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El señor MORA (Vicepresidente).-
Corresponde continuar ocupándose del proyecto de ley, en primer trámite constitucional, que crea el Servicio Nacional del Adulto Mayor como servicio público.
Tiene la palabra el honorable diputado señor Enrique Jaramillo .
El señor JARAMILLO.-
Señor Presidente, en representación de la Comisión de Hacienda me correspondió relatar un tema que, por desgracia, no preocupa a todos, porque la población chilena ha sido educada así: no hay que preocuparse por quienes tienen más años.
La vejez es un estado natural del ser humano quisiera que no fuera así, pero lo es; es tan indefectible como cualquier etapa de la vida. Otrora, incluso en mis tiempos de infancia y juventud me traslado en el largo tiempo, las personas mayores tenían un rol más gravitante en la vida cotidiana de todos. Hoy, en un proceso creciente en los últimos 20 o, tal vez, 25 años, las personas con más años pasan, poco a poco, a ser dejadas de lado, como si la velocidad del trabajo, del consumo y de la vida misma las marginara, porque no pueden acompañarnos con su andar lento. El hecho de tener muchos años y ese andar lento de mujeres y hombres los convierte, de un día para otro, en seres incómodos que no dejan a la familia chilena avanzar en su marcha desenfrenada.
¿Por qué en alguna época existió el consejo de ancianos en tantas partes y civilizaciones dispersas por la Tierra? Muchos parlamentarios se preguntarán de qué estoy hablando. De cuando se estudiaba de la historia general, cuestión que era prioritaria en nuestra educación.
Pero esta triste realidad no es igual en todas partes del globo. En otras culturas, tal vez más avanzadas que la nuestra, las personas mayores, con su experiencia y sabiduría, constituyen una pieza esencial de la vida familiar y social en su comunicación con la comunidad. Más aún, en ciertos estratos y elites sociales son actores principales. En Chile, pensemos en nuestra más alta magistratura judicial, en nuestro Senado y, en algunos casos honrosos no quisiera usar ese término, pero permítanme que lo haga, en nuestra cámara baja, en la cual sigue siendo relevante la experiencia de quienes han caminado más años por la vida. Señor Presidente, estimados colegas, me gustaría estar con mucha modestia incluido en ese grupo.
¿Qué es, entonces, lo que hace tan triste y miserable la vida de los adultos mayores? No quisiera ser tan duro ni tener que emplear el adjetivo “miserable”, pero es necesario decir la verdad. Creo que la respuesta es única: la pobreza, miseria y marginalidad consecuencia de poseer los medios mínimos para una vida digna están con ellos en un 90 por ciento.
Por eso, este proyecto de ley atiende parte de esos problemas. Se trata de crear un servicio público encargado de los grandes temas relacionados con el adulto mayor, como instancia de generación de políticas públicas idóneas que debería atender sus necesidades. Dentro de esta estructura planteada por el Gobierno se crea un consejo consultivo, y sería deseable que él representara a las organizaciones de adultos mayores, especialmente a las organizaciones nacionales preocupadas de esos temas sociales. Desde luego, en Chile las tenemos; pero no se les da el espacio suficiente. Por eso, las confederaciones y centrales que las han unido durante varios años y que han sido la cara visible de una larga lucha por mejorar las condiciones de sus asociados, hoy día se han comprometido a respaldar y a enriquecer este proyecto con sus aportes. Sé que en estos momentos ellos escuchan, porque así lo han expresado y han acudido a quienes los entienden. Con esto no quiero decir que los jóvenes no lo hagan. Lo que sucede es que la forma de vida de los jóvenes es diferente de la de quienes han recorrido un camino de años en un mundo desigual.
En ese sentido, presenté una indicación con el propósito de que cinco de los quince miembros del consejo consultivo, que se crea en virtud del artículo 9º del proyecto, sean representantes de estas organizaciones. De lo contrario, volveremos a tener leyes que no representan a quienes deberían ser los beneficiados.
Por eso, junto con pedir vuestro apoyo a este proyecto de ley, quiero hacer presente que, en todo caso, su demanda central de hoy es participación, dignidad y justicia. Ellos entregaron su vida de trabajo al progreso de este país, que es de todos o debería serlo, de activos y pasivos, de jóvenes y viejos.
Por eso, los esfuerzos deben orientarse definitivamente a revisar el sistema de pensiones. Es otro tema, pero debe ser prioritario para el grupo que hoy estamos beneficiando, a fin de que, de una vez por todas, termine la gran miseria en que vive. Trabajaron toda una vida; eso no se debe olvidar.
He dicho.
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