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El señor LARRAÍN.-
Señor Presidente, estamos frente a una iniciativa que reviste extraordinaria importancia para el país. La demora en su tramitación ha suscitado un permanente cuestionamiento y la constante crítica de quienes ven la necesidad de mejorar el respaldo que el Estado debe entregar al deporte. Por igual razón, mientras más tarda, mayor es la inquietud ciudadana sobre la materia. Pero, al mismo tiempo, más crecen las expectativas respecto de que esta normativa, una vez promulgada como ley, resuelva los problemas que hoy existen para el desarrollo del deporte en todos los planos y niveles a lo largo del territorio nacional.
Tengo la percepción de que, no obstante el esfuerzo que se ha hecho desde hace varios años, si el proyecto ya estuviese convertido en ley tal cual lo conocemos hoy, no podría satisfacer esa esperanza de la gente. Por lo tanto, debemos aprovechar este debate para resolver efectivamente los problemas que subsisten en cuanto a vacíos y a formas reales y concretas de dar apoyo a quienes quieren el respaldo del Estado para avanzar en la actividad de que se trata.
Desde luego, a mi juicio, en el proyecto hay un problema conceptual inicial. El rol del Estado ante el desenvolvimiento del deporte puede enfrentarse básicamente desde dos perspectivas. Una, la de ser el gestor activo, aquel que toma el deporte en sus manos y lo desarrolla y organiza a lo largo del país incorporando a quienes quieren practicarlo desde la mano guiadora del Estado en este aspecto. Es la opción que han tomado, por ejemplo, los países socialistas -Cuba, por ejemplo-, que se hacen cargo del deporte, lo organizan, lo estructuran y sobre esa base, según la prioridad de recursos que le den, obtienen mayores o menores resultados en distintos ámbitos.
La otra perspectiva, en cambio, enfrenta el desarrollo del deporte mediante la concepción de un rol del Estado facilitador, que, más que hacerse cargo de la organización y de la gestión de dicha actividad a lo largo de Chile, administra los recursos que el Fisco aporta para que las instituciones deportivas o los deportistas en general desarrollen sus quehaceres de acuerdo a su propia realidad, sea ésta regional, rural, minera, costera, en fin, según las características y realidades del país. Pero, en esta perspectiva, lo que el Estado hace es facilitar que ello ocurra, más que dirigir ese quehacer.
A mi modo de ver, este proyecto comprende, en alguna forma, ambas perspectivas. Asume cierto rol dirigista, centralista, y busca mecanismos para facilitar la actividad de las instituciones deportivas y de los deportistas. Este planteamiento despierta ciertas inquietudes que paso a señalar en el plano general.
En primer término, en la iniciativa subyace un dirigismo estatal que se expresa de dos maneras.
Por ejemplo -recién lo comentábamos con el Senador señor Urenda -, el artículo 3º dice: "El derecho de las personas a la práctica del deporte y la política nacional de deportes, se regularán por las disposiciones de la presente ley, sin perjuicio de lo que otras normas legales establezcan sobre la materia.".
Me parece que el deseo inconsciente de tener el control de la gente ha ido demasiado lejos.
Obviamente, el derecho de las personas a practicar deporte no se regula por la ley en proyecto: forma parte de las acciones que ellas tienen simplemente por el derecho a expresarse, que la Constitución reconoce y garantiza como una manifestación natural de la gente.
Aquí se advierten ganas de hacer que funcione el deporte, con las mejores razones, para que tenga más éxito y prospere. Pero hay, inconscientemente, una mano contralora, guiadora, que va a resolver los problemas de los deportistas y que dice que sólo así se podrá realizar deporte.
En seguida está la creación de una estructura que, a mi criterio, hace que el deporte en Chile, en lugar de dar un paso hacia la descentralización, siga centralizado. CHILEDEPORTES tiene una estructura que se maneja con un Director Nacional y un Consejo Directivo integrado fundamentalmente por personas que -dicho en términos gráficos- viven y trabajan en Santiago y que, en consecuencia, tienen una visión del deporte al modo como se da en una gran ciudad y, por lo mismo, implican el grave peligro de no entender, no reflejar y no apoyar la actividad deportiva en el resto del país, que verá reducidas sus posibilidades de desarrollo en ese ámbito, tal como precisaré más adelante.
Estamos, entonces, ante un proyecto dirigista, en cierto sentido, y centralista, lo que, por cierto, no me parece una solución apropiada.
Ahora bien, en la medida en que el Estado tenga más posibilidades de influir, dos son los riesgos que, a mi juicio, deben considerarse.
