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El señor SALAS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Sergio Aguiló.
El señor AGUILÓ .-
Señor Presidente , en mi opinión, éste es uno de los proyectos más importantes del Gobierno del Presidente Lagos; en verdad, es una gran iniciativa. Tiene la finalidad de crear una nueva institucionalidad en el sector cultural chileno, área tan importante, que conlleva identidad y sentido de país y de nación.
Señor Presidente , sus lineamientos fundamentales han surgido luego de un proceso ampliamente participativo, en el que la comunidad cultural ha colaborado muy decisivamente, durante varios años, en la configuración de las ideas matrices del proyecto de ley en discusión. El Ejecutivo ha tenido siempre la disposición de escuchar y de interactuar con esta comunidad cultural para que la iniciativa refleje efectivamente las mejores tradiciones y aportes de un país que tiene Premios Nobel e, incluso, una merecida fama en el concierto internacional, por lo menos en el latinoamericano, por su desarrollo artístico y cultural.
En esta misma Sala, como consecuencia de la iniciativa de una Comisión especial que se creó hace cinco años, distintos componentes o representantes de la comunidad cultural del país debatieron durante tres días para plantear diversos criterios, porque construir una institucionalidad presenta variadas alternativas. Países de América Latina, como Brasil, y del mundo tienen ministerios de la cultura; otros tienen subsecretarías de la cultura, normalmente dependientes del Ministerio de Educación. En fin, hay institucionalidades muy diversas. De acuerdo con la tradición, con las perspectivas y con la óptica de nuestra propia realidad nacional, se optó por la gran alternativa de crear un Consejo Nacional de la Cultura, que el Presidente de la República ha enviado como proyecto de ley y que la comunidad cultural de nuestro país respalda en lo fundamental.
Sin duda, siempre hay temas controversiales cuando se habla de la participación del Estado en lo cultural. Para el diputado señor Sergio Correa -quien tiene una óptica distinta, que no comparto, pero que está en su derecho de exponerla, ya que, por lo demás, siempre existe en todos los países-, ojalá el Estado no se inmiscuyera en la cultura, porque su participación se vería, desde esa óptica, como una intromisión o un dirigismo de la cultura. No obstante, la experiencia chilena en estos doce años de existencia de distintas instituciones culturales, incluso de fondos culturales, como el Fondart y otros, demuestra que es perfectamente posible que el Estado tenga una participación que garantice la generación de nuevos creadores, la irrupción de artistas y de distintas expresiones del mundo de la cultura sin dirigismo o tuición de parte del Estado. Incluso, éste debe permitir el acceso de compatriotas a la cultura para que gocen de ella y del arte, sin que eso signifique dar direccionalidad a sus expresiones, ni mucho menos un carácter ideológico-político.
¡Qué duda cabe de que muchos proyectos financiados con fondos del Estado han tenido orientaciones completamente distintas de las del gobierno en ejercicio de ese momento y han resultado contestatarios y polémicos, porque la cultura es, por esencia, polémica, generadora de ideas nuevas y de creatividad! Pero si queremos que todos los ciudadanos gocen de la cultura y accedan a los bienes culturales -incluso los de los pueblos y comunas más apartados- para disfrutar una obra de teatro, una exposición pictórica itinerante, un ballet o una película de cine moderno nacional, por ejemplo, el Estado tiene que participar efectivamente, porque, de lo contrario, no hay posibilidad alguna de que gente de Pelarco o de comunas tan apartadas de Chiloé o del norte de nuestro país, gocen y experimenten alguna vez la riqueza espiritual de estar frente a una de esas obras de expresión cultural y artística.
Por lo anterior, es muy importante -y el mundo coincide en eso-, que el Estado juegue un rol en la cultura; pero se debe evitar el dirigismo y la manipulación ideológica y política. En tal sentido, el Gobierno ha tenido la prudencia de enviar un proyecto de ley que tiene los resguardos suficientes.
Durante estos años hemos tenido expresiones culturales diversas, porque hay instituciones dispersas realizando ese rol desde el Estado. Pero ya es hora de que ese conjunto cumpla una tarea mucho más eficiente y eficaz en una sola gran institucionalidad para llevar a cabo un doble objetivo: generar las condiciones necesarias para el surgimiento de nuevos artistas en nuestro país, y que los ciudadanos que viven en los rincones más apartados de nuestro territorio puedan disfrutar de los bienes culturales que el país es capaz de producir y de generar.
Cuando discutimos la composición del Fondo Nacional de Desarrollo Regional, Fndr, en el proyecto referido a los tributos y a la posibilidad de descentralizarlos, se analizó una plausible intención de descentralizar una cierta institucionalidad. Pero, al mismo tiempo, hay una cierta ilusión que se genera cuando se crean mecanismos que no siempre reproducen el propósito que quiere alcanzar quien está proponiéndolo.
Sin perjuicio de la aclaración absolutamente pertinente que ha hecho el presidente de la Comisión de Educación con respecto al artículo 33, desde el punto de vista incluso de su contenido, hay muchas regiones que, si se descentralizaran de acuerdo con el criterio de población, recibirían menos recursos que hoy para el desarrollo de las artes y de la cultura. Los casos más típicos se dan en las regiones Décima y Duodécima, como también en la Segunda y en la Tercera, donde hay creadores extraordinariamente relevantes y de una trayectoria muy rica que han hecho importantes contribuciones a nuestro país. Por ejemplo, en la literatura tenemos a Hernán Rivera Letelier , quien recibió un premio muy importante en España; si no hubiéramos contado con estos elementos, con la relevancia que hoy se da en las regiones, no lo habríamos tenido en las filas de nuestros más destacados creadores.
Por ello, comparto la proposición del Ejecutivo , en términos de que en la Comisión de Educación se busque una fórmula que articule el objetivo de descentralizar lo más posible con el de generar las mejores condiciones que incentiven la creatividad, el arte, la cultura de la forma más equitativa posible para todos los habitantes, de manera que puedan recibir los bienes culturales que este país tan generoso es capaz de desarrollar.
He dicho.
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