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El señor JEAME BARRUETO (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado señor Enrique Jaramillo.
El señor JARAMILLO.-
Señor Presidente, la concisa y breve, pero interpretativa relación del relator nos hace pensar que una de las situaciones más críticas por las que pasa un ser humano es la ruptura de la relación de pareja, porque lleva a la disgregación de la familia, fruto en parte de lo que somos: seres humanos, y de la falta de sentido de compasión. Vivimos una situación de desregulación perniciosa del quiebre matrimonial y de la ruptura de las parejas no casadas, hecho que afecta de manera directa a la mujer, al hombre y a sus hijos, quienes forman el núcleo más importante de la sociedad humana.
En Chile, ocurrida la separación de los padres -dice el relator-, uno de ellos tendrá el cuidado personal del o de los menores; por regla general, la tuición es compartida. El punto central es cómo regular efectivamente la mantención de la relación parental entre el padre o la madre y sus hijos, cuando están privados de su cuidado.
Esta materia no es sencilla, porque no se trata de un asunto material, sino de un sentimiento. Los valores de la justicia, la piedad, la compasión, el resguardo de los derechos, el interés superior de los niños y el pragmatismo, deben orientar las decisiones de los legisladores, de los jueces y de otros operadores del sistema jurídico.
¿Quién de nosotros no ha sufrido en forma directa o muy cercana este trauma familiar? Insisto, no es un tema fácil. Normalmente las madres tratan de supeditar el acceso del padre a los menores al pago oportuno de las pensiones alimenticias, las que se transforman en una suerte de verdadera moneda de cambio del contacto personal entre padres e hijos. Aun cuando no lo establece la ley, sabemos que así opera el sistema.
Con el avance de la sociedad y de la cultura de las naciones, hoy los padres están más conscientes de la necesidad de continuar con la relación afectiva de sus hijos menores. La paternidad, entonces, se ejerce de manera más integral.
Hace unas décadas lo común era que el padre o madre que abandonaba el hogar se olvidara de sus hijos, sin demandar el derecho a verlos y a relacionarse con ellos. Afortunadamente, en la práctica esto ha ido cambiando, aun cuando no las leyes que regulan la materia.
Hoy se necesitan leyes que reconozcan que las relaciones filiales son recíprocas e involucran a ambos progenitores, a lo cual no ha ayudado nuestra cultura judicial. En muchos casos, aún subsiste una suerte de gran prejuicio judicial, pues el padre es sancionado por abandonar el hogar o por la ruptura matrimonial.
El objetivo no es considerar el ser en este mal estado en que nuestra justicia aún lo sitúa. Por eso el proyecto que nos ocupa pretende establecer definitivamente que, salvo el interés superior del niño y la presencia, por ende, de causas graves justificantes, los progenitores tienen el derecho y la obligación de seguir vinculados a sus hijos, pese al término de la vida en común, que en un momento fue lo más anhelado por la pareja, que ilusionó sus vidas y los hizo creer en la felicidad.
Las proposiciones de la Comisión, en lo sustancial, mantienen el contenido del proyecto aprobado por la Cámara, aun cuando le introducen cambios formales importantes, como es la ubicación de las nuevas normas que garantizan los derechos de los padres y de los menores a la relación filial.
Al abordar esta materia se salvaguardan los derechos de los padres -hombres y mujeres-, porque están de por medio sus hijos; se crean las condiciones jurídicas para aminorar los impactos de las rupturas familiares y se generan mejores condiciones para una vida emocional sana y plena de ambas partes de la relación filial.
Por ello, anuncio mi voto afirmativo a la iniciativa, sin perjuicio de expresar mi interés en escuchar los puntos de vista que sobre esta materia propugnan los colegas de la Comisión de Familia, quienes, por supuesto, tienen un mayor nivel de conocimiento y experiencia al respecto.
Nadie puede ser indiferente a la aprobación del proyecto, porque no está lejano -a lo mejor muy cerca de cada uno de nosotros- el dolor del cual también formamos parte como legisladores. Con la aprobación de tan importante proyecto, también se aprueba algo de humanidad.
He dicho.
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