REP�BLICA DE CHILE DIARIO DE SESIONES DEL SENADO PUBLICACI�N OFICIAL LEGISLATURA 339�, EXTRAORDINARIA Sesi�n 16�, en martes 12 de enero de 1999 Ordinaria (De 16:20 a 20:21) PRESIDENCIA DEL SE�OR ANDR�S ZALD�VAR, PRESIDENTE, Y DE LA SE�ORA CARMEN FREI, PRESIDENTA ACCIDENTAL SECRETARIO, EL SE�OR JOS� LUIS LAGOS L�PEZ, TITULAR, ____________________ � N D I C E Versi�n Taquigr�fica I.ASISTENCIA......................................................................................................... II.APERTURA DE LA SESI�N............................................................................... III.TRAMITACI�N DE ACTAS............................................................................... IV.CUENTA................................................................................................................. Acuerdos de Comit�s...................................................................................... Homenaje en memoria de Cardenal Carlos Oviedo Cavada (se rinde)... V.ORDEN DEL D�A: Proyecto de reforma constitucional, en segundo tr�mite, que establece igualdad de oportunidades para hombres y mujeres (1579-07) (queda pendiente su discusi�n general).............................................. VI.TIEMPO DE VOTACIONES: Apoyo a gesti�n de Gobierno en caso de Senador se�or Pinochet y creaci�n de comisi�n para temas pendientes. Proyecto de Acuerdo (S 372-12) (se aplaza su votaci�n)...................................................... VII.INCIDENTES: Peticiones de oficios (se anuncia su env�o)............................................. Descentralizaci�n de fondos sociales. Oficios (observaciones del se�or Larra�n)................................................................................................ Traslado de imagen de San Sebasti�n (observaciones de los se�ores Viera-Gallo y Bombal)........................................................................ Subrogancia de Alcalde de Municipalidad de Chanco y uso de sedes comunitarias. Oficio (observaciones del se�or Matta)........................ VERSI�N TAQUIGR�FICA I. ASISTENCIA Asistieron los se�ores: --Aburto Ochoa, Marcos --Bitar Chacra, Sergio --Boeninger Kausel, Edgardo --Bombal Otaegui, Carlos --Canessa Robert, Julio --Cantero Ojeda, Carlos --Cariola Barroilhet, Marco --Chadwick Pi�era, Andr�s --D�ez Urz�a, Sergio --Fern�ndez Fern�ndez, Sergio --Foxley Rioseco, Alejandro --Frei Ruiz-Tagle, Carmen --Gazmuri Mujica, Jaime --Hamilton Depassier, Juan --Horvath Kiss, Antonio --Lagos Cosgrove, Julio --Larra�n Fern�ndez, Hern�n --Lavandero Illanes, Jorge --Mart�nez Busch, Jorge --Matta Aragay, Manuel Antonio --Matthei Fornet, Evelyn --Moreno Rojas, Rafael --Mu�oz Barra, Roberto --Novoa V�squez, Jovino --N��ez Mu�oz, Ricardo --P�ez Verdugo, Sergio --Parra Mu�oz, Augusto --P�rez Walker, Ignacio --Pizarro Soto, Jorge --Prat Alemparte, Francisco --Romero Pizarro, Sergio --Ruiz De Giorgio, Jos� --Ruiz-Esquide Jara, Mariano --Sabag Castillo, Hosa�n --Silva Cimma, Enrique --Stange Oelckers, Rodolfo --Urenda Zegers, Beltr�n --Vald�s Subercaseaux, Gabriel --Vega Hidalgo, Ram�n --Viera-Gallo Quesney, Jos� Antonio --Zald�var Larra�n, Adolfo --Zald�var Larra�n, Andr�s --Zurita Camps, Enrique Concurrieron, adem�s, los se�ores Ministros de Relaciones Exteriores, de Educaci�n y Ministra Directora del Servicio Nacional de la Mujer subrogante, y la se�ora Coordinadora del Programa de Reformas Legales del SERNAM. Actu� de Secretario el se�or Jos� Luis Lagos L�pez, y de Prosecretario, el se�or Carlos Hoffmann Contreras. II. APERTURA DE LA SESI�N --Se abri� la sesi�n a las 16:20, en presencia de 25 se�ores Senadores. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- En el nombre de Dios, se abre la sesi�n. III. TRAMITACI�N DE ACTAS El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Se da por aprobada el acta de la sesi�n 13�, ordinaria, en 22 de diciembre del a�o pasado, que no ha sido observada. (V�ase en los Anexos el acta aprobada). IV. CUENTA El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Se va a dar cuenta de los asuntos que han llegado a Secretar�a. El se�or HOFFMANN (Prosecretario).- Las siguientes son las comunicaciones recibidas: Mensajes Dos de Su Excelencia el Presidente de la Rep�blica: Con el primero retira la urgencia que hizo presente al proyecto de acuerdo que aprueba la enmienda al Tratado sobre Transferencia de Presos Condenados entre la Rep�blica de Chile y la Rep�blica Federativa del Brasil. (Bolet�n N� 2.295-10). --Queda retirada la urgencia, y se manda agregar el documento a sus antecedentes. Con el segundo retira la urgencia y la hace presente, nuevamente, con el car�cter de "suma", respecto del proyecto de ley que fortalece la Fiscal�a Nacional Econ�mica. (Bolet�n N� 2.105-03). --Queda retirada la urgencia, se tiene presente la nueva calificaci�n y se manda agregar el documento a sus antecedentes. Oficios Dos de la Honorable C�mara de Diputados: Con el primero comunica que ha dado su aprobaci�n al proyecto de ley Org�nica Constitucional del Ministerio P�blico, con urgencia calificada de "simple". (Bolet�n N� 2.152-07). (V�ase en los Anexos, documento 1). --Pasa a la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento y a la de Hacienda, en su caso, y se manda poner en conocimiento de la Excelent�sima Corte Suprema. Con el segundo informa que ha dado su aprobaci�n a las enmiendas propuestas por el Senado al proyecto de ley sobre probidad administrativa de los �rganos de la Administraci�n del Estado, con excepci�n de las que indica, que ha rechazado. (Bolet�n N� 1.510-07). (V�ase en los Anexos, documento 2). En consecuencia, corresponde la formaci�n de una Comisi�n Mixta, para lo cual ha designado a los se�ores Diputados que menciona para que la integren en representaci�n de esa Corporaci�n. --Se toma conocimiento, y se designa a los se�ores Senadores miembros de la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento como integrantes de la referida Comisi�n Mixta. Del se�or Ministro de Obras P�blicas, con el que contesta un oficio enviado en nombre del Senador se�or Moreno, relativo al proyecto de pavimentaci�n de la ruta Central Rapel-Litueche. De la se�ora Ministra de Bienes Nacionales, con el que responde un oficio enviado en nombre del Senador se�or Horvath, en cuanto a la regularizaci�n de t�tulos de dominio en Puerto Ra�l Mar�n Balmaceda. Del se�or Subsecretario de Obras P�blicas, con el que contesta un oficio enviado en nombre del Senador se�or Cordero, atinente a la construcci�n de un puente sobre el R�o Quilimar�. Del se�or Comandante en Jefe de la Armada, con el que responde un oficio enviado en nombre del Senador se�or Horvath, relativo al reemplazo del Buque M�dico Dental "Cirujano Videla". Finalmente, hay uno del se�or Director General del Territorio Mar�timo y Marina Mercante Nacional, con el que contesta un oficio enviado en nombre del Senador se�or Horvath, referido a la situaci�n de los pescadores artesanales en la Und�cima Regi�n. --Quedan a disposici�n de los se�ores Senadores. Informes De la Comisi�n de Relaciones Exteriores, reca�do en el proyecto de acuerdo que aprueba la Cuarta Enmienda del Convenio Constitutivo del Fondo Monetario Internacional, adoptada en Washington D.C., el 23 de septiembre de 1997. (Bolet�n N� 2.258-10). (V�ase en los Anexos, documento 3). Uno de la Comisi�n de Salud, y otro, de la de Hacienda, reca�dos en el proyecto de ley, en segundo tr�mite constitucional, que modifica el Estatuto de Atenci�n Primaria de Salud Municipal, con urgencia calificada de "suma". (Bolet�n N� 2.036-11). (V�anse en los Anexos, documentos 4 y 5). Uno de las Comisiones de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento y de Econom�a, unidas, y otro, de la de Hacienda, reca�dos en el proyecto de ley, en segundo tr�mite constitucional, que fortalece la Fiscal�a Nacional Econ�mica, con urgencia calificada de "suma". (Bolet�n N� 2.105-03). (V�anse en los Anexos, documentos 6 y 7). Han llegado a la Mesa los segundos informes de las Comisiones de Hacienda y de Econom�a reca�dos en el proyecto, en segundo tr�mite constitucional, que establece incentivos para el desarrollo econ�mico de las Regiones de Ais�n y de Magallanes, y de la provincia de Palena. (Bolet�n N� 1.888-03). (V�anse en los Anexos, documentos 8 y 9). --Quedan para tabla. Solicitud Del se�or Jos� Benito Urquiola Vergara, con la que pide la rehabilitaci�n de su ciudadan�a. (Bolet�n N� S 373-04). (V�ase en los Anexos, documento 10). --Pasa a la Comisi�n de Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadan�a. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Terminada la Cuenta. ACUERDOS DE COMIT�S El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- El se�or Secretario dar� a conocer los acuerdos de Comit�s. El se�or LAGOS (Secretario).- En reuni�n de hoy, los Comit�s resolvieron: 1) Proponer a la Sala que en la discusi�n general del proyecto de reforma constitucional, en segundo tr�mite constitucional, que establece igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, con informe de la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento, usen de la palabra un Senador que lo apoye y otro que lo impugne por 10 minutos cada uno. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Si le parece a la Sala, as� se acordar�a. El se�or D�EZ.- No, se�or Presidente. En una reforma constitucional esa resoluci�n resulta inadmisible. El precedente del Senado ser�a muy malo. Los Comit�s no tienen facultad para limitar los derechos de los Senadores, sino para ordenar el trabajo de la Corporaci�n. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- No estamos limitando los derechos de los Senadores, sino formulando una proposici�n. Si la Sala no concuerda con ella, ... El se�or D�EZ.- No hay acuerdo, se�or Presidente. El se�or PIZARRO.- Se�or Presidente, �cu�l es el procedimiento? Como es una propuesta, puede ser acogida o desechada. Tendr� que someterla a discusi�n. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- No, se�or Senador. Debo aplicar el Reglamento en lo relativo al derecho a usar de la palabra. El se�or PIZARRO.- Entonces, �para qu� los Comit�s plantean proposiciones? El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Porque si en la Sala hay unanimidad, las normas reglamentarias pueden suspenderse. El se�or LAGOS (Secretario).- 2) Con relaci�n al proyecto sobre universidades estatales, con informe de la Comisi�n de Educaci�n, Cultura, Ciencia y Tecnolog�a, se propone a la Sala cerrar el debate e iniciar la votaci�n general con los Senadores inscritos, quienes podr�n solicitar ampliar hasta 10 minutos la fundamentaci�n de su voto; aprobarlo en general; y fijar hasta el martes 9 de marzo, a las 12, el plazo para presentar indicaciones. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Si le parece a la Sala, as� se proceder�a. Acordado. El se�or LAGOS (Secretario).- 3) Tratar el proyecto de ley que establece incentivos para el desarrollo econ�mico de las Regiones de Ais�n y de Magallanes, y de la provincia de Palena, que se incluy� en la Cuenta de hoy, en la tabla de F�cil Despacho de la sesi�n de ma�ana, y 4) Sesionar la �ltima semana del mes en curso s�lo el martes 26, en la ma�ana y en la tarde. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Si le parece a la Sala, se aprobar�an dichas resoluciones. Acordado. El se�or PIZARRO.- �Me permite, se�or Presidente? El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra Su Se�or�a. El se�or PIZARRO.- Se�or Presidente, �no podr�a tratarse tambi�n en la sesi�n de ma�ana el proyecto que fortalece la Fiscal�a Nacional Econ�mica, cuya urgencia fue calificada de "suma"? El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Estableceremos la tabla de ma�ana conforme a las urgencias de las iniciativas. Si la urgencia es "suma", tendr� preferencia sobre otras. ___________________ El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Hay una petici�n del Senador se�or Vald�s, por la cual solicita autorizaci�n al Senado para ausentarse del pa�s por m�s de treinta d�as, a contar del 16 del presente mes. --Se accede. ___________________ El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Corresponde rendir homenaje en memoria del Excelent�simo Cardenal Monse�or Carlos Oviedo. Se encuentran presentes en las tribunas el se�or Presidente de la Conferencia Episcopal y obispos representantes de ella. HOMENAJE EN MEMORIA DE CARDENAL CARLOS OVIEDO CAVADA El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Se�oras Senadoras, se�ores Senadores; se�oras y se�ores: Hoy nos reunimos aqu�, en el Senado, para rendir homenaje al Cardenal Carlos Oviedo Cavada. �C�mo no recordar su sabidur�a y discreci�n al acompa�arnos permanentemente con su testimonio y orientarnos con sus reflexiones y ense�anzas en nuestro camino de reconstrucci�n de la convivencia nacional! Sin duda, Chile tiene que agradecer su presencia en nuestra vida ciudadana. Personalmente, doy gracias a Dios por haberme permitido participar en su peregrinaje por esta tierra. Monse�or Oviedo, caballeroso, de car�cter reservado, apariencia t�mida y modales delicados, era tambi�n inteligente, r�pido y oportuno en sus observaciones. Fue designado arzobispo de Santiago en 1990, luego de 26 a�os de fruct�fero servicio episcopal, que primero lo llev� a ser obispo auxiliar de Concepci�n, y luego, arzobispo de Antofagasta, ocasi�n en la cual se�al� que "quer�a ser un Pastor de todos y para todos". Y as� lo hizo. Se esforz� incansablemente toda su existencia por cumplir este prop�sito, tratando de estar presente siempre en todas partes y en las m�s diversas circunstancias donde m�s lo necesitaban. No s�lo ejerci� su ministerio episcopal con brillantez y entrega absoluta, sino que se preocup� permanentemente por hacerse presente donde hab�a dolor: en los hospitales, en los hogares de ancianos y de menores, en los recintos de enfermos cr�nicos y terminales, y mensualmente, con gran fidelidad a su carisma