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El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
Proyecto de ley, iniciado en moción de los Senadores señores Girardi, Matta y Ossandón, en primer trámite constitucional, para regular la circulación de vehículos motorizados por causa de congestión vehicular o contaminación atmosférica, con informe de la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones y urgencia calificada de "suma".
--Los antecedentes sobre el proyecto (10.184-15) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En primer trámite: sesión 33ª, en 8 de julio de 2015 (se da cuenta).
Informe de Comisión:
Transportes y Telecomunicaciones: sesión 3ª, en 22 de marzo de 2016.
Discusión:
Sesión 20ª, en 1 de junio de 2016 (queda para segunda discusión).
El señor QUINTANA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ ( Secretario General ).-
Respecto de esta iniciativa, en sesión de 1 de junio se solicitó segunda discusión.
Cabe recordar que la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones hizo presente que acordó proponer a la Sala discutir solo en general este proyecto de ley, no obstante ser de artículo único.
El texto que se propone aprobar en general se transcribe en las páginas 47 y 48 del primer informe de la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones.
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
En la segunda discusión, tiene la palabra en primer lugar el señor Ministro de Transportes y Telecomunicaciones, don Andrés Gómez-Lobo.
El señor GÓMEZ-LOBO ( Ministro de Transportes y Telecomunicaciones).-
Señor Presidente , en primer término, quiero señalar que la congestión es un tema crítico en todas las ciudades de nuestro país. Esto sucede no solo en la Capital, sino también en las capitales regionales, en ciudades intermedias, lo que está afectando gravemente la calidad de vida de las personas. Por lo tanto, considero que el Estado debe actuar y adoptar medidas eficientes y eficaces para evitar que este problema empeore con el paso del tiempo.
En consecuencia, debo manifestar que el Poder Ejecutivo apoya el proyecto de ley, iniciado en moción ingresada por los Senadores Guido Girardi, Manuel Antonio Matta y Manuel José Ossandón .
Sin perjuicio de ese apoyo, este Ministerio estima que la iniciativa puede ser perfeccionada, con miras a alcanzar de mejor manera los objetivos propuestos. Por ello, el Gobierno presentará una indicación.
La propuesta de indicación sustitutiva que formulará el Ejecutivo , de aprobarse la idea de legislar sobre esta materia, contempla la disminución de la congestión vehicular como uno de sus objetivos esenciales.
La experiencia con la restricción vehicular el invierno pasado en el caso de la ciudad de Santiago por motivos ambientales tuvo una alta aceptación entre la ciudadanía, con muestras de apoyo en las encuestas de 70 a 80 por ciento.
Esa restricción del invierno pasado arrojó un beneficio directo en el transporte público y en el privado, aumentando la velocidad de los desplazamientos y disminuyendo los tiempos de viaje.
Ahora, el proyecto de ley presentado por los referidos Senadores tiene un inconveniente en el sentido de que una restricción permanente por congestión genera incentivos para la compra de vehículos adicionales y, por lo tanto, va perdiendo efectividad con el paso del tiempo. As�� lo demuestran experiencias en Bogotá, en Ciudad de México, y en otras urbes del mundo que han implementado un sistema de restricción permanente por congestión.
La indicación que ingresaría el Ejecutivo perfecciona esta normativa, generando mayor flexibilidad y creando los incentivos para evitar dicho efecto secundario contraproducente.
En consecuencia, solicitamos a los señores Senadores aprobar la idea de legislar sobre esta materia.
Muchas gracias.
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
A usted, señor Ministro .
Puede intervenir el Honorable señor Girardi.
El señor GIRARDI.-
Señor Presidente , el proyecto tiende a generar un instrumento de gestión de las ciudades, de los territorios, a partir de los graves problemas que vivimos ante el modo como Santiago y el resto de las regiones han ido creciendo, particularmente desde el punto de vista de sus capacidades económicas, de la satisfacción de ciertas demandas y aspiraciones de la sociedad, simbolizadas, por ejemplo, en el acceso al auto particular como un signo de prosperidad y estatus.
Lo anterior no lo cuestiono y me parece que forma parte de la modernidad que hemos construido, pero ha tenido lugar, por desgracia, sin un incremento equivalente en la infraestructura, en las redes, en las vías, y sin que ello pueda crecer en el futuro conforme al aumento en el uso de vehículos.
No estoy de acuerdo con que el problema se resuelve, como piensan algunos, impidiendo el acceso a un auto particular. Lo que se precisa regular es la utilización, no la tenencia.
¿Cuál es nuestra situación? Por lo menos en la Región Metropolitana hemos hecho la gran apuesta, que se requerirá en todas las demás, de fortalecer el transporte público, porque es propio de las personas de menores ingresos, de menos recursos.
Es el transporte solidario: subir a un bus implica contaminar, por kilómetro recorrido, cuarenta veces menos que subir a un auto particular.
Nuestra inversión en el Transantiago es hoy día millonaria si se suman los cerca de mil millones de dólares para subsidiar el transporte público de la Región Metropolitana y los recursos "espejo". Lo que se le proporcionará a este en diez años es muy importante.
En cuanto a la discusión acerca de si los fondos se hallan bien entregados, creo que sí. Están muy bien focalizados, en efecto, porque es un medio que utilizan los más pobres, los de menores ingresos.
¿Por qué tenemos que avanzar con el proyecto? En realidad, no obliga a usar los instrumentos, sino que faculta a las autoridades para contar con uno que sea de gestión. Puede ser que aparezca mucho más claro que es posible emplearlo cuando haya contaminación.
¿Por qué aplicarles restricción a los autos con convertidor catalítico o sello verde?
Me tocó iniciar y aplicar la norma en los años noventa, cuando fui director del SESMA. El problema en aquel tiempo era el MP 10. Ese era nuestro adversario. Y quiero expresarles a mis colegas que logramos un gran éxito en regular y disminuir tal elemento, emitido fundamentalmente por los vehículos diésel, el polvo y las quemas.
La dificultad actual es el MP 2,5. Es decir, se llevó a cabo una conversión desde el material particulado grueso al particulado fino, justamente el más tóxico, el más letal, el causante de cáncer, de bronquitis obstructiva, de neumonía, pero, además, de enfermedades cardiovasculares. Por lo tanto, nuestra realidad es otra, porque ya cumplimos una etapa.
El MP 2,5 es emitido al menos en un 40 por ciento por los autos con convertidor catalítico. Otro porcentaje significativo deriva del uso de leña en las ciudades.
