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El señor PARRA .-
Señor Presidente , votaré en contra de la proposición referente al número 10 del artículo 32 de la Constitución.
Lo haré, en primer lugar, porque considero que desde sus orígenes el proceso de enmiendas constitucionales ha sido extraordinariamente complejo y difícil, y porque a estas alturas es incierto lo que ocurrirá con las modificaciones esenciales, denominadas "reformas duras", en torno de las cuales, después de tres años de debate al interior de la Comisión, hemos asistido a una danza de pasitos al frente, atrás, a un lado y al otro.
Como manifestó un señor Senador, debe haber un grado de coherencia apreciable en los planteamientos que en definitiva se aprueben.
No se dieron las condiciones para intentar una revisión más sustantiva de la Constitución y, desde luego, para abrir un debate destinado a saber cuál debe ser nuestro régimen político. En consecuencia, se optó implícitamente por mantener el sistema presidencial establecido en la Carta vigente.
Sin duda, se han aprobado reformas importantes que apuntan a mejorar el grado de equilibrio entre los Poderes. En esa línea, destaco el refuerzo de las facultades fiscalizadoras de la Cámara de Diputados. Otras enmiendas ya acogidas han acentuado la autonomía y la competencia de órganos esenciales de nuestro Estado de Derecho, como el Tribunal Constitucional.
Pero en lo que dice relación a nuestro régimen político y a un tema tan cercano y tan incidente en su funcionamiento como es el sistema electoral, en este minuto no tenemos absolutamente ninguna claridad, sino, por el contrario, un alto grado de incertidumbre.
Las reformas planteadas no están destinadas a morigerar el presidencialismo exacerbado que caracteriza a nuestro régimen político actual. Y la experiencia muestra aspectos positivos y negativos en la elección de personas que van a ocupar ciertas funciones de Estado, en la cual ha intervenido el Senado. Pero no me parece que éste sea el caso.
Me preocupa, desde luego, que la porfía en mantener el sistema binominal y en generar, por esa vía, una situación de empate artificial al interior de los cuerpos legislativos chilenos termine siendo un factor de entorpecimiento en el ejercicio de una facultad que, sin discusión, debe corresponder al Presidente de la República , y que es fundamental para dar la debida claridad, coherencia y continuidad a las políticas del país en el campo exterior.
Si, por el contrario, el debate de fondo sobre el régimen político se hubiera abierto, produciéndose una disposición mayor que la que hoy día se advierte por revisar particularmente el sistema electoral, es probable que mi posición hubiese sido distinta.
Quiero dejar constancia de que el rechazo de la reforma y la mantención del precepto vigente en nada obsta a medidas como las propuestas por el Honorable señor Valdés , las cuales comparto absolutamente, y que dicen relación a la profesionalización de la diplomacia chilena y a la calificación que deben alcanzar quienes desempeñan la representación del país ante organismos internacionales o en el extranjero.
Pero mientras aquellas otras reformas no vean la luz, voto en contra.
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