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El señor TARUD .-
Señor Presidente , hace 35 minutos, el señor Hans Blix, jefe de los inspectores de Naciones Unidas, ha declarado que él ve progresos en el trabajo de inspección que le ha encomendado el Consejo de Seguridad.
Ciertamente, es una noticia alentadora para quienes queremos evitar una guerra entre Estados Unidos e Irak, conflicto que acarrearía enormes consecuencias negativas, tanto para el mundo entero, en cuanto a seguridad y estabilidad, especialmente para un país pequeño como el nuestro, en el cual tendría repercusiones económicas muy importantes. Chile es un país que necesita importar el 92 por ciento del petróleo que consume, y nuestra economía, por el agravamiento de una crisis como ésta, se verá afectada, y, como siempre, los más pobres sufrirán mayormente sus consecuencia.
Desde el inicio de esta crisis, el Presidente de los Estados Unidos ha señalado que, con la anuencia de las Naciones Unidas o sin ella, pretende desarmar a Saddam Hussein.
Que nadie se equivoque. Todos somos partidarios de que Saddam Hussein , dictador que nunca ha contado con la confianza de la comunidad internacional, se deshaga de sus armas químicas y biológicas y cumpla con las resoluciones que le ha impuesto Naciones Unidas, las que incluyen, asimismo, que el poder de misiles no sobrepase el límite impuesto de 150 kilómetros. En eso no hay confusión; todos estamos de acuerdo. Pero sí estamos en absoluto desacuerdo en que se rompa el orden internacional vigente y que los Estados Unidos decidan emprender una guerra saliéndose del marco de las Naciones Unidas. Eso provocaría un rompimiento muy grave para el orden internacional vigente y podría causar, además, consecuencias imprevisibles en el escenario en que vivimos.
Chile es miembro no permanente del Consejo de Seguridad; en consecuencia, debe jugar su rol proactivo en favor de la paz. Chile debe representar, en las Naciones Unidas, a la nación chilena, la que, en su inmensa mayoría, está por seguir la tradición que siempre hemos tenido, con principios acordes con nuestros valores, con absoluta independencia y sin aceptar presiones de ninguna potencia extranjera. El nuestro es un país digno, que tiene un enorme prestigio internacional, y, hoy, las naciones del mundo van a observar cuál será el voto que emitirá cuando se deba someter a sufragio la resolución presentada por los Estados Unidos.
Los ataques preventivos, de auerdo con la argumentación dada por el gobierno de los Estados Unidos, crearían un muy grave precedente: significaría romper la actual legalidad internacional, y mañana podríamos ver que otras potencias utilizaran el mismo pretexto. ¿Qué podría hacer China con Taiwán? ¿Qué podría hacer Corea del Norte con Corea del Sur o India con Pakistán? Crear ese precedente en la comunidad internacional sería un hecho muy grave porque significaría emplear la ley del más fuerte, y, en consecuencia, no regiría el orden de las Naciones Unidas. Un país como el nuestro, pequeño, la única forma que tiene de hacer valer sus principios es a través del multilateralismo. Reforzarlo, en consecuencia, es para nosotros la necesidad más importante.
Hoy, un líder mundial, para quienes son católicos y para quienes no lo son, su Santidad Juan Pablo II , ha llamado a orar por la paz a todo el mundo. Hay que escuchar este llamado de un líder como el Papa. Como todas las iglesias lo han dicho: debemos evitar la guerra. La Unicef ha dicho que, como consecuencia de una guerra en Irak, un millón de niños puede morir, ya sea por la guerra o por el hambre. Es un hecho que, ciertamente, debe hacer reflexionar a toda la Cámara de Diputados.
Asimismo, no podemos comprender cuál es la urgencia que se nos señala para emprender una guerra con Irak, pues los inspectores que están trabajando allí han dicho que la cooperación está progresando. Por cierto, las presiones militares han influido en Saddam Hussein, pero hay que dar tiempo a la paz y para que funcione el multilateralismo, y creo que debemos jugarnos por la paz. Ése es nuestro objetivo fundamental.
Insisto en que el voto de nuestro país será observado por el mundo entero. Tomamos esa responsabilidad en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y quiero que la asumamos como corresponde. Es el voto de la nación chilena el que se verá reflejado; el de una nación pacifista, que quiere que se cumplan las resoluciones de las Naciones Unidas. No vemos la urgencia de una guerra contra Irak en estos momentos. Pero sí hay una, debido a la decisión de Bush al instalar a 300 mil hombres en las fronteras iraquíes, amenazando iniciar acciones unilateralmente.
La segunda urgencia es que en abril, con las temperaturas de 40 grados que hay en esa región, se dificulta mucho una acción bélica.
Pero esas urgencias no son las de la comunidad internacional, sino las que ha tenido un solo país, por su cuenta.
Sin embargo, pese a todos estos esfuerzos, creo, sinceramente, que cuando estemos en nuestra semana distrital, a partir del 22 de marzo, vamos a tener un conflicto en Medio Oriente. Lamentablemente, la guerra es inevitable y la decisión está tomada.
En consecuencia, nos corresponde tomar las debidas protecciones para nuestro país, nuestra economía, y, sobre todo, tener una posición muy digna, soberana e independiente en el Consejo de Seguridad.
He dicho.
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