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El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).-
Corresponde discutir y votar la idea de legislar sobre el proyecto de ley que crea el Consejo Nacional de Cultura y el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural.
--Los antecedentes sobre el proyecto (2286-04) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
Discusión y votación de idea de legislar, sesión 16ª, en 30 de julio de 2002.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
La iniciativa, originada en mensaje, fue desechada en general por la Cámara de Diputados por no alcanzarse el quórum constitucional exigido. En virtud de lo dispuesto en el artículo 65 de la Carta, el Presidente de la República solicitó a esa Corporación remitirla al Senado para que éste apruebe la idea de legislar.
El Ejecutivo hizo presente la urgencia para el despacho de esta materia, calificándola de "discusión inmediata".
Según el mensaje que le dio origen, el objetivo fundamental del proyecto es "dotar a Chile de una moderna institucionalidad de apoyo y fomento a la cultura, en orden a potenciar la iniciativa de nuestros creadores y artistas y a poner la cultura al alcance de todos, fortaleciendo y mejorando la labor que le corresponde al Estado en favor del desarrollo cultural del país.".
Sus Señorías tienen a la vista el texto del proyecto, del que se dio cuenta en la Honorable Cámara de Diputados en 1999.
La aprobación en general por el Senado debe contar con el voto conforme de los dos tercios de sus miembros presentes (en este momento, treinta señores Senadores).
La Mesa estima que dicha aprobación constituye sólo un trámite constitucional habilitante y que, si se aprobara el proyecto, éste volvería a la Cámara Baja en primer trámite. En otras palabras, si esa rama legislativa lo aprobara, el Senado lo conocería a continuación en segundo trámite.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Terminada la relación.
El señor MARTÍNEZ.-
Señor Presidente, una consulta de procedimiento.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor MARTÍNEZ .-
¿El trámite que hoy debe resolver la Cámara Alta es sólo habilitante?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Nada más.
El señor MARTÍNEZ .-
Es decir, ¿se entiende que se acepta o se rechaza la idea de legislar para poder reiniciar el proceso en la Cámara de Diputados?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).-
Exacto.
El señor MARTÍNEZ .-
Por ello, cuando el proyecto regrese acá en segundo trámite, ¿habrá que votarlo de nuevo en general?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Por supuesto. Así informó el señor Secretario .
Conforme al estudio constitucional realizado, la iniciativa debe ser aprobada en general por el Senado con el objeto de habilitar nuevamente su tratamiento por la Cámara de Diputados. Y una vez que ella se pronuncie -esperamos que sea en forma positiva- volverá acá para cumplir el segundo trámite.
El señor VIERA-GALLO .-
¿Me permite plantear un asunto reglamentario, señor Presidente?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra, señor Senador .
El señor VIERA-GALLO .-
Señor Presidente , no quisiera discrepar, pero es evidente que, si el Senado aprobara esta tarde la idea de legislar, no podría rechazarla en el segundo trámite.
La señora MATTHEI .-
¡Obvio que sí!
El señor VIERA-GALLO .-
O sea, lo que ahora está haciendo la Cámara Alta, según el artículo respectivo de la Constitución, es "doblarle la mano" a la Cámara de Diputados. Como allá el proyecto no alcanzó los votos necesarios para su aprobación, el Senado, con un quórum especial, le dirá: "Usted tiene que pronunciarse a favor".
Es decir, yo votaré a favor o en contra de lo que decidió la otra rama del Parlamento. Esperemos que así sea. Pero sería absurdo que cuando volviera el proyecto el Senado rechazara la idea de legislar.
Supongo que no ocurriría eso.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Acepto la interpretación de Su Señoría, pero no es así. Hemos estudiado el asunto con ayuda de todos los expertos, y a nuestro juicio el proyecto debe volver acá para ser votado nuevamente en general, porque puede venir un texto totalmente distinto. La disposición constitucional sólo tiene por objeto habilitar a la Cámara de Diputados para pronunciarse por segunda vez sobre él -y, en cierto modo, obligarla a ello-, y deberá votarlo en general y en particular. Y una vez terminado todo ese trámite la iniciativa pasará al Senado, donde tendremos que pronunciarnos en general y en particular, y podremos mejorarla también.
El señor RUIZ (don José ).-
Si no hay quórum, no se aprueba...
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Espero que hoy día exista el quórum. Estoy completamente seguro de que así será, a fin de cumplir el objetivo que he señalado y, además, de dar satisfacción al mundo cultural que hoy día nos acompaña.
Antes de dar inicio al debate, hago presente que las intervenciones podrán durar diez minutos como máximo. Seré muy estricto con los tiempos, porque hay muchos inscritos. No habrá segundo discurso y, además, a las 6 de la tarde, pase lo que pase, vamos a votar.
El señor VIERA-GALLO .-
¿Me permite, señor Presidente ? Deseo referirme a un problema reglamentario.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor VIERA-GALLO .-
El artículo 65 de la Carta Fundamental, que he estado revisando con la señora Ministra , dice: "El proyecto que fuere desechado en general en la Cámara de su origen no podrá renovarse sino después de un año. Sin embargo, el Presidente de la República , en caso de un proyecto de su iniciativa, podrá solicitar que el mensaje pase a la otra Cámara y, si ésta lo aprueba en general por los dos tercios", etcétera. O sea, lo que hace el Senado hoy día es dar su aprobación en general al proyecto, el que deberá volver después para ser discutido en particular.
--(Aplausos en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Respeto la opinión del señor Senador , pero la interpretación de la Mesa y de Secretaría es la que hemos señalado. Por lo tanto, vamos matando los piojos de a uno...
El señor GAZMURI .-
No es muy reglamentaria la observación...
El señor ÁVILA .-
Me permito recordarle que estamos en una sesión donde se trata una materia relativa a la cultura, señor Presidente .
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Valdés.
El señor VALDÉS .-
Señor Presidente , el Senado debe hacerse cargo del proyecto sobre cultura que fracasó en la Cámara de Diputados por falta de quórum. A mi juicio, nos corresponde votarlo en general.
Diría que en buena hora ocurrió el incidente de la otra rama del Congreso. Un proyecto que caminaba lenta y silenciosamente, al tropezar, ha despertado un clamor en todo Chile. Se ha demostrado, así, que hay hambre de cultura.
Este proyecto tiene sus antecedentes:
En 1996, el Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle convocó a un grupo de personas, representantes de los artistas, intelectuales, del sector empresarial y Parlamentarios, entre los cuales tuve el honor de participar, el que bajo la presidencia del señor Milan Ivelic , Director del Museo Nacional de Bellas Artes , trabajó durante varios meses con dedicación y notable entusiasmo hasta emitir un informe que sirvió de base a un proyecto de ley que fue enviado a la Cámara de Diputados. Con ciertas modificaciones, algunas sustantivas, el Presidente Ricardo Lagos envió otro proyecto sobre la materia, que es el que nos preocupa. Estas iniciativas responden a una aspiración antigua y de creciente potencia de vastos sectores del país.
El tema es de la más alta importancia.
La expresión "cultura" se usa hoy, a veces, con excesiva ligereza, para expresar cualquier manifestación. Y se dice que es arte todo acto o expresión provocativa, aunque se encuentre desprovista de todo sentido estético. Así sucede en Chile y en la historia en momentos de cambios sociales como los de ahora.
Pero el concepto de cultura expresa las realidades más profundas y complejas de la sociedad, y su definición es bastante difícil.
En un mundo globalizado, es la cultura la que define, sostiene, protege y proyecta a un pueblo y lo hace sobrevivir como nación. Los límites geográficos se desvanecen, los Estados pierden atribuciones, la economía se hace internacional, dentro del proceso indetenible de la libertad creativa del ser humano. Pero es la cultura la que da vida y sentido a una sociedad. Es la esencia de la nación, su personalidad y el crisol de su identidad, de su creatividad. El arte viene a ser la energía que da vida a la cultura y la proyecta, perpetuándola.
En un informe luminoso, recién publicado, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo analiza en profundidad el fuerte déficit cultural de Chile y el desafío de cubrirlo. Ese estudio acredita que los sentidos y símbolos que constituían "lo chileno" han dejado de tener vigencia. Además, el déficit es grande y visible en la falta de infraestructura y en la educación. Es angustiosa la carencia de teatros y de salas en Santiago, en ciudades y pueblos de Chile.
Si la elevación cultural es la expansión de las capacidades de todas las personas de una comunidad, constituye la esencia de la educación y, por tanto, una responsabilidad de toda la sociedad.
La participación del sector privado en el desarrollo de la cultura y particularmente del arte es indispensable. Existe una ley que ha dado buenos resultados y cuyo propósito es incentivar aportes privados a entidades sin fines de lucro, con objetivos culturales. Debo decir que su administración no implica costos. Pero ese cuerpo legal debe ser ampliado, y sustancialmente. En España hay un nuevo proyecto de ley que acrecienta esta materia, y que deberíamos estudiar.
Pero es evidente que el Estado tiene una obligación ineludible y primordial, establecida en la propia Constitución Política de la República.
Por otra parte, la Convención Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, proclamada por Naciones Unidas en 1976, dispone que la participación en la cultura es un derecho.
Por ello, considero que este proyecto debe ser aprobado con el fin de que recupere su tramitación normal en la Cámara de Diputados. Me extrañaría que alguien se opusiera a legislar sobre este tema.
En algunos países, como Francia, Italia, Brasil y otros, existen Ministerios de Cultura que han estado dirigidos por personalidades notables, como es el caso de André Malraux, en Francia, y Celso Furtado en Brasil, que realizaron obras memorables para afirmar la personalidad y la riqueza de esas naciones. En otros países existen Consejos de Cultura o de las Artes, como en Estados Unidos.
La importancia de la cultura es de tal naturaleza que para ganar la segunda vuelta al candidato señor Le Pen, en Francia, el Presidente Chirac tuvo que aceptar un gran programa nuevo de apoyo a la cultura y a las artes. Si no, no habría tenido el éxito que logró.
La División de Cultura del Ministerio de Educación ha realizado una gran labor. Debe así consagrarse. Existen, además, otros organismos del Estado que cumplen funciones en este campo, sin coordinación. En todo caso, los fondos del Presupuesto nacional que se destinan a esta actividad constituyen una cantidad mínima, comparada con la de otros países, y están muy lejos de satisfacer nuestras necesidades. Esperamos una consideración adecuada en el próximo Presupuesto para dar un contenido serio a la iniciativa legal que nos ocupa.
Considero, pues, oportuno, necesario y altamente conveniente que el Gobierno haya propuesto este proyecto, para lograr una mejor coordinación y obtener mayor eficacia y participación, con más recursos de la institucionalidad a cargo de la cultura. Nuestra función hoy día es aprobarlo para que continúe su tramitación, sin perjuicio de las modificaciones que podrán plantearse durante su discusión particular aquí en el Senado, que serán más bien de forma que de fondo en la intención de la ley.
La cultura está naturalmente penetrada, ordenada y orientada por ideas religiosas, políticas o, simplemente, por el proceso continuo de crecimiento de la libertad en el ser humano. El arte florece en la creación, y por ello el artista es un ser libre por esencia.
Pero para sostener esa libertad el Estado no puede dejar de coordinar, incentivar y financiar las actividades que tengan por objeto apoyar la creación, el crecimiento y la estabilidad de las expresiones artísticas del país.
Por tal motivo, me parece que el temor que algunos han manifestado respecto de este proyecto, en cuanto a que el Estado dirija y oriente la cultura y las artes, hoy día no se puede sostener. Creo que nadie aceptaría que el Estado manipulara el pensamiento y el arte. Por eso, no aceptamos ni el comunismo ni el marxismo, y nos rebelamos cuando se quemaron y destruyeron libros y se censuró el arte en Chile.