El primero es el riesgo de la politización. Desgraciadamente, mientras más controlen el deporte los organismos públicos, mayor será la factibilidad de manipular los recursos en fines distintos de los relacionados con el apoyo a dicha actividad.
El señor Director de la DIGEDER podrá informar, si es necesario, cuántos casos, en distintos sectores, han sido investigados por la Contraloría a causa del mal uso de fondos.
Cuando a veces vemos, por ejemplo, a Parlamentarios entregar juegos de camisetas, equipos y trofeos en determinadas circunstancias, uno dice: "¡Qué simpático es eso...! ¿Por qué elementos adquiridos con recursos fiscales son entregados por Parlamentarios y no por los organismos competentes?".
Entonces, existe el riesgo de que, en ciertas instancias, en alguna comuna o región se manipule el uso de los fondos públicos y, por tanto, se politice su distribución.
Mientras menos participación tengan los distintos funcionarios administradores en la asignación de recursos fiscales, obviamente, mayor será la trasparencia y más posibilidad habrá de evitar la corrupción.
Por otro lado, también está el riesgo de la burocracia. Hay una estructura -CHILEDEPORTES nacional, regional, comunal, etcétera- que requiere edificios, personal, gastos de operación y movilización; en fin, recursos para funcionar. Por tanto, se crea una burocracia que puede nublar la finalidad perseguida, cual es respaldar al deporte.
En tal sentido, la conceptualización subyacente en el proyecto no logra los objetivos deseados.
Con relación a los aspectos que valoro de la iniciativa, obviamente destaco el vinculado a los recursos. Considero adecuada la idea del Fondo Nacional para el Fomento del Deporte. Y, en particular, el subsidio del deporte, que permitirá construir o adquirir recintos para su práctica, me parece una notable innovación. Creo que atendido este solo hecho debiéramos aprobar la iniciativa.
Señor Presidente, como cualquier Parlamentario, me reúno habitualmente con los clubes deportivos y los consejos locales de deportes de mi Región, en toda las comunas de las provincias de Linares y Cauquenes. Por ello, puedo decir con propiedad que las esperanzas que tienen esos sectores de recibir mayores recursos son muy grandes. Pero temo que los incentivos que prevé este proyecto no sean suficientes para satisfacer siquiera en parte las expectativas.
Se plantea, por ejemplo, que existirá la posibilidad de que las empresas imputen a gastos lo que destinen a deportes, con tope de 2 por ciento, etcétera. Empero, no me parece que eso constituya un gran incentivo, pues significa que la empresa tiene que donar 85 por ciento de esos recursos. En el fondo, le estamos diciendo que lo puede imputar a gasto; o sea, que no "negree" la plata. Pero, de todas maneras, deberá pagar el 15 por ciento. En consecuencia, no eximimos de pagar ese porcentaje. Y ése no es un estímulo real.
Pienso que debemos dar pasos más significativos para lograr el fin perseguido. Y aquí es donde quiero pedir al Gobierno que veamos cómo otorgar a esta actividad la prioridad que verdaderamente requiere.
Sería muy largo detenerme en la importancia del deporte. Pero me parece que de eso se trata. El deporte y la actividad recreativa son hoy día cuestiones absolutamente centrales. Y, en esa perspectiva, la cantidad de recursos que se destinen es relevante.
La droga, el alcoholismo y muchas otras lacras de esta índole se combaten de distintas formas. Pero el deporte activo es una de las mejores escuelas. La experiencia de diversos países apunta como primera prioridad a la familia; una familia sólidamente constituida es la mejor escuela para educar a los hijos. Y en segundo término se ubican el deporte y la recreación, en la medida en que se encuentren debidamente desarrollados y permitan formar hábitos.
Por lo tanto, numerosos de los problemas en extremo complicados que tiene Chile, a los cuales posteriormente debemos destinar ingentes recursos, podrían evitarse apoyando, no sólo a la familia, sino también al deporte y la recreación.
No quiero dedicar mayor tiempo al tema de la ubicación, señor Presidente. Sólo me referiré a él por la vía ejemplar.
A mi juicio, si en algún Ministerio hubiera de colocarse esta materia, correspondería radicarla en el de Educación, pues debería tener la misma conceptualización del apoyo que da el Estado a la ciencia y la tecnología.
CONICYT es un ejemplo de la estructura que, a mi entender, debería establecerse para apoyar al deporte. Éste es un organismo que carece de infraestructura de personal y tiene la burocracia mínima para definir líneas de asignación de recursos y contar con mecanismos de fiscalización. Eso es todo lo que se necesita.
Si seguimos ese ejemplo, con una estructura regional y comunal, obviamente nos cambiarán la perspectiva y la filosofía subyacentes en la inquietud planteada. Por eso lo menciono.
