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- rdf:value = " CONVENIO DE OIT SOBRE LIBERTAD SINDICAL Y PROTECCIÓN DE DERECHO A SINDICACIÓN
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Proyecto de acuerdo de la Cámara que aprueba el Convenio Nº 87, de la Organización Internacional del Trabajo, sobre libertad sindical y la protección del derecho a sindicación, con informe de las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Trabajo y Previsión Social, unidas.
Este proyecto de acuerdo, tal como las iniciativas ya aprobadas, fue discutido y, por encontrarse su votación aplazada, sólo corresponde llevarla a efecto.
--Los antecedentes sobre el proyecto (2138-10) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de acuerdo:
En segundo trámite, sesión 4ª, en 10 de junio de 1998.
Informe de Comisión:
Relaciones Exteriores y Trabajo, unidas, sesión 2ª, en 20 de octubre de 1998.
Discusión:
Sesión 2ª, en 20 de octubre de 1998 (queda aplazada la votación).
El señor PÉREZ.-
Señor Presidente , solicito votación nominal para este proyecto.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).
¿No hay problema para ello, señor Senador.
En votación.
El señor PRAT.-
Señor Presidente, ¿no va a haber debate sobre este proyecto?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
No, señor Senador, porque, como dije, la discusión está agotada y fue aplazada la votación.
El señor PRAT.-
¿Podría votar primero, debido a que tengo que retirarme?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
¿Habría acuerdo en tal sentido?
Acordado.
En votación.
--(Durante la votación).
El señor PRAT.-
Señor Presidente , el proyecto tiene informe negativo de las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Trabajo y Previsión Social, unidas, por considerar ellas que si bien estos convenios no parecen, atendida su letra, disentir de nuestra legislación interna, en la jurisprudencia generada en torno a ellos en la Organización Internacional del Trabajo sí se ha producido, en cambio, una interpretación que choca con nuestra legislación. Este antecedente debe tenerse en cuenta no sólo respecto del Convenio Nº 87, sino también respecto de los otros que serán sometidos a la consideración de la Sala.
Como decía, del texto propiamente tal no se advierte discrepancia con nuestra legislación interna, pero sí la hay en los casos planteados en las Comisiones de la Organización Internacional del Trabajo, lo cual nos lleva a pensar que convenios de esta naturaleza provocan inflexibilidades en nuestra legislación laboral y son fuente de conflictos futuros. Cabe señalar que este Convenio Nº 87 no fue firmado, por ejemplo, por Estados Unidos de América, país que para nosotros, dado que tenemos nuestras monedas prácticamente atadas, es determinante en cuanto a las relaciones de competitividad. El someternos a regulaciones que puedan dañar nuestra competitividad es de extrema gravedad para efectos de nuestra capacidad de competir, en especial cuando nuestro principal socio comercial, y fundamental en las relaciones de comercio exterior a través del tipo de cambio, no se ha amarrado a esos Convenios y se ha abstenido de firmarlos.
Este proyecto de acuerdo fue elaborado hace muchos años. Sin embargo, hasta ahora Chile no lo había considerado para su firma. Brasil es otro país que tampoco lo ha hecho, y ante el argumento que se nos ha planteado de que nuestras relaciones con la Comunidad Europea podrían verse dañadas por no firmar este tipo de convenios, cabe señalar que el principal país de América Latina, y preponderante en las relaciones de este continente con Europa, tampoco ha firmado el Convenio que nos ocupa.
Los hechos ocurridos en estos quince días aconsejan ser muy cuidadosos con la firma de disposiciones que nos aten y que puedan constituirse en fuente de conflictos en el futuro en lo referente a convenios de orden internacional. Hoy día vemos que la política nacional se maneja en Londres, y basta ver la televisión para comprobarlo. No quisiéramos que la política laboral se resolviera en Ginebra, a distancia de la realidad laboral chilena y de la conveniencia del país respecto de estas materias.
Por eso, votaré en contra de éste y de los otros proyectos de acuerdo.
El señor BITAR.-
Señor Presidente , quiero argumentar en favor de estos proyectos de acuerdo, en la línea de lo que hemos venido discutiendo en el Senado, teniendo en consideración, en primer lugar, que se trata de una legislación que se ha desarrollado ya en nuestro país sobre libertad sindical, protección al derecho a sindicación, negociación colectiva, abolición del trabajo forzoso -sería extraño que algún señor Senador votara en contra en este último aspecto-, edad mínima de admisión al empleo, materias correspondientes a textos que han venido analizándose en los últimos años a nivel internacional, en los distintos países, en la OIT, y que cuentan con el amplio respaldo de muchos países.
En segundo lugar, todas estas materias coinciden con nuestra legislación nacional y, por tanto, no hay contradicciones. Es una afirmación de principios generales, de equilibrio en las relaciones de trabajo en la sociedad contemporánea.
Quiero señalar, además, que desde el punto de vista de los intereses del país, la tendencia mundial en la Unión Europea, en los Estados Unidos, en las negociaciones que se puedan realizar a nivel de la comunidad americana, en fin, apunta en la dirección de contar con cierta legislación básica. En caso contrario, también esto puede generar dificultades en nuestras propias negociaciones internacionales en cuanto a que Chile no cumpliera con las normativas del caso, lo cual no es así, pues nuestro país respeta sus compromisos De manera que, desde el punto de vista de los acuerdos comerciales, se trata también de un paso indispensable.
En seguida, deseo expresar que una de las objeciones que en un momento formularon algunos Senadores de Oposición fue la de que, en alguna medida, esto pudiera afectar las autonomías relativas y las normas atinentes a la Policía y las Fuerzas Armadas. Esta inquietud fue despejada tanto por el Gobierno como en los debates que tuvimos acá, en los cuales estos textos fueron explicados en el sentido de que sus normas no abarcan materias de esa naturaleza, las que se rigen por las legislaciones nacionales, y la nuestra es bastante clara.
En términos de la competitividad, toda la evolución moderna del pensamiento económico apunta a que ella en ningún caso es mejor cuando la gente se encuentra más desprotegida, cuando los trabajadores están desorganizados; al contrario, en esas sociedades la competitividad es más baja. Nuestro avance -según lo demuestran las economías desarrolladas- debe ser en el siguiente sentido: a mayor equidad, mayor participación, mayor competitividad; a mayor equilibrio, mayor competitividad; a mayor innovación organizada dentro de la empresa, mayor competitividad.
Por tanto, en esta línea, no sólo es bueno para nuestras negociaciones internacionales; también es indispensable para la competitividad de la economía.
Ahora, nosotros no nos atamos. Son realidades. Estamos en una economía global. Debemos negociar con otros países. Cuando la Bolsa de Nueva York oscila y afecta a nuestra Bolsa, hay una vinculación realista que tenemos que entender. No existe independencia en materia económica mundial, como lo hemos visto con la crisis asiática. De modo que la inserción en el mundo en lo económico y en lo social es una necesidad para la modernización de Chile.
Por último, quiero destacar el hecho de que por primera vez tendremos el honor de que sea Director de la OIT un chileno, quien está alcanzando las más altas posiciones que nuestro país ha tenido.
Creo, entonces, que Chile debe responder a su prestigio internacional observando los tratados internacionales existentes en materia de protección a los trabajadores. Y éste es otro argumento muy importante que nos impulsa, como Parlamentarios de la Concertación -esperamos que motive también a otros Senadores-, a movernos en la dirección de una economía global con protección de los derechos laborales. No se puede liberalizar sólo el capital y dejar de establecer ciertas normas de regulación a las formas de trabajo más equilibradas y que -como digo- no afectan ni contradicen la legislación vigente. Éste es un camino de modernización, un camino de equidad y un camino para el desarrollo con justicia social. Y nos parece indispensable que ello también quede expresado en estos instrumentos.
Por lo tanto, votaremos a favor de todos estos Convenios de la OIT en materia de protección de los derechos de los trabajadores.
Voto que sí.
El señor BOENINGER.-
Señor Presidente , despejada la duda planteada respecto a las Fuerzas Armadas y entendiendo que sindicación y protección no tienen por qué identificarse con rigidez de las normas laborales ni con atentados a la competitividad, voto que sí.
El señor CANESSA.-
Señor Presidente , el señor Ministro del Trabajo y Previsión Social señaló ante las Comisiones de esta Corporación que estudiaron este asunto cuál es la intención de esta iniciativa. A su juicio, el ánimo del Gobierno es simplemente recoger una vieja aspiración de los trabajadores chilenos, siguiendo adelante con la reinserción internacional del país. En mi opinión, eso no basta para justificar la ratificación de este Convenio internacional.
La aprobación de éste y otros Convenios de la Organización Internacional del Trabajo sólo tendrá sentido si resulta capaz de justificarse al menos en tres planos: primero, respecto a la limitación de la soberanía nacional que implica cualquier acuerdo de esta naturaleza; segundo, en cuanto a la compatibilidad de sus normas con las disposiciones constitucionales y simplemente legales de nuestro ordenamiento jurídico; y finalmente, en relación al mérito de su contenido.
En el presente caso, tratándose de un Convenio adoptado por la OIT en 1948, resulta evidente que nuestro país ha podido desplegar su actividad productiva sin necesidad de limitar su soberanía en este terreno. Las dos economías más relevantes del continente, Estados Unidos de América y Brasil, tampoco han estimado oportuno ratificarlo.
Sería conveniente indagar cuáles son las motivaciones que impulsan esa visión, que ya no pone el acento en la propia nación como fundamento, objetivo y medio de la actividad política, sino que más bien delega en una abstracción -sea ella la comunidad internacional o una formación ideológica de partidos políticos que trasciende las fronteras- las responsabilidades inherentes a la conducción del Estado.
No es éste el momento para acometer dicha tarea. Pero algún día habrá que ocuparse del asunto, porque no se trata de una curiosidad simplemente académica o psicológica. Muy por el contrario, son el interés nacional y el destino de la patria lo que está en juego.
En ese orden de consideraciones, no existe razón alguna que justifique ratificar este Convenio.
Lo anterior se da la mano con el segundo nivel de análisis que acabo de indicar, esto es, de compatibilidad con el ordenamiento jurídico de Chile. En efecto, su contenido ya fue desarrollado por la legislación nacional, incluso consagrando el derecho a sindicación con rango constitucional en el número 19º del artículo 19 de la Carta Fundamental. A su vez, los artículos 221 y siguientes del Código del Trabajo; la ley Nº 19.296, y el decreto ley Nº 2.759 regulan, respectivamente, la existencia de los sindicatos de trabajadores, las asociaciones de funcionarios de la Administración del Estado y las asociaciones gremiales.
Fluye de lo anterior que tampoco se justifica la ratificación de este Convenio dado que su contenido ya fue recogido en la legislación nacional.
Por último, en el tercer nivel del análisis, es decir, en el concreto mérito que pueda tener la ratificación de este instrumento internacional, aparece un inconveniente difícil de soslayar. Esta dificultad consiste en la incorporación de un eventual derecho a sindicación por parte del personal de las Fuerzas Armadas y de Carabineros.
