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El señor SALAS (Vicepresidente).-
En el tiempo del PPD, tiene la palabra el diputado señor Eugenio Tuma.
El señor TUMA.-
Señor Presidente , hace algunas semanas en el diario “La Tercera” se publicó un artículo de mi autoría en el cual denunciaba el retroceso histórico que suponía para el derecho internacional y la comunidad internacional la forma en que grandes potencias se han conducido en relación con el desarme de Irak ordenado por la Organización de Naciones Unidas.
Explicaba en esa nota que una segunda guerra en la región sería un caso de involución histórica digno de estudio, pues revelaría que, al terminarse el frágil equilibrio entre Occidente y el bloque socialista, los Estados Unidos estaría pasando a llevar los últimos 75 años de evolución del derecho internacional público al ignorar a las impotentes organizaciones internacionales, multilaterales, e imponer la más descarnada lógica del poder político y militar.
Mucho se ha dicho que ésta sería una guerra por el petróleo, y lo doy por cierto, pues soy pesimista en relación con la viabilidad de los esfuerzos de paz que se han desplegado hasta ahora.
Creo que los objetivos finales son, incluso, algo más complejos, pues se trata de implementar un diseño geopolítico y estratégico de largo plazo para el Oriente Medio y transformar esa zona en un área de influencia estable y permanente de los Estados Unidos de América.
Este afán del país del norte es concordante y, a su vez, coincidente con los intereses nacionales del Estado de Israel, el cual con el correr del tiempo se ha ido transformando en una extensión del poder militar de los Estados Unidos en el área. No en vano son 4 mil millones de dólares anuales contemplados en el presupuesto de la nación norteamericana para financiar anualmente el equipamiento militar de su aliado estratégico en la zona.
Israel pretende cumplir el ideario sionista, de una presencia permanente y de una dominación territorial de la macrozona comprendida entre los ríos Nilo y Eufrates , y llevar a cabo, además, el rol de policía militar para Estados Unidos. Hoy es Irak, mañana será Libia, Siria , Jordania o, incluso, el propio Egipto. Esto es funcional a la política internacional de Estados Unidos e Israel. Mientras se mantenga esta lógica expansionista por parte de Israel e imperialista por parte de Estados Unidos no habrá paz en el Medio Oriente, no habrá paz en el mundo, creándose de paso las condiciones para que se reproduzca y acreciente el fundamentalismo que siempre hemos condenado con energía y claridad.
Si se trata del cumplimiento de resoluciones internacionales, no puedo dejar de hacer presente la paradójica actitud de Estados Unidos que, con los recursos del presupuesto colabora permanentemente con Israel para que siga burlando el cumplimiento de las resoluciones internacionales. No sólo burla las resoluciones del Consejo de Seguridad Nacional, sino también de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 1967. Hace más de 30 años que Israel no cumple las resoluciones Nºs 242 y 338, de 1973, que ordenaron perentoriamente a ese Estado salir de los territorios árabes y palestinos. Y Estados Unidos no dice nada, y Estados Unidos no hace nada y hoy se levanta como celoso protector de la eficacia de las resoluciones de las Naciones Unidas que han recaído sobre el régimen de Hussein. La mano dura frente a Irak es manga ancha frente a Israel.
No queremos doble estándar. No lo queremos en Chile ni en la comunidad internacional. Además, es indignante que se haya permitido a Israel convertirse en una potencia nuclear cuando está en medio del polvorín más inestable que se tenga memoria en la época contemporánea, como lo es el Oriente Medio. Hoy nadie pide su desarme unilateral, nadie envía misiones de inspección para saber si se cumplen o incumplen las resoluciones internacionales, a pesar de que se ha demostrado en forma permanente que se ha estado negando a cumplirlas. Hoy, muy pocos levantan la voz para reclamar por el genocidio que a diario se comete en contra del pueblo palestino.
Por eso, postulo que no sólo se trata de una guerra por el petróleo, sino que es una guerra para sacar de la agenda internacional el tema palestino e implementar una agenda oculta de la alianza estadounidense-israelí, que persigue una dominación geoestratégica en el Medio Oriente. Cuando Estados Unidos declara que su objetivo no consiste sólo en desarmar a Hussein y el propio Bush confiesa que quiere derrocarlo para imponer, primero, una administración norteamericana y, luego, avanzar en la conformación de un gobierno de transición, está develando parte de su agenda oculta. Se trata, por esa vía, de asegurar una presencia militar, política y económica en una zona. Lo que hoy ocurre en el Medio Oriente, nada va a impedir que a futuro no pueda ocurrir también en otras partes del mundo, incluida Latinoamérica, en la medida en que haya países que pretendan quedar fuera de la zona de influencia norteamericana.
Por lo señalado, solicito formalmente en esta Sala un pronunciamiento de la señora ministra de Relaciones Exteriores para que nos señale la forma en que Chile, desde el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, hará esfuerzos para terminar con este doble estándar y para obligar, por la fuerza del derecho que emana de la Carta de las Naciones Unidas, a que se concrete el desarme de Irak y de Corea del Norte y, por supuesto, a que se dé cumplimiento a las resoluciones N°s 242 y 338 de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Ésa es la única postura que Chile debe tener frente al mundo: una manera digna y coherente de expresar nuestra posición al interior del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, impidiendo con nuestra actitud un proceso de involución y retroceso histórico de los derechos internacionales.
He dicho.
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