Felizmente no estamos en esa situación. Por fortuna, y después de consultas para lograr que este proyecto corresponda a una política de Estado, el Gobierno ha emitido una declaración que expresa bien su intención y su carácter a través de la constitución del Consejo Directivo de la nueva estructura.
Por ello, el Consejo deberá integrarse con personalidades relevantes y representantes de los artistas, de las universidades y de corporaciones culturales.
En opinión de pensadores de alto nivel, más importante y peligroso que la represión gubernamental de las culturas o su influencia sobre las artes, es el efecto de las fuerzas del mercado. Los productos de consumo comercializados a escala mundial a través de los medios de comunicación están imponiendo una visión uniformada, violenta y progresivamente ordinaria de la vida, en favor del "rating", que es hoy el detestable método para medir valores, ideas y sentimientos.
En la historia de la humanidad, los grandes conductores de los pueblos dedicaron tiempo y recursos al arte. En muchos países los grandes espacios de arte se abrieron y aún se sostienen activamente gracias a mecenas. Aquí todavía no son muchos los que ligan su nombre o su recuerdo gratuitamente o con incentivos mínimos a una obra de arte, aunque su éxito personal sea debido en parte considerable a la nación. Allí reside la pujanza de los museos, orquestas y teatros de Estados Unidos. Pero en nuestro país aún son el Estado y los recursos públicos los que mayormente asumen tal tarea. En buena hora, este proyecto perfecciona esa función, tan importante para Chile como la educación y la salud.
La vida y vigencia de nuestros más grandes compatriotas, como Gabriela Mistral , Pablo Neruda , Claudio Arrau y otros, fueron posibles porque el Estado los escogió y los apoyó. Estamos en una sociedad hoy inmersa en la libertad de consumo, pero que debe vibrar en la libertad de crear.
Descansemos, estimados colegas, de nuestras fatigas políticas diarias para apoyar por unanimidad un esfuerzo nacional que busca fortalecer la capacidad creativa de nuestros artistas, que requieren no sólo respeto, sino también apoyo y estímulos concretos.
La creación y su ejecución en el arte es la más alta expresión de un pueblo. No olvidemos las palabras de Platón cuando sostiene que los dioses escuchan a los hombres cuando éstos ejecutan la música a sus pies.
--(Aplausos en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Reitero que no están permitidas las manifestaciones.
Tiene la palabra el Honorable señor Espina.
El señor ESPINA.-
Señor Presidente, hoy nos corresponde pronunciarnos sobre la solicitud que el Presidente de la República ha hecho al Senado en orden a aprobar el proyecto de ley que crea el Consejo Nacional de Cultura y el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural.
Tan pronto como esta iniciativa no alcanzó el quórum pertinente en la Cámara de Diputados, los Ministros señora Mariana Aylwin y señor Mario Fernández tomaron contacto con los parlamentarios de la Alianza por Chile con el objeto, en primer término, de concordar los criterios principales que constituirían la columna vertebral de la normativa, y en segundo lugar -quizás tanto o más importante que lo anterior-, de acelerar su tramitación, a fin de que, una vez concordados tales criterios, el proyecto se transforme luego en ley de la República, de manera que nuestro país cuente con una nueva institucionalidad cultural.
En el día de ayer se llegó a un valioso acuerdo que fija el marco de tales criterios y que, obviamente, deja al Parlamento la redacción final de su articulado, sobre la base de los principios que señalaré a continuación.
Ante todo, queremos manifestar nuestra convicción de que en Chile debe existir una institucionalidad cultural, necesaria para que el país apoye definitivamente el desarrollo de las artes y la difusión de la cultura; facilite la expresión de la creatividad nacional; fomente y apoye a los autores y artistas; acoja los valores, costumbres y tradiciones que nos identifican y definen como chilenos, y, finalmente, se constituya en nuestro principal patrimonio de cara al mundo.
En esta materia sustentamos principios que se relacionan con tres aspectos de la iniciativa. El primero, referido al Consejo Nacional de Cultura, consiste en asegurar que dicho organismo sea una expresión auténtica del mundo cultural, en toda su diversidad, y que sus integrantes tengan una reconocida trayectoria en dicho ámbito. Igual autonomía queremos respecto de la gestación de los Consejos Regionales de Cultura.
El segundo principio apunta a tener un consejo autónomo y flexible en su funcionamiento, dirigido por los propios representantes del mundo de la cultura, sin interferencias internas ni burocracias que finalmente terminen por limitar su eficacia. A mayor burocracia -lo saben muy bien las organizaciones del sector-, menos recursos habrá para financiar los proyectos culturales.
El tercer principio procura asegurar la mayor transparencia posible en la asignación de los recursos, los cuales deben ser entregados mediante concursos públicos evaluados en consideración a la calidad de los oponentes y seleccionados éstos por jurados que garanticen transparencia, idoneidad y respeto a la diversidad cultural del país.
El proyecto, en sus lineamientos generales -más allá de los perfeccionamientos que se le hagan en su tramitación-, debe estar basado sin duda en la creación de un servicio público autónomo, ajeno a los sesgos de la política contingente. La cultura no es patrimonio de un sector político determinado, y cuando se contamina o se ha contaminado en el pasado lo que se le ha hecho es dañar su expresión, particularmente cuando se gesta en el mundo de la juventud.
Por esa razón, apoyamos la iniciativa en la medida en que crea un ente autónomo que será real expresión de la diversidad nacional y que contará con un órgano superior colegiado cuya máxima autoridad tendrá rango de ministro , pues ésa es la categoría que le corresponde si queremos un desarrollo cultural con jerarquía y dignidad para enfrentar no sólo los desafíos internos, sino también otros que nos permitan proyectar nuestra cultura de cara al resto del mundo.
También hemos señalado que la integración de ese organismo debe surgir de las propuestas de las mismas organizaciones culturales. Son ellas las que mejor saben quiénes están en condiciones para dirigir una entidad de tal jerarquía y difusión. Y las autoridades de la institucionalidad pública de la nación tendrán que intervenir para que dicho órgano nazca con toda la legitimidad y fuerza que requiere para su verdadera proyección a nivel nacional.
Hemos dicho, además, que deseamos que el Consejo Nacional de Cultura tenga la necesaria flexibilidad de gestión. No queremos un ente burocrático, sino uno sumido en la creatividad y en las posibilidades de expresión del mundo cultural, particularmente las que se manifiestan en cada localidad, en cada comuna, en cada región y en cada rincón del país.
Del mismo modo, nos interesa que los recursos del Fondo Nacional de Desarrollo Cultural que se crea permitan un desarrollo equitativo de las regiones en ese ámbito. Con toda razón el Senador señor Valdés decía -y lo analizamos días atrás cuando debatimos el punto- que actualmente en Chile la posibilidad de desarrollar la cultura en regiones, en comunas y en localidades aisladas es bajísima. No existen recursos, ni infraestructura ni incentivo, y son cientos de miles los compatriotas que, lamentablemente, no pueden difundir toda su capacidad creativa, tan necesaria hoy en día en un mundo extremadamente materializado.
Sobre la base de los principios mencionados, señor Presidente , los Senadores de Renovación Nacional apoyaremos con alegría y entusiasmo la iniciativa, en el ánimo de que sea perfeccionada durante su tramitación en el Parlamento.
De igual forma, manifestamos la necesidad de mejorar en su momento la ley que facilita las donaciones de las organizaciones privadas al mundo de la cultura. Se trata de una legislación complementaria a ésta, que ha resultado exitosa, pero que a veces presenta trabas burocráticas que desalientan a quienes quieren aportar al ámbito cultural.
Concluyo señalando que no queremos una cultura dirigida ni desde las iglesias, ni desde los cuarteles, ni desde los gobiernos. Queremos una cultura administrada realmente desde una política de Estado, la cual permita que en Chile en general y en cada rincón del territorio, cuando surja un artista, éste sienta que la institucionalidad pública lo apoya, para así poder proyectarse como persona, conforme a lo que necesita un país en el mundo moderno: más creatividad, mayor espiritualidad y menos materialismo, el que a veces nos hace olvidar un aspecto tan fundamental de la vida, como es nuestro desarrollo cultural.
Por las razones expuestas, los Senadores de Renovación Nacional apoyaremos el proyecto en debate.
--(Aplausos en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Viera-Gallo.
El señor VIERA-GALLO .-
Señor Presidente , mucho han hecho los creadores de la cultura y los artistas por el país, y mucho hicieron en un pasado muy reciente por recuperar la libertad y la democracia. Y sin embargo, los Gobiernos democráticos, pese a haber logrado bastante en el campo cultural, no habían cumplido con el pago de la deuda existente con el mundo de la cultura.
Cabe recordar que durante los primeros Gobiernos de la Concertación se creó el FONDART, se dictó la Ley de Fomento al Libro y la Lectura y se patrocinó otras iniciativas importantes, como el Centro Cultural Estación Mapocho. Podríamos hacer una larga lista; pero había una deuda pendiente con el mundo de la cultura.
Fue por eso, tal vez, que Diputados de distintas tendencias políticas -de Gobierno y de Oposición-, preocupados del tema, planteamos la necesidad de realizar un Cabildo de la Cultura en Valparaíso, de donde surgió la idea de sugerir al entonces Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle que hiciera suya tal iniciativa, y pudiéramos buscar un camino para el desarrollo de una política cultural de mayor altura y más eficaz.
Fue así como el Presidente Frei creó una comisión especial, de la cual formamos parte el Senador señor Valdés y el que habla. Junto con muchos artistas, Diputados y representantes incluso del mundo de la empresa trabajamos arduamente. De allí surgió un documento que se llama "Chile está en deuda con la cultura", el cual se plasmó después en el proyecto que hoy discutimos.
La iniciativa persigue como eje fundamental modernizar el sector de la cultura, para hacer más eficaz el apoyo del Estado a la creación, difusión y conservación del patrimonio. Junto con ello, hubo un proyecto de modernización de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM), que también se tuvo en cuenta como un antecedente relevante.
Sin embargo, es muy importante que esta tarde -cuando todo indica que se va a aprobar la iniciativa y que se va a enmendar la situación producida en la Cámara de Diputados, en la que no obstante haber habido 58 votos a favor y 8 en contra, no se reunió el quórum necesario-, formalicemos aquí un compromiso solemne, en cuanto a que todas nuestras palabras serán después seguidas por hechos reales.
Tengo aquí, señor Presidente , el itinerario seguido por el proyecto. Me preocupa que una iniciativa enviada hace tres años y medio todavía no haya sido aprobada en su primer trámite. La normativa en estudio fue mandada por el Presidente Frei en enero de 1999, en el último período de su mandato. No tuvo mayor seguimiento, porque seguramente los colegas Diputados estaban muy preocupados por su reelección, lo que es completamente lógico. No quiero al respecto hacer una crítica fácil.
Después, durante el Gobierno del Presidente Lagos, el proyecto estuvo siete meses en la Comisión de Educación y tres meses en la de Hacienda. Fue a la Sala de la Cámara, sin ser aprobado. Lo enviaron por segunda vez a la Comisión de Educación y permaneció allí nueve meses.
En otras palabras, si la iniciativa tiene prioridad para todos nosotros, para la Administración del Presidente Lagos, para los parlamentarios de la Concertación y de la Oposición, como lo hemos visto, aprovechando la presencia de dos Ministros de Estado y del encargado de la educación y de la tramitación del proyecto, creo que al momento de aprobar la idea de creación del Consejo Nacional de Cultura debemos comprometernos a que en no más de tres meses la Cámara de Diputados despache el proyecto. Porque, si vamos a esperar que transcurran otros dos años para su discusión particular en esa rama legislativa, para que luego sea enviado por otros dos o tres años al Senado, me parece que haríamos un flaco servicio a la cultura.
