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- rdf:value = " CREACIÓN DEL CONSEJO NACIONAL DE LA CULTURA Y DEL FONDO NACIONAL DE DESARROLLO CULTURAL. Primer trámite constitucional. (Continuación).El señor SALAS (Vicepresidente).-
Corresponde continuar la discusión general, en primer trámite constitucional, del proyecto de ley que crea el Consejo Nacional de la Cultura y el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural.
El señor MONTES.-
Pido la palabra por un asunto de Reglamento.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra su Señoría.
El señor MONTES.-
Señor Presidente , quiero aclarar a la Sala lo ocurrido con el artículo 33 del informe de la Comisión de Educación, relativo a las cuotas regionales y a la nacional.
Estoy de acuerdo en descentralizar el Fondo. Sin embargo, quiero dejar en claro lo que ocurrió con el referido artículo.
La Comisión de Educación entregó su primer informe a esta Sala en octubre del año pasado, y en noviembre, ésta acordó remitirlo nuevamente a la Comisión para su reestudio. Dentro de sus disposiciones estaba el artículo 33, que el Ejecutivo quería eliminar.
Le consulté al secretario de la Comisión sobre quién había presentado ese artículo. Me respondió que, por su tenor, debía ser del Ejecutivo. Eso me llevó a considerarlo admisible. Sin embargo, investigando posteriormente he constatado que fue de origen parlamentario.
Por lo tanto, ese artículo no es admisible; requiere patrocinio del Ejecutivo porque está dentro de las normas de administración financiera del Estado; es decir, no debió ser aprobado por la Comisión.
Es muy importante analizar esta materia porque sienta precedente y, además, es tremendamente importante dejar en claro que un artículo de esas características requiere patrocinio del Ejecutivo.
Señor Presidente , quiero dejar constancia de que este error involuntario fue provocado, a su vez, por una información equivocada de la secretaría de la Comisión.
He dicho.
El señor SALAS ( Vicepresidente ).-
Señores diputados, dada la discrepancia que ha planteado el diputado señor Montes, propongo que hoy discutamos y votemos este proyecto en general, y que vuelva a la Comisión para que ella resuelva el problema de fondo.
El señor ROJAS.-
Señor Presidente, comparto su planteamiento. Pido que se discuta en general, pero que no se vote y vuelva a la Comisión.
El señor SALAS ( Vicepresidente ).-
Señor diputado , estoy pidiendo que la discusión de fondo la realice la Comisión y emita un segundo informe.
Si le parece a la Sala, continuaremos con la discusión en general de este proyecto de ley, pero siempre que el Ejecutivo retire la urgencia.
Tiene la palabra el ministro señor Heraldo Muñoz.
El señor MUÑOZ (ministro Secretario General de Gobierno).-
Señor Presidente, lo que usted ha propuesto es perfectamente aceptable para el Ejecutivo, es decir, que se vote en general.
El Ejecutivo está dispuesto a retirar la “suma” urgencia para que la discusión de este artículo en particular vuelva a la Comisión y, en ella, él introduzca una indicación sustitutiva acorde con el espíritu de lo que los señores parlamentarios, a nuestro juicio, quisieron hacer en el artículo 33, pero que hicieron de manera incorrecta; es decir, tener una distribución más equitativa de los recursos, que refleje los intereses de las regiones.
Señor Presidente , estamos de acuerdo tanto con su proposición de que se vote en general, como con la idea de que el Ejecutivo retire la “suma” urgencia, a fin de que, en la Comisión, resolvamos el asunto.
Muchas gracias.
El señor SALAS ( Vicepresidente ).-
¿Habría acuerdo para proceder conforme a lo señalado por el señor ministro ?
Acordado.
Continuando con la discusión general, tiene la palabra el diputado señor Esteban Valenzuela.
El señor VALENZUELA .-
Señor Presidente , me alegro de lo que acaba de señalar el señor ministro , porque se trata de un gran proyecto que requiere de un par de precisiones que quisiéramos que el Ejecutivo considerara.
Algunos diputados somos parte de la bancada regionalista y tenemos ímpetus federalistas, pero con racionalidad.
En la conformación del directorio regional de cultura, la totalidad de sus miembros son designados por el Ejecutivo de turno. Aunque los cuatro integrantes de la cultura surjan de un proceso de consulta a las instituciones culturales de la región, a la hora de definir quiénes compondrán ese ente esencial de la legislación cultural, que determinará los recursos, las orientaciones y los valores de las políticas públicas en cultura en cada región, ellos serán designados por el Ejecutivo .
Entonces, nos parece que se debiera integrar al menos al presidente de la Comisión de Cultura y Educación de los consejos regionales para que el Ejecutivo consulte con el consejo el nombramiento de los exponentes de la cultura. Si en el mundo de la cultura existe preocupación por la eventual politización en el nombramiento de esos representantes, se puede ser más estricto en los requisitos exigiendo que hayan obtenido algunos premios. Eso se puede reglamentar para despejar algunos fantasmas, porque nos parece esencial que, en una política de largo plazo, la representación regional también pueda expresarse en el nombramiento.
Tengo plena confianza en las autoridades y en su pluralismo. Ayer veía en Rancagua que la presidenta de la comisión que designó los fondos para los medios de comunicación regionales es una persona de una línea política distinta del Gobierno, y, sin embargo, fue elegida para presidir ese jurado. Esto habla muy bien del actual Gobierno; pero los gobiernos se proyectan en el tiempo y pueden venir tiempos de comisariato político, cultural, o de lo que fuere, de parte del Ejecutivo de turno. Por lo tanto, debe haber un ente regional plural que asegure ese equilibrio en el largo plazo.
Finalizo mi intervención con un concepto que deseamos promover para otras leyes. Recordemos que el Fiscal Nacional es nombrado con acuerdo del Senado, pero los fiscales regionales son designados por este Fiscal Nacional, y no hay ninguna interlocución con un ente colegiado regional representativo. Por lo tanto, tenemos que avanzar en esa dirección. Ésa es una sugerencia que formulamos al Ejecutivo .
He dicho.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Sergio Correa.
El señor CORREA .-
Señor Presidente , estamos ante un nuevo proyecto sobre la cultura, iniciativa que viene debatiéndose hace alrededor de tres años.
La historia comenzó cuando el gobierno del Presidente Frei Ruiz-Tagle creyó conveniente presentar varios proyectos relacionados con el mundo de la cultura, y es así como, en primer lugar, tratamos un proyecto relacionado con la modificación de la “ley Valdés”, el que permitía flexibilizar muchos de sus aspectos y avanzar sobre la posibilidad cierta de financiar proyectos culturales mediante la exención o la tributación.
Posteriormente, también legislamos sobre el fomento a la música chilena, proyecto aprobado con mucha rapidez por ambas cámaras; ahora, nuevamente, el Gobierno ha mandado un proyecto sustitutivo del proyecto original, que modifica ciertos aspectos importantes, pero que, fundamentalmente, deja igual el nombramiento del Consejo propiamente tal.
Es así como en esa oportunidad, cuando se discutía el proyecto original del Presidente Frei, muchos artistas vinculados a la Concertación se pronunciaron en contra por considerarlo atentatorio contra el principio de la libertad, postulado esencial para crear y desarrollarse como artista.
Por ello, el Gobierno presenta un proyecto sustitutivo que cambia el nombre de “Dirección” por el de “Consejo”, pero sin introducir modificaciones esenciales al proyecto que sustituyan el centralismo y el estatismo.
En mi intervención anterior señalé que la cultura es indispensable para el desarrollo del hombre y de la sociedad -lo mantengo-, y que debe ser una preocupación preponderante del Estado; pero la cuestión es determinar en qué materia debe hacerlo, cuándo debe asumir su rol subsidiario y cuándo no, y con qué mecanismos efectivos puede llevarlo adelante.
En lo medular, el proyecto sustitutivo no cambia las normas de la iniciativa original, porque ambos entregan grandes atribuciones al Estado, que permitirán el control de la cultura; ambos crean una estructura jerarquizada, pero con distintos nombres; el Consejo Nacional de la Cultura se viste un poco más participativo al nominar un directorio colegiado y no unipersonal, como lo hacía el proyecto original; pero ambos son de la exclusiva confianza del Presidente de la República .
El Consejo nombra un presidente con rango de ministro de Estado , lo que se contradice con los principios sustanciales que el propio Presidente de la República ha señalado respecto de la modernización del Estado, en la cual se trata de ir disminuyendo los cargos de confianza y no de aumentarlos. El Presidente , en numerosas ocasiones -repito-, ha expresado enfáticamente que se debe tratar de disminuir los ministerios, no obstante lo cual hoy estamos creando un nuevo cargo de la exclusiva confianza del Presidente de la República , con rango de ministro de Estado .
El proyecto contiene algunas cosas positivas, como los consejos regionales, los cuales, si bien son un elemento participativo importante, también dependen de los intendentes y, por ende, del Presidente de la República.
Consideramos positivas las normas que establecen los consejos consultivos regionales y nacionales, elementos participativos sin duda; pero con ellos podría ocurrir lo mismo que con los consejos económicos sociales comunales, que funcionan en cada una de las municipalidades, pero que nunca son considerados como corresponde, por lo que la ley que los creó es letra muerta.
Sin duda, lo más positivo del proyecto es la creación del Fondo de Desarrollo de la Cultura, que permitirá la creación artística, que, aunque hoy está presente, muchas veces no se concreta por falta de recursos. Es una buena forma de ir avanzando en lo que fue el Fondart, por lo que considero que el proyecto va en el camino correcto en lo que a ese aspecto se refiere.
