-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/652827/seccion/akn652827-po1-ds4-ds24
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/902
- rdf:type = bcnres:Participacion
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/1
- rdf:value = "
El señor EGAÑA.-
Señor Presidente , durante varias horas hemos escuchado distintas posiciones respecto del proyecto que establece una nueva ley de matrimonio civil. Lo que estamos haciendo -los parlamentarios que asumimos en 2002 no participamos en su discusión- es analizar las modificaciones introducidas por el honorable Senado.
Este proyecto establece que el matrimonio no es para toda la vida. Me resulta absolutamente violento el hecho de que a una pareja se le diga que contrae un matrimonio que no es para toda la vida.
Casi todos han declarado su aspiración de que el matrimonio sea para toda la vida. Por una parte, postulamos que la unión sea para toda la vida y, por otra, establecemos un estatuto jurídico, en el cual expresamos a los contrayentes que no creemos que su consentimiento implique que es algo para siempre. Esto violenta a la sociedad, porque no parece cristiano ni nada que se le parezca.
¿Qué sensación queda? De que siempre nos colocamos en la situación de conflicto. Es cierto que a la persona que ha jurado amor para toda la vida y cree en el matrimonio indisoluble le pueden sobrevenir circunstancias adversas. Pero eso no obsta a que lo manifestado por ella en su momento no sea una voluntad resuelta y clara, adoptada con entera libertad. ¿Por qué, como legisladores, no nos hacemos cargo de que el individuo que oportunamente asumió, en plenitud y con madurez, un amor para toda la vida actúe en forma positiva y que con tal consentimiento dé cumplimiento a la finalidad última de toda sociedad: que los matrimonios sean para siempre? No partamos del supuesto de que jamás se ha de cumplir la promesa de que el vínculo matrimonial es permanente.
En la iniciativa echo de menos, fundamentalmente, los tribunales de familia. Como siempre, nos hemos puesto en la hipótesis del conflicto y hacia allá apuntan los caminos de solución. No pensamos en si verdaderamente queremos una finalidad para el matrimonio, incluidos los hijos -poco se ha hablado de ellos-, porque desde el instante en que se asume un consentimiento y hay descendencia, existe una responsabilidad y una corresponsabilidad muy importantes. Sólo se conjetura que los jóvenes actuarán en forma fraudulenta y se desconfía de su compromiso. ¿Dónde está la confianza en la juventud, la cual ha de mostrar el camino futuro a nuestra sociedad? Aquí hemos analizado muchas encuestas. Aparentemente, todo está basado en los números.
Estamos extremando las cosas a tal punto del problema, como si fuera lo único por resolver, y no otorgamos la debida relevancia a esta importante cantidad de consentimientos entregados, batallados y luchados día tras día, manteniéndose la fidelidad con mucho esfuerzo, durante todo el camino de la vida y soportando innumerables adversidades. Por ello, se deberían haber buscado vías de solución, con mucha bondad y aceptación de las realidades.
Si es un acto voluntario, ¿por qué impedirlo? Ya bajamos el contrato de la institución del matrimonio y lo transformamos en un contrato puramente tal. Pero en éste no permitimos la existencia de un pacto voluntario. ¿Por qué no creemos en ese consentimiento? ¿Por qué agraviamos tan brutalmente a los jóvenes al decirles que no aceptamos que su consentimiento sea para toda la vida; que no lo reconocemos, y que se están involucrando en una hipótesis falsa? Por favor, ¿cuántos matrimonios hay en nuestra sociedad que empezaron en la juventud y han continuado hasta la vejez, soportando una vida con penurias, con alegrías, con dolores y con todo lo que constituye la existencia misma? Se nos está cerrando la opción de que el matrimonio ha de mantenerse para toda la vida. ¿Por qué siempre nos colocamos en la hipótesis negativa y nos esforzamos en legislar para resolver una situación de fracaso? Hagámoslo, pero no neguemos la posibilidad de optar a las personas que creen que el matrimonio no debe terminar y que soportan las múltiples adversidades del diario vivir.
Por lo tanto, por razones personales y de bien común, no soy partidario de este proyecto, porque no fortalece a la familia.
He dicho.
"
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/652827/seccion/akn652827-ds1-ds2
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/652827