Señor Presidente , también los discursos son importantes y creo que todos debemos hacerlos. Pero lo que importa aquí es el compromiso real de que nuestras conductas van a ser consecuentes con nuestras palabras, porque son ya demasiados años los que llevamos luchando para que esto sea realidad.
Quiero señalar por último que la objeción formulada en cuanto a que el organismo que se crea pudiera tener un carácter dirigista de la cultura, no tiene fundamento, por varias razones.
En primer término, porque el poder del Estado en el campo de la cultura en el día de hoy es nada si se compara con el poder del mercado, como lo dijo muy bien el Senador señor Valdés . No existe capacidad financiera ni política para que pueda haber un dirigismo cultural.
En segundo lugar, porque, dado el desarrollo actual de la cultura, no hay una escuela de pensamiento artístico o una cierta visión de las cosas que cautive la imaginación y el esfuerzo de un conglomerado político. No se da una visión oficial del arte ni en la Concertación ni en las bancas de la Oposición. De modo que mal podría dirigirse algo respecto de lo que no se tiene una orientación precisa.
Lo que se busca con la iniciativa es que el Estado facilite la creación libre de los artistas, promueva la difusión de sus obras y conserve mejor el patrimonio cultural del país. Y eso lo podrá hacer con el Consejo Nacional de Cultura.
Por último, quiero llamar la atención para que ojalá demos un tranco más rápido a la tramitación de la iniciativa.
--(Aplausos en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Foxley.
El señor FOXLEY.-
Señor Presidente, me alegro de las intervenciones que hemos escuchado esta tarde.
Al seguir lo que se estaba debatiendo públicamente sobre este proyecto en días pasados, tenía la preocupación de que nos quedáramos en una discusión centrada en los organigramas y en las dependencias burocráticas, en cuanto a cómo se organiza tal o cual consejo y quién forma o no forma parte de él; si va a ser manejado a control remoto por el Estado o si va a reflejar una verdadera autonomía y diversidad, etcétera. En todo caso, va a haber tiempo para ese debate. Pero no me parece que sea ése el centro de lo que se quiere señalar cuando se presenta la iniciativa sobre la institucionalidad cultural al Congreso.
Creo entender que cuando el Presidente Frei envió una iniciativa de esta naturaleza -que hoy se traduce en el proyecto en análisis- lo que queríamos destacar era que, probablemente, por primera vez en los más altos niveles del Estado y del Parlamento, se deseaba dar a la institucionalidad cultural una envergadura, jerarquía y prioridad similares a las de otras tareas que han parecido centrar las energías del país en las últimas dos décadas.
Chile, como la mayoría de las naciones del mundo, en los últimos veinte años, se ha sumido e involucrado en el deseo de aprender a sobrevivir en el mundo de la globalización.
Nuestro país, antes que otros, realizó una apertura fundamental de su economía. A partir de ello, se desencadenó un proceso de transformaciones económicas muy importante, y de atrás provino un ímpetu de creatividad empresarial bastante significativo.
Como resultado de esto, Chile logró duplicar el tamaño de su economía y generó un proceso de cambio en el modo de vida y en la forma de relacionarse con la gente, en el sentido de lo que somos y de la percepción que tenemos del futuro.
Pero si algo cabe decir respecto al sello que ha marcado este proceso en el país -como ha ocurrido en la mayor parte de las naciones del mundo-, es que ese proceso conllevó una centralidad de la economía y cierta marginalidad de la cultura.
Sin embargo, hoy día, después de ese proceso de cambios vertiginosos, cuando el país se siente confuso e inseguro respecto de su identidad, de la dirección hacia donde se encamina, y -como dijo el Senador señor Valdés - de su sentido como nación, pienso que es un momento especialmente proclive para la expresividad, para que la gente vuelque sus sentimientos y para que lo haga, ojalá, en forma creativa.
El Honorable señor Valdés señaló que existe hambre de cultura. Me parece que lo que hay es hambre de mirarse frente a un espejo y tratar de entender lo que somos.
Por eso, hoy, 20 años después de un proceso en el cual ha habido esa centralidad de la economía, es el momento para reequilibrar las cosas y dar un impulso a la creación cultural, estimulando la creatividad del país en un sentido más amplio que la creatividad empresarial.
Quienes escriben acerca de nuestro país han sostenido que somos herederos de una cultura gris y burocrática, que nos sentimos más cómodos con los funcionarios que con los innovadores o los creadores. Me parece que los autores del proyecto en análisis pretenden que éste sea, al menos como punto inicial, el detonador de chispas de innovación y de creatividad que nos permitan, de alguna manera, reequilibrar las cosas.
Pero hay otra dimensión en esta materia.
No cabe duda de que Chile está volcado hacia el mundo. Hace menos de un mes firmamos un acuerdo de plena integración comercial con los países que forman parte de la Unión Europea. En los meses venideros, no más allá de comienzos del próximo año, veremos alcanzado con éxito un acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos.
Por lo tanto, estamos de lleno en un mundo globalizado. Nos hallamos en un camino donde no es posible dar pie atrás. Pero si algo debemos aprender de quienes han tenido éxito en ese mundo global, es que se llega a él aportando lo propio, lo que sabemos hacer mejor. Ello nos obliga a descubrir nuestras especificidades y a proponernos, por consiguiente, pasar de la creación cultural a lo que yo llamaría la cultura de la creatividad en toda su diversidad de géneros y expresiones, en todo su pluralismo, en su sentido innovador y atrevido, para inventar -usando una expresión del Honorable señor Flores- mundos nuevos.
Si Chile va a caminar por esta senda no transitada anteriormente, que consiste en proyectar a un pueblo al que hoy le cuesta reconocerse a sí mismo, debemos buscar primero la manera de mostrar el país en el exterior. Y, en ese sentido, tenemos que aprender de las experiencias de naciones como Canadá, Brasil, México , e incluso Argentina -que necesitaban expresar identidades que al comienzo eran confusas-, para luego proyectar la creación cultural de Chile hacia el extranjero hasta crear -perdón por el sesgo economicista- una verdadera industria de la producción cultural destinada al resto del mundo, o por lo menos a América Latina.
Por otro lado, también debemos preocuparnos de lo que señala el informe del PNUD, a que se hizo referencia anteriormente. En él se dice: "para la inmensa mayoría de los chilenos el consumo cultural se limita al consumo televisivo como fuente única o privilegiada de acceso a la información y a la entretención.".
Por lo tanto, el segundo problema por resolver, y tal vez el nexo que falta en el proyecto, consiste en conectar la producción cultural con una difusión más masiva en el medio televisivo.
Sin embargo -para redondear-, más allá de los organigramas que podrían concentrar nuestra atención y nuestras discrepancias al discutir la iniciativa, debemos preocuparnos de los temas sustantivos. Y el más importante es cómo inducir a través de la cultura actitudes más creativas e innovadoras en los chilenos y cómo generar espacios de excelencia para nuestro país en el mundo global.
Se trata de crear una estructura que haga posible lo anterior. Y, como bien se indicó hace un momento, corresponderá al Congreso, y al Senado en particular, destinar los recursos suficientes, a través de las leyes de Presupuestos, para que ello sea factible y no se frustre la tremenda expectativa generada por el proyecto.
Me parece que nuestra Corporación otorgará un amplísimo respaldo a la idea de la institucionalidad cultural, y sólo cabe esperar que esto desencadene un dinamismo de la envergadura y jerarquía que requiere una materia respecto de la cual -como dijo el Honorable señor Viera-Gallo - todos estamos en cierta medida en deuda.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Senador señor Larraín.
El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente , la situación producida en la Cámara de Diputados con motivo del proyecto en análisis ha permitido, no sólo buscar modos y caminos para salvar una iniciativa que por el impasse ocurrido podía morir o, por lo menos, demorar un año más de los que ya llevaba en tramitación, sino también realizar una reflexión sobre una materia de la mayor relevancia: la cultura.
Estimo que ella es importante y necesaria, porque, cuando uno define la institucionalidad cultural, resulta imprescindible que se ajuste al verdadero sentido de esta idea, de la expresión de la cultura.
En tal virtud, sin entrar a definiciones o conceptos, considero esencial aprovechar esta oportunidad para reflexionar en torno a este elemento indispensable en la vida de todos los pueblos, como es la cultura, y por cierto en un sentido amplio. Ella expresa un modo de vida, la forma como un pueblo desarrolla su existencia. Ortega y Gasset decía que la cultura la integran esos valores desde y hacia los cuales se dirige una sociedad, los que le dan un sentido de bastante trascendencia.
En su visita a Chile, Juan Pablo II , en un memorable discurso al mundo de la cultura en la Universidad Católica, sostuvo que en la cultura había que incorporar no sólo los valores, como tradicionalmente uno los entiende, sino además los antivalores, porque en ella no hay necesariamente un reflejo o determinada moral objetiva; más bien es lo que los pueblos van haciendo en su devenir, en su existencia, en su caminar, y eso incluye un poco de todo. De allí la necesidad de fomentar la cultura, particularmente en un mundo global, pues al final refleja la identidad de un pueblo, que, si se pierde, no es posible recuperar.
Cuando hablamos de expresión cultural nos referimos al oxígeno que da sentido y vivifica el alma de un pueblo, y que es también su reflejo, la condición para su desarrollo y progreso.
Por lo tanto, toda expresión cultural es y será siempre la manifestación auténtica de las personas, que se da, no sólo en quienes cultivan especial y centralmente como forma de vida alguna expresión más sofisticada o refinada de la cultura, sino en todos los ámbitos.
Por eso, la cultura centralmente está en el arte. Pero también se encuentra en la manifestación cívica de un pueblo, en sus expresiones legal, económica y religiosa. Por lo mismo, debe y necesita manifestarse con libertad, con creatividad y, sobre todo, con espíritu crítico.
De allí que pretender orientarla en algún sentido o dirigirla favoreciendo a determinadas personas, grupos, colectividades o regiones atenta contra el espíritu más profundo de la cultura de un pueblo. De ahí que al definir la institucionalidad cultural como lo estamos haciendo, la necesidad de respetar su libertad, su esencia creadora y crítica se convierte en un elemento central. Y, a mi juicio, lo que debemos hacer es precisamente generarla -por diversas consideraciones que señalaré a continuación- para facilitar todas las manifestaciones culturales factibles, a fin de que los agentes culturales puedan contribuir a enriquecer su vida personal, pero también la nuestra, como país, como sociedad.
La preocupación por la cultura es esencial y necesaria.
Aquí, en la Sala, hemos escuchado interpretaciones de algunos señores Senadores respecto al Informe del PNUD sobre Desarrollo Humano, referido este año al tema cultural. En este sentido, insto al Senado a invitar a su coordinador en Chile -sabemos que tiene una representante, pero nos gustaría que asistiera él mismo- para que nos explique el sentido de ese informe, que -para decirlo con franqueza- es bastante dramático.
El mencionado documento deja una sensación amarga cuando describe, por ejemplo, la débil imagen que los chilenos tienen de sí mismos, la ausencia de un proyecto país o la carencia de convicciones respecto de lo que llamamos símbolos patrios.
Por lo tanto, surge aquí un vacío, un déficit que tiene que ver con la falta de fortalecimiento del mundo cultural. Si uno observa -cada cual lo puede constatar en su respectiva Región- la pobreza cultural en muchos pueblos a lo largo de nuestro territorio, llega a la convicción de que no es raro ese resultado.
¿Qué infraestructura de verdad existe en 300 comunas -hay 341- para fomentar y desarrollar en Chile las artes u otra expresión cultural? ¿Qué recursos tenemos? ¿Qué organizaciones públicas o privadas están trabajando en ese ámbito? En realidad, aquí se presenta un desafío al cual, como país, no hemos respondido.
