-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/654869/seccion/akn654869-po1-ds12-ds22
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1893
- rdf:type = bcnres:Participacion
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/1
- rdf:value = "
El señor SALAS ( Vicepresidente ).-
Tiene la palabra el diputado señor Rodrigo González .
El señor GONZÁLEZ (don Rodrigo) .-
Señor Presidente , los colegas que me han antecedido en el uso de la palabra han manifestado la base y el nudo del proyecto que estamos discutiendo. A mi juicio, es uno de los más importantes que vamos a debatir durante esta legislatura.
Se ha fundamentado muy bien por el diputado señor Montes, por la diputada señora Carolina Tohá y por el diputado señor Escalona lo importante que es la cultura para un país, para un pueblo. Es tan relevante como la salud, la vivienda y el empleo, y uno de los ingredientes más vitales de la consistencia del país y de su nacionalidad.
La cultura -nos dijo nuestra poetisa- es a un país lo que el alma es al cuerpo. Sin cultura un país no tiene alma. Los seres humanos no podemos vivir sin alegría, sin belleza, sin cultura.
En las últimas intervenciones se hablaba de ese concepto amplio de la cultura como de todo lo que el hombre hace, aquello que nos permite relacionarnos y convivir. El desarrollo cultural de un país es fundamental.
Por lo tanto, discutir en la Cámara de Diputados y formular políticas que fomenten y promuevan el desarrollo cultural es parte de la misión más importante del Congreso. ¡Qué duda cabe! Así lo han manifestado nuestros artistas e intelectuales y las comunidades de todas las regiones.
La cultura no ha tenido prioridad en nuestro país. Es una de las quejas y reproches más importantes que los creadores culturales hacen a nuestra institucionalidad a lo largo de los años. En efecto, el Estado no ha tenido una política constante, consecuente y permanente de apoyo a la actividad cultural. Tampoco han existido normas suficientemente fluidas y expeditas -a pesar de la ley sobre donaciones con fines culturales y otras- para que, desde el sector privado, se apoye en forma consistente el desarrollo de las actividades culturales en nuestro país. Su precariedad se advierte especialmente en nuestras regiones.
No hay un medio, un instrumento o una forma que promueva y estimule a los creadores y artistas en sus actividades, de manera que la cultura se desarrolle a lo largo y ancho del país.
Por lo tanto, una de las virtudes más importantes de este proyecto es que la nueva institucionalidad cultural permitirá que una institucionalidad que se encuentra dispersa, disgregada y atomizada, encuentre un domicilio, una residencia y, por lo tanto, se asiente adecuadamente y adquiera el relieve, la majestad y la importancia que debe tener la cultura. Además, contar con una institucionalidad cultural nos permitirá darle relevancia en la destinación de recursos que la cultura necesita. Una nueva institucionalidad cultural requiere que el Estado y los chilenos le asignemos más fondos a esa actividad.
La nueva institucionalidad exigirá que el 0,03 por ciento se eleve de manera creciente, lo que incrementará los recursos destinados a la actividad cultural.
Los países más cultos cuentan con esa institucionalidad. Algunos han establecido ministerios de la cultura; otros, diversas formas de institucionalidad, pero no hay ningún país moderno, desarrollado, que no cuente con un mecanismo de apoyo del Estado a la actividad cultural.
Al crear la nueva institucionalidad, instalaremos la cultura en nuestro país, que hasta ahora ha estado dispersa, que no ha sido apoyada, sino criticada por todos, en especial por los intelectuales, quienes han denunciado una enorme carencia sobre la materia.
Asimismo, queremos conseguir el otorgamiento de recursos en porcentajes semejantes a los de los países desarrollados. En algunos se llega al cuatro o cinco por ciento del presupuesto nacional para el desarrollo e impulso de actividades culturales. En América Latina, países como Argentina y Brasil asignan muchos más recursos a la actividad cultural de los que nosotros hemos sido capaces de proporcionar.
No es posible pensar en el desarrollo cultural sin libertad. La cultura es, esencialmente, libertaria y crítica; es el cultivo de la inteligencia, de las virtudes, de lo más humano que tenemos los hombres. Por lo tanto, tendremos la posibilidad de realizar un debate crítico, de ampliar los horizontes, de abrirnos e iluminarnos, de dar paso a la imaginación y a la fantasía, de desplegar nuestras potencialidades y capacidades.