Como señalé en la discusión anterior, la cultura de una nación no nace ni se desarrolla mediante una planificación centralizada, sino que se logra en el interactuar cotidiano de las personas, que gozan de la libertad necesaria para escribir, pensar, pintar, actuar, filmar y producir, en general. Este grado de libertad se ve restringido con el proyecto que discutimos, ya que los criterios de los agentes gubernamentales pueden estar influidos -no digo que necesariamente ocurra así- por intereses políticos y electorales, en lugar de técnicos, que sería lo éticamente correcto.
Por considerar que hemos avanzado en algunos aspectos sobre el proyecto original, sigo pensando que es una iniciativa centralizada, estatista y jerárquicamente elaborada, planificada por el nivel central. Se puede comparar con el proyecto de Chiledeportes, que también fue centralizado, cuyos resultados hemos visto últimamente. La cultura no escapa a esa regla; la creatividad es exclusiva de las personas, y la mejor manera de fomentarla es, sin duda, mediante la libertad.
He dicho.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Sergio Aguiló.
El señor AGUILÓ .-
Señor Presidente , en mi opinión, éste es uno de los proyectos más importantes del Gobierno del Presidente Lagos; en verdad, es una gran iniciativa. Tiene la finalidad de crear una nueva institucionalidad en el sector cultural chileno, área tan importante, que conlleva identidad y sentido de país y de nación.
Señor Presidente , sus lineamientos fundamentales han surgido luego de un proceso ampliamente participativo, en el que la comunidad cultural ha colaborado muy decisivamente, durante varios años, en la configuración de las ideas matrices del proyecto de ley en discusión. El Ejecutivo ha tenido siempre la disposición de escuchar y de interactuar con esta comunidad cultural para que la iniciativa refleje efectivamente las mejores tradiciones y aportes de un país que tiene Premios Nobel e, incluso, una merecida fama en el concierto internacional, por lo menos en el latinoamericano, por su desarrollo artístico y cultural.
En esta misma Sala, como consecuencia de la iniciativa de una Comisión especial que se creó hace cinco años, distintos componentes o representantes de la comunidad cultural del país debatieron durante tres días para plantear diversos criterios, porque construir una institucionalidad presenta variadas alternativas. Países de América Latina, como Brasil, y del mundo tienen ministerios de la cultura; otros tienen subsecretarías de la cultura, normalmente dependientes del Ministerio de Educación. En fin, hay institucionalidades muy diversas. De acuerdo con la tradición, con las perspectivas y con la óptica de nuestra propia realidad nacional, se optó por la gran alternativa de crear un Consejo Nacional de la Cultura, que el Presidente de la República ha enviado como proyecto de ley y que la comunidad cultural de nuestro país respalda en lo fundamental.
Sin duda, siempre hay temas controversiales cuando se habla de la participación del Estado en lo cultural. Para el diputado señor Sergio Correa -quien tiene una óptica distinta, que no comparto, pero que está en su derecho de exponerla, ya que, por lo demás, siempre existe en todos los países-, ojalá el Estado no se inmiscuyera en la cultura, porque su participación se vería, desde esa óptica, como una intromisión o un dirigismo de la cultura. No obstante, la experiencia chilena en estos doce años de existencia de distintas instituciones culturales, incluso de fondos culturales, como el Fondart y otros, demuestra que es perfectamente posible que el Estado tenga una participación que garantice la generación de nuevos creadores, la irrupción de artistas y de distintas expresiones del mundo de la cultura sin dirigismo o tuición de parte del Estado. Incluso, éste debe permitir el acceso de compatriotas a la cultura para que gocen de ella y del arte, sin que eso signifique dar direccionalidad a sus expresiones, ni mucho menos un carácter ideológico-político.
¡Qué duda cabe de que muchos proyectos financiados con fondos del Estado han tenido orientaciones completamente distintas de las del gobierno en ejercicio de ese momento y han resultado contestatarios y polémicos, porque la cultura es, por esencia, polémica, generadora de ideas nuevas y de creatividad! Pero si queremos que todos los ciudadanos gocen de la cultura y accedan a los bienes culturales -incluso los de los pueblos y comunas más apartados- para disfrutar una obra de teatro, una exposición pictórica itinerante, un ballet o una película de cine moderno nacional, por ejemplo, el Estado tiene que participar efectivamente, porque, de lo contrario, no hay posibilidad alguna de que gente de Pelarco o de comunas tan apartadas de Chiloé o del norte de nuestro país, gocen y experimenten alguna vez la riqueza espiritual de estar frente a una de esas obras de expresión cultural y artística.
Por lo anterior, es muy importante -y el mundo coincide en eso-, que el Estado juegue un rol en la cultura; pero se debe evitar el dirigismo y la manipulación ideológica y política. En tal sentido, el Gobierno ha tenido la prudencia de enviar un proyecto de ley que tiene los resguardos suficientes.
Durante estos años hemos tenido expresiones culturales diversas, porque hay instituciones dispersas realizando ese rol desde el Estado. Pero ya es hora de que ese conjunto cumpla una tarea mucho más eficiente y eficaz en una sola gran institucionalidad para llevar a cabo un doble objetivo: generar las condiciones necesarias para el surgimiento de nuevos artistas en nuestro país, y que los ciudadanos que viven en los rincones más apartados de nuestro territorio puedan disfrutar de los bienes culturales que el país es capaz de producir y de generar.
Cuando discutimos la composición del Fondo Nacional de Desarrollo Regional, Fndr, en el proyecto referido a los tributos y a la posibilidad de descentralizarlos, se analizó una plausible intención de descentralizar una cierta institucionalidad. Pero, al mismo tiempo, hay una cierta ilusión que se genera cuando se crean mecanismos que no siempre reproducen el propósito que quiere alcanzar quien está proponiéndolo.
Sin perjuicio de la aclaración absolutamente pertinente que ha hecho el presidente de la Comisión de Educación con respecto al artículo 33, desde el punto de vista incluso de su contenido, hay muchas regiones que, si se descentralizaran de acuerdo con el criterio de población, recibirían menos recursos que hoy para el desarrollo de las artes y de la cultura. Los casos más típicos se dan en las regiones Décima y Duodécima, como también en la Segunda y en la Tercera, donde hay creadores extraordinariamente relevantes y de una trayectoria muy rica que han hecho importantes contribuciones a nuestro país. Por ejemplo, en la literatura tenemos a Hernán Rivera Letelier , quien recibió un premio muy importante en España; si no hubiéramos contado con estos elementos, con la relevancia que hoy se da en las regiones, no lo habríamos tenido en las filas de nuestros más destacados creadores.
Por ello, comparto la proposición del Ejecutivo , en términos de que en la Comisión de Educación se busque una fórmula que articule el objetivo de descentralizar lo más posible con el de generar las mejores condiciones que incentiven la creatividad, el arte, la cultura de la forma más equitativa posible para todos los habitantes, de manera que puedan recibir los bienes culturales que este país tan generoso es capaz de desarrollar.
He dicho.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra la diputada señora Tohá.
La señora TOHÁ (doña Carolina).-
Señor Presidente , es una gran cosa que haya llegado este día, porque hoy vamos a votar en general el proyecto, y próximamente debatiremos su articulado. Ha sido un largo camino para todos los que creemos en verdad -o de quienes se han ido convenciendo en el camino- que la cultura es un pilar para nuestro desarrollo, y que puede serlo aun de manera más sólida, gracias a esta nueva institucionalidad que hoy discutimos.
El proyecto es importante para quienes pensamos que el Estado tiene una labor y responsabilidad que cumplir en el fomento, protección y difusión de nuestra cultura. Pero creemos que esa función debe efectuarse bien, de manera coordinada, transparente y eficiente, respetando y fomentando la pluralidad cultural que nuestro país tiene y que, ojalá, siga ampliándose en el futuro.
El proyecto que crea el Consejo Nacional de la Cultura, que estamos estudiando hoy, permitirá al país tener políticas claras en esta materia, autoridades responsables en su aplicación, y disponer de un presupuesto con recursos orientados a esos objetivos. Sin embargo, esto, que resulta tan obvio, hoy no lo tenemos, porque existe una dispersión y dualidad de organismos que corresponden a una realidad que no podemos negar. Ahí tenemos un problema.
Además, por mucho tiempo, en la época de mayor crecimiento económico, que fue en la década de los ‘90, actuamos como si la cultura no fuera importante. Se la veía como decorativa, accesoria o un lujo que sólo pueden permitirse las elites, o una liviandad para los que piensan nada más que en divertirse.
Esa visión -quizás todavía predominante entre nosotros y que cuenta con algunos adeptos- ha ido retrocediendo, y ha cambiado nuestra mentalidad. La gente valora y reconoce la cultura como un requisito para que nuestro país sea mejor, y también en el mundo político -donde participamos- ha ido creciendo esa percepción.
Al respecto, el liderazgo del Presidente Lagos ha sido importante, porque su persistente y concreto apoyo a la reivindicación de la cultura en el desarrollo nacional, y los gastos concretos en esa dirección, han tenido respuesta y logrado cierta influencia.
Nadie podría negar que las letras de los temas de la música rock o del hip-hop nos hacen entender mucho mejor cómo los jóvenes del mundo popular interpretan su realidad, cuáles son sus valores y sus sueños. Tampoco se podría ignorar que es imposible entender el Chile de los ’90 sin ver una película como el “Chacotero sentimental”, o desconocer que eventos como “Encuentros Chile-Poesía”, del año pasado, más los carnavales culturales que se hicieron en Valparaíso o el programa fiesta de la cultura, del Gobierno, no han mostrado un deseo de participación social enorme en el ámbito de la cultura.
