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El señor MONTES (Presidente).-
Con la venia de la Sala, tiene la palabra el diputado señor Ojeda.
El señor OJEDA (de pie).-
Señor Presidente , quiero rendir homenaje al Cuerpo de Bomberos de Chile.
Saludo al presidente de la Junta Nacional del Cuerpo de Bomberos , señor Octavio Hinzpeter Blumsack y, en forma muy especial, al superintendente del Cuerpo de Bomberos de Osorno , mi provincia, señor Rafael Kauak Aleuanli , a quienes pido que se les transcriba el presente discurso.
Rindo este homenaje a la institución, a los hombres que la conforman, como un reconocimiento más a su labor, que es historia, que es tradición, que va más allá de la importancia de estas palabras, que trascienden estas paredes; de estas expresiones que, posiblemente, no son capaces de describir en plenitud a este benemérito Cuerpo de Caballeros del Fuego. Una institución que es un ejemplo. Hombres que son emblemas, que combaten el fuego y ofrendan sus vidas, arriesgándolas y exponiéndolas en cada acción y en cada siniestro, sin importar el peligro y las consecuencias.
El Cuerpo de Bomberos, como las grandes creaciones, producto de la imaginación y de los requerimientos de las necesidades humanas, surge después de grandes acontecimientos, tristes, dolorosos y trágicos que lo justifican y lo exigen; en este caso, de una catástrofe, de un hecho que destruye y amenaza destruir lo que somos, lo que hemos hecho. Nace después del gran incendio en Valparaíso, un 30 de junio de 1851. Sus fundamentos y su ideario son de virtudes, de valores y de buenos principios: combatir el fuego, proteger y salvar a las personas y sus bienes, a través de actos de arrojo, de heroísmo y solidaridad, y cuyos integrantes tienen como actitud común que los caracteriza, que los enorgullece, el ser voluntarios. Es un acto humanamente vital como elemento básico en su relación con la institución y la sociedad, la lealtad, la autonomía en su actuar, la disciplina y la uniformidad de las acciones. Se entregan sin esperar, con una predisposición desinteresada en el desenvolvimiento de grandes y superiores tareas.
El Cuerpo de Bomberos de Chile es una institución noble y loable de acción común. Su evolución la ha enriquecido y alimentado con otros atributos, otros dones y otras denominaciones, abarcando otras áreas y otros riesgos que el progreso técnico, científico, industrial y social le imponen, circunstancias que fueron realzadas y analizadas a mediados de 1995, cuando se produjo la gran crisis financiera, que esta honorable Cámara de Diputados contribuyó a superar.
En efecto, Bomberos debe ser considerado como un servicio de emergencia, que responde a una amplia gama de siniestros, ya que su origen se encuentra en la naturaleza: inundaciones, aluviones, terremotos, huracanes, erupciones volcánicas, etcétera, o en la acción u omisión del hombre, como los incendios, accidentes del tránsito, derrumbes, derrame de sustancias peligrosas, etcétera.
No sólo en el fuego está el llamado para su acción, aunque aquél es fundamental, continuo y permanente, el motivo de su existencia. El fuego es maravilloso, el fuego es luz, es energía. Las fallas de Valencia que destruyen con el fuego muñecos o “ninots” de tamaño natural, los fuegos de artificio son una fantasía; el fuego es nuestro sol y nuestro cuerpo, que ilumina nuestra mente y enciende nuestro espíritu, pero aquellos no dañan, ni destruyen, ni lesionan; aportan, crean. Es el fuego incontrolado, el destructor que está por el lado del mal, el que quema, el que debe combatirse.
Las grandes transformaciones, el incesante y enorme proceso de urbanización, el crecimiento por extensión que significa abarcar nuevos barrios ubicados en la periferia de la ciudad tradicional y el crecimiento por densificación, por el aumento de edificios en altura, unido al proceso de industrialización y desarrollo económico, que produce cambios en la naturaleza del riesgo, con la creación de la industria moderna de riesgosas fuentes de energía, con productos químicos, que al quedar fuera del control pueden producir catástrofes, son nuevas exigencias para Bomberos de Chile, que pudiendo haber debilitado su quehacer, al contrario, han fortalecido su acción, porque se ha empinado por sobre fuerzas y energías, por sobre nuevos desafíos, por sobre nuevas amenazas, creciendo como institución, con más cuarteles, más voluntarios y mayor reconocimiento ciudadano.