Se me objetará que el Convenio en estudio sólo dice que la legislación nacional determinará "hasta qué punto" son aplicables sus normas a las Instituciones recién señaladas. Pero todos los presentes, al parecer, están de acuerdo en la inconveniencia que para la efectividad del empleo de dichas Fuerzas supone la pertenencia de sus efectivos a un sindicato. Las exigencias propias de la jerarquía y disciplina no se avienen con las finalidades y métodos propios de la actividad sindical.
Con todo, el acuerdo llega exactamente hasta ese punto, porque, al menos en la interpretación dominante, decir "hasta cierto punto" significa que esa realidad, en cuanto tal, ya existe. Quiero decir con esto que, desde el punto de vista lógico, la expresión "hasta qué punto" no es equivalente a cero.
Sinceramente, no entiendo cuál es el afán de inventarse un futuro problema en una materia tan delicada como la organización del personal militar.
De otra parte, es sabido que en el derecho a la sindicación va envuelta la posibilidad de recurrir a la huelga como herramienta de presión para alcanzar reivindicaciones laborales. En este aspecto surge una cuestión de constitucionalidad que será necesario plantear en su momento, pues el número 16º del artículo 19 de la Carta Fundamental prohíbe, entre otros, a los funcionarios del Estado declararse en huelga. Militares y Carabineros forman parte de la Administración Pública. De manera que, en este sentido, el Convenio tropieza con un escollo a primera vista insuperable.
En suma, desde el punto de vista de la soberanía nacional, como del jurídico y del simplemente práctico, no se advierte qué podrían ganar los trabajadores y empleadores de nuestro país con la ratificación de este Convenio.
Por lo expuesto, voto que no.
El señor CANTERO.-
Señor Presidente , Chile respeta el espíritu y el sentido de este proyecto de acuerdo, y no va a la zaga en materia de protección de los derechos laborales.
Se entiende que la globalización establece criterios en lo laboral y social, y que debe buscarse efectivamente aumentar, en la medida de lo posible, la protección en esos ámbitos.
Sin embargo, creo que las rigideces e inflexibilidades que en ocasiones contienen estos acuerdos generan en los países complicaciones absolutamente artificiales. Nadie puede negar -y hago expresa mención de esto porque no faltan quienes pretenden caricaturizar estas situaciones diciendo que aquellos que no aprueban estos instrumentos están en contra de los trabajadores (esta conducta ha sido habitual)- que hay países con una larga historia en materia de protección de los derechos de los trabajadores y del impulso a la libertad de asociación y que, sin embargo, no han ratificado estos acuerdos.
Por lo tanto, no estimo pertinente en esta ocasión aprobar el proyecto sometido a nuestro conocimiento, por la serie de rigideces e inflexibilidades que se han mencionado.
Voto que no.
El señor CHADWICK .-
Señor Presidente , el Convenio Nº 87 de la OIT no contiene disposiciones que contradigan la legislación chilena; tanto en nuestro orden constitucional como en el jurídico, sus principios fundamentales en materia de sindicación y protección de los derechos trabajadores ya están incorporados.
Sin embargo, hay dos preceptos que me preocupan en cuanto a su interpretación y alcance. Uno es el artículo 2, que establece el derecho de constituir organizaciones sindicales y pertenecer a ellas prácticamente sin requisitos ni condiciones. En una interpretación estricta de la referida norma, eso no se aviene con nuestro ordenamiento jurídico en materia laboral, porque, obviamente, atenta contra lo dispuesto por el artículo 212 del Código del Trabajo, donde se consignan requisitos y condiciones para la formación de una organización sindical y la pertenencia a ella.
También me inquieta el artículo 9 -algunos señores Senadores ya han hecho referencia a él-, en lo relacionado con la formación de organizaciones sindicales al interior de las Fuerzas Armadas.
Representantes del Gobierno y otros personeros dieron en la Comisión distintos argumentos para sostener que el citado precepto no envuelve la posibilidad de consagrar en nuestro ordenamiento jurídico el derecho del personal de los Institutos Armados a sindicarse.
El artículo 9, al consignar la expresión "hasta qué punto", señala una situación progresiva. Obviamente, al interpretarse, puede entenderse que dichos términos conllevan un efecto gradual, pero que no es factible prohibirlo, porque en la medida en que se estableciera una prohibición se estaría contrariando dicha norma.
Empero, el problema más serio que genera el Convenio Nº 87 proviene, no de su texto, sino fundamentalmente de la jurisprudencia que la OIT ha venido desarrollando respecto de ese instrumento a través de su Comité de Libertad Sindical, que ha emitido pronunciamientos contrarios a nuestra legislación interna, por cuanto, a raíz de este Convenio, se ha hecho extensivo todo lo que dice relación al derecho a huelga. Pero no existe en la Organización Internacional del Trabajo instrumento alguno que reglamente aquello; y de haberlo, debiera ser visto por el Parlamento.
Por la vía de la aplicación jurisprudencial, a través de dicho Comité, por ejemplo, se ha hecho extensivo el derecho de huelga al sector público, lo que contraría abiertamente nuestra Constitución.
Al mismo tiempo, se ha señalado que el derecho de huelga debe extenderse a la solución de problemas sobre cuestiones políticas, económicas y sociales, lo cual también contraviene nuestra legislación en materia de huelga, la que sólo es contemplada como un mecanismo al interior del proceso de negociación colectiva para la determinación de remuneraciones.
Asimismo, ha señalado dicho Comité que constituiría un abuso de la legislación prohibir las huelgas de solidaridad, llevando el derecho de huelga a un ámbito completamente ajeno a lo dispuesto en nuestra legislación.
De la misma forma, se ha estatuido que podría afectar el ejercicio del derecho a huelga la posible contratación de trabajadores que sustituyan a los que se hallan en conflicto, lo que también se contrapone a nuestras normas internas.
Finalmente, el ya citado Comité ha determinado que atenta contra el derecho pertinente exigir mayoría absoluta para aprobar la huelga, por lo cual sólo puede establecerse la mayoría simple; esto también atenta contra el artículo 373 del Código del Trabajo.
Por lo tanto, el problema que presenta el Convenio en análisis no está dado por su contenido específico -sus normas ya se encuentran establecidas en nuestros ordenamientos constitucional y legal-, sino por la aplicación jurisprudencial que hace el ya referido Comité de la OIT, que lo extiende completamente al derecho a huelga, materia a la que nunca se ha referido. Al aprobar un instrumento de esta naturaleza, entonces, nos estaremos echando encima un problema por la vía de dicha jurisprudencia, que puede presionar para modificar nuestra legislación interna, lo cual no se halla ni en el espíritu ni en el contenido del Convenio Nº 87, en los términos en que está presentado.
Por eso, voto en contra.
El señor DÍEZ .-
Señor Presidente , votaré negativamente el proyecto de acuerdo por tres razones.
Primero, porque el Canciller, al hacer su exposición, declaró que se trataba de derechos humanos fundamentales. Manifestó que ello dice relación al artículo 5º de la Constitución, que entiende incorporados a nuestro ordenamiento los tratados referentes a tales derechos, lo cual, de paso, obliga a que el proyecto de acuerdo que nos ocupa sea aprobado por los dos tercios de los miembros en ejercicio. Si a raíz de un Convenio internacional hacemos referencia a derechos humanos, se necesita el quórum exigido por la Carta.
Segundo, encuentro ilógico, ridículo e indigno del Senado sostener que votar en contra de este proyecto de acuerdo significa estar a favor del trabajo forzado. La verdad es que ninguna de las disposiciones del Convenio es más avanzada que nuestra propia legislación.
Tercero, el instrumento en análisis, además -como lo dijo con toda razón el Honorable señor Chadwick -, envuelve una obligación al disponer que "La legislación nacional deberá determinar hasta qué punto se aplicarán a las fuerzas armadas y a la policía las garantías previstas en el presente Convenio.". Luego, no se puede dejar de aplicar esos derechos, y asumimos la obligación de dictar una ley que indique la forma como se procederá respecto de las Fuerzas Armadas y Carabineros, lo que, evidentemente, me parece contradictorio con toda nuestra legislación actual.
Llamo la atención en el sentido de que el Convenio Nº 87 de la OIT data de 1948. Estados Unidos no lo ha firmado, por considerar innecesario hacerlo, tanto más cuanto que allí la libertad sindical está garantida. Este instrumento es contrario a los intereses de países europeos como Alemania, Italia, etcétera, que, por su tradición de la preguerra mundial, serán obligados en Naciones Unidas y por medio de estos tratados a aceptar los derechos que violaron y que costaron 20 a 30 millones de vidas.
Entonces, no se venga a decir que por no aprobar el proyecto de acuerdo somos contrarios al progreso. Estamos afirmando que nuestro progreso es anterior a estos documentos, nacidos para poner orden en Europa.
Por tales razones, voto que no.
El señor FERNÁNDEZ.-
Señor Presidente , el Convenio en análisis, que data de 1948, no aporta nada a nuestra legislación laboral, que contiene todas las normas en él establecidas, y lo único que hace es rigidizarla y someterla a un Comité de Libertad Sindical que, incluso, puede atropellar las facultades del propio Congreso. De manera que su aprobación es innecesaria e irrelevante, pues no tiene absolutamente ningún significado para los trabajadores.
Por consiguiente, voto que no.
La señora FREI (doña Carmen).-
Señor Presidente, considero lamentables algunos de los argumentos aducidos por sectores de Derecha.
Estamos hablando de cuestiones referentes a los trabajadores; derecho de sindicación, negociación colectiva, trabajo forzoso, edad mínima de admisión al empleo. Es factible que los Convenios respectivos provengan de tiempos pasados. Pero, en mi concepto, si ayudan a los trabajadores de nuestro país, aceptarlos significa una muy buena señal para el mundo laboral.
¿Por qué, en este sistema de economía social de mercado, sectores importantes del Senado debemos votar siempre a favor cuando se trata de los empresarios, de potenciar la economía y de todo lo que beneficia a los privados, y cuando se habla de los trabajadores se buscan argumentos para no dar las señales que corresponden, en circunstancias de que de ellos depende, a mi juicio, en 50 por ciento que la empresa ande bien? Ella está compuesta de empresarios y trabajadores, pero siempre se favorece a aquéllos y nunca se aprueban acuerdos internacionales que ayuden a que la economía se desarrolle armónicamente.
Sin embargo, estimo mucho más grave el argumento de un Senador de Derecha , en orden a pretender vincular estas resoluciones -que obviamente se ven en Ginebra, pues ahí se ubica la oficina central de la OIT- con lo que está pasando en Londres. Aunque esto sea muy lamentable para algunos Honorables colegas, me parece de pésimo gusto y además un mal signo que toda la legislación y el quehacer futuro se asocie a ese tema. Lo que allí ocurre nada tiene que ver con el proyecto de acuerdo en análisis. Es absurdo formular tal argumento.
Pido a los Senadores que piensen en los trabajadores y que, si deseamos un país armónico, alguna vez se den señales en cuanto a que ellos son importantes en Chile. Aun cuando se trate de una legislación pasada, acojamos el convenio, lo que constituirá un signo positivo de esta economía tan floreciente que muchos sostienen, pero que todavía presenta bastantes bemoles en contra de la clase trabajadora.
