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El señor ANDRADE (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Felipe de Mussy .
El señor DE MUSSY.-
Señor Presidente, en primer lugar, saludo a la ministra del Trabajo y Previsión Social, a su subsecretario y al ministro de Hacienda.
Ya han transcurrido casi dos años de tramitación de este proyecto, y creo que han sido dos años perdidos. Esa es la verdad. En su primer trámite en la Cámara de Diputados no hubo grandes modificaciones, aunque en el Senado sí hubo grandes cambios. Después vino el tercer trámite, la comisión mixta y finalmente fue al Tribunal Constitucional.
No recurrimos al Tribunal Constitucional por el solo hecho de que el oficialismo ganara, porque todos sabemos que cuentan con la mayoría de los votos; fuimos al Tribunal Constitucional porque una y mil veces dijimos que este proyecto iba en contra de lo que establecía la Constitución Política de la República. No sacamos una carta bajo la manga, ni fuimos al Tribunal Constitucional porque fuéramos malos perdedores; por el contrario, lo dijimos desde un principio y lo hicimos.
De una u otra manera, ahora se nos trata de echar la culpa a los diputados y senadores que recurrimos al Tribunal Constitucional por que el proyecto que quedó después de esa resolución es un mal proyecto. Creo que se hizo lo correcto y que tampoco debiera repetirse esa actitud por parte de algunos ministros. Fuimos por nuestra opinión de que esto iba contra la Constitución Política y contra la libertad de los trabajadores. Finalmente, el Tribunal Constitucional lo dijo fuerte y claro: el derecho de negociación es del trabajador y no del sindicato.
La solución podría haber ido por distintos caminos, pero utilizaron un veto que suprime algunas partes del proyecto original.
¿Qué hizo el gobierno? En lugar de regular el tema de los grupos negociadores -algo que dice claramente la resolución del Tribunal Constitucional-, se saca lo bueno que tenía esta reforma laboral, para llegar a -me atrevo a deciruna suerte de empate. Por ejemplo, sacan los pactos de adaptabilidad, uno de los temas que votamos a favor, porque creemos que es positivo, que fue aprobado por casi todos los diputados. Con el veto se suprimen tres de los cinco pactos, lo que parece muy raro. Y al revisar quiénes son los autores de esas propuestas, constatamos que esos dos pactos que no fueron suprimidos habían sido presentados por parlamentarias de la Nueva Mayoría: las senadoras Carolina Goic y Adriana Muñoz . Pero sí se eliminaron los otros tres.
¿Qué nos hace pensar esa situación? Que después de tantos meses de discutir esta reforma, al gobierno lo único que le importa es tratar de empatar. Lo creo profundamente. Aquí hay visos de venganza, lo que considero un error, porque al final se perjudica a los propios trabajadores.
Podemos discutir largamente si la reforma laboral era para bien de los trabajadores o no, pero finalmente hay algunos puntos muy claros. Los trabajadores, motu proprio y en uso de su libertad, deberían poder ingresar a los sindicatos, como ocurre en muchos países del mundo. De hecho, la tasa de sindicalización de nuestro país está en el promedio de la OCDE.
Cuando Lech Walesa , gran dirigente sindical que ayudó a terminar con el comunismo y que, incluso, fue presidente de Polonia, vino a Chile, dijo que no se puede forzar indirectamente que los trabajadores entren a un sindicato; por el contrario, ello tiene que nacer de la decisión libre de que quieran hacerlo. Y justamente eso fue lo que el Tribunal Constitucional confirmó: el derecho a negociar es del trabajador y no del sindicato.
En la sesión de la Comisión de Trabajo y Seguridad Social de ayer, los ministros expresaron que todavía hay mucho trabajo pendiente y que esto no termina acá. Claramente, este era un muy mal proyecto, una muy mala reforma y quedó demostrado, después del fallo del Tribunal Constitucional y del veto presentado, que es un mal proyecto y que todavía hay mucho por hacer.
Se ha hablado de una ley corta, y desde ya les anuncio que estamos disponibles para trabajar en una ley corta proempleo, pero que sirva para todos los trabajadores, y no solo para algunos, que sobre todo cuide el empleo.
No nos engañemos: este mal proyecto no tiene otro culpable que el gobierno y la gran mayoría de los parlamentarios de la Nueva Mayoría; algunos, por impulsar estos cambios de forma totalmente ideologizada y extremista, y otros, por dejar que los pasen a llevar.
He dicho.
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