En Santiago, si bien el auto con sello verde no generaba antes MP 10 y, por lo tanto, estaba marginado de la limitación en episodios críticos, ahora es el responsable o uno de los más importantes responsables del MP 2,5.
Si fuera preciso eximir hoy día a un medio de transporte de los procesos de restricción, eso evidentemente debería referirse, por ejemplo, a los autos eléctricos -es la política que debiera aplicarse-, o al menos a los híbridos, porque son aquellos cuyo empleo debiéramos incentivar. Cada día hay más. Dentro de cinco años van a estar a precio de mercado.
Cabe consignar que se encuentran en juego la salud y la vida de las personas, dado que en episodios críticos de preemergencia y emergencia aumentan las muertes diarias. Los peaks de MP 2,5 pueden ser muy relevantes. Me parece esencial facultar a la autoridad para emplear estos instrumentos tanto en Santiago como en regiones. No es una obligación hacerlo: es un elemento más de su arsenal.
Ahora, ¿por qué tiene lugar la congestión?
Señalaba que hemos gastado recursos cuantiosos en el Transantiago. Pero enfrentamos un problema: es un modelo de transporte con una velocidad promedio de cerca de cinco kilómetros por hora. ¿Por qué? Porque los autos particulares bloquean e impiden la circulación de los buses.
Sé que una parte de la dificultad deriva de que no se ha cumplido el compromiso de construir infraestructura, pero, además, esa disputa por el bien público vial da lugar a que la inversión que estamos efectuando en el sistema de transporte público no obtenga ninguna rentabilidad.
Deseo consignar que si se aumentara a diez kilómetros por hora la velocidad promedio del Transantiago, ello equivaldría a contar con el doble de buses sin pagar un peso más, es decir, se duplicaría la capacidad de transporte.
Y quince kilómetros por hora más representarían el triple.
Y veinte kilómetros por hora más -ello resulta del todo posible- implicarían un parque cuatro veces más grande que el de ahora, en términos relativos.
Eso significaría para las personas un tiempo de espera muy inferior al actual, una mayor frecuencia de pasada y, evidentemente, mucha menos demora entre el origen y el destino.
Por lo tanto, se trataría de una medida totalmente solidaria. Pero estoy de acuerdo con que tiene que ser complementada con las propuestas discutidas en la Comisión Pro Movilidad por el Ejecutivo, las universidades y los expertos, para que en definitiva no se incentive la tenencia de un segundo vehículo.
Nos pronunciamos ahora en general, y nos hacemos cargo de que el proyecto tiene que ser mejorado con elementos innovadores. No me corresponde darlos a conocer -los entregará el Ejecutivo , junto con los expertos, cuando se presenten las indicaciones-, pero no seríamos responsables si no permitiéramos los instrumentos de gestión que van a ser fundamentales en el tiempo venidero.
Todas las ciudades en el mundo han avanzado en la materia. En Europa ya se han implementado las normas para gestionar la congestión y la contaminación. Porque, al final, el objetivo es lograr urbes inteligentes, concepto que se refiere a territorios para promover la salud y para la calidad de vida.
No podemos seguir con el presente modelo. Santiago cuenta con dos millones de autos particulares. Más de cien mil vehículos nuevos ingresan cada año a la Región Metropolitana. Se registran siete millones de habitantes. Y el crecimiento va a continuar. La situación se repetirá en cada ciudad.
Es cierto que podemos involucrar wifi y tecnología para mejorar. Seguramente, los autos serán sin conductor en el futuro. Existe un desafío permanente de cambio.
Soy partidario de que una proporción importante de los buses, en la próxima licitación, sean eléctricos. En cinco años más, la tecnología diésel se hallará totalmente proscrita, y los vehículos que se licitarán en 2018 serán chatarra, no servirán para nada y no se podrán utilizar ante los cuestionamientos a nivel global.
Pero tenemos que avanzar integralmente. Y me parece que poner a disposición de las autoridades del Gobierno actual y de los futuros estos instrumentos de gestión es fundamental para poder hacernos cargo de los graves problemas de las ciudades.
El señor Ministro planteaba algo muy importante: cuando ha habido situaciones por las cuales se ha tenido que restringir el uso de autos particulares, ha sido de una gran utilidad y valoración el beneficio para la ciudad en términos del aumento de la velocidad del transporte público, pero, además, para los mismos automovilistas, que se han podido desplazar sin sistemas congestionados, turbulentos.
Y es por eso que la iniciativa, complementada con las indicaciones que han estado estudiando las universidades, los expertos y el propio Ejecutivo en la Comisión Pro Movilidad, nos parece esencial en orden a poder avanzar justamente en la gestión de una ciudad para la vida, saludable y pensada, primero, en el peatón; segundo, en el ciclista, y tercero, en el usuario del transporte público. O sea, la idea es una urbe equitativa, solidaria y considerada sobre la base del bien común.
He dicho.
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
¿El Senador señor Pizarro pide abrir la votación?
El señor PIZARRO.-
Así es.
La señora ALLENDE.-
Conforme.
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
¿Habría acuerdo en tal sentido?
El señor COLOMA.-
Manteniendo los tiempos.
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
Acordado.
En votación.
--(Durante la votación).
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Letelier.
El señor LETELIER.-
Señor Presidente, estimados colegas, en el debate me enmarco en una mirada que pretende o busca incentivar cambios de conducta. Este objetivo es fundamental ante un bien escaso como las vías; ante una ciudad contaminada.
En tal sentido, deseo recordar -no es para ser molestoso- que veinte años atrás, cuando discutíamos acerca de la restricción vehicular, la única causal que un sector de chilenos aceptaba era la contaminación, no la congestión. Hoy existe una conciencia colectiva de que es bueno regular el uso de las vías y reducir la congestión y contaminación producto de fuentes móviles.
Evidentemente, el mejoramiento del transporte público es siempre una necesidad. Este no es un problema de la Región Metropolitana. Quienes creen lo contrario conocen poco la realidad del país. Muchas ciudades intermedias -capitales regionales, provinciales, pero no solo ellas- están padeciendo en forma fuerte la congestión y, por ello, parece sabio entregarles un instrumento a las autoridades, al Estado, al regulador.
Aquí se propone un procedimiento que no existe en otros lugares. El instrumento de la restricción vehicular genera incentivos para viajar con otros, si es necesario -es decir, para no ir solo en el auto-; para que las pymes o las empresas no se vean afectadas al pagar el derecho de uso de las vías.
El Senador que habla invitaría a esta Corporación y al señor Ministro de Transportes , quien nos acompaña, para que en el proyecto asimismo se contemplaran normas complementarias.
