ser calificados de terroristas.
En virtud de esas razones, porque tenemos el deber de mantener y de profundizar la reconciliación en nuestro país, la cual todavía no es plena; porque pretendemos que en ningún momento se vulnere la paz en Chile, ya que bastante nos ha costado alcanzarla, voto favorablemente el proyecto.
El señor OMINAMI.-
Señor Presidente , soy de los Senadores que han tenido distintos tipos de dudas con motivo de esta moción. Hace muchos años que entendí que la violencia es inconducente para conseguir propósitos de transformación social y política, por nobles que sean; sin embargo, pienso que hay una diferencia muy importante entre utilizarla en dictadura y hacerlo en democracia.
Por eso tenía cierta incertidumbre con relación al proyecto, como también respecto de la sinceridad y del arrepentimiento de quienes están involucrados.
En muchas ocasiones hablé con alguien que, en mi opinión, ha sido muy importante en la generación de este debate: doña Irma Véliz , mujer de Guillermo Ossandón. Ella ha conversado prácticamente con todos nosotros. A mi juicio, su actitud es un buen testimonio del esfuerzo y del intento por resolver el problema de un modo humanitario.
No obstante, me pareció que no bastaba con ese diálogo, razón por la cual opté por lo sano. Fue así como en una oportunidad acudí con el Senador señor Naranjo a hablar con los afectados. Estimé pertinente preguntarles en forma directa qué pensaban, en qué estaban y cuál era la sinceridad frente a la renuncia que formalmente debían hacer respecto de la violencia política para beneficiarse en los términos establecidos en la presente iniciativa legal.
Puedo dar fe de que se trata de personas que tienen todas las condiciones para reinsertarse en la sociedad, conforme a los nuevos tiempos que corren. Poseen ahora una disposición distinta; no son las mismas que entraron a la Cárcel de Alta Seguridad hace más de 10, 12 e incluso 14 años. A mi juicio, han pagado -y duramente- por los delitos cometidos. Por consiguiente, como se ha dicho, aquí no hay impunidad.
Siento de verdad una gran pena por su situación, porque, en el fondo, sería una crueldad negarles la posibilidad de libertad a quienes han pagado su culpa en prisión durante mucho tiempo y que en un momento pensaron que aquélla estaba cerca. Eso constituye una especie de castigo adicional que se les infligiría, porque -digamos las cosas como son- se les hizo creer -a mi juicio, con buena voluntad- que su problema se resolvería. Un Cardenal, inclusive, estaba de por medio.
No solamente nos escucharon a nosotros, sino también a los Senadores señores Larraín y Bombal , quienes, con total buena fe, adhirieron a la iniciativa. En consecuencia, los presos sintieron que podían quedar en libertad.
Visité la Cárcel de Alta Seguridad por ahí por noviembre y pude enterarme de que ellos pensaban celebrar en sus casas las fiestas de fin de año.
Esas personas -lo digo con mucho respeto- no sólo escucharon las palabras de los Honorables señores Larraín y Bombal , sino que también leyeron lo que manifestó, por ejemplo, el Senador señor Chadwick , quien, en declaraciones de junio de 2003, expresa: "El indulto que planteamos no es una moneda de cambio de nada. ¡Eso es absolutamente ajeno a nuestro espíritu!".
Sin embargo, desgraciadamente, compruebo que hoy día no se expresa lo mismo.
El Honorable señor Novoa ha hecho un desafío: que el Gobierno presente un proyecto de ley. Pero me parece que el asunto es mucho más simple: que lo haga la UDI. ¡Presenten ustedes una iniciativa y sobre esa base discutimos!
Señor Presidente, junto con lamentar el resultado que se anticipa de la votación, me pronuncio a favor de la iniciativa. Pido que seamos consecuentes con los dichos y que la Oposición formule su propuesta.
El señor ORPIS.-
Señor Presidente , como Senador por la Primera Región , inicié encuentros con familiares de los detenidos desaparecidos, particularmente en Iquique. Lo hice en forma anónima, convencido de que había que dar pasos significativos para la reconciliación y la paz social.
Por fortuna, la iniciativa cayó en tierra fértil. No la planteamos como un hecho aislado. Se logró institucionalizar en nuestro Partido. Fue así como la UDI -para sorpresa de la opinión pública y de las propias autoridades- constituyó una mesa de diálogo en materia de derechos humanos, donde no sólo se recibieron testimonios de las personas que estuvieron en Pisagua, sino que también se escuchó a miembros de más de cien familias de todo el país.
La opinión pública valoró ese paso gigantesco, porque estábamos convencidos de que se debía avanzar en el tema de la reconciliación y la paz social. Así lo sentí en términos personales y en forma muy profunda.
Paralelamente, por no coincidir con la iniciativa en cuestión, dos de nuestros Senadores, como opción personal, adhirieron al proyecto en debate.
En ese contexto de paz social y reconciliación, Monseñor Baeza fue recibido en la mesa de derechos humanos de la UDI, donde hizo sus planteamientos. Fue en esa línea que, junto con las familias de los detenidos desaparecidos, se incorporó también, institucionalmente, la presente iniciativa sobre indulto general, para avanzar en materia de paz social.