Por eso, con tremendo entusiasmo, voto a favor no sólo de este proyecto de acuerdo, sino también de los que le siguen en la tabla, respecto de los cuales no perderé tiempo en argumentar pues, como se ve, recibirán igual votación que aquél.
El señor GAZMURI .-
Señor Presidente , éste es uno de los dos convenios que fue objeto de votación dividida en la Comisión; los otros dos se aprobaron en forma unánime. En mi opinión, daríamos un muy mal paso como Senado si se rechaza su ratificación.
Se ha dicho hasta el cansancio -y nadie lo discute- que la legislación chilena se encuentra absolutamente en línea con los Convenios Nºs. 87 y 98, que han sido los más cuestionados. Ha quedado totalmente claro, tanto en el texto del instrumento en análisis como en toda la jurisprudencia de la OIT, que lo manifestado por el Senador señor Canessa carece de fundamento jurídico. Es decir, la eventual sindicalización de las Fuerzas Armadas y la Policía corresponde de manera expresa a la legislación nacional, que prima sobre el tratado. De ello no tuvieron dudas los abogados consultados por la Comisión.
Por último, quiero dar otro argumento. El rechazo no reviste utilidad, por cuanto, a diferencia de los otros instrumentos internacionales, forma parte -según acuerdo del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas- de la constitución de la OIT; y por su carácter esencial, referido a la libertad sindical, presenta una particularidad distinta respecto de otros convenios de la Organización Internacional del Trabajo. Por lo tanto, cualquier país puede ser requerido de infracción, aunque no lo haya firmado, lo que no ocurre con los otros convenios. En consecuencia, la no ratificación sería un gesto de rechazo completamente gratuito a una Organización de la cual formamos parte. Según la lógica de quienes no lo aprobarán, debería proponerse que Chile se salga de la OIT, lo que no he escuchado durante la discusión. Eso, sin duda, generaría un grave daño a la inserción internacional del país en los ámbitos económico y social. Además, como dije, constituiría un gesto gratuito, porque, aun cuando no se ratifique el convenio, como igualmente quedaremos sujetos a sus disposiciones, podemos ser requeridos de infracciones, lo que no ocurre con los otros tratados en esta materia. Por eso, sería particularmente grave un rechazo.
Invito a los Senadores de la Oposición a no hacer de este debate una cuestión de disputa menor -sé que estamos viviendo un clima complejo desde el punto de vista de las relaciones entre la Oposición y el Gobierno-, a elevar un poco la mirada y a no emitir gestos gratuitos que carecen de contenido jurídico, pues estamos obligados, por pertenecer a la OIT, a cumplir con las disposiciones del instrumento en análisis. Además, nuestra legislación se ajusta a ellas plenamente.
Voto a favor.
El señor HAMILTON .-
Señor Presidente , creo que este tratado, sin perjuicio de las razones del señor Senador que me antecedió en el uso de la palabra, forma parte de nuestra inserción internacional y de la globalización del mundo, y así como en este ámbito se dictan normas mínimas en materia ambiental, también otras pueden regular temas relativos al trabajo. Y este tratado responde a esa idea.
Un señor Senador manifestó que las disposiciones en análisis interpretaban a los trabajadores chilenos. Entonces, me felicito por votarlas favorablemente, lo que implica coincidir con algo que emana de la Organización Internacional del Trabajo. Además, los trabajadores chilenos, a quienes representamos aquí, están de acuerdo.
Se ha argumentado que este Convenio podría vulnerar la soberanía nacional. Jamás podría pasar eso; simplemente se está haciendo ejercicio de la soberanía, la que puede ejercitarse incluso para limitarla. El Gobierno y Parlamento procuran usar la soberanía a fin de establecer determinadas normas, a las cuales voluntariamente el país se obliga.
Cabe agregar que se hacen parte de este tratado no sólo naciones europeas, aludidas en forma muy despectiva por un señor Senador. Son 121 países los que, a la fecha, ya lo han ratificado, entre ellos la República de Irlanda, de lo cual me siento muy contento.
Voto a favor del proyecto de acuerdo.
El señor HORVATH.-
Señor Presidente , este Convenio es de muy larga data y -como se ha señalado acá- su aplicación ha originado bastante jurisprudencia, la que precisamente se contrapone con nuestras normas internas. Es decir, no obstante ser armónico con la Constitución y con la manera de proceder y con las libertades en materia de sindicalización en Chile, su jurisprudencia, de acuerdo con el informe, es totalmente contraria a la normativa nacional y, por ende, perjudica a los trabajadores.
Pienso que este instrumento debe ponderarse con sentido futurista y no con el espíritu con que fue aprobado en 1948.
Por eso, voto negativamente el proyecto de acuerdo.
El señor LAGOS.-
Por lo que expresó el Senador señor Horvath, también voto en contra.
El señor LARRAÍN.-
En virtud de lo dicho por el Honorable señor Lagos, igualmente voto que no.
El señor LAVANDERO .-
Señor Presidente , en verdad es muy difícil que en el Senado pueda aprobarse alguna vez un proyecto en favor de los trabajadores. Es muy difícil que ello suceda, pues aquí -y hay que decirlo- la Derecha está claramente sobrerrepresentada. Los dos tercios de la ciudadanía sólo logran la mitad de la Cámara de Diputados y el Senado; pero la Derecha, con un tercio, tiene la otra mitad de ambas ramas del Parlamento. Si a ello se agregan los Senadores designados, resulta que la minoría en este país, representada por la Derecha, se convierte en mayoría absoluta en la Cámara Alta, la que incluso puede ser capaz de obtener los dos tercios.
Lo anterior quedó reflejado ayer y también se ha observado en cada votación relevante, porque los Senadores designados, generalmente en leyes de importancia, hacen pacto con la Derecha.
¡Esto debe saberlo el país! ¡Por eso no se aprueban iniciativas legales en materia laboral, ni la reforma tributaria y ninguna modificación sustancial!
Hay que darse cuenta que el 79,65 por ciento de los chilenos gana menos de 208 mil 400 pesos mensuales y que el 44 por ciento de los asalariados percibe menos de 104 mil pesos al mes, en un país que es doblemente más rico que en 1989. ¿A dónde va a parar todo el crecimiento espectacular de Chile en estos últimos ocho años? No llega ni a los trabajadores ni a la clase media, sino a los grupos económicos privilegiados de la Derecha, a aquellos que salvan de las tributaciones, de las leyes laborales y de todo este tipo de circunstancias, resultado que sólo se logra por la sobrerrepresentación de la Derecha.
Es bueno que los trabajadores, los empleados y la clase media sepan cuál es el tapón que existe en el Congreso Nacional. ¡Ese tapón se llama "la Derecha"; ese tapón se llama "Senadores designados"; ese tapón se llama "sistema binominal".
Por tal razón, es necesario que aquí se aclaren las cosas; que se realice un plebiscito, para que el pueblo, libre y soberanamente, pueda decir realmente qué quiere, y que ello se traduzca en leyes normales, sin seguir legislando con un tercio.
Porque, además, señor Presidente , las leyes de quórum permiten que hasta con un tercio se dirijan los destinos del país. Ése es el motivo por el que normativas como la que nos ocupa y otras no serán aprobadas en este Congreso con mayoría "rara", en la democracia "rara" existente en Chile.
No obstante lo anterior, voto a favor.
El señor MARTÍNEZ .-
Señor Presidente , señores Senadores, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos dice en el artículo 19:
"1. Nadie podrá ser molestado a causa de sus opiniones.
"2. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión; este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole", etcétera.
Lo hago presente porque, respetando las posiciones de los Honorables colegas, a veces uno percibe tonos de voz un poco más fuertes que lo normal y cree que de ese modo, a lo mejor, se pretenden objetar las posiciones en contrario. Estimo que ello no es así, pero, en fin, es la impresión que se genera.
Lo que deseo expresar respecto del tratado, sencillamente, a la luz de lo que se ha escuchado en las últimas semanas sobre el hecho de que el mundo se está abriendo en una forma en que desaparece la frontera de los Estados, en que el Estado nación pasa a ser objeto de presiones -como lo vemos minuto a minuto y lo comprobamos en carne propia en Chile, donde la soberanía ha dejado de tener sentido-, es que aprobar textos que obedecen a una filosofía esencialmente originada en motivos y fundamentos del inicio de la Guerra Fría, en 1948, implica incorporar, haciendo retroceder la máquina del tiempo, criterios de visiones contrapuestas, en que el mundo se maneja, hasta cierto punto, por ideas que quedaron en la noche del pasado. Se necesita ver claramente ese punto.
El segundo aspecto es que si bien es cierto que se ha insistido en que nuestra legislación ya protege a las Fuerzas Armadas y Carabineros de someterse a la obligación de contar con un sindicato, observamos una Europa absolutamente insolente y que se ha olvidado de la soberanía y la independencia de los Estados. Y, a poco andar, si aprobamos el tratado que nos ocupa y el que sigue, el Nº 98, nos encontraremos con que se dirá: "Señores, si ustedes no "democratizan" las Fuerzas Armadas," -señalo el término entre comillas, porque no lo invento: se halla incluso en un programa político- "sencillamente obligaremos a tomar algunas medidas", como en la situación a la que hoy nos encontramos expuestos.
La verdad es que estamos en el caso de poder rechazar el texto por ser altamente negativo, no porque Chile no sea avanzado en derechos laborales. Por el contrario, lo es extraordinariamente en ese ámbito y ha dado escuela y ejemplo a todos los países europeos en cuanto a la legislación del trabajo. Se halla a la cabeza en ese plano. Sin embargo, la cuestión no se refiere a la actualidad, sino al futuro que nos espera. Y la obligación del Senado es, esencialmente, contribuir a velar por el futuro de Chile.
En consecuencia, juzgo sumamente negativo para la soberanía, incluso para la flexibilidad laboral -algunas normas "amarran" e introducen rigideces en cuanto a la modificación de contratos, a dejar libertad de acción, a buscar mejores formas de reconocer el trabajo de los obreros-, la aprobación del tratado. Se requiere considerar el futuro.
Voto que no.
La señora MATTHEI.-
Señor Presidente , quisiera empezar por rechazar en la forma más enérgica la idea de que un pronunciamiento en contra del proyecto signifique no preocuparse del sector laboral. Como economista, me he especializado en el tema de la pobreza; trabajé en la CEPAL en el tema de la pobreza y si estoy en política es, justamente, por el tema de la pobreza.
Lo que sucede es que existen dos recetas para tratar de sacar a la gente de esa última condición y de que los trabajadores efectivamente puedan progresar, ir aumentando sus remuneraciones, acceder a ocupaciones estables y, en el fondo, tener una vida más digna, lo que estoy segura que es lo que mueve a todos los que nos encontramos en la Sala. No me atrevería a decir que alguno de los presentes realmente quiere perjudicar a un sector, y, por lo tanto, rechazo como ofensivas las imputaciones de esa índole.