Una de las principales causas de congestión en las capitales o en ciudades congestionadas es que muchas personas se trasladan solas en los vehículos, particularmente en los horarios punta. Esa es una práctica que es preciso desincentivar.
Por mi parte, voy a votar a favor en general. Estoy disponible para entregarle al Ejecutivo diferentes instrumentos, pero me gustaría saber cuál es la voluntad de lograr un cambio de hábitos donde efectivamente se causa un daño. Porque la restricción vehicular puede ser un camino, como lo planteaban el Honorable señor Girardi y otros colegas, mas también sería posible sancionar, independientemente de esa medida, a quienes se trasladaran solos en un vehículo. Es decir, cabría establecer una regulación en el sentido de que si se viaja en esa forma no se puede entrar en ciertos perímetros entre 8 y 9:30 o entre 8 y 10, de forma tal que la persona se programe para hacerlo en horarios diferentes o encuentre un incentivo para desplazarse con otras o en el transporte público.
Señor Presidente , es obvio que la congestión no solo provoca trastornos en la salud: genera dramáticas dificultades de productividad para la economía, gasto energético innecesario, pérdida del tiempo junto a la familia para quienes viajan largas horas. Por ello, estando absolutamente disponible -repito- para pronunciarme por la aprobación y planteando la satisfacción de que se entienda que constituye un problema público, reitero mi petición de que el señor Ministro y otros se abran a establecer regulaciones adicionales, entre ellas la de que no se pueda entrar en ciertos perímetros manejando solo en un vehículo.
A mi juicio, sería una medida incluso más eficiente, más racional, y que permite el uso de las vías en forma más adecuada. Quienes quieran usar las vías de la otra manera sabrán que tienen que modificar sus hábitos y partir o más temprano o más tarde a su destino, pero no causarle un daño al colectivo. La iniciativa ha de llevar a cambios de conducta y a pensar en lo colectivo, en la ciudad y en que todos somos corresponsables de lo que pasa en los lugares donde vivimos.
Votamos con la esperanza de que en la Comisión se podrá perfeccionar la norma y entendiendo -reitero- que no se trata de algo propio de la Región Metropolitana, sino de varias ciudades que se hallan en la necesidad de enfrentar la congestión, que daña la calidad de vida y afecta la productividad de nuestra economía.
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
Puede intervenir la Senadora señora Von Baer.
La señora VON BAER.-
Señor Presidente , juzgo que si queremos menos utilización del auto en el área urbana tenemos que mejorar fuertemente el transporte público. En las ciudades europeas donde se usa poco, ello obedece, de hecho, a que este último sistema funciona muy bien y a que existen vías exclusivas para la bicicleta, medio de traslado común. Pero lo que no se hace, excepto en el caso de la exclusión en el centro mismo, es regular el empleo del vehículo de una manera tan excesiva como se propone en el proyecto de ley.
Me parece que ello es como tratar de solucionar el problema por el lado que no corresponde, pues lo que finalmente sucederá es que la gente, al igual que hoy, comprará un auto adicional -y otro más, probablemente-, y la restricción vehicular no se traducirá en menos tacos, que se van a mantener exactamente igual.
Lo que se requiere es mejorar los otros sistemas de transporte, para que realmente valga la pena bajarse del auto. Y eso es lo que no ocurre hoy día ni en Santiago ni en las regiones del sur.
Conversamos el otro día sobre el punto con el señor Ministro de Transportes . Por ejemplo, no se comprende por qué los barcos no están incluidos en el transporte público de una ciudad como Valdivia. Existe el taxi fluvial, pero es muy caro para trasladarse desde el otro extremo, y la persona recurre al auto o al bus. Ambos medios aumentan la cantidad de tacos. Sería mucho mejor si el transporte fluvial estuviera comprendido -reitero- en la red. De esa manera realmente se descongestionarían las calles. Y los que viven en Las Ánimas, al otro lado del río, podrían viajar sin ningún problema y de manera mucho más rápida hacia el centro.
Entonces, creo que aquí no estamos solucionando realmente el problema, sino haciendo como que lo solucionamos prohibiendo el uso del automóvil. Pero la gente se va a comprar otro vehículo mientras no tenga un transporte alternativo verdaderamente bueno.
Los transportes alternativos son la bicicleta, un buen transporte público y ser creativos. Y, en el caso de ciudades como Valdivia, hay que incluir, dentro del transporte público, el transporte fluvial. Sin embargo, no lo hacemos porque hoy no tenemos la regulación para ello, porque existen miles de problemas y porque el Estado mismo pone miles de obstáculos.
Entonces, en vez de ser creativos, de ser proactivos, prohibimos. Lo más fácil es prohibir. ¡Siempre lo más fácil es prohibir!
Acá se ha dicho que la gente se va a subir a otro auto. No va a ser así: no se subirá a otro vehículo. No lo creo. Sí se va a subir a una bicicleta, si es que tiene posibilidades de utilizarla. Pero hoy, nuevamente en ciudades como Valdivia, cruzar un puente en bicicleta es imposible, casi suicida. Uno se pregunta por qué, por el lado, no se ponen pistas exclusivas para bicicletas. Pero tampoco se puede. Además, cuando se construyen puentes nuevos -hoy igualmente se están levantando en sectores rurales-, uno pensaría que se consideraran las bicicletas, pero lograr eso también es un problema.
Por lo tanto, el Estado, como no es suficientemente creativo, como no es suficientemente proactivo, prohíbe: todo lo prohíbe. Y es lo que estamos haciendo hoy día acá.
En principio, señor Presidente, iba a votar en contra de la iniciativa, porque no creo que sea el camino correcto. Me han planteado que me abstenga, dado que, probablemente, su texto va a cambiar. Sin embargo, la verdad es que no me parece que sea el camino para lograr una solución.
El camino es mejorar el transporte público, que el Estado sea creativo y proactivo, encontrar otras maneras de que la gente se traslade dentro de las ciudades. Yo hasta podría pensar que sería una buena idea prohibir el uso del automóvil dentro de las urbes, pero en un perímetro superespecífico, ¡superespecífico!, siempre y cuando uno pueda llegar a la ciudad con su auto y poder estacionarse, porque hoy día eso tampoco es posible. ¿Dónde dejo el auto si yo llego al perímetro de la ciudad? ¡No tengo dónde estacionar! Y si vengo de lejos, ¿dónde lo ubico?
¿Qué hay que hacer, entonces? El Estado tiene que invertir en establecer, fuera del perímetro en el cual no se pueda entrar, un estacionamiento público para que uno pueda dejar su vehículo sin costo y quizás incluso tomar una bicicleta para llegar desde ahí al centro de la ciudad.
