-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/653768/seccion/akn653768-ds36-ds37
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1978
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- rdf:type = bcnres:Participacion
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/2
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1978
- rdf:value = " El señor NARANJO.-
Señor Presidente , ayer, el ministro en visita señor Sergio Muñoz , en un fallo histórico, dio a conocer las condenas de los involucrados en el alevoso homicidio del dirigente sindical Tucapel Jiménez .
Han transcurrido más de 20 años desde aquel fatídico 25 de febrero de 1982 en que agentes del Estado procedieron a cumplir "una misión", como ellos mismos la denominaban, destinada a asesinar a un chileno cuyo único delito era ser dirigente sindical y haber llamado a la unidad de los trabajadores.
Sin lugar a dudas, el proceso presenta una serie de particularidades que no solamente lo han hecho emblemático, sino que también demuestran en toda su crudeza la lógica del terrorismo de Estado que imperó en el país durante el régimen del General Pinochet.
En primer lugar, permite comprobar que la justicia, cuando quiere, puede. Y si existen jueces honestos a la cabeza de procesos por violación a los derechos humanos, la verdad aflora, por más dolorosa que sea. En efecto, después de la vergonzosa labor del ministro Valenzuela Patiño , quien durante 17 años se caracterizó por obstruir la investigación, el ministro Muñoz , en poco más de tres años, logró esclarecer el crimen y condenar a sus responsables.
Nadie puede desconocer que las condenas dejan con un gusto amargo, ya que no son todo lo ejemplares y duras que esperábamos, como tampoco todos los autores intelectuales y responsables políticos han sido finalmente condenados. Pero este fallo histórico demuestra que en Chile, con mayor o menor dificultad, la justicia es posible, a pesar de las enormes presiones que se puedan ejercer para impedir su accionar.
En segundo término, considero que ningún chileno puede quedar indiferente ante la confesión pública del principal inculpado, el Mayor de Ejército (r) Carlos Herrera Jiménez , quien señaló, textualmente, que "gustoso aceptó de sus superiores la orden de asesinar a Tucapel Jiménez ya que lo consideraba un traidor a la patria, vendido a los intereses foráneos, y por tanto debía ser eliminado".
Quienes siempre hemos estado ligados a la causa de los derechos humanos y hemos tenido conocimiento de la crueldad y alevosía con que fueron violados durante el régimen de Pinochet sabíamos que detrás de los innumerables crímenes se encontraba, en sus fundamentos, la ideología de la seguridad nacional, que hacía que los integrantes de las Fuerzas Armadas vieran como enemigos a todos los chilenos que pensaban distinto de ellos.
Sin embargo, la frialdad con que Herrera Jiménez señala cuál era el pensamiento que guiaba el accionar de altos oficiales que ordenaron la ejecución de Tucapel Jiménez no puede dejar de sorprendernos. Ante su confesión, surge la pregunta de cómo en el Ejército chileno sus oficiales y suboficiales pudieron alcanzar tanta enajenación mental que llegaron a considerar la eliminación de un compatriota desarmado como una misión digna y honrosa.
Tercero -y muy relacionado con lo anterior-, se comprueba fehacientemente, por primera vez, en el cruel asesinato de un opositor al régimen de Pinochet, la participación no sólo de los organismos de seguridad de entonces: DINA y CNI, sino también de una entidad que formaba parte del Ejército, como era su Dirección de Inteligencia (DINE).
Estimo que la Institución castrense le debe una explicación al país, ya que hoy no es válido el argumento que siempre ha utilizado en el sentido de que los oficiales o suboficiales que han participado en hechos de esta naturaleza, de violación de los derechos humanos, se encontraban en comisiones de servicio en organismos de inteligencia autónomos, como la DINA o la CNI. Insisto en que hoy el Ejército debe dar una explicación al país, porque una de sus estructuras internas actuó como un ente operativo en este alevoso crimen.
Cuarto, queda al desnudo una situación que en numerosas ocasiones hemos denunciado, y que no es otra cosa que la actitud represiva y encubridora con que funcionaba y aún funciona la mal llamada "justicia militar". La condena del ex Auditor General del Ejército y ex integrante de la Corte Suprema, Fernando Torres Silva , a 800 días de presidio, y la del ex Auditor Enrique Ibarra Chamorro, a 541 días, demuestran claramente esa afirmación.
En quinto lugar, si bien han sido condenados los principales autores materiales del crimen, no pueden eludir su responsabilidad quienes desempeñaban cargos políticos al momento de la comisión del delito. Hoy, los chilenos esperamos una explicación de las palabras vertidas por quienes ocupaban puestos de esa índole en el Gobierno del señor Pinochet , que señalaban que el crimen de Tucapel Jiménez era un delito común o una venganza entre comunistas.
De igual forma, señor Presidente , tampoco puede eludir su responsabilidad política el ex dictador Augusto Pinochet .
En definitiva, ayer finalizó un largo proceso, que, aun cuando se trata de la primera instancia, a los que ahora conocemos los hechos en toda su crudeza, sobre todo a quienes hemos luchado por la causa de los derechos humanos, no puede dejarnos indiferentes.
Hoy, el ¡Nunca más! debe ser, más que una frase, un compromiso de todos los chilenos, independiente de la legítima postura política de cada cual, por la defensa y el respeto de los derechos humanos en nuestro país.
En esta hora dolorosa para sus familiares, para las organizaciones de defensa de los derechos humanos, deseo rendir homenaje a ese gran dirigente sindical que fue don Tucapel Jiménez , señalándoles que, si hoy tenemos un régimen democrático, se debe en parte importante a la unidad de los trabajadores, por la cual luchó y que incluso le costó la vida.
Asimismo, quiero manifestar mi reconocimiento a su familia, de la cual, a pesar de los dolorosos momentos que le tocó vivir, jamás escuché una palabra de odio, de rencor, de resentimiento, de venganza.
¡Qué actitud más distinta de la asumida por quienes participaron en tan alevoso crimen!
De igual manera, expreso mi reconocimiento a los dirigentes de la ANEF, ya que, sin su perseverancia y dedicación, ese crimen quizás habría quedado en la impunidad, como tantos otros.
Señor Presidente , creo que con el fallo de ayer ha ganado Chile; ha ganado la justicia, y, particularmente, ha ganado la causa de los derechos humanos. Y ojalá nunca más en esta Alta Corporación tengamos que referirnos a un hecho tan lamentable como ése. Ojalá debamos hablar de que en nuestra patria siempre se respetan los derechos humanos, y no de la página oscura que nos tocó vivir durante la dictadura del señor Pinochet .
He dicho.
"
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/653768
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/653768/seccion/akn653768-ds36