Una de esas recetas, que es en la que nosotros creemos, dice relación a que, básicamente, la única herramienta verdaderamente fuerte para que los trabajadores y los pobres puedan progresar radica en la educación y la capacitación. En la medida en que las personas de escasos recursos puedan acceder a educación -ni siquiera me refiero a la igualdad de oportunidades, sino a oportunidades mínimas, de las que en este momento carecen muchos chilenos-, y solamente en ese caso, se abrirá la posibilidad de un futuro mejor. Y el año pasado aprobamos la mantención del impuesto al valor agregado -que debió haber bajado- justamente para financiar la reforma educacional, porque ésa es la vía correcta.
Si se observa a los países que de verdad han logrado salir de la pobreza y han dado una mejor oportunidad a sus trabajadores, se concluye que son todos aquellos que han invertido en educación y en capacitación. No hay uno solo que no lo haya hecho y haya logrado sacar a la gente de la pobreza.
La otra receta consiste en otorgar mayor poder de negociación y sueldos irreales, que básicamente se consiguen por la vía de "gallitos", pero no por un trabajo bien hecho o una remuneración bien ganada. Ello lleva, finalmente, a la cesantía. Y es cosa de tener presentes cuáles son las tasas que en tal aspecto exhibe la mayoría de los Estados europeos para darse cuenta de que ése es el camino que no se debe seguir.
Y esos países, como son ricos, pueden conceder numerosos subsidios de cesantía. De hecho, mucha gente prefiere obtenerlos y no trabajar. Pero Chile es pobre. Todavía muchas personas reciben pensiones misérrimas; carecen de las atenciones de salud más básicas; no disponen de agua potable, de luz eléctrica, de lo mínimo. Y, por lo tanto, se debiera aspirar a que la mayoría de los habitantes realmente cuente con un empleo y no con un subsidio.
Por ello, señor Presidente , porque creo que el convenio va en contra del empleo y que la educación es la única forma de proporcionar a los trabajadores mejores remuneraciones y un futuro más positivo, y porque, además, me siento absolutamente tranquila en el sentido de que hemos sido consistentes en dar plata para la educación cuando se ha necesitado, voto en contra.
El señor MORENO .-
Señor Presidente , me pronunciaré a favor del proyecto, respecto de lo cual deseo exponer algunas consideraciones y, también, contestar en forma razonada algunos de los argumentos que se han escuchado.
En primer término, creo que hoy, en la situación del mundo en que se vive, nadie discute que la organización de los trabajadores es una realidad. No obstante la internacionalización de la economía, las relaciones entre la empresa y el trabajo requieren mecanismos de articulación, y la atomización de las opiniones de quienes representan la fuerza laboral no permite ni la introducción de la tecnología ni la defensa de los derechos mínimos que ello involucra.
Por lo tanto, el apoyar derechos y la adscripción a un tratado internacional que testimonialmente los garantiza no coloca en riesgo, primero, la marcha de ninguna empresa; segundo, tampoco la soberanía del país, y, tercero, constituye una muestra de que nos hallamos en condiciones de poder adecuarnos a lo que significa la marcha de un mundo moderno.
Este último no está eliminando los sindicatos. No es correcto lo que aquí se afirma en el sentido de que ello va aparejado con la internacionalización de la economía. Los que por razones profesionales hemos viajado por muchos países constatamos exactamente lo contrario. Y los Estados más industrializados del denominado "grupo de los 7" tienen las organizaciones sindicales más poderosas, potentes y activas del mundo. Obviamente, no digo que debamos adecuar este elemento exactamente así, pero es una realidad como tal.
Un segundo argumento dado aquí es que este Convenio yace en el "cajón de la espera" del Parlamento chileno desde hace 50 años (si no me equivoco, lo señaló el Honorable señor Díez ). Pero lo que otros no hayan realizado no excusa mi obligación de hacerlo. Por lo tanto, no es un argumento sólido expresar que esto no ha podido ser ratificado, más aún cuando hoy día se requiere de un mecanismo de negociación. En la OIT participan los empresarios y los trabajadores, y delegaciones de empresarios chilenos también comparten el deseo de que exista un avance en este proceso. Hay testimonio de ello en las actas de los comités paritarios que se reúnen en Ginebra. Por consiguiente, es conocido que quienes representan al empresariado chileno en las reuniones de Ginebra declaran que es bueno que Chile avance igualmente en el reconocimiento de tratados internacionales.
El hecho de que algunos países poderosos no ratifiquen este Convenio no es un argumento en contra del sindicalismo como tal, porque ellos están supeditados a otros mecanismos de intercambio y negociaciones en los cuales sus intereses económicos prevalecen. Es la norma de Estados Unidos, el que no suscribe la mayoría de estos tratados ni siquiera desde el punto de vista ecológico o medioambiental, porque tiene otra forma para regular la materia. Por lo tanto, no es ése un ejemplo al cual debiéramos adscribir.
Recuerdo a los representantes de la Derecha chilena que el proceso de avance social y sindical de Chile se debe a un hombre que militó en sus filas, don Arturo Alessandri Palma , quien generó dentro de su Gobierno, e incluso posteriormente, en su segunda Administración, un avance en estas materias. Todos los chilenos, aunque no compartamos algunas de sus medidas de Gobierno, nos sentimos orgullosos de que gran parte del desarrollo sindical haya sido llevado adelante por el Presidente Arturo Alessandri Palma .
Por estas razones, voto que sí.
El señor NOVOA .-
Señor Presidente , en primer término, comparto plenamente la argumentación dada por la Honorable señora Matthei . En realidad, conviene más observar los efectos de la legislación que atarse a conceptos preconcebidos. Chile necesita generar la mayor cantidad de empleos. Se han creado muchos, hay niveles bajos de cesantía, y considero que ello se debe fundamentalmente a que tenemos un orden laboral que funciona bien.
Se ha expresado que nuestra legislación cumple con los requisitos de este Convenio. Si ello es así pero éste contiene algunos aspectos que merecen dudas, carece de sentido entrar en un terreno de inquietudes cuando contamos con una legislación interna que está funcionando bien y nadie puede reprocharnos su incumplimiento.
Al leer el informe de las Comisiones unidas, pude ver una discusión ponderada y argumentada de las distintas posiciones y los fundamentos de la mayoría. Todo ello me hace mucho más peso que las amenazas, las descalificaciones y esta forma tan poco seria de analizar los proyectos, como desgraciadamente a veces ocurre en la Sala.
Para que no se preste a confusiones, quiero aclarar dos intervenciones en las cuales se han deslizado algunos conceptos equivocados.
En primer término, estamos ante cuatro convenios, respecto de los cuales hay distintas posiciones. Dos fueron rechazados por mayoría en las Comisiones unidas y dos aprobados. Así que no podemos meter en el mismo saco lo relativo a los trabajos forzados con el tema de la sindicalización que estamos tratando.
En segundo lugar, la posición adoptada por mayoría en las Comisiones unidas y la adoptada por nosotros en la Sala no tienen nada que ver con la situación que estuvimos discutiendo ayer, pues las sesiones de las comisiones terminaron el 7 de octubre y en esa ocasión se adoptaron los acuerdos. Por lo tanto, no mezclemos las cosas. Nosotros no queremos hacerlo y espero que los señores Senadores de la Concertación también logren substraerse del grave problema que estamos viviendo, a fin de analizar con objetividad este tema.
Voto en contra.
El señor NÚÑEZ.-
Señor Presidente , de pronto tengo la sensación de que estamos viviendo dos mundos muy distintos. Al parecer, miramos demasiado las cosas desde puntos de vista muy diferentes, demasiado contrapuestos.
Cuando se dice que en nuestro país estamos aplicando una política laboral eficiente y que está dando resultados, lo cierto es que los datos indican una cuestión absolutamente distinta.
Chile es, objetivamente, uno de los países donde existe menor capacidad de negociación colectiva. El movimiento sindical chileno, en relación a los movimientos sindicales de otras naciones -incluidos países europeos y latinoamericanos-, es el que tiene menos capacidad de negociación colectiva. ¡Para qué hablar de las negociaciones de carácter individual! Eso, prácticamente, en Chile no existe.
En nuestro país es donde se viola más permanentemente el fuero sindical. Los tribunales laborales están recargados de planteamientos de esta naturaleza y prácticamente todos los días se están fallando causas de violación del fuero sindical.
En las Regiones -lo puedo afirmar con absoluto conocimiento- se persigue a los dirigentes sindicales con gran entusiasmo. Y en la prensa local -particularmente, en la de la Región que represento en el Senado- se ve cómo permanentemente se está viviendo esta situación, en la cual dirigentes sindicales normalmente son perseguidos.
En Chile existe una bajísima tasa de sindicalización. Solamente 400 mil y tantos chilenos están sindicalizados, de una masa laboral de más de 3 millones. Hay pequeños sindicatos, pero no tienen ninguna capacidad de negociación.
Por lo tanto, ante la argumentación de los sectores de Derecha en el sentido de que estamos bien con estas leyes laborales, en verdad no es así, desde nuestro punto de vista.
Y estamos nuevamente retrotrayendo el reloj de la historia, porque prácticamente en todos los países civilizados y desarrollados se ha avanzado principalmente sobre la base de una sólida organización del mundo empresarial y una sólida organización del mundo laboral.
No existe nación con tasas de crecimiento o ingresos per cápita -como las que se observan, por ejemplo, en los países europeos- que no tenga un movimiento sindical extraordinariamente responsable, capaz, con enorme capacidad de iniciativa en el terreno de la producción y la productividad. Esto caracteriza básicamente hoy a ese movimiento sindical.
¿Qué va a pasar cuando los tratados internacionales de carácter comercial nos empiecen a obligar -porque eso es lo que va a suceder en el mundo moderno- a incorporar cláusulas sociales?
Ya lo hemos visto en el tratado con Canadá, donde se incorporó una cláusula que, aunque no es de carácter laboral en el sentido de esta discusión, está destinada a establecer acuerdos de cooperación sindical. Es decir, en virtud de este tratado, actualmente Chile está obligado con Canadá a establecer mecanismos de convenios permanentes para los efectos de la capacitación laboral. Es más, en 1996, cuando en la Conferencia de la Organización Mundial de Comercio se planteó la idea de incorporar en ese organismo las llamadas "cláusulas sociales", nuestro país hizo presente la necesidad de que esto se viera a través de los convenios de la Organización Internacional del Trabajo y, obviamente, de todos sus acuerdos. Además, durante la Conferencia Mundial para el Desarrollo Social (que Chile ayudó a convocar), efectuada en Copenhague, nuestro país suscribió un documento que en el capítulo 3º hacía un llamado internacional a respetar los tratados de la OIT.
Ésta es la tendencia mundial. Eso es lo que está ocurriendo. Si queremos llegar en buenas condiciones a un tratado comercial con la Unión Europea, a los sectores de Derecha no debe caberles la menor duda de que tendremos que incorporarnos a este debate. Y si realmente deseamos que avance tal tratado porque, dada la apertura económica que hemos desplegado, a la economía nacional le conviene abrirse a los mercados de ese continente, es indudable que se planteará de nuevo esta materia, que se pretende soslayar definitivamente como si no existiera, al igual que otros temas que en forma usual tendemos a eludir.
Por esas razones, voto a favor.
El señor PARRA.-
Señor Presidente , por los motivos que expuse en la discusión general conjunta de los cuatro convenios que hoy se encuentran en votación, me pronuncio favorablemente.