Hay miles de ejemplos que se podrían dar en el sentido de cómo la cultura nos permite vernos a nosotros mismos, entendernos y reforzar nuestra identidad, especialmente en estos tiempos en que es tan fácil sentirse solo y perder el sentido de pertenencia a una nación, en un mundo global como en el que estamos.
El proyecto, que me correspondió estudiar en ambas Comisiones, tuvo un respaldo muy amplio, y hoy me sorprende escuchar críticas que, al interior de ellas, nunca se plantearon, tales como que aumentará la burocracia o que se trata de un proyecto estatista.
Con respecto a la burocracia, si la entendemos como una expansión excesiva de cuerpos administrativos innecesarios -es el uso normal que se le da a ese término-, el objetivo es reducirla y no aumentarla. No hay nada más burocrático que tener diversas instancias dependientes de autoridades distintas, que cumplen funciones equivalentes o muy relacionadas, como hoy. Nada es más burocrático que asignar recursos de manera segmentada para objetivos similares, sin identificar prioridades ni evaluar el impacto de los fondos.
Plantear que el proyecto tiende a aumentar la burocracia es infundado y poco serio, ya que habrá una sola entidad con una administración única y reducida; no habrá duplicación ni triplicación de administraciones; sí, políticas claras con responsables conocidos y evaluables. A ellas se les exigirá dar cuenta por lo que hicieron o dejaron de hacer. Y cada año en esta Cámara, en la discusión presupuestaria, se podrá hacer lo que hoy se hace con Justicia, Defensa y Educación: escuchar la cuenta de las autoridades y evaluar la pertinencia de los recursos que se solicitan, en este caso para la cultura. Eso no lo tenemos actualmente, porque simplemente no hay un presupuesto, ni una autoridad responsable, ni un órgano encargado de aplicar las políticas por definir.
Tampoco considero pertinente las acusaciones de estatismo. Si es tan importante el papel de la cultura en la sociedad, es difícil sostener que el Estado no debe tener ninguna función respecto de ella. Y así lo percibe, además, la mayoría de la gente. Espero responsabilidad del Estado, pero también es cierto que se trata de un papel delicado y complejo. Existe el riesgo potencial de tener políticas dirigistas, poco pluralistas, censuradoras o proselitistas. Por ello, resulta importante contar con una institucionalidad bien concebida, transparente y participativa.
Por lo tanto, la innovadora fórmula que se nos ha planteado se hace cargo de estos problemas. Se trata de un organismo que depende en forma directa del Presidente , dirigido por un consejo mixto, con participación estatal y de la sociedad civil. Está al frente de él un director con rango de ministro ; es un organismo descentralizado y desconcentrado territorialmente en su estructura administrativa, y asesorado en sus decisiones fundamentales por consejos consultivos definidos desde la sociedad civil. En fin, el proyecto tiene una estructura adecuada, peculiar para el cumplimiento de su misión, a fin de permitirle una gestión efectiva, participativa y pluralista.
Fue muy necesaria la discusión habida en los últimos días respecto de la distribución regional del Fondo Nacional de la Cultura, pero creo que el tema no ha sido bien abordado. En la iniciativa no se habla acerca de esa materia. En ese Fondo se establece una línea regional dedicada sólo a la difusión artística, no a la creación ni a las becas. Por ello es válido buscar un mecanismo que garantice la llegada de recursos a las regiones y, además, que éstos se distribuyan según decisiones y prioridades, dentro del marco de las políticas nacionales. Me declaro partidaria de buscar ese mecanismo.
Sin embargo, el sistema del 25 por ciento como tope para los fondos nacionales no me parece un buen medio. Es un sistema rígido, que no podremos discutir ni revisar porque, por ley, impondrá un límite que no garantiza nada para las regiones. Gran parte de ese 25 por ciento, por lo menos la mitad, irá a parar a la Región Metropolitana; el resto se distribuirá por población. Por lo tanto, casi la mitad quedará en la Región Metropolitana. Además, por la materia de que se trata, creo que es inconstitucional la indicación parlamentaria que lo establece.
Pese a que el mecanismo no me parece bueno -se deberían buscar otros-, las críticas formuladas son aún más cerradas. Muchas de ellas son un verdadero insulto a las regiones, porque subestiman la capacidad de crear cultura, en circunstancias de que nuestra historia nos habla de que las grandes personas y figuras de la cultura chilena provienen de las regiones. Los argumentos dados en contra de este mecanismo, a veces han terminado dándole la razón a quienes quieren establecer cuotas rígidas, porque han sido muy descalificadores respecto de las regiones.
En consecuencia, la Comisión tiene la gran oportunidad de buscar un buen mecanismo para potenciar y garantizar las condiciones de las regiones, y para no dar la razón a ninguno de los argumentos que subestiman sus capacidades para aportar y crear cultura.
Por último, creo que ha sido muy positivo el esfuerzo para responder, mediante las últimas indicaciones, a las inquietudes de los trabajadores de los organismos que concurrirán a la formación del Consejo, a fin de evitar que este cambio institucional los perjudique o desconozca su aporte.
También es justo reconocer y agradecer -antes de que cierren sus puertas- a los organismos públicos que han cumplido funciones en el ámbito de la cultura durante el último tiempo, tales como la División de la Cultura del Ministerio de Educación, el Fondart, el Departamento de Cultura del Ministerio Secretaría General de Gobierno. Personalmente conozco de cerca estas instituciones, a las personas que trabajan en ellas y sé que lo hacen en condiciones difíciles. Muchas veces, contra viento y marea, han logrado sacar adelante su labor en tiempos en los que muchas veces la cultura era menos valorada y no se le prestaba apoyo. Su experiencia, profesionalismo y compromiso serán las bases en las que se fundará el Consejo y, con seguridad, su principal patrimonio para que cumpla bien sus importantes funciones.
Por todas esas razones, respaldaré el proyecto en general y en particular. Espero que los detalles pendientes puedan ser resueltos en forma adecuada en la Comisión.
He dicho.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Mario Escobar.
El señor ESCOBAR .-
Señor Presidente , creo que la mejor definición de “cultura” es una muy breve, que dice que es la transformación de la naturaleza hecha por el hombre. Y cuando hablamos del hombre, nos referimos a un ser único e individual, siempre pensando en su libertad. Por lo tanto, cuando uno tiene la maravillosa oportunidad de trabajar en pro de la cultura, como tuve la suerte de hacerlo durante muchos años, se da cuenta del mundo extraordinario en el que se desenvuelve: lleno de ideas, de personas que buscan ser escuchadas y expresarse mediante su creación. Entonces, cuando se trata de legislar sobre algo tan importante como la cultura, se debe considerar que es un ámbito no exento de polémica, porque curiosamente los artistas se unen como hermanos frente a una causa común, pero se transforman en enemigos irreconciliables cuando se trata de luchar por un aspecto en especial. Por eso la cultura no está exenta de polémica.
En nuestro país, tenemos todo lo que sale en los medios de comunicación, las discusiones acerca del tema de los desnudos, entre ellos, de la “Baby Vamp”. Sin ir más lejos, la diputada señora Ximena Vidal es criticada acerbamente por expresar una opinión que apunta precisamente a la libertad de la cultura. Eso nos da una pauta de la complejidad de ese mundo.
En el proyecto hay muchas cosas que no comparto. Por ejemplo, se pretende unificar diferentes instancias culturales, como la División de Extensión Cultural, la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, el Consejo Nacional del Libro y la Lectura; pero, curiosamente, se deja afuera a la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores. ¡Para qué hablar de lo que significa la conformación de los representantes, de acuerdo con el artículo 5º, a nivel nacional, y de los consejos regionales!
Cuando en Calama se me ofreció un cargo relacionado con la cultura -la corporación había nacido durante el gobierno militar-, al alcalde delegado le pedí una sola condición para asumir: que me permitiera abrir las puertas de la entidad, porque la población sentía que esa corporación estaba manejada por el régimen. Abrimos las puertas y llegaron, entre otros, los Parra y Volodia Teitelboim , pese a las muchas críticas. A mi parecer, la cultura no debe estar en manos de nadie en particular; debe ser libre.
En este ámbito, el rol del Estado debe fomentar -no controlar- la cultura. Entonces, cuando uno, en una actitud de vida, ha visto y ha trabajado con aquello de lo cual trata esta iniciativa, siente que vuelve el control. Tal vez, en forma sutil, sin intención de hacerlo, pero igualmente es control, y gubernamental.
Como consejero regional, tenía sólo una posibilidad para opinar respecto del Fondart, y se emitían grandes críticas por parte de las autoridades regionales de Educación cuando no estábamos en su línea. Por ello, los consejos regionales de todo el país determinaron hablar con el ministro del ramo para pedir que ojalá los consejos regionales tuvieran mayor tuición sobre el tema cultural en las comunas, provincias y regiones. Hubo un compromiso verbal, luego de lo cual el ministerio redactó un decreto y los consejeros regionales nunca más pudieron opinar al respecto. Entonces, cuando uno ha visto y sabe lo que puede pasar, tiene, obviamente, una enorme aprensión.
Aquí, el Consejo estará dominado por representantes de gobierno, cualesquiera que éstos sean, a nivel nacional y regional, en circunstancias de que deberíamos hacer exactamente lo contrario: que el Estado fomentara la cultura y que ojalá llegáramos a las instancias más pequeñas, las municipalidades. Entreguemos los recursos y que ellas tengan su consejo y trabajen la cultura.
