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- rdf:value = " El señor MARTÍNEZ, don Gutenberg ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Diputado señor Luis Valentín Ferrada .
El señor FERRADA .-
Señor Presidente , el Diputado señor Iván Moreira se extraña de que muchos colegas hayan traído a colación citas de la Biblia. Quiero contestarle, como bien sabe José Antonio Viera-Gallo y lo habría hecho también Nicanor Parra , con la misma respuesta que dan cuando les preguntan sobre cuáles son los grandes autores intelectuales y literarios. Siempre dicen tres: La Biblia, Shakespeare y luego, después, Quevedo o Cervantes . Lo demás todo es conversable.
Quiero manifestar al Diputado Moreira que quien cite la Biblia, Shakespeare, Cervantes o Quevedo en esta Sala, no tiene por qué abrigar temor intelectual alguno.
La Diputada María Antonieta Saa se pregunta de dónde emerge la fuerza del matrimonio. Bernard Shaw , en su “ Don Juan ” -obra poco conocida-, lo contesta muy bien al poner en boca de él la célebre alusión de que lo que más le extraña cuando se le acusa por su vida donjuanesca, es que todas las proposiciones indecentes que hizo a través de su larga vida, aun a las mujeres más puras y decentes, siempre tuvieron una misma respuesta: “Yo, don Juan , le aceptaría sus proposiciones a cambio de que usted se casara conmigo.” He ahí la fuerza del matrimonio.
Ahora, un examen a fondo del debate habido hasta el momento.
Es curioso comprobar en esta Sala como todos, unánimemente, nos mostramos partidarios del matrimonio. Entre nosotros, no hay enemigos de la institución del matrimonio. Todos estamos por un matrimonio indisoluble, de por vida; todos queremos fortalecer la familia; todos nos mostramos muy dolidos frente a las rupturas matrimoniales; todos decimos ser muy partidarios de cambiar la actual legislación; todos nos mostramos muy preocupados, algunos escandalizados, frente a las crecientes uniones de hecho, frente a la situación de los hijos de madres solteras. Nadie quiere la poligamia -me imagino que tampoco la poliandria-; nadie ha abogado por matrimonios entre homosexuales, como en otros países. Todos dicen querer esta sociedad plural, en cambio permanente y profundo, que tenemos ahora; todos afirman querer nuevos tribunales de familia; todos quieren mejorar las nulidades; todos quieren un estado social-familiar feliz, y todos quieren dictar ahora la ley del matrimonio feliz.
Como puede verse, la Cámara, en materia de aspiraciones, inquietudes y anhelos es perfecta, unánimemente perfecta, y el sacerdote que nos ha acompañado desde las tribunas -con reserva de algunos de nosotros que así lo hemos hecho saber-, agregaría que no sólo es perfecta, sino que, además, tiene mucho de santa.
Nada es tan difícil como la unión del espíritu y la acción. Cuando se trata de accionar para responder a este cúmulo de inquietudes perfectas y santas de la Cámara, nos encontramos con un cuadro curioso.
Unos -los llamaría la mayoría de la callada indulgencia- que al no tener una respuesta concreta que ofrecer, ayer dijeron que no al proyecto que se presentó sobre nulidades matrimoniales y, probablemente, también dirán que no al del divorcio. De otro lado, están los que, de algún modo representó ayer el señor Presidente en el debate, los que dicen lo contrario de la callada indulgencia, es decir, que aprobarán todo: las nulidades matrimoniales, la familia reconocida más allá del matrimonio y además el divorcio, ya que su Señoría anunció que votaría a favor los dos proyectos.
Después están los partidarios de la nulidad, como el colega Zarko Luksic y otros, y los partidarios del divorcio. Están divididos en cuatro grupos. El punto es que ninguno de los cuatro está dando respuesta verdadera, con categoría, a aquello que hemos dicho sostener con rarísima unanimidad en la perfección.
Nos dicen que las encuestas serían muy mayoritarias en favor del divorcio. Curioso, porque los porcentajes de esas encuestas son en sus materias casi iguales a las que dicen que los parlamentarios valen poco o están muy desprestigiados. El matrimonio y los parlamentarios estamos muy mal en las encuestas del país. ¿A qué obedece que seamos tan reprobados por las encuestas? ¿Debemos creerles? ¿Están las encuestas equivocadas o, en verdad, están muy mal esas instituciones, como nuestro Parlamento? Lo que ocurre es que el descrédito se debe a que nuestra acción no se condice con nuestro espíritu. No hemos sido capaces de producir un buen resultado.
Hoy nos queda por debatir el tema del divorcio. Ayer, la Diputada señora Isabel Allende y los Diputados señores Elgueta y Viera-Gallo nos dieron clases de historia para decirnos que el divorcio es tan antiguo como el matrimonio. Se registran más de dos mil años de historia del divorcio y, dos mil años después, frente a los problemas de la sociedad actual, queremos seguir contestando como la antigua ley de Moisés o la de los romanos. ¡Dos mil años después!
El punto central es que, como acreditamos ayer, el divorcio atenta contra todos los propósitos que decimos compartir en forma unánime, porque, por su naturaleza misma, el concepto de divorcio introduce en la legislación el matrimonio temporal, a prueba, el que se puede desechar. Por esa única razón, aun cuando eventualmente fuera solución para algunos casos particulares, el divorcio genera y ha generado -históricamen-te, en los dos mil años- siempre los malos efectos sociales conocidos, pues rompen el eje filosófico de una sociedad construida sobre la base de personas que pertenecen a ella con responsabilidad solidaria, mutándola por una individualista, antisolidaria, irresponsable, atomizada, con grave tendencia a la desintegración social. Una sociedad anónima de individuos que, sumadas las nuevas políticas del mercado, me temo que al fin no llegue a ser mucho más que una suerte de sociedad de mercaderes.