Nace así la propuesta de nuestro Partido denominada "La paz ahora", entregada al Presidente de la República y a otros sectores políticos. El Primer Mandatario, en un anuncio largamente esperado por el país, da a conocer los lineamientos generales, los cuales se materializan después en un proyecto de ley en la Cámara de Diputados.
Prácticamente todos los Parlamentarios y el país tenían gran expectativa en este conjunto de iniciativas, ya que, por fin, tanto la Concertación como la Oposición iban a avanzar de manera decidida en la reconciliación, con madurez y altura de miras.
Lamentablemente, ahora siento una profunda frustración, por cuanto pareciera que hemos perdido una gran oportunidad.
Chile y una mayoría no menor del Parlamento creían que había transcurrido el tiempo necesario, que existía la madurez suficiente y que efectivamente podíamos avanzar en la reconciliación y la paz social.
No fue así. Y hoy nos vemos enfrentados, desgraciadamente, a una disyuntiva, pues en conciencia creemos que este proyecto no va a conducir a la paz social, porque no está mirado en un contexto global.
¿Cuántas veces se postergó en la Sala la tramitación de esta iniciativa para que en la Cámara de Diputados avanzaran los tres proyectos relativos a los derechos humanos o para que se rectificaran ciertas materias propuestas por el Presidente de la República que habían sido rechazadas por Parlamentarios de la Concertación? ¿Cuánto esperamos?
En términos globales, se trataba de iniciativas que apuntaban a la paz social.
Desafortunadamente, nos vemos enfrentados a este proyecto. Lo abordamos para tratar el tema de la paz social, que va más allá. Y por eso era necesario un análisis de conjunto. Reitero: ello no fue así. Por lo tanto, pensamos que esta normativa no va a conducir necesariamente a ese fin. Nosotros estamos dispuestos a avalar todas aquellas que sí lo hagan.
Para terminar, quiero manifestar que, tal como estuvimos llanos a asumir el compromiso contenido en el documento antes mencionado y a apoyar la propuesta del Presidente de la República , nos encontramos plenamente abiertos a tomar todo tipo de iniciativas que conduzcan, en términos globales, acotados -como se estableció-, a avanzar en la reconciliación y la paz social que espera la gran mayoría de los chilenos, pero en un escenario distinto del que se nos presenta en esta oportunidad.
Por tales razones, voto en contra.
El señor PARRA .-
Señor Presidente , pienso que no se ha prestado suficiente atención al origen del proyecto. Éste se inició en una moción nacida, en gran medida, en el seno de la Comisión de Derechos Humanos, que lo estudió e informó.
Dicho órgano técnico no se limita a informar las iniciativas que la Sala envía para su conocimiento, sino que además, como corresponde a todas las Comisiones de esta Corporación, está permanentemente preocupado de los temas de su incumbencia. Y se abocó a este proyecto en un momento en que, sin duda, la dinámica social demuestra que hemos logrado avances sustanciales en materia de respeto a los derechos humanos y de establecimiento de una cultura que los coloque en el centro, como, asimismo, que tenemos madurez suficiente para adoptar medidas de la naturaleza de las propuestas.
No se puede aislar la iniciativa de ese contexto, que, con el esfuerzo de todos, felizmente hemos ido alcanzando.
Por eso, no me parece aceptable el argumento de lo que el proyecto no dice, de los alcances que no tiene, para votarlo negativamente esta tarde. Tenemos la obligación de analizar el texto que existe, el cual, naturalmente, puede ser enriquecido, puede ser abierto. Ello no se contrapone a sus ideas matrices.
Deploro que el voto negativo de tantos señores Senadores comprometa la aprobación de la idea de legislar, porque de esa manera se pierde la oportunidad, que ellos mismos reclaman, de otorgar mayor alcance o mayor cobertura al proyecto, para lo cual todos manifestamos nuestra disposición.
Tampoco es posible atribuir responsabilidades al Ejecutivo en esta materia, el que ingresó al Parlamento iniciativas que están en tramitación, algunas de ellas en el Senado.
Por consiguiente, nuestra responsabilidad en este punto es absolutamente directa e inexcusable. Me parece incomprensible el votar en contra aduciendo aquello que no dice el proyecto. Porque no he escuchado ni una sola voz que le reste mérito o que señale que no se estaría dispuesto a votarlo favorablemente si se incorporaran elementos que hoy no contempla.
Por último, deseo hacer presente que aquí -como bien se ha sostenido- estamos ante un acto de política criminal. Y debe quedar bien claro que el indulto, por su naturaleza, no borra el delito, sino que, en este caso, sólo tiene el efecto de conmutar parcialmente la pena; de interrumpir la aplicación del presidio a que fueron condenadas las personas a que alude la iniciativa.
Es evidente que en el proyecto no hay acto alguno de condescendencia hacia el terrorismo. La legislación sobre la materia sigue plenamente vigente y la determinación de las autoridades y de los Poderes Públicos de combatir cualquier asomo de terrorismo en Chile es incuestionable. Nadie puede poner en duda esa voluntad, a la cual el Presidente de la República se ha referido de manera reiterada..
Por lo tanto, la iniciativa debe ser apreciada únicamente en sus alcances reales, en su contenido y en su dimensión jurídica.
Por esas razones, voto a favor.
El señor RÍOS.-
Señor Presidente , con relación a lo señalado por un señor Senador en orden a que habrían sido convocadas todas las fuerzas políticas parlamentarias para analizar el proyecto, debo manifestar que mi Partido, Renovación Nacional, nunca fue invitado a reunión alguna en forma previa a su presentación y análisis. Con posterioridad recibimos información que nos hizo interesarnos más en él.
