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El señor SILVA .-
Señor Presidente , señores Senadores, en esta oportunidad deseo llamar su atención sobre un tema que nos atañe a todos. Y cuando digo "a todos" me refiero a la especie humana y a todas las especies: a la vida en nuestro planeta, tal como la conocemos y concebimos, proyectada al futuro.
En esta civilización, el ser humano ha llegado a establecer un sistema de vida que se expande por la tierra con o sin el consentimiento de quienes deben integrarse a ella. Es el sino de la globalización, de esta camisa de fuerza que nos han puesto las nuevas tecnologías, especialmente las aplicadas a las comunicaciones. Ésa es una realidad. Se trata de la instancia a que nos han llevado el genio humano, su creatividad, su osado afán de descubrimiento, su entereza para buscar respuestas siempre elusivas.
Pero la globalización no es la panacea que pretenden mostrar quienes desean transformarnos en aliados para imponer su mirada marcada por el sentido comercial, por el afán de lograr siempre mayores utilidades buscando pagar menores costos. La globalización es un momento en la historia de la humanidad. Una posibilidad. Y, como tal, es aséptica, igual que los sistemas. A éstos y a aquélla, somos los seres humanos los que les ponemos la marca que los llevará hacia un objetivo u otro.
La globalización no terminó con las diferencias existentes en nuestras sociedades. Es más, proyectó tales diferencias a nivel global con mucho más fuerza que en el pasado. Y hoy vemos cómo viejas actitudes pesan en el destino de la humanidad.
George Bush hijo se ha encargado de mostrarnos esa realidad con ribetes dramáticos nuevamente. El imperio del Norte ha vuelto a manifestar su voluntad omnímoda. Y ahora lo ha hecho en una situación que no sólo condena al diabólico Saddam Hussein , al engendro del mal que encarnaba Jomeini , a las bestias salidas de antros del pasado como Kim Jong-il, Fidel Castro o Slobodan Milosevic . Ahora la respuesta imperial fue sin tapujos. Bush ha anunciado que Estados Unidos no refrendará el Tratado de Kyoto, que buscaba limitar las emisiones de gases que potencian el efecto invernadero.
Dicho problema no tiene connotaciones político-ideológicas. Es algo que nos afecta a todos, de Derecha, Izquierda, pobres, ricos, chicos, grandes, blancos, amarillos, negros. Debido a ello, en 1997 las naciones desarrolladas habían logrado un acuerdo en la ciudad japonesa de Kyoto, que fue suscrito por el entonces Presidente Bill Clinton y los Jefes de Estado de las principales economías del planeta. El objetivo que señala el acuerdo es bastante modesto: bajar en un 5,2 por ciento el nivel de las emisiones de gases, en relación con las existentes en 1990, especialmente el dióxido de carbono, en un plazo que se cumpliría el año 2012.
Tal acuerdo fue alcanzado luego de largas y difíciles negociaciones. Y las dificultades provenían de los daños que provocaría a las economías más poderosas del mundo. Pero se impuso el criterio conservacionista que tenía como respaldo la mirada científica, la cual señalaba que el efecto invernadero podría provocar daños irreparables a la vida como la conocemos hoy.
El efecto invernadero es un fenómeno natural que permite que vivamos sobre la superficie de la Tierra. Los gases existentes en la atmósfera impiden que el calor que emana del planeta se difumine en el espacio. Y esta campana gaseosa hace posible que disfrutemos de una temperatura promedio de 15 grados Celsius sobre cero, en vez de 18 grados bajo cero, que sería la imperante si no contáramos con esa protección. Pero la acción humana ha provocado un aumento en la concentración de tales gases en la atmósfera terrestre, incrementando la temperatura de la Tierra.
Ya hemos comenzado a vivir los resultados de tal acción. Las naciones insulares advierten que tales efectos amenazan su supervivencia. La elevación del nivel de las aguas, sequías y lluvias torrenciales, son algunas de las consecuencias que hoy soportan numerosos puntos geográficos del orbe. Y los científicos advierten que tales efectos se multiplicarán en el futuro.
¿Cuáles son los argumentos dados por Bush para desahuciar unilateralmente el Tratado de Kyoto? Lo cito textualmente, señores Senadores: "La economía se ha desacelerado en nuestro país. También tenemos una crisis de energía. Y la idea de poner límites a emisiones de dióxido de carbono no tiene sentido económico para Estados Unidos". Más adelante agregó: "No aceptaré un plan que afecte a nuestra economía y a los obreros estadounidenses".
Hasta allí las "razones" de Bush. Son claras y más que suficientes para comprender el egoísmo del imperio y la decisión de su Presidente .