En definitiva, señor Presidente , atendida la escasez de tiempo, creo que, si ésa fuera la voluntad del Senado y, por cierto, del Gobierno, que tiene la iniciativa en los aspectos principales, deberíamos enfatizar más bien en un enfoque que se halla contenido en el proyecto, pero que se ha sobredimensionado.
Con el Honorable señor Díez , hace unos cuatro años, elaboramos y entregamos al Presidente de la República -y por supuesto a las autoridades deportivas- un proyecto que organizaba y estructuraba el deporte en el país de manera descentralizada, desconcentrada, disponiendo la actuación del Estado a niveles nacional, regional y comunal simplemente por la vía de consejos que asignaban recursos, fijaban prioridades en cada lugar y determinaban mecanismos de apoyo. Y se generaban incentivos tributarios encaminados a procurar recursos distintos del aporte fiscal, que siempre dependerá de las posibilidades del país, a fin de interesar y comprometer a la actividad privada.
Lamentablemente, dicho proyecto no fue recogido.
Por eso, pedimos que las indicaciones presentadas durante el segundo informe a la iniciativa en debate prevean una simplificación de la administración del deporte. El Estado debe administrar recursos y fiscalizar, pero sin tener grandes burocracias al efecto.
Solicitamos, asimismo, una estructuración de la manera más descentralizada posible.
Tengo en mi poder una carta de don Juan Oñate Romero , Presidente de la ANFUR (Asociación Nacional de Fútbol y Deportes Rurales), que reúne a una cantidad importante de instituciones. Se expresa allí que los asociados, distribuidos entre las Regiones Primera y Undécima -en 87 comunas campesinas, con más de 840 clubes, 2 mil 500 equipos y del orden de 60 mil jóvenes deportistas activos-, no ven a la ruralidad como tal incorporada al deporte.
Por lo tanto, cuando uno habla de descentralización, se refiere a la necesidad de que los recursos y atribuciones estén en las regiones, en las comunas, para que cada una de ellas, atendida su particular realidad, se desarrolle de manera distinta.
En la Región que represento hay comunas, como Yerbas Buenas o Longaví , con 90 ó 95 por ciento de ruralidad. En Yerbas Buenas, por ejemplo, sólo el 8 por ciento de la población reside en la cabecera de la comuna, el 92 por ciento vive alejado de ella. Esa realidad no tiene comparación con la existente en Santiago y en la mayoría de las comunas urbanas. Por lo tanto, no podemos concebir el apoyo del deporte de la misma forma. Pedimos, entonces, descentralización para atender realidades como la rural, que reviste una importancia capital.
Por otra parte, creemos que el apoyo del deporte se centra fundamentalmente en la generación de estímulos, que en la sociedad actual son muy poderosos. Hoy día nuestra sociedad es, quizás por otros rasgos, extremadamente concentrada en el desarrollo de las personas desde el punto de vista físico: ser delgado, estar en condiciones físicas aptas, es recomendado por los médicos. Por lo tanto, eso debe tener una valorización, y nosotros debemos incentivarla desde el punto de vista de los aportes de los privados. Y la forma de hacerlo dice relación a la apertura de mecanismos configurados por la vía tributaria.
El señor RÍOS ( Vicepresidente ).-
Ha concluido su tiempo, señor Senador.
El señor LARRAÍN.-
Termino en un minuto, señor Presidente.
Junto con estímular la generosidad del sector privado, es preciso apoyar también a éste en lo que hoy importa, esto es, en organización y transparencia. Lamentablemente, existen demasiados escándalos en las organizaciones deportivas. Los hemos visto con motivo de lo sucedido en el Comité Olímpico de Chile, y normalmente hay conflictos en el fútbol profesional. Son reflejos de dificultades organizativas, de problemas en la formación de los dirigentes deportivos, que, en mi opinión, cuya solución debe contar con un apoyo significativo de nuestra parte. Del mismo modo, es preciso que haya transparencia, porque la asignación de los recursos debe evitar que el deporte sea una fuente de corrupción.
Por último, deseo señalar que detrás de esta iniciativa hay mucha esperanza -la demora la ha aumentado aún más-, y tengo el temor de que no sepamos satisfacer lo que la gente espera de nosotros. Por lo tanto, pido que el Ejecutivo y el Senado trabajemos unidos, con la mayor rapidez posible, en crear un proyecto que permita al deporte -particularmente al amateur- contar con recursos en forma descentralizada, que recoja las distintas realidades del país, como la rural, sin burocracia, a fin de que efectivamente desde la comuna, desde la gente, desde las instituciones deportivas se pueda sacar adelante esta actividad tan importante para el progreso del país.
He dicho.
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