Ello tiene una razón práctica. Lamentablemente, por la distribución de Parlamentarios que se efectúa al principio de cada legislatura, mi colectividad no tiene presencia en la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía.
Entiendo esa razón, pero lo cierto es que no participamos en la materia. Sin embargo, eso no significa que estemos cerrados ante alternativas futuras. Ya se recordó aquí cuál fue la actitud de Renovación Nacional frente a la legislación de los años 90, cuando se entregó al entonces Presidente de la República , don Patricio Aylwin , la facultad de indultar a las personas que habían cometido actos ilícitos en un período trascendente, el cual sin duda alguna quedará en la historia con sus problemas, sus debilidades, sus defectos, sus virtudes.
Tocante a lo señalado por el Honorable señor Viera-Gallo en cuanto a que el Senado ya habría legislado sobre un indulto respecto de actos de otro Poder del Estado, hago presente que ese caso -lo recuerdo perfectamente- era distinto, ya que benefició a Marcela Rodríguez , la llamada "mujer metralleta", quien cometió ilícitos antes de 1990 y, además, deplorablemente, sufrió un castigo físico muy dramático: quedó inválida, lo cual en definitiva predominó sobre toda otra consideración.
Digo lo anterior porque, si bien es cierto que el proyecto tiene los inconvenientes que planteó la Corte Suprema y que, desde nuestro punto de vista, no fueron resueltos, podría crearse el precedente de una actuación en el ámbito de un Poder del Estado -con autonomía y potestades institucionales- ajeno al nuestro. Ello no es apropiado, por cuanto podría complicar el asunto y llevar a pensar -como se ha dicho antes y se repite ahora- que el proceso judicial no fue adecuado y que no se habrían cumplido todos los procedimientos.
En mi opinión, ese delicado hecho -porque el Senado haría suyas tales denuncias en caso de aprobarse el proyecto- marcará la vida institucional del país.
Hemos ido conociendo ahora, no antes, las características de quienes están detenidos. En el informe no existe dato alguno, ni siquiera el nombre, de las personas a quienes afectaría favorablemente la ley en proyecto; tampoco, sus antecedentes judiciales. Aún más, tengo la sensación de que se trata de la primera iniciativa de esta área que analizamos sin las informaciones necesarias. Igualmente, desconocemos quiénes perdieron la vida a causa de los ilícitos que estamos comentando.
Se nos ha dicho que entre los eventuales beneficiarios hay jóvenes que habrían actuado impulsados por un idealismo cuya imagen recibieron de personas mayores movidas por odios antiguos. Nos preguntamos: ¿unos y otros deben cumplir iguales penas?
La verdad es que nos hubiera gustado conocer una opinión previa al debate. Creemos que existen razones suficientes para haber efectuado un análisis amplio, que nos permitiera conocer más a fondo la situación de cada persona y establecer fórmulas tendientes a resolver el problema. Porque, evidentemente, el excesivo idealismo inculcado por gente mayor causó un daño, a muy temprana edad, a jóvenes que al ser detenidos tendrían entre 18 y 20 años.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).- Se ha agotado el tiempo de Su Señoría.
El señor RÍOS.- Termino en seguida, señor Presidente.
Tal como lo expresó el Senador señor Espina , estamos dispuestos a hacer un análisis una vez que quede resuelto el aspecto legislativo, para avanzar en un proceso que nos conduzca a fórmulas distintas de las planteadas ahora y zanjar este asunto.
Voto que no.
El señor SILVA .-
Señor Presidente , fui uno de los Senadores inspiradores de esta iniciativa en la Comisión de Derechos Humanos. En verdad, surgió en ésta, y no en forma aislada, sino que implicó al contexto de ella, que durante todos estos años ha venido palpando directamente el sufrimiento que entrañan para determinados sectores de la colectividad y para la sociedad nacional entera los problemas derivados de situaciones de esta índole y de las sanciones aplicadas.
Nosotros no estamos, de manera alguna, distantes de comprender que con este tipo de actos delictivos se produce sufrimiento en las familias de las personas afectadas. Pero la Comisión no ha podido dejar de tener presente que la población chilena, que en conjunto hubo de enfrentar diversos hechos de este tipo, debió hacer cuanto pudo para procurar la eliminación de esta clase de circunstancias, que han generado mucho dolor.
No está de más hacer notar que cuando asiste un representante de alta jerarquía de la Iglesia Católica que está en contacto con los sectores más pobres, los cuales sufren miseria, angustia y desesperanza, uno no puede dejar de considerar que habla no sólo por sí mismo, sino también ¿dado que ha podido captar su padecimiento- por las familias cuyos deudos se encuentran condenados por actos de terrorismo.
Yo no soy católico, señor Presidente : soy masón. Lo digo aquí, porque tengo el deber de expresar que, según mi concepto de la tolerancia, de la libertad, de la humanidad y del ser humano como sentido fundamental de la historia, el hombre debe ser respetado. Y, así como nosotros lo defendemos y respetamos por nuestra concepción espiritual, apoyamos también a personeros de otros ámbitos cuando asumen la defensa de estos casos, porque están de por medio elementos fundamentales concernientes a la manera de restañar, en alguna medida, el sufrimiento y la desesperanza de los seres humanos.