Vamos primero con el egoísmo imperial. Estados Unidos es la primera potencia económica del mundo y el mayor consumidor de energía. Por lo tanto, es también el que hace los aportes más significativos al recalentamiento del planeta. Eso impone una responsabilidad que sólo la prepotencia impide asumir. No basta con esgrimir los daños económicos. Ese mismo argumento podríamos sostener nosotros o los países insulares para reclamar por los daños a nuestras cosechas provocados por lluvias torrenciales o sequías inclementes.
¿Pero qué corte internacional contaría con la fuerza suficiente para imponer sanciones a la potencia económica más poderosa del mundo que, además, es la primera potencia militar?
Vamos a la decisión del Presidente Bush. ¿Acaso cree que la gloriosa economía de los Estados Unidos tendrá algún sentido cuando el sobrecalentamiento de la Tierra transforme a todo el planeta en un inmenso erial? ¿Significará algo que los capitalistas norteamericanos hayan amasado inmensas fortunas? Porque en ese momento, obviamente, los obreros norteamericanos habrán perdido sus trabajos y el futuro suyo y de sus hijos estará concluido.
Deseo hacer sentir mi voz en este Hemiciclo y desde él reclamar por las decisiones adoptadas por el Presidente Bush . No podemos dejarlas pasar sin manifestar nuestra protesta. Porque no sólo involucran una actitud prepotente. No sólo representan el desprecio por los más débiles. Son un referente que sirve a la juventud para asumir, con mayor razón, una posición prescindente. Una postura de rechazo a la política, a la integración, a la aceptación de las instituciones.
¿Qué mensaje está enviando el Presidente de los Estados Unidos? Que en la Tierra lo que impera es la ley de la selva.
Desde aquí hago oír mi disconformidad. Y lo hago afincado en una posición humanista invariable. Una posición que coloca al ser humano en el centro de su preocupación, pero que no lo transforma en el amo de la naturaleza ni en el genio loco que pretende manipularla. El humanismo que defiendo y que me lleva a pronunciar estas palabras para rechazar acciones inhumanas, considera a hombres y mujeres formando un solo todo con la naturaleza, y, como consecuencia de ello, protegiéndola cuando sea necesario.
Cualquier otra actitud no sólo es errónea, es suicida.
Señor Presidente, me permito solicitarle que tenga a bien hacer llegar mi intervención a conocimiento de la señora Ministra de Relaciones Exteriores.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Si hubiera acuerdo en la Sala, enviaríamos el oficio en nombre del Senado.
Tiene la palabra el Honorable señor Horvath.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente , en primer lugar, quiero sumarme a las palabras del Senador señor Silva . Y, además, estimo conveniente elaborar un proyecto de acuerdo en el Senado respecto de esta materia, adjuntado la mayor cantidad de antecedentes posible, para lo cual me permito sugerir que éste sea confeccionado por la Comisión de Medio Ambiente.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
No hay ningún inconveniente, señor Senador. Apenas llegue a la Mesa se tomará conocimiento de él y se adoptará un pronunciamiento. Pero, mientras tanto, se enviará a la señora Canciller, en nombre del Senado, copia de la intervención del Honorable señor Silva.
El señor MARTÍNEZ .-
Señor Presidente , deseo que se agregue mi felicitación al Honorable señor Silva por su planteamiento. Se trata de una materia de extraordinaria importancia relacionada con la conciencia que debe tenerse respecto de lo que nos deparará el futuro.
Doy mi más directo y franco apoyo a dicho planteamiento.
El señor RÍOS.-
Señor Presidente , ¿a dónde se enviará el oficio?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Al Ministerio de Relaciones Exteriores.
El señor RÍOS.-
¿Con qué objeto?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Para que tome conocimiento de lo que se acaba de manifestar, lo que concita el apoyo de toda la Corporación.
El señor RÍOS.-
Señor Presidente , creo que no tan sólo para eso, sino también para que se haga llegar formalmente al Gobierno de los Estados Unidos.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
La Cancillería deberá tomar nota de la posición del Senado y hacerla presente a quien corresponda, no sólo al Gobierno de los Estados Unidos, sino que además a otros organismos relacionados con el tema.
Tiene la palabra el Honorable señor Martínez.
El señor MARTÍNEZ.-
Una moción de orden, señor Presidente .
¿Habría algún inconveniente para que el Senado de la República de Chile envíe esta comunicación al Senado de los Estados Unidos?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Ninguno, señor Senador. Pero también la intervención puede remitirse a través de la Embajada de los Estados Unidos.
El señor HORVATH.-
Por eso es necesario aportar la mayor cantidad de antecedentes.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).-
De acuerdo.
Recogemos la proposición del Honorable señor Horvath. Entonces, sería conveniente que en la próxima sesión se nos presente un proyecto de acuerdo sobre la materia, el cual también podría representarse al Senado de los Estados Unidos.
--Se anuncia el envío del oficio solicitado por el Honorable señor Silva, de conformidad al Reglamento, en nombre de la Corporación.
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