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El señor SALAS (Vicepresidente).-
El turno siguiente corresponde a la Democracia Cristiana.
Tiene la palabra el diputado señor Jorge Burgos .
El señor BURGOS.-
Señor Presidente, quiero intervenir tratando de ser objetivo y de hacer aportes al país, sin calificar a los adversarios políticos de marionetas ni de loros, sino de aportar. Eso es lo que los chilenos quieren: políticos que aporten y no descalifiquen. Simplemente mencionar los hechos.
Todos los indicadores elaborados por las más prestigiosas instituciones internacionales colocan a Chile como una de las mejores economías del mundo, lo que contrasta con las opiniones de algunos analistas y, hoy día, de algunos políticos que cuestionan la economía chilena.
Por cierto, el diputado señor Kast grita detrás de la puerta como lo hicieron durante 17 años sin dar la cara frente a las brutalidades que pasaban.
Le digo al diputado señor Kast que me conteste en Incidentes, que haga uso de su c.i., que hasta el momento no lo hemos conocido.
Voy a señalar algunos índices si la neurosis del diputado señor Kast termina.
Índice de opacidad, por ejemplo, 2001, de Price Waterhouse Coopers, colocó a Chile en el segundo lugar entre los 35 países, después de Estados Unidos y Singapur, ambos en primer lugar. Este índice mide las prácticas para manejar la economía: si son claras, formales, fácilmente discernibles y ampliamente aceptadas por los mercados mundiales.
El ranking de libertad económica. The Heritage Foundation, una de las fundaciones más de derecha de Estados Unidos, el año 2002 pone a Chile en el noveno lugar, junto a Gran Bretaña y Australia, entre 155 países, detrás de Hong Kong, Singapur , Nueva Zelandia, Islandia , Luxemburgo , Estados Unidos y Holanda.
The Economist puso a Chile en el quinto lugar de riesgo país, en un ranking de sesenta países. Sobre Chile sólo están Singapur , Alemania, Estados Unidos y Hong Kong.
El Índice de Percepción de Corrupción, elaborado por Transparencia Internacional, ubica en el primer lugar a Chile entre todos los países latinoamericanos, tercero entre las economías emergentes y decimoctavo entre cien países evaluados.
El Índice de Compatibilidad Económica de 2002, del Instituto Internacional para el Desarrollo, ubicó a Chile en el vigésimo lugar entre 49 naciones.
El estudio de Tax School of Business de la universidad norteamericana de Dartmouth, sobre acceso a mercado emergente, coloca a Chile en primer lugar entre las economías de América Latina y tercero entre 44 economías emergentes.
El Índice de Desarrollo Humano, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), coloca a Chile en el trigésimo octavo lugar entre 179 países evaluados.
Los indicadores internacionales colocan a Chile entre las mejores economías del mundo. Se distingue en todos los índices de transparencia: baja corrupción, libertad económica, riesgopaís, competitividad y desarrollo humano. Pero la crítica irresponsable, por cierto, puede afectar la imagen internacional de Chile, no del Gobierno.
Se dice que el país ha perdido la confianza de los organismos internacionales. ¡Falso! La exitosa colocación de bonos soberanos chilenos en Estados Unidos y en Europa sólo se explica por la confianza de la banca internacional en la economía chilena. En todo foro internacional, pese a quien le pesare, la conducción económica chilena se pone como modelo.
Se dice que el Gobierno no ha dado a conocer la verdadera deuda del sector público. A este coro se han unido segundones de The Wall Street y de medios de prensa chilenos. Todas las cifras del sector fiscal, de las empresas del Estado y del Banco Central están en internet. No falta ninguna.
Ésos son los hechos que se pretenden descalificar con palabrerías, con insultos. Son los hechos de nuestra economía. Obviamente, no vamos a pedir que defiendan la economía, que defiendan lo que ha hecho el país durante estos doce años. No tienen por qué defenderlo si no es de ellos; no lo lograron. Pero sí que sean capaces de decir la verdad en Chile o afuera.
Eso pide la gente, que no quiere declaraciones como las del diputado Longueira en Estados Unidos. Los persistentes ataques a la política económica de ciertos medios de prensa y los planteamientos de algunos importantes dirigentes del gremio empresarial confirman que estamos en presencia de una acción coordinada que hace daño a Chile, no al Gobierno, lo que no tiene otra explicación que estos sectores buscan anteponer sus propios intereses a los de la Patria.
Es distinto actuar con responsabilidad que con irresponsabilidad. Acá hemos visto irresponsabilidad. No puede pasarle a Chile que políticos, de cualquier partido que sean, antepongan aquello de El Príncipe: que el fin justifica los medios. No por obtener el gobierno, en algunos años más, deben estar dispuestos a horadar lo fundamental del país: su estabilidad y capacidad económica. Cuidémoslas, porque también puede servirles a ellos si es que el pueblo lo decide.
He dicho.
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