Hay 279 cuerpos de bomberos, 1.053 compañías y 35 mil voluntarios. Hoy, Bomberos constituye también un ente colaborador de las acciones del Estado. Podríamos decir que el Estado se vale de la acción de Bomberos, descansando en este tipo de acciones, en la protección y amparo de los bienes y de las personas, de su seguridad y garantías. Y el Estado, por supuesto, ahorra millones de pesos, al no pagar salarios ni otros derechos. Se habla de que ahorra 50 millones de dólares, cantidad que tendría que gastar por un Cuerpo de Bomberos remunerado con sólo 800 personas. La ciudad de Barcelona destina 25 millones de dólares a estas entidades; en París, el Estado les entrega 240 dólares por habitante; en Chile, hace tres o cuatro años, sólo 200 pesos por habitante.
El Estado comprende también que Bomberos es un cuerpo intermedio al que debe proteger, como lo dice el artículo 1º de la Constitución Política de la República. Y su deber, en la protección y ayuda, es entregar a Bomberos los recursos necesarios para el cumplimiento de sus nobles propósitos, y es así como entrega hoy fondos, aunque no suficientes, pero que contribuyen a potenciar sus tareas.
Exigimos una política permanente y dinámica que se adapte a las crecientes necesidades y responsabilidades de seguridad pública. No queremos que Bomberos viva de la mera voluntad de la gente, de la caridad y de la benevolencia, sino de lo que le corresponde realmente como ente que beneficia, como órgano garantizador de la tranquilidad y seguridad públicas. Exitosa tarea la nuestra cuando debemos representar su necesidad de ayuda del Estado.
Un incendio no se apaga con los carros que faltan, sino con los que existen. Mientras más implementación haya, mayor será su eficiencia ante los siniestros que combaten. Y así como un foco debe ser controlado en tiempo breve, la continuidad en sofocarlo debe ser también de inmediato.
“Cuando llegamos a un incendio -nos dicen los bomberos-, no sabemos con qué nos encontraremos. Sólo sabemos que hay un foco o un incendio”.
Los cambios sociales también han influido en Bomberos, porque desde sus orígenes y durante mucho tiempo estuvieron integrados por una aristocracia progresista, formada por inmigrantes y sus hijos, que cubrían con aportes personales las necesidades de sus compañías.
En nuestros días, especialmente en las localidades menores, los bomberos son hombres de clase media: funcionarios públicos, profesionales, empleados, pequeños empresarios, profesores, etcétera. En muchos lugares se les unen los trabajadores de la zona, como obreros agrícolas, pescadores, artesanos o pequeños mineros. En las ciudades mayores, se incorporan estudiantes que, aunque provengan de familias acomodadas, carecen de recursos.
Bomberos es una institución útil, es como un símbolo, pero también objeto de alabanza, de poesía y música.
Un lector escribía a un diario de una ciudad sureña, agradeciendo al hermano bombero, y decía textualmente: “Hace algunas noches, cuando mi esposa y mis hermanos, nos encontrábamos cercados por las llamas y con una humareda impenetrable, y ni siquiera podíamos salir a la calle, donde la situación era aún más grave, apareciste tú. ¡Mi familia y yo, sabemos que Dios te envió a ti, a salvarnos! Apareciste tú y varios otros hermanos de tu calidad y nos sacaron del rincón donde acurrucados, rezando, esperábamos lo peor. Recién hoy puedo preguntarme ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué arriesgaste tu vida, por salvar la mía y la de los míos? ¿Acaso no tienes madre, esposa o hijos que te necesitan? ¿Qué te hace, bombero, interrumpir tu sueño y tu descanso para trabajar toda la noche para ayudar a los desvalidos que, en esos momentos, sólo te tienen a ti? ¿Qué recompensa hay tras tanto sacrificio y peligro? ¡Para ser como eres, hay que nacer especial! ¡Tiene Dios que haber puesto en tu alma, algo de lo que puso en su hijo, Jesús ! Después de lo que hiciste por nosotros, mi familia y yo, sólo podemos agradecerte tus intenciones. Estamos rogando a Dios que proteja tu vida, que te libre de accidentes, en el peligroso actuar que te ha fijado tu espíritu superior. ¡Y sólo tengo una forma de darte las gracias! ¡Invoco al Padre , al Hijo y al Espíritu Santo, para que cuide de ti y de los tuyos, ahora y siempre! ¡Y, por favor, permíteme llamarte “herma-no”!”
He dicho.
(Aplausos).
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