Por eso, hay que actuar por diferentes vías que nos permitan dar la respuesta que Chile necesita y merece.
El proyecto puede ser un camino, que se suma al esfuerzo de muchos. Porque no olvidemos que algunas actividades culturales se desarrollan gracias a la pujanza y al temple de numerosas personas. Veo con agrado la fuerza con que se desarrolla la actividad teatral, o el esmero de los cineastas para realizar producciones ajenas a la magnitud económica que existe en otras partes del mundo. Sin embargo, ahí están.
Ciertamente, los esfuerzos son pocos. Muchas personas carecen de la oportunidad para llevarlos adelante; no sólo los grandes cultores de las artes, sino además los más pequeños a lo largo de Chile.
Por eso, es muy importante potenciar la labor que ellos realizan. Y, en mi opinión, es necesario reforzar la ley de donaciones con fines culturales, que constituye otra forma de lograr estos objetivos. No podemos quedarnos sólo con la norma que hoy día rige para seguir caminando por esa única vía.
Empero, hoy nos preguntamos cuál es el rol del Estado en esta materia. La iniciativa constituye ciertamente una alternativa que procura potenciar su papel para ayudar en la tarea que los privados, los artistas, los cultores de las artes están desarrollando hoy día.
El proyecto ha tenido algunos inconvenientes en su estructuración. Y eso, en cierto sentido, ha motivado su demora, el rechazo de una primera iniciativa y la discusión sobre la segunda. Porque algunas instituciones podrían prestarse para caer en el dirigismo cultural o para diluir la cultura en una burocracia que le reste eficacia, agilidad, o que posibilite tragarse los escasos recursos que el país ha dispuesto para esta actividad.
Por ello, esta discusión nos permite recoger tales inquietudes y perfeccionar el proyecto. En estas semanas -como lo explicó el Senador señor Espina- hemos conversado con las autoridades de Gobierno (con los Ministros de Educación, Secretario General de la Presidencia y Secretario General de Gobierno y con el encargado de esta materia, don Agustín Squella) , y creemos que de ello han surgido un buen diálogo y una buena oportunidad para corregir aspectos que están en la iniciativa y que son fáciles de rectificar. Porque me parece que sobre los problemas de fondo hay bastante afinidad e identidad de propósitos.
Y, en ese sentido, no solamente agradezco al Gobierno esta oportunidad, sino que deseo reforzar lo que ha recogido en el documento que hoy día se dio a conocer, como la manera de expresar las indicaciones que se incluirán en la tramitación de este proyecto para hacer factible una institucionalidad cultural que no ofrezca dudas a nadie.
¿Cuáles son esos temas?
El primero de ellos dice relación a un Consejo expresivo de la diversidad cultural existente en el país.
No estimamos adecuado un Consejo que sea apéndice de un gobierno. Los gobiernos cambian, y no parece razonable que cuando ello suceda vayamos trasvasijando los integrantes de un ente a otro y así sucesivamente, porque no habrá continuidad y el Consejo pasará a ser, más que una expresión del mundo cultural, una expresión gubernamental, que no es lo que buscamos.
Para evitar lo anterior, se requiere una integración como la que se planteó aquí: una proposición que surja de los organismos culturales, pero que se designe y apruebe por la institucionalidad pública, entendiendo por ésta -como lo señaló hoy la señora Ministra de Educación -, entre otras, el Presidente de la República y el Senado.
Por otro lado, el Consejo Nacional de Cultura debe ser autónomo -entendiendo por ello el hecho de que la forma de normarse a sí mismo se manifieste por la dirección y la integración de sus miembros con independencia de toda acción política, económica, religiosa o las que son propias de la contingencia- y no burocrático, donde, más que un edificio o la imagen tradicional de un servicio público, lleno de funcionarios, de trámites, de papeleo, exista una organización flexible que se dé el propio Consejo -como se acordó en el documento que mencioné-, en vez de establecerla por ley, para que así pueda ir diseñando una entidad no burocrática, que no quite los recursos que son necesarios para los proyectos culturales.
Por último, es preciso que los recursos se asignen en forma transparente, según la calidad de los proyectos, y lleguen a todo el territorio nacional.
Señor Presidente , esos criterios centrales han sido recogidos por el Gobierno. Nos alegramos de ello y lo agradecemos. De ese modo se permite a los Senadores de la Unión Demócrata Independiente y a los Senadores Independientes integrados a nuestro Comité aprobar con mucha fuerza esta iniciativa, para que siga su curso, y dar a la institucionalidad cultural el consenso que requiere. La cultura no es ni del Gobierno ni de la Oposición, ni de la Derecha ni de la Izquierda, ni del pasado ni del futuro: ¡es de todos!
Con la aprobación que daremos desde el Senado, en forma unánime, esperamos que el proyecto continúe su tramitación en la Cámara de Diputados y pueda así encontrar el cauce para que Chile tenga la institucionalidad cultural que se merece.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Senador señor Gazmuri.
El señor GAZMURI.-
Señor Presidente, sólo quiero compartir un par de reflexiones con el Senado.
El desgraciado episodio ocurrido en la Cámara de Diputados, que no permitió que este proyecto siguiera su curso normal de tramitación, producto de la irresponsabilidad de algunos y del voto contrario de otros, ha provocado una reacción indignada y razonable de la comunidad cultural del país.
Pero no sólo allí.
Me ha impresionado mucho en estos días el hecho de que la crítica a las instituciones que no cumplieron su deber y el apoyo al mundo de la cultura en su sentido más estricto han ido mucho más allá de los creadores artísticos.
Creo que el país de alguna manera echa de menos que pongamos más en el centro de la actividad nacional los temas vinculados a las expresiones artística y cultural. Y ese episodio desgraciado por lo menos ha servido -se ha dicho acá- para que se manifieste hoy en el Senado, respecto del asunto, una unanimidad que hace no poco tiempo habría sido muy difícil conseguir.
A mi entender, ése es un elemento que deberíamos aprovechar y potenciar.
Es casi un lugar común decir que, en el mundo globalizado, las identidades nacional y cultural constituyen una cuestión básica.
En Chile, señor Presidente , donde la larga y dolorosa dictadura que sufrimos tuvo, en los campos de la cultura y de la identidad nacional, efectos que no se borran fácilmente con el tiempo, y donde, además, la comunidad cultural jugó un papel esencial para la recuperación de la libertad, aún está pendiente la necesidad de reconstruir la identidad del país.
Se ha mencionado el informe del PNUD. Lo que más me impresiona de él es la fragmentación cultural y de imágenes en que vivimos los chilenos, la dificultad de reconocernos en nuestros viejos relatos y en nuestras viejas identidades.
Por lo tanto, tenemos la necesidad de ir reconstruyendo una unidad y una identidad fundamentales de los chilenos, proceso que no ha concluido; más bien, recién está comenzando.
Esa tarea no es de un sector en particular. Pero, en ella, los creadores culturales de las diversas disciplinas han jugado en la historia del país, juegan y están llamados a jugar un papel primordial.
Quiero entender en tal sentido los acuerdos amplios que estamos estableciendo, en un proceso que no será fácil, pero que considero indispensable.
Mi segunda reflexión es que, cuando aprobamos un proyecto de este tipo, estamos diciendo asimismo que el desarrollo cultural de la nación no puede ser obra sólo del mercado o de las personas individuales; que aquí hay un bien público comprometido, y que, por consiguiente, debe haber políticas públicas de estímulo a la creación, a la difusión, a la universalización de los productos generados en el mundo del arte y de la cultura.
Ése es un elemento central que no ha estado presente con fuerza en los años de la transición democrática.
Deseo que aprovechemos también este momento para reponer dicha idea fuerza, que no envuelve solamente la dictación de una ley sobre un organigrama, sino además la decisión de un país de entender que el desarrollo pleno de la cultura -bien esencial para que podamos convivir en democracia, en paz, en felicidad, finalmente- requiere el estímulo y el apoyo público.
En mi concepto, aquél es un elemento central que hoy día se va imponiendo en Chile como un acuerdo, porque mientras más amplio sea éste más potente será el trabajo que podamos realizar en tal dirección.
Por eso, un tanto abochornados por lo sucedido en la Cámara de Diputados, pero alegres por el apoyo existente en el país a la iniciativa en debate, por la movilización de los agentes culturales, por el grado de acuerdo que se expresa en la Sala, concurriremos con nuestros votos favorables. Pero, fundamentalmente -y recojo la invitación del Senador señor Viera-Gallo -, los socialistas asumimos el compromiso, de aquí a futuro, de hacer que este tema esté muy puesto en la agenda pública; que aprobemos en tiempos breves las iniciativas legales que tenemos por delante, y que el Estado destine a esta dimensión fundamental de la construcción de la nación los recursos y esfuerzos indispensables.
Muchas gracias.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Senador señor Moreno.
El señor MORENO.-
Trataré de ser breve, señor Presidente , porque se acerca la hora de la votación y, además, porque los señores Senadores que me precedieron, en particular los Honorables señores Valdés y Foxley , plantearon con profundidad muchos de los aspectos que rodean el eje central de la discusión.
Aquí estamos ante un hecho inédito en esta Alta Corporación. En el tiempo que llevo en ella, es la primera vez que nos vemos abocados a un procedimiento como éste, en virtud del cual, al no lograrse el quórum constitucional requerido en la Cámara de Diputados, el Senado tiene que habilitar el mecanismo para que el proyecto pertinente continúe su tramitación en la otra rama del Parlamento.
Pero, ¿a qué ha dado origen esto? No sólo al debate de esta tarde, sino también a una movilización nacional, donde se han involucrado las más altas autoridades de la nación. Así, ayer, en el gabinete del Vicepresidente de la República , tres Ministros de Estado y los jefes de Comités de todos los sectores representados políticamente en esta Sala nos reunimos para discutir cómo desbloquear la situación.
Tal era el punto. Éste no consistía en discutir el tecnicismo de si el Consejo respectivo se integraba con ministros o sin ellos, o si se creaba un ente con diez, quince o veinte consejeros. No. El punto era habilitar el procedimiento.
Ante eso, la mayoría de los Senadores -si no todos- hemos sido requeridos formalmente por las organizaciones del mundo de la cultura en nuestro país.
Sobre el particular, señor Presidente , haré algo que normalmente no se estila en el Senado: contestaré aquí las cartas que he recibido, haciendo constar que no son documentos que uno desprecia o deja en el olvido.
Recibí una carta de la Corporación Chileactores, firmada por Liliana Ross y Liliana García ; otra de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor, suscrita por Cecilia Echenique , Eduardo Gatti y Eduardo Peralta ; una de la Sociedad Chilena de Intérpretes, con las firmas de Enrique Baeza, Cecilia Frigerio , Pablo Herrera , Alejandro Gaete , Marcelo Muñoz y Rodolfo Olea ; otra de la Sociedad de Autores Nacionales de Teatro, Cine y Audiovisuales, enviada por Gustavo Meza , Silvio Caiozzi y Ricardo Larraín ; una de la Organización Creaimagen, remitida por José Balmes , su Presidente , y el consejero Gonzalo Cienfuegos ; otra de la Sociedad de Derechos Literarios, firmada por Jorge Edwards y Jaime Collyer , y una enviada por sesenta distinguidos artistas (escultores, pintores, actores, actrices; tengo el privilegio de conocer a varios de ellos y he disfrutado su amistad): Miguel Littin , Alfonso Calderón , Julio Jung , Jaime Hales , Raúl Zurita , Reinaldo Marchant , Leonel Lienlaf , Pía Barros , Antonio Skármeta , Hernán Rivera , Amaro Labra , Guillermo Blanco , Carmen Berenguer...
