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El señor ESPINA.-
Señor Presidente, hoy nos corresponde pronunciarnos sobre la solicitud que el Presidente de la República ha hecho al Senado en orden a aprobar el proyecto de ley que crea el Consejo Nacional de Cultura y el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural.
Tan pronto como esta iniciativa no alcanzó el quórum pertinente en la Cámara de Diputados, los Ministros señora Mariana Aylwin y señor Mario Fernández tomaron contacto con los parlamentarios de la Alianza por Chile con el objeto, en primer término, de concordar los criterios principales que constituirían la columna vertebral de la normativa, y en segundo lugar -quizás tanto o más importante que lo anterior-, de acelerar su tramitación, a fin de que, una vez concordados tales criterios, el proyecto se transforme luego en ley de la República, de manera que nuestro país cuente con una nueva institucionalidad cultural.
En el día de ayer se llegó a un valioso acuerdo que fija el marco de tales criterios y que, obviamente, deja al Parlamento la redacción final de su articulado, sobre la base de los principios que señalaré a continuación.
Ante todo, queremos manifestar nuestra convicción de que en Chile debe existir una institucionalidad cultural, necesaria para que el país apoye definitivamente el desarrollo de las artes y la difusión de la cultura; facilite la expresión de la creatividad nacional; fomente y apoye a los autores y artistas; acoja los valores, costumbres y tradiciones que nos identifican y definen como chilenos, y, finalmente, se constituya en nuestro principal patrimonio de cara al mundo.
En esta materia sustentamos principios que se relacionan con tres aspectos de la iniciativa. El primero, referido al Consejo Nacional de Cultura, consiste en asegurar que dicho organismo sea una expresión auténtica del mundo cultural, en toda su diversidad, y que sus integrantes tengan una reconocida trayectoria en dicho ámbito. Igual autonomía queremos respecto de la gestación de los Consejos Regionales de Cultura.
El segundo principio apunta a tener un consejo autónomo y flexible en su funcionamiento, dirigido por los propios representantes del mundo de la cultura, sin interferencias internas ni burocracias que finalmente terminen por limitar su eficacia. A mayor burocracia -lo saben muy bien las organizaciones del sector-, menos recursos habrá para financiar los proyectos culturales.
El tercer principio procura asegurar la mayor transparencia posible en la asignación de los recursos, los cuales deben ser entregados mediante concursos públicos evaluados en consideración a la calidad de los oponentes y seleccionados éstos por jurados que garanticen transparencia, idoneidad y respeto a la diversidad cultural del país.
El proyecto, en sus lineamientos generales -más allá de los perfeccionamientos que se le hagan en su tramitación-, debe estar basado sin duda en la creación de un servicio público autónomo, ajeno a los sesgos de la política contingente. La cultura no es patrimonio de un sector político determinado, y cuando se contamina o se ha contaminado en el pasado lo que se le ha hecho es dañar su expresión, particularmente cuando se gesta en el mundo de la juventud.
Por esa razón, apoyamos la iniciativa en la medida en que crea un ente autónomo que será real expresión de la diversidad nacional y que contará con un órgano superior colegiado cuya máxima autoridad tendrá rango de ministro , pues ésa es la categoría que le corresponde si queremos un desarrollo cultural con jerarquía y dignidad para enfrentar no sólo los desafíos internos, sino también otros que nos permitan proyectar nuestra cultura de cara al resto del mundo.
También hemos señalado que la integración de ese organismo debe surgir de las propuestas de las mismas organizaciones culturales. Son ellas las que mejor saben quiénes están en condiciones para dirigir una entidad de tal jerarquía y difusión. Y las autoridades de la institucionalidad pública de la nación tendrán que intervenir para que dicho órgano nazca con toda la legitimidad y fuerza que requiere para su verdadera proyección a nivel nacional.
Hemos dicho, además, que deseamos que el Consejo Nacional de Cultura tenga la necesaria flexibilidad de gestión. No queremos un ente burocrático, sino uno sumido en la creatividad y en las posibilidades de expresión del mundo cultural, particularmente las que se manifiestan en cada localidad, en cada comuna, en cada región y en cada rincón del país.
Del mismo modo, nos interesa que los recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Cultural que se crea permitan un desarrollo equitativo de las regiones en ese ámbito. Con toda razón el Senador señor Valdés decía -y lo analizamos días atrás cuando debatimos el punto- que actualmente en Chile la posibilidad de desarrollar la cultura en regiones, en comunas y en localidades aisladas es bajísima. No existen recursos, ni infraestructura ni incentivo, y son cientos de miles los compatriotas que, lamentablemente, no pueden difundir toda su capacidad creativa, tan necesaria hoy en día en un mundo extremadamente materializado.
Sobre la base de los principios mencionados, señor Presidente , los Senadores de Renovación Nacional apoyaremos con alegría y entusiasmo la iniciativa, en el ánimo de que sea perfeccionada durante su tramitación en el Parlamento.
De igual forma, manifestamos la necesidad de mejorar en su momento la ley que facilita las donaciones de las organizaciones privadas al mundo de la cultura. Se trata de una legislación complementaria a ésta, que ha resultado exitosa, pero que a veces presenta trabas burocráticas que desalientan a quienes quieren aportar al ámbito cultural.
Concluyo señalando que no queremos una cultura dirigida ni desde las iglesias, ni desde los cuarteles, ni desde los gobiernos. Queremos una cultura administrada realmente desde una política de Estado, la cual permita que en Chile en general y en cada rincón del territorio, cuando surja un artista, éste sienta que la institucionalidad pública lo apoya, para así poder proyectarse como persona, conforme a lo que necesita un país en el mundo moderno: más creatividad, mayor espiritualidad y menos materialismo, el que a veces nos hace olvidar un aspecto tan fundamental de la vida, como es nuestro desarrollo cultural.
Por las razones expuestas, los Senadores de Renovación Nacional apoyaremos el proyecto en debate.
--(Aplausos en tribunas).
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