No se puede hablar de cultura sin que pueda desplegarse esencialmente en forma libre, otorgando los recursos necesarios para ello. Instalar una institucionalidad cultural no significa cercenar ni castrar la creación de nuestros artistas. Tener un Consejo Nacional de la Cultura descentralizado, desconcentrado -como plantea el artículo 1º del proyecto-, implica que se disemine y distribuya a lo largo y ancho del país.
Para ello, debemos elaborar normas que, consecuentemente, apliquen el principio de que los recursos que entregaremos y la institucionalidad que estableceremos permitan crear en todas las latitudes.
No sólo voy a apoyar en general el proyecto, sino que pido que lo tramitemos con la máxima celeridad, porque llenará un enorme vacío que existe en nuestro país, sobre todo porque dará relieve a las regiones y a nuestros artistas.
Ello no desvirtúa el principio del proyecto: contar con una institucionalidad cultural y con un Consejo Nacional de la Cultura desconcentrado y descentralizado.
El esfuerzo realizado en la Comisión de Educación, Cultura, Deportes y Recreación apunta a darle al Fondo Nacional de las Artes y de la Cultura un principio de ejecución descentralizado, cuyos recursos se destinen a las regiones, y que allí se determinen los criterios de apoyo a los proyectos culturales que más convengan para desarrollar la identidad, cultivar las raíces, fomentar las actividades culturales y localizar las actividades culturales, intelectuales, de creación científica y de conocimiento en nuestras regiones.
Es muy importante algo que se ha dicho aquí: en alguna medida, la designación de los representantes del Consejo Nacional de la Cultura, así como de aquellos consejos regionales de cultura, deben darle el máximo protagonismo a las entidades culturales y a las regiones.
En ese sentido, a lo mejor en la segunda discusión en la Comisión, y con el apoyo del Gobierno, será posible introducir algunas modificaciones que le den el máximo protagonismo a las regiones y a las entidades culturales, de manera que el Consejo Nacional y los consejos regionales sean efectivamente expresión de lo que hoy somos culturalmente en el país, y contribuyan a desarrollar y a estimular la cultura en toda la nación.
La institucionalidad que estamos creando -además del Consejo Nacional de la Cultura y de instalar la cultura con una residencia clara en nuestro país, además de los consejos regionales- tiene otra virtud. De acuerdo con el inciso segundo del artículo 2º del proyecto, el domicilio y sede del Consejo Nacional de la Cultura será la ciudad de Valparaíso, y se constituirán consejos regionales en el territorio nacional.
Ese artículo asegura el principio de descentralización y regionalización, lo que nos parece de la mayor importancia. Sobre este punto, hay que tener presente que Valparaíso está a punto -estamos haciendo todos los esfuerzos para conseguirlo- de ser consagrada una ciudad patrimonio universal de la humanidad.
Haber consensuado en la Comisión que el Consejo Nacional de la Cultura se instale en Valparaíso es un avance en la regionalización y descentralización de la cultura.
Por otra parte, también es posible el mejoramiento de las normas relativas al Fondo Nacional de Desarrollo Cultural, siempre que se garantice efectivamente que a las regiones se les dará el protagonismo necesario para que la cultura se extienda a lo largo y ancho del país.
Es necesario dotar de recursos a los consejos regionales de cultura, puesto que un presupuesto centralizado para el Consejo Nacional no necesariamente asegura que los consejos regionales tendrán los fondos para desarrollar por sí mismos las actividades que se requerirán y la autonomía que necesitan dentro del marco general de la nueva institucionalidad.
Tener una institucionalidad cultural y que el Estado apoye la actividad cultural, no significa, de ningún modo, un intento de controlar la cultura, sino, por el contra-rio, darle la más amplia libertad, el más amplio vuelo y las más amplias posibilidades de contribuir a la creación de nuestros artistas.
Por lo expuesto, anuncio mi voto favorable al proyecto.
He dicho.
"
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/654869/seccion/akn654869-po1-ds12
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/654869