La verdad es que, en esta materia, la Comisión de Derechos Humanos creyó interpretar el pensamiento del Senado y de las distintas corrientes que lo integran. No podía ser de otro modo, al ver a destacados personeros de partidos de la Oposición que se hicieron presentes en ella para ahondar en la necesidad de abordar una propuesta como ésta. De allí que, con mucho fundamento, el Senador señor Viera-Gallo y quien habla, entre otros, resolvimos presentar la iniciativa.
Es menester recordar que, en el contexto del proyecto, se escuchó a los sectores más representativos de la comunidad. El Auditor General del Ejército compareció a la Comisión y expresó su punto de vista categórico a favor de él. De manera que no cabe sostener que obedece tan sólo al deseo de una parte del Senado. ¡No es así! Nosotros tuvimos la convicción de que con una iniciativa de esta naturaleza estábamos representando el justo anhelo de que esta Alta Corporación emprendiera, al fin, un camino que condujera, de manera cada vez más amplia, a la senda de la paz social.
Por eso, señor Presidente, no puedo sino pronunciarme en consonancia con el hecho de ser uno de los iniciadores del proyecto: a favor.
Por último, quiero señalar que noto una suerte de inconsecuencia en quienes han votado en contra aduciendo que la iniciativa...
El señor GAZMURI .-
Ha finalizado su tiempo, señor Senador.
El señor SILVA .-
... significaría -termino de inmediato, señor Presidente - sólo una demostración parcial de lo que se desea hacer.
Me permito decir a los señores Senadores que sustentan esa posición que tomen como precedente este proyecto (en la hipótesis natural de que sea apropiado), y, sobre esa base, estaremos llanos a hacerlo extensivo a todos los casos que sean necesarios para producir la paz social que todos anhelamos.
Voto a favor.
El señor ZALDÍVAR (don Adolfo).-
Señor Presidente, estamos llamados a pronunciarnos sobre un proyecto de gran trascendencia. Y es preciso que lo hagamos con la mayor grandeza, porque para el verdadero reencuentro de la sociedad chilena es fundamental actuar con prudencia.
Se trata de una iniciativa realmente humanitaria. Por cierto, si se mira desde el punto de vista estrictamente jurídico, hay razones para oponerse o para adoptar un planteamiento u otro. Porque fue tan profunda la crisis social que explotó el 11 de septiembre de 1973 que sus secuelas nos persiguen hasta hoy, y lo seguirán haciendo quizás por cuánto tiempo más.
Por eso, creo justo -y lo digo con la mayor precisión- sostener que el 5 de octubre de 1988 fue para todos un día de reencuentro, porque nos juntamos a dirimir nuestras diferencias, democráticamente, en un plebiscito. Esa fecha marca el principio de la recuperación plena de la democracia. Fue el primer paso. Y el 11 de septiembre de 1990, con la transmisión del mando, se dio el segundo paso. Pero no todos lo entendieron ni tenían la misma apreciación, porque la herida era muy profunda.
Por eso, en la mera entrega a los tribunales de justicia no vamos a encontrar soluciones definitivas, sino parciales, dentro del Estado de Derecho.
Pero aquí, como dijo el Honorable señor Valdés , hay que actuar con grandeza -¡ése es el problema!- y cada uno frente a su conciencia.
Es cierto que se deben dar dos pasos, según manifestó un señor Senador de Oposición . Sin embargo, hay que dar el primero y no esperar que se dé el segundo para estrecharse las manos.
Con eso no estamos legitimando acciones que pugnan con el buen juicio, con la humanidad, como son las terroristas. Muy lejos de ello.
Señor Presidente , hemos de entender que el proceso chileno va más allá de una causa judicial. Y, si queremos de verdad encontrar la reconciliación, cada uno de nosotros debe abrirse y dar esos pasos sin esperar los que da el otro.
Desde estas bancas, nunca hemos estado ¿y jamás lo estaremos- con la violencia, en ninguna de sus formas. Hemos dado testimonio de ello en la defensa de los derechos humanos.
En consecuencia, hoy debemos dar este indispensable paso humanitario en el entendido de que deseamos que la sociedad chilena se reencuentre consigo misma. Y también hemos de abrirnos ¿en tal sentido, las palabras del Senador señor Flores son un buen signo- para encontrar soluciones políticas, no para los crímenes de lesa humanidad, pero sí para situaciones que a veces son un calvario para otras personas.
Sólo actuando de esa forma vamos a honrar al Senado y esta institución tendrá sentido. Actuar con pequeñez o dando la espalda a la historia no es digno de ninguno de nosotros, ni menos del futuro de nuestro hijos, quienes merecen vivir en un país mejor.
Por las razones expuestas, voto a favor del proyecto. Y lo propio haré respecto de cualquier otra iniciativa que permita de verdad la reconciliación entre los chilenos.
El señor VALDÉS .-
¡Muy bien!
El señor ZALDÍVAR (don Andrés) .-
Señor Presidente , después de escuchar el debate y conocer todos los antecedentes, creo útil hacer algunas reflexiones respecto del tema que nos interesa.