mercedario, donde se encontraban hombres y mujeres que hab�an perdido su libertad, en los centros penitenciarios. Se dice que en sus numerosos viajes por el extranjero nunca dej� de visitar a las chilenas y chilenos que se encontraban en las c�rceles de las ciudades en que paraba. Ir�nicamente afirmaban algunos de sus amigos que era el chileno que conoc�a m�s prisiones en el mundo. Esta generosidad suya de ocupar much�simas horas de su tiempo para estar cerca de los m�s necesitados lo hizo querido por su pueblo, sobre todo por los m�s sencillos de coraz�n. Ellos percibieron su cercan�a, su coraz�n de padre y pastor bueno. Y, por eso, en cuanto se supo la triste noticia de su muerte, surgi� espont�neamente una sensaci�n de vac�o, de p�rdida de paternidad. Y ese mismo pueblo que �l tanto am� acudi� de lleno a darle las gracias y a despedirlo en la Catedral de Santiago. Pero su preocupaci�n y cercan�a no s�lo se expresaron con su presencia personal. Lo hizo tambi�n a trav�s de sus cartas pastorales y numerosas homil�as, discursos y entrevistas de prensa, por medio de los cuales busc� ayudarnos a progresar en nuestra existencia e iluminarnos en nuestro camino. Desde el comienzo de su ministerio quiso dignificar la actividad pol�tica, mostrando la necesidad de ser coherentes en la pr�ctica con los grandes principios del servicio p�blico. Tambi�n se�al� la necesidad de fortalecer la familia y su fundamento en el matrimonio; predic� la urgencia de la reconciliaci�n en Chile; hizo presente los principios que deben inspirar toda educaci�n; remarc� el imperativo de valorar el trabajo y alcanzar relaciones justas entre trabajadores y empresarios; destac� la urgencia de superar la pobreza, no s�lo como un problema del desarrollo, sino como un imperativo moral; mostr� el inmenso campo de acci�n que tenemos por delante para atender al mundo del dolor, de los sufrientes, entre ellos, y muy especialmente, de los enfermos de SIDA; nos record� la urgencia de cuidar el medio ambiente y la ecolog�a humana; llam� la atenci�n sobre los adultos mayores y los jubilados, tambi�n sobre los ni�os, los j�venes, la situaci�n de la mujer. Era la expresi�n de palabra y de vida de un humanista integral. Fue un estudioso, un gran lector, un intelectual amante de la historia -lleg� a ser miembro de n�mero de la Academia Chilena de la Historia-, lo que le permiti� tener una visi�n amplia y comprensiva de los procesos humanos y sociales. Ya al ser elegido como Obispo Auxiliar de Concepci�n, en 1964, manifest� esta inquietud en su s�mbolo y lema, que dec�a: "Paz en nuestros d�as". Como sacerdote, conocedor del coraz�n de la gente, y como historiador, conocedor del devenir de los pueblos, era un convencido de "que la paz, fruto de la justicia, se inicia en el interior de cada persona". A partir de esta afirmaci�n y de esta convicci�n, sosten�a que se puede alcanzar el cambio social que necesitamos. Y citando al Pont�fice Paulo VI, nos se�alaba que "a�n las mejores estructuras, los sistemas m�s idealizados, se convierten pronto en inhumanos si las inclinaciones inhumanas del hombre no son saneadas, si no hay una conversi�n de coraz�n y de mente por parte de quienes viven en esas estructuras y las rigen". En estas reflexiones de Monse�or Oviedo aparece como elemento sustancial su compromiso con los pobres y la superaci�n de la pobreza. Nos dec�a: "Los pobres, antes de representar una categor�a social, son personas, es decir, sujetos del di�logo �ntimo que establece el Creador con su creatura. Por ello se definen por el "ser" antes que por el "tener". La persistencia masiva de la pobreza -nos se�alaba- antes que provocarnos estupor o extra�eza nos debe reclamar por nuestra ceguera involuntaria o voluntaria; por nuestra indiferencia; por nuestra insensibilidad; o por nuestro desprecio. Y agregaba: "existe, por tanto, la obligaci�n moral de actuar decididamente para aliviar la situaci�n de los m�s pobres (...) nadie est� excusado de participar". La visi�n social de don Carlos se completa con su insistencia en la necesidad de desarrollar entre nosotros una aut�ntica cultura de la solidaridad. "Una visi�n que se hace cargo de esta responsabilidad social" -dec�a- "es incompatible con una visi�n individualista y atomizada de la sociedad. La persona es intr�nsecamente un ser social, llamado a la comunicaci�n, a la solidaridad, al amor, como donaci�n total de s� mismo". Y agregaba que "la �nica respuesta adecuada a la pobreza es la solidaridad" y que "el ejercicio de la solidaridad frente a otros, tanto como la aceptaci�n de la solidaridad que otros quisieran manifestarnos, bastan para otorgar a la persona una identidad, para que se sientan reconocidas y valoradas, para que sientan pertenecer a una vida llevada en com�n. Todo lo dem�s puede ayudar a fortalecer este n�cleo de la cultura, pero nada lo puede sustituir". Y conclu�a citando a San Pablo: "que si uno no ama, si no tiene amor, nada tiene y nada es". Sus puntos de vista sobre el desarrollo parten justamente de esa realidad. Y es bueno que precisamente en este a�o en que nos encontramos con algunas dificultades en este campo recordemos sus sabias palabras. Dec�a: "Toda estrategia de desarrollo y crecimiento tiene costos no s�lo econ�micos sino sociales y, en �ltima instancia, humanos (...). Pero, precisamente porque existen costos sociales es necesaria la m�s alta responsabilidad moral tanto en la elecci�n de las estrategias de desarrollo como en la distribuci�n de las cargas entre los distintos sectores de la poblaci�n". Y agregaba m�s adelante: "La �nica manera de conservar el equilibrio entre estas complejas materias interrelacionadas es subordinando las metas del desarrollo y del crecimiento econ�mico al desarrollo integral de la persona, por quien y para quien se define el bien com�n". En estos d�as en que han surgido fuertes tensiones en nuestra convivencia, el mejor homenaje -creo yo- que podemos rendir a este constructor de la paz es revisarnos nosotros mismos, los pol�ticos, a la luz de sus orientaciones. Don Carlos Oviedo, al respecto, nos dec�a, entrando a materias contingentes: "El sistema democr�tico es viable y fruct�fero all� donde se reconocen ciertos valores fundamentales y premisas �ticas que est�n por encima de eventuales mayor�as, y que constituyen as� el cimiento moral de la democracia misma". Y continuaba afirmando: "La civilizaci�n contempor�nea ha encontrado en los Derechos Humanos"... "una verdadera "piedra angular", un consenso m�nimo sobre el cual construir una convivencia justa y pac�fica y nadie que tenga vocaci�n pol�tica, creyente o no, debiera dejar de aportar a la consolidaci�n de esta base de estabilidad para el sistema democr�tico". M�s adelante nos confrontaba directamente a nosotros, los pol�ticos, expresando: "La pol�tica, m�s a�n en r�gimen de democracia pluralista, es a la vez un est�mulo y una llamada a practicar altas formas de virtud, sobre todo de la caridad y de la justicia, en la vida p�blica. Entre ellas," �nos dec�a- "subrayo el respeto por el otro, sobre todo por el adversario; el saber ponerse en su lugar,"... "comprenderlo desde dentro como condici�n b�sica para el aut�ntico di�logo". Nos llamaba a no deformar los planteamientos del otro para combatirlos con mayor facilidad, y terminaba se�al�ndonos que en nuestras relaciones como pol�ticos debe imperar la verdad en el decir y en el obrar. Se�oras y se�ores Senadores, me he detenido a resaltar algunas facetas personales y del pensamiento cultural y social del Cardenal Carlos Oviedo Cavada. Pero ellas no agotan su personalidad y su quehacer. Mucho m�s habr�a que a�adir sobre su dimensi�n espiritual y religiosa y su papel como sacerdote y Obispo de la Iglesia, lo cual �estoy seguro- lo proyectar� la historia de nuestra patria, de la que, sin duda, ha sido actor y testigo principal. Hoy, como Presidente del Senado y en representaci�n de esta Corporaci�n, rindo justo homenaje de gratitud y admiraci�n a este chileno, que supo encarnar en s� mismo los mejores valores de nuestra nacionalidad y proyectarlos, con generosidad y sencillez, al servicio de su patria y de su Iglesia. Quiero agradecer a toda su familia, a la Orden de Sacerdotes Mercedarios y a la Iglesia Cat�lica, representada hoy d�a en el Senado por sus autoridades, por habernos permitido y permitirme compartir parte de su existencia. Muchas gracias. Tiene la palabra el Honorable se�or Larra�n. El se�or LARRA�N.- Se�or Presidente, se�oras y se�ores Senadores, se�or Arzobispo de Santiago y Presidente de la Conferencia Episcopal; se�ores Arzobispo, Obispos y miembros de la Iglesia Cat�lica; familiares de don Carlos Oviedo Cavada; se�oras y se�ores: Hace algunas semanas una dolorosa noticia nos impact�: el Cardenal Carlos Oviedo Cavada hab�a muerto tras una penosa enfermedad, que durante 1998 signific� su alejamiento de la Arquidi�cesis de Santiago, donde fue pastor por casi una d�cada. Asumi� en 1990 como Arzobispo de Santiago, providencialmente en los d�as en que otro cambio importante suced�a en Chile, cuando el entonces Presidente Pinochet transmit�a el mando al Presidente electo Patricio Aylwin, en medio de la curiosidad del mundo que nos observaba. Hoy, al mirar en retrospectiva, podemos apreciar cu�nto colabor� el Cardenal Oviedo en este proceso desde la perspectiva pastoral, apelando al necesario encuentro que debe existir entre los chilenos. As�, desde un inicio, Monse�or Oviedo se present� como un trabajador por la reconciliaci�n, seg�n �l mismo lo expres� en un art�culo publicado en "El Mercurio" el s�bado 31 de marzo de 1990: "En este momento hist�rico del pa�s" �se�al� en esa ocasi�n- "es un desaf�o seguir lo que ha sido la tarea de la Iglesia en los �ltimos a�os; trabajar por la reconciliaci�n. La reconciliaci�n con Dios, la reconciliaci�n entre nosotros. Ninguna sociedad o comunidad podr� progresar agudizando divisiones como nos dec�a el Papa Juan Pablo II cuando estuvo en Chile, aumentando las brechas, sino que tenemos que trabajar unidos para hacer de Chile un pa�s de hermanos, fraterno, acogedor, justo, humano, m�s digno de Dios, como auguraba el Papa. En Santiago" �concluy� Monse�or Oviedo- "para todos los cat�licos ser� su padre y pastor en la fe.". Y as� fue durante estos ocho a�os: un padre y un pastor en la fe para todos: cat�licos y quienes no lo son, de Gobierno y de Oposici�n, ricos y pobres, sanos y enfermos y, por supuesto, para los presos, los privados de libertad, aquellos a los que tanto amaba por ser la esencia de su vocaci�n mercedaria. Monse�or Carlos Oviedo fue prol�fico en escribir: homil�as, art�culos de prensa, cartas pastorales, que lo llevaban a cumplir la labor propia de los Obispos: ense�ar la fe, dar doctrina. Entre sus cartas pastorales son muy recordadas �ya lo destac� aqu� el se�or Presidente de esta Corporaci�n- las relativas a la juventud, al SIDA, aquella en que nos insist�a en que los pobres no pueden esperar; la referida a la familia y al trabajo o la alusiva a las relaciones entre empresarios y trabajadores, entre otras. Sin embargo, muchas veces olvidamos la primera de ellas �la de septiembre de 1990, que produjo especial atenci�n en el �mbito p�blico-, llamada "Los cat�licos y la pol�tica. Carta a los pol�ticos". Por eso, en el Senado, cuando se rinde homenaje en su memoria -hablo en mi nombre y en el del Comit� Uni�n Dem�crata Independiente e Independientes, quienes solicitamos esta sesi�n-, he cre�do conveniente traer al recuerdo algunos de los elementos centrales de aquel mensaje, pronunciado a meses del retorno a la democracia, tras haberse restablecido el Congreso Nacional, entre otras instituciones. La Carta estuvo dirigida a los pol�ticos que son fieles cat�licos, pero tambi�n fueron destinatarios de ella "aquellos que tienen un quehacer pol�tico participando en el Gobierno, en el poder legislativo, en las municipalidades, en los partidos pol�ticos u organizaciones pol�ticas", seg�n sus palabras. Nuestro Cardenal sostiene con fuerza, en uni�n con la doctrina tradicional de la Iglesia, la nobleza intr�nseca de la funci�n pol�tica en la vida de la comunidad, labor que un Santo Padre de este siglo elev� a la m�s alta significaci�n de servicio, junto con el sacerdocio. Esa consideraci�n constituye un imperativo que nos debe conducir a asumir con m�s responsabilidad nuestra funci�n, de gran exigencia, por estar orientada al bien com�n de toda la sociedad. Por ello, quien ejerce la actividad pol�tica no puede hacerlo pensando en la inmediatez o en la mera contingencia. Junto con representar a los contempor�neos, de alg�n modo debemos pensar en los antecesores y en las futuras generaciones, teniendo presente siempre "la continuidad de nuestra historia patria". En su Carta Pastoral, Monse�or Oviedo formul� un planteamiento muy original y trascendente respecto del comportamiento de los pol�ticos, lo que, a mi juicio, constituye un notable acierto. Lo hizo recordando las cuatro virtudes o cualidades esenciales que deb�an rodear la funci�n pol�tica, las "cuatro coherencias", como �l las denominaba. La primera coherencia es aquella que debe existir entre lo que se promete al pueblo y al electorado, y lo que se puede y se desea cumplir. La actitud opuesta a esto es la demagogia. La segunda es la que procura que el pol�tico se mueva con equilibrio entre los principios doctrinarios que sustentan su acci�n y el flexible pragmatismo ante lo cambiante de la realidad concreta. Lo contrario, por cierto, ser� la incoherencia o el actuar contradictorio. Una tercera dimensi�n es la que obliga al hombre p�blico a una coherencia b�sica entre la conducta pol�tica y su sumisi�n a los preceptos de la ley moral, con especial preocupaci�n por la honestidad. Por �ltimo, la cuarta coherencia es aquella que exige no tener contradicciones entre la actuaci�n p�blica del pol�tico y su vida privada. Es decir, Monse�or Oviedo nos reclama acerca de nuestra integridad de vida. En estas "coherencias" hay un programa de trabajo