Eso existe en las ciudades europeas que nosotros citamos. No es que allá la gente tenga prohibido usar el auto: no lo usa porque no es práctico. Llega a las afueras de la ciudad, deja su vehículo en un estacionamiento público y toma la bicicleta o bien el transporte público para ir al centro.
En Chile, como todo eso es muy difícil para el Estado, como el Estado es muy poco eficiente en solucionar estos problemas, les prohíbe a los privados usar el auto. ¡Eso es lo que hacemos! ¿Es la solución? No, porque se va a encontrar el camino por el lado. ¿Y cuál es el camino por el lado? Comprar otro auto y utilizar aquel al cual no le toque restricción. Cada persona va a tener tres autos, no sé. Pero es lo que va a suceder, señor Ministro .
Yo de verdad considero que esa no es la solución. La restricción vehicular no es el medio para solucionar el problema, menos en las ciudades que no son Santiago. Esa es como una solución muy santiaguina. En las ciudades del sur podemos ser mucho más creativos para enfrentar los tacos que hoy tenemos. Para empezar, habría que asegurarse de que los puentes queden bien hechos, porque de esa manera tendríamos menos congestión en los lugares donde se produce.
En definitiva, es ineficiencia del Estado que la solución termine siendo que los ciudadanos no puedan usar su auto. Y, en ese sentido, señor Presidente, creo que la iniciativa no va en la línea correcta.
He dicho.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra a continuación el Senador señor Quinteros.
El señor QUINTEROS.-
Señor Presidente , la contaminación atmosférica y la congestión vehicular en nuestras ciudades afectan gravemente la vida a lo largo de todo nuestro territorio.
Esos ya no son solo fenómenos de la ciudad de Santiago. La contaminación del aire afecta en forma más severa a ciudades del centro y el sur donde se utiliza leña. Temuco, Valdivia , Osorno , Puerto Montt y Coihaique saben de esta realidad desde hace varios años.
Si bien se han comprobado avances en la disminución de la contaminación a partir de la restricción vehicular, los estudios evidencian que la mayor parte de las emisiones provienen de fuentes domiciliarias e industriales y del transporte pesado.
No obstante ello, se justifica plenamente considerar la medida de restricción, en forma temporal o permanente, para fines de descontaminación. Pero además tiene efectos innegables en la disminución de la congestión de tránsito y, por lo tanto, en la posibilidad de desplazamientos más rápidos dentro de nuestras ciudades.
Obviamente, esta medida no puede estar desconectada de un mejoramiento integral del transporte público.
Y, nuevamente, esto ya no es solo prioridad para Santiago. Se requieren también corredores de buses en las ciudades más importantes de las regiones.
Debemos impulsar, de una vez por todas, señor Ministro , trenes de cercanías, funiculares, teleféricos, escaleras mecánicas en nuestras ciudades. No podemos esperar que el crecimiento de las urbes haga más caros y difíciles estos proyectos, que hoy ya existen pero que siguen postergándose.
¡De una vez por todas, que los Ministerios de Obras Públicas y de Transportes entiendan la necesidad de invertir en nuestras regiones!
Los fondos espejo del Transantiago, el nuevo Fondo de Infraestructura, deben proponerse estos objetivos; ser más ambiciosos.
Si mejoramos la infraestructura y con ello la calidad de nuestras ciudades, las haremos más atractivas y, consecuentemente, desincentivaremos el crecimiento desmesurado de Santiago.
Los recientes sucesos de Chiloé, y antes, los de Punta Arenas, Aisén, Atacama y tantos otros, nos recuerdan, cada cierto tiempo, que tenemos una deuda con las regiones.
Ponen en evidencia las injusticias del modelo de desarrollo imperante. Son los habitantes de regiones los que deben soportar los efectos de las gigantescas termoeléctricas para alimentar la gran capital, mientras los gases invernadero que ellas generan provocan el cambio climático relacionado con la marea roja, que hoy está afectando a pescadores artesanales en la Región de Los Lagos.
Ese es el encadenamiento perverso que produce rabia e impotencia en los habitantes de nuestro sur y que termina afectando su convivencia pacífica y amigable con el medio ambiente.
Hay que dar señales potentes de que estamos haciendo cosas para cambiar esta situación y que de verdad priorizaremos las regiones, revisando, por ejemplo, los paradigmas que utilizamos en la evaluación de la inversión pública.
Llegará el día en que valoricemos, en las inversiones desarrolladas en regiones, además de sus beneficios directos, los ahorros que signifiquen el desincentivar el crecimiento desmesurado del gasto en la gran metrópolis.
Es decir, un peso más en regiones no es solo un peso que no se gasta en el centro, sino que debe considerarse también como un peso de ahorro en el gasto futuro de la capital.
En consecuencia, me parece positivo otorgar un marco legal que respalde el establecimiento de la restricción vehicular con carácter permanente o transitorio, pero ello debe ir acompañado de un plan nacional de transporte, integrado a una estrategia nacional de desarrollo urbano que se haga cargo de los desafíos sociales, económicos y ambientales de la vida en nuestras ciudades en las próximas décadas.
He dicho.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Coloma.
El señor COLOMA.-
Señor Presidente , de la relación que distintos Senadores han hecho de este proyecto y de su propio texto uno puede entender que lo que aquí se está buscando, al final, es generar una norma prohibitiva y permanente para efectos de enfrentar la congestión vehicular y la contaminación atmosférica.
Es un cambio en las políticas públicas que ha habido hasta ahora, donde más bien se ha pretendido enfrentar el problema medioambiental con medidas parciales en materia de prohibiciones.
Yo advierto en este proyecto una tendencia a insistir en una forma de abordar los conflictos basada mucho más en la prohibición y en la restricción que en el uso de la inteligencia, de la capacidad, en el buen funcionamiento de las obras, en el cumplimiento de los compromisos, como señaló un Senador que me antecedió en el uso de la palabra.
Aquí hay un problema bien medular. Y no es cuestión de ser voluntarista. Si alguien piensa que los síntomas de una deficiencia severa pueden ser enfrentados creyendo que van a ser definitivos, simplemente tratando de ocultar o de disminuir esos síntomas, está profundamente equivocado.
Creo que, más allá de su intención, esa es la fórmula incorrecta de abordar los problemas de estructura, de generación de un modelo sustentable en nuestro país. Esta medida estará lejos de producir los efectos que se pretenden. Y no solo en el ámbito medioambiental -que, por último, es mucho más medible-, sino también en el plano de la congestión, bastante más complejo y cuya medición es muy arbitraria. Lo hablábamos con algunos colegas. A veces las congestiones de ciudades regionales pueden ser harto más severas que las que ocurren en Santiago, y las formas de abordarlas no tienen por qué ser simétricas. Me parece muy pertinente colocarlo arriba de la mesa.
