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La señora GONZÁLEZ (doña Rosa).-
Señor Presidente , desde esta tribuna, he denunciado, en reiteradas ocasiones, lo que está pasando en el norte chileno con las bandas organizadas de narcotráfico. Al parecer, en esas ocasiones mi voz no ha sido suficientemente fuerte o, tal vez, no han querido escucharla, para no involucrarse en un tema muy sórdido, que ocurre lejos, en el norte de Chile.
No tengo otra explicación de por qué siguen ocurriendo hechos que todos conocen, pero respecto de los cuales muy pocos hacen algo para detenerlos. El avance de los narcotraficantes es implacable en nuestra población, principalmente entre los jóvenes. El dinero fácil, la vida cómoda, la escasez de fuentes de trabajo en Arica, las casi nulas expectativas de desarrollo y de posibilidades para una población que clama hace mucho tiempo por ayuda -sin el ánimo de justificar estas acciones-, pueden ser elementos que utilizan las bandas para reclutar a jóvenes, a mujeres solas, a hombres cesantes, etcétera, quienes se exponen a transportar la droga hacia Chile para luego embarcarla hacia Estados Unidos o Europa.
No me gusta decir que lo advertí, pero en esta oportunidad lamento tener que expresarlo. Advertí hace mucho tiempo al país, y en especial al Gobierno, a través de sus ministerios, que si no se adoptaba una política clara de control, de persecución y de represión de estas bandas organizadas, Chile se convertiría en un paraíso para transportar drogas, del cual el norte sería su pasillo.
¿Cuántos oficios he solicitado que se envíen al Ejecutivo para que dispusiera la entrega de nuevos recursos y de más funcionarios? También -por qué no decirlo- para que se tuviera especial preocupación a fin de solucionar un gravísimo problema que se estaba generando en el norte, en especial en el primer distrito. Es allí donde principalmente debemos poner atajo a las oscuras redes de transporte que se emplean para mover la droga desde Perú.
He pedido recursos para más personal y equipamiento para nuestra policía. Pero ¿qué ha ocurrido?
Después de todos esos oficios que envié, el diario “La Segunda” de ayer dio a conocer una exhaustiva investigación que realizó, en fecha reciente, el prestigioso diario “El Comercio”, de Lima, relacionada con el tráfico de drogas en el norte de Chile, que ha dejado al descubierto las falencias de nuestros controles fronterizos para contener la oleada de narcotraficantes que ingresan al país.
¿Qué ha dicho ese diario peruano? Que, aprovechando el poco control existente en la frontera entre Perú y Chile, unas ochenta bandas de narcotraficantes peruanos la han convertido en la puerta de salida de sus cargamentos ilegales. Ha dicho también que sólo en el traslado de los estupefacientes participan más de mil personas, entre hombres y mujeres; que el traslado de la droga se efectúa con la protección de miembros del grupo extremista Sendero Luminoso y que las bandas utilizan el temor de los habitantes de pequeños poblados para llevar la droga a Arica durante la noche.
En definitiva, el diario peruano ha indicado que las bandas de narcotraficantes pasan durante las noches sus fatídicos cargamentos, sin que nosotros, los chilenos, podamos detectarlos, ya que aprovechan los cambios de guardia y las condiciones del clima, como la niebla, para burlar todo tipo de control.
Más claro es echarle agua. Desde un país en el que se produce y exporta la droga se nos está diciendo cómo detener a los narcotraficantes.
Se ha criticado mucho la actuación de las policías. Sin embargo, no se puede dejar de preguntar a las máximas autoridades del país qué pasa con el norte chileno, ya que a las bandas de narcotraficantes aún no se las puede detener, pese a que un diario peruano les está indicando cómo pasan la droga hacia nuestro territorio.
Ocurre que la falta de funcionarios es sólo porque el gobierno central no ha otorgado los recursos correspondientes.
Los colegas me conocen. No soy una persona que se deje amedrentar, pese a que en mi vida, mientras he denunciado a narcotraficantes, he podido experimentar el temor que ellos infunden en la gente de perder lo que uno más aprecia: la propia vida y la de aquellos que uno más quiere. Pero yo he hecho un compromiso con la gente de Arica; con aquella gente que no quiere más tráfico de drogas; con aquella que no quiere ver a sus hijos drogados o que lleguen a matar por dinero para seguir drogándose, como hemos visto a través de los medios de comunicación. Ésa es la gente que me motiva a seguir denunciando las redes de influencia, corrupción y miedo que tejen los narcotraficantes para continuar con su ilícito negocio, envenenando la mente y los cuerpos de miles de personas a lo largo y ancho del país.
Debido a que nuestro sistema está fallando y a que no son sólo responsables la policía ni los agentes de aduana, sino que todos lo somos, solicito que se oficie al ministro del Interior con el objeto de que nos indique, específicamente, cuántos funcionarios de Investigaciones, de Carabineros, de Aduana y del SAG están vigilando la frontera en el norte.
Asimismo, deseo preguntarle: ¿Habrá llegado la hora -si no somos capaces en Chile de detener a los narcotraficantes- de que nos deban indicar desde otro país lo que tenemos que hacer, y pedir ayuda externa para combatir este flagelo?
He dicho.
El señor LETELIER, don Juan Pablo ( Vicepresidente ).-
Se enviará el oficio solicitado por su Señoría.
"