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La señora PÉREZ (doña Lily).-
Señor Presidente, a mi juicio, se trata de modificaciones a un proyecto que tiene distintos alcances. Pero, más allá de las coyunturas y coincidencias que hoy nos mueven a considerar este proyecto con interés, es necesario manifestar que, más que con un hecho circunstancial, tiene que ver con un derecho esencial del ser humano, en particular de las mujeres. En Chile, más de 500 mil mujeres ejercen la ocupación de empleadas de casa particular; es decir, más de medio millón de mujeres desarrollan esta actividad.
Más allá de analizar la forma en que esta iniciativa puede afectar a cada uno en forma individual, lo que importa es no dar señales contradictorias entre nuestro discurso público y las conductas privadas. Digo esto porque ese discurso, que cruza a todos los partidos políticos, se refiere a la maternidad como un derecho natural de la mujer. Por lo tanto, no veo por qué hay que diferenciar la de una mujer que trabaja como empleada en una casa particular y la de cualquiera otra que desarrolla una actividad distinta y tiene resguardados sus derechos laborales.
De manera que si bien es cierto que este proyecto pudo ser objeto de alguna crítica en el Senado respecto de su gestación, viene a homologar los derechos laborales de las mujeres y los fueros laboral y maternal hacia el futuro, lo que considero de toda justicia.
En la actualidad, es importante la discriminación que afecta a la mujer. Quiero dar sólo dos cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, correspondientes a 1993: en Chile, sólo el 13 por ciento de las mujeres con más de dos hijos encuentra un trabajo que las satisfaga plenamente, en tanto que el 62 por ciento restante no tiene posibilidades de conseguirlo.
Estas cifras nos dan gran claridad respecto de esta materia, porque eso quiere decir que mientras, por un lado, el discurso público señala que hay que proteger la maternidad y otorgar beneficios y facilidades a las mujeres que son madres, por otro, hay un castigo social y laboral para un sector de las que deciden tener más de dos hijos.
Creo que a las trabajadoras de casa particular deberíamos rendirles un homenaje en la Cámara. ¿Cuántas mujeres que somos diputadas y que laboramos fuera de nuestro hogar podemos hacerlo gracias a la ayuda de otras mujeres que se quedan en nuestros hogares? Me parece que eso es algo digno de destacar, porque es un problema que vivimos a diario: las situaciones hogareñas, que es importante atender. Sin la ayuda de otras mujeres, que permanecen en nuestro hogar, probablemente no podríamos tener nuestra mente y nuestro corazón puestos aquí, para legislar en beneficio de todos los chilenos. Éste no es un asunto político, sino, más bien, una cuestión de derechos.
Así como mencioné las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, quiero señalar que el mayor número de denuncias formuladas ante las inspecciones del trabajo -también han sido publicadas- es por falta o incumplimiento de contrato de las trabajadoras de casa particular. Cuando uno revisa a cuántas de estas mujeres se les impone por lo que realmente ganan, se da cuenta de que a muy pocas; en general, se les impone por el salario mínimo, lo que origina que su jubilación y el tramo relativo a la salud sean muy bajos o míseros en relación con lo que realmente deberían recibir.
Entonces, ¿qué porcentaje de los empleadores les impone a estas trabajadoras de casa particular por lo que realmente ganan? Es un pregunta que hay que hacerse en conciencia, porque aquí no debemos legislar para que existan o no estas trabajadoras; lo que debemos hacer es velar por un derecho natural de las mujeres, cual es asumir su maternidad. ¿Por qué vamos a negar a esa mujer la posibilidad de tener un hijo y de que se proteja su derecho de volver al trabajo? Me parece que eso es resguardar los derechos naturales de las personas y, sobre todo, los de las mujeres.
Hubo otras soluciones muy buenas, como la que propuso en la Comisión de Trabajo el Diputado de nuestro partido, señor Haroldo Fossa. Las cosas podrían haber salido mejor, pero, a mi juicio, hay principios que cautelar: el derecho de todas las mujeres a tener una maternidad tranquila y la posibilidad de volver a un trabajo que le dé estabilidad laboral.
Por lo tanto, votaré favorablemente las modificaciones del Senado.
He dicho.
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