En primer lugar, aquí se ha dicho que no estamos ante el fruto de la iniciativa de un sector, sino frente a la apertura de un espacio de entendimiento entre diversos sectores de opinión representados en el Parlamento, desde la perspectiva tanto de quienes representamos a las fuerzas de la Concertación como de los partidos que conforman la Alianza por Chile.
Cuando se comenzó a discutir este tema, encontré que era un camino muy positivo, porque implicaba el comienzo de la apertura de espacios para hallar solución a los problemas que nuestro país tiene pendientes, más aún cuando actuaron destacados Senadores de la Unión Demócrata Independiente, por los cuales siento gran aprecio. Creo que ellos, con su opinión y su participación activa, muy valiente y de mucho coraje -porque debe de haber costado-, abrieron esperanzas y expectativas bastante más allá que si se hubiera tratado de la iniciativa de determinado grupo político.
Eso llevó también a la participación activa de la Iglesia Católica, a través tanto del Vicario de la Pastoral Social , Monseñor Alfonso Baeza , como del propio Cardenal.
Y, sobre el particular, voy a decir algo que deseo rescatar, para evitar malas interpretaciones.
Aquí ¿contrariamente a lo que algunos han sostenido- no ha habido presiones ni olvido de la Iglesia Católica respecto de un sector u otro. Ha existido una preocupación real de gente que tiene una concepción de las acciones humanitarias susceptibles de llevar a cabo. La Iglesia, entonces, toma una posición activa para tratar de buscar soluciones al problema que nos ocupa.
Yo era Presidente del Senado antes de que llegara el documento de la UDI. En varias oportunidades estuvimos en condiciones de llevar el asunto a votación en la Sala. Sin embargo, diversos señores Senadores se me acercaron para decirme que era mejor postergar el debate, pues debía afianzarse bien la votación. Y así nos fuimos, de postergación en postergación, tratando de buscar el acuerdo que hoy esperamos obtener.
Eso crea esperanzas en el grupo de personas que están cumpliendo sus condenas.
¡Aquí nadie está justificando el terrorismo ni la violencia política! ¡Aquí nadie pretende exculpar a quienes hayan cometido actos de violencia política o de terrorismo!
Esas personas fueron condenadas por delitos de violencia política y actos terroristas. Lo que se pretende con el proyecto es reducir el plazo de la sanción: "Señores, con diez años de reclusión se entiende cumplida toda la pena". Ése es el fondo de la iniciativa.
Se trata de una actitud que hemos asumido en otras ocasiones en el Senado. Lo hicimos durante el Gobierno del Presidente Aylwin y en dos oportunidades más. Y se limitaron las penas a gente que había participado en actos de violencia terrorista.
Ahora, es cierto que nos encontramos en presencia de una cuestión de principios. Nosotros estamos contra el terrorismo; no queremos el terrorismo. Pero los países que no se dan cuenta de que deben buscar salidas al problema del terrorismo nunca salen de él.
En Irlanda del Norte -caso típico de dramática violencia política terrorista- fueron capaces de un acto de este tipo. Así, dieron solución a quienes habían incurrido en conductas terroristas y de violencia política, y crearon las condiciones para la paz y el retorno a la democracia. Y hoy esa nación está capacitada para tener una vida normal.
En El Salvador se dio un espacio político a la violencia guerrillera para que se incorporara a la sociedad. Hoy ese país vive en democracia y la acción del Gobierno...
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Terminó su tiempo, señor Senador.
El señor ZALDÍVAR (don Andrés) .-
...es del todo contradictoria con lo que era la guerrilla salvadoreña.
Entonces, ¿qué debemos hacer ahora? Dar un paso, no para decir que vamos a olvidar el terrorismo o a exculpar a los terroristas, sino para, por un lado, brindar a esa gente, respecto de la cual se discute además la forma como se gestó su condena, una posibilidad de reinsertarse en la sociedad, y por otro, evitar que en el país vuelva a haber actos de terrorismo o de violencia política.
Tengo la esperanza de que así sea.
Por eso, voto que sí.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Zurita.
El señor ZURITA.-
Señor Presidente , el país está enfermo de odio.
Pero antes de referirme a ello quiero hacer una reflexión.
Se ha hablado mucho del debido proceso, de que el juicio no fue justo, olvidando que eso no corresponde. Se nos ha traído a algo mucho más elevado: el perdón. El perdón no ve si el proceso fue bueno o malo, si la sentencia fue justa o injusta: se perdona o no se perdona.
Por eso, considero inconstitucional la sugerencia de un señor Senador de presentar una recurso de nulidad, porque el Congreso no puede avocarse causas pendientes ni hacer revivir procesos fenecidos.
Además, ya hay primera instancia, segunda instancia, recurso de casación y hasta recurso de revisión.
¿Agregar otro recurso? No. Esto debemos arreglarlo, no judicialmente, sino como personas.
Y vivimos en una subsistencia del odio. Porque los nostálgicos de una experiencia social que fracasó y nos llevó a un enfrentamiento sueñan con aquello; creen que fue injusto que los sacaran, y quieren venganza. Y los nostálgicos del Régimen autoritario, que impuso la paz romana y que, por otro lado, tuvo gran éxito económico, también desean venganza.
Oigo hablar de verdad, de reparación y de justicia. ¡No! No quieren eso. Quieren la venganza.
Y con odio no se puede vivir: se vive mal.
Sus Señorías me van a excusar por dar a conocer una experiencia propia de vivir con odio.