que, de cumplirse fielmente, probablemente har�a innecesario preocuparse de contar, por ejemplo, con reglamentos o c�digos de conducta parlamentaria, que muchos propician para evitar comportamientos re�idos con la �tica. "La pol�tica," �agregaba el documento- "m�s a�n en r�gimen de democracia pluralista, es a la vez un est�mulo y una llamada a practicar altas formas de virtud, sobre todo de la caridad y de la justicia, en la vida p�blica.". Es cierto, como muchos han subrayado siguiendo a Fukuyama, que en los �ltimos a�os del siglo hemos vivido el triunfo de la democracia y de la econom�a de mercado. La Iglesia universal y monse�or Oviedo en Chile son, sin embargo, cautos frente a la tentaci�n de los para�sos terrestres. Por ello, con fuerza repet�a que "no todo el contenido de la vida humana puede quedar entregado a la decisi�n de las mayor�as, ni tampoco, en su caso, a las demandas del mercado.". Y complementaba lo anterior se�alando: "Si se pretende hacer que en la democracia pluralista y la econom�a de mercado prevalezca la amoralidad, el materialismo libertario, el positivismo jur�dico y el relativismo absoluto, tanto esa democracia como aquella econom�a caminar�n, a la larga, hacia su ruina.". Con respeto hacia quienes no comparten nuestra fe, perm�taseme traer a este Hemiciclo una digresi�n de monse�or Oviedo, referida en especial al actuar de los pol�ticos cat�licos. Unas p�ginas del mencionado documento del entonces Arzobispo de Santiago fueron dedicadas particularmente a este grupo de personas: al pol�tico cat�lico o a los cat�licos que participamos en pol�tica, comprendiendo que no es f�cil ser ambas cosas. "Su primera manifestaci�n de catolicidad en pol�tica" �expresaba- "ser� la ejemplar calidad profesional de sus aportaciones al bien com�n, recomendadas por su competencia objetiva en t�rminos seculares.". Sin confesionalismos inconducentes, nos recordaba que ser cat�lico en pol�tica no es un pasaporte o un salvoconducto, sino una gran responsabilidad. "No se trata de invocar el nombre de cat�lico," �dec�a- "sino de serlo, en plena consecuencia con la fe cat�lica y la moral.". Por ello, un cat�lico no puede abandonar su catolicidad a las puertas del Parlamento o del Ministerio, de la f�brica o de la escuela, del hogar o del negocio. Cualquiera que sea su sitio, el cat�lico debe obrar de acuerdo con la fe, con los pies en la tierra y el coraz�n en el cielo. Quiz�s por esa raz�n los pol�ticos cat�licos debi�ramos rezar, como todos los hombres y mujeres, para pedir ayuda a Dios ante las exigentes responsabilidades que nos incumben; rezar para bien actuar, como lo ejemplific� ese santo, cat�lico y pol�tico, que fue Tom�s Moro. Por �ltimo, el Cardenal, en su carta pastoral, nos formulaba dos llamados importantes, siempre urgentes, en que no podemos claudicar. El primero de ellos, que despu�s dio origen a otra de sus cartas pastorales, era recordarnos la opci�n preferencial por los pobres, imperativo �tico y nacional de primer orden. No ser� posible descansar mientras haya pobres. Tal vez en virtud de esa consideraci�n sea particularmente relevante convocar nuevamente a la juventud a comprometer su formaci�n y trabajo en el servicio p�blico. Muchos observan que los j�venes "no est�n ni ah�"; pero no se puede "estar ni ah�" cuando millones de compatriotas viven en la miseria. Asimismo, nos subray� algunos temas especiales. En primer lugar, el aborto, en cuanto constituye un atentado a la vida del ser humano y que, sin embargo, se encuentra despenalizado en muchos pa�ses. Luego, el divorcio, cuyo efecto disolvente no s�lo act�a contra los hijos, sino que se vuelve contra toda la sociedad. Hac�a presente el Arzobispo de Santiago que "por graves razones �ticas y sociales y no �nicamente religiosas se excluye la participaci�n de cat�licos en cualquier intento de legalizar el aborto y el divorcio civil con disoluci�n del v�nculo conyugal.". Como ha reiterado en tantas ocasiones la Iglesia, "no es legalizando lo objetivamente malo como se resuelven los conflictos antes apuntados, sino a trav�s de medios morales y sociales positivos que vayan a la ra�z misma del problema, y cuyo dise�o e implementaci�n es el verdadero desaf�o que enfrenta la creatividad de los legisladores, educadores y dem�s responsables de la cosa p�blica.". Se�or Presidente, Honorables Senadores: Monse�or Oviedo ha partido a la Casa del Padre. Ya no est� con nosotros. Pienso que el mejor homenaje en su memoria no es s�lo dedicar unos minutos a recordarlo en el Senado de la Rep�blica, ni tampoco �nicamente lamentar su enfermedad y muerte. No, se�ores. �ste es el minuto de la fidelidad. �se es el mejor homenaje que podemos rendir al pastor ausente: trabajar, como quer�a, por la reconciliaci�n y unidad entre los chilenos, sin abandonar nuestras leg�timas posturas, sin caer en la ausencia de debate. Pero que nunca el partidismo o el ideologismo se vuelvan a imponer; que el bien com�n sea nuestro objetivo; que todos trabajemos unidos, con fuerza, sin claudicar, para derrotar la pobreza, defender la vida y fortalecer la familia. Sentimos con dolor el alejamiento de nuestro pastor, pero su vida y sus palabras, incluso el ofrecimiento de su dolor final que hizo por la causa de la reconciliaci�n entre los chilenos, seguir�n vivos entre nosotros, quienes asumiremos su legado con especial dedicaci�n. Por ello, junto con transmitir a su familia, que todav�a ha debido sufrir el alejamiento posterior de otro hermano en d�as recientes, y a la Iglesia de Santiago nuestros sentimientos de pesar por el fallecimiento de nuestro Cardenal don Carlos Oviedo Cavada, aprovechamos esta tribuna para testimoniarle gratitud por su vida ejemplar. Gracias a Dios. He dicho. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Aburto. El se�or ABURTO.- Se�or Presidente, se�oras Senadoras, se�ores Senadores, autoridades eclesi�sticas y familiares de monse�or Oviedo: Hablo en nombre de los Senadores institucionales que componen los Comit�s 1 y 2, para rendir un p�stumo homenaje en esta Alta Corporaci�n a quien fue el eminente Arzobispo de Santiago monse�or Carlos Oviedo Cavada. La proyecci�n social, moral y cultural que su existencia tuvo para con los dem�s en un momento determinado, lapso que es la suma de todos sus d�as, par�ntesis vital y definitorio de su personalidad y servicio, rubrica generosamente la que fue su presencia entre nosotros. El Cardenal Oviedo merece el reconocimiento p�blico que hoy se le rinde con justificada raz�n y al cual adhiero con mi palabra y mis sentimientos, en nombre de los Comit�s indicados y en el m�o propio. Siempre he pensado que las personalidades que trascienden o sobresalen ante la opini�n p�blica y en cierto grado alcanzan un protagonismo nacional cuentan con el escenario correspondiente a la misi�n que han de cumplir. Es dif�cil adentrarse hacia el mundo interior de toda persona; conocer en la ra�z m�s profunda de su alma o coraz�n las ideas y sentimientos que impulsan y dan contenido a su vida, estimando a �sta como una gran ocasi�n de servicio. Sin embargo, creo que en el caso de monse�or Oviedo todos pudimos cruzar esos umbrales sin advertirlos, puesto que entre su conducta �ntima y su quehacer ostensible s�lo exist�a la generosa luz de un esp�ritu di�fano. Afirmaba que le preocupaban las personas privadas de libertad, y, en consecuencia, sus visitas a los centros de detenci�n constitu�an la expresi�n propia de esa inquietud permanente y no, como muchas veces acontece, la actitud ocasional de una s�bita intenci�n de buena voluntad. Cuando hablaba de la paz social, no lo hac�a en pos de asumir la presencia necesaria para justificar el requerimiento oratorio de todo af�n contingente e interesado. Exig�a la paz social no s�lo como el requerimiento propio, solidario y dignificante, que todo cristiano debe experimentar. M�s bien lo hac�a a impulsos de crear un �mbito de exigencia moral insoslayable para dar un sentido trascendente, entre otros factores, a las riquezas materiales, en pro de los menos favorecidos por ellas; a las relaciones laborales en aut�ntica fraternidad, distantes de toda confrontaci�n, manteni�ndose siempre �stas en los marcos de una sana convivencia. A los pol�ticos les ense�� con claridad que la conducta en su calidad de tales jam�s podr�a estar re�ida con los preceptos de la ley moral. Y a todos los servidores del sector p�blico reiteradamente les subray� la conveniencia de perseverar, con s�lida vocaci�n, en el servicio del bien com�n por encima de los intereses personales, de partidos, grupos o ideolog�as. En una de sus numerosas cartas pastorales nos dice claramente que "el poder ennoblece cuando se lo siente y practica como una vocaci�n de servicio". Hablaba del gran escenario ante el cual se desarrollaba el tiempo y el protagonismo de las personas de significaci�n p�blica. Monse�or Oviedo fue un hombre al que le correspondi� vivir en un per�odo especialmente delicado de nuestra historia. Existe -entre otros- un �mbito en el cual la pasi�n del hombre alcanza grados de extrema dureza y que podr�amos circunscribir al campo pol�tico-social. Si los hechos que originan los apasionamientos extremos son de reciente data, la fiebre social y pol�tica sube peligrosamente de grado. Monse�or Oviedo fue un pastor que luch� por disipar toda confrontaci�n entre los chilenos a ra�z de los sucesos acontecidos a partir de septiembre de 1973. Por inescrutable voluntad de Dios, nos ha dejado en un momento en que esa confrontaci�n pareciera resucitar. Pienso que su palabra vive m�s que antes. Su muerte sella entre nosotros el compromiso de seguir esa palabra; de demostrar ante el mundo y ante nuestras propias conciencias que todo resentimiento hiere la paz social que el pueblo chileno requiere para su bienestar espiritual y material, hoy y ma�ana. Estamos en el campo de las apreciaciones absolutas, justicia y perd�n. Y en ese orden. Pero alej�monos de las demostraciones de rencor y pidamos justicia sin odio, con la mansedumbre propia de la definici�n cristiana de la vida. La vocaci�n religiosa de Monse�or Oviedo fue la expresi�n de sus sentimientos de gratitud hacia Dios Creador, que se tradujo en su misi�n religiosa, en amar al pr�jimo seg�n la palabra de Jes�s. Cuando el Papa Juan Pablo II, en El Vaticano, le impone el cardenalato, hace Pr�ncipe de la Iglesia Universal al pastor sencillo nacido en nuestra tierra, reconociendo en su grandeza espiritual la autenticidad de su vocaci�n, que a modo de resumen podr�a decir que se tradujo en la defensa de la familia, de la paz social, en su preocupaci�n por los privados de libertad, y por el derecho a la vida; por la justicia, que debe demandarse sin odios ocultos, y por el perd�n, que ha de dispensarse sin exigencias ni condiciones. Pensemos en el testimonio de la vida que dio el Cardenal Oviedo, rubricado por su muerte en estos d�as de delicada convivencia. El mejor homenaje que podemos tributar en su memoria es aquel que nos conduzca a escuchar su voz, a seguir su palabra, para que Chile encuentre la gran unidad de esp�ritu que requiere su presente y demanda su provenir. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Cantero. El se�or CANTERO.- Se�or Presidente, en nombre de los Comit�s Renovaci�n Nacional e Independientes, adhiero sentidamente a este homenaje al pastor de hombres y mujeres que en diversas latitudes entreg� testimonio de su amor a Dios. La comunidad nacional, sin distinci�n de creencias, reconoci� en Carlos Oviedo al buen pastor, que orient� la vida del pa�s y de tantas personas que buscaron en �l la luz hacia los valores superiores de la fe, orientados por la caridad, la paz social y la vocaci�n de unidad. Carlos Oviedo fue testimonio de una inmensa dimensi�n espiritual. Tuve el privilegio de compartir con �l en m�ltiples jornadas, cuando lleg� de Concepci�n a servir como Arzobispo en Antofagasta. All� dio testimonio de su amor por todos y para todos, de su preocupaci�n por los pobres, sus amigos de siempre; por los ancianos; por los marginados; por aquellos que estaban en las c�rceles, reclusos, que eran objeto de su atenci�n y su amor cristiano; por los despose�dos; por las minor�as �tnicas, entre cuyas comunidades le vi en tantas ocasiones. Destaco en Carlos Oviedo una inmensa vocaci�n de servicio; una enorme voluntad hacia la acci�n, particularmente hacia aqu�lla de car�cter apost�lico y pastoral. Fue un hombre de gran energ�a, de acendrada vocaci�n, de un tremendo compromiso; suave en su trato con las personas, en�rgico en la acci�n y para enfrentar la tarea. Se caracteriz� por su compromiso con la caridad. Trabaj� incansablemente por la reconciliaci�n; por la acci�n en la justicia y en el respeto hacia las personas. Recuerdo la m�xima que fue el norte de su actividad en Concepci�n: "Pacem in diebus nostris" "Haya paz en nuestros d�as", frase que hoy tiene tanta vigencia y cobra especial importancia. Otra frase que inspir� su quehacer y su norte fue: "Amigo de los pobres y de los ricos. Pastor de todos y para todos". As� se defin�a el Cardenal Carlos Oviedo Cavada, quien fuera importante miembro de la congregaci�n y que ocup� un rol determinante en el proceso de transici�n a la democracia en el pa�s. Se le denomin� "El pastor de la transici�n" y se le reconoce como un fervoroso impulsor de la reconciliaci�n. Monse�or Oviedo fue un sacerdote que preferentemente deseaba los espacios silentes. No era locuaz, pero se�alaba sin ambig�edades lo que quer�a hacer, lo que quer�a decir. La austeridad y la sencillez fueron sus rasgos m�s relevantes. Fue un hombre de consenso en la etapa de restauraci�n de la democracia. Entre 1974 y 1990, durante 16 a�os, fue Arzobispo de Antofagasta. Recorri� la Segunda Regi�n de norte a sur, desde Quillagua hasta Taltal, desde el mar, pasando por la pampa, hasta la precordillera, participando incluso en las fiestas tradicionales. Conoci� sus rincones, se identific� con su gente, con su pueblo, con su iglesia. Puso en actividad