¿Cómo deben enfrentarse, a mi juicio, problemas de esta naturaleza?
Primero, mejorando el sistema vial. Imaginemos que el sistema de restricción y prohibición sea eficiente la primera semana y que después, al mes -porque va a haber sucedáneos: el segundo o el tercer vehículo será uno de ellos- se vuelva en contra. La tendencia natural será aumentar la restricción, con tres, cuatro, cinco o seis dígitos, generándose al final, por la vía de la prohibición, una limitación total a la capacidad de desplazamiento de los ciudadanos.
Por lo tanto, creo que lo primero que hay que tener presente es cómo mejorar el sistema vial: cómo mejorarlo en serio y no con proyectos centralistas como lo que ha implicado el Transantiago durante los últimos años.
Segundo, habría que optimizar el transporte público. Y lo separo del Transantiago porque el transporte público es de todo el país. Obviamente, hay señales inquietantes respecto de la falta de innovación, particularmente en regiones. A estas alturas ya hemos discutido, con motivo de cada una de las leyes que se proponen para aumentar los fondos del Transantiago, cómo se utilizan los fondos espejo respectivos: si van al fondo del asunto o simplemente a paliar un síntoma.
Para mí, la fórmula racional de enfrentar el problema sería a través de mejoras al sistema vial, mejoras al sistema de transporte público, y -como una tercera vía- incentivos para que los usuarios prefieran movilizarse en este último.
Un Senador que me antecedió en el uso de la palabra planteó una cosa que me parece de buen sentido: generar vías más rápidas para las personas que no vayan solos en sus vehículos en horarios peak para determinados desplazamientos ciudadanos. Me parece que eso apunta a una forma de incentivar y no de prohibir. Creo que todo aquello que tienda a mejorar las conductas, a formar una cultura de desplazamiento diferente, va en el sentido correcto. Lo más fácil siempre es prohibir, sancionar, castigar, lo cual es ilimitado. Se parte castigando un poquito, pero el día de mañana se puede llegar a castigar los tacos y a sancionar a los responsables.
No todo en la sociedad es prohibición, no todo es restricción. Debemos tener la capacidad de inteligencia para enfrentar los problemas medioambientales o de transporte público mejorando los sistemas, creando incentivos y aplicando una perspectiva más creativa que restrictiva.
Entiendo que algunos Senadores quieran encarar la situación por la vía de la prohibición, pero al menos yo no soy partidario de enfrentar las dificultades de esa forma porque, al final, si ella se proyecta a todos los ámbitos de la vida, nos vamos a encontrar con una sociedad cada vez menos libre y con menos capacidad para crear, al estar todo enfocado en el tema de la prohibición.
Por eso, señor Presidente , no comparto este proyecto. No juzgo intenciones, que me imagino que serán muy legítimas, pero creo que apunta en un sentido incorrecto en la forma de abordar los problemas de contaminación y de congestión que se dan en las ciudades modernas. Representa una fórmula distinta de la lógica que, en mi opinión, debiera impregnar las políticas públicas, y por eso no lo voy a aprobar.
He dicho.
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
Le corresponde el uso de la palabra al representante de la Región de Los Lagos Senador señor Iván Moreira.
El señor MOREIRA.-
Señor Presidente , si usted me lo permite, quiero rayar un poco la cancha. Y rayar la cancha porque quiero decir que mi voto negativo no es un capricho. Tampoco quiero hacer de mi intervención una caricatura.
Respeto profundamente a los firmantes de este proyecto de ley, pero siento que con mi voto negativo estoy obligando a que la solución al problema de la contaminación se lleve a cabo a través de políticas públicas concretas y con recursos.
Créanme que en la Región de Los Lagos, especialmente en Osorno, en Puerto Montt, vivimos lo que significa el humo, la contaminación. Pero pienso que este no es el camino correcto.
Discúlpenme si a algunos les parece que lo que voy a decir es una ironía o una caricatura -no lo es-, pero creo que hay que señalar que a este paso se presentarán proyectos de ley para no comer, no tomar, no fumar, no salir de noche, no bailar, y quizás también para no construir más puentes sobre canales, porque son "yeta".
Digo "no comer" y, claro, yo entiendo el objetivo de desincentivar el consumo de comida chatarra. Pero "no coma"; "no tome", por los efectos que tiene el trago; "no salga de noche", por la delincuencia...
El señor DE URRESTI .-
¡No pololee...!
El señor MOREIRA.-
Exactamente, "no pololee"; "no baile", ¡porque se le quita el aire al de al lado...!
Miren, yo no quiero sacar sonrisas ni tampoco tratar de ironizar con el tema, pero eso es lo que ha hecho este Senado últimamente.
He aprendido cuál es el estilo de ustedes.
Moderación, prudencia, sentido de realidad.
Y creo que este proyecto no se condice con la realidad.
Pienso que la única forma de aspirar a solucionar...
El señor MONTES.-
¿A quiénes se refiere con "ustedes"?
El señor MOREIRA.-
Cuando yo hablo de "ustedes" -por su intermedio, señor Presidente -, me refiero al Gobierno, a quienes hoy día están apoyando este proyecto.
El señor LETELIER .-
¡A Ossandón!
El señor MOREIRA.-
Miren, me da lo mismo. Para mí, lo importante es otra cosa.
Lo que no me gusta, señor Presidente , es lo que nos ha dicho el Senador Letelier, contradiciéndose con otras cosas que ha señalado. Él siempre dice que tenemos que legislar bien. ¿Y qué nos ha dicho ahora? Que este proyecto lo van a ver en la Comisión y que lo van a cambiar para mejorar todo. Pero al final se presenta un proyecto y sale una cuestión totalmente distinta.
Entonces, hagamos el proyecto que corresponda para afrontar lo que significa la contaminación.
Quiero ejemplificar una situación que ocurre en Osorno.
Osorno se está convirtiendo en un segundo Temuco. Hay un plan de descontaminación -que esperamos que tenga mayores recursos-, pero dicho plan pasa por la reconversión, que la gente tenga otro modo de calefaccionarse y no lo haga a través de la leña, que evidentemente contamina. Sin embargo, no vamos a prohibirle a la gente, de la noche a la mañana, que nunca más use leña, porque ahí sí que le estaríamos ocasionando un problema grave a la ciudadanía.