El señor PÉREZ .-
Señor Presidente , en primer lugar y con relación a lo planteado por el Senador señor Núñez , debo manifestar que este Convenio no tiene nada que ver con la negociación colectiva.
El señor NÚÑEZ.-
Eso es materia del proyecto de acuerdo siguiente, Honorable colega.
El señor PÉREZ .-
En segundo término, la flexibilidad laboral en el mundo moderno es una tendencia a otorgar mayor libertad y a terminar con las rigideces. Es un propósito que están adoptando casi todos los países europeos porque, a la larga -como dijo la Senadora señora Matthei -, a mayor rigidez mayor desempleo.
En cuanto al resultado de la legislación laboral y el desarrollo de los últimos años para los trabajadores chilenos, no sé si hay cifras distintas, pero en los pasados 8 años las remuneraciones crecieron más de 5 por ciento anual en términos reales.
El aspecto laboral es extremadamente importante en una economía social de mercado. Impuestos más, impuestos menos, pueden ser asuntos de distinta categoría; pero el aspecto laboral es un tema estructural en una economía social de mercado.
Finalmente, deseo manifestarle al Senador señor Núñez que, ciertamente, en el norte del país hay muchos conflictos laborales. Ello se debe, básicamente, a que la gran mayoría de las empresas de la pequeña y mediana minerías han paralizado sus faenas en razón del precio del cobre y del oro.
La señora FREI (doña Carmen).-
Señor Presidente , ¿se está tratando el punto 3 o el 4 de la tabla?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
El 3, señora Senadora .
La señora FREI (doña Carmen).-
Gracias. Me confundí a raíz de que el último orador habló sobre el 4.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Advierto a Su Señoría que estamos en votación y no puedo permitir interrupciones.
El señor PIZARRO.-
Señor Presidente , después de la intervención del Senador señor Pérez, con mayor razón voto que sí.
El señor RÍOS.-
Señor Presidente , efectivamente estamos analizando un proyecto de acuerdo relacionado con un Tratado de 1948 (de hace 50 años), fecha desde la cual nuestro país ha vivido bajo distintos Gobiernos: 9 años ya de la Concertación, 6 del Presidente Frei Montalva , 3 del Presidente Allende , 4 años del Presidente radical González Videla... En esos 22 años, en el Poder Legislativo hubo Parlamentarios que tuvieron relación muy directa con esos Gobiernos. Sin embargo hoy, después de 50 años, se plantea la necesidad de aprobar algo que bajo las mencionadas Administraciones no se apoyó -ignoro por qué motivo-, pese a que en algunos períodos en la Cámara de Diputados hubo mayoría para resolver estos asuntos. Seguramente se debió a que en esas oportunidades se estimó inconveniente despacharlos. Ahora parece conveniente hacerlo, por diferentes razones que se han ido señalando.
En todo caso, es cierto lo que dijo la Senadora señora Frei en orden a que es otro el tema en discusión. Pero como se han expuesto diversos planteamientos relativos a los ingresos de los trabajadores, vale la pena recordar algunos aspectos.
Supongo que nadie en el Senado ni en el país tiene interés en que exista pobreza o en que se paguen bajas remuneraciones. Quien sostenga tales ideas es indudable que no forma parte de la sociedad chilena. El tema está radicado, fundamentalmente, en la fórmula de que a través del desarrollo económico y el desarrollo social se pueda producir un crecimiento armónico en toda la comunidad nacional.
Sin embargo, es evidente que Chile, mediante la denominada "economía social de mercado", en el fondo ha dispuesto de dos caminos para avanzar en el desarrollo de las personas: uno es el camino directo del sueldo que el empleador paga al empleado; y el otro es el camino del subsidio del Estado a fin de ir atendiendo aquellas necesidades sociales de distintos grupos de la población que requieren de algún apoyo. Los proyectos de Ley de Presupuestos de los últimos años han contemplado subsidios sociales para aproximadamente 10 millones de chilenos, algunos con apoyos menores y otros muy fuertes.
En el informe que entregó el ex Ministro de Planificación señor Maira (actualmente Embajador en México), señaló que la ayuda destinada al sector de indigentes llegaba a 600 mil millones de pesos. Esa cifra significaba un apoyo para un millón 200 mil personas, que en términos reales representaba una colaboración o subsidio del orden de los 500 mil pesos mensuales por hogar indigente, o sea por cada jefe de familia.
Si tenemos a la vista tales cifras, bueno, debemos pensar que la sociedad ha escogido el camino del subsidio del Estado para entregar esos recursos a personas que requieren dicho apoyo social.
Vistas así las cosas, si dividiéramos las cifras actuales (proporcionadas por los organismos sociales públicos), incluidas las del presupuesto y las que conocimos en 1997, concluiríamos en que para el desarrollo de la actividad social se destinan 250 mil pesos por jefe de hogar.
Lo anterior implica que la sociedad chilena, a través de un mecanismo escogido por el Estado y que la Concertación ha mantenido durante todos estos años, entrega a mucha gente un apoyo social que el Primer Mandatario anterior y el actual han señalado como éxitos reales de sus Gobiernos. Y nosotros hemos cooperado porque creemos que debe existir un desarrollo armónico.
Por eso, entonces, no se trata de volver atrás. No se trata de crear dificultades y conflictos. Son situaciones propias de una sociedad que anhela crecer y desarrollarse y que para ello ha escogido un camino de respeto. Esto por un lado.
Por otra parte, no es lógico pensar que los empleadores tendrían interés en provocar situaciones sociales difíciles. Todo lo contrario. El empresario chileno es un hombre distinto que ha logrado perfeccionar a sus trabajadores. Hay numerosas personas que ocupan cargos técnicos dentro de las distintas empresas, que son requeridas, que perciben remuneraciones adecuadas y que, evidentemente, como todos los trabajadores, aspiran a ir consiguiendo mayores aumentos.
Pienso que el hecho de rechazar este proyecto de acuerdo, referido a un Convenio del año 1948, época en que existía una realidad social, económica y política tan distinta a la del mundo actual y a lo que es el Chile de hoy, no significa en modo alguno rechazar los aspectos propios del desarrollo sindical chileno, ni los del desarrollo económico y social de los trabajadores. Muy por el contrario. Estamos frente a alternativas bastante atractivas para el país y, naturalmente, no queremos echarlas abajo, ni mucho menos, sino fortalecer su acción social.
Voto en contra.
El señor ROMERO.-
Señor Presidente , nadie en esta Sala podrá afirmar que están en duda la organización y la libertad sindicales. ¡Nadie! La legislación chilena cumple sobradamente con los fundamentos generales establecidos en los convenios que se nos propone ratificar.
El proceso de avance social de un país no se alcanza a través del cumplimiento de ciertos formulismos internacionales en cuanto a ratificar o no un tratado. En la práctica, ningún país del mundo está obligado a cumplir con ese trámite formal. Los que proceden a ello -y éste es un acto completamente individual y voluntario- lo hacen en definitiva por creer que el tratado de hace 50 años les podía haber sido útil en determinado momento para su desarrollo económico y social.
Sin embargo, la experiencia nos lleva necesariamente a hacer algunas afirmaciones -demostradas en la práctica- en cuanto a que la rigidez e inflexibilidad que impone a los países el marco de referencia dictado hace ya medio siglo -nada tiene que ver con la afirmación de un principio general sobradamente cumplido en la legislación chilena-, les han generado dificultades extraordinariamente serias, en particular a las naciones europeas.
El Instituto Libertad y Desarrollo planteó diversos ejemplos en las Comisiones unidas -incluso se dejó el documento respectivo depositado en Secretaría-, con el objeto de mostrar que, muchas veces, el alcance que se puede dar a los convenios excede el sentido estricto del texto de los mismos.
Sobre el particular, es muy importante destacar que la mayoría de las naciones europeas efectivamente ha ratificado estos tratados, porque siempre han estado en la línea de desarrollo de la Organización Internacional del Trabajo. Sin embargo, otros países, como Estados Unidos -al cual nadie puede acusar de ser antilibertario o que no desee la creación de empleos-, han tenido la sabiduría de firmar éste, pero no ratificarlo.
Si hacemos un análisis y un contrapunto basado en los resultados de los modelos europeo y norteamericano, podemos decir lo siguiente: en los últimos 27 años, el desempleo en la población activa de Europa ha pasado de 2,6 a 11 por ciento. Mientras que en Estado Unidos, en igual período, se ha mantenido entre 5 y 6 por ciento. ¿Quiénes se han beneficiado? Los trabajadores estadounidenses y no los europeos, a quienes se dijo que se iba a favorecer.
En el mismo período, las economías europeas generaron 18 millones de puestos de trabajo, de los cuales 63 por ciento -¡63 por ciento!- corresponden al sector público. Como contrapartida, en el mismo período en Estados Unidos se crearon 47 millones de puestos de trabajo -casi el triple de los generados en Europa-, de los cuales sólo 14 por ciento corresponden a empleos públicos. ¿A quiénes se favoreció? A los trabajadores de Estados Unidos y no precisamente a los del Viejo Continente.
A lo anterior, se suma que en Estados Unidos se trabaja un promedio mucho mayor de horas anuales que en Europa: mil 940 contra mil 657, respectivamente.
La duración del desempleo en Europa es de 23,5 meses, mientras que en Estados Unidos, de 2,5 meses. El desempleo de larga duración afecta al 49 por ciento de los desempleados en Europa y sólo al 11 por ciento de los norteamericanos.
Podría continuar haciendo observaciones y alcances sobre si resultan más favorecidos los trabajadores insertos en una economía mucho más moderna, más flexible y sin rigideces, o los que han quedado en una economía en que simplemente cualquier cambio ha debido soportar denuncias y situaciones extraordinariamente difíciles de ser explicados en un foro internacional como el de la Organización Internacional del Trabajo.
Aquí, señor Presidente , no está en juego si uno es partidario o contrario a las organizaciones sindicales. Éstas, al igual que la negociación colectiva, son meros instrumentos. En este país no se pueden medir las posibilidades del sector laboral por su capacidad de negociación, sino que efectivamente se debe evaluar la calidad y mejoría que han experimentado las remuneraciones e ingresos.
Por eso, a mi juicio, en este debate debemos dar este tipo de argumentaciones y no simplemente crear formulismos internacionales que en realidad desconozco para qué sirven.
Voto en contra.
El señor RUIZ (don José) .-
Señor Presidente , en primer lugar, debo señalar que Chile -y algunos otros países- no había suscrito este convenio, porque, entre otras razones, era incapaz de cumplir. ¡Digamos las cosas derechamente! Hace pocos años que tenemos una organización de trabajadores del sector público, que de acuerdo a ese convenio, estábamos obligados a establecer. No hubo ni voluntad ni decisión en Gobiernos anteriores, incluidos algunos de los que se mencionaron aquí, para dar a los trabajadores públicos la posibilidad de organizarse. Del mismo modo, tampoco hoy día existe la decisión para permitir la negociación colectiva, lo que yo no comparto.