Pido al Senado la inserción de los nombres que aparecen a continuación, con el objeto de que figuren en la Versión Taquigráfica, como forma de expresión de la cultura.
Al contestar esas cartas, señor Presidente, digo que la responsabilidad es colectiva.
Y quiero despejar un punto, que no puede quedar flotando en la mente de quienes nos escuchan y acompañan en esta sesión.
El retraso del proyecto no se debe a que los Diputados y Senadores no cumplimos nuestro deber. ¡No! La iniciativa tiene una dinámica acorde con la Constitución y nuestro Reglamento. Eso está dado, conforme a los consensos que se logran, a través de las urgencias que dispone el Ejecutivo . Eso es lo que nos manda. Y se nos manda esta tarde votar con premura, en virtud de la "discusión inmediata".
Por lo tanto, señor Presidente, cuando nos aprestamos a ello, finalizo diciendo...
El señor ZURITA .-
¿Me permite una interrupción, señor Senador ?
El señor MORENO.-
Por supuesto, Su Señoría, con la venia de la Mesa.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Con autorización de la Mesa, puede hacer uso de la palabra el Honorable señor Zurita.
El señor ZURITA.-
Señor Presidente , hemos tenido un debate larguísimo para justificar y corregir un disparate.
Resulta que nuestra Constitución (no sólo ésta, sino también la anterior y la anterior) es esencialmente presidencialista. Por consiguiente, el Primer Mandatario dispone de armas que no tienen el común de los mortales ni los Parlamentarios.
Cuando una moción es derrotada, un año más para renovarla. Pero el artículo 65 de la Carta (no sólo la norma actual, sino además la que siempre rigió) permite al Jefe del Estado , si cree que tiene la razón, insistir.
Y en este caso, cuando el Presidente de la República , teniendo la razón, insiste, nosotros perdemos lastimosamente el tiempo hablando de lo que habría que discutir después.
La sesión de hoy y el proyecto que se somete a nuestra consideración persiguen un solo fin: autorizar para que la iniciativa, que fue rechazada en la Cámara de Diputados, vuelva a ella con el objeto de que la estudie de nuevo y la resuelva.
Para lograr eso, se exige un quórum especial. Y si se logran los dos tercios de los Senadores presentes, ¿qué significa? Que todos estamos de acuerdo en que la cultura anda mal, que nos falta cultura y que debemos ganar cultura.
¡Pero no nos pongamos a hacer ahora discursos que tendríamos que pronunciar cuando la Cámara, entendiendo lo que pasó y cumpliendo su obligación, apruebe el proyecto!
--(Aplausos en las tribunas).
El señor PIZARRO.-
¡Sería todo, señor Presidente ! ¡Dé por cerrado el debate...!
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).-
Pido a los presentes en las tribunas que por favor respeten a la Sala.
Continúa con el uso de la palabra el Senador señor Moreno.
El señor MORENO.-
Señor Presidente , terminaré mi intervención rescatando un elemento que, creo, no ha estado presente en el debate de esta tarde.
Yo represento a una Región. Represento a campesinos, a mineros, a pobladoras de una Región que no es la capital de Chile. Por lo tanto, dejo establecido que, en el trámite posterior de esta iniciativa, nos esforzaremos para que exista pleno reconocimiento de lo que significa la expresión cultural de las comunas, de las provincias, de las regiones del país.
Nada tengo contra la Región Metropolitana. Pero, obviamente, nuestra cultura subyace en un mundo rural, en un mundo campesino que se ha ido generando a través de otras expresiones. Y, por ende, haremos todo lo que esté a nuestro alcance para que aquello ocurra.
Por eso, anuncio que la votación de los catorce Senadores de la Democracia Cristiana será a favor de este proyecto.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
En todo caso, propondremos que para la discusión general, cuando la iniciativa vuelva al Senado, se tomen en cuenta los tiempos ya ocupados por Sus Señorías en este debate.
Tiene la palabra el Senador señor Muñoz Barra.
El señor MUÑOZ BARRA.-
Señor Presidente , quiero ser muy leal con mis Honorables colegas, pues restan trece minutos para que se inicie la votación. Por consiguiente, me referiré sólo a tres puntos, en forma muy sucinta.
En primer lugar, deseo agradecer al Senador señor Moreno por haber contestado las cartas que mencionó, ya que nos evitó a muchos de nosotros responderlas, pues también las recibimos.
Por tanto, ¡muchas gracias, Honorable colega, porque nos ayudó en tal sentido...!
El señor MORENO .-
¡Le ahorré las estampillas...!
El señor MUÑOZ BARRA.-
En segundo término, para que este debate no sea tan serio (a veces se pierde un poco el humanismo propio de materias como la que nos ocupa), quiero destacar que ¡ésta es la primera vez, en los ocho años de mi primer período en la Cámara Alta y en lo que va transcurrido del segundo, que un Senador institucional recibe un aplauso de las tribunas...!
--(Manifestaciones en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Ruego a Su Señoría dirigirse a la Mesa.
El señor MUÑOZ BARRA.-
En consecuencia, creo que vale la pena connotar ese hecho, porque no tiene precedentes.
Por último, deseo puntualizar -y seguramente habrá aplausos- que el Senado hoy día no sólo va a entregar los dos tercios necesarios para corregir el error legislativo que se produjo en la Cámara de Diputados, sino que -no me cabe duda alguna- se expresará por unanimidad y no habrá nadie que se abstenga o vote en contrario.
Señor Presidente , tenía un discurso donde iba a plantear algunas ideas acerca de la materia que estamos tratando. Pero, por respeto a los distinguidos artistas e intelectuales que han llegado hasta acá, lo haré cuando discutamos en general este proyecto.
Entonces, concluyo anunciando que, por supuesto, los tres Senadores del Partido Por la Democracia vamos a aprobar, hoy, mañana y siempre, toda iniciativa que tenga que ver con la cultura y el desarrollo de nuestro país.
Muchas gracias.
--(Aplausos en las tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Ruego guardar silencio.
Tiene la palabra el Senador señor Ruiz-Esquide.
El señor RUIZ-ESQUIDE .-
Señor Presidente , a riesgo de recibir la repulsa de algunos (o de todos, según parece), quiero señalar que estamos en un mundo bastante kafkiano, porque resulta que, si algo está pasando en este país -y por lo que se dice en esta Sala-, es precisamente que carecemos de la cultura necesaria y del tiempo indispensable para discutir al respecto.
Considero increíble que en un Senado inquieto por lo que sucede en el país, donde la preocupación se centra esencialmente en asuntos materiales y en que muy pocas veces hablamos sobre la cuestión cultural, se reclame porque vamos a tener que referirnos dos o más veces a la cultura, tema que parece ser inagotable. Es increíble -insisto-, porque el hablar sobre la cultura en este momento, aunque no sea a propósito de la cuestión de fondo sino de la tramitación de este proyecto, probablemente nos permitirá hacer análisis o intervenciones más profundas la próxima vez. Y eso es bueno. Porque si ello no calza con nuestro concepto acerca de lo que conviene hacer en esta materia, con franqueza les digo que no tiene sentido que estemos creando una institucionalidad.
El asunto es bastante más serio, bastante más lamentable, cuando lo enfocamos de ese modo. Consiste en que es verdad, como dice Santo Tomás, que no se les puede hablar a las almas con el estómago vacío. Es cierto. Pero también Ortega y Gasset, cuando define la cultura, lo hace de una manera tal que debería llevarnos a pensar que es bueno que hablemos una y mil veces sobre ella y no sólo a propósito de un proyecto, o de un solo minuto, o de un procedimiento.
Se ha traído a la Sala la visión orteguiana de la cultura, a través del Senador señor Larraín . Yo quiero ampliarla, porque creo que representa lo que es la angustia de quienes vemos esta suerte de desculturización del país, que todo el mundo reconoce y respecto de la cual, al parecer, a veces hacemos lo necesario para que se justifique.
Según Ortega y Gasset, "la cultura es (o es como) ``un movimiento natatorio´´, un bracear del hombre en el mar sin fondo de su existencia con el fin de no hundirse; una tabla de salvación por la cual la inseguridad radical y constitutiva de la existencia puede convertirse provisionalmente en firmeza y seguridad. Por eso la cultura debe ser, en última instancia, lo que salva al hombre de su hundimiento, una salvación que no debe ser, por otro lado, ``excesiva´´, porque ``el hombre se pierde en su propia riqueza, y su propia cultura, vegetando tropicalmente en torno a él, acaba por ahogarle´´. La cultura podría definirse así como aquello que el hombre hace, cuando se hunde, para sobrenadar en la vida, pero siempre que en este hacer se cree algún valor.".
Se ha traído también a esta discusión lo que se expresa respecto de Chile en el Informe del PNUD.
¿Y qué se dice ahí?
"Un país fragmentado, un país que no tiene noción de lo que quiere, un país sin autoestima". ¿No estará eso relacionado con el proceso que hoy estamos viviendo y discutiendo? ¿No estará relacionado con el privilegio de lo material más que de otro tipo de cosas? ¿No estará relacionado con la pérdida de utopías en un país que requiere pensarse a sí mismo, avanzar en los sueños, tener capacidad de levantarse a la altura con la fuerza de sus brazos o de sus alas -como dice el viejo poeta-, pero, al mismo tiempo, volando contra el viento de este materialismo que nos ahoga, para poder llegar a las alturas?
Por eso, es bueno que discutamos sobre la cultura más allá de la institucionalidad. Porque nada ganamos con tener las mejores institucionalidades posibles si no valoramos lo que ello representa.
Es positivo que discutamos y que aprobemos esta iniciativa. Más allá de todo lo acontecido -hay que reconocer que ha sido algo triste y lamentable; pero sucedió-, no podemos echarnos cenizas en la cabeza y creer que el fracaso en aprobar una normativa determinada demuestra falencias en el cumplimiento de los deberes de algunas instituciones del Estado, y que ese exceso podría inducir a pensar que es bueno que ellas no existan en la forma como todavía funcionan en el país.
Por eso, ahora estamos tratando de votar el proyecto lo más rápidamente posible, pero con algún debate. Y este análisis permitirá perfeccionar las condiciones en las cuales se desarrolla la cultura, no sólo para crear una mejor institución, sino que, sobre todo, para que el país y sus ciudadanos y ciudadanas sean capaces de mirar el mundo de otra manera.
Se dice que estamos en un conflicto de crecimiento, de identidad, y que vivimos en un país donde la gente se siente mal, no se encuentra contenta consigo misma ni está satisfecha con lo que pasa. Entonces, ¿cómo es posible que, más allá de las injusticias existentes en Chile, donde hay personas que ganan 60 millones de pesos al mes y otras 100 mil pesos, el país haya crecido, esté mejor, no sea el de ayer? ¿Por qué esa carencia de ideas, de ideales, de afán de vivir? ¿Por qué esa anedonia, como la llaman los psiquiatras? ¿No será porque cuando se acaban las utopías dejamos de ser mariposas y nos transformamos en larvas que buscan el camino material para seguir adelante, pero que pareciera que vivir ya no tiene sentido?
Necesitamos lo que estamos aprobando hoy día. Sin embargo, lo entendemos como un instrumento. Nada ganamos si nos detenemos en este punto. No podemos quedarnos sólo en la cosa mediática o instrumental. Si el asunto requiere ciertas condiciones, estoy conteste con lo que aquí se ha planteado.
Necesitamos un Chile con libertad política, con mayúsculas.
Necesitamos un país con total derecho a la libre expresión, porque hoy día, aun cuando existe plena democracia política, no lo tenemos.
Necesitamos que entre nosotros la cultura crezca -como ha sido desde siempre, a partir de la vieja Atenas- sin tutelaje de ninguna especie, de ningún poder: ni del Estado, ni del mercado, ni de grupos corporativistas.
