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El señor COLOMA.-
Señor Presidente:
En nombre de la bancada de la Unión Demócrata Independiente, tengo el honor de rendir genuino homenaje a la Fuerza Aérea de Chile en su aniversario número 73.
De cuando en cuando el calendario nos señala en rojo fechas que conmemoran grandes hazañas de nuestras Fuerzas Armadas, marcadas por el triunfo y el heroísmo de sus protagonistas, poniéndolos en el más alto sitial del honor y de la historia nacional.
Basta recordar que este Poder del Estado abre su período ordinario de sesiones en una de las fechas que marcan esos hitos, las Glorias Navales, y cierra esa etapa de su trabajo con la conmemoración de la Primera Junta Nacional de Gobierno y las glorias de otra arma: las del Ejército.
Ese espíritu de entrega y servicio a la patria es el que ha inspirado a miles de jóvenes a integrarse a las diversas ramas de las Fuerzas Armadas, aunque no siempre su esfuerzo diligente y silencioso se vea coronado por los laureles de la gloria o la excelencia del heroísmo, no por falta de vocación a ello, sino porque la paz -anhelo de todo hombre, y más aún del formado en las artes de la guerra- ha hecho innecesaria la inmolación en la batalla.
Ése es el caso de los miles de chilenas y chilenos que han dedicado sus vidas al servicio de la nación en la Fuerza Aérea, cuyo septuagésimo tercer aniversario celebramos hoy con absoluto merecimiento. Todos ellos han contribuido de manera determinante al progreso del país en funciones de vital importancia para la consolidación y mantenimiento de nuestra soberanía en los puntos más lejanos de nuestro territorio, aportando en forma cada vez más relevante al desarrollo de alta tecnología en los más diversos campos de la modernidad, especialmente en el ámbito científico.
La historia de nuestra Fuerza Aérea está colmada de acciones fundamentales en ese esfuerzo de integración y avance, que la han puesto en un sitial tan glorioso como el que más.
Isla de Pascua, la Antártida chilena, Campo de Hielo Sur, son algunos de los lugares donde la más joven de las ramas de la Defensa ha marcado su presencia, ejerciendo la soberanía en representación de todos los chilenos.
Fue así como, en 1951, un conjunto de aviadores, encabezado por el Comandante de Grupo don Horacio Barrientos Cofré y a instancias del piloto Capitán de Bandada don Roberto Parragué Singer , aterrizó por primera vez en la lejana Rapa Nui, no sin riesgo para sus hombres, por lo desconocido del destino y la ausencia de condiciones necesarias para las maniobras de aterrizaje. Hace cinco años, la Fuerza Aérea coronó sus travesías a Pascua con la operación Manu Tara I, que por primera vez unió el continente con la isla, ubicada a más de 3 mil 600 kilómetros en el Océano Pacífico, en un vuelo directo realizado por aviones de combate F-5 Tigre III, que fueron reabastecidos en el aire por el tanquero Águila .
Pero probablemente sea el territorio antártico el mudo testigo de las más grandes proezas de los hombres del aire. El mismo año en que por primera vez los habitantes de Isla de Pascua veían asomarse por sus cielos un avión chileno se inauguraba también la primera base antártica chilena de la Fuerza Aérea, bautizada " Gabriel González Videla " en homenaje al entonces Presidente de la República . Ya en 1979 un avión Hércules "anevizaba" en el círculo polar antártico -el lugar más apartado que hasta entonces había alcanzado una aeronave nacional-, y sólo un año más tarde era inaugurada la base Teniente Rodolfo Marsh Martín , antecedente directo de la Villa Las Estrellas, que constituye el punto más austral donde se halla presente la soberanía chilena, nuestra soberanía, a través de miembros de la Fuerza Aérea y de sus familiares.
Las hazañas antárticas se han sucedido hasta nuestros días, con la llegada del primer helicóptero FACH al Polo Sur, en 1999, y la instalación de la última de las estaciones polares, la Teniente Parodi, a fin de establecer un campamento permanente en apoyo a las expediciones científicas, proyectando de esa manera la otra gran área de aporte de la Fuerza Aérea a la historia nacional: el desarrollo científico.
Pero, en los tiempos de paz -que la Fuerza Aérea ha luchado por preservar en sus 73 años de vida-, una de las misiones más importantes para la integridad de nuestra soberanía que le ha tocado emprender fue, sin duda, la que en 1996 la llevó a Campo de Hielo Sur, donde se instaló un campamento para el entrenamiento de tripulaciones aéreas y la investigación científica.
En este último campo, el de la formación profesional y el desarrollo científico-tecnológico, es donde la Institución a la que hoy homenajeamos marca, también, señera presencia. Desde aquel 11 de febrero de 1913, diecisiete años antes de su origen como rama independiente, cuando por decreto supremo se crea la Escuela de Aeronáutica Militar, las distintas escuelas que componen el cuerpo docente de la Fuerza Aérea han dado formación de excelencia a miles de chilenos en materias de la más alta sofisticación.
Ese objetivo, siempre presente en la historia de la FACH, alcanzó nuevos ribetes y un impulso insospechado cuando en 1998 fue puesto exitosamente en órbita el primer satélite chileno, el FASat-Bravo, aportando relevantes conocimiento sobre el daño que ha sufrido la capa de ozono, que tanto nos preocupa por sus efectos en la población.
La aventura espacial, que recién comienza para nuestro país, y especialmente para nuestra Fuerza Aérea, pronto conocerá de un nuevo hito con el primer chileno que tendrá el privilegio de observar el planeta desde más allá de sus confines.
Estos y otros sucesos alcanzados con el éxito que deriva del profesionalismo y la entrega dedicada no se sitúan lejos de las más grandes glorias de que han sido testigo los anales de nuestras armas, sino que, por el contrario, merecidamente ocupan la galería de lo mejor de nuestra historia.
Por eso, vaya también nuestro recuerdo para todos los miembros de las Fuerza Aérea que perdieron su vida en el cumplimiento del deber, y para sus familias, que cedieron esos hombres en pro del progreso de nuestro país.
Ellos y todos cuantos han entregado su vida al servicio de Chile con el uniforme azul, que evoca al cielo que los inspira, son los héroes anónimos que, con su trabajo silente y desinteresado, han llevado gloria a la FACH y a todos los chilenos.
Creo, señor Presidente , que no está lejos el día en que una nueva efeméride nos marque en rojo el Día de las Glorias de nuestra Fuerza Aérea.
He dicho.
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