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El señor SALAS (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Antonio Leal.
El señor LEAL .-
Señor Presidente , creo que el proyecto que votaremos llenará un vacío histórico que existe en nuestro país. La conformación de una institucionalidad cultural, como la prevista, es obligatoria cuando lo que triunfa en el siglo XXI es la sociedad del conocimiento, de la creatividad, de la imaginación.
Cuando hablamos de la necesidad de insertarnos en el mundo con una economía con mayor valor agregado, estamos hablando de una economía con más cultura, con más conocimiento. Si en la época primitiva el surgimiento de los jeroglíficos implicó que era posible que el ser humano acumulara conocimiento, hoy, al inicio del siglo XXI, el que nos ocupemos de la cultura y del conocimiento, de la investigación científica y de la creatividad, cuando la memoria informatizada marca el desarrollo de este siglo y seguramente del milenio, significa que debemos ocuparnos de otra forma de conocimiento.
Quiero dar respuesta a algunas de las cosas que se plantearon:
Primero, no estamos creando una autoridad unipersonal, sino un Consejo participativo, con un directorio en el cual el Presidente de la República designará figuras del ámbito cultural a propuesta de los propios actores culturales. Comparto la preocupación expresada por muchos colegas en cuanto a que la composición de los consejos regionales debe ser distinta de la prevista en el proyecto. Solicito al Ejecutivo que, respecto de este tema, también haya flexibilidad, porque no me parece conveniente que todos los consejeros del Consejo Regional de la Cultura sean designados por el Gobierno o por sus autoridades, y que se deje de lado a los consejos regionales. No hay regionalización si los consejos no participan no sólo en la distribución de los recursos, sino tampoco en lo relacionado con las decisiones de carácter cultural.
Segundo, agradezco al Gobierno que haya flexibilizado la urgencia a fin de volver a discutir el artículo 33. Solicito que, en su propuesta, tenga en cuenta la necesidad de un mayor financiamiento de la cultura a nivel regional, porque no puede ocurrir que los fondos que implementaremos para la nueva institucionalidad tengan la misma participación que han tenido hasta ahora los del Fondart, es decir, noventa y tantos por ciento para la Región Metropolitana y recursos extremadamente reducidos para las regiones.
Tercero, en cuanto a la pregunta sobre si debe participar el Estado en la cultura o si ello significa dirigismo, respondo que nos oponemos a cualquier forma de dirigismo, gobierne quien gobernare, porque la cultura es, en primer lugar, pensamiento crítico. No hay dinamismo en una sociedad si no hay pensamiento crítico. La cultura debe dar lugar a la confrontación de opiniones distintas, de formas de ver la vida y el mundo, en las cuales se exprese la crítica a los poderes establecidos. Por tanto, no puede haber dirigismo, sino pensamiento crítico.
Sin embargo, ¿podríamos pensar en un desarrollo de la cultura entregado sólo al mercado, si una parte importante de lo que éste promueve es sólo diversión, la cultura de lo que vende? ¿Podríamos pensar en un desarrollo de la cultura en el marco de un mercado globalizado que tiende a imponer una sola forma cultural, la establecida por quienes dominan ese proceso? El Estado subvenciona la cultura en la mayoría de los países desarrollados. Filmes como los de Rosellini, Pasolini o Fellini no habrían sido posibles sin Cinecittà, es decir, sin el gran aparato cinematográfico financiado por el Estado italiano.
El director y presidente de los audiovisualistas, quien esta semana visitó Estados Unidos, me señaló que recientemente la máquina industrial del cine norteamericano, Hollywood, recibió del Estado 1.800 millones de dólares. ¿Eso es dirigismo? No. El Estado subvenciona, al igual que en Francia e Italia; pero ello no implica dirigismo, porque no interviene en los contenidos de la cultura; sólo subvenciona, fomenta, entrega recursos y posibilita que surjan diversas interpretaciones y formas de creación.
Además del proyecto en debate, en los próximos días votaremos la iniciativa que establece la formación de un nuevo consejo de calificación cinematográfica y que elimina la censura. Espero que pronto discutamos un proyecto que elimine todos los privilegios de las autoridades y establezca, como garantía constitucional, una mayor libertad frente a la creatividad cultural.
El Estado cumple un rol muy importante cuando la cultura es una forma de identidad nacional en el mundo globalizado y también en el desarrollo de la cultura comunitaria, porque se trata de una forma potente de convivencia y sociabilización. Todos los que queremos una sociedad más integrada, no excluyente, debemos luchar por que el Estado entregue aportes que le permitan desarrollarse sobre la base de la cultura.
A mi juicio, falta una cultura democrática como base común de nuestra reflexión, y de nuestros principios y valores. Chile todavía está dividido por el pasado. Más allá de nuestras diferencias, la cultura es la vía que nos puede integrar sobre una base de principios, valores e identidades comunes. Por eso tiene tanta importancia que el Estado constituya un Consejo Nacional de la Cultura y un Fondo que estimule el desarrollo cultural de nuestro país, de modo que germinen miles de flores, miles de escuelas culturales, mil formas de creatividad, que es lo que necesita un país y una sociedad que se enfrenta a la cultura y al conocimiento del siglo XXI.
He dicho.
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