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El señor ACUÑA (Vicepresidente).-
En el tiempo del Comité del Partido Socialista, ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
En el turno del Comité Demócrata Cristiano, tiene la palabra el diputado señor Ignacio Walker.
El señor WALKER (don Ignacio).-
Señor Presidente, en una línea muy similar a la abordada por la diputada señora Isabel Allende , quiero expresar, como diputado de la Democracia Cristiana, mi satisfacción por lo que ha sido un acto absolutamente impecable, de enorme contenido cívico y que da cuenta de una democracia madura, en proceso de consolidación.
Es digno de destacar la gran afluencia de votantes tanto en la primera como en la segunda vuelta electoral, lo que demuestra, entre otras cosas, que había cuestiones importantes que estaban en juego en esta elección. Además, cabe resaltar en especial en la segunda vuelta electoral los escasos niveles alcanzados por los votos nulos y blancos y la exigua abstención, rubros que anotaron marcas históricas, todo ello en torno de las dos opciones que expresaron legítimamente Ricardo Lagos y Joaquín Lavín , las que recogieron el sentir de casi más del 90 por ciento del país.
Una de las lecciones que puede sacarse de estos comicios y del momento político que vive nuestro país al compararlo, por ejemplo, con la situación de fines de la década del 60 y comienzos de la del 70, es el hecho de que tiende a imponerse lo que podríamos llamar un multipartidismo moderado de tendencia bipolar. Esto es sano en la perspectiva de consolidar una democracia establece. Aquí se impone la moderación, no desaparece el sistema multipartidista, que es como la Cordillera de los Andes, fuertemente asentada en la cultura política nacional; por el contrario, prevalece, pero ahora asumiendo una tendencia bipolar, afianzando un bloque de gobierno y otro de oposición, lo que siempre será sano en el funcionamiento de una democracia.
Desde nuestra perspectiva, la de la Concertación de Partidos por la Democracia, estamos muy contentos y debemos alegrarnos del triunfo obtenido por nuestro abanderado presidencial y líder de nuestra coalición, Ricardo Lagos. En nuestra historia como país y me atrevo a decir en la historia política de América Latina, al menos en el devenir de las democracias del siglo XX es absolutamente inédito que un conglomerado político que llegó a ser una coalición de gobierno, haya elegido a tres presidentes de la República en el lapso de una década, con votaciones superiores al 50 por ciento: en 1989, Patricio Aylwin fue electo con un 55 por ciento de los votos; en 1993, Eduardo Frei Ruiz-Tagle obtuvo el 57 por ciento de las preferencias, y ahora Ricardo Lagos , en la primera elección del siglo XXI, ha sido electo Presidente de la República con un 51,3 por ciento de los votos, porcentaje que supera en más de un punto el obtenido por nuestra coalición en 1997.
Por lo tanto y adicionalmente, esto ha sido un plebiscito sobre la década de 1990, período en el cual se produjeron importantes acuerdos, hubo estabilidad política, paz social, crecimiento económico; pero, ante todo, una clara conducción y liderazgo de la Concertación de Partidos por la Democracia, a pesar de que debimos enfrentar una crisis económica, un alto nivel de desempleo y el inevitable desgaste que produce una década en el ejercicio del poder. Por ello, aquí también hay un juicio político sobre esta década de gobierno de la Concertación y sobre el liderazgo que esta coalición está llamada a jugar en nuestro país.
Por otra parte, cabe destacar la alta votación de la Derecha y de su candidato, Joaquín Lavín , también inédita en la historia política de Chile. Sin duda, Joaquín Lavín ha sido un muy buen candidato y ha hecho una muy buena campaña. La Derecha superó el tercio que se le adjudicó tradicionalmente e, incluso, el techo político alcanzado en el plebiscito de 1988 con un 44 por ciento, votación que muchos creíamos entre ellos quien habla que no superaría. Esa circunstancia ha puesto nuevas exigencias y desafíos a la Concertación de Partidos por la Democracia, que se presenta como una alternativa de futuro en esta primera elección del siglo XXI. Sin duda, la candidatura de Joaquín Lavín ha sabido hacerse cargo de una cierta vulnerabilidad y frustración social. El voto de protesta que en 1997 se expresó en el voto nulo, en esta elección se manifestó en la candidatura de Joaquín Lavín. El país en su conjunto y, en particular, nosotros como Concertación, debemos hacernos cargo de esos nuevos niveles de vulnerabilidad y frustración que subsisten en importantes sectores de la vida nacional.