Si bien ha habido carencia de ilusiones e ideales y se ha avanzado hacia una cultura de desarrollo de la libertad, es lamentable -y con esto termino- que todavía prevalezca una suerte de intolerancia, de maniqueísmo brutal, en la sociedad chilena, donde pareciera que sólo lo nuestro es valioso, o si se es blanco o negro, sin entender que la vida es de una riqueza maravillosa.
Por eso, señor Presidente , creo que se ha dado un paso importante. En el Senado se ha llegado a un consenso entre el Gobierno, la Concertación y la Oposición, para avanzar en este tema que es de país.
Ya el Honorable señor Moreno manifestó que aprobaremos el proyecto. Como miembro de la Comisión de Educación, que deberá abocarse a su estudio cuando vuelva al Senado, y más allá de los acuerdos marcos logrados, expresaré mi opinión respecto de un asunto donde no hay regimentación, sino la plena libertad de jugar con las ideas.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Conforme a lo resuelto por los Comités, y siendo las 18, la votación debe comenzar ahora.
Restan las intervenciones de seis señores Senadores.
Si le parece a la Sala, primero se tomará la votación de ellos según el orden de inscripción, con derecho a fundamentar su pronunciamiento hasta por cinco minutos.
Acordado.
En votación.
Tiene la palabra el Honorable señor Ominami.
--(Durante la votación).
El señor OMINAMI.-
Señor Presidente , anuncio que me pronunciaré a favor de la iniciativa, y, durante un tiempo recortado a la mitad, expondré mis argumentos.
Ojalá que en el Senado y en el país pudiera hablarse más horas de arte y cultura. Estoy seguro de que así construiríamos un Chile mucho mejor, más tolerante, más inteligente y, también, más humano.
No cabe duda de que el país tiene una deuda pendiente con la cultura, cuya institucionalidad es débil y fragmentada, con muy pocos instrumentos para desarrollar actividades artísticas y culturales. Es necesario reconocer que muchos de los notables progresos de las artes se han alcanzado en condiciones particularmente difíciles.
Desde ese punto de vista, el proyecto es una contribución positiva para superar este estado de cosas. Se trata de generar una institucionalidad pública y no una gubernamental, como también de crear un espacio que permita promover una cultura autónoma y libertaria, y nunca oficial.
En ese sentido, siento que la ley no siempre ha acompañado el desarrollo de los procesos reales.
Tenemos un franco rechazo en cuanto a la generación de una institucionalidad que potencie el desarrollo de las artes y la cultura en nuestro país. Acaba de eliminarse la censura cinematográfica, que era algo francamente ridículo: tuvo su origen en un club de damas que se constituyó en Santiago y que pidió a la autoridad imponer precisamente tal censura, la que subsistió en Chile por más de ochenta años.
En música, recién estamos pronunciándonos sobre una normativa, luego de más de sesenta años sin actividad legislativa en este importante ámbito.
Deseo traer a colación el hecho de que hace poco en la Cámara de Diputados comenzó la tramitación de un proyecto relacionado con el cine, industria que ha demostrado gran dinamismo durante los años recientes. Y, una vez más, la actividad legislativa ha estado en franco retroceso, a remolque de los procesos reales.
Señor Presidente , quiero valorar la reacción suscitada después del 16 de julio. A todos nos dio un poco de pena y vergüenza lo ocurrido en la Cámara Baja. Creo que ha sido muy importante la conmoción generada a partir de esa fecha y bastante significativa la gran movilización de artistas y de gente vinculada a la cultura. A mi juicio, esta sesión es una muy buena demostración de ello: las tribunas se hallan atestadas de gente, lo que difícilmente se ha podido conseguir en otras ocasiones; tenemos un Presidente que reaccionó con energía pidiendo al Senado que corrigiera el problema surgido en la Cámara de Diputados; y la Oposición hoy día ha descubierto, y en buena hora -lo cual valoro-, la importancia de la cultura, de una cultura autónoma y diversa. ¡Bien por Chile, señor Presidente , porque creo que es también un avance en la dirección correcta!
Deseo terminar mi intervención planteando lo siguiente.
Nuestra respuesta, más allá de los discursos, debería traducirse en un compromiso para despachar, en un plazo corto, tres proyectos de ley en actual tramitación en el Congreso Nacional: el primero tiene que ver con la institucionalidad cultural; el segundo, con la música, y el tercero, con el cine y las artes audiovisuales.
Creo que refrendaríamos bien nuestros discursos si en los próximos meses esas tres iniciativas se convirtieran en leyes de la República.
He dicho.
--(Manifestaciones en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Por favor, pido silencio. ¡Si no, van a hacer muchas más ofertas después...!
Tiene la palabra el Senador señor Romero.
El señor ROMERO.-
Señor Presidente , es muy sencillo lo que voy a decir y sólo me tomará un minuto.
Primero, el Senado se siente orgulloso de seguir siendo un lugar de encuentro para los grandes acuerdos. Y en esto quiero reivindicar lo que ha hecho, no solamente hoy día, sino también en el pasado. Porque se han escuchado, a veces, palabras injustas que han generalizado respecto de lo sucedido en la Cámara de Diputados.
En segundo lugar, nos sentimos muy orgullosos de que este proyecto tenga un sabor porteño. Porque resulta que Agustín Squella , no solamente es porteño, sino también wanderino, y es un hombre que tiene esa impronta tan particular de las Regiones. Esta iniciativa necesariamente debe alcanzar a todos los chilenos: no sólo a los de las grandes ciudades, sino también a los de las comunas más alejadas.
Y tercero, tengo la más absoluta convicción de que si no se refuerza este ámbito, la globalización y la internacionalización de la economía y de las sociedades simplemente van a terminar con un concepto del que también nos sentimos muy orgullosos: la identidad cultural chilena.
Por eso, voto afirmativamente.
--(Manifestaciones en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
¡Por favor!
Tiene la palabra el Senador señor Ávila.
El señor ÁVILA.-
Señor Presidente, quiero pedirle, con todo respeto, que al menos esta vez deje de lado la cultura del sigilo y del silencio y permita que la gente se exprese de alguna manera. Porque hoy vivimos...
--(Manifestaciones en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Ruego guardar silencio. ¡Al Senador señor Ávila lo aplauden en muchas partes...!
El señor PIZARRO .-
¡No sea demagogo, colega...!
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Puede proseguir el Honorable señor Ávila .
El señor ÁVILA.-
...un día especial, sin ninguna duda, señor Presidente .
Deseo decir que los Honorables Senadores de Renovación Nacional y, particularmente, de la UDI, esta tarde han desplegado una forma de arte: la de metamorfosear su pensamiento.
Me he tomado el trabajo de anotar algunas frases recogidas de sus discursos. Y quiero recalcarlas, por cuanto considero importantísimo que queden estampadas en la historia fidedigna de la ley.
Unos dicen: "La cultura no es patrimonio de ningún sector político". "No queremos un ente burocrático". "No queremos una cultura dirigida, ni de los cuarteles, ni de la Iglesia". "Menos materialismo", agregó otro. "La cultura expresa un modo de vida", dijo con sabiduría el Senador señor Larraín . "Vivifica el alma de un pueblo". "Está en la expresión cívica y se basa en la libertad". "Debe estar ajena a presiones y dirigismos".
Quiero decirles, con todo respeto y sin ánimo de ofenderlos en lo absoluto, que si ustedes...
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Señor Senador, le pido que se dirija a la Mesa.
El señor ÁVILA.-
...no sólo hubieran sostenido esta firmeza en el día de hoy, sino que ésta hubiera sido la expresión de un sentimiento de toda la vida, ¡nadie habría podido cercenarle las manos a Víctor Jara!
--(Manifestaciones en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Ruego respetar el Reglamento del Senado. Hemos sido deferentes en esta sesión. Yo acepto las manifestaciones; pero les pido tranquilidad y que dejen intervenir a los oradores. Ya conocerán el resultado de la votación y luego podrán expresarse libremente.
Continúa con el uso de la palabra el Senador señor Ávila.
El señor ÁVILA.-
Señor Presidente , decía al inicio de mis palabras que éste es un día especial. La cultura en nuestra patria ha hecho un recorrido profundamente tortuoso, aciago, con momentos de gran dolor. Durante 17 años estuvo encadenada, y luego, cuando florecieron en el país las libertades políticas, ha sido virtualmente asaltada por el mercado. Hoy, todo tiene un precio: si se trata de pintura, lo que importa es cuántos millones vale el cuadro; si de música, cuántos miles de discos compactos se podrán vender; en fin, si es un descubrimiento científico, cuántos millones le reportará a la empresa que propició la investigación.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Ha terminado su tiempo, señor Senador.
El señor ÁVILA.-
Estoy contento porque por fin vamos a dotar de una base institucional a la cultura en Chile y podremos desplegar de una vez por todas la capacidad creadora que existe.
Soy un convencido de que, si trabajamos bien de aquí en adelante, podremos incorporar la cultura a la cesta familiar.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
¿Cómo vota Su Señoría? ¿Sí o no? ¿A favor o en contra?
El señor ÁVILA.-
Señor Presidente, entiendo que faltaba eso para el aplauso.
Voto que sí.
--(Aplausos en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Silva.
El señor SILVA .-
Señor Presidente , seré muy breve.
En verdad, el debate de esta tarde comprueba cómo este asunto ha venido dialogándose ya durante más de doce años. Pero la democracia, si bien significa fundamentalmente diálogo, también obliga a decidir. Y, afortunadamente, estamos ya abocados a hacerlo.
Por supuesto, mi voto va a ser favorable.
Quiero simplemente agregar a lo ya dicho algo que no responde a mi manera de pensar, sino que recoge el pensamiento de fuertes sectores de la juventud. Y si Su Señoría me lo permite, deseo reproducirlo de manera muy breve.
El parecer de esos jóvenes fue emitido durante un seminario, que tuve el honor de realizar en la Escuela de Gobierno y Gestión Pública de la Universidad de Chile, sobre los "Principios Orientadores del Estado para el siglo XXI". Y cuando se abordó el tema de la cultura, los estudiantes culminaron su debate de esta manera:
"Queremos la cultura como desarrollo y expresión de la comunidad, para que actúe como base del capital social, entregando a la sociedad una ética y orientación de acuerdo a sus propios juicios y valores, creando lo que hoy se conoce como tercer sector de la economía. Las políticas culturales deberían ser intersectoriales y estar integradas con las demás políticas públicas y con el proceso de modernización del Estado".
Ese pensamiento refleja, en general, el juicio que la juventud ha venido emitiendo reiteradamente durante los últimos años. Por considerarlo fundamental, voto que sí la idea de legislar.
El señor RÍOS.-
Señor Presidente , me parece que aquí falta algo muy importante y que es usual en la historia del Parlamento. Alguien recordaba que ésta es, si no la primera, una de las primeras veces que estamos resolviendo sobre una iniciativa tratada y desechada en la Cámara de Diputados. La verdad es que nos hizo falta el informe de esa rama legislativa, con la presencia de dos Diputados: uno que apoyara el proyecto y otro que lo impugnara, a fin de resolver en mejor forma, con una conciencia y una responsabilidad mayor en la materia, y no solamente por el hecho de que nos gusten más o menos los temas culturales. Eso es lo que corresponde al respeto y a la acción de un cuerpo legislativo cuyo actuar está siendo debatido esta tarde para que eventualmente vuelva a estudiar ese tema determinado.
La propia Ley Orgánica Constitucional del Congreso Nacional, a partir del artículo 22 en adelante, establece algunas otras fórmulas. Por ejemplo, que los Diputados participen en el Senado cuando éste conozca y deba resolver una situación que afecte a la Cámara Baja.
