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El señor BAYO.-
Señora Presidenta, es indudable que nadie puede estar en contra de un proyecto de reforma constitucional como éste. Sin embargo, deseo hacer dos reflexiones que estimo pertinentes.
La primera de ellas tiene relación con la calidad de la educación que hoy día se está entregando en Chile. Estudios recientes de la Unesco demuestran que, en lo que a matemáticas se refiere, sólo el 15 por ciento de los escolares que egresan de octavo básico tienen los conocimientos que se les exigen a quienes aprueban ese nivel básico. Es un hecho real y sucede en Chile, que invierte el 7,2 por ciento de su producto interno bruto en educación.
Ya se ha dicho aquí que hay suficientes escuelas y profesores; pero también es necesario preocuparse de la calidad de la educación. Tenemos conocimiento -nos alegramos por ello- de que esta materia ha sido privilegiada por el actual ministro de Educación . Asimismo, consideramos que esa Secretaría de Estado, por la vía de las inspecciones y fiscalizaciones, tiene un papel destacado que cumplir para que la calidad de la educación acompañe al aumento de los años de escolaridad. Creo que esto no puede dejarse pasar.
La otra reflexión gira alrededor de lo que esta reforma significa para el futuro. Soy partidario de algunas ideas de Alvin Toffler , que, en días recientes, ha expresado la importancia que tiene en el mundo de hoy lo que a futuro se conocerá como “la sociedad del conocimiento”. Ya están quedando atrás las economías agrícolas y tradicionales; ya está quedando atrás la sociedad industrial con su economía industrial. En el siglo XXI se debe avanzar hacia la economía y la sociedad del conocimiento y la información. Basta con mirar lo que pasa en Chile para darse cuenta de lo que se puede generar a través del conocimiento de las informaciones; basta con mirar lo que sucede en Irak para saber también la importancia que tiene el hecho de vivir en una sociedad del conocimiento. La sociedad del siglo XXI debe ser la sociedad del conocimiento, y el proyecto de ley de reforma constitucional que hoy analizamos apunta en ese sentido.
Reitero que al mayor número de escuelas, al mejoramiento remuneracional de los profesores y a su incorporación plena al proceso educativo, hay que agregar la certeza de que avanzamos hacia una economía y una sociedad del conocimiento y la información.
Por eso, aplaudimos esta iniciativa y, a pesar de las observaciones que se han hecho con respecto a la modificación del Senado, anunciamos nuestro voto favorable.
He dicho.
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