Entonces, ¿por qué actualmente se estaría dispuesto a enfrentar la necesidad de suscribir estos tratados? Entre otras cosas, porque ya estamos en condiciones de hacerlo, ya que nuestra legislación no tiene mayores problemas para adecuarse a ellos. Sólo habrá que realizar algunas modificaciones menores.
El segundo aspecto que responde la pregunta anterior curiosamente es un elemento que, aunque no les guste a algunos, influye en este tipo de materias. Me refiero al tema de la globalización. Estamos en un mundo globalizado; por ello, ningún país que suscribe un convenio comercial con Estados Unidos puede exigirle que tenga normas laborales acordes con las propias.
Por lo demás, en el País del Norte, las organizaciones sindicales son lo suficientemente fuertes como para estar preocupadas siquiera si se suscribió o no se suscribió el convenio con la OIT.
En consecuencia, tratar de poner a Chile en el mismo nivel que Estados Unidos -no quiero usar un calificativo que pueda ofender- es simplemente no darse cuenta de la realidad que vivimos. Como aquí se ha dicho, somos un país pequeño y pobre. En estos días hemos sido sometidos a tensiones muy fuertes por situaciones producidas fuera del territorio nacional.
¡ Ésa es la realidad del mundo de hoy! Y en materia económica, vamos a estar permanentemente expuestos a problemas, producto de las exigencias crecientes de las otras naciones, en materia de cláusulas laborales y de normas ecológicas. Ésta es una realidad, nos guste o no nos guste. Puede que no nos guste, pero tendremos que enfrentarla y someternos a ella, pues no somos un país poderoso.
Quiero agregar algo más. De repente se menciona el argumento de la soberanía nacional. Pero, ¡por favor!, cuando uno se incorpora a organismos de tipo internacional, voluntariamente renuncia a parte de la soberanía. Cuando uno acepta vivir en una sociedad civilizada y permite que se establezcan reglas dentro de la misma, estamos renunciando a parte de nuestras libertades, porque así es la convivencia dentro de la sociedad civilizada y a nivel internacional.
Por lo tanto, en mi opinión, los argumentos dados aparecen sólo como una excusa para no suscribir un convenio que, efectivamente, va a traer consecuencias. Una de ellas -digámoslo derechamente, y así se discutió dentro de la Comisión- es que, una vez suscrito, no se podrán modificar las normas vigentes en el país y que estén acordes con las contenidas en dicho tratado.
Éste es uno de los problemas. Efectivamente. Debemos aceptarlo; pero también tenemos que entender que, si bien esta normativa se dictó hace 50 años, muchas otras tienen vigencia, porque, después de la Segunda Guerra Mundial -y me parece bien lo que dijo el Senador señor Díez -, las Naciones Unidas entendieron que el esfuerzo hecho por los trabajadores durante ese período, tanto en las fábricas como en los frentes de batalla, requería, por lo menos, un reconocimiento. Por ello, se estableció un conjunto de normas tanto de derechos humanos como de derechos laborales -los que forman parte de los primeros- para que los trabajadores sintieran que la sociedad les estaba reconociendo el esfuerzo, después del tremendo sacrificio realizado.
Es cierto que allí nacen. Pero los derechos establecidos por la OIT se han ido perfeccionando con los años. Hoy en día los convenios iniciales se han ido enriqueciendo con nuevas disposiciones, las que, como muy bien se dijo aquí, han sido aprobadas por empleadores, trabajadores y representantes de los gobiernos. Lo mismo ocurrió con el convenio que se nos plantea; por lo tanto, no suscribirlo hoy día significa claramente no estar de acuerdo en el respeto a los derechos de los trabajadores. No digamos cosas distintas. Pregunten a los trabajadores chilenos si quieren o no quieren que se suscriban estos convenios.
La Central Unitaria de Trabajadores, que asistió a la reunión de las Comisión unidas, expresó claramente la necesidad de aprobar estos convenios. Por lo tanto, decir que con su rechazo se está representando a los intereses y derechos de los trabajadores, creo que -¡por favor!- el castellano ya no resiste más. Estos convenios son para garantizar los derechos de los trabajadores; y, de no ser aceptados, a mi juicio, aquéllos se estarían rechazando.
Por último, deseo decir que parece extraño que el Honorable señor Prat aún esté presente en la Sala, en circunstancias de que pidió votar al comienzo, por cuanto se tenía que ir. Creo que habría sido más conveniente que hubiera dicho que deseaba dar su opinión por no haber estado en la sesión en que se discutieron los convenios...
El señor BOMBAL .-
Ejerció su derecho a volver.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
¡Ruego a Sus Señoría evitar los diálogos!
El señor RUIZ (don José ).-
Sólo quería hacer la observación, porque...
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Estamos en votación.
El señor RUIZ (don José ).-
...no habría habido problema para darle de todas maneras la posibilidad de intervenir.
Voto a favor del convenio.
El señor RUIZ-ESQUIDE .-
Señor Presidente , voy a votar a favor; sin embargo, quiero hacer tres reflexiones.
Primero, evidentemente cuando uno trata el tema de la situación de los trabajadores en Chile, hay visiones diferentes. Por cierto, nadie puede desconocer que la verdad es una, pero existen distintas maneras de verla. No se ve la verdad de la misma manera desde un castillo y desde una choza, dijo una vez un escritor. Y eso, a mi juicio, ocurre con los trabajadores chilenos.
El hecho de decir que aquí estamos en condiciones de sostener que los trabajadores gozan de sus plenos derechos y que cuentan con el máximo de ventajas, constituye un error de diagnóstico que yo, por lo menos, no comparto.
Segundo, para que funcione una economía como la chilena, debemos tener un cierto equilibrio entre el poder de los trabajadores en cuanto a negociación y de respaldo a sus organizaciones y el poder empresarial. Ello no se observa en nuestro país. En verdad, la fortaleza empresarial es mucho más consolidada que la de los trabajadores, y eso es un déficit. De ese modo, nunca vamos a tener una verdadera justicia, un desarrollo y una transformación del país como todos queremos, porque a nadie aquí le voy a imputar que no desee dar solución a los problemas de los chilenos o de la pobreza. Pero cambian las maneras en que ello pueda lograrse. Al respecto, uno tiene derecho a decir su propia verdad; y aquello, a mi juicio, no existe.
Por último, hay otro elemento que también debemos considerar: si bien el Parlamento es soberano -ésa es la gracia que reviste el hecho de una democracia con un Congreso representativo en el desarrollo de las labores que debe cumplir-, no es menos cierto que uno no puede caer en una suerte de olvido de lo que los propios afectados quieren.
Con mucha frecuencia, aquí se esgrime el argumento de que, frente a determinadas acciones o leyes, es preciso escuchar a las bases, a los representantes de los trabajadores Y hay una expresión concreta de ellos, tanto en la Central Unitaria como en otras organizaciones, e incluso en quienes representan a Chile, por cuenta de los asalariados, en la OIT. Y ellos se han manifestado a favor del convenio en debate.
Por lo tanto, si bien eso no es lo definitivo, nadie puede arrogarse la idea de que habla en representación de los trabajadores y que por el bien de ellos debe votar en contra.
Éste es un diagnóstico distinto; es una opinión que damos en orden a que todo aquello que nos permita insertarnos en las organizaciones y convenios internacionales que globalmente respaldan a los trabajadores, constituye un elemento positivo.
Por eso, voto que sí.
El señor SABAG.-
Señor Presidente, desde luego, en los fundamentos de base, me ha interpretado muy bien el Senador señor Ruiz De Giorgio.
A mi juicio, la gran aspiración de todos los trabajadores de Chile y de las organizaciones sindicales es que se apruebe el convenio de la OIT referido a la libertad sindical y a la protección del derecho de sindicación. Por esa misma razón, el Gobierno apoya la aprobación de tal instrumento internacional.
Hoy estamos experimentando una globalización en todos los aspectos, y también una vida muy competitiva. Es evidente que la competencia nos afecta en todo orden de cosas y, naturalmente, en lo económico. Nosotros estamos exportando y compitiendo con muchos países.
Esa competencia debe ser sobre la base de la eficiencia, de la eficacia y de que no tengamos ventajas comparativas inequitativas. Porque, quizás, podría decirse que Chile vende sus productos más barato que otros países, debido a que no le paga bien a sus trabajadores, o porque éstos se encuentran en malas condiciones o porque respecto de los mismos no se cumplen los aspectos ambientales.
Por lo tanto, eso constituye una ventaja comparativa que evidentemente no nos favorece. Sin embargo, nosotros no nos hallamos en esas condiciones. Lo estamos haciendo muy bien. Estamos exportando, y tenemos miles de productos de buena calidad, la cual se logra con el aporte de nuestros trabajadores. ¿Qué ocurriría si el día de mañana algunas naciones, a la luz de estos convenios, señalaran que nuestro país no respeta los derechos de los trabajadores; que ni siquiera ha aprobado el Convenio Nº 87, sobre libertad sindical, y que, en consecuencia, lleva a cabo una competencia desleal? Eso nos podría afectar. Ya se han anunciado medidas en este aspecto.
Por eso, me parece que no tenemos ninguna razón de peso para rechazar el convenio que nos ocupa.
Por lo tanto, estoy convencido, al igual que las organizaciones de trabajadores, de que debemos aprobar este tratado.
Voto a favor.
El señor SILVA .-
Señor Presidente , durante la discusión general de este proyecto de acuerdo di a conocer in extenso mis puntos de vista favorables a la aprobación del convenio.
En las observaciones adversas a él de esta tarde -que he escuchado con especial interés-, en verdad, no he tenido ocasión de encontrar ninguna que justifique modificar las consideraciones que en su oportunidad yo vertiera en la Sala.
Sin embargo, he pedido la palabra no sólo para ratificar que votaré positivamente el convenio, sino porque deseo expresar mi inquietud en torno de que pudieran persistir las razones que se han dado en cuanto a la existencia de un fuerte grado de aprensión acerca de la aprobación de tratados internacionales por parte del Gobierno de Chile.
Me permito recordar que desde hace diez años -lo digo con orgullo- nuestro país se ha integrado en la comunidad internacional, a menudo, expresando diáfanamente una política de Estado, lo cual se materializa en la aprobación de tratados y convenios internacionales de la más diversa índole. En el caso que hoy se discute, es precisamente la convergencia de nuestros puntos de vista con los acuerdos de la OIT. Y Chile tiene una tradición más que respetable acerca de su participación en tal organismo internacional.
Aún más, no es dable desautorizar lo que la Constitución de 1980, aprobada en el Régimen militar, estableciera específicamente en su artículo 5º. Y me permito recordarlo, porque allí, tal vez, se halla la materialización más clara en cuanto a que en muchas materias los convenios internacionales son la complementación de la legislación interna. No en vano la actual Carta Fundamental, alterando la norma de la Constitución de 1925, aprobó explícitamente que "El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos esenciales"...y "los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes.".
Por lo tanto, el citado precepto constitucional viene a dar una connotación explícita, muy clara y de singular trascendencia acerca de lo que significa el avance que en nuestro país gradualmente se va realizando, no sólo por la vía de la aprobación de leyes internas, como son nuestras normativas en materia de trabajo, sino con la complementación que esa legislación necesariamente viene adquiriendo al aprobar convenios como el que esta tarde ha sido sometido a la consideración del Senado.