Ese asunto está pendiente. Y examinando lo que fue el proyecto primitivamente, existen razones para pensar que había muchos motivos para que su discusión se dilatara.
Así como distintos señores Senadores han dado cuenta de que recibieron algunas cartas -esto me parece bien-, otros recibimos informaciones de personas, concretamente del Ministerio de Educación, que nos manifestaron su molestia por la iniciativa que se tramitaba en la Cámara de Diputados, haciéndonos presente que si llegaba al Senado debíamos votarla en contra porque, a su modo de ver, era inadmisible crear un cuerpo administrativo conformado básicamente por funcionarios de esa Secretaría de Estado.
Ése es un hecho real. Pienso que el debate en la Cámara de Diputados se retrasó porque a lo mejor el Ejecutivo no procedió de manera eficiente y rápida para resolver ese aspecto de orden administrativo, que teóricamente complicaba la discusión del proyecto.
En consecuencia, algunos discursos -unos más y otros menos demagógicos- que hemos oído aquí, tal vez corresponden a situaciones de carácter muy personal; otros, quizá, van dirigidos a las tribunas. Pero en términos reales somos legisladores y como tales tenemos responsabilidades y debemos cumplir las obligaciones que ellas implican. Aunque a muchos no les guste, hay que respetar los reglamentos, la Constitución y las leyes. Y en esta materia lo que hizo la Cámara de Diputados fue simplemente -así lo he conversado con algunos miembros de la Comisión de Educación- esperar por largo tiempo, quién sabe si un año o más, las indicaciones del Ejecutivo para que en definitiva quedara un texto como el que llegó a nuestras manos.
Habría sido bueno conocer la opinión de los Diputados que votaron a favor y en contra, porque la iniciativa contempla algunas cosas que vale la pena analizar. El proyecto original creaba una Dirección Nacional de la Cultura, a cargo de un personero con poderes omnímodos en todo el territorio nacional. La Cámara Baja logró que el Ejecutivo , a través de indicaciones, conformara un Consejo Nacional de la Cultura. Pero éste tiene dos características muy definidas: primero, la totalidad de sus integrantes serán nombrados por el Presidente de la República , sin participación de representantes de ninguna otra persona o actividad gremial; segundo, sus acciones y actuaciones estarán absolutamente centralizadas.
No se contempla el surgimiento de acciones ni de políticas culturales por parte de organismos de las diversas Regiones, pese a que entre las responsabilidades institucionales de los Gobiernos Regionales y Comunales figuran claramente las atinentes al desarrollo de la economía, la sociedad y la cultura. La normativa en examen desconoce por completo dichas atribuciones.
Por eso, entiendo que algunos Diputados votaran en contra al encontrarse con un Ejecutivo que no está dispuesto a cambiar esas normas, que son básicas. Hoy, a través de los Senadores señores Espina y Larraín , conocimos una opinión distinta, que permite abrir alternativas de participación regional y encontrar fórmulas que posibiliten mayor colaboración.
Éste no es un tema de mayores o menores aplausos. Es un asunto serio y debe abordarse de modo responsable. La cultura no es una manifestación expresada individualmente en la pintura, la música, el ballet u otras artes, sino que responde a la acción de un pueblo y de una sociedad en su conjunto. Cuando uno llega a un país extranjero, bastan las primeras cuadras de la localidad pertinente para darse cuenta de si se trata de un pueblo culto o no; si la ciudad se encuentra desarrollada en forma armónica, con su arquitectura correspondiente, sus plazas, lugares de paseo, etcétera. Ésas son manifestaciones de cultura.
Estamos frente a una iniciativa interesante y que apoyaremos pero que, por la forma como viene de la Cámara de Diputados, representa -y con esto termino- una acción muy centralizada y responde, sin duda alguna, a un criterio que tiene como objetivo una orientación muy dirigida hacia una parte de la cultura, que será preciso modificar.
Voto a favor, pero solicito formalmente que cuando el Senado deba resolver de nuevo acerca de la idea de legislar sobre cualquier materia en situación análoga estén presentes dos Diputados que representen las posiciones contrapuestas existentes en la Cámara Baja.
Nada más.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
No es el procedimiento contemplado en el Reglamento ni en la Constitución.
El señor NÚÑEZ.-
Señor Presidente , no me referiré expresamente al contenido del proyecto, pero sí haré una breve referencia histórica a lo sucedido con la cultura en el país en los últimos 50 años.
En 1952, durante el Gobierno de don Carlos Ibáñez del Campo, se intentó por primera vez realizar algún esfuerzo para institucionalizar la cultura nacional. Lamentablemente, en aquella época los llamados "poderes fácticos", pero fundamentalmente la Iglesia Católica, estimaron que el proyecto presentado al Primer Mandatario tenía por finalidad generar un organismo destinado a dirigir y controlar la cultura. Por ello, no fue posible tramitarlo en el Parlamento en ese entonces (hace 50 años), porque muchos se opusieron a que en Chile existiera una institucionalidad que permitiera dar cauce a la capacidad creativa de nuestros artistas.
Por eso, las universidades -a las cuales quiero rendir un homenaje, particularmente a la de Chile, Católica, Técnica del Estado (dentro de la cual ocupé un alto cargo)- tuvieron que cumplir el papel de desarrollar la cultura. También contribuyeron a ella la Escuela Experimental de Teatro de la Universidad de Chile, creada a fines de los años 30; el Teatro de Ensayo de la Universidad Católica; el Coro de la Universidad de Chile; la Escuela Cantero, modesto establecimiento de esa misma casa de estudios superiores, ubicado en la calle Macul ; la Escuela de Artes y Oficios de la Universidad Técnica del Estado; la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, cuyo Director, naturalmente, después del 73 quedó en la cárcel y luego en el exilio. En fin, uno podría seguir señalando los enormes esfuerzos que hicieron las universidades para coadyuvar a la cultura. En la Universidad de Concepción se crearon los Círculos Literarios, que entregaron a muchos escritores, que nos han dado renombre y fama mundial, la posibilidad de pasar por sus talleres y de conversar y discutir sobre las nuevas orientaciones del arte, especialmente de la literatura.
En resumen, en Chile hubo una suerte de institucionalidad. Lo que ocurrió fue que después de 1973 prácticamente todas esas instancias universitarias fueron cerradas o destruidas. Ninguna de las escuelas indicadas subsistió. Uno de los graves errores que se cometieron en aquella época fue pensar que el arte era, de alguna manera, la expresión de un mundo que había sido derrotado el 11 de septiembre. ¡No es cierto! Ahí había hombres y mujeres que no tenían mucho que ver con el pensamiento de Izquierda y, sin embargo, no tuvieron probabilidad alguna de continuar trabajando en el campo del arte y la cultura porque sencillamente no había dónde hacerlo.
Cabe mencionar también lo acontecido al Coro de la Universidad Técnica del Estado. Prácticamente todos sus integrantes terminamos en el Estadio Nacional. Y el Director de la Escuela de Teatro de esa Universidad acabó en el exilio.
¿Cuántos artistas chilenos se quedaron fuera de las fronteras de la patria? Podría contarlos. No son únicamente Roberto Matta o el hijo del Senador Gabriel Valdés. Hay muchos artistas chilenos que, por esas circunstancias, tal vez nunca más volverán al país y, en consecuencia, jam��s nos podrán entregar lo que aprendieron durante estos años y toda la capacidad de creación, de valor que han ido incorporando a sus expresiones artísticas. ¿Cuántos escritores chilenos viven en estos momentos en España o en Italia? Por eso, la institucionalidad del pasado ya no nos sirve.
Quisiera que nunca más nuestra patria pasara por aquella situación cuando se cerraron todas las posibilidades de expresar creativamente lo mejor que tiene el ser humano: sus valores y su capacidad de soñar y de pensar a través del arte y de la cultura. Y que, al mismo tiempo de generar esta institucionalidad, nos comprometamos también, como lo hicimos solemnemente todas las fuerzas políticas representadas en el Senado, a que nunca más se cierre en Chile alguna escuela de arte y de cine, como la Escuela de Cine de Viña del Mar, y que nunca más se cierren las universidades que de alguna manera intentaron expresar lo mejor del alma de los chilenos.
Voto a favor.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente , el tropiezo que sufrió el proyecto en la Cámara de Diputados hace gala del proverbio que dice "No hay mal que por bien no venga", porque, finalmente, el acuerdo alcanzado busca dar mayor transparencia al ejercicio de los cargos en los Consejos de Cultura y, también, la oportunidad de aumentar el fomento de la cultura a nivel regional.
Estimo que dentro del Senado, salvo algunas excepciones, se ha dado un triste espectáculo por buscar el aplauso fácil de la tribuna, y también hemos descubierto en él algunos talentos y algunos payasos.
Necesitamos menos discursos y más cultura. Y por eso, tal como en su oportunidad los Diputados de Renovación Nacional votaron a favor del proyecto -la Concertación no tuvo los votos necesarios para aprobarlo-, nosotros una vez más estamos dispuestos a pronunciarnos afirmativamente.
Voto que sí.
El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente , junto con votar por la aprobación de la iniciativa, deseo hacerme cargo del planteamiento del Senador señor Viera-Gallo relacionado con la agilidad que deberá darse a la siguiente tramitación del proyecto.
El Ejecutivo , como sabemos, ha formulado una declaración que permite pensar que pronto se presentarán una serie de indicaciones para recoger el espíritu de las conversaciones sostenidas en estas dos semanas. Con el ánimo de colaborar a fin de que la iniciativa sea realidad rápidamente, solicito que cuando aquéllas estén listas para ser enviadas a la Cámara de Diputados -ojalá en el más breve plazo posible-, el Presidente de la República otorgue urgencia al proyecto.
Voto a favor.
El señor LAVANDERO .-
Señor Presidente , cuando vemos que poco a poco la globalización va uniformándonos en el consumismo y el materialismo capitalista, los artistas y la cultura nos abren con esperanza el camino de la libertad de pensamiento y nos permiten vivir sin cadenas -al menos interiormente- los verdaderos valores de solidaridad, participación y justicia social.
Es bueno aprobar un proyecto que permitirá a los artistas devolvernos el verdadero sabor de la vida, especialmente a aquellos insatisfechos a quienes la sociedad les niega los recursos más indispensables para organizar su vida. Al menos, no les neguemos a miles de chilenos el acceso a la cultura.
Hoy, un voto favorable equivale a mil palabras. Por eso, voto que sí.
El señor MARTÍNEZ .-
El proceso legislativo que se está desarrollando tiene por objeto, lisa y llanamente, conseguir la mayoría suficiente para permitir al Ejecutivo el reingreso del proyecto en la Cámara de Diputados y, por lo tanto, que se reinicie su tramitación dentro de las normas reglamentarias.
Luego, es evidente que aquí hay dos opciones. Primero, expresar que ello parece lógico y bueno. Y, en segundo lugar, establecer desde ya algún marco de ideas que encauce la acción del Ejecutivo en su relación con el Senado.
Indudablemente, la institucionalidad cultural es fundamental para apoyar y fomentar la creación cultural, porque es evidente que ante tantas dificultades que existen a veces no se comprende la gestión artística. Sin embargo, dicha necesidad debe estar dentro de un marco en el cual la libertad de creación se encuentre ampliamente asegurada, y no hay duda de que ésta producirá diversidad, mundo y una serie de enfoques sobre un mismo tema desde los ángulos personales de cada chileno.
Por tal razón, esa libertad ha de visualizarse sin centrar siempre la atención sólo en los artistas que viven en Santiago, porque en las Regiones hay una enorme cantidad de ellos que deben ser apoyados. Muchos de estos chilenos no han tenido oportunidad de desarrollarse, porque la gestión de apoyo y fomento no les llega. Luego, es deseable que en las próximas tramitaciones se incluya este aspecto.