En definitiva, por esa misma impresión que tengo, me es imposible, queriendo como quiero al mundo de la cultura, aprobar un proyecto como éste si no se le hacen las delicadas correcciones que amerita.
He dicho.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Camilo Escalona.
El señor ESCALONA.-
Señor Presidente , el proyecto es de gran trascendencia y constituye un paso importante de avance en el desarrollo humano del país. Se trata de promover y fomentar la cultura, entendida ésta no sólo como manifestaciones artísticas aisladas, sino como parte del patrimonio común de la nación; en tal sentido surgen -como es lógico- preocupaciones y distintos enfoques, a los cuales es conveniente referirse.
Uno de los más importantes por tratar y debatir es, desde el punto de vista de los clásicos del pensamiento democrático, la relación entre libertad e interés general o entre libertad y bien común.
Existe preocupación en las bancadas de Oposición en relación con este tema, consignada básicamente en el informe por la opinión del diputado señor Correa, en el sentido de que aquí habría elementos preocupantes en relación con el ejercicio de la libertad versus la responsabilidad del Estado.
Sobre esta materia quiero manifestar a los colegas de la Oposición que uno de los más importantes teóricos del pensamiento liberal del siglo XX -por cierto, no una persona de izquierda-, Karl Popper , en un artículo publicado recientemente en los medios de comunicación, al que fácilmente se puede tener acceso, hace una definición muy importante en relación con esta materia y señala que sin Estado desaparece la libertad. Esta afirmación, tan fuerte y tajante, de un liberal, la deberíamos tener presente cada vez que hagamos una reflexión sobre el particular.
La sociedad sin Estado es un reino en el que prevalece la ley del más fuerte; la sociedad sin Estado no puede hacer prevalecer su objetivo básico: la existencia del bien común y del interés general. Por eso, en esta reflexión es muy importante establecer que en los clásicos del pensamiento democrático de las más diversas corrientes de opinión, sean del pensamiento socialista, liberal, socialcristiano, hay una referencia permanente y sistemática a la responsabilidad del Estado en cuanto garante del bien común. Y eso es lo que está recogido en el proyecto.
Si en nuestra sociedad, marcada por tan fuertes y tremendas desigualdades, no existiera esta institucionalidad cultural, promover el desarrollo de la cultura y de las artes sería imposible. Reflexionando sobre la base de mi propia realidad y de la experiencia de que dispongo, pienso en una expresión cultural tan importante como la Orquesta Sinfónica de Curanilahue. ¿Hubiese sido posible que esta maravilla existiera sin que hubiera habido responsabilidad del Estado de por medio? ¡Sería imposible! ¡Nunca habría ocurrido aquella experiencia!
Entonces, así como se argumenta: “¡Cuidado, no vayamos a incurrir en alguna tentación de dirigismo cultural!”, también es válido argumentar al revés: ¡Ojo, cuidado, no vaya a ocurrir que las aprensiones sobre el dirigismo cultural nos conduzcan a la ausencia de la responsabilidad del Estado en materia del desarrollo cultural y humano del país, lo cual significaría llevar el futuro de la nación chilena a la postración o al apagón cultural, como se llamó en su época y en su tiempo, aludiendo a una experiencia muy nefasta y negativa de intentos de control de la cultura por parte de un régimen totalitario.
Estamos de acuerdo en que compartimos la necesidad de la defensa de la libertad. Para que haya libertad, estoy convencido de que debe haber quien la garantice, y eso es responsabilidad del Estado; que no sólo quienes tienen grandes recursos puedan acceder al arte y a la cultura; que no sólo el joven que pueda financiarse, por ejemplo, estudios en un colegio particular, cuya colegiatura mensual es superior al medio millón de pesos y la matrícula cercana o superior a los dos millones de pesos, tenga acceso a las maravillas del arte y de la cultura. Estoy de acuerdo en que ese joven lo tenga; me parece muy bien, y estoy dispuesto a defender su derecho a hacer uso de las maravillas de la cultura y de las artes; pero también reclamo que los jóvenes que estudian en un colegio lejano del centro de la capital tengan la posibilidad, como en el caso de los jóvenes de la Orquesta Sinfónica de Curanilahue, de ejercer sus aptitudes y su talento en el campo cultural.
Este proyecto significa avanzar en estas materias, porque la responsabilidad del Estado es la que debe permitir el ejercicio de la libertad.
Cuando en una sociedad la huella de la desigualdad es tan fuerte, se corre el riesgo de no hacer efectivo el ejercicio de la libertad. Hay una evidente e indispensable relación entre ambas cosas.
Un ciudadano o ciudadana, una persona subsumida en el agobio de la miseria y de la pobreza, naturalmente no puede gozar de su libertad. Para que pueda ejercerla, deben existir los instrumentos públicos, aquellos que garanticen el bien común, que establezcan los mínimos sociales necesarios para que esos ciudadanos y ciudadanas puedan ejercer la libertad. Por eso mismo, considero que el proyecto es profundamente libertario, porque se propone abrir las potencialidades culturales de los ciudadanos y ciudadanas del país.
Una última reflexión. Es evidente que la cultura no se puede reducir o limitar al ámbito local. Lo digo con el respaldo que significa el hecho de que, desde 1990 en adelante, se han llevado a cabo en el país importantes transformaciones en el ámbito regional y municipal, promovidas por los gobiernos de la Concertación, que respaldamos. Entre otras, la posibilidad de que las comunas elijan democráticamente sus autoridades; pero el tema del desarrollo cultural de la nación va más allá del ámbito municipal -seamos claros en eso-, sobre todo en esta época globalizada. Por lo tanto, debemos defender y promover un patrimonio como nación; de lo contrario, es muy difícil que el país enfrente con éxito tareas comunes, por ejemplo, y en otro ámbito, la discusión del tratado con la Unión Europea; en definitiva, todos los desafíos que presenta la globalización tienen la exigencia del desarrollo de Chile como nación.
Sin duda, la Orquesta Sinfónica de Curanilahue no existiría si sólo recibiera apoyo municipal o regional. En consecuencia, es indispensable que instrumentos y herramientas de carácter nacional que garanticen expresiones locales como ésa -al ser parte de nuestra cultura, son una expresión nacional-, tengan la promoción, el fomento y el respaldo del Estado, es decir, de aquel que es capaz de responder por el bien común.
He dicho.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Montes.
El señor MONTES.-
Señor Presidente , el proyecto es muy importante, por lo que espero que muy pronto sea ley de la República y que la institucionalidad cultural que crea esté en funcionamiento a corto plazo.
El debate sobre dicha institucionalidad no es sino la discusión sobre el instrumento que el Estado debe darse para apoyar el desarrollo de la dimensión cultural del país, aspecto sobre el cual, creo, coincidimos en que hay un fuerte retraso y déficit en el país. Retraso, porque hemos avanzado en el ámbito económico, pero muy poco en la dimensión cultural. Hay grandes cambios culturales en el mundo, pero la dimensión cultural en nuestro país no adquiere la fuerza que debería. Déficit, en el sentido dado por el informe de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y quizás esto sea lo más grave, porque significa que entre los chilenos hay una débil imagen de nosotros mismos, de eso que permite a las personas sentirse parte de una construcción colectiva, de sortear las dificultades que encuentran los individuos para hacer una experiencia concreta de sociedad y de vivenciar distintas dimensiones de una sociedad.
Comparto lo que plantea el informe de desarrollo humano de 2002 sobre el principal desafío cultural que enfrenta Chile. Su mayor déficit es la ausencia de un proyecto país, el que constituye el gran desafío del bicentenario. Por lo tanto, debemos tratar de construir la capacidad de gobernar el futuro.
Después está la idea cultural de que las personas construyen en forma colectiva el mundo que habitan y que, al mismo tiempo, se experimentan a sí mismos como constructores de ese mundo. Por eso, estoy de acuerdo con el concepto de cultura de la Unesco, que se refiere a la cultura como maneras de convivir.
Pero ¿cómo construir un mundo común en medio de la globalización y de la creciente individualización, en una sociedad cada vez más diversificada y sin identidades sólidas?
El desarrollo humano entraña, necesariamente, preocupación por la cultura de las personas que deciden vivir juntas, porque lo que da cohesión es la cultura, los valores y las creencias compartidas.
Los socialistas somos firmes partidarios de la diversidad cultural, valor que debe ser preservado y promovido. En el país vivimos una traumática experiencia dictatorial, consecuencia de la cual existe el peligro de intentar la homogeneización cultural y de destruir y desconocer la diversidad, lo que produce empobrecimiento cultural.
Al respecto, quiero señalar al diputado señor Correa que en el país el problema no es el dirigismo cultural, pues los recursos que maneja el Estado para esta área alcanzan al 0,031 por ciento del producto interno bruto. En la actualidad, el mayor problema y riesgo para la cultura es el efecto de las fuerzas del mercado, porque éstas tratan de manipularla de acuerdo con sus propios intereses, de suerte que los creadores deben actuar en función de lo que el mercado requiere, más que en lo que el país necesita para construir la cultura que los chilenos queremos.
La ley sobre donaciones con fines culturales significará 3 mil millones de pesos, los que serán asignados de acuerdo con lo que desee cada ente que done. Entonces, ¿dónde está el dirigismo cultural del Estado? Lo que realmente se busca es un Estado que apoye y potencie procesos en marcha, en el marco de una fuerte globalización, la cual, sin duda, conlleva oportunidades, pero también amenazas.
Me parece importante referirme a los riesgos que la globalización tiene sobre la cultura, porque hay tendencias positivas y dinámicas negativas para el desarrollo de las personas.