Por esas razones, voto a favor.
El señor STANGE.-
Señor Presidente , el proyecto de acuerdo en discusión no aporta novedades sustanciales a la legislación chilena en vigencia. Si este proyecto ha estado pendiente durante 50 años, bajo el mandato de Presidentes de distintos sectores políticos, no veo la necesidad de aprobarlo ahora.
Por ello, voto en contra.
El señor URENDA.-
Señor Presidente , el proyecto de acuerdo en debate fue largamente estudiado en las Comisiones de Relaciones Exteriores y de Trabajo y Previsión Social, unidas, donde se generó un largo debate. De ninguna manera estuvo en la mira de sus integrantes perjudicar a los trabajadores o contrariar sus aspiraciones, sino que, tal como se expresó anteriormente, fue analizado acuciosamente y se llegó a la conclusión de que este Convenio no agrega nada positivo a nuestra legislación, sino que, al contrario, contiene dos o tres disposiciones conflictivas que pueden crear serios problemas e, incluso, ir en contra de una norma especifica de la Constitución. Tal como lo analizó el Senador señor Chadwick , el artículo 9 del Convenio de ninguna manera podría implicar que estas normas no se apliquen a las Fuerzas Armadas, de acuerdo con la interpretación que en materias semejantes ha dado el Parlamento, sino que simplemente podrá mantenerse la misma tesis que sostenemos con respecto a las partidas del Presupuesto: no las podemos eliminar, sino sólo reducirlas. Es decir, de todas maneras el problema queda latente.
Sin embargo, no deja de ser curioso que el Convenio, que ya cumple más de 50 años, no fuera sometido anteriormente a la consideración del Parlamento. No es que se haya enredado 50 años en el Congreso; ninguno de los Gobiernos anteriores -algunos de ellos integrados por personeros que también ocupan cargos en la actual Administración- se preocupó de su ratificación y se propone su aprobación cuando en estas materias ya estamos de vuelta.
Otra de las cuestiones que se plantearon en este largo debate radica en que -contrariamente a lo que aquí se ha manifestado- en materia laboral el sector privado mantiene una relación bastante más armónica de lo que se supone con los empleadores y, por ello, en el país las huelgas son escasas. Curiosamente el sector público es el que produce mayores conflictos que no hemos sido capaces de encauzar, y, por eso, nos encontramos con una serie de huelgas ilegales y movimientos o discusiones que no guardan ningún orden o método.
Resulta curioso, entonces, que ahora pretendamos aparecer cumpliendo ante terceros asuntos que caigan bien a otros países, alterando normas que funcionan bien, y no nos preocupemos de aquellos problemas que realmente debemos encauzar, como son los conflictos del sector público, que dan lugar a la inmensa mayoría de las paralizaciones laborales.
Sin embargo, deseo referirme someramente a las afirmaciones relativas al empleo o distribución del mayor aumento de la riqueza en el país. Las estadísticas demuestran que en los últimos 15 años, después de la crisis de 1982, se han creado en Chile 2 millones 400 mil nuevos empleos y que ha existido un aumento sostenido y claro de las remuneraciones.
Por lo demás, la opinión referente a la concentración de la riqueza se ve absolutamente desmentida por el éxito de todos los "malls" y centros de ventas que se establecen en los sectores más populares o modestos, que registran mayores aumentos de ventas.
Y me alegra el hecho de que así ocurra, porque, obviamente, es tarea de todos hacer crecer el país de forma armónica, para que la clase trabajadora pueda optar a empleos mejor remunerados que le permitan realizarse.
En consecuencia, por no existir ninguna razón de peso que justifique aprobar el Convenio, y considerando que, en cambio, hay dos o tres circunstancias que lo hacen inconveniente o peligroso, voto en contra, tal cual lo hice en la Comisión, donde me pronuncié a favor del informe emitido por este organismo técnico, el que recomienda rechazar el proyecto de acuerdo.
El señor VALDÉS .-
Señor Presidente , esta discusión me recuerda lo que alguna vez estudié, el tema que expuse en la universidad cuando dictaba clases sobre historia laboral. Me trae a la memoria el debate que se produjo en el Senado en los meses de agosto y septiembre de 1924 y que terminó abruptamente cuando un grupo de generales y coroneles salieron del club que los acogía, ubicado frente al actual Teatro Municipal , para dirigirse a pie, con los uniformes vistosos que usaban en la época, hacia las dependencias del Parlamento. Ocuparon las tribunas del Senado, hicieron ruido de sables y obligaron a la Cámara Alta a aprobar de inmediato, en una sesión, una legislación social que don Arturo Alessandri había presentado en 1920, recién elegido, pero que la Derecha de entonces vetaba con argumentos muy parecidos, aunque tal vez con más elocuencia, a los que hoy esgrimen Senadores de igual tendencia política.
Es la misma situación de siempre.
Leyendo la historia europea nos damos cuenta de que todo avance en materia de fijación de salarios mínimos, todo avance en materia de sindicatos y todo avance en materia de respeto a los trabajadores, siempre atenta en contra de la producción y del orden; es peligrosísimo y resulta mejor dejar que los buenos patrones se encarguen de la suerte de los trabajadores. Eso ha sido siempre así y hoy lo vemos repetido con argumentos quizás de menor entidad, porque ya se está reconociendo que en Chile existe sindicalismo; se está reconociendo que en un mundo globalizado estamos unidos por tratados, al extremo de que en la Constitución, como muy bien recordara el Senador, profesor, ex Contralor y ex Canciller, don Enrique Silva Cimma , hay un artículo -una de las perlas de nuestra Carta Fundamental- que reconoce que la soberanía está limitada por los convenios internacionales. Y es una cosa muy notable, pues quiere decir que ella no es absoluta y no puede serlo, porque, tal como dijo ayer en el transcurso del debate un señor Senador , "Chile no puede ser una Albania neoliberal". Encuentro muy feliz la expresión "Albania neoliberal". Si hasta esa nación tuvo que abrirse. Cuando yo era funcionario de Naciones Unidas deseaba ir a todas partes, pero nunca pude llegar a Albania, porque no dejaban entrar a funcionarios de ese organismo. Hoy día, sin embargo, está socorrida, alimentada, por los europeos y por Naciones Unidas. Así es la cosa.
Entonces, el problema está en no repetir lo que pasó en 1924, pues cuando se levantan barreras a un movimiento social, sucede igual que con los tranques: cuando se llenan buscan un cauce de escape que no es el normal. Por eso, la OIT ha tenido entre sus objetivos el poder organizar, en la única institución que hay en Naciones Unidas y en el mundo, a través de un sistema tripartito, un progreso a esta evolución natural de los trabajadores que se organizan. Y la Constitución consagra, en el número 15º del artículo 19, el derecho de asociarse sin permiso previo, la libertad de asociación.
¿Por qué los trabajadores deben estar tan limitados en su organización? Lo podemos organizar todo, salvo a los partidos políticos, que aquí están muy organizados desde el punto de vista reglamentario. Pero podemos organizar todo lo demás para hacer cualquier cosa que no atente contra la moral y las buenas costumbres. No creo que cuando los trabajadores se organizan estén atentando contra la moral, ni mucho menos contra las buenas costumbres. En este sentido, me preocupa mucho más la televisión que los sindicatos.
Se ha hablado de Estados Unidos. No quiero hacer un largo discurso, pues dispongo de pocos minutos. Estados Unidos no firma convenios. Tampoco firmó el de la Liga de las Naciones. No lo necesita; es la costumbre norteamericana. Vean Sus Señorías lo que sucede con los convenios internacionales: se va de Europa; llega cuando lo necesitan, y después se retira. ¿Por qué no le interesan? Porque tiene una contundente estructura sindical: la AFL-CIO. Estupenda, con un edificio no inferior a la Casa Blanca. Siempre se ha dicho en Estados Unidos que los tres Poderes están en la Casa Blanca, en el Congreso y en la AFL-CIO, que es un palacio. Así se construyó. El sindicalismo es allá muy poderoso.
Se ha dicho aquí que lo fundamental es la educación. ¡Cómo vamos a discutir que la educación es la herramienta fundamental! Pero, ¿quién puede negar la obra del sindicalismo en la evolución de la sociedad moderna? Es increíble decir que eso no sirve.
Terminaré haciendo presente que, en materia de soberanía, estar en la OIT es una limitación, no cabe duda. Pero también lo es estar en la OEA, porque se han firmado acuerdos conforme a los cuales los miembros de esa Organización tienen que hacer democracia. Firmamos MERCOSUR con una limitación, porque tiene la misma exigencia. Igual sucede con muchas otras asociaciones. ¡Cuidemos la soberanía en aquello que es nuestro: la cultura, los valores, lo que conforma nuestra identidad! A veces perdemos esta identidad, porque aquí las televisiones pueden ser vendidas. En Europa y en Canadá no pueden enajenarse. Son europeas o canadienses. Aquí se vende todo.
Voto que sí porque, librado el punto delicado (la sindicalización eventual de las Fuerzas Armadas, que en Chile no se puede hacer), lo demás se reduce a poner al día algo que estaba ya acordado.
El señor VEGA .-
Señor Presidente , en verdad, desde 1924 a la fecha ya ha pasado algo de agua bajo los puentes. En esa época, los problemas se resolvían todos en el centro de Santiago. El Congreso también estaba allí, y por eso los militares fueron caminando desde el Club hasta dicho recinto. Ahora...
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Ahora están más lejos.
El señor VEGA .-
Hoy tienen que tomar micro.
-(Risas).
Esos son los cambios de la tecnología, señor Presidente . Las velocidades son distintas. Por eso, los escenarios también cambiaron y la globalización se produce precisamente gracias a ese adelanto. Todo el mundo está informado, los trabajadores también. Los profesores, en la mañana, estaban perfectamente al tanto, porque están viviendo la situación al unísono, y eso sucede aquí, en Londres, en Madrid y en Taiwán.
Por lo tanto, me parece que debemos que ser tremendamente cuidadosos con las fórmulas que establecen nuestras estructuras jurídicas. Por eso, actualmente estos Convenios son válidos. A pesar de que pasaron 50 años, son sumamente importantes en razón de que la globalización requiere de estructuras que equivalgan a las existentes en donde se generan las energías mundiales, en los países desarrollados. Desde allí llegan las energías globales a las naciones subdesarrolladas. Se trata de recibir corrientes de 480 voltios, y nosotros somos de 110. Por lo tanto, hay que ser cuidadosos al poner los transformadores, de manera que podamos resistir la fuerza de estos cambios.
Me parece que lo que está pasando en Londres es producto de esos problemas. Hoy día, los nacionalismos se fortalecen mirando hacia afuera; antaño lo hacían mirando hacia adentro. Por eso, la muralla china. En mi opinión nosotros, ahora, para fortalecer nuestro nacionalismo -y esos son los grandes desafíos del presente-, debemos abrir las puertas, abrir las ventanas y tener la sapiencia para saber integrarnos. Sé que es un problema difícil, que conlleva algunas dificultades. Pero también sé que tendremos que aprender a hablar en los mismos idiomas.