Aquí se han planteado muchas soluciones, pero, si no las asume el Gobierno, serán muy difíciles de implementar. Se necesitan recursos.
¿Cómo reconvertimos la forma de calefacción que actualmente existe? A través de calefactores especializados, o distintos.
¿Cómo combatimos el problema de la contaminación? Mejorando el transporte. Sin embargo, no veo mayores recursos para ello.
Por eso, señor Presidente , si vamos a presentar un proyecto para enfrentar el problema de la contaminación, hagámoslo en serio. No sigamos prohibiéndole a la gente todo. Tengamos un poco de sentido común, porque esta iniciativa no va a solucionar las dificultades que aquí se están planteando. Creo que este proyecto de ley terminará siendo, como otros, un parche.
Reitero, señor Presidente , mi voto negativo, coincidiendo, además, con otros parlamentarios que también van a votar en contra y que han expresado sus opiniones, quizás más técnicas que las mías, las cuales he emitido solamente desde la perspectiva de la realidad que tenemos en la Región de Los Lagos (Puerto Montt, Osorno ), más allá de los distintos antecedentes que se han entregado.
Advierto que el contenido de este proyecto va a afectar a la ciudadanía, especialmente a la de la Región Metropolitana. Yo prácticamente no vivo en Santiago, pero me doy cuenta de que se pregunta la opinión a la gente para algunas cosas y para otras no.
Me gustaría que se hiciera una encuesta, una consulta pública. ¿Qué diría la gente?
Aquí se señala que hay que escuchar al país, a la comunidad, a los propietarios, a las personas que circulan en sus vehículos por razones de trabajo. ¡Y ahora las vamos a obligar a tener un segundo automóvil!
Creo que esa no es la solución.
Por lo tanto, reitero mi voto "No".
Sin embargo, estoy dispuesto a apoyar cualquier otra iniciativa de ley en este ámbito que apunte en el sentido correcto.
Señor Presidente , con el texto propuesto vamos a seguir dilatando y dilatando el problema, gastando y gastando los recursos del Estado, sin dar solución a las causas de fondo de la contaminación en nuestro país.
Voto en contra.
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
Ha quedado claro su rayado de cancha, Senador señor Moreira.
Tiene la palabra el Honorable señor De Urresti.
El señor DE URRESTI.-
Señor Presidente , hemos escuchado distintas intervenciones que profundizan sobre este proyecto, la mayoría de ellas basadas en antecedentes científicos, propios de quienes claramente conocen la realidad de las comunas.
Valoro esta iniciativa, de artículo único, pues constituye un avance ya que permite entregar un instrumento adicional al Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones a la hora de decretar la prohibición de circulación de automóviles, fundado no solo en la contaminación atmosférica, sino también en la congestión vehicular, lo que posibilitará la regulación de esta materia en una serie de ciudades.
No es una casualidad que decenas de centros urbanos a lo largo de Chile sufran hoy contaminación atmosférica y congestión vehicular. Las causas son el déficit en infraestructura y la falta de integración del transporte público.
Ello claramente es una constante.
Con bastante sorpresa, nos enteramos en los últimos días de que Coihaique se ha convertido en una de las ciudades de Sudamérica con mayor contaminación atmosférica: ¡Coihaique, ubicada en plena Patagonia, barrida por los vientos, se encuentra con altos niveles de contaminación, producto de la escasez de lluvia!
¡Para qué hablar de lo que sucede en las Regiones de Los Lagos, de La Araucanía, del Biobío!
Desgraciadamente, en el último tiempo también hemos visto con muchas preemergencias ambientales a las ciudades de Valdivia, La Unión, Río Bueno, que nunca habían conocido niveles altos de contaminación.
El criterio de congestión vehicular para decretar la restricción de circulación en determinados días me parece que avanza en el camino correcto. La autoridad debe manejar un instrumento a fin de distribuir esa carga, que se ha ido incrementando, de la noche a la mañana o año a año, en cifras exponenciales en cada una de las ciudades, principalmente en las capitales regionales.
Son miles los vehículos nuevos que se incorporan al parque automotriz, y resulta imposible que la infraestructura vial, con un déficit acumulado ya durante largos años, pueda incorporarlos.
Lo anterior se traduce en problemas de congestión, en retrasos en el desplazamiento, en dificultades para estacionarse, en accidentes de tránsito. Por algo hoy día se registra una alta tasa de accidentabilidad, especialmente de peatones.
Entonces, creo que el proyecto avanza en el camino correcto.
En todo caso, como señaló el propio Ministro de Transportes , seguramente se van adicionar algunas indicaciones en el debate en particular. A mi juicio, ahí debiéramos aportar una idea que se verá materializada en Valdivia. En efecto, el referido Secretario de Estado presentó hace unas semanas el Plan Piloto de Movilidad Urbana.
En las distintas capitales regionales o en las ciudades con una significativa cantidad de habitantes, tendríamos que contar con un plan de movilidad urbana. No podemos apostar a que el desplazamiento se haga simplemente a través del automóvil particular, de los taxibuses, de los taxis colectivos o de otras alternativas vehiculares.
Avancemos en ese plan para implementar trenes de cercanía en lugares donde aún existe tendido ferroviario. Dicho sea de paso, fue un error -¡un tremendo error!- levantar las líneas de tren en muchos sectores. Hoy día servirían enormemente con el objeto de comunicar de mejor manera distintos núcleos urbanos. Pienso en el Gran Concepción, en el ramal de Temuco a la costa (a Carahue).
Nosotros, en la Región de Los Ríos, contra muchos pronósticos pudimos mantener el ramal entre Valdivia y Antilhue, que debiera ser el punto de conexión entre la capital regional y diferentes comunas.
Asimismo, el plan de movilidad urbana debiera integrar el uso de la bicicleta. Hace dos semanas, auspiciado por el Ministerio de Transportes, hubo un importante seminario en la Región, que destacó la necesidad de aumentar la utilización de dicho medio de transporte por no ser contaminante; generar movilidad; aportar a la salud, y permitir el desplazamiento de grandes y chicos (estudiantes, obreros, profesionales).
Ahí tiene que haber un programa.
Por lo tanto, debemos apoyar esta iniciativa.
Habrá que estar atentos, señor Ministro -por su intermedio, señor Presidente -, a las indicaciones que se formulen en su oportunidad, para que la descrita sea una herramienta efectiva de trabajo en su Cartera a fin de favorecer a los distintos núcleos urbanos.
Es necesario extender mucho más en la realidad territorial de cada ciudad los planes de movilidad urbana mencionados.
