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El señor VALENZUELA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Juan Pablo Letelier .
El señor LETELIER (don Juan Pablo) .-
Señor Presidente , quiero sumarme a las reflexiones del colega Enrique Jaramillo en cuanto a reconocer el tremendo aporte de las señoras diputadas y señores diputados que presentaron la iniciativa. El debate es antiguo y me alegro de la persistencia de las colegas señoras María Antonieta Saa y Fanny Pollarolo , en particular la primera, pues hace tiempo asumió el compromiso, incluso mucho antes de ser parlamentaria, de introducir una nueva forma de mirar culturalmente nuestra sociedad, basada en el principio de la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer.
La iniciativa, que a juicio de la mayoría apunta en una dirección correcta, puede ser calificada en tres formas:
Primero, entender que el contrato que uno firma en el Registro Civil , que tiene su implicancia en el Código Civil y en las leyes complementarias en materia de sociedad conyugal, es un tema que en sí no tiene una dimensión religiosa. Ello tiene que ver con la institucionalidad de los contratos entre partes, donde es importante la administración de los bienes.
Digo esto, porque a futuro tal vez tengamos que discutir sobre las implicancias de la ley de matrimonio civil, sus modificaciones o el término de su vigencia. Directa o indirectamente, muchos de estos tópicos volverán al debate, por cuanto uno de los temas presentes es el interés por defender aquello que surge de la unión de dos personas. No cabe duda de que cuando se habla del régimen de administración de bienes no sólo están directamente involu-crados el hombre y la mujer, sino que también la familia.
Algunos deseamos que en un futuro próximo a este debate, que tiene un mérito en sí mismo, siga otro sobre una materia respecto de la cual el colega Víctor Pérez hizo algunas reflexiones de alcance cultural y manifestó sus convicciones.
Segundo, reconocer que hay voluntad de expresar en una ley la superación de un lenguaje sesgado. La persistencia de las colegas María Antonieta Saa y Fanny Pollarolo , al igual que la de todos los integrantes de la Comisión de Familia, de dejar el proyecto más bien en un lenguaje neutro, es un aporte que valoro en su justa medida.
Tercero, tengo la percepción de que en los regímenes que se establecen se avanza en una lógica de mayor flexibilidad, se asume que las relaciones entre las personas son más dinámicas y no estáticas y que, por tanto, en diferentes momentos se pueden introducir modificaciones al régimen de administración del patrimonio.
Tengo, no obstante, la siguiente aprensión. En una sociedad machista como la nuestra, sería de gran relevancia y de protección hacia la mujer que en un segundo debate se introdujera una cláusula que permitiera que los bienes que las mujeres adquirieren con el producto de su trabajo fueran de su exclusivo dominio.
La colega Saa, con quien conversé sobre el tema, sostiene que esta norma en nada modificaría el derecho a garantizar la reserva patrimonial de la mujer. Es muy importante que eso no cambie, porque la ley, por desgracia, no evoluciona con la misma velocidad que la cultura. Muchas veces, entre la cultura y los cambios institucionales se produce un rezago.
La experiencia sobre las nuevas formas que han adoptado las familias hace aconsejable mantener esta válvula de protección en la administración del patrimonio de la mujer. Entiendo que en ningún caso existe la intención de debilitar ese instrumento, como bien ha señalado la colega Saa , sino asegurar que no se interprete de otra forma.
Por último, quiero consultar, por intermedio de la Mesa, a la diputada Saa o a los diputados informantes de la Comisión de Familia, cuál es el alcance del nuevo artículo 230, que dice: “Los gastos de crianza, educación y establecimiento de los hijos serán asumidos por ambos padres en proporción a sus facultades económicas”.
En otra parte se establece el valor económico del trabajo doméstico. Tengo dudas acerca de qué podría ocurrir, en la práctica, en esta materia, cuando se produzcan separaciones, si hasta ahora no se ha valorado económicamente el aporte de la mujer en la crianza de sus hijos. Entiendo -puedo estar equivocado- que es la primera vez que se asume con esa nitidez la necesidad de valorar económicamente el trabajo doméstico, siento que éste es un aspecto importante. Mi duda, porque no participé en el debate, dice relación con su incidencia, por ejemplo, en las pensiones de alimentos -hace poco se dictó una ley nueva sobre la materia, pero recién se está implementando-, en su impacto en las responsabilidades mutuas de los cónyuges.
En todo caso, siento que la iniciativa informada y respecto de la cual varios colegas han entregado sus opiniones es de gran trascendencia y la vamos a respaldar, pero -insisto- junto con este debate inicial, parcial y de mucho valor, es muy importante profundizar en una discusión sobre la ley de matrimonio civil, en sus dimensiones más amplias. Insisto, esta es una discusión muy valiosa, aunque parcial, de un tema que deberíamos abordar como Cámara, de una vez por todas.
He dicho.
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