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El señor JEAME BARRUETO ( Presidente ).-
Tiene la palabra la diputada señora María Victoria Ovalle.
La señora OVALLE (doña María Victoria).-
Señor Presidente, estamos frente a un proyecto que, a mi juicio, no sólo es importante, sino difícil.
Nos han puesto en una disyuntiva, a mi modo de ver, complicada. ¿Qué queremos para nuestra juventud? ¿Cómo está hoy la juventud en nuestra sociedad? La juventud está liberada, rebelde. Vemos que cada vez consume más alcohol, que hasta consume droga. Entonces, para mí es muy importante la formación que debemos dar a los niños, desde pequeños, en los colegios, en las escuelas, en los liceos. Tenemos que enseñarles a obedecer, a ser disciplinados, a tener escala de valores. Eso se inculca.
En nuestra sociedad, los padres de familia deben saber muy claramente cuáles son las normas que imperan en los colegios en donde estudiarán sus hijos. Concuerdo con el diputado señor Dittborn en que las reglas deben estar claramente establecidas. Los niños deben obedecer y aprender esa disciplina. Si queremos tener una juventud que, después, asuma cargos de responsabilidad en nuestro país, para ello es necesario que haya cierta disciplina en el comportamiento y respeto hacia las ideas. Está muy bien que exista diversidad. Nadie quiere que haya discriminación. Ése es mi punto de vista. Estoy de acuerdo en que no se discrimine a la alumna embarazada o al discapacitado. Pero ¡dejémonos de cosas! Está de moda que los jóvenes usen el pelo largo, y, tal vez, pasó de moda que lo usen así; ahora está de moda el pelo rapado. Sin embargo, esto no es lo importante. Lo importante es que quizás ese niño que lleva hoy el pelo largo, que usa un aro en las narices, o lo que sea, esconda, a través de esta manifestación, su rebeldía, su mala conducta, su indisciplina. No se trata de que la mamá diga: “Ah, no; a mi niñito lo van discriminar o lo están castigando porque tiene el pelo largo o por su aspecto físico”, porque ésa no es la realidad. Tal vez a ese niño, que se comporta pésimo en la clase y es la manzana podrida, haya que sancionarlo.
Ése es mi punto de vista. Tengo serias dudas de que este proyecto se vaya a prestar para generalizar: “Que los niños hagan lo que quieran, que vivan la vida”. ¡No! El resultado no sería bueno. Con mis hijos, he sido mano dura.
Los niños a cierta edad aprenden, se connaturalizan con el deber de lo que tienen que hacer. Eso es bueno. Ya uno hizo, como apoderado, todo lo que debía hacer, y también el colegio. Las enseñanzas quedan, y cuando los niños maduran se acuerdan. Entonces, pueden pasar por cierta etapa en que la mano dura es imprescindible, y eso no significa discriminación.
Estoy por que no se discrimine en casos como los que ya dije. Pero en el aspecto físico, hoy, realmente son muy pocos los casos en que existe tanta falta de criterio como para discriminar.
Sí me preocupa que, tras un principio de no discriminación, se esconda algo que no es, y que ese niño, que es la manzana podrida del curso, por aplicación de este proyecto, no vaya a ser sancionado. Debemos tener muy claro lo que queremos para nuestra juventud.
He dicho.
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