En definitiva, debiera haber un compromiso respecto de cuántas ciclovías y vías exclusivas se van a trazar; de cuál es la infraestructura que se va a construir. Insisto: se requieren trenes urbanos, tranvías y teleféricos en algunas ciudades dotadas de distintas terrazas o de cerros en su conformación.
Por eso respaldo la iniciativa, y espero que en la discusión en particular se formulen las indicaciones correspondientes para establecer instrumentos de gestión contra la contaminación atmosférica que permitan contar con ciudades de nivel internacional, y, también, proveer herramientas con el propósito de combatir la excesiva congestión vehicular.
En consecuencia, voto a favor de la idea de legislar.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra la Senadora señora Van Rysselberghe.
La señora VAN RYSSELBERGHE.-
Señor Presidente , al mirar el título de este proyecto, uno tendería a pensar que es bienintencionado.
Ahora, parte de su contenido ya se aplica: la restricción vehicular por contaminación atmosférica, si bien no por mandato de una ley, opera hoy día en nuestro país.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).-
Disculpe la interrupción, señora Senadora. Inmediatamente le restituyo el uso de la palabra.
Es que, para tomar acuerdos, se requiere quorum.
Por eso necesito consultar ahora si habría unanimidad con el fin de fijar como plazo para indicaciones el próximo 20 de junio, a las 12.
El señor PROKURICA .-
No.
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
No hay acuerdo.
Continúa con el uso de la palabra la señora Senadora.
La señora VAN RYSSELBERGHE.-
Señor Presidente , decía que la restricción vehicular por contaminación hoy día se produce en nuestro país.
En Santiago, dicha medida muy probablemente aporta de manera significativa a disminuir los márgenes de contaminación.
Pero en Chillán, en Los Ángeles y en Temuco la gran contaminación está dada por la calefacción a base de leña en el invierno, no por el uso de vehículos. Si bien la referida restricción podría ayudar en algo, la gran solución, como indicó el Senador Moreira, sería prohibir el uso de leña en los días de alta contaminación.
Sin embargo, lo que me parece francamente inconveniente es decretar la restricción vehicular por congestión. Uno podría entender tal planteamiento si existiera una alternativa. Prohibir por ley el uso de automóviles algunos días sin darles una opción a los ciudadanos me parece, francamente, discriminador.
Quien pueda comprarse un segundo automóvil lo va a hacer. Probablemente el Ministro va a decir que la restricción se efectuará de modo aleatorio. En tal caso, algunos van a adquirir tres autos, porque así tendrán mayores posibilidades de seguirse trasladando, pues no cuentan con la alternativa de usar el transporte público, ya que este es malo.
Entonces, si vamos a proponer restricciones de esa naturaleza, habrá que contemplar alternativas reales para que la gente se pueda desplazar.
Y, tal cual decía la Senadora Ena von Baer, debemos considerar el uso de la bicicleta.
En la Región del Biobío se está construyendo una costanera que comunica dos comunas. Yo recuerdo que años atrás, cuando ese camino tenía berma, antes de que se ensanchara producto de la congestión, la gente se desplazaba en bicicleta al trabajo. Hoy día no se puede hacer porque el diseño urbano de las ciudades no lo contempla, como tampoco el que se está desarrollando actualmente.
Entonces, si nosotros queremos generar restricciones y decir por ley que no se haga algo, el Estado no debe cerrar todas las puertas. Es decir, no puede dejar como alternativa un sistema de locomoción colectiva que es deficitario, que las personas evalúan con nota roja.
¡Preguntémosle a la misma gente qué piensa!
¿Podríamos avanzar en este sentido? Sí. Pero con inversión, y no mediante la obligación legal de adoptar conductas sin generar previamente los escenarios para canalizarlas de manera adecuada.
Sinceramente, espero que esta segunda parte del proyecto no se apruebe. Me parece una muy mala decisión.
Además, considero que discrimina a aquellas personas que no van a tener la capacidad de comprar un segundo o tercer automóvil. Es cosa de ver lo que sucedió cuando se estableció la restricción por contaminación. Hoy día la cantidad de autos sin convertidor catalítico es poca; y, cuando hay restricciones, la gente compra otros adicionales para poder salir.
De verdad, espero que esta iniciativa no sea aprobada.
Creo que nadie podría estar en contra de medidas que solucionen el problema de la congestión. Esta se produce por el desarrollo de las ciudades; por lo tanto, hay que planificarlas, invertir en calles y generar vialidad urbana para hacer frente a esta situación.
Sin embargo, intervenir dejando sin opciones a la gente, en un país en que llueve, en que hace frío, en que las distancias son largas y, además, en que existe un transporte colectivo que no funciona ni en Santiago ni en regiones, me parece francamente impropio.
Por tanto, voto en contra de la idea de legislar.
Considero que este no es un buen proyecto, pese a estar probablemente muy bien inspirado. No es el camino para resolver el problema.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Senador señor García-Huidobro.
El señor GARCÍA-HUIDOBRO.-
Señor Presidente , primero que nada, es necesario informar que esta iniciativa es doble: no aborda solamente la contaminación por congestión, sino por congestión y por calefacción.
Lo digo, porque la restricción actual no es producto de una iniciativa de ley respecto a la contaminación atmosférica que haya pasado por el Parlamento. El decreto supremo N° 211, del año 1991, del Ministerio de Transportes, estableció lo siguiente:
"Los vehículos motorizados livianos cuya primera inscripción en el Registro de Vehículos Motorizados del Servicio de Registro Civil e Identificación se solicite a contar del 1° de Septiembre de 1992, solo podrán circular en la Región Metropolitana, en el territorio continental de la Quinta Región y en la Sexta Región, si son mecánicamente aptos para cumplir con los niveles máximos de emisión que corresponda de acuerdo a lo señalado en el presente Decreto y si, con oportunidad de sus revisiones técnicas, se acredita que están en condiciones adecuadas para circular.".
Así partió, señor Presidente , la primera restricción vehicular en la Región Metropolitana, ocasionada fundamentalmente por un problema de salud.
Voté a favor de la idea de legislar en la Comisión, y lo volveré a hacer aquí, en la Sala, para abrir un debate y dar a entender que hay dos temas: la congestión y la salud. Respecto a este último, creo que no podemos tener dos posiciones.
Primero, está el derecho a la vida, a proteger a nuestra gente. Efectivamente, hay momentos en que por determinadas circunstancias es imposible respirar en la Región Metropolitana y en capitales regionales o en algunas comunas tremendamente contaminadas no solo por el exceso vehicular y sus emisiones, sino también por la calefacción.