Tuve la desgracia de ser sometido, como Ministro de la Corte Suprema , a una acusación. Afortunadamente, no prosperó; pero produjo intranquilidad en mi persona y en mi familia.
Alguien dirá: "¡Si estamos hablando de muerte!".
La muerte natural nos llegará a todos, tarde o temprano. ¿Pero qué pasa con la muerte civil, a la que yo estaba expuesto con esa acusación -"Este juez es un individuo que no cumple la ley, que no cumple con sus deberes"-, que podría haberme dejado inhabilitado por cinco años para ejercer cualquier cargo?
Al leer la lista de los Diputados que votaron, sentí gratitud hacia los que me absolvían y verdadero odio y rencor contra los que me acusaban.
Pero vean, Honorables colegas, lo que son las vueltas de la vida. Transcurrieron unos años y, en virtud de la disposición que le otorga la facultad de elegir tres Senadores institucionales, la Corte Suprema eligió a don Enrique Silva , mi gran amigo de toda la vida; a un compañero de Corte, y a quien habla.
Y cuando llego acá, ¿con qué me encuentro? Con que algunos de los que yo odiaba ya no eran Diputados, sino Senadores. Y me digo: "¡Cómo voy a estar aquí con ellos!". Luego me pregunto: "¿Voy a vivir así?". La respuesta fue "¡No!". Me puse a meditar, y me di cuenta de que, si quería vivir en paz conmigo mismo, tenía que olvidar y dejar el rencor a un lado. Y gracias a eso llevo aquí casi siete años, en una convivencia civilizada y, en muchos casos, cordial, lo que agradezco.
Por eso, para impulsar el perdón, ¡voy a perdonar!
Sé que a algunos no les va a gustar. Sé que algunos sostienen que no hay que perdonar. Pero el mal comportamiento ajeno nunca justifica el mal comportamiento propio.
Yo quiero hacer caridad; yo quiero perdonar. Y por eso voto a favor.
El señor ARANCIBIA.-
Señor Presidente , esta tarde hemos estado abocados a tratar este proyecto de indulto general a gente que ha sido condenada por actos terroristas. Hemos escuchado latamente las posiciones de distintos señores Senadores. Algunos están de acuerdo con la moción; otros, no. Creo que unos y otros tienen una legítima postura. Y el hecho de que yo plantee frente a Sus Señorías la legitimidad de esa posición me induce un poco a reaccionar ante las descalificaciones que, de alguna manera, llevan siempre nuestros mensajes.
"Actuemos con grandeza", sostienen quienes están por apoyar determinado aspecto; los otros, consecuentemente, actúan con pequeñez.
El Honorable señor Valdés dijo -y me gustaron sus palabras-: "Demos perdón, generosidad, compasión". Ése es privilegio de los que apoyan en este momento la moción; pareciera que de los otros, no.
El señor VALDÉS .-
Incorpórese, pues.
El señor ARANCIBIA.-
Tengo todo el ánimo de incorporarme. Pero, como considero legítimas todas las posiciones, me asiste el derecho a plantear hoy algo realmente importante.
Personalmente, yo, Senador Arancibia , no estoy por la rebaja de penas ni a moros ni a cristianos -y cada cual agrupe debajo de quien quiera a los que desee-, pero sí estaría en disposición de ánimo para avanzar en esa dirección si el propósito de la rebaja tuviese una finalidad trascendente para el país, para la nación misma. Si el gesto que estamos haciendo, por la estructura diseñada, tuviera ese resultado, estaría en condiciones de deponer mi actitud de no rebajar penas y apoyar un proyecto que sí lo hiciera.
Tan así es que, como recordarán Sus Señorías, en el tema de los derechos humanos, en mi experiencia previa a la incorporación al Senado, fui un actor activo en la Mesa de Diálogo, cuyos esfuerzos -todos- pretendían encontrar a los detenidos desaparecidos, independiente del éxito que haya tenido ese empeño. Se trata de un esfuerzo y de una postura personal que tienen un costo que debe enfrentarse.
Cuando vi el proyecto que ahora votamos y el apoyo que recibía, concluí, por su concepción y estructura, que era poco viable. Me permití, entonces, desarrollar una idea en virtud de la cual, ampliando la base, se posibilitaba darle un sentido y una factibilidad de aprobación.
Tomé contacto con Senadores de la Oposición, en muchos de los cuales encontré una muy buena respuesta, una disposición a sentarnos a conversar. En otros, hoy día fervorosos defensores de un futuro en paz para el país (no voy a identificarlos acá), hallé la más cerrada oposición pública.
Quiero reiterar esta tarde que mi Partido ha sido insistente en propuestas y posicionamientos tendientes a lograr la paz social. Pero no podemos plantear la paz social sobre la base de criterios de injusticia e inequidad.
Aquí se ha dicho "Abramos espacios". ¡Si estamos en el 2004, señores Senadores! ¡Cómo recién vamos a abrir espacios para avanzar en la dirección correcta?
¿Y qué ha pasado con nuestro planteamiento, con nuestra postura frente al desconocimiento de una ley de la República, como es la Ley de Amnistía, y de una institución jurídica de antiquísima data, como es la prescripción? ¿Cuáles han sido los pronunciamientos que han existido en este Senado, que busca la paz nacional como elemento fundamental, ante la violación sistemática de esos principios del Derecho? ¡Silencio!