En primer lugar, homogeneizar los estilos de vida, a raíz de la internalización y fijación de las pautas y aspiraciones de consumo, lo que socava las identidades.
En segundo término, imponer unas formas culturales sobre otras. Ahí está la vieja idea de que los grupos indígenas son un obstáculo para el desarrollo más que una parte de la realidad nacional que es necesario incorporar a fin de reconocer su diversidad cultural, social y económica.
En tercer lugar, mercantilizar la cultura a escala mundial, pues aumenta la importancia de la cultura como un bien económico, y se tiende a identificar como producto transable en el mercado, lo que hace que el mercado cultural se concentre y excluya a los más pequeños y a las localidades.
Por último, la globalización de la cultura es un proceso desigual, que genera exclusiones. Hay corrientes que favorecen a unos y perjudican a otros. De allí que, como señaló el diputado señor Escalona , la construcción de mayor equilibrio es fundamental. Para ello, sin duda, se requiere del Estado y de una institucionalidad cultural.
Quiero recordar a los diputados señor Correa y a otros parlamentarios de la UDI que los deberes del Estado los establece la Constitución. En ese sentido, un artículo del señor Agustín Squella señala que el Estado tiene deberes para con la cultura, así como los tiene con la salud, la educación y la seguridad de las personas. En efecto, el número 10 del artículo 19 de la Carta Fundamental establece: “Corresponderá al Estado, asimismo, fomentar el desarrollo de la educación en todos sus niveles; estimular la investigación científica y tecnológica, la creación artística y la protección e incremento del patrimonio cultural de la Nación”.
Por otra parte, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Organización de Naciones Unidas -ratificado por nuestro país en 1972- reconoce el derecho de toda persona a participar en la vida cultural, y señala que a los Estados partes corresponderá adoptar las medidas para asegurar la conservación, desarrollo y difusión de la cultura.
Podría extenderme mucho más respecto del rol del Estado en la cultura, pero creo que es importante que los diputados de la UDI, en especial los que han intervenido, entiendan que el único dirigismo existente es el del mercado, por cuanto hay algunos que quieren hacer lo que deseen con la cultura. Con ello se impide que los creadores, las capacidades y las potencialidades del país se expandan y se desarrollen.
Debe haber un rol del Estado en esa dirección, pero en la actualidad está muy limitado por la dispersión y fragmentación de la institucionalidad y por la escasez de recursos; no obstante, hay algunas experiencias nuevas, como las del Fondart y otras. En ese sentido, me parece fundamental la idea de crear una institucionalidad con rango ministerial, como el Consejo Nacional de la Cultura, que defina la política nacional en ese ámbito.
En este sentido, existen muchos otros puntos de debate a los que no podemos dejar de referirnos aunque sea en forma breve.
En primer lugar, el desarrollo cultural y los medios de comunicación.
Hoy tenemos un monopolio demasiado centrado en una determinada visión de las cosas, del país, de la creación artística y del arte. Se requiere de los medios de comunicación para que las obras se difundan; de lo contrario, los creadores adquieren mucho menor fuerza e impacto. Quizás ello explique en parte lo que el señor Squella llamaba el “bostezo cultural”.
En segundo lugar, el desarrollo cultural y las universidades. En la actualidad se investiga donde hay dinero, pero no en todos lados se puede investigar lo que ocurre en el país y conocer, por ejemplo, el significado de los supermercados y de los mall -que están siendo visitados por dos millones o tres millones de personas- en la visión que se tiene del país, del futuro, de la convivencia, del compartir. Por lo tanto, es muy importante apoyar a las universidades para que tengan un espacio de pensamiento crítico dentro de la sociedad y no sólo para que entreguen conocimiento desde una determinada visión, sino para que se respete la diversidad y la riqueza del pensamiento.
En tercer lugar, el desarrollo cultural y la educación.
La Comisión incorporó dos o tres indicaciones para fortalecer la relación entre el desarrollo cultural y la educación, porque tenemos una tremenda tarea en ese ámbito: formar una nueva generación para vivir en un mundo que atraviesa por un período de cambios profundos.
No sólo se han expandido aceleradamente los conocimientos en el mundo, sino que también se empieza a vivir de manera distinta. Las personas tienen vivencias distintas en la familia, en el trabajo, en la relación de pareja, en la sexualidad, en la formación de la comunidad, en la relación con la autoridad y entre ellas mismas.
Es fundamental que a través de la educación no sólo tengamos acceso a todo el conocimiento, sino, también, a comprender más lo que estamos viviendo.
La tarea central de la educación, junto con entregar esos conocimientos, es crear un mundo que dé significado a nuestras vidas, a nuestros actos y a nuestras relaciones.
Todo el enfoque de Jerome Bruner, por ejemplo, respecto de esta dimensión en el debate norteamericano, es fundamental.
No nos podemos resignar a una educación que nos entregue conocimientos de matemáticas, ciencias y tecnología, sino que debemos aspirar a una que nos ayude a aprender a vivir juntos, como se planteó en el último encuentro de ministros de Educación de todo el mundo.
En cuarto lugar, también es fundamental el desarrollo cultural y la integración social en la vida cotidiana. ¿Qué tiene que ver la desintegración social con la cultura, con los problemas de droga, de delincuencia y con la necesidad de reconstruir el sentido de vivir juntos?
Por último, está el desarrollo cultural y la regionalización.
Este tema me parece clave, y comparto lo dicho por la diputada señora Carolina Tohá y por el diputado señor Camilo Escalona sobre la materia.
Todos estamos de acuerdo en que es necesario descentralizar, en que hay cosas nacionales y otras locales, en que hay que combinar bien lo local con lo nacional. Siempre se han hecho esfuerzos en ese sentido. Todos los años, durante la discusión del Presupuesto se ha planteado el tema.
Es falso que se quiera destruir lo nacional y que vamos a tener cuotas más bajas que antes. Lo mínimo que esperamos del Fondo Nacional de la Cultura es que entregue más recursos que antes.
Ha sido mal enfocado este debate y se ha desnaturalizado. Este proyecto hay que perfeccionarlo, y por ello me parece muy bien que vuelva a Comisión.
El financiamiento es un tema de debate. Hay que preguntarse por qué tenemos sólo el 0,031 por ciento del producto interno bruto para fines culturales. Algo pasa. ¿Por qué no hemos llegado al 1 o al 2 por ciento?
En la discusión de las leyes de Presupuestos, durante muchos años me ha correspondido estudiar las partidas relacionadas con la cultura, en distintos ministerios. Éstas siempre cuentan con recursos marginales.
De repente se dice que actuamos como nuevos ricos, que tratamos de tener bienes, pero no de desarrollar simultáneamente la investigación, la creación artística, el pensamiento y el proyecto país.
¿Por qué no buscamos un mejor sistema de financiamiento? ¿Por qué todo queda sujeto al presupuesto de cada año? Nada asegura que los directores de Presupuestos tengan una visión amplia del desarrollo de un país en lo cultural. Ésa es la base del capital fundamental de una sociedad: tanto el desarrollo de las personas como el social.
En 1941, en la inauguración del primer Instituto de Extensión Musical, don Domingo Santa Cruz pronunció un discurso que conviene analizar. Al respecto, quiero decirle al diputado señor Correa que una de las personas que apoyó ese proyecto fue don Maximiano Errázuriz . No sé cuál era su tendencia política. Me imagino que de derecha.
(Hablan varios señores diputados a la vez).
Hay que buscar una manera de financiamiento más de acuerdo a cómo crece la economía.
El crecimiento de los presupuestos municipales depende del aumento de las propiedades. En ese caso, la cultura será totalmente arbitraria y dependerá de la voluntad de la autoridad del momento.
En mi opinión, dejar retrasada la dimensión cultural es estancar al país.
Se debe tener presente que hay visiones muy economicistas del crecimiento y del desarrollo. Es fundamental que en todo el país haya muchos creadores, mucho diálogo, mucha discusión; que Chile se sienta no sólo con desarrollo material, sino que con desarrollo espiritual. Eso tiene que ver con la institucionalidad cultural, con la necesidad de un Estado que la potencie; que la diversidad prolifere, se desarrolle y sea fecunda, porque eso será mucho mejor para Chile.
He dicho.
El señor SALAS ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el diputado señor Rodrigo González .
El señor GONZÁLEZ (don Rodrigo) .-
Señor Presidente , los colegas que me han antecedido en el uso de la palabra han manifestado la base y el nudo del proyecto que estamos discutiendo. A mi juicio, es uno de los más importantes que vamos a debatir durante esta legislatura.
Se ha fundamentado muy bien por el diputado señor Montes, por la diputada señora Carolina Tohá y por el diputado señor Escalona lo importante que es la cultura para un país, para un pueblo. Es tan relevante como la salud, la vivienda y el empleo, y uno de los ingredientes más vitales de la consistencia del país y de su nacionalidad.
La cultura -nos dijo nuestra poetisa- es a un país lo que el alma es al cuerpo. Sin cultura un país no tiene alma. Los seres humanos no podemos vivir sin alegría, sin belleza, sin cultura.
En las últimas intervenciones se hablaba de ese concepto amplio de la cultura como de todo lo que el hombre hace, aquello que nos permite relacionarnos y convivir. El desarrollo cultural de un país es fundamental.
Por lo tanto, discutir en la Cámara de Diputados y formular políticas que fomenten y promuevan el desarrollo cultural es parte de la misión más importante del Congreso. ¡Qué duda cabe! Así lo han manifestado nuestros artistas e intelectuales y las comunidades de todas las regiones.