Señor Presidente, yo me pronuncié a favor en general, porque creo que hay que debatir esto sin que se entienda que debe ir unido a lo relativo a la congestión vehicular.
Tal como han dicho los Senadores que me antecedieron en el uso de la palabra, la congestión vehicular es producto del aumento del flujo respectivo, pues se han comprado cada día más medios de transporte en el país. Eso no va a parar, pues es parte del desarrollo de las naciones.
Por otro lado, en cuanto a la Región Metropolitana, existió el incentivo de las dificultades que tuvimos con el Transantiago: mucha gente se subió a un auto con el propósito de llegar lo antes posible a su trabajo. Y no fue solamente a través de un vehículo de cuatro ruedas: ahí partió un aliciente muy importante para el uso tanto de la bicicleta como de la motocicleta.
En tal sentido, creo fundamental entender que lo relativo a la congestión va a ser muy difícil de resolver.
Me gustó escuchar al Ministro en cuanto a tener algún tipo de restricción. Va a ser complejo, porque si se dispone después que sea por dígito, efectivamente los que tengan más recursos podrán adquirir otro vehículo y no disminuirá el flujo. A lo mejor va a quedar igual, con la misma congestión.
Es un tema que hay que estudiar, debatir y abordar con profesionales y con mucha información en la misma Comisión.
En segundo lugar, si nos dicen que esto tiene que ser por vía de tarificación vial, pienso que habrá que analizarlo, así como si debe aplicarse en sectores que necesiten la restricción de ingreso en determinados horarios, al encontrarse muy afligidos por la cantidad de vehículos.
También nos decía el Ministro que es posible otra medida: que exista una especie de pase diario, para que aquellos que estén con restricción puedan utilizar las respectivas vías. Pero, a la larga, ¿qué significará eso? Que la gente con más recursos nuevamente podrá usar su vehículo.
Entonces, es supercomplejo el tema de la congestión.
Distinto es el de la contaminación. Me parece que al respecto no podemos tener dos opiniones en el Senado.
Primero está el derecho a un ambiente libre de contaminación porque los niños, y fundamentalmente los ancianos, son quienes más sufren en estas situaciones.
Como la restricción hoy día solo está regulada por la potestad reglamentaria del Presidente de la República , creo importante que sea materia de ley y que norme al país entero, no solamente a la Región Metropolitana, como es en la actualidad.
Por eso, señor Presidente, comprendiendo las distintas visiones sobre el particular, voy a votar a favor de la idea de legislar, en el entendido de que debemos trabajar muy seriamente en la Comisión para elaborar propuestas concretas, con la finalidad de que esta ley en proyecto pueda ir en el camino correcto.
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el Senador señor Hernán Larraín.
El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente , compartiendo el buen espíritu que probablemente anima a los Senadores autores de esta iniciativa, considero que es un mal proyecto. Ello no tanto por su contenido, sino porque me parece que estas materias deben ser objeto de políticas públicas que se expresen a través de la potestad reglamentaria del Presidente de la República .
Fijar por ley este tipo de soluciones me parece extraordinariamente peligroso, pues los temas son bastante más complejos.
Pensar que con una medida vamos a resolver los problemas de congestión o de contaminación me parece realmente una fantasía.
Pensar que las dificultades se solucionarán igual en Santiago, en Linares, en Puerto Montt o en Antofagasta, lo considero una irrealidad.
Por lo tanto, creo que avanzar en esta línea para resolver estos problemas es simplemente un espejismo; es sembrar ilusiones en una materia que es extraordinariamente más compleja y que no se va a resolver a través de una disposición que tiene la gracia de la simplicidad pero, a la vez, las limitaciones derivadas de esa misma característica.
Pienso que hacemos mal cuando aprobamos leyes de esta índole. Entiendo y valoro el espíritu, la creatividad legislativa de nuestros colegas, porque siento que se esfuerzan y hacen aportes en temas que son necesarios y relevantes. Sin embargo, me da la impresión de que esta problemática es muy difícil de resolver a través de una iniciativa de ley. Al contrario, lo que vamos a hacer es rigidizar un asunto que requiere flexibilidades tanto en las medidas, en su duración, como en los lugares donde estas se aplican, dadas las distintas realidades que existen en el país.
Peor aún: modificar el día de mañana estas medidas, que pueden ser de carácter permanente, será simplemente imposible.
En consecuencia, creo que estamos mal encaminados cuando tratamos de resolver un problema grave, complejo y, además, variante en el tiempo a través de una normativa que no es el instrumento más adecuado para ello.
A mi juicio, esta materia debiera resolverla el Ejecutivo , por su cuenta. Nosotros podemos pedirle que nos informe cuáles son sus políticas públicas sobre el particular y, de tiempo en tiempo, aconsejarlo o sugerirle medidas. Sin embargo, no me parece que deba aprobarse una iniciativa de ley en los términos aquí planteados.
De hecho, esta materia ha sido regulada por el decreto supremo Nº 211, de 1991, que estableció las características que debían cumplir los vehículos motorizados livianos para su funcionamiento. Eso fue producto de la potestad reglamentaria.
El Ministerio de Transportes no requiere una ley para resolver este problema. Simplemente, puede dictar otro decreto supremo y, además, ir fijándolo en atención a las realidades regionales, diferenciando claramente entre contaminación y congestión, toda vez que son dos fenómenos distintos que deben abordarse mediante capítulos diferentes. Pretender matar dos pájaros de un tiro me parece más una ilusión que una realidad en este caso.
En suma, señor Presidente, opino que esta iniciativa no va bien encaminada. Por eso, a pesar de que respeto y valoro el espíritu que anima a los amigos que la han propiciado, voto que no.
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
No hay más inscritos.
Señor Secretario .
El señor LABBÉ ( Secretario General ).-
¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
Terminada la votación.
--Se aprueba en general el proyecto (18 votos a favor, 5 en contra, 3 abstenciones y un pareo).
Votaron por la afirmativa las señoras Allende, Goic y Muñoz y los señores De Urresti, García-Huidobro, Girardi, Guillier, Lagos, Letelier, Matta, Montes, Ossandón, Pizarro, Quintana, Quinteros, Tuma, Ignacio Walker y Patricio Walker.
Votaron por la negativa las señoras Van Rysselberghe y Von Baer y los señores Coloma, Hernán Larraín y Moreira.
Se abstuvieron los señores García, Pérez Varela y Prokurica.
No votó, por estar pareado, el señor Andrés Zaldívar.
El señor QUINTANA ( Vicepresidente ).-
Hago presente a Sus Señorías que el plazo para formular indicaciones lo definiremos en la sesión de mañana.
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