Dentro del corto tiempo de que dispongo, quiero contestar -ahora de mi parte- la misma pregunta a que fue sometido Carlos V, en la Dieta de Worms, por Lutero. Se levanta Carlos V -años antes de ser coronado emperador- frente a Lutero, quien le ofrece toda una nueva religión, una nueva doctrina, una nueva cultura, y le pregunta: “¿Estaban equivocados nuestros padres? ¿Por qué nos formaron en ciertas ideas, valores y tradiciones? ¿Estuvieron equivocados durante tantos años todos nuestros padres cuando establecieron el matrimonio indisoluble, o somos nosotros los que hoy, en nuestras respuestas, podríamos estar equivocados?”
“Creo que nuestros padres no estaban equivocados”.
Conforme con la tradición invariable de la comunidad chilena, y con la filosofía de nuestra sociedad, que desde siempre aspiró a ser una comunidad moral, responsable y solidaria, no aprobaré jamás una idea de divorcio, aunque, con la misma fuerza, siempre comprometeré mi ayuda y contribución a elaborar propuestas distintas que den solución concreta a los problemas de las personas y no contengan, en cambio, la desintegración del alma colectiva de la nación.
Señor Presidente, conforme con el Reglamento de la Cámara, quiero formular una solicitud concreta: En mi concepto, la Mesa debería declarar constitucionalmente inadmisible el proyecto.
Voy a fundar mi solicitud de inadmisibilidad en dos minutos.
Al hacerlo, invocaré los dichos, las expresiones y los escritos formulados con mucha claridad por el profesor de derecho constitucional don Francisco Cumplido –muchos de ustedes han tenido oportunidad de leerlos-, ex Ministro de Justicia del Presidente Aylwin , profesor durante tantos años de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, constitucionalista muy reconocido del “Grupo de los 24”, etcétera.
Como plantearé una cuestión de inadmisibilidad constitucional, si no me alcanza el tiempo, quiero disponer del que se me concede reglamentariamente, como cuestión de punto de Reglamento, porque se trata de una solicitud formal.
Quiero fundamentar por qué el proyecto es inconstitucional y por qué solicito a la Mesa la declaración de inadmisibilidad.
En el evento de que fuera aprobado, y la Mesa no lo declarara inadmisible, quiero hacer reserva de inmediato del derecho a recurrir, junto con los demás parlamentarios que deseen acompañarme, a una acción ante el Tribunal Constitucional, para que en esa instancia -que es la que corresponde-, haya un pronunciamiento de fondo sobre la materia.
Por lo tanto, pido dos minutos para fundamentar mi solicitud de inadmisibilidad constitucional.
El señor MARTÍNEZ, don Gutenberg (Presidente).-
Señor diputado, debo recabar el acuerdo de la Sala.
¿Habría acuerdo para concederle dos minutos?
Acordado.
Puede continuar su Señoría.
El señor FERRADA .-
Gracias, honorables colegas.
Señor Presidente, a nuestro juicio, el actual proyecto es inconstitucional por las siguientes razones:
Desde luego, como cuestión fundamental, no sólo porque derechamente atenta en contra de las disposiciones del artículo 1º de la Constitución, cuando elabora todo el concepto de familia, sino que por lo que importa, en su redacción, la desprotección de la libertad de los ciudadanos, en dos sentidos:
En primer lugar, el proyecto establece la irrenunciabilidad del derecho al divorcio al dejar establecido un único régimen: que las personas, en adelante, deban casarse sólo bajo el del divorcio posible. Esto es, se limita y se deja en la imposibilidad a todos aquellos ciudadanos que quieran casarse libremente bajo el régimen de indisolubilidad si así lo quisieran, con lo cual se violentaría gravemente el orden constitucional de la libertad de las personas.
En segundo lugar, como muy bien lo ha profundizado el ex Ministro de Justicia del ex Presidente Aylwin, don Francisco Cumplido , este proyecto contiene un elemento de retroactividad respecto de los derechos adquiridos por las personas, porque no establece un régimen que estaría vigente desde la publicación de la ley, sino otro que, de hecho, comprenderá a personas que, casadas bajo el actual régimen, quedarían expuestas a acciones de derechos de divorcio, en circunstancias de que éstos jamás se consideraron al contraer matrimonio.
De manera que, desde nuestro punto de vista, en materia de derecho público, este proyecto, en cuanto a que se dicta con efecto retroactivo, existiendo derechos adquiridos, y, en seguida, a que limite gravemente la libertad de las personas para contraer matrimonio bajo un régimen de matrimonio indisoluble -que es lo menos que la Constitución podría garantizarles y que se contiene en las definiciones actuales del Código Civil y del artículo 1º de la Constitución respecto de la familia-, es absolutamente inconstitucional.
En consecuencia, solicito que la Mesa emita un pronunciamiento sobre la inadmisibilidad, y si así no fuera y el proyecto fuese aprobado, dejo formulada expresa reserva para dirigir, conforme al orden constitucional, nuestras acciones ante el Tribunal Constitucional.
He dicho.
"
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