Creo que los convenios de la OIT son compatibles con esos principios y con esas razones.
Yo tenía un problema con respecto a las Fuerzas Armadas. Pero del estudio que me han hecho y de la lectura de los Convenios, entendí que las normas deberán aplicarse a todas las personas empleadas en la Administración Pública. Y la disposición pertinente dice: "La legislación nacional deberá determinar hasta qué punto se aplicarán a las Fuerzas Armadas y a la Policía las garantías previstas por el presente Convenio.".
El artículo 13 establece que la expresión "organización de empleados públicos para los efectos del Convenio, designa a toda organización, cualquiera que sea su composición, que tenga por objeto fomentar y defender los intereses de los empleados.".
Del estudio detenido del articulado del Convenio, de lo prescrito por la Constitución Política del Estado, y de la Ley Orgánica Constitucional que rige a las Fuerzas Armadas, se deduce que no está implicada en modo alguno la posibilidad de que se extiendan sus efectos a las Fuerzas Armadas, toda vez que aquél deja entregada a la legislación nacional la determinación del alcance de sus normas, existiendo además resguardos de tipo constitucional que impedirían una situación de tal naturaleza. Es decir, con Convenio o sin él, si queremos cambiar nuestras legislaciones, el problema será estrictamente interno.
Ello deja de lado esta posibilidad, y somos soberanos y autónomos para darnos la legislación que queramos respecto de nuestras instituciones de la Defensa.
Por esas razones, acepto los Convenios y voto favorablemente el proyecto de acuerdo
El señor VIERA-GALLO .-
Señor Presidente , uno de las dificultades de llamarse como uno se llama es que debe votar al último. A veces debiera empezarse desde el final de la lista, porque de otro modo uno no puede convencer a nadie. No es que pretenda convencer a alguien. Pero, tal vez...
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Existe una norma reglamentaria que nos obliga a proceder como lo hacemos, señor Senador .
El señor VIERA-GALLO .-
Lo sé, señor Presidente . También sé que el nombre de Su Señoría comienza con Z.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Al señor Senador le va a tocar votar antes que yo.
El señor VIERA-GALLO.-
Así es, señor Presidente.
Debo decir a los Honorables colegas de la Oposición que me extraña mucho que voten como lo hacen. Porque, como son personas de fuertes convicciones religiosas -que lo son-, de gran inspiración cristiana, si leyeran, no digo la Encíclica "Rerum Novarum", lo que sería retroceder mucho en el tiempo, pero sí la famosa Encíclica que hace poco publicó el Papa Juan Pablo II , " Laborem Exercens ", que exalta al trabajo, observarían que en ella señala que el trabajo es lo que define al ser humano y a la sociedad.
Por otra parte, ¿como se puede impedir a los trabajadores la libertad de asociarse? Si Sus Señorías leen " Laborem Exercens ", de donde salió el movimiento "Solidaridad", verán que lo esencial es la libertad de asociación. Si yo leo el Convenio, no encontraré nada en él que pudiera sugerir siquiera la idea de algo peligroso.
Ahora, quisiera responder a la Senadora señora Matthei su argumentación. Nadie está en contra de la educación, obviamente. Pero cómo podría ella desconocer que la lucha sindical es algo positivo; que los trabajadores conquistan sus derechos luchando, ya que nadie se los regala. En ese sentido, no se opone una cosa a la otra.
En la economía social de mercado, la palabra "social" supone una fuerte organización sindical. Así nació en el pensamiento alemán.
La señora MATTHEI .-
¿Me permitiría una breve interrupción, señor Senador ?
El señor VIERA-GALLO .-
Con todo gusto, si la Mesa lo permite.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Ello no es posible, señor Senador; estamos en votación.
El señor VIERA-GALLO.-
Lo lamento, Señora Senadora; se la habría concedido encantado.
En todo caso, debo decir que no comprendo por qué Sus Señorías votan en contra. No lo entiendo, porque, primero, es un voto impopular; segundo, va contra las convicciones de los señores Senadores; tercero, el voto es inútil, pues esto es algo completamente inocuo. Lo único que podría traer es la jurisprudencia de la OIT que mencionaba el Honorable señor Chadwick . Desconozco esa jurisprudencia, no la he estudiado; pero sé que no es obligatoria para los Estados; se trata de recomendaciones. En general, creo que la OIT es un organismo muy respetable que dentro de poco será dirigido por un chileno, Juan Somavía , persona muy eminente cuyo nombramiento significa un gran triunfo para Chile. Y nosotros, el país de donde proviene el Director de la Organización , votamos en contra de algo que, como decía el Senador señor Gazmuri , es de la esencia de la constitución del organismo.
Verdaderamente es muy lamentable la posición que adoptan Sus Señorías.
Voto que sí
El señor ZURITA.-
Señor Presidente , en primer término, debo recordar al Honorable señor Viera-Gallo que "Los últimos serán los primeros".
Ahora bien, he oído hablar tanto de la inserción en el campo internacional, que en un momento dado me pregunté: ¿Estaré equivocado? ¿No habremos perdido terreno? ¿No nos habrán dejado de cumplir tratados? Entonces, ¿de qué nos sirve la inserción?
Por eso, ante el temor de que no se respete otro tratado, voto en contra.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Me pronuncio afirmativamente, porque se salvó un punto que podría haber sido delicado: el relativo a las Fuerzas Armadas. Y está establecido con claridad que el Convenio no afecta a esas Instituciones, como muy bien lo indicó un señor Senador, pues lo referente a ellas queda totalmente entregado a la legislación interna.
El señor MARTÍNEZ.-
¿Me permite, señor Presidente?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
¿Para votar?
El señor MARTÍNEZ.-
No.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Entonces, una vez concluida la votación, señor Senador.
El señor MARTÍNEZ.-
Ya terminó, señor Presidente .
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Aún no se ha proclamado, Su Señoría.
El señor LAGOS ( Secretario ).-
¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Terminada la votación.
Se aprueba el proyecto de acuerdo (24 votos por la afirmativa y 22 por la negativa).
Votaron por la afirmativa los señores Bitar, Boeninger, Foxley, Frei (doña Carmen), Gazmuri, Hamilton, Lavandero, Matta, Moreno, Muñoz Barra, Núñez, Ominami, Páez, Parra, Pizarro, Ruiz (don José), Ruiz-Esquide, Sabag, Silva, Valdés, Vega, Viera-Gallo, Zaldívar (don Adolfo) y Zaldívar (don Andrés).
Votaron por la negativa los señores Aburto, Bombal, Canessa, Cantero, Cariola, Cordero, Chadwick, Díez, Fernández, Horvath, Lagos, Larraín, Martínez, Matthei, Novoa, Pérez, Prat, Ríos, Romero, Stange, Urenda y Zurita.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Tiene la palabra el Honorable señor Martínez.
El señor MARTÍNEZ .-
Señor Presidente , quiero dejar constancia reiterada (repito: constancia reiterada) de que el Convenio recién aprobado, desgraciadamente, abre las puertas para que en los próximos años se plantee en Chile el problema...
El señor LAVANDERO .-
¡Ya terminó la discusión del proyecto, señor Presidente!
El señor MARTÍNEZ .-
...de la sindicación de las Fuerzas Armadas y de Orden.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
¡Yo estoy dirigiendo la sesión, señor Senador !
El señor LAVANDERO .-
¡Y concluyó la votación!
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
¡Yo estoy dirigiendo la sesión, Su Señoría!
El señor LAVANDERO .-
¡El Senador señor Martínez no puede referirse a algo que ya fue votado!
El señor MARTÍNEZ .-
Señor Presidente , habiendo un paréntesis entre dos votaciones...
El señor LAVANDERO.-
¡Pasemos a lo siguiente, señor Presidente!
El señor MARTÍNEZ .-
...(ya concluyó la que aprueba el Convenio y, por tanto, puedo dar una opinión al respecto),...
El señor LAVANDERO .-
¡Es una falta de respeto, señor Presidente ! ¡Nos estamos saltando la tabla!
El señor MARTÍNEZ .-
...quiero dejar claramente establecido que se está abriendo la puerta para que en los próximos años se produzca en Chile la sindicación de las Fuerzas Armadas y Carabineros.
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor LAVANDERO .-
¡No es admisible referirse a un proyecto que ya fue votado!
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Señor Senador , le ruego ceñirse al Reglamento y pedir la palabra.
El señor LAVANDERO .-
¡Nadie puede referirse a un proyecto ya votado!
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Por favor, Su Señoría, diríjase a la Mesa y solicite la palabra. Reglamentariamente, tiene derecho a reclamar.
El señor GAZMURI.-
Pido la palabra.
El señor BITAR.-
Pido la palabra.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Ha terminado el Orden del Día. Corresponde entrar a la hora de Incidentes.
El señor BITAR.-
Señor Presidente , al igual que el Honorable señor Martínez , quiero dejar una constancia.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Su Señoría...
El señor BITAR.-
Deseo saber si el derecho de los Senadores a dejar constancias después de una votación vale también para mí.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Si Su Señoría lo solicita, no hay inconveniente.
El señor BITAR.-
Entonces, señor Presidente , quiero expresar que, en mi concepto, la decisión que tomamos precedentemente al aprobar el Convenio constituye un paso importante para la modernización de Chile y de nuestra sociedad.
Gracias.
El señor GAZMURI.-
Pido la palabra.
El señor LAVANDERO .-
Yo también deseo dejar una constancia, señor Presidente .
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Déjela, Su Señoría. Todos los Senadores tienen el mismo derecho.
El señor LAVANDERO .-
Señor Presidente , sólo quiero formular un reclamo. Reglamentariamente, votado un proyecto, está prohibido en forma expresa referirse a él. De manera que levanto mi voz en protesta por ese tipo de intervenciones.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Queda terminado el Orden del Día.
Hago presente a Sus Señorías que, en conformidad a los acuerdos adoptados por los Comités al inicio de la presente Legislatura sobre días y horas de sesiones, mañana correspondería celebrar sesión extraordinaria si un Comité así lo solicitara. La Mesa ya ha recibido una petición en tal sentido.
Para referirse al punto, tiene la palabra el Honorable señor Novoa.
El señor NOVOA.-
Señor Presidente , entiendo que las sesiones de los días jueves son ordinarias,...
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Extraordinarias, señor Senador.
El señor NOVOA.-
...por acuerdo de la Sala.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Según me informa Secretaría, señor Senador , la resolución adoptada al comienzo de la Legislatura fue celebrar sesiones ordinarias los martes y miércoles, y los jueves, extraordinarias, cuando así lo solicite un Comité.
El señor NOVOA.- Entonces, lo solicitamos, señor Presidente.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés ( Presidente ).-
Ya fue pedido, Su Señoría, y por eso lo estoy señalando.
En consecuencia, mañana habrá sesión extraordinaria, a partir de las 10:30, para continuar el despacho de la tabla.
Comunicó a Sus Señorías que no podré estar presente en dicha sesión, porque recibiré en Santiago al Presidente del Banco Nacional de Polonia . Así que seré reemplazado en la testera por el Vicepresidente del Senado , Honorable señor Ríos.
"
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