Pero ahora, a mediados del 2004, vamos a dar "un primer paso". Lo dijo otro Senador.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Concluyó su tiempo, Su Señoría.
El señor ARANCIBIA.-
¡Hace mucho rato que debiéramos haber dado pasos! Y sigo esperando que los demos, pero uno concatenado con el otro. Es la única forma de tener garantías de que quienes se han opuesto sistemáticamente a buscar caminos de entendimiento logren deponer su posición.
Por eso, voto en contra.
El señor ÁVILA.-
Señor Presidente , acudo a este debate con el firme propósito de no ceder el paso a las pasiones que despierta un tema tan sensible como éste.
He resistido a pie firme el embate de los "panzers" de diferentes ramas. Sus discursos parecen haber sido escritos con una sola mano, guiada por el odio.
¡Así es imposible construir una paz verdadera y preservarla!
Muchos Senadores de la Concertación, en el curso de la tarde de hoy, con el mejor de los propósitos, se me acercaron para pedirme que mis palabras se mantuvieran en un clima de tranquilidad y paz. Asumí un compromiso implícito con ellos. Por eso, voy a sofocar todo intento de expresar lo que siento en este momento, sobre todo en un instante en que la suerte parece echada para un largo y extenuante dolor.
Muchas lágrimas viriles se han derramado y un hondo sentimiento de frustración se ha anidado en los pechos de familiares que hasta el día de hoy han vivido con la firme esperanza de llegar donde los suyos con la noticia que desean oír desde hace dos largos años.
Es sumamente cruel haber dado en alguna oportunidad señales que apuntaban a cierto acuerdo. Parecía que íbamos a ser capaces de superar un momento aciago y generar una luz de ilusión. Pero todo esto se está desmoronando.
A mí, en este minuto, me dan ganas de acudir a la cárcel a pedir perdón por pertenecer a una institución que cada día se aleja más dramáticamente del sentimiento de la ciudadanía.
--(Aplausos en tribunas).
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Voy a ser estrictísimo en el cumplimiento del Reglamento. Hemos tenido una sesión muy larga y tranquila, así que pido encarecidamente a las personas presentes en las tribunas abstenerse de hacer manifestaciones; si no, me veré obligado a obrar en consecuencia.
Puede continuar, señor Senador.
El señor ÁVILA.-
Señor Presidente , las personas que han acudido aquí esta tarde han guardado un silencio que representa el dolor y la esperanza dramáticamente fundidos. ¡No les exija más, porque el ser humano tiene derecho a hacer estallar sus emociones!
Muchas gracias.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Cómo vota, Su Señoría?
El señor ÁVILA.-
Como es obvio, señor Secretario .
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Y eso es, señor Senador ?
El señor ÁVILA.-
A favor.
El señor BOMBAL.-
Señor Presidente , con relación al tema en debate, junto con el Honorable señor Larraín , y estrictamente por razones de carácter humanitario, conociendo la realidad que afectaba a familias de algunos jóvenes que se encontraban en la Cárcel de Alta Seguridad, concurrimos -en ese espíritu- a la búsqueda de caminos razonables de entendimiento. Y debo decir al Senado que el gran ausente en todo aquel debate de hace dos años y medio, y en casi durante todo su transcurso, precisamente fue una de las partes que más podrían haber colaborado para que llegásemos a este momento sin que la iniciativa estuviese expuesta al fracaso. Porque, de acuerdo con los antecedentes que ya tenemos no ha alcanzado el quórum que requiere su aprobación.
¡Ese gran ausente fue el Gobierno! Debo decirlo, porque me correspondió en aquel entonces realizar ingentes gestiones con el Ministro de Justicia , quien una y otra vez me dijo: "Ésta no es una materia en la cual nos vamos a involucrar". Y créanme que lo entendía dentro de una lógica que respeto y que había que asumir como un dato del problema.
Siendo así, el asunto era difícil. Y tratándose de dar señales, faltaba una que era muy importante, cuando ni siquiera había un proyecto. Todavía más: éste no se podía formular, por no ser un tema que se quería abordar.
Creo que eso tiene mucho que ver con lo que hoy día ha sucedido. Porque si se hubiera ejercido un liderazgo desde el Poder Ejecutivo, ¡caramba que habría ayudado para que, en conjunto, esta iniciativa se hubiere concretado, matizando cada uno de los aspectos que naturalmente iban a surgir!
Había procesos que estaban abiertos. Y ahí acudimos distintas personas para que la autoridad judicial los agilizara, les pusiera término. Existía voluntad clara de resolverlos.
Desgraciadamente, el ambiente se fue enrareciendo, lo que derivó en que propuestas muy interesantes formuladas en aras de la pacificación fuesen desechadas.
Está bien; no se trataba de monedas de cambio, pero sí de una realidad que estaba inscrita dentro de un contexto social, cultural y político donde la búsqueda, por razones de humanidad, de medidas de gracia despertaba, por ejemplo respecto de las víctimas, expresiones que no se consideraban.
Hace pocas horas recibí el testimonio de familias de víctimas de esos hechos, quienes me decían: "Así como valoramos los gestos de humanidad de usted, ténganos en cuenta también, porque resulta que nosotros ni siquiera aspiramos a la libertad ni a unos pesos. No tenemos opción, porque los nuestros ya no están".
