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- rdf:value = " El señor ORTIZ ( Presidente accidental ).-
Restan dos minutos y treinta segundos al Comité de la Democracia Cristiana.
Tiene la palabra el Diputado señor Roberto León.
El señor LEÓN .-
Señor Presidente , el tema del divorcio no es nuevo en el Parlamento. En 1875, hubo un proyecto cuyo artículo 17 señalaba que el divorcio es la separación personal de los cónyuges, decretada por tribunal competente, a petición de alguno de ellos.
En 1883, el Diputado señor Novoa , de la corriente liberal, señalaba a la Sala: “Pero señor, cuando el lazo conyugal se haya roto de una manera irreanudable, cuando el matrimonio haya terminado de facto y de un modo irrevocable, a despecho de cuántas leyes de indisolubilidad se dicten cuando el viento de la eterna separación de los esposos haya soplado sobre el hogar para no dejar en él ni huella de su existencia, cuando, en fin, todo esté totalmente concluido, ¿qué ley puede mantener esa relación conyugal?”
Estoy absolutamente convencido de que, en el análisis que estamos haciendo, debemos tener claro si el divorcio es causa o consecuencia de una ruptura conyugal. Y tengo la sensación, después de haber escuchado a los distinguidos colegas que defienden la tesis contraria a este proyecto, de que toda la orientación que dan apunta a sostener que el divorcio es causa de las diferencias matrimoniales. Lo cierto es que la situación es exactamente contraria.
En nuestro país, las parejas llegan al estado de utilizar el fraude legal que existe, cuando la relación matrimonial, aquella que quisieron construir de por vida, no es posible mantenerla.
Mucho se ha hablado de estadísticas que demuestran que cuando la ley es más fácil, aumentan los divorcios; pero no he escuchado a nadie que nos diga cuántos de esos matrimonios se mantienen sin que realmente exista en ellos lo básico, lo elemental, que es el amor. ¿Cuántos son los matrimonios que continuarían sólo por apariencia? ¿Cuántos de ellos, en definitiva, crean graves conflictos en su relación con los hijos. Por eso, estoy absolutamente convencido de que la causa de los conflictos matrimoniales o de su ruptura no es el divorcio y de que en la medida que decidamos dar ese paso, vamos a pagar una deuda con la sociedad de más de cien años. Podremos decirle a nuestro país que asumimos y reconocemos el problema que existe, que no queremos que las familias se rompan, pero que, como legisladores, debemos entregar a la sociedad los instrumentos necesarios para cuando eso ocurra.
Por ello, votaré favorablemente el proyecto.
He dicho.
"
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