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El señor MONTES ( Presidente ).-
Tiene la palabra el diputado señor Aníbal Pérez, quien rendirá el homenaje en nombre del Partido por la Democracia.
El señor PÉREZ, don Aníbal (de pie).-
En primer lugar, un saludo muy especial a las dos mujeres bomberos que se encuentran en las tribunas en esta oportunidad.
Señor Presidente de la Corporación, estimados diputadas y diputados, señores miembros de la Junta Nacional del Cuerpo de Bomberos, autoridades bomberiles, voluntarios:
Es quizás una constante en nuestro país decir, cada vez que nos encontramos ante situaciones de desgracia, que nuestro corazón de país crece, que se agiganta el ser solidario y colectivo, y que renace aquella parte del alma nacional que se declara amiga del que sufre y apoyo del que se encuentra inmerso en la tragedia. Esta constante la hacemos efectiva en cientos de corporaciones de beneficencia y de solidaridad en el país. Sin embargo, hay una institución -y tal vez sólo una- que ha logrado perpetuar, en un tiempo casi tan largo como el de la existencia de la República, aquellos valores que nos han hecho tan queridos y creíbles en el concierto internacional, que nos muestran como un pueblo amable, solidario, valiente y democrático: el Cuerpo de Bomberos de Chile.
No quisiera desviarme, en este espacio de que dispongo, en descripciones históricas, ni en recordar a tantos héroes civiles anónimos de la institución, que casi nunca recordamos en las efemérides nacionales; tampoco desearía caer en la tentación irresistible de recorrer el anecdotario de los grandes hombres y nombres que ilustran las páginas de la historia patria, que forjaron el alma y el espíritu de servicio público entre las noches de guardia y los llamados convocantes de la sirena del cuartel. Simplemente, quiero acercarme a la hermandad que significa pertenecer a una institución como aquella en la cual soy voluntario honorario, distinción que agradezco al Cuerpo de Bomberos, la Primera Compañía de Bomberos de Rancagua , donde he encontrado y aprendido el sentido de la generosidad y de la solidaridad, la que, obviamente, no se expresa a través de la simple dádiva o palabra de consuelo, sino, muy por el contrario, a través de una convicción de vida dedicada al servicio por medio de la acción, de la entrega y del ejemplo.
Ser bombero es un honor, es adquirir una condición que nos coloca no por sobre, sino en el lugar de los demás. Es una situación que nos indica que somos parte de una comunidad a la cual debemos contribuir con nuestro servicio y a la que nos debemos como parte de este ente colectivo que llamamos sociedad organizada.
Ser bombero implica, por sobre todo, amor al prójimo, desear la vida por sobre la muerte, tender la mano sin esperar recompensa; simplemente, estar donde nos necesitan y no esperar nada en respuesta, sino sólo el privilegio de haber servido a quien sin conocer, sin hacer distingo de razas, edad, sexo, condición o situación, se encontraba en estado de necesidad. Ser bombero significa, a mi entender, ser un ciudadano comprometido con la ciudad, con sus habitantes y con la humanidad, como eje central de nuestra opción.
Cuando existe una institución que se ha ido modernizando con los tiempos; cuando en ella los de abajo, los del medio y los de arriba son voluntarios; cuando ésta funciona y presta servicios a la comunidad igual o mejor que organismos o funcionarios públicos; cuando desde el comienzo ha elegido democráticamente a sus autoridades, las cuales han gozado de prestigio desde su nacimiento hasta hoy, y cuando el sistema funciona por casi 150 años, podemos decir, simplemente, que el Cuerpo de Bomberos de Chile es una organización ejemplar, única en su género en el mundo, un orgullo para nuestra nación. Sí, señor Presidente , un orgullo para el país, por cuanto no existe ninguna otra organización laica, civil y democrática en Chile que haya sido capaz de lograr lo que han conseguido nuestros bomberos, que se organizan y son autoridades en los pueblos y comunidades; amigos y hermanos en la desgracia; la imagen, ayuda y socorro en momentos de indefensión, y constituyen en absoluto la civilidad organizada en pos de la nada y en busca del todo.
Más allá de este merecido homenaje, pleno de sentimiento y de palabras hermosas hacia nuestro querido y respetado Cuerpo de Bomberos, es necesario lograr -como se dijo, es un desafío para el país y para los parlamentarios- un mayor aporte nacional para solventar sus necesidades.
El Cuerpo de Bomberos en nuestro país es un cuerpo de paz, de trabajo y de generosidad, al igual como lo son nuestros profesores u otras personas que cumplen una función loable; la diferencia radica en que los bomberos son voluntarios.
Nuestra ciudad ha crecido; el espacio ya no es el mismo de hace 50 ó 100 años. Nuestros bomberos ya no sólo apagan incendios; acuden, además, a prestar ayuda en accidentes de tránsito, salvan situaciones de contaminación, relevan a la policía en casos excepcionales, etcétera. Todo ello lo realizan voluntarios sin previsión ni seguros, sin resguardos ante clínicas privadas que nos los reciben en casos de urgencia y, lo más importante, sin que se les reconozca, sino en pequeñas cantidades de dineros públicos, el verdadero servicio que prestan a la comunidad.
Hoy, el gasto de las fuerzas encargadas de la seguridad exterior del país es varias centenas de veces superior al de los bomberos.
No hay personas jubiladas por ser bomberos, salvo algunas que reciben pensiones de gracia; no existe ningún bombero declarado héroe nacional, sólo mártires y pocos; ningún carrobomba es recordado como un barco de guerra o custodiado como monumento nacional.
Existe sí, el Cuerpo de Bomberos levantando la frente como ejemplo vivo del espíritu nacional y señalando que estamos presentes, que vivimos en la nación y, por sobre todo, que nos mantendremos como una institución solidaria, democrática y voluntaria.
He dicho.
(Aplausos).
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