La cultura no ha tenido prioridad en nuestro país. Es una de las quejas y reproches más importantes que los creadores culturales hacen a nuestra institucionalidad a lo largo de los años. En efecto, el Estado no ha tenido una política constante, consecuente y permanente de apoyo a la actividad cultural. Tampoco han existido normas suficientemente fluidas y expeditas -a pesar de la ley sobre donaciones con fines culturales y otras- para que, desde el sector privado, se apoye en forma consistente el desarrollo de las actividades culturales en nuestro país. Su precariedad se advierte especialmente en nuestras regiones.
No hay un medio, un instrumento o una forma que promueva y estimule a los creadores y artistas en sus actividades, de manera que la cultura se desarrolle a lo largo y ancho del país.
Por lo tanto, una de las virtudes más importantes de este proyecto es que la nueva institucionalidad cultural permitirá que una institucionalidad que se encuentra dispersa, disgregada y atomizada, encuentre un domicilio, una residencia y, por lo tanto, se asiente adecuadamente y adquiera el relieve, la majestad y la importancia que debe tener la cultura. Además, contar con una institucionalidad cultural nos permitirá darle relevancia en la destinación de recursos que la cultura necesita. Una nueva institucionalidad cultural requiere que el Estado y los chilenos le asignemos más fondos a esa actividad.
La nueva institucionalidad exigirá que el 0,03 por ciento se eleve de manera creciente, lo que incrementará los recursos destinados a la actividad cultural.
Los países más cultos cuentan con esa institucionalidad. Algunos han establecido ministerios de la cultura; otros, diversas formas de institucionalidad, pero no hay ningún país moderno, desarrollado, que no cuente con un mecanismo de apoyo del Estado a la actividad cultural.
Al crear la nueva institucionalidad, instalaremos la cultura en nuestro país, que hasta ahora ha estado dispersa, que no ha sido apoyada, sino criticada por todos, en especial por los intelectuales, quienes han denunciado una enorme carencia sobre la materia.
Asimismo, queremos conseguir el otorgamiento de recursos en porcentajes semejantes a los de los países desarrollados. En algunos se llega al cuatro o cinco por ciento del presupuesto nacional para el desarrollo e impulso de actividades culturales. En América Latina, países como Argentina y Brasil asignan muchos más recursos a la actividad cultural de los que nosotros hemos sido capaces de proporcionar.
No es posible pensar en el desarrollo cultural sin libertad. La cultura es, esencialmente, libertaria y crítica; es el cultivo de la inteligencia, de las virtudes, de lo más humano que tenemos los hombres. Por lo tanto, tendremos la posibilidad de realizar un debate crítico, de ampliar los horizontes, de abrirnos e iluminarnos, de dar paso a la imaginación y a la fantasía, de desplegar nuestras potencialidades y capacidades.
No se puede hablar de cultura sin que pueda desplegarse esencialmente en forma libre, otorgando los recursos necesarios para ello. Instalar una institucionalidad cultural no significa cercenar ni castrar la creación de nuestros artistas. Tener un Consejo Nacional de la Cultura descentralizado, desconcentrado -como plantea el artículo 1º del proyecto-, implica que se disemine y distribuya a lo largo y ancho del país.
Para ello, debemos elaborar normas que, consecuentemente, apliquen el principio de que los recursos que entregaremos y la institucionalidad que estableceremos permitan crear en todas las latitudes.
No sólo voy a apoyar en general el proyecto, sino que pido que lo tramitemos con la máxima celeridad, porque llenará un enorme vacío que existe en nuestro país, sobre todo porque dará relieve a las regiones y a nuestros artistas.
Ello no desvirtúa el principio del proyecto: contar con una institucionalidad cultural y con un Consejo Nacional de la Cultura desconcentrado y descentralizado.
El esfuerzo realizado en la Comisión de Educación, Cultura, Deportes y Recreación apunta a darle al Fondo Nacional de las Artes y de la Cultura un principio de ejecución descentralizado, cuyos recursos se destinen a las regiones, y que allí se determinen los criterios de apoyo a los proyectos culturales que más convengan para desarrollar la identidad, cultivar las raíces, fomentar las actividades culturales y localizar las actividades culturales, intelectuales, de creación científica y de conocimiento en nuestras regiones.
Es muy importante algo que se ha dicho aquí: en alguna medida, la designación de los representantes del Consejo Nacional de la Cultura, así como de aquellos consejos regionales de cultura, deben darle el máximo protagonismo a las entidades culturales y a las regiones.
En ese sentido, a lo mejor en la segunda discusión en la Comisión, y con el apoyo del Gobierno, será posible introducir algunas modificaciones que le den el máximo protagonismo a las regiones y a las entidades culturales, de manera que el Consejo Nacional y los consejos regionales sean efectivamente expresión de lo que hoy somos culturalmente en el país, y contribuyan a desarrollar y a estimular la cultura en toda la nación.
La institucionalidad que estamos creando -además del Consejo Nacional de la Cultura y de instalar la cultura con una residencia clara en nuestro país, además de los consejos regionales- tiene otra virtud. De acuerdo con el inciso segundo del artículo 2º del proyecto, el domicilio y sede del Consejo Nacional de la Cultura será la ciudad de Valparaíso, y se constituirán consejos regionales en el territorio nacional.
Ese artículo asegura el principio de descentralización y regionalización, lo que nos parece de la mayor importancia. Sobre este punto, hay que tener presente que Valparaíso está a punto -estamos haciendo todos los esfuerzos para conseguirlo- de ser consagrada una ciudad patrimonio universal de la humanidad.
Haber consensuado en la Comisión que el Consejo Nacional de la Cultura se instale en Valparaíso es un avance en la regionalización y descentralización de la cultura.
Por otra parte, también es posible el mejoramiento de las normas relativas al Fondo Nacional de Desarrollo Cultural, siempre que se garantice efectivamente que a las regiones se les dará el protagonismo necesario para que la cultura se extienda a lo largo y ancho del país.
Es necesario dotar de recursos a los consejos regionales de cultura, puesto que un presupuesto centralizado para el Consejo Nacional no necesariamente asegura que los consejos regionales tendrán los fondos para desarrollar por sí mismos las actividades que se requerirán y la autonomía que necesitan dentro del marco general de la nueva institucionalidad.
Tener una institucionalidad cultural y que el Estado apoye la actividad cultural, no significa, de ningún modo, un intento de controlar la cultura, sino, por el contra-rio, darle la más amplia libertad, el más amplio vuelo y las más amplias posibilidades de contribuir a la creación de nuestros artistas.
Por lo expuesto, anuncio mi voto favorable al proyecto.
He dicho.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Señores diputados, hay diez diputados inscritos y el deseo de la Mesa es que puedan intervenir.
Por otra parte, existe el acuerdo de que el proyecto se vote al término del Orden del Día, para lo cual faltan sólo veinte minutos.
Tiene la palabra el diputado señor Becker.
El señor BECKER.-
Señor Presidente , en el ámbito cultural, nuestro país tiene una institucionalidad dispersa, lo que obviamente genera una mala utilización de los recursos y políticas ambiguas, sin objetivos comunes. Existen muchos organismos dependientes de diferentes ministerios, que se abocan a actividades parceladas dentro del ámbito cultural.
Por lo antes expuesto, era de toda lógica que el Ejecutivo enviara al Congreso Nacional un proyecto que dotara a Chile de una institucionalidad moderna, de apoyo y fomento a la cultura; que fortaleciera y organizara de mejor forma la labor que le corresponde al Estado en este ámbito.
El proyecto en análisis, que crea el Consejo Nacional de la Cultura y el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural, en mi opinión logra establecer parcialmente una nueva institucionalidad cultural sin incurrir en grandes gastos para el Estado. Entre sus aspectos positivos, es importante resaltar que el Consejo Nacional se crea con la misma planta y funcionarios a contrata de los organismos que son absorbidos. Ello queda expresamente explicitado en el inciso segundo del artículo 3º transitorio, que indica que la planta que se fije no podrá significar un mayor gasto, una alteración de los gastos ni un incremento en el número de cargos que estén provistos en las plantas de la División de Extensión Cultural y de la Secretaría del Comité Calificador de Donaciones Privadas del Mineduc y del Departamento de Cultura del Ministerio Secretaría General de Gobierno, a la fecha de entrada en vigencia de la ley.
Los cargos que se crearán inicialmente son los de presidente del Consejo Nacional, subdirector nacional y trece directores regionales. En principio, de acuerdo con lo informado, no se crearán nuevos cargos. En todo caso, de ninguna manera podrán exceder de veinte, que es lo que especifica la iniciativa.
Todo lo anterior es muy positivo. Sin embargo, la bancada de Renovación Nacional estima que si se está construyendo una nueva institucionalidad cultural, es absolutamente indispensable que esta nueva organización abarque todos los organismos que actualmente desarrollan actividades en dicho ámbito.
La Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, el Consejo de Monumentos Nacionales y el Consejo de Calificación Cinematográfica deberán pasar a integrar, a la brevedad, el Consejo Nacional de la Cultura, como organismos dependientes de éste. El traspaso deberá materializarse lo antes posible, pues si queremos que el proyecto sea integral y se traduzca realmente en un impulso a la cultura, es necesario que un solo organismo centralice esa actividad. En ese sentido, presentamos una indicación que se verá en la Comisión.
Por otro lado, el proyecto crea el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural, que se financiará principalmente con recursos provenientes de la ley de Presupuestos del sector público y, marginalmente, con donaciones u otro tipo de aportes. El Fondo tiene como objetivos principales el fomento de las artes, el desarrollo cultural regional, la conservación y difusión del patrimonio cultural, el desarrollo cultural de pueblos originarios, el desarrollo de la infraestructura cultural y el otorgamiento de becas.