Son elementos que deben estar siempre presentes.
Señor Presidente , estuve, estoy y estaré por hacer todos los esfuerzos posibles en esta materia. Nuestra disposición está abierta.
Ruego a la Mesa concederme unos pocos minutos adicionales para dar término a mis palabras.
El señor GAZMURI (Vicepresidente).-
Solicito el acuerdo unánime de la Sala para otorgar dos minutos al señor Senador.
Acordado.
El señor BOMBAL.-
Gracias, señor Presidente.
No obstante que el proyecto se ha caído, por la votación ya expresada, habrá un segundo informe donde se podrán incorporar materias o mejorar algunas de las proposiciones planteadas.
Los Honorables señores Flores y Ominami nos proponen que mañana presentemos un proyecto. ¡Sí, señores, presentémoslo mañana! Pero no lo hagamos nosotros, sino en conjunto. Resolvamos definitivamente estos temas de consuno y con altura, porque en la Cámara de Diputados -¡cómo no va a ser absurdo!- terminamos nosotros sosteniendo el proyecto del Presidente de la República en materia de derechos humanos. Y su coalición concluyó derrumbándolo.
En fin, no se trata de formular reproches. Son realidades que hay que constatar. No nos quedemos en eso. No nos quedemos en los silencios originales, cuando nada se decía respecto del tema en discusión.
Aprovechemos algo que rescato de lo aquí acontecido esta tarde. Me refiero a las expresiones de los Honorables señores Flores, Naranjo y Ominami , para convocarnos como Senado, con altura, a resolver lo que este proyecto ya no podrá hacer, cuando todavía hay espacio para abordarlo.
En esta confrontación, no veo resueltas en el proyecto las razones profundas que me motivaron. No me siento satisfecho con la forma de su tramitación. Tampoco me siento satisfecho ni interpretado con los silencios que contiene. Convencido como estaba, hice todo lo que moral y humanamente creía mi deber. No pretendía alentar esperanzas. Les consta a los familiares, con quienes conversamos en más de una oportunidad. Nunca pudimos asegurar que las cosas serían de determinado modo, porque el tema era complejo.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Finalizó su tiempo, señor Senador.
El señor BOMBAL.-
Inmediatamente termino, señor Presidente.
Hoy no me satisface ni una ni otra postura. El tema no se resuelve de la manera como se propone. Está el espacio del segundo informe. Hay espacio para que el Ejecutivo pueda participar y se involucre verdaderamente en el tema.
Pido al Presidente de la República, conociendo su...
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Señor Senador ,
El señor BOMBAL.-
...autoridad en estas materias,. ..
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Emita su voto, señor Senador.
El señor BOMBAL.-
...que nos convoque para trabajar juntos en resolver este problema.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Señor Senador, por última vez,
El señor BOMBAL.-
Por lo demás, según conversaciones con el señor Ministro del Interior , advierto el mismo espíritu.
Señor Presidente, no me siento interpretado por ninguna de las versiones que aquí se han manifestado.
Por eso, como mi criterio es ...
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
¡Señor Senador, lo conmino a expresar su voto!
El señor BOMBAL.-
Me abstengo.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor NARANJO.-
Señor Presidente , con mucho dolor, lamento profundamente el tremendo error, la tremenda equivocación que han cometido los señores Senadores que no han apoyado el proyecto. Ellos no están midiendo las consecuencias que puede tener...
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
¡ Senador Naranjo, lo conmino a expresar su voto!
El señor NARANJO.-
Por consiguiente, como dije en mi intervención, por razones humanitarias, voto que sí.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
Terminada la votación.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
Resultado de la votación: 25 votos a favor, 17 en contra y una abstención.
Votaron por la afirmativa los señores Aburto, Ávila, Boeninger, Flores, Foxley, Frei (doña Carmen), Gazmuri, Horvath, Lavandero, Muñoz Barra, Naranjo, Núñez, Ominami, Páez, Parra, Pizarro, Ruiz (don José), Ruiz-Esquide, Sabag, Silva, Valdés, Viera-Gallo, Zaldívar (don Adolfo), Zaldívar (don Andrés) y Zurita.
Votaron por la negativa los señores Arancibia, Canessa, Cantero, Coloma, Cordero, Chadwick, Espina, Fernández, García, Martínez, Matthei, Novoa, Orpis, Prokurica, Ríos, Stange y Vega.
Se abstuvo el señor Bombal.
El señor GAZMURI ( Vicepresidente ).-
En consecuencia, el proyecto queda aprobado en general, salvo lo que requiere mayoría de dos tercios. Como se explicó al comienzo de la sesión, de acuerdo con el informe de la Comisión de Derechos Humanos, la aprobación de las normas del proyecto requiere tres quórum especiales distintos: quórum calificado (23 votos) para el inciso primero del artículo 1º; quórum de ley orgánica constitucional (25 votos) para el inciso primero del artículo 2º; y quórum de dos terceras parte de los Senadores en ejercicio (29 votos) para el indulto general. El resto de las disposiciones se aprueba con quórum simple.
--Queda aprobado en general el proyecto (25 votos contra 17 y una abstención), salvo lo relativo al indulto general, en que no se alcanzó el quórum constitucional exigido.
--Se fija el 8 de julio, a las 12, como plazo para presentar indicaciones.
--(Manifestaciones en tribunas).
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