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- rdf:value = " El señor VALDÉS .-
Señor Presidente , estimados colegas, ya se expresó la voz de nuestra bancada, pero quiero agregar la mía como amigo de Manuel Bustos , quien me dio su confianza y me honró con un afecto que fue compartido.
Deseo expresar, particularmente a Myriam y a su familia, lo que significó para muchos el apoyo de un hombre de tan recia dignidad, tanta fuerza de carácter y tan nobles sentimientos como fue Manuel.
Fuimos amigos y compañeros en momentos muy difíciles. Juntos estuvimos en la cárcel, donde uno se encuentra con las virtudes puras de las personas, porque no hay oportunidad de mostrar los defectos. Juntos marchamos en numerosas oportunidades e hicimos muchas proclamaciones. Me correspondió ayudarlo cuando fue expulsado de su patria como un "paquete" -al igual que Jaime Castillo, Renán Fuentealba y tantos otros-, sin pasaporte y sin ropa. Hablé con uno de los mayores intelectuales de Brasil, Helio Yaguaribe , con el objeto de que fuera a recibirlo al aeropuerto de Río de Janeiro -donde debía bajar pues hasta ahí llegaba su pasaje- y le diera algunos dólares para subsistir. Lo vi después cuando estaba exiliado en Roma, donde en muy poco tiempo adquirió una relevancia y respetabilidad generalmente reconocidas.
Fue un hombre que también sufrió posteriormente, y lo comprendí y apoyé dentro de mis posibilidades, porque incluso en nuestro Partido encontró incomprensiones, debido a las circunstancias que ha relatado el Honorable colega señor Ruiz : la formación de las fuerzas sociales de los partidos para enfrentar la futura democracia.
Quiero destacar particularmente un aspecto, porque su vida pública ha sido bien narrada. A mi juicio, él, así como el Cardenal Silva Henríquez , representa valores del más alto nivel que Chile puede expresar. Ambos, hombres del campo, de la tierra. El Cardenal tuvo la posibilidad de asistir a una universidad, recibirse de abogado, ser nombrado obispo y cardenal, pero en lo íntimo sus condiciones eran muy parecidas a las de Manuel Bustos: hijo de campesinos. Éste siempre relataba que aprendió muchas cosas en el servicio militar, porque su origen era modesto y provenía de una tierra muy alejada. Realizó tareas humildes y sencillas en el campo, pero mantuvo algo que el Cardenal también poseía: fuerza, energía, claridad; típicas condiciones del hombre de campo: echado hacia atrás, mirada directa, enojos súbitos, pero que siempre terminaban en sonrisas.
Era un hombre alegre, bueno, superior. No le importaba carecer de medios: vivía alegre con la vida, incluso en la privación más absoluta de la celda. Vivía de ser chileno, de ese chileno que es la mejor expresión de nuestra tierra: el que nace y vive en la fragancia de las flores, de los sembrados, a la espera de la primavera y de la simiente que brotará. Manuel fue un hombre admirable. Hasta el último momento mantuvo esa fuerza de pisar fuerte, de andar derecho, de no tenerle miedo a nadie. Ésas son características chilenas que Manuel Bustos exhibió durante toda su vida, en lo privado y en lo público, porque nunca se asustó ante nadie, y siempre tuvo una sonrisa para todos.
Rindo hoy el homenaje de un amigo, de quien vio en él a un líder, un conductor y un hombre admirable.
--(Aplausos).
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