En verdad, en la Comisión estuvimos muy de acuerdo cuando se nos indicó que el 75 por ciento de dichos fondos iría a regiones. Sin embargo, según lo señalado por el diputado señor Montes, dicha indicación es inadmisible. Esto es muy preocupante, especialmente si los recursos se reparten a nivel nacional, porque podría ocurrir lo mismo que en la actualidad con los fondos nacionales del Fondart. Tengo en mi mano la distribución de los fondos nacionales de esa institución en los últimos tres años.
En el año 2000 se distribuyeron 1.362 millones de pesos a nivel nacional, de los cuales la Región Metropolitana obtuvo 1.067 millones; la Tercera Región , 8 millones; la Duodécima Región, 3 millones. En 2001, de 1.634 millones de pesos que se distribuyeron en total, 1.240 millones quedaron en la Región Metropolitana, 2 millones en la Undécima Región y 4 millones de pesos en la Segunda Región. En 2002, de 1.963 millones de pesos, 1.517 millones quedaron en la Región Metropolitana.
Esto es muy preocupante, porque de alguna manera indica que las regiones compiten en total desigualdad, razón por la cual es indispensable que los fondos se dividan entre las regiones.
La bancada de Renovación Nacional dará su apoyo al proyecto siempre que se asegure, en primer lugar, que la Dibam, el Consejo de Monumentos Nacionales y el Consejo de Calificación Cinematográfica pasen a depender, en un plazo razonable, del Consejo Nacional de la Cultura; y, en segundo lugar, que se garantice que las regiones tendrán los recursos y la autonomía suficiente para desarrollar integralmente la cultura a nivel regional.
He dicho.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor José Miguel Ortiz.
El señor ORTIZ .-
Señor Presidente , la ministra de Educación , señora Mariana Aylwin , presente en la Sala, fue parlamentaria desde 1994 a 1998. Ella, junto con los ex diputados señores Luis Valentín Ferrada e Ignacio Walker , y con los diputados señores Alberto Cardemil , Maximiano Errázuriz y otros colegas, solicitaron a la presidencia de la Cámara de la época que en los encuentros con la civilidad se hiciera un gran encuentro cultural en nuestra Corporación, lo que fue un éxito total y absoluto.
En esa oportunidad, todas las bancadas señalaron la necesidad de hacer un esfuerzo para crear el Consejo Nacional de la Cultura y el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural.
Como consecuencia de dicho encuentro cultural -es bueno que esto lo sepa la opinión pública, más aún ahora, cuando hay gente que en forma intencional está tratando de desvirtuar el trabajo serio de los diputados-, el Presidente de la República de la época, don Eduardo Frei Ruiz-Tagle , nombró en 1997 una comisión asesora presidencial en materias artístico-culturales, integrada por 17 personas de reconocida trayectoria y prestigio en el ámbito de la cultura, las artes y el patrimonio. También se incluyó a parlamentarios y empresarios.
¿Cuáles fueron las conclusiones de dicha Comisión? Que nuestra actual institucionalidad cultural presentaba una serie de deficiencias y problemas de índoles institucional, administrativa, legislativa y tributaria, que obstaculizaban un mayor desarrollo cultural y artístico en el país. Además, que había problemas de dispersión tanto administrativa como de recursos humanos y financieros, lo que se traducía en insuficiente coordinación, duplicidad de funciones y esfuerzos y en el consiguiente desaprovechamiento de las posibilidades de mayor eficiencia y eficacia en el uso de los recursos públicos destinados al desarrollo de la cultura, las artes y la preservación y difusión del patrimonio. También se planteó que hay un excesivo grado de centralismo, porque el grueso de los esfuerzos, recursos, instancias de definición en el tema de política y decisión respecto de la asignación de recursos, que, por cierto, son insuficientes, están radicados mayoritariamente en la Región Metropolitana.
Tal como lo expresó el diputado señor Montes, también me ha correspondido, al menos en ocho o nueve años, participar en la discusión del Presupuesto de la Nación y presidir la Comisión de Educación de esta Cámara, dada mi calidad de profesor. En verdad, los presupuestos para la cultura siempre se han destacado por ser bajos.
Obviamente, se necesita un esfuerzo como país. Quiero recordar que luego del juramento del 11 de marzo de este año, los diputados señores Exequiel Silva , representante de la ciudad de Valdivia; Gabriel Ascencio , que representa un distrito de la Décima Región, y quien les habla, presentamos un proyecto de acuerdo, que fue aprobado por todos los parlamentarios presentes en la Sala, con el objeto de que en el Presupuesto de 2003 se destinaran fondos para el tema del patrimonio cultural, en especial para preservar el patrimonio de la humanidad, monumentos y edificios que no sólo datan del siglo XIX, sino también del siglo XVI, tanto en Chiloé como en Valdivia. Estos son antecedentes claros sobre la importancia de la cultura.
Quiero recordar que la Unesco definió la cultura como el conjunto de factores de tipo espiritual, material, intelectual y sensible que caracterizan a una sociedad, como también a un grupo social. La cultura, sin discusión, constituye una de las principales características que diferencian a la especie humana del resto de los seres vivos. En efecto, nuestra historia está marcada por el desarrollo de nuevas y diversificadas formas de ver y comprender el mundo, y también a nosotros mismos; de comunicarnos y de organizarnos en sociedad, de plantearnos y replantearnos viejos y nuevos problemas y desafíos; de encontrar distintas respuestas y soluciones a lo largo del tiempo y del espacio, teniendo siempre presente, como referente, el pasado común de cada grupo humano, el que absorbemos y enriquecemos, y legamos, después, a las generaciones sucesivas en forma de cultura.
La cultura es el ámbito en el cual se generan e instauran los valores humanistas, los cuales se transmiten de generación en generación. A modo de ejemplo, la Orquesta Sinfónica de nuestra ciudad de Concepción acaba de cumplir 50 años la semana pasada. Cincuenta años entregando cultura gratuita, en especial a los jóvenes y a las personas de menores ingresos. Esto implica un esfuerzo de nuestra Universidad de Concepción, que lo hace con muchas ganas. Ahí tenemos cultura, realidades sobre la forma en que las regiones desarrollan el arte, la creatividad y el hecho de pensar en mayor desarrollo espiritual.
La cultura es una dimensión que involucra a cada uno de los miembros de nuestra sociedad, nos otorga identidad y sentido de pertenencia y nos hace sentir parte de una determinada comunidad, con su historia, su gente, sus distintos orígenes étnicos, sus tradiciones, costumbres, comidas; sus avenidas, puertos, montañas, lagos, ríos, bosques y valles; sus poetas, literatos, narradores, pintores, novelistas, cantos y bailes; sus científicos e intelectuales, su arquitectura y sus leyes.
El desarrollo de la cultura alcanza su plenitud en democracia, ya que sólo en este marco es donde se pueden dar la libertad, el pluralismo, la diversidad, la autono-mía, la tolerancia, el acceso y, especialmente, la participación, el diálogo y la apertura, que son condiciones necesarias para el despliegue del espíritu, del pensamiento, de la creatividad y del libre florecimiento de la imaginación, de las artes y de las letras.
El objetivo fundamental del proyecto en estudio es dotar a Chile de una moderna institucionalidad de apoyo y fomento a la cultura, potenciar la iniciativa de nuestros creadores y artistas, poner la cultura al alcance de todos, sin discriminación alguna, y fortalecer y mejorar la labor que le corresponde al Estado para desarrollarla.
Por eso, en nombre de la bancada Demócrata Cristiana, quiero expresar que todos votaremos a favor el proyecto y que haremos lo mismo en su segundo trámite reglamentario en la Comisión de Educación.
He dicho.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Antonio Leal.
El señor LEAL .-
Señor Presidente , creo que el proyecto que votaremos llenará un vacío histórico que existe en nuestro país. La conformación de una institucionalidad cultural, como la prevista, es obligatoria cuando lo que triunfa en el siglo XXI es la sociedad del conocimiento, de la creatividad, de la imaginación.
Cuando hablamos de la necesidad de insertarnos en el mundo con una economía con mayor valor agregado, estamos hablando de una economía con más cultura, con más conocimiento. Si en la época primitiva el surgimiento de los jeroglíficos implicó que era posible que el ser humano acumulara conocimiento, hoy, al inicio del siglo XXI, el que nos ocupemos de la cultura y del conocimiento, de la investigación científica y de la creatividad, cuando la memoria informatizada marca el desarrollo de este siglo y seguramente del milenio, significa que debemos ocuparnos de otra forma de conocimiento.
Quiero dar respuesta a algunas de las cosas que se plantearon:
Primero, no estamos creando una autoridad unipersonal, sino un Consejo participativo, con un directorio en el cual el Presidente de la República designará figuras del ámbito cultural a propuesta de los propios actores culturales. Comparto la preocupación expresada por muchos colegas en cuanto a que la composición de los consejos regionales debe ser distinta de la prevista en el proyecto. Solicito al Ejecutivo que, respecto de este tema, también haya flexibilidad, porque no me parece conveniente que todos los consejeros del Consejo Regional de la Cultura sean designados por el Gobierno o por sus autoridades, y que se deje de lado a los consejos regionales. No hay regionalización si los consejos no participan no sólo en la distribución de los recursos, sino tampoco en lo relacionado con las decisiones de carácter cultural.
