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- rdf:value = " El señor MARTÍNEZ, don Gutenberg ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Diputado señor Bartolucci .
El señor BARTOLUCCI.-
Señor Presidente, al igual que todos mis colegas, he estudiado profundamente el proyecto y reflexionado largamente sobre él. Al hacerlo, he concluido que no acoge el parecer que tengo respecto del tema que nos preocupa.
No quiero herir a nadie, por cuanto siento un profundo respeto por todos, pero mi impresión es que este proyecto, luego de leerlo, de analizarlo y reflexionar sobre él, en definitiva no nos permitirá reforzar la institución matrimonial.
Tal como está concebido su articulado, pienso que producirá una lesión a esa institución, la cual es permanente, sostenida y sostenible en el tiempo. El proyecto, en su concepción, en su arquitectura y en las materias específicas y artículos que contiene, no asegura la permanencia, el carácter definitivo con que debemos revestir el matrimonio, el cual debiera representar el sentir de los contrayentes.
No comparto las causales de divorcio y tengo reparos sustanciales a las de separación legal. Traeré a colación un ejemplo para ilustrar lo que digo.
A mi juicio, el artículo 50 permite el divorcio por consenso de los cónyuges y la separación judicial luego de transcurridos dos años de separación. Esa causal ilustra el predicamento de la arquitectura de la iniciativa.
No quiero extenderme, ya que no tendré tiempo para analizar causal por causal, pero mencionaré la causal segunda del artículo 54, por la que es posible abandonar al cónyuge si padeciere una enfermedad grave, incurable y contagiosa. No me parece que eso sea solidario ni propio de la humanidad de la gente.
Los tribunales de familia, que los encuentro trascendentales en esta materia, son sólo una referencia más o menos imprecisa. ¿Se crearán alguna vez? Tampoco se señala su carácter inquisitivo, lo cual, como explicaré más adelante, es sustancial en una legislación de esta naturaleza.
En fin, no comparto la fórmula establecida para dar curso a la disolución del vínculo matrimonial.
¿Qué puedo decir desde mi perspectiva? Estoy por dar al matrimonio ese carácter de permanencia que debe caracterizarlo; y por encontrar una solución a las rupturas irreparables, mantenidas en el tiempo, sobre la base de causales precisas y objetivas, cuando una persona quiera reiniciar su vida con una nueva relación matrimonial. Eso lo reconozco, lo acepto y entiendo.
Entiendo que mi posición personal es bastante especial. Quiero encontrar la fórmula que el proyecto no entrega.
¿Qué postulo? Causales objetivas, estrictas, que no atenten contra el sentido de permanencia de la indisolubilidad del matrimonio, conocidas por un verdadero tribunal de familia establecido, regulado y señalado en nuestra legislación.
Tal vez, debimos haber creado antes un tribunal de familia inquisitivo, que busca establecer la verdad del rompimiento, al que no se le puede engañar; a un tribunal que encuentre lo que un profesor de derecho procesal me enseñó en la escuela: la verdad verdadera. Así podríamos haber tenido un antecedente que permitiera discutir una ley de divorcio. No creo que el proyecto me entregue esa garantía.
Ese tribunal de familia, inquisitivo, sobre causales objetivas puede dictar la separación legal sin disolver el vínculo, y en ella regular los efectos de los bienes, los derechos de los hijos y de los propios cónyuges. Luego, debería transcurrir un tiempo que permita la meditación, la reflexión e incluso la reconciliación. Sin embargo, si decretada la separación legal y regulados los efectos jurídicos correspondientes se mantuvieran en el tiempo las causas que fundaron la separación, debería venir una segunda sentencia judicial que declarara el matrimonio de ruptura irreparable. En la misma, se podrían regular nuevos efectos jurídicos, sin disolver aún el vínculo matrimonial, y generar -ésta es mi personalísima posición- una opción para contraer un nuevo matrimonio, de modo que si eso ocurriera se disuelva, ipso jure, el primero. ¿Por qué sostengo eso? Porque para regular lo relativo a los hijos después del quiebre matrimonial, los bienes, incluso la relación entre los cónyuges, no es necesario disolver el vínculo matrimonial. ¿Para qué se requiere disolverlo? Para que la persona pueda formar una nueva familia fundada en el matrimonio.
Ayer rechacé el proyecto de familia de hecho o reconocida, porque no se fundaba en el matrimonio. Estoy por reconocer el quiebre definitivo e irreparable, que es una realidad de la vida. Incluso me parece más ético y más sano que las personas, en vez de convivir, contraigan un nuevo matrimonio.
Entonces, quiero conciliar el carácter permanente de la institución matrimonial con una fórmula para solucionar las rupturas irreparables, mantenidas en el tiempo, con causales objetivas decretadas por un tribunal de familia, que lleven a una nueva y estable unión matrimonial. Pero no es eso lo que establece el proyecto.
Con el mayor respeto y cariño que tengo por la Diputada señora Mariana Aylwin , quiero decirle que, entendiendo su pensamiento, curiosamente he llegado a una conclusión distinta. Así como ella concluye que por este camino mantiene la permanencia y soluciona las rupturas irreparables, desde mi perspectiva llego a una conclusión contraria.
Una reflexión final, y aquí acompaño a la Diputada Mariana Aylwin : No es la ley, en verdad, lo que necesitamos. Hay muchos factores externos en nuestra sociedad que atentan contra el matrimonio y su permanencia.
¿Habremos hecho lo suficiente? También la Diputada Mariana Aylwin citaba las leyes aprobadas en la Comisión de Familia. No sé, no tengo la misma certeza. Votar el divorcio vincular en estos términos y luego decir: “Está listo; cumplimos.” ¡Hay, afuera de esta Sala, tanto que atenta contra el matrimonio! ¿Nos haremos cargo también de esa realidad, como legisladores, como hombres públicos? Soy el primero en cuestionarme qué he hecho en esta materia. Por eso, también me resulta difícil dar un paso. Tal vez, si tuviésemos una gran valoración del matrimonio en nuestra sociedad, no necesitaríamos esta ley o la dictaríamos sin problemas, porque no importa. Sería tanta la valoración, el matrimonio estaría tan arraigado en nuestra conciencia, que nadie se divorciaría, nadie se separaría, porque lo habríamos puesto tan arriba de todo -nuestras leyes, costumbres, decires, comunicaciones-, que no sería necesario dictar ley alguna, porque nadie se separaría, o la sancionaríamos sin problemas, porque tendríamos la conciencia tranquila de haber hecho tanto, y yo no la tengo. Entonces, no puedo dar este paso.
Son mis reflexiones y mi posición, que entrego con la mayor humildad, después de dos días que de verdad no me han sido fáciles.
He dicho.
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