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El señor FREI (don Eduardo) .-
Señor Presidente , como algunos señores Senadores que me han antecedido en el uso de la palabra se han referido a la experiencia que les tocó vivir, yo también contaré la mía.
Deseo señalar que si el régimen es presidencial y en la Constitución no se establece ningún tipo de relación entre el Ejecutivo y el Parlamento en materia de conducción de la política exterior, no veo por qué éste deba mezclarse en el nombramiento de embajadores. Creo que en definitiva -desgraciadamente, ésa ha sido la experiencia- ello se transforma en un elevado número de cuoteos en los cargos de confianza.
Si el Presidente de la República es constitucionalmente responsable de las relaciones exteriores y no da cuenta al Senado, en ninguna circunstancia, no veo por qué no pueda proveer esos cargos de confianza.
A lo anterior, debe añadirse una situación importante, que no ocurría antes: El Presidente y su Ministro de Relaciones Exteriores conducen muy fuertemente las relaciones internacionales. Hoy los Jefes de Estado conversan por teléfono y tienen muchos métodos para comunicarse. Ya no rige el concepto del embajador plenipotenciario que antiguamente iba y venía transmitiendo mensajes. En la actualidad, la relación -por lo menos ésa fue mi experiencia- no sólo con los Presidentes de Latinoamérica , sino con los de muchos países de Europa y Estados Unidos, se hace telefónicamente. Siempre que había un problema relativamente importante se efectuaban llamadas telefónicas. Y para qué decir la señora Ministra de Relaciones Exteriores , quien lo hace prácticamente todo el día.
En esta materia, es muy fácil dar lecciones y decir: "Hay que hacer esto otro". Cuando asumí había 22 cargos de embajadores por llenar. Vi la nómina de funcionarios del Ministerio, sin preguntar a nadie de qué lugar venían, ni de qué partido eran, y simplemente designé a los primeros 22 que figuraban en el escalafón de ministros consejeros.
Durante mi Gobierno, más de 70 por ciento de los embajadores era de carrera, porque creo en el profesionalismo de las relaciones exteriores. He revisado el listado de embajadores de carrera desde el Gobierno del Presidente Ibáñez hasta hoy y ninguna ha superado el 40 ó 45 por ciento. Tengo la tranquilidad de haber sobrepasado el 70 por ciento. En los años 1997-1998, en una lista de las diez principales embajadas de Chile, considerando Londres , París , Estados Unidos y las más importantes capitales latinoamericanas, ocho de cada diez cargos eran ocupados por funcionarios de carrera.
Por lo tanto, si no se ha producido un cambio sustancial en la forma de manejar la política internacional, creo que debe mantenerse la facultad presidencial de nombrar embajadores, naturalmente con el criterio que empleé, en el sentido de mantener un 70 u 80 por ciento de los funcionarios de carrera en tales rangos y una cuota para cargos políticos específicos en determinadas circunstancias, de acuerdo con el tipo de relaciones que se mantiene, aun cuando eso ha cambiado a raíz de todos los acuerdos que Chile ha firmado en el último tiempo. Así que yo por lo menos votaré por que se mantenga la actual facultad del Presidente de la República .
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