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El señor SALAS ( Presidente en ejercicio).-
Como su Señoría habló siete minutos, le resta uno al PPD.
En el tiempo de Renovación Nacional, tiene la palabra, hasta por cuatro minutos, el diputado señor José Antonio Galilea .
El señor GALILEA (don José Antonio) .-
Señor Presidente , en verdad no puedo dejar de referirme a las palabras recién pronunciadas por mi colega Tuma .
Intentaré colaborar en el debate, dándole la altura y seriedad que tanto se demanda. Pero lo que acabamos de escuchar me parece una falta de respeto, incluso para con colegas del propio diputado señor Tuma que firmaron este proyecto de acuerdo para traer a la Corporación la discusión de un problema que él sabe que le preocupa a la región.
Lamento mucho sus palabras, porque no son las mismas que le escuché en la reunión a que hacía referencia el diputado señor García , en presencia del ministro del Interior , cuando visitó la Novena Región.
Entrando directo en el debate de fondo, quiero formular algunos alcances a lo que se ha planteado.
Es indiscutible que un número importante de vecinos de dos o tres regiones viven una grave situación de inseguridad y de emergencia. Basta conversar con esas personas para darse cuenta de que eso es una realidad. No hay una semana en la que no estemos en presencia de un hecho de violencia en la región. Hace un par de meses, gigantescos incendios provocados; hace un mes, a un agricultor le quemaron la casa y, con ello, años de trabajo; hace una semana, dos modestos transportistas fueron atacados con armas de fuego, uno de los cuales resultó gravemente herido; hace pocos días, los extremistas balearon a dos trabajadores de un predio forestal. Simultáneamente, numerosos propietarios viven amenazados de muerte, no pueden ingresar a sus predios ni realizar sus trabajos de siembra y de cosecha. Viven en la inseguridad y en el terror.
Pero tienen razón los diputados que han señalado que no se pueden mezclar estos hechos con el denominado “conflicto o problema mapuche”.
No es “conflicto mapuche”, cuando apenas un puñado de violentistas asuelan la zona. Tampoco es “conflicto mapuche” cuando existen comunidades atemorizadas, presionadas y obligadas a seguir a seudodirigentes que no los representan, y a participar en tomas y en otros actos.
No es “conflicto mapuche” cuando extranjeros participan, encapuchados, en actos de violencia. Tampoco es “conflicto mapuche” cuando la enorme mayoría de las comunidades condenan la violencia y sólo piden un poco de respeto, reconocimiento a sus derechos y a su cultura, y oportunidades para progresar y superar la pobreza.
No es “conflicto mapuche” cuando muchas veces son detenidas personas inocentes, mientras que quienes alientan y propician la violencia dan conferencias de prensa.
Quiero aclarar -lamento que no esté presente el diputado señor Escalona - que justamente nosotros somos quienes rechazamos la asociación de acciones terroristas con los problemas del pueblo mapuche. Ése fue el sentido de pedir esta sesión. Deseábamos analizar los actos de violencia en una región en que existe el denominado “conflicto mapuche”. Por eso la expresión está entre comillas.
Además, el diputado señor Escalona ha demostrado que es como el padre Gatica: inicia su intervención pidiendo seriedad y altura de miras en el debate, pero termina politizándolo y descalificando de la peor manera -para no entrar en calificaciones-.
Aquí hay compromisos que no se están cumpliendo y que son un aliciente para los actos de violencia que ocurren y que aparecen todos los días en los medios de comunicación. Uno de esos compromisos a los que se ha faltado -es muy bueno que esté presente el señor Correa , subsecretario del Interior- es que se continúan comprando predios que han sido tomados, quemados o en los que se ha atentado contra la vida de sus propietarios o de sus trabajadores. Los fundos Alaska, ayer, y Ginebra , hace poco tiempo. En pocos días más nos enteraremos de otros. El precedente es funesto y constituye un verdadero estímulo a la violencia.
Hoy la de La Araucanía es no sólo la región más pobre del país, sino la más insegura, la más violenta, aquella en la que los delincuentes quedan más impunes y en la que la ley y el orden no existen.
A quienes crean que estoy exagerando, les pido que se vayan a vivir unos pocos días con Daniel Lichtenber , un pequeño y modesto agricultor de la comuna de Victoria; o con don Jorge Luchsinger , propietario de Vilcún .
Respecto de la pregunta sobre qué está haciendo el Gobierno para detener esta escalada de violencia, restituir la seguridad y hacer cumplir el Estado de derecho, quiero decirle al Ejecutivo que si le faltan elementos, instrumentos, que diga lo que falta. Y si necesita un proyecto de ley para facultar a la autoridad encargada de hacer cumplir el Estado de derecho, no creo que en la Sala haya un solo parlamentario que esté en condiciones de negar un instrumento para restituir la paz en la Región de La Araucanía.
Por último, quiero aclarar que no queremos ni pedimos la aplicación de leyes de excepción para quienes alteran el orden público o cometen delitos, sino para quienes atentan contra la vida de las personas, para los encapuchados que actúan de noche, para los sujetos que mantienen amenazados de muerte a familias campesinas y a agricultores, para los violentistas e incendiarios que se desplazan por diferentes lugares, que un día son detenidos en Cañete, a la semana siguiente en Temuco y al mes siguiente en Galvarino, y luego andan libres, planificando nuevas fechorías. Queremos leyes de excepción para los que, con violencia, pretenden arrancar determinaciones y decisiones a la autoridad.
No nos importa si estos violentistas son descendientes de alemanes, italianos, chilenos, mapuches, mestizos o españoles. Los queremos identificados y detenidos, justamente para que los alemanes, italianos, chilenos mapuches, mestizos y españoles puedan vivir en paz y progresar, porque eso es lo que quieren.
He dicho.
-Aplausos.
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