Por otra parte, deseo establecer algo fundamental. El poder del Estado es sumamente grande y, por consiguiente, es necesario equilibrar la dirección de los recursos. Me parece que la Ley Valdés debe mejorarse ampliamente para posibilitar, a lo menos, que los privados también contribuyan derechamente a este esfuerzo.
Una de las tareas del Consejo propuesta en el proyecto es cautelar el patrimonio cultural de la nación. Y en este sentido, así como hemos escuchado planteamientos históricos de diferentes señores Senadores, así también debe entenderse que hay otros Senadores que sostienen, por ejemplo, la necesidad de mantener y cautelar las viejas identidades -como se señaló anteriormente-, respetando el patrimonio cultural que significa la Historia de Chile, con sus luces y con sus sombras; pero Historia, al fin y al cabo. En esa perspectiva, ciertas creaciones y enfoques afectan la imagen de los héroes, lo cual no es bueno para dicho patrimonio, que puede gustar o no, pero que existe.
Deseo agregar que, al observar el esfuerzo realizado aquí para reponer esta iniciativa, cabe preguntarse si corresponde exactamente a lo que hoy precisa la sociedad en forma prioritaria. Pienso que sí, pero después de la necesidad de resolver el problema nacional del desempleo; la inseguridad que afecta a las personas y a la propiedad; lo relativo a la salud y, sobre todo, el mejoramiento de la educación, porque esencialmente cultura es educación. En este sentido, a lo mejor debe invertirse la prioridad. No obstante, debemos considerar el esquema cultural que se busca a través de esta iniciativa.
A pesar de que algunas personas están en desacuerdo con mis palabras, las respeto, pero les pido que me respeten. Eso es cultura: la amplitud del respeto mutuo. Y espero que ello se imponga en la ley en proyecto, que podemos modificar después.
Voto favorablemente.
El señor ORPIS.-
Señor Presidente , se han desvirtuado ciertos hechos y, para los efectos de la historia de la ley, a mí, por lo menos, me gustaría dejarlos claramente establecidos al emitir mi votación.
Un señor Senador ha rebajado un debate de mucha altura. Todos pensamos en la cultura del futuro y en lo que queremos realizar para reforzarla. Se produce el rechazo en la Cámara de Diputados y, antes de que el hecho se diera a conocer en los medios de comunicación y se informase sobre la reacción de las diversas expresiones de la cultura, el Ministro señor Fernández se dirigió a los Honorables señores Coloma y Espina, en calidad de jefes de bancada, para tratar de resolver el problema. Y la Oposición, de manera previa a que surgiera cualquier presión pública, dio su pase para desentrampar el proyecto en el Senado. Fue así como, en pocas horas, se logró solucionar la situación, sin que la noticia fuese siquiera divulgada en los medios de comunicación, precisamente porque respetamos la cultura y queremos reforzarla.
Por eso, señor Presidente, no estoy dispuesto a aceptar determinadas intervenciones en la Sala del Senado-en ellas se ha hablado de metamorfosis y de otras cosas-, porque los mismos que ahora hablan de esa manera no fueron capaces de destinar un minuto de esfuerzo a la labor que durante la semana realizó ese grupo de trabajo para llegar a ciertos acuerdos que permitan mirar la cultura con fortaleza y consolidarla hacia el futuro.
Voto que sí, señor Presidente.
El señor ÁVILA.-
¡La cultura también es memoria, señor Presidente!
El señor PARRA .-
Señor Presidente , en los últimos cuatro años el Congreso Nacional despachó una importante reforma constitucional que puso término a la censura y, sobre todo, consagró la libertad de creación y difusión artística en el número 25º del artículo 19 de la Carta, sentando de ese modo bases para el desarrollo artístico del país de carácter permanente y del más alto nivel jurídico.
En consonancia con lo anterior, se aprobó también, con alto respaldo parlamentario, el proyecto sobre calificación cinematográfica. Y el Senado, hace sólo dos semanas y por la unanimidad de sus miembros, acogió la idea de legislar respecto del proyecto de ley sobre fomento de la música chilena.
En consecuencia, estamos en un proceso de recuperación y fortalecimiento de las bases del desarrollo artístico y cultural en el país. Si el traspié producido con esta iniciativa específica ha generado tanta expectación y debate público, es porque este proyecto y el de fomento de la música nacional representan una etapa nueva en nuestro desarrollo jurídico. Al cambiar la institucionalidad y crear un soporte administrativo mucho más sólido al apoyo que el Estado debe brindar a las expresiones del arte y la cultura en general, esperamos que los instrumentos de fomento contemplados en ambas legislaciones sean eficaces.
Por eso este paso es tan importante, y celebro que se dé, igual que en el proyecto que pretende estimular la música chilena, con el respaldo unánime del Senado.
Sin embargo, quiero llamar la atención sobre dos puntos.
Primero, sobre la necesidad de desideologizar el debate. Aquí se observa, por desgracia, una recurrente manifestación de desconfianza frente a todo lo vinculado a la acción gubernamental y al papel del Estado. No obstante, debemos aprovechar nuestra propia experiencia. No ha habido dirigismo en aquellas actividades donde existen fondos y asignación de recursos por vía concursable. El papel del Gobierno ha sido acompañar la labor de organismos como el FONDART o el FONDECYT, en el campo de la ciencia.
Entonces, busquemos con la mente abierta la mejor forma de organizar la institucionalidad cultural, pero no entremos en una descalificación de lo estatal como una cuestión casi de principios que no tiene justificación en la vida institucional del país.
En seguida, me parece fundamental que la aprobación de instrumentos de fomento como el Fondo para el Fomento de la Música Chilena y el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural, que ahora se viene creando, corresponda no sólo a una manifestación de voluntad, sino también a un compromiso real. En la Ley de Presupuestos vigente, la cultura tiene una atención absolutamente secundaria: apenas 20 mil o 25 mil millones de pesos destinados a esta actividad. De nada sirven los fondos secos.
En consecuencia, parto de la base de que aquí existe un verdadero compromiso, que va más allá de la cuestión institucional y que constituye, de veras, una línea de desarrollo que habrá de sostenerse en el tiempo con real respaldo gubernamental y parlamentario.
Voto a favor.
El señor SABAG.-
Señor Presidente , durante la semana regional recién pasada asistí a la inauguración de dos centros culturales, en San Nicolás y en Tomé. Cuando me ofrecieron la palabra, señalé que para mí resultaba muy difícil y engorroso hacer uso de ella, porque mientras en dichas comunas estábamos inaugurando dos sedes culturales, en el Parlamento había sido rechazada la idea de legislar sobre la cultura. Y les dije que conocía muy bien a mis colegas Senadores y que tuvieran la seguridad de que hoy se repondría la idea de legislar con una amplia mayoría, a fin de que la Cámara de Diputados reiniciara la tramitación del proyecto.
Hoy, mis amigos de San Nicolás y de Tomé deben de estar pensando en lo que les manifesté en esa oportunidad. Habrá una gran mayoría a favor de la iniciativa, pues en Chile se necesitan un Consejo Nacional de Cultura y un Fondo Nacional de Desarrollo Cultural.
No me cabe duda de que los centros que se construyeron en Tomé y en San Nicolás, con fondos de los programas de nuestro Gobierno, se verán fuertemente incrementados con el apoyo de la ley en proyecto. Debo mencionar que en la ocasión no sólo se inauguraron las sedes culturales, sino también se estrenaron los instrumentos de orquesta y muchos elementos adquiridos gracias a los recursos destinados por nuestro Gobierno.
Voto favorablemente el proyecto, con el fin de que vuelva a la Cámara de Diputados.
El señor ZURITA.-
Señor Presidente , antes que todo, doy excusas a los señores Senadores que me precedieron en el uso de la palabra, así como a quienes intervinieron con posterioridad. Todos lo hicieron muy bien; fue un agrado para mí escucharlos. Pero también debo decir que me salió del corazón el señalar que la iniciativa se discutiera con rapidez. Y, como sostuvo Pascal , "El corazón tiene razones que la razón no entiende". Gocé bastante con las intervenciones. No obstante, también recordé otra frase, pronunciada por Baltasar Gracián , quien dijo "Lo bueno, si breve, dos veces bueno".
Voto a favor.
El señor ARANCIBIA.-
Señor Presidente , voto que sí, como una forma de homenajear al mundo de la cultura por lo que ha hecho hasta el momento, pese a lo que diga el PNUD o quien fuere, y más que nada, por la paciencia que ha tenido esta tarde.
--(Aplausos en tribunas).
El señor BOENINGER.-
Señor Presidente , por razones obvias, con mucha convicción y entusiasmo, y en un espíritu de gran armonía, voto que sí.
El señor CANESSA.-
Señor Presidente , como lo dispone el artículo 1º de la Constitución, "el Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines específicos", pues está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común.
La aplicación de ese principio, que configura una de las bases de la institucionalidad, legitima y enmarca la acción que el Estado puede realizar con el objeto de estimular el desarrollo cultural de la nación y de cada uno de sus integrantes.
La cultura, como decía Ortega y Gasset, es el conjunto de ideas vitales de un pueblo en un momento determinado. No es necesario añadir una palabra más para comprender su importancia.
Estamos hablando en rigor de una dimensión que abarca, simultáneamente, el camino y la meta de la vida en sociedad y prefigura el nivel y la calidad de vida que puedan llegar a tener los ciudadanos.
Me parece lamentable lo ocurrido en la Cámara de Diputados. Creo que, actuando dentro del Estado de Derecho y sin prejuzgar sobre el mérito del proyecto en cuestión, el Senado debe darle una oportunidad. Sería muy triste desperdiciar el trabajo ya realizado.
Para diseñar una institucionalidad cultural coherente con el carácter subsidiario del Estado, es necesario que primen los valores de la democracia en la política y del mercado en la economía. Es decir, para que el proyecto responda exactamente a lo que debe ser la acción cultural del Estado en una sociedad libre, habrá que analizarlo y discutirlo más tarde en el Parlamento. Pero, en lo inmediato y urgente, hay que salvar la idea de legislar.
En consecuencia, en el entendido de que existe la voluntad política de mejorar en forma sustancial la iniciativa, voto que sí.
El señor HOFFMANN ( Secretario ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Terminada la votación.
--Se aprueba en general el proyecto (48 votos afirmativos).
Votaron los señores Aburto, Arancibia, Ávila, Boeninger, Bombal, Canessa, Cantero, Cariola, Chadwick, Coloma, Cordero, Espina, Fernández, Flores, Foxley, Frei (doña Carmen), Frei (don Eduardo), García, Gazmuri, Horvath, Larraín, Lavandero, Martínez, Matthei, Moreno, Muñoz Barra, Naranjo, Novoa, Núñez, Ominami, Orpis, Páez, Parra, Pizarro, Prokurica, Ríos, Romero, Ruiz (don José), Ruiz-Esquide, Sabag, Silva, Stange, Valdés, Vega, Viera-Gallo, Zaldívar (don Adolfo), Zaldívar (don Andrés) y Zurita.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra la señora Ministra de Educación .
La señora AYLWIN ( Ministra de Educación ).-
Señor Presidente , en nombre del Gobierno, doy las gracias al Senado por acoger la solicitud del Presidente de la República , quien hizo uso de una facultad en forma muy excepcional. Creo que la respuesta de la ciudadanía, de las comunidades culturales y de los Senadores y Senadoras le ha dado la razón.
Sin duda, el remezón que produjo el traspié de este proyecto ha despertado conciencia. También representa una oportunidad para hacer de él un cuerpo legal de interés, no sólo para los artistas y el Gobierno, sino también para todo el país. Ojalá que todos seamos capaces de lograrlo.
¡Muchas gracias!
--(Aplausos en tribunas).
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