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- rdf:value = " El señor VALENZUELA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Andrés Palma.
El señor PALMA (don Andrés).-
Señor Presidente, el proyecto en discusión es importante para los sectores sociales económicamente de nivel medio alto, que son los que obtendrán este beneficio, que representa una aspiración muy sentida de muchos ciudadanos. Fue propuesto por diversos señores diputados.
Al primero que escuché hablar sobre el tema, hace mucho tiempo, fue al diputado señor Waldo Mora, pero con otro énfasis: con la idea de suprimir el impuesto de timbres y estampillas. Esa proposición también ha sido formulada por parlamentarios de la Derecha. A lo mejor, el país estaría en condiciones de acceder a ella, siempre y cuando fuese compensada por otra vía la enorme recaudación que genera ese impuesto.
Nuestro país tiene un alto nivel de pobreza; entonces, se debe dotar al Estado de fuentes de recursos para que diseñe políticas que vayan en disminución de ella. Las reformas de la salud y de la educación, la extensión de la jornada escolar, los sistemas gratuitos de atención de parto y de vacunación, el acceso universal a internet, etcétera, requieren de financiamiento. Por lo tanto, hay que recaudar dinero.
Desde esa perspectiva, no era sensato eliminar este importante impuesto que recauda alrededor de 320 millones de dólares al año. Sin embargo, en la actual coyuntura económica, este impuesto es un obstáculo para que las personas que quieren aprovechar la baja de las tasas de interés puedan reprogramar sus deudas hipotecarias. Como se señala en el informe, y ése fue el planteamiento del Ejecutivo, una reprogramación no es una nueva deuda. Por lo tanto, es razonable suprimir transitoriamente, para las reprogramaciones, la vigencia de este impuesto.
Todo eso está muy bien. Pero, como se ha señalado con antelación, al menos por el diputado informante y por el colega Carlos Montes, si bien el proyecto significa un gran beneficio para algunos sectores, sabemos que es difícil que se extienda a los deudores hipotecarios de rentas menores. Esa fue la gran preocupación que manifestamos en la Comisión de Hacienda durante la discusión del proyecto.
Lamentablemente, no hemos sido capaces de imaginar una fórmula para obligar a los bancos a bajar los costos administrativos de estas renegociaciones. Lo único que podríamos hacer al respecto es apelar a los bancos, los terceros que generan mayores utilidades en los últimos años en el conjunto de la economía, después de las administradoras de fondos de pensiones y de las isapres así lo revela un estudio del diario “Estrategia”, por lo cual podrían ser un poco solidarios y renegociar también con los deudores de más bajos ingresos, lo que no es poco rentable.
Se encuentra de visita en nuestro país el señor Muhammad Yunus, creador del banco de la esperanza, Grameen Bank, en Bangladesh, que cobra tasas de interés equivalentes al resto de los bancos y comisiones mucho más bajas, lo cual facilita a dos y medio millones de personas el acceso al financiamiento bancario.
Los bancos también podrían mirar las cosas desde una perspectiva distinta, pero a los parlamentarios lo único que les cabe es apelar a su comportamiento. Lamentablemente, esas instituciones siempre consideran que deben otorgarse subsidios estatales para la atención de los más pobres. No entienden mucho de negocios en el largo plazo, sino sólo de ganancias en el corto plazo.
Vamos a aprobar el proyecto aunque sólo ayuda a resolver el problema de un sector de la población. En efecto, a un conjunto importante de deudores les permitirá acogerse a un nuevo programa de crédito con una tasa de interés sustancialmente más baja así lo esperamos, como la que está vigente en la actualidad, lo cual significará un alivio importante en sus deudas.
Estamos conscientes de que la iniciativa no resuelve los problemas de todos los grupos económicos. Ojalá que eso quede claro y que así sea entendido para que no se genere una expectativa que no es posible cumplir. En todo caso, la última palabra respecto del número de personas que podrán reprogramar sus deudas, bajar sus dividendos, pagar menos intereses y mejorar su nivel de bienestar no provendrá del proyecto, sino de los bancos. Para muchos chilenos, eso podrá concretarse, pero para la gran mayoría dependerá de la actitud de los administradores bancarios.
He dicho.
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