iglesias del altiplano que se encontraban sin atenci�n espiritual. Entreg� lo mejor de s�, todo su esfuerzo y todo lo que un pastor debe ser para su pueblo. Visit� poblaciones y estuvo en los hospitales y las cl�nicas. En fin, Antofagasta, Calama, Tocopilla, Mar�a Elena, Sierra Gorda, Mejillones, Taltal, pueden dar testimonio de ese inmenso amor. Reconozco en �l tambi�n una inmensa preocupaci�n por la educaci�n universitaria. Me correspondi� estudiar en la Universidad del Norte, mientras su hermano, Jaime Oviedo Cavada, como rector, ejerci� la orientaci�n espiritual en su condici�n de Gran Canciller. �Una dupla maravillosa; gente buena que enaltece el concepto de la relaci�n humana! Su preocupaci�n por la educaci�n superior lo llev� a recuperar para la iglesia la Universidad del Norte, actual Universidad Cat�lica del Norte, gesto que fue reconocido por la comunidad universitaria, como tambi�n su condici�n de estudioso de la filosof�a, de orientador en el �mbito teol�gico y de acad�mico con su t�tulo de Doctor en Derecho Can�nico. La comunidad universitaria valor� su condici�n de estudioso, intelectual e historiador y, por sobre todo, reconoci� su condici�n de hombre, de amigo y de "un" miembro m�s de ella, pero siendo el primero. Por todo ello, la instituci�n lo distingui� con el t�tulo de "Doctor Honoris Causa". Su nombramiento como Arzobispo de Santiago en marzo de 1990 produjo un gran sentimiento de tristeza entre los habitantes de la Segunda Regi�n, porque su partida significaba el alejamiento del pastor que, en el transcurrir de los a�os, se hab�a ganado el afecto, el cari�o y el amor de todos los sectores. Sin embargo, la misi�n encomendada por el Papa no pod�a ser postergada. Llegaba a la di�cesis m�s grande del pa�s y se convert�a en el d�cimo Arzobispo de Santiago. Sus m�ritos pastorales, reconocidos mucho m�s all� de nuestras fronteras, le permitieron recibir la alta investidura de Cardenal de la Iglesia, con lo cual se convirti� en el cuarto que registra nuestra historia. Durante el ejercicio del cardenalato, Monse�or Oviedo demostr� estar lejos de posturas pol�ticas de cualquier signo, sobre las contingencias, salvaguardando siempre los valores y principios proclamados por la Iglesia. Leg� a la arquidi�cesis m�ltiples cartas pastorales, tanto en su estad�a en el norte como en Santiago, que traducen su misi�n durante los a�os en que sirvi� como pastor en esas localidades. En ellas habl� sobre los cat�licos y sobre m�ltiples temas, entre otros la pol�tica, la esperanza, la moral, la sociedad, las actitudes permisivas, la familia, los pobres, el amor, la santidad y las vocaciones sacerdotales. En su carta pastoral "Los Cat�licos y la Pol�tica", advierte que "no es f�cil ser cat�lico y pol�tico. No lo es tampoco ser simplemente humano en pol�tica.". Agregaba: "El Cristiano ha de serlo doblemente: a los ojos de los hombres y a los ojos de Dios. Si no hay el coraje para reconocer las personales limitaciones y elevarse por encima de s� mismo, m�s vale renunciar de antemano a ejercer las funciones p�blicas.". Se�alaba que hay que tomar el peso de esa responsabilidad en toda su dimensi�n. Advert�a que "los pecados de omisi�n pueden ser los m�s graves de un cat�lico en pol�tica, pues suponen con frecuencia la ceguera del coraz�n, la flojera de la inteligencia, la falta de voluntad o de creatividad; en otras palabras, comodidad y ego�smo", cuestiones que �l orient� a no seguir. A los 71 a�os de edad se retir� del Arzobispado, debido a una enfermedad neurol�gica muscular muy dolorosa, la que arrastraba desde su trabajo y estad�a en el norte. No obstante su precaria condici�n de salud, sigui� participando en distintas acciones. Durante su enfermedad, dio un ejemplo admirable de plena aceptaci�n de la muerte y, adem�s, de una acci�n de amor a Dios. El Cardenal Oviedo se�alaba permanentemente que era "pastor de todos y para todos". En su �ltimo mensaje nos hizo un llamado urgente a deponer las descalificaciones entre los chilenos y a superar situaciones disgregantes y confrontacionales. "Una sociedad dividida" �se�alaba- "no puede progresar". Estas palabras pronunciadas por Monse�or Oviedo deben llevarnos a reflexionar y a tratar de construir un pa�s verdaderamente reconciliado, como �l siempre lo anhel�. En este homenaje, exalto su condici�n de fraternidad, tolerancia y equidad, y esto porque siempre el concepto de "pastor de todos y para todos" fue su norte; para todos, fraternidad; para todos, tolerancia; para todos, equidad. Su dolorosa enfermedad -que se transform� en una par�lisis progresiva-, repito, la asumi� con dignidad y amor a Dios. Fue llamado al descanso eterno el 7 de diciembre de 1998 y, en mi opini�n, el mejor reconocimiento que se puede hacer a Carlos Oviedo es tratar de ser consecuente con el llamado efectuado en su carta a los pol�ticos, dado el �mbito en el cual se rinde este homenaje. Reitero, en nombre de los Comit�s Renovaci�n Nacional e Independientes, que adherimos solemnemente a este homenaje. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Viera-Gallo. El se�or VIERA-GALLO.- Se�or Presidente, se�oras y se�ores Senadores, con un especial sentimiento de recogimiento, creo interpretar el parecer de mis colegas de la bancada socialista en este solemne homenaje en recuerdo del Cardenal Carlos Oviedo Cavada, Arzobispo de Santiago. Entre las preocupaciones fundamentales de la actividad intelectual de Monse�or Carlos Oviedo resaltan su pasi�n por la historia y su profundo inter�s por los problemas de la Naci�n. Como Miembro de N�mero de la Academia Chilena de la Historia, realiz� un exhaustivo estudio biogr�fico de los obispos de Chile, y un acabado an�lisis de los s�nodos y concilios chilenos desde la Colonia hasta nuestros d�as. En sus textos, Monse�or Oviedo destaca la sensibilidad social de los pastores de la Iglesia, la que �l posteriormente expres� en una preocupaci�n especial por los presos, como corresponde a su condici�n de mercedario. As� resume que todos los obispos desde el per�odo de la Colonia, con mayor o menor �nfasis, lucharon por la dignidad de los ind�genas, por su promoci�n, por defenderlos y por su evangelizaci�n; "y otro tanto puede afirmarse de los esclavos negros, y mestizos". Anota: "M�s all� de los conflictos personales, estaban los del propio sistema pol�tico imperante" -la Colonia-. "Los obispos tuvieron grandes dificultades con las autoridades civiles y militares por el trato vejatorio a los indios; se opusieron a las encomiendas, que consideraban una esclavitud disfrazada por el servicio personal; solicitaban que los indios fueran agrupados en pueblos y no permanecieran aislados, tanto para una mejor atenci�n pastoral como para liberarlos del r�gimen de encomiendas". Monse�or Oviedo destaca que los obispos de Chile fueron siempre libres para realizar su ministerio pastoral, a pesar de la estrecha dependencia con el Rey de Espa�a, a trav�s del sistema de patronato que marcaba su nombramiento. Uno de los derechos de la Iglesia que �l resalta era el de asilo, refugio que otorgaban los recintos religiosos al perseguido, y que gener� no pocos conflictos con la autoridad en los per�odos de intolerancia pol�tica. La primera carta pastoral de Monse�or Oviedo como Arzobispo de Santiago �como aqu� se record�- fue sobre "Los cat�licos y la pol�tica". Hab�a asumido en marzo de 1990 el Arzobispado de Santiago, y con inteligencia capt� el valor de la funci�n p�blica que, seg�n �l escribe, "es m�s sensible en democracia, precisamente porque los que buscan, obtienen y pierden el poder en ella se saben mandatarios de una voluntad soberana del pueblo que, en cierto aspecto, los supera y perdura despu�s de su paso, como antes los precedi�". En ese documento, hace hincapi� en la nobleza de la funci�n p�blica y llama a los cristianos a participar en ella. Monse�or Oviedo siempre demostr� especial sensibilidad hacia el tema de los derechos humanos, defini�ndolos como la piedra angular, como el consenso m�nimo de una convivencia social justa y pac�fica. Recogiendo lo que �l mismo destacaba de los obispos en el per�odo colonial, Monse�or Oviedo destaca la voluntad que asumi� la Iglesia de ser "voz de los sin voz" en un per�odo reciente de nuestra historia. Ello, porque la Iglesia advierte que "no puede menos de considerar al hombre en la integridad de su ser". Por �ltimo, en su carta pastoral a los pol�ticos, Monse�or Oviedo vigoriza la opci�n preferencial por los pobres como uno de los deberes p�blicos del cristiano, "bajo la forma de una solidaridad especial�sima por los sectores m�s desvalidos de la comunidad nacional, lo que significa siempre ponerse en su caso, e incluso inspirar todo el obrar c�vico y p�blico en la necesidad urgente de su socorro y promoci�n". Monse�or Oviedo quiso siempre ser "pastor" �como aqu� se ha se�alado- "de todos y para todos", y �ste fue un objetivo inclaudicable en su vida. Con especial emoci�n recuerdo que como Arzobispo de Santiago ofici� la misa por los funerales del Presidente Salvador Allende, ceremonia en la que, como �l define, "amigos y adversarios se inclinan reverentes y sobrecogidos por la trascendencia divina: vislumbran el sentido verdadero de la vida". Su labor, como maestro de la fe y ministro del consuelo, fue de profunda significaci�n conciliadora al poco tiempo de recuperada la democracia. En la homil�a, con ocasi�n de las exequias del Presidente Allende, se�al� que el templo de la Catedral ha sido el lugar donde "grandes adversarios pol�ticos supieron deponer su enemistad o diferencias". Y a�adi�: "Eso tambi�n se da hoy y es un signo m�s de la capacidad de una plena reconciliaci�n que la gran mayor�a de la Patria anhela para ofrecer un futuro de paz a los hijos de Chile". Hoy, al honrar su memoria, recordamos a un gran pastor de la Iglesia chilena y, a trav�s suyo, reiteramos nuestro reconocimiento por la funci�n que ella ha tenido en la historia del pa�s, especialmente en sus momentos de crisis, defendiendo los grandes valores de la dignidad de la persona humana. He dicho. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Bitar. El se�or BITAR.- Se�or Presidente, se�oras y se�ores Senadores, se�or Arzobispo de Santiago, se�ores Obispos y familiares de don Carlos Oviedo, en nombre de los Senadores del Partido Por la Democracia, me sumo al homenaje de gratitud que el Senado rinde a don Carlos Oviedo Cavada, Cardenal y Arzobispo Em�rito de Santiago. Hay claras y precisas circunstancias que obligadamente deben ser destacadas en la vida de este sacerdote humilde, silencioso, perseverante y piadoso, que, sin duda, hacen mezquinas las palabras para retratarlo con fidelidad. Deseo destacar que, en forma paralela a su vocaci�n pastoral, estudi� filosof�a y teolog�a en la Universidad Cat�lica, donde se gradu� en 1949, y que con posterioridad obtuvo un doctorado en Derecho Can�nico en la Universidad Gregoriana de Roma. Ambos hechos le dieron m�s capacidad para conducir con singular acierto la Universidad Cat�lica de Antofagasta, y m�s tarde, su propia labor pastoral y obispal. Debemos recordar �y esto tambi�n habla de su brillante desempe�o sacerdotal- que fue designado obispo cuando s�lo ten�a 37 a�os de edad. Junto con lo anterior, creo que lo que dio sentido profundo a su vida y caracteriz� su privilegiada vocaci�n apost�lica y espiritual �como lo se�alaron todos los se�ores Senadores que me antecedieron en el uso de la palabra- fue su constante preocupaci�n por los desprotegidos, sus permanentes esfuerzos por mejorar la situaci�n de los presos, su inclaudicable defensa de los derechos humanos. Asimismo, cuando le correspondi� iniciar su labor de Arzobispo de Santiago, al comienzo del proceso democr�tico, hizo iluminadoras reflexiones y llamados sobre el futuro de Chile. Constituy� testimonio de su compromiso social la labor desarrollada en Antofagasta, donde, en beneficio de mujeres, ni�os, ancianos y familias desvalidas, organiz� comedores infantiles y talleres de cesantes, extendiendo un amplio trabajo hacia el mundo de los pirquineros, changos y pescadores. En 1979, refiri�ndose a los m�s desvalidos, dijo: "No sabemos cu�ntos son, pero s� son varios miles. Queremos hacer un trabajo de promoci�n humana, de evangelizaci�n, y para eso, hay que ir a buscarlos al desierto, a la pampa; debemos ir tras ellos y ayudarles". En 1992, haciendo suyo el llamado del Santo Padre en cuanto a que los pobres no pueden esperar, se�al�: "La pobreza tiene rostro humano. Es el hombre, todo hombre, cada hombre en su ser �nico e irrepetible el que se asoma con su rostro personal�simo, su pobreza y marginalidad indescriptiblemente concretas, tras la generalidad de las estad�sticas". Asimismo, tuvo destacada presencia en la asistencia que prest� �como se ha se�alado- a quienes estaban privados de libertad por delitos comunes, hacia los cuales tambi�n orient� su ministerio, haci�ndoles sentir que un delincuente es tambi�n un hijo de Dios y que, conforme a su dignidad humana, merec�a igual respeto y afecto. El respeto, defensa y promoci�n de los derechos humanos fueron algunas de sus especiales preocupaciones. Es as� como se entreg� con toda su entereza en la cautela de la vida de decenas de personas y familias afectadas por situaciones de dolor, represi�n, relegaciones, exilios o graves carencias sociales, que existieron como consecuencia de las diversas formas de persecuci�n llevadas a cabo en el pa�s. Quienes trabajaron con �l recuerdan que fueron sorprendentes, y sumaban por decenas, los testimonios �ntimos de madres, padres y familias completas que en Monse�or Oviedo Cavada encontraron la calidez del pastor y el compromiso de buscar una soluci�n no p�blica en momentos de angustia. Siempre se sab�a que, con inteligencia y respeto, tomaba su tel�fono o se las ingeniaba para hablar con tal o cual autoridad, a fin de interceder amistosamente por alguien afectado por un hecho pol�tico. No puedo dejar de referirme a una experiencia personal. En 1976, transcurridos apenas dos a�os de su designaci�n como Obispo de Antofagasta, viaj� al mundo a saber de la situaci�n de los exiliados. Lleg� a Venezuela. Nos llam�. Recuerdo que en esa reuni�n, donde adem�s de quien habla estuvo presente el ex Senador se�or Anselmo Sule (en esos tiempos tambi�n compart�amos el exilio con los ex Senadores Aniceto Rodr�guez y Ren�n Fuentealba, con el actual Senador se�or Enrique Silva Cimma y con personas tan destacadas como Jaime Castillo, Claudio Huepe y Esteban Tomic), nos se�al� �recuerdo claramente- su preocupaci�n e inquietud por nosotros. Quer�a saber de nuestras penurias y los problemas de nuestras familias. Muchos a�os m�s tarde, cuando me correspondi� visitarlo en su calidad de Arzobispo de Santiago, �l record� esos hechos. Para m� mostr� que aqu�lla no fue una visita formal; le hab�a quedado en su memoria y en su coraz�n. En 1990, coincidentemente con el inicio del nuevo proceso pol�tico con el retorno de la democracia, Monse�or Oviedo fue consagrado como Arzobispo de la Iglesia santiaguina. Desde all� trabaj� por el �xito de la transici�n y el reencuentro de los chilenos. Pienso que su propia experiencia lo inspir�. Recordemos que �l vio suspendida arbitrariamente su autoridad como Canciller de la Universidad del Norte, cuando �sta fue intervenida en tiempos de la dictadura. Esa situaci�n la asumi� con serena resignaci�n, pero nunca renunci� a su potestad. En esa oportunidad, dijo: "La Universidad del Norte es una Universidad de la Iglesia. Esto es una realidad inconmovible. Ahora est� intervenida por el Estado. Pero pronto esperamos su reintegro a la Iglesia". Y, desde esa perspectiva, se convierte en heredero de la Iglesia de Monse�or Ra�l Silva Henr�quez y de Monse�or Fresno, empe�ando profunda e incansablemente su compromiso y aporte a la verdad, la justicia y la unidad, tarea que hoy prosigue con fervor Monse�or Francisco Javier Err�zuriz. En 1979, con voz firme, dec�a: "Chile est� viviendo un per�odo enteramente contrario al anterior. Uno quisiera que todo el pa�s pudiera tomar parte en la evoluci�n pol�tica, son sus errores y aciertos. Todo el pa�s tiene que participar en la evoluci�n pol�tica y social. El pa�s debe ser el protagonista de toda su historia. As� tiene que ser.". No podemos dejar de destacar -como ya lo han hecho otros se�ores Senadores- que en 1990 envi� una carta pastoral a los pol�ticos. All� sostuvo con especial clarividencia: "Pido a todos que en su personal reflexi�n sepan discernir siempre cu�les son los m�s importantes problemas que deben encarar y someterlos con serenidad y fe, con sacrificio y perseverancia. Nunca se desalienten por las dificultades y no cedan al ansia de un �xito f�cil y r�pido. Todo cuesta sacrificio, que incluye incomprensiones y desilusiones.". Estas palabras son muy importantes en el momento pol�tico que vivimos hoy. En ese texto, nos hizo entender el valor y la importancia de lo que hac�amos, denominando "tarea noble" a la labor realizada por quienes se dedican a la cosa p�blica y a las pesadas cargas de este oficio. Junto con reconocer esa labor, nos envi� otro mensaje: "La opci�n preferencial por los pobres debe llegar a ser el punto de vista dominante de todas las decisiones de los poderes p�blicos. No es posible, en esta materia, la negligencia, el desgano, la distracci�n o la omisi�n.". La bancada de Senadores del Partido por la Democracia agradece la contribuci�n a la democracia de Monse�or Oviedo y su aporte a la verdad y la justicia; agradece y valora que, en los momentos en que nuestro pa�s necesitaba m�s compromiso con esa verdad, sus palabras hayan sido marcadas con fervientes llamados de unidad, paz y justicia, proponiendo a todos los chilenos que la reconciliaci�n nacional se base de manera incansable en la verdad, y que desde la verdad y la justicia se propicie el perd�n. He dicho. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Ha concluido el homenaje. Se suspende la sesi�n para despedir a los familiares de Monse�or Oviedo y a las autoridades de la Iglesia Cat�lica que nos acompa�an. ___________________ --Se suspendi� a las 17:32. --Se reanud� a las 17:57. ___________________ El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Contin�a la sesi�n. En raz�n de que para aprobar la reforma constitucional que deberemos tratar a continuaci�n se requiere qu�rum especial, propongo a Sus Se�or�as, con el fin de lograr el despacho de la iniciativa, que al iniciar el debate se autorice a los se�ores Senadores para dejar su voto, tanto m�s cuanto que se pedir� autorizaci�n para que la Comisi�n de Relaciones Exteriores funcione paralelamente con la Sala, a partir de las 18:30, a los efectos de tratar el proyecto sobre Campo de Hielo Sur. De ese modo la Mesa pretende evitar una solicitud de clausura del debate, cuya eventual aprobaci�n implicar�a entrar a votar sin discusi�n. El se�or PRAT.- Se�or Presidente, antes de avanzar sobre la materia, debo manifestarle que no hay acuerdo, dado que estamos hablando de una reforma constitucional. Se trata de asuntos de tanta trascendencia... El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- No he hablado de suspender el debate, Su Se�or�a. S�lo estoy planteando un procedimiento usado normalmente: que los Senadores puedan dejar su voto. El se�or PRAT.- Pero no cuando se decide sobre una reforma constitucional. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Usualmente, en todo tipo de proyectos se mantiene esa norma de conducta, para que Sus Se�or�as puedan votar. El se�or D�EZ.- No hay acuerdo, se�or Presidente. El se�or URENDA.- No puede haberlo. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Bien. No hay acuerdo. El se�or PIZARRO.- Se�or Presidente, el Orden del D�a termina a las 18:30. �Es as�? El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- No, se�or Senador. Hoy terminar� a las 20. S�lo en este momento comenzar� el Orden del D�a, pues la primera parte de la sesi�n se destin� al homenaje en memoria de Monse�or Oviedo. El se�or GAZMURI.- Pido la palabra. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- La tiene, Su Se�or�a. El se�or GAZMURI.- Se�or Presidente, la Comisi�n de Relaciones Exteriores cit� a un conjunto de especialistas ajenos al Congreso para hoy, de 18:30 a 20:30. Por ende, pido a Su Se�or�a recabar el asentimiento de la Sala para sesionar paralelamente durante ese lapso, con el compromiso de venir a votar cuando sea necesario. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- �Hay acuerdo para acceder a esa solicitud? Acordado. El se�or PIZARRO.- �Me permite una sugerencia, se�or Presidente, en pro del buen funcionamiento? Pido al Honorable se�or Prat considerar que podemos hacer todo en forma simult�nea: debatir adecuadamente el proyecto; permitir que cada Senador que deba ausentarse deje consignado su voto, y trabajar en el proyecto sobre Campo de Hielo Sur, materia que tambi�n reviste gran importancia. No veo por qu� no podr�amos dejar consignado el voto, Honorable colega, si de todas maneras vamos a discutir largamente la reforma constitucional propuesta. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Si no se da el acuerdo de inmediato, sugiero no continuar este debate, porque podr�amos continuar discutiendo media hora o m�s sin resultado. Entonces, si no hay acuerdo... El se�or D�EZ.- No hay acuerdo. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- No hay acuerdo. Tiene la palabra el Honorable se�or Gazmuri. El se�or GAZMURI.- Se�or Presidente, s�lo quiero reiterar que tenemos numerosas personas citadas a la Comisi�n de Relaciones Exteriores. Y si llegara el momento de votar, obviamente suspender�amos nuestra reuni�n y bajar�amos a entregar nuestro pronunciamiento. Es decir, no provocaremos problema por falta de qu�rum. En ese sentido, no veo inconveniente. El se�or D�EZ.- Se�or Presidente... El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Est� aprobado el funcionamiento simult�neo, se�or Senador. El se�or GAZMURI.- Es que, como escuch� distintas voces... El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Est� aprobado, Su Se�or�a. El se�or GAZMURI.- Muy bien. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or D�ez. El se�or D�EZ.- Se�or Presidente, los Senadores tenemos inter�s tanto en el proyecto que modifica la Constituci�n Pol�tica cuanto en asistir a la sesi�n sobre Campo de Hielo Sur. Y me parece que, si el Senado cit� a especialistas para esta �ltima materia, debiera posibilitar que concurramos a la Comisi�n de Relaciones Exteriores. En mi opini�n, es del todo factible que la iniciativa de reforma constitucional se discuta y se vote ma�ana; no necesitamos hacerlo hoy. En cambio, a las 18:30 se encuentra citada la Comisi�n de Relaciones Exteriores con expertos externos. Por tanto, prefiero que el Senado, al t�rmino de los minutos que nos restan, suspenda la discusi�n del proyecto de reforma hasta ma�ana, para que podamos atender el otro compromiso. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- De acuerdo con el Reglamento, el Orden del D�a concluir� hoy a las 20 y no en pocos minutos. En segundo t�rmino, debo hacer presente al Senador se�or D�ez que, cuando el Honorable se�or Gazmuri formul� la solicitud pertinente, requer� el acuerdo y toqu� la campanilla d�ndola por aprobada, porque entend� que hab�a conformidad. Mir� hacia todos los sectores de la Sala, y... El se�or HAMILTON.- As� fue, se�or Presidente, aunque despu�s se haya arrepentido un Senador. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).-...proclam� el acuerdo, que la Secretar�a registr�, consistente en autorizar a la Comisi�n de Relaciones Exteriores para sesionar paralelamente con la Sala. As� lo plante�. Y (reitero) mir� a todos lados para pedir el asentimiento, sin que se manifestara oposici�n alguna. Por lo tanto, no puedo deshacer un acuerdo ya tomado. El se�or MU�OZ BARRA.- Se�or Presidente, como tenemos en tabla el proyecto de ley sobre universidades estatales, acerca del cual se acord� suprimir el debate y votar en esta sesi�n... El se�or D�EZ.- �D�nde est� el acuerdo de suprimir el debate, Su Se�or�a? El se�or MU�OZ BARRA.- Entiendo que lo tomamos en Comit�s. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- El acuerdo consiste en dar por cerrado el debate e iniciar la votaci�n, durante la cual los se�ores Senadores, por orden de inscripci�n, tendr�n derecho a fundamentar su voto y a pedir 5 minutos adicionales para tal efecto. El se�or D�EZ.- Y hacer lo mismo con quienes no est�bamos inscritos por imposibilidad de hacerlo en la sesi�n. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Eso no se trat� en Comit�s. Empero, creo que, si se les quiere dar el mismo tratamiento, no habr� dificultad. El se�or D�EZ.- Gracias, se�or Presidente. El se�or MU�OZ BARRA.- Mi consulta es, se�or Presidente, si podremos eliminar la hora de Incidentes. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- En ese caso, tendr�amos que prorrogar la sesi�n m�s all� de las 20. Ahora bien, con el objeto de avanzar en el despacho de los asuntos pendientes, solicito a la Sala no seguir discutiendo cuestiones procedimentales. El se�or MU�OZ BARRA.- Pido formalmente eliminar la hora de Incidentes, y ruego al se�or Presidente recabar el acuerdo de la Sala para ese efecto. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Eliminar la hora de Incidentes y continuar la sesi�n significar�a prolongar el Orden del D�a hasta las 22. �Hay acuerdo para ello? No hay acuerdo. Entraremos, en consecuencia, al estudio de la primera iniciativa que figura en tabla. V. ORDEN DEL D�A IGUALDAD DE OPORTUNIDADES PARA HOMBRES Y MUJERES El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Corresponde ocuparse en el proyecto de reforma constitucional, en segundo tr�mite, que establece igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, con informe de la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento. Los antecedentes sobre el proyecto (1579-07) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican: Proyecto de reforma constitucional: En segundo tr�mite, sesi�n 47�, en 7 de mayo de 1997. Informe de Comisi�n: Constituci�n, sesi�n 11�, en 15 de mayo de 1998. El se�or LAGOS (Secretario).- Esta iniciativa, que se origin� en mensaje, procura cumplir su objetivo modificando dos preceptos de la Carta Fundamental: el inciso primero del art�culo 1�, que declara que "Los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos", respecto del cual reemplaza la expresi�n "Los hombres" por "Las personas"; y el art�culo 19, al cual agrega, al final del p�rrafo primero del n�mero 2�, la oraci�n "Hombres y mujeres son iguales ante la ley.". Consta en el informe que a la sesi�n en que la Comisi�n analiz� el proyecto asistieron, especialmente invitadas, la Ministra Directora del Servicio Nacional de la Mujer, se�ora Josefina Bilbao Mendezona, y una abogada de la misma entidad. Al comenzar su estudio, la Comisi�n solicit� informes a los profesores se�ores Francisco Cumplido y Humberto Nogueira. Hace presente la Comisi�n que, de conformidad con el art�culo 116 de la Carta Fundamental, la presente reforma requiere un qu�rum de aprobaci�n de dos tercios de los Senadores en ejercicio �es decir, a lo menos 31 votos favorables-, por incidir en los Cap�tulos I y III de aqu�lla. Entre los antecedentes que la Comisi�n tuvo a la vista, el informe menciona el mensaje, legislaci�n comparada y diversos instrumentos internacionales relacionados con el prop�sito de la iniciativa. En m�rito de las consideraciones expresadas en el informe, el proyecto fue aprobado en general, primero, y en particular, luego, por la unanimidad de sus miembros presentes, Senadores se�ores Hamilton, Aburto y Viera-Gallo. En la parte resolutiva, la Comisi�n recomienda a la Sala aprobar el proyecto de la Honorable C�mara de Diputados, que consta de un art�culo, con las modificaciones que se indican en el informe. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- En discusi�n general el proyecto. Tiene la palabra el Honorable se�or Hamilton, como Senador informante de la Comisi�n. El se�or HAMILTON.- Se�or Presidente, en mayo de 1995 el Primer Mandatario envi� al Congreso Nacional el proyecto de reforma constitucional que establece la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres y pone t�rmino a todo tipo de discriminaci�n en contra de �stas. La C�mara de Diputados le dio su aprobaci�n por ampl�sima mayor�a y la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n y Justicia de este Senado, con los votos de los Honorables se�ores Aburto y Viera-Gallo y de quien habla, recomienda, tambi�n por consenso, aprobar la iniciativa, con las modificaciones que propone. Esta enmienda de la Carta, por referirse a las Cap�tulos I y III, relativos a las bases de la institucionalidad y a las garant�as constitucionales, respectivamente, debe ser aprobada por los dos tercios de los Senadores en ejercicio, seg�n lo dispone el art�culo 116 del Texto Fundamental. Contenido La iniciativa tiene por objeto consagrar en forma expresa la igualdad del hombre y la mujer ante la ley como un valor superior de todo el ordenamiento jur�dico. En el inciso primero del art�culo 1� de la Constituci�n Pol�tica, dentro del Cap�tulo I, "Bases de la Institucionalidad", se establece: "Los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos.". El proyecto primitivo suger�a agregar las palabras "y mujeres" entre "hombres" y "nacen". Por su parte, nuestra Comisi�n de Constituci�n consider� m�s apropiado reemplazar la expresi�n "hombres y mujeres" por "personas", en atenci�n tanto a que este �ltimo t�rmino es comprensivo de ambos sexos cuanto a que el mismo art�culo emplea este vocablo m�s adelante, cuando dispone que es deber del Estado "asegurar el derecho de las personas"... Esa expresi�n, adem�s, es la que sobre la materia emplea la Declaraci�n Universal de Derechos Humanos de 1948 (Art�culo 2.1), y es tambi�n concordante con parte importante de la legislaci�n comparada. Asimismo, y volviendo al texto propuesto por el Ejecutivo, la Comisi�n propone agregar al n�mero 2� del art�culo 19, relativo a la igualdad ante la ley, dentro del Cap�tulo III, "De los Derechos y Deberes Constitucionales", al final de su p�rrafo primero, la oraci�n "Hombres y mujeres son iguales ante la ley.", modificando de esta forma el texto aprobado por la C�mara de Diputados. Justificaci�n Diversas razones justifican esta iniciativa. En primer lugar, ella consagra expresa e inequ�vocamente, a nivel constitucional, la igualdad de hombres y mujeres ante la ley y la no discriminaci�n arbitraria en contra de �stas. En segundo t�rmino, da cumplimiento a obligaciones y recomendaciones emanadas de convenios u organizaciones internacionales. As�, la Convenci�n sobre la Eliminaci�n de Todas las Formas de Discriminaci�n Contra la Mujer , adoptada por las Naciones Unidas en 1979 y en vigor desde 1981, insta a los Estados suscriptores a consagrar en sus respectivas Constituciones el principio de la igualdad del hombre y la mujer. En su Art�culo 2, letra a), dispone que los Estados Partes se comprometen a "Consagrar, si a�n no lo han hecho, en sus constituciones nacionales y en cualquier otra legislaci�n apropiada el principio de la igualdad del hombre y de la mujer y asegurar por ley u otros medios apropiados la realizaci�n pr�ctica de ese principio". Tanto la Declaraci�n Universal de Derechos Humanos (en su Art�culo 2 se�ala que "Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaraci�n, sin distinci�n alguna de raza, color, sexo, idioma, religi�n", etc�tera) como el Pacto de San Jos� de Costa Rica (en su Art�culo 1 habla de "toda persona que est� sujeta a su jurisdicci�n, sin discriminaci�n alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma", etc�tera) establecen como jur�dicamente relevante la no discriminaci�n por motivo de sexo. A su vez, la iniciativa recoge las recomendaciones de la UNESCO contenidas en su resoluci�n 14.1 -aprobada en la Vig�sima Conferencia-, que aconseja no utilizar t�rminos que se refieran, impl�cita o expl�citamente, a uno solo de los sexos. Tambi�n la Uni�n Interparlamentaria , reunida en Par�s el 26 de marzo de 1994, postula que se consagre constitucionalmente el principio de igualdad de hombres y mujeres. En tercer lugar, el Derecho Comparado contempla de manera expresa pr�cticamente en todas las Constituciones Pol�ticas la igualdad entre hombres y mujeres y la no discriminaci�n en contra de �stas. Por ejemplo, de 18 pa�ses latinoamericanos, excluido el nuestro, s�lo hay uno, la Rep�blica Dominicana, que no contiene en forma expresa el principio de la igualdad y no discriminaci�n, a diferencia de lo que ocurre en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, M�xico, Nicaragua, Panam�, Paraguay, Per�, Uruguay y Venezuela. En cuarto lugar, la no existencia en nuestro ordenamiento constitucional de normas como las que ahora se proponen permiti� en el pasado discriminaciones que hoy consideramos absurdas, como las siguientes: -Impedir el ingreso de las mujeres a la universidad, situaci�n que se mantuvo hasta la dictaci�n del decreto del Ministerio de Justicia, Culto e Instrucci�n P�blica de 6 de febrero de 1877, promulgado por el ministro Miguel Luis Amun�tegui y que puso fin a esa discriminaci�n en la �poca del Presidente Pinto. -Negar a las mujeres la calidad de ciudadanas y el derecho a sufragio, realidad vigente hasta la dictaci�n de la ley N� 9.292, de 1949. Cabe recordar que en 1945 Gabriela Mistral recibi� el Premio Nobel de Literatura y que, parad�jicamente, ella entonces no pod�a ser ciudadana ni sufragar en su propia patria. -Estimar jur�dicamente incapaz a la mujer casada bajo r�gimen de sociedad conyugal, hasta la modificaci�n introducida al C�digo Civil por la ley N� 18.802, de 1989. Antecedente hist�rico Es interesante recordar que la Comisi�n Constituyente, durante la discusi�n del actual Texto Fundamental, resolvi� establecer expresamente la igualdad de hombres y mujeres ante la ley, toda vez que bajo el imperio de la Constituci�n anterior se hab�an podido generar o mantener diferencias o discriminaciones arbitrarias al respecto. As� se desprende del debate realizado en la sesi�n N� 95, en 16 de diciembre de 1976. Fue precisamente el Comisionado y posteriormente Senador don Jaime Guzm�n quien plante� establecer, textualmente, que el hombre y la mujer gozan de iguales derechos, sin perjuicio de las distinciones que impongan sus diferencias naturales o el car�cter de la familia. No obstante, en su paso por la Junta Militar de Gobierno, se suprimi� esa referencia, sin que se diera a conocer la raz�n del cambio, toda vez que no existen actas de esa instancia de la formaci�n del texto constitucional. Diferencias no arbitrarias Hay diferencias arbitrarias y otras que no lo son. Las diferencias entre mujeres y hombres, emanadas de su distinta naturaleza, pueden y deben ser recogidas por la ley sin que ello signifique ser arbitrario, seg�n lo dispone la norma contenida en el n�mero 2.� del art�culo 19 de la Carta Fundamental. As�, por ejemplo, hoy hay beneficios espec�ficos que la ley contempla en favor de la mujer, como los derechos pre y posnatales, pero ellos no son arbitrarios. Por el contrario, tienden a proteger a la mujer en su propia naturaleza y dignidad. En consecuencia, no contrar�an ninguna norma constitucional. Consideraci�n del mensaje Emplear exclusivamente la palabra "hombre", por encima de su significaci�n gramatical gen�rica, refuerza pr�cticas discriminatorias que destacan el protagonismo masculino y ocultan la participaci�n femenina. El Ejecutivo en su mensaje al Congreso se�ala: "El lenguaje no es una creaci�n arbitraria de la mente humana, sino un producto social e hist�rico que influye en nuestra percepci�n de la realidad. Al transmitir socialmente al ser humano las experiencias acumuladas de generaciones anteriores, el lenguaje condiciona el pensamiento y determina la visi�n del mundo." Y agrega: "Los prejuicios sexistas que el lenguaje transmite sobre las mujeres son el reflejo del papel social atribuido a �stas durante generaciones. A pesar de que el papel de las mujeres en la sociedad ha experimentado"... "profundas transformaciones, los mensajes que el lenguaje sigue transmitiendo sobre ellas refuerzan su papel tradicional y dan una imagen de ellas relacionada con el sexo y no con sus capacidades y aptitudes,". Hasta ah� el mensaje. Proyecci�n El proyecto en an�lisis, adem�s de poner t�rmino a cualquier discriminaci�n arbitraria en raz�n del sexo, eliminar� las que puedan subsistir o las que se intentasen en el futuro y, ciertamente, influir� -mucho m�s all� de la ley misma- para ir superando muchas manifestaciones y expresiones culturales heredadas del pasado y que a�n hoy d�a se expresan o se sustentan en diversas formas, aunque a veces sutiles, de discriminaci�n en contra de la mujer. La aprobaci�n de esta iniciativa constitucional, largamente esperada, contribuir� sin duda a construir una sociedad m�s justa, un pa�s m�s solidario y una democracia m�s estable. He dicho. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Bombal. El se�or BOMBAL.- Se�or Presidente,... El se�or N��EZ.- La se�ora Ministra ha solicitado la palabra, se�or Presidente. El se�or BOMBAL.- Con mucho gusto... El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Antes de dar la palabra a la se�ora Ministra, quiero solicitar la autorizaci�n de la Sala para que pueda ingresar la Coordinadora del Programa de Reformas Legales del SERNAM, se�ora Claudia Donaire Gaete. --Se accede. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra la se�ora Ministra. La se�ora MOLINA (Ministra Directora Subrogante del SERNAM).- Se�or Presidente, el proyecto de reforma constitucional que hoy d�a se discute en esta Sala ha sido impulsado por el Ejecutivo con el objetivo de establecer expresamente la igualdad jur�dica entre hombres y mujeres. Se trata de una reforma simple, pero a la vez muy significativa. Se propone modificar, como ya lo plante� el Honorable se�or Hamilton, por una parte, el actual art�culo 1.� de la Constituci�n, que establece que "Los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos"; y por otra, el art�culo 19, n�mero 2.�, del citado cuerpo legal, con el af�n de establecer como garant�a constitucional la igualdad ante la ley de hombres y mujeres y, de esta manera, dar protecci�n efectiva al enunciado del art�culo 1.� de la Carta. La propuesta inicial suger�a modificar el art�culo 1.� en orden a establecer que "Los hombres y las mujeres nacen libres e iguales en dignidad y derechos." Sin embargo, la Comisi�n de Constituci�n, con el objeto de mantener la necesaria congruencia que debe existir en todo el texto constitucional, propuso una redacci�n alternativa: "Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos". �sta es la modificaci�n que hoy se somete a votaci�n y sobre la que todos estamos de acuerdo. Si revisamos el principio de igualdad en nuestra tradici�n constitucional, podemos advertir que �ste fue consagrado desde muy temprano y que su evoluci�n refleja -a lo largo de las diferentes Constituciones que lo reconocen- la maduraci�n de un sistema pol�tico en el que la igualdad se percibe cada vez con mayor fuerza como una de las bases fundamentales del sistema constitucional. Ya en el Reglamento Provisorio de 1812 se dec�a en forma casi po�tica: "Todo habitante libre de Chile es igual de derecho: s�lo el m�rito y la virtud constituyen acreedor a la honra de funcionario de la Patria". Luego, la Constituci�n de 1818 hablaba de "igualdad civil", como consecuencia de la naturaleza humana, mientras la Carta de 1822 enfatizaba en que "todos los chilenos son iguales ante la ley, sin distinci�n de rango ni privilegio". La Constituci�n de 1833 dio un paso m�s e identific� claramente las diversas esferas de la igualdad: se refer�a a la igualdad ante la ley y a que en Chile no hay clase privilegiada, a la igualdad ante los empleos y las funciones p�blicas. La Carta de 1925 mantuvo este reconocimiento y agreg� la consideraci�n hist�rica de la esclavitud. Como es de conocimiento de los se�ores Senadores, en el seno de la Comisi�n de Estudios de la Nueva Constituci�n, promulgada en 1980, tuvo lugar un interesante debate acerca de los t�rminos en que deb�a ser considerado el derecho de igualdad ante la ley. A proposici�n de don Alejandro Silva Bascu��n, se introdujo una declaraci�n que, ciertamente, y como toda la doctrina constitucional hoy reconoce, fortalece este principio. �sta es la idea de explicitar que "Ni ley ni autoridad alguna podr�n establecer diferencias arbitrarias". Aquella declaraci�n, que a simple vista parec�a una redundancia, dado que se encontraba impl�cita en el reconocimiento de la igualdad ante la ley, fue acogida por todos los comisionados como un gran avance, ya que su finalidad era acrecentar la esfera del contenido que protege el derecho de igualdad ante la ley. Vale decir, mejorar el contenido normativo de la igualdad, extendi�ndolo no s�lo a la igualdad gen�rica, sino a una igualdad "en la ley". De este modo, se perfeccionaba un precepto que, obviamente, ya apuntaba en la misma direcci�n. Me he extendido sobre este punto, porque algo similar ocurri� en dicha Comisi�n al debatir sobre la incorporaci�n de un inciso que reconoc�a expresamente la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. En efecto, la mayor�a estuvo de acuerdo en la necesidad de introducir una declaraci�n expresa destinada a reconocer que los hombres y las mujeres �no obstante sus diferencias naturales- gozan de los mismos derechos. Lo consider� indispensable, a pesar de desprenderse de la declaraci�n general inicial y poder por ello parecer redundante, aun a riesgo de afectar la "pureza t�cnica", como algunos lo han lamentado. Las razones por las cuales la Junta de Gobierno elimin� m�s tarde esta propuesta, relativa a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, la cual ya hab�a sido ratificada por el Consejo de Estado, se desconocen y no vale la pena hacer suposiciones. S�lo cabe felicitar aquella temprana iniciativa �de hace ya 20 a�os- como una postura orientada en la direcci�n correcta, que constitu�a un paso significativo en la evoluci�n y perfeccionamiento del principio de igualdad en nuestro sistema constitucional que reconoc�a ya una realidad: el 51 por ciento de la poblaci�n lo constituimos las mujeres. La reforma que, con similar objetivo propone hoy el Ejecutivo, puede parecer innecesaria desde un punto de vista formal, ya que en el uso habitual de las palabras se entiende que el t�rmino "hombre" es amplio y que bajo esta acepci�n se comprender�a t�citamente todo el g�nero humano. Desde esa perspectiva, la Constituci�n garantizar�a actualmente la plena igualdad entre hombres y mujeres, no obstante referirse s�lo a los "hombres", llevando a equ�vocos hist�ricos que se expresan, por ejemplo, en el caso de Gabriela Mistral, quien, en la �poca en que recibi� el Premio Nobel, en su pa�s no ten�a derecho a elegir al Presidente de la Rep�blica. �Por qu� impulsar, entonces, una modificaci�n de este tipo? Las razones que motivaron al Ejecutivo tienen que ver fundamentalmente con las siguientes consideraciones. En primer lugar, aun cuando deba entenderse que la igualdad de hombres y mujeres queda cubierta en la declaraci�n de igualdad ante la ley que hace la Constituci�n, el dar por comprendidas las mujeres al hablar de hombres es y ha sido hist�ricamente equ�voca. Son muchos los ejemplos legislativos que demuestran que las mujeres no han sido consideradas en un mismo plano de igualdad jur�dica que los hombres. Hasta el a�o 1877, con la dictaci�n del Decreto Amun�tegui, las mujeres no pod�an cursar estudios en las universidades del pa�s. Otro ejemplo es que la plena ciudadan�a reci�n fue otorgada a la mujer en 1949, con la obtenci�n del derecho a sufragar en las elecciones presidenciales. Esa plena ciudadan�a cumple este mes cincuenta a�os de vigencia. La capacidad civil plena de la mujer se obtuvo reci�n en 1989 con la ley N� 18.802, y la Ley de Violencia Intrafamiliar s�lo tiene 3 a�os de existencia. Como se puede apreciar, nuestra historia constitucional y legislativa demuestra que la formulaci�n utilizada en nuestras Constituciones ha sido equ�voca e insuficiente para erradicar la discriminaci�n contra la mujer. Por lo tanto, la concreci�n de la expresi�n de este derecho particular de las mujeres se hace necesaria e imprescindible para lograr una efectiva igualdad de derechos entre ambos sexos. Debo manifestar a Sus Se�or�as que, en nuestro criterio, la mayor o menor "pureza t�cnica" de la Constituci�n Pol�tica no puede ser excusa, en un Estado moderno y democr�tico, para admitir discriminaciones encubiertas en perjuicio de la mujer. A partir de la Segunda Guerra Mundial, el mundo ha venido haciendo esfuerzos para lograr una efectiva igualdad. La mayor�a de los pa�ses han incorporado en sus legislaciones, y espec�ficamente en sus constituciones, la distinci�n expresa entre hombres y mujeres, o han utilizado t�rminos gen�ricos, como persona, ser humano, habitante, etc�tera. En segundo lugar, y mirado desde otra perspectiva, resulta importante no menospreciar el poder del lenguaje como veh�culo de transmisi�n cultural. Esto implica darse cuenta de que a trav�s del lenguaje es posible reforzar estereotipos y pr�cticas discriminatorias con relaci�n a la mujer. Las palabras dan cuenta, en cierto modo, de valoraciones y experiencias que se encuentran arraigadas en una sociedad determinada. As�, cuando se habla de que el hombre tiene tal o cual derecho, se tiende a reafirmar la idea de un cierto protagonismo masculino. Aunque hablo ante un auditorio principalmente masculino, perm�tanme decir que nuestra sociedad est� hecha y pensada por hombres y para hombres, y as� lo confirma el lenguaje, donde parece no tener mayor espacio la mujer. Felipe Alliende, Miembro de N�mero de la Academia Chilena de la Lengua, sostiene que "el cambio que se est� proponiendo en nuestra Constituci�n no puede ser objeto de objeci�n alguna, y s� puede considerarse adecuado, como se�al de la intenci�n de hacer m�s expl�citos los derechos de las mujeres". Asimismo, una resoluci�n de la UNESCO invita a "adoptar, en la redacci�n de todos los documentos de trabajo de la organizaci�n, una pol�tica encaminada a evitar, en la medida de lo posible, el empleo de t�rminos que se refieren expl�cita o impl�citamente a un solo sexo, salvo si se trata de medidas positivas a favor de la mujer". Sostenemos, por eso, que el desaf�o de ir produciendo en la sociedad una mayor igualdad material �es decir, efectiva- entre los hombres y las mujeres, pasa de alg�n modo por introducir conscientemente modificaciones en el lenguaje, orientadas a influir positivamente en el comportamiento humano y en nuestra percepci�n de la realidad. En otros t�rminos, la incorporaci�n de las palabras "persona" y "mujer" no resulta irrelevante, si lo que se pretende es actuar para inducir un cambio cultural o influir en �l, que signifique percibir a hombres y mujeres como seres esencialmente iguales en Derecho, no obstante las diferencias propias emanadas de su identidad sexual. A los seres que son iguales ha de trat�rselos en la misma forma, no s�lo con la consideraci�n y respeto que merece todo ser humano, sino otorg�ndosele los mismos derechos, oportunidades y consideraciones. Desde esta perspectiva, el lenguaje cumple una funci�n educativa que habr� de influir en el comportamiento humano. Es un hecho evidente que este cambio o evoluci�n se ha venido produciendo en nuestra sociedad en forma paulatina, pero sostenida. Siempre, en todo caso, con una cuota importante de esfuerzo de las propias mujeres. La mujer, en este siglo, ha ganado espacios y autonom�a, y ha logrado ser cada vez m�s reconocida como persona, como ciudadana y como sujeto de derechos; pero eso a�n no es suficiente. Es deber del Estado promover toda iniciativa, fortalecer y renovar este proceso. Es una exigencia de bien com�n y un principio que garantiza las libertades individuales. Resulta conveniente recordar que el art�culo 1� de la Carta Fundamental establece que "El Estado est� al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien com�n, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realizaci�n espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garant�as que esta Constituci�n establece.". Dentro del pleno respeto a estas garant�as constitucionales se encuentra, ciertamente, la igualdad ante al ley. La tercera consideraci�n, ligada a lo antes dicho, es hacer de esta reforma un gesto simb�lico que d� cuenta del esp�ritu que anima al pa�s en esta materia, y que en este momento debe incentivarnos, a�n m�s, a buscar que esta igualdad ante la ley se traduzca, efectivamente, en una igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, en todos los niveles de la convivencia nacional. Lo anterior es muy relevante para el proceso en que est� empe�ado el SERNAM y que se ha traducido en el Plan de Igualdad de Oportunidades, como parte integrante del programa del Gobierno del Presidente Frei. La otra consideraci�n que llev� a impulsar la reforma constitucional a que nos estamos refiriendo guarda relaci�n con la necesidad de adecuar nuestro ordenamiento jur�dico interno a los tratados y convenios suscritos por Chile. De acuerdo con lo dispuesto en el art�culo 5� de la Carta Fundamental, es deber del Estado respetar y promover los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana, tanto los que se encuentran garantizados por nuestra Constituci�n, como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentran vigentes. En este sentido, la Convenci�n sobre Eliminaci�n de todas las Formas de Discriminaci�n contra la Mujer, ratificada por nuestro pa�s, impone el deber de consagrar a nivel constitucional el principio de igualdad entre el hombre y la mujer. A ello se suman numerosas resoluciones y recomendaciones de las Naciones Unidas en el sentido de que el lenguaje utilizado en la legislaci�n deber�a tender a colocar al hombre y a la mujer, inequ�vocamente, en un mismo plano, evitando de esta manera una discriminaci�n motivada por las diferencias de sexo, recomendando expresamente eliminar del vocabulario toda expresi�n que transmita estereotipos sexuales. Finalmente, quiero manifestar mi satisfacci�n por la acogida del proyecto. Esto demuestra que los Parlamentarios est�n mirando hacia el futuro y reconocen la necesidad de adecuar nuestras instituciones para ingresar al siglo XXI, consolidando un Estado verdaderamente moderno y democr�tico, cuya vocaci�n sea la de alcanzar la m�xima realizaci�n del ser humano. Con renovada esperanza, creemos que, antes de que caigan las �ltimas hojas del calendario de este siglo, podremos decir -�por fin!- que los hombres y las mujeres en Chile son iguales ante la ley, paso sin duda decisivo en el camino que conduce a ese pa�s justo, solidario y verdaderamente democr�tico con el que todos y todas so�amos. Muchas gracias. ___________________ El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Senador se�or Larra�n. El se�or LARRA�N.- Se�or Presidente, solicito que pida el asentimiento del Senado para que los miembros de la Comisi�n de Constituci�n integren, en una sesi�n paralela con la Sala, la Comisi�n Mixta, citada para las 19 de hoy, que se pronunciar� sobre las discrepancias surgidas acerca del proyecto sobre protecci�n de la vida privada de las personas. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- No tengo ning�n inconveniente en aceptar lo solicitado si la Sala as� lo acuerda, pero quiero advertir que la aprobaci�n del proyecto de reforma constitucional en debate requiere 31 votos favorables. Tiene la palabra la Honorable se�ora Frei. La se�ora FREI (do�a Carmen).- Se�or Presidente, no me opongo a que funcione una Comisi�n conjuntamente con la Sala, as� como ya lo hacen otras. Pero quiero hacer presente que considero una falta de respeto para las mujeres, m�xime si s�lo hay dos Senadoras en la Corporaci�n, que pr�cticamente todos los Senadores se retiren cuando se discute un tema que nos interesa y �nicamente regresen a votar. Si es as�, propongo postergar la discusi�n del proyecto para un momento m�s oportuno, cuando los se�ores Senadores tengan el tiempo y el necesario inter�s para o�r las cosas que a las mujeres nos interesan. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Los Senadores presentes en la Sala deseamos despachar el proyecto con el mayor inter�s y acuciosidad. �Habr�a acuerdo para acoger la solicitud del Honorable se�or Larra�n? El se�or HAMILTON.- No, se�or Presidente, porque la Sala quedar� sin Senadores. El se�or LARRA�N.- Se�or Presidente, no se trata de no estar interesado en una materia de esta naturaleza. Hay una Comisi�n citada con mucha antelaci�n, y si se ha prorrogado el tiempo para tratar el tema, tengo la obligaci�n, por el cargo que represento, de formular esta solicitud. No tengo ning�n inconveniente en que no se autorice, pero no puedo dejar de hacerlo. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Agradezco su disposici�n, se�or Senador. Su Se�or�a incluso podr�a suspender la sesi�n de esa Comisi�n e iniciarla a las 20. El se�or LARRA�N.- Ser� suspendida. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Muy bien. Tiene la palabra el Honorable se�or Bombal. El se�or BOMBAL.- Se�or Presidente, el constituyente de 1980, al consagrar de manera expl�cita la expresi�n "Los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos" -recogida fielmente de la Declaraci�n Universal de los Derechos del Hombre-, reconoci�, desde luego, la igualdad y libertad natural de la persona humana en su dignidad y derecho, lo que, obviamente, y por esa misma raz�n, pugna con cualquiera interpretaci�n -a mi juicio, extremadamente antojadiza- en el sentido de que dicha expresi�n pudiera significar alguna suerte de discriminaci�n en raz�n del sexo. Al rev�s, nadie a esta altura de la evoluci�n del pensamiento jur�dico, y particularmente del pensamiento constitucional, puede seriamente sostener lo contrario. Cuando este proyecto inici� su primer tr�mite constitucional en 1995, era en los hechos una iniciativa bastante diferente de la que hoy tenemos al frente. En efecto, se propon�a intercalar en el inciso primero del art�culo 1� de la Constituci�n Pol�tica, entre las palabras "hombres" y "nacen", la expresi�n "y mujeres", y modificar el n�mero 2 del art�culo 19 de la Carta Fundamental, incorporando la frase "El hombre y la mujer son iguales ante la ley". Durante su tramitaci�n en la Comisi�n de Constituci�n de la C�mara de Diputados, el proyecto fue aprobado sin reserva en su primera parte y modificado en la segunda por la frase "Los hombres y las mujeres gozan de los mismos derechos". En esa oportunidad, fue aprobado por la Sala �con mi voto en contra- y remitido a este Senado para el segundo tr�mite. Como bien lo explic� el se�or Senador informante, la iniciativa sufri� cambios no menores por la v�a de las indicaciones, sustituy�ndose en el n�mero 1 la expresi�n "los hombres" por "las personas", y restituy�ndose en el n�mero 2 la frase "los hombres y las mujeres son iguales ante la ley". Vuelvo a afirmar que los cambios son sustantivos y han transformado al proyecto, de profundamente equivocado, en uno del todo inocuo, raz�n por la cual me parece inoportuno y, en consecuencia, lo votar� en contra, por las razones que paso a exponer. Tengo la convicci�n m�s absoluta de que lo que en un inicio se pretendi� mediante esta iniciativa de reforma constitucional fue explicitar una homologaci�n que siempre ha existido en nuestra Carta Fundamental. Nadie en esta Sala puede desconocer que la expresi�n "Los hombres", ocupada por el constituyente, est� referida a la especie humana, con prescindencia de la distinci�n de sexo, de manera que siempre en ella ha estado comprendido tanto el sexto masculino como el femenino. Ahora bien, la enmienda que se pretend�a, m�s temprano que tarde, habr�a tra�do consecuencias impredecibles �me refiero a lo que en la C�mara se hab�a planteado-, las que en los hechos se transformar�an en una discriminaci�n real hacia las mujeres. Si se hubiera introducido en el inciso primero del art�culo 1� de la Constituci�n la expresi�n "y las mujeres", ello necesariamente habr�a implicado una modificaci�n inmediata de todo el ordenamiento jur�dico. Y cada vez que el legislador hubiera empleado la expresi�n "los hombres", s�lo, y partir de entonces, se habr�a entendido referida al sexo masculino, excluido el femenino. Por otra parte, y de la misma manera, resulta innecesario destacar que en la propia Constituci�n se emplean hoy otras expresiones referentes, sin lugar a dudas, a ambos sexos, aun cuando se utiliza el vocablo en su acepci�n masculina. As� ocurre, por ejemplo, con los conceptos de "funcionario p�blico", "juez", "ministro", e incluso "Presidente de la Rep�blica". �Podr�a acaso alguien sostener en la Sala, sobre la base de esta misma argumentaci�n, que nuestra Constituci�n ha reservado todos esos cargos para el g�nero masculino? �No habr�a, entonces, que modificar todas esas expresiones? A mi juicio, esto revela lo absurdo y artificial de la discusi�n que, a partir de este proyecto, se plantea. Con todo, el cambio introducido ahora en esta Corporaci�n, en el sentido de que "las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos", en nada var�a el criterio anterior porque �reitero- la voz "los hombres" siempre se ha entendido comprensiva de ambos sexos de la especie humana. Pero s� se habr� desconectado el v�nculo expl�cito que nuestro constituyente quiso dejar reconocido en cuanto a que esta expresi�n se adopt� como una forma de acoger en nuestro ordenamiento jur�dico constitucional la hist�rica Declaraci�n Universal de los Derechos del Hombre, constituy�ndose tal texto en fuente directa e inmediata de nuestra Carta Fundamental. Y ese texto se�ala expresamente que "los hombres nacen iguales en dignidad y derechos". Con relaci�n a la enmienda planteada en el numerando segundo del art�culo �nico del proyecto de reforma constitucional, es dable reconocer que el haber repuesto, por la v�a de la indicaci�n, la modificaci�n original que propon�a en su mensaje el Presidente de la Rep�blica, deja las cosas en un estado de mayor sensatez, pues �sta es conciliable con el concepto de igualdad ante la ley que la Constituci�n consagra. El constituyente, al establecer esta important�sima garant�a de la igualdad ante la ley, lo hizo sobre la base de una igualdad de trato, exigible por los destinatarios de las normas, cuando ellos se encuentran bajo el mismo supuesto normativo o hecho condicionante que la misma ley prev�, de manera que el legislador puede hacer diferencias, como en el hecho las hace. Lo que ocurre es que estas diferencias que puede hacer el legislador, y que en el hecho las hace, no pueden en caso alguno significar una discriminaci�n. Es decir, que las diferencias que se establezcan deben siempre sustentarse sobre una base razonable y no importar jam�s una arbitrariedad. Desde esa perspectiva, la norma aprobada por la C�mara de Diputados no aseguraba el principio de igualdad ante la ley entre hombres y mujeres, sino m�s bien impon�a una identidad inaceptable de impredecibles consecuencias, da�inas para el sexo femenino, ya que, desde luego, habr�a hecho caer de inmediato, por ejemplo, la constitucionalidad de numerosas instituciones jur�dicas como el fuero maternal, la sociedad conyugal, el patrimonio reservado a la mujer casada, el derecho de la mujer trabajadora a jubilar a los 60 a�os, frente al del hombre a hacerlo a los 65, etc�tera. Con todo, hechas las correcciones por este Senado a dicha norma, �sta, aun en los t�rminos ahora propuestos, nada aporta verdaderamente a la igualdad de trato entre hombres y mujeres, toda vez que aqu�lla ya estaba perfectamente garantizada en la Carta Fundamental en cuanto asegura a todas las personas �hombres y mujeres-, sin hacer por cierto distingos de ninguna especie, la igualdad ante la ley. Y a mayor abundamiento: el mismo precepto profundiza que "En Chile no hay persona ni grupo privilegiados", finalizando con una prohibici�n expresa, que se�ala "Ni la ley ni autoridad alguna podr�n establecer diferencias arbitrarias". Todo lo cual se garantiza bajo el directo amparo de la acci�n de protecci�n. Sobre este �ltimo aspecto, se�or Presidente, perm�tame detenerme un momento. Si lo que se quiere, en definitiva, es garantizar en Chile la igualdad de oportunidades �no s�lo entre hombres y mujeres, sino que para todas las personas-, sin distingos de ninguna especie, ello no se obtiene con cambios de maquillaje y redacci�n en nuestra Carta Fundamental, que, como ya he expuesto, nada nuevo aportan. Aqu� lo que se requiere es una eficaz acci�n por parte de todos los �rganos del Estado comprometidos en la aplicaci�n plena del orden constitucional. Sobre este mismo aspecto quiero recordar que en mayo de este a�o �a mi juicio, de manera absolutamente inconstitucional- el Pleno de la Corte Suprema limit� el ejercicio de la acci�n de protecci�n, herramienta fundamental en el objetivo que el propio Gobierno mediante este proyecto proclama sin disimulo, "la garant�a material del derecho de igualdad ante la ley". Soy autor de un proyecto que duerme en la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento del Senado, debido a que el Ejecutivo no lo incorpora en la convocatoria legislativa extraordinaria en que nos encontramos hoy abocados, y no le brinda la urgencia que a mi entender merece. Tal proyecto repone las garant�as de un justo y racional procedimiento para el ejercicio y resguardo pleno de las garant�as que el constituyente quiso proteger, entre ellas, la igualdad ante la ley, tantas veces afirmada hoy, pero nunca efectivamente asegurada a todas las personas, y que dice mucha relaci�n con el proyecto que ahora nos ocupa. Finalmente, quiero dejar constancia expresa de que fundamento mi voto en contra en todo lo precedentemente expuesto, y b�sicamente en dos aspectos que, a mi juicio, no puedo dejar de expresar, pues han sido parte integrante de la historia legislativa de este proyecto de reforma constitucional. Rechazo la forma como esta iniciativa ha sido fundamentada, ya que el mensaje del se�or Presidente de la Rep�blica manifiesta de un modo curioso (por no se�alar "jactancioso") que: "El presente proyecto de reforma constitucional, introduce la igualdad jur�dica del hombre y la mujer como un valor superior del ordenamiento jur�dico, un principio de tal ordenamiento, y una garant�a material del derecho de igualdad ante la ley.". Considero que estas expresiones merecen un rechazo. Porque el hecho de que el Gobierno pretenda presentarse ante el Parlamento y la opini�n p�blica como el restaurador de la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres, no s�lo me parece antojadizo, sino, adem�s, injusto con la historia constitucional de occidente, a la que de un modo extraordinario adhiri� desde el primer momento el constituyente de 1980. Prueba de ello son los ricos conceptos doctrinarios que se extraen del art�culo 1� de la Carta Fundamental, que son, sin lugar a duda, orientadores de los criterios que han de guiar al constituyente derivado en su funci�n de reforma e int�rprete aut�ntico de la misma Constituci�n; orientadores del legislador en su funci�n de normador; orientadores de quien ejerce la labor de la judicatura, y orientadores de quienes desempe�an la funci�n de control, como tambi�n de todas las altas funciones que ponen en plena aplicaci�n todo el ordenamiento jur�dico, a partir de la propia Carta Fundamental. Tales conceptos figuraban en la Constituci�n Pol�tica mucho antes de este mensaje. Y tambi�n rechazo, pues me parece profundamente preocupante, que entre las observaciones vertidas en este mismo Parlamento, a prop�sito del proyecto, se consigne que �ste "no persigue otro objetivo que formular una declaraci�n de intenciones". Frases como �sta denotan una vaciedad de contenido, inconciliable con una consideraci�n seria de lo que es una base de la institucionalidad, y me hacen preferir, con toda sinceridad, que esta Corporaci�n no pierda tiempo en simples declaraciones de intenciones o de buenos prop�sitos, puesto que para eso no estamos ni hemos sido elegidos. Por el contrario, estoy cierto de que cada una de las disposiciones de nuestro Texto Fundamental responde a una doctrina y salvaguarda valores profundamente arraigados en nuestro ser nacional, y de que por el hecho de encontrarse impresos en �l son positiva y directamente exigibles; no meras declaraciones de intenciones. Se�or Presidente, pienso que si lo que se busca hoy d�a es proteger a la mujer, �sta, sin lugar a dudas, merece protecci�n, especialmente en todo lo que se refiere a su maternidad, su embarazo, su salud, su vida de familia, su rol de madre, sus condiciones laborales, a su inigualable condici�n de mujer. ��sas son las iniciativas que est�n esperando precisamente mujeres que viven en condiciones muy desmejoradas, y no meras declaraciones de maquillaje que, a la postre, no se traducen verdaderamente en lo que espera tanta gente que tiene mucha necesidad y que quisiera ver materializada una acci�n efectiva del Estado en esta direcci�n! Y ah� es donde verdaderamente se garantiza de manera eficaz la igualdad de oportunidades que, en definitiva, es la que dignifica al ser humano y avala su igualdad. Al finalizar, quiero comentar el editorial de un diario de hoy, que revela lo inocuo de esta reforma. Dice: "si no se estimare suficiente garant�a de igualdad la declaraci�n de que "los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos", podr�a resultar insuficiente la aseveraci�n de que "en Chile no hay esclavos", porque no se dice expresamente que no hay "esclavas". Una vez modificada la Constituci�n por una cuesti�n de l�xico, que parece ser la raz�n legal que inspira la proposici�n, cabr�a abocarse a corregir legalmente las ediciones de la Biblia," �termina el editorialista- "en donde se comete el error hist�rico y ancestral de atribuirle g�nero masculino a Dios.". He dicho. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra la Senadora se�ora Carmen Frei. La se�ora FREI (do�a Carmen).- Se�or Presidente, la verdad es que en 1992, cuando se present� la posibilidad de una reforma en esta materia, con gran ingenuidad cre� que iba a aprobarse casi sin discusi�n, que s�lo se hablar�a de su conveniencia y de que era responsabilidad de los legisladores reconocer la realidad existente en nuestro pa�s. Esa vez, cuando se rechaz�, me di cuenta de que nos encontr�bamos ante una situaci�n dif�cil de entender por las mujeres. Hoy d�a, al volver a discutir el tema, realmente me da verg�enza ajena que en Chile, cuando hablamos de modernidad, de gente joven, cuando ya nos acercamos a otro siglo, etc�tera, todav�a discutamos la igualdad de oportunidades y de responsabilidades de las mujeres. Es f�cil criticar o decir que lo que estamos haciendo en este momento es simple maquillaje o que nada va a cambiar. Eso es f�cil de afirmar. Entonces, �por qu� quienes se�alan esto no presentan mociones o nos dan luces para saber qu� es lo tan bueno que se puede hacer para la dignificaci�n de la mujer, para la igualdad de sus oportunidades? Deben entender de una vez por todas que esto, que a lo mejor aparece como simple maquillaje, constituye la dignificaci�n de un sexo distinto al de los hombres. Creo que ser�a absurdo empezar a explicar aqu� por qu� somos sexos distintos. �Gracias a Dios que lo somos! Pero, tambi�n, al ser distintas, nosotras reclamamos la misma dignidad y las mismas oportunidades para nuestro sexo, que solamente sirve cuando hay elecciones o cuando hay que discursear y decir muchas cosas muy lindas de la maternidad, de la mujer, de su belleza, de su generosidad, de su femineidad, etc�tera, pues en el momento en que hay que darle las verdaderas responsabilidades y dignidad como sexo diferente, se busca todo tipo de argumentaciones jur�dicas, que a nadie convencen. La realidad es que cuando se habla de hombre, se dice "hombre". Para algo existe el lenguaje. Tradicionalmente (lo podemos ver a trav�s de la historia, de la realidad de nuestro pa�s), cuando se dice "hombre" se habla de "hombre", y no de "hombres y mujeres". Por lo tanto, siendo distintos, estamos tratando de que se nos reconozca la igualdad de oportunidades. Nosotras, las mujeres, no andamos buscando controversia ni conflictos, ni queremos establecer la superioridad de la mujer sobre el hombre. Muy por el contrario. Pero s� queremos que entiendan que somos distintas y que deseamos ser reconocidas como tales. Constituimos la mitad de la humanidad; de manera que deseamos compartir esa sociedad nueva que construimos, y en la misma igualdad que los hombres, con los mismos derechos y �lo recalco- tambi�n con las mismas obligaciones. No pedimos regalos, sino que se reconozca algo que, a juicio de los creyentes, Dios cre� para seres distintos. Al discutir aqu� este tema me parece retrotraerme otra vez al siglo IX, cuando se debat�a acerca de si la mujer ten�a alma o no. Hoy d�a, nada m�s pedimos que se nos reconozca con nuestra riqueza, con nuestras potencialidades, con nuestras responsabilidades, y que tengamos lo que todos los pa�ses del mundo ya han establecido. �Me van a decir que no es rid�culo pensar que en Chile y otro pa�s latinoamericano no se encuentre consignada en la Constituci�n la diferencia entre hombres y mujeres? Sirve mucho citar a pa�ses adelantados o en v�as de desarrollo, cuando es beneficioso para el progreso econ�mico. Pero no conviene hacer menci�n de ellos respecto de resoluciones que han adoptado desde hace mucho tiempo. No quiero �como se�al�- traer mayores conflictos ni establecer una lucha de sexos, porque eso es rid�culo, est� fuera de contexto. Pero s