Segundo, agradezco al Gobierno que haya flexibilizado la urgencia a fin de volver a discutir el artículo 33. Solicito que, en su propuesta, tenga en cuenta la necesidad de un mayor financiamiento de la cultura a nivel regional, porque no puede ocurrir que los fondos que implementaremos para la nueva institucionalidad tengan la misma participación que han tenido hasta ahora los del Fondart, es decir, noventa y tantos por ciento para la Región Metropolitana y recursos extremadamente reducidos para las regiones.
Tercero, en cuanto a la pregunta sobre si debe participar el Estado en la cultura o si ello significa dirigismo, respondo que nos oponemos a cualquier forma de dirigismo, gobierne quien gobernare, porque la cultura es, en primer lugar, pensamiento crítico. No hay dinamismo en una sociedad si no hay pensamiento crítico. La cultura debe dar lugar a la confrontación de opiniones distintas, de formas de ver la vida y el mundo, en las cuales se exprese la crítica a los poderes establecidos. Por tanto, no puede haber dirigismo, sino pensamiento crítico.
Sin embargo, ¿podríamos pensar en un desarrollo de la cultura entregado sólo al mercado, si una parte importante de lo que éste promueve es sólo diversión, la cultura de lo que vende? ¿Podríamos pensar en un desarrollo de la cultura en el marco de un mercado globalizado que tiende a imponer una sola forma cultural, la establecida por quienes dominan ese proceso? El Estado subvenciona la cultura en la mayoría de los países desarrollados. Filmes como los de Rosellini, Pasolini o Fellini no habrían sido posibles sin Cinecittà, es decir, sin el gran aparato cinematográfico financiado por el Estado italiano.
El director y presidente de los audiovisualistas, quien esta semana visitó Estados Unidos, me señaló que recientemente la máquina industrial del cine norteamericano, Hollywood, recibió del Estado 1.800 millones de dólares. ¿Eso es dirigismo? No. El Estado subvenciona, al igual que en Francia e Italia; pero ello no implica dirigismo, porque no interviene en los contenidos de la cultura; sólo subvenciona, fomenta, entrega recursos y posibilita que surjan diversas interpretaciones y formas de creación.
Además del proyecto en debate, en los próximos días votaremos la iniciativa que establece la formación de un nuevo consejo de calificación cinematográfica y que elimina la censura. Espero que pronto discutamos un proyecto que elimine todos los privilegios de las autoridades y establezca, como garantía constitucional, una mayor libertad frente a la creatividad cultural.
El Estado cumple un rol muy importante cuando la cultura es una forma de identidad nacional en el mundo globalizado y también en el desarrollo de la cultura comunitaria, porque se trata de una forma potente de convivencia y sociabilización. Todos los que queremos una sociedad más integrada, no excluyente, debemos luchar por que el Estado entregue aportes que le permitan desarrollarse sobre la base de la cultura.
A mi juicio, falta una cultura democrática como base común de nuestra reflexión, y de nuestros principios y valores. Chile todavía está dividido por el pasado. Más allá de nuestras diferencias, la cultura es la vía que nos puede integrar sobre una base de principios, valores e identidades comunes. Por eso tiene tanta importancia que el Estado constituya un Consejo Nacional de la Cultura y un Fondo que estimule el desarrollo cultural de nuestro país, de modo que germinen miles de flores, miles de escuelas culturales, mil formas de creatividad, que es lo que necesita un país y una sociedad que se enfrenta a la cultura y al conocimiento del siglo XXI.
He dicho.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Ha terminado el Orden del Día.
Se encuentran inscritos para hacer uso de la palabra los diputados señores Iván Paredes, Manuel Rojas, Edgardo Riveros y la diputada señora María Angélica Cristi.
De acuerdo con el artículo 85 del Reglamento, el diputado señor Gonzalo Ibáñez solicitó insertar su discurso en el boletín de sesiones si no alcanzaba a intervenir.
¿Habría acuerdo para ampliar el tiempo destinado al Orden del Día, a fin de que los diputados que acabo de mencionar puedan intervenir en el debate?
El señor LEAL.-
Pido la palabra.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra su Señoría.
El señor LEAL .-
Señor Presidente , propongo ampliar el tiempo destinado al Orden del Día en 15 ó 20 minutos, a fin de que los colegas mencionados puedan hacer uso de la palabra.
El señor SALAS ( Vicepresidente ).-
¿Habría acuerdo?
No hay acuerdo.
Conforme al artículo 85 del Reglamento, los diputados que así lo deseen pueden insertar sus discursos en la versión de la sesión. De no ser así, quedarían en primer lugar para intervenir en la discusión en particular del proyecto.
Tiene la palabra la ministra de Educación , señora Mariana Aylwin.
La señora AYLWIN, doña Mariana ( ministra de Educación ).-
Señor Presidente , el Gobierno recogerá las inquietudes y sugerencias planteadas por distintos parlamentarios, de modo de discutirlas nuevamente en la Comisión de Educación.
En cuanto a la indicación declarada inadmisible, quiero señalar que el Ejecutivo coincide en el propósito de la misma y que estamos disponibles para concordar una fórmula, en conjunto, en la Comisión de Educación.
Respecto de la inquietud planteada por el diputado señor Becker, en cuanto a la Dibam y el Consejo de Monumentos Nacionales, le señaló que el artículo 6° del proyecto establece que, en la estructura interna que apruebe el directorio, se contemplará a lo menos dos Divisiones: una, en el área de desarrollo cultural y creación artística, y otra, en el área del patrimonio cultural. En una primera etapa, se busca coordinar a la Dibam y al Consejo de Monumentos Nacionales e impulsar su modernización. El espíritu del proyecto contempla una unidad que integre el desarrollo cultural, la expresión artística y el área vinculada con el patrimonio.
He dicho.
El señor SALAS ( Vicepresidente ).-
El diputado señor Jaramillo también solicitó insertar su discurso.
Tiene la palabra el diputado señor Vilches.
El señor VILCHES .-
Señor Presidente , la intervención de la señora ministra nos permite avanzar en el proyecto como era nuestro propósito. Por ello, anuncio mi voto favorable a la idea de legislar, por cuanto hemos sido escuchados. Si siempre se produjera este diálogo, despacharíamos mucho más rápido los proyectos.
Agradezco a su Señoría que me cediera el uso de la palabra a fin de apoyar lo indicado por la señora ministra.
He dicho.
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Cerrado el debate.
En votación general el proyecto.
-Efectuada la votación en forma económica, por el sistema electrónico, dio el siguiente resultado: por la afirmativa, 58 votos; por la negativa, 8 votos. Hubo 14 abstenciones.
El señor SALAS ( Vicepresidente ).-
No se alcanzó el quórum requerido.
(Hablan varios señores diputados a la vez).
Señores diputados, hay artículos que requieren quórum calificado, y otros, no.
El señor GALILEA (don Pablo).-
Señor Presidente , ¿fue proclamada la votación del proyecto?
El señor SALAS ( Vicepresidente ).-
En la votación general también se considera el quórum especial que requieren algunos artículos.
El señor GONZÁLEZ (don Rodrigo) .-
Señor Presidente , no está consignado mi voto. Repita la votación.
Un señor DIPUTADO .-
Señor Presidente , cite a reunión de Comités.
El señor SALAS ( Vicepresidente ).-
Cito a reunión de Comités.
Se suspende la sesión.
-Transcurrido el tiempo de suspensión:
El señor SALAS (Vicepresidente).-
Continúa la sesión.
Señores diputados, la Mesa no citó a reunión de Comités para repetir la votación, sino para aclarar la situación reglamentaria relacionada con este proyecto, puesto que es la primera vez que se presenta. De manera que no debe pensarse que la reunión tenía por objeto lograr el acuerdo de los Comités para repetir la votación, porque algunos señores diputados no votaron.
Ahora, como más del 90 por ciento del articulado del proyecto es de quórum calificado y requiere 66 votos para su aprobación, al no reunirse esos votos se entiende rechazado. Ésa es la interpretación reglamentaria de la Secretaría y de la Mesa.
Tiene la palabra el ministro secretario general de Gobierno , señor Heraldo Muñoz.
El señor MUÑOZ ( ministro secretario general de Gobierno).-
Señor Presidente , permítame formular dos breves reflexiones de fondo y de forma.
Partiendo por la primera, debo destacar que la necesidad de que exista una institucionalidad cultural en nuestro país se viene discutiendo desde 1998. Originalmente, se planteó la creación de una Dirección Nacional, que posteriormente derivó en un Consejo Nacional de Cultura; es decir, se pasó de una autoridad unipersonal a un órgano colegiado, compuesto por autoridades y personalidades de la sociedad civil.
Como aquí se ha planteado que con este proyecto podría producirse un manejo estatal del área cultural, quiero reiterar que la intención del Ejecutivo dista mucho de ello, porque, tal como ocurre con la salud, con la educación y con la seguridad, el Estado tiene el deber de velar por la cultura. Por lo demás, está establecido en el número 10 del artículo 19 de nuestra Constitución Política.
En países como Francia existe un Ministerio de Cultura. Habría que preguntarse si eso es estatismo o si el Estado maneja la cultura por el solo hecho de existir una estructura central unificada. La alternativa es que no exista nada y que mantengamos la actual situación de dispersión y de fragmentación.
A través de la iniciativa se crea un Consejo, presidido por un funcionario de confianza que tiene el rango de ministro ; se fusionan departamentos y divisiones culturales de varios ministerios, lo que implica ahorro. Además, tan descentralizado es el organismo que su sede está en Valparaíso.
De manera que lamentamos este resultado, porque con ello se perjudica el desarrollo cultural de nuestro país, respecto del cual todos somos responsables.
Muchas gracias, señor Presidente.
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