Finalmente, quiero dar cuenta de algunas lecciones y consecuencias de esta elección tan notable y ejemplar que ha vivido nuestro país.
En primer lugar, en Chile se impone con mucha nitidez un clima favorable a los acuerdos y contrario a la confrontación. De hecho, uno de los ajustes que produjimos en nuestra campaña durante la segunda vuelta estuvo dirigido a ser más conscientes de que el país no estaba dispuesto a enfrentar niveles de confrontación, aunque fueran mínimos, y que sí favorecía las instancias de acuerdo, las que debemos reforzar y profundizar en nuestro próximo gobierno, el que estará encabezado por Ricardo Lagos.
En segundo lugar, definitivamente la transición terminó. Lo dijo el Presidente Aylwin en 1991 o en 1992 y quien habla quiere ratificarlo: el paso de la dictadura a la democracia es un hecho del pasado y las reformas constitucionales pendientes están dirigidas a consolidar una democracia estable. Así como la reforma constitucional de 1989 facilitó la transición, gatillada ésta por el plebiscito de 1988, se hace imperioso llevar adelante las reformas constitucionales para consolidar una democracia estable en nuestro país. Tengo la impresión de que están dadas las condiciones para superar este consenso incompleto que existe en Chile en materia de reformas constitucionales y que tanto Gobierno como Oposición debiéramos empeñarnos en consolidar y perfeccionar un segundo gran acuerdo constitucional. El perfeccionamiento de la Carta Fundamental pasa, por ejemplo, por aprobar el proyecto de reforma de fiscalización, ya aprobado en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia, en el entendido de que no es la Oposición la llamada a fiscalizar, sino la Cámara de Diputados. Es más, siempre he dicho que los diputados de gobierno tenemos dos razones para fiscalizar: primero, por el hecho de ser diputados, y segundo, por ser partidarios del gobierno. Por ello, ojalá logremos perfeccionar la democracia en una materia tan importante como la fiscalización.
Existe otro proyecto en la actualidad está radicado en el Senado que busca la simultaneidad de las elecciones parlamentaria y presidencial a partir del 2005, iniciativa que presentamos diputados tanto de la Concertación como de la Oposición. También el perfeccionamiento de la democracia pasa por qué no decirlo por el tema de la limitación de los gastos electorales. No podemos pretender consolidar una democracia estable, sana, transparente, si no existe una legislación que regule lo que ha pasado a ser una zona oscura y que se vincula con la limitación de los gastos electorales. Ni siquiera pido financiamiento público para la política y los partidos ojalá fuera así, sino, al menos, limitar los gastos por ese concepto. En esta línea, en el pasado se presentó un proyecto que se perdió por un voto.
Por último, resulta necesario extender a la agenda social los consensos y acuerdos que han revivido en nuestro país a propósito de esta elección. ¡Qué duda cabe que esta elección ha estado marcada prioritariamente por la agenda social! En tal sentido, es imperioso buscar la mayor cantidad de acuerdos, por ejemplo, en materia de reformas laborales. Ambos candidatos se refirieron a ese tema, por lo que debemos consensuar acuerdos que establezcan mayores niveles de equilibrio y equidad entre empresarios y trabajadores. También el tema vinculado con la salud estuvo fuertemente presente en la campaña, así como el relacionado con la seguridad ciudadana y la delincuencia, lo que hace más imperativo que nunca consolidar la reforma judicial.
En fin, éstas son algunas de las lecciones que podemos sacar de la notable elección presidencial que vivimos el domingo 16 de enero pasado.
He dicho.
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