-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/653469/seccion/akn653469-po1-ds18-ds20-ds34
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2645
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- rdf:type = bcnres:Participacion
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/2
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2645
- rdf:value = "
El señor NÚÑEZ.-
Señor Presidente , quiero exponer algunas reflexiones que me parecen sustantivas.
En la discusión se han abordado dos puntos que no dicen relación directa a la reforma constitucional: el régimen político y la carrera diplomática.
En lo referido al primero, mantenemos abierto el debate en el Parlamento. Tengo la impresión de que de modo permanente ha existido una mayoría partidaria de revisar el sistema político que rige en el país y que es de tipo extremadamente presidencialista. Somos una de las naciones más presidencialistas de América Latina y, por qué no decirlo, del mundo. Ningún país de Europa se rige por tal sistema en forma tan extrema como ocurre en Chile. A mi juicio, parte importante del desprestigio de la clase política e inclusive del Parlamento se debe al hecho de que no tenemos facultades sustantivas. No se desprestigió la clase política en el pasado, cuando los Senadores tuvieron la posibilidad de concurrir con su voluntad a la designación de embajadores. En general, quienes nos antecedieron en nuestros cargos mostraron una gran responsabilidad de Estado en la denominación de algunos, que fueron de gran prestigio y que cumplieron tareas relevantes en su desempeño. Es cierto que en el período del Presidente Eduardo Frei Montalva y en el de la Unidad Popular hubo una situación muy distinta; pero, desde 1925 adelante y hasta los 60, el Senado participó no sólo en la designación de embajadores, sino también en la de los altos mandos de las Fuerzas Armadas. Y estas últimas no perdieron el carácter profesional que siempre tuvieron y que la Constitución Política les otorgaba.
El segundo aspecto se refiere a la carrera diplomática. A su respecto, coincido plenamente con el Honorable señor Gazmuri , en el sentido de que no debemos seguir pensando en tal actividad como encerrada exclusivamente en el ámbito de la Cancillería. Eso no ocurre en los países en que se respeta mucho tal carrera -como debe suceder-, donde hay mayor rigurosidad en la reglamentación o legislación, porque señala con claridad cuáles son sus peldaños.
En el caso nuestro, enfrentamos una situación bastante complicada en lo referido a la carrera diplomática. En general, algunos funcionarios del Ministerio de Relaciones permanecen por años en el cargo de primer secretario, de segundo secretario o de ministro consejero, lo que es absolutamente injusto y torpe, ya que hay muchos que tienen esta última calidad dada su experiencia de muchos años, y pueden desempeñarse perfectamente como embajadores. Ello no significa que el Ejecutivo y el Senado no puedan, en un momento determinado y por las mismas razones que se observan en el mundo actual -por haberse forjado una multiplicidad de vías para la política externa de un Estado-, nombrar lo que se denomina genéricamente (en algunos sectores, despectivamente) "embajadores políticos". El considerarlo así constituye un error, pues los diplomáticos políticos -es decir, quienes no tienen carrera- han cumplido tareas muy relevantes y significativas en los últimos años. Gran parte de los éxitos logrados en lugares importantes del mundo se debe a que durante la última década la Concertación ha nombrado básicamente "embajadores políticos", quienes han desarrollado tareas de enorme trascendencia. Sus logros se deben en gran medida a que se ha entendido que actualmente las relaciones exteriores no implican solamente la celebración de tratados de libre comercio; sólo quienes están vinculados a las actividades económicas comerciales abiertas son los que tienen que llevar adelante tal tipo de convenios. La vinculación justa y necesaria entre lo político y lo técnico ha contribuido en parte importante a lograr el éxito obtenido en materia de relaciones exteriores.
Como lo han planteado algunos señores Senadores, puede que existan algunas dudas sobre cómo va a funcionar el sistema; pero tenemos una experiencia histórica que nos indica que perfectamente podemos avanzar, aun con el sistema electoral vigente. Tengo la impresión de que hoy existe más conciencia que nunca de que vivimos en un país abierto, inserto internacionalmente de modo muy significativo, sobre todo en América Latina, ya que parte importante de lo que sucede en Chile está determinado por lo que ocurre en el exterior.
Por esas razones confío en que el futuro Senado tendrá la responsabilidad y la madurez necesarias como para seguir haciendo política de Estado en el ámbito foráneo.
Por eso, y porque no se ha planteado cuestión alguna sobre el régimen político ni respecto de la carrera funcionaria en la Cancillería, creo que corresponde pronunciarnos acerca de si el Senado recupera o no recupera una atribución que ejerció en el pasado de manera muy importante para los destinos nacionales.
Me pronunciaré a favor del proyecto.
"
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/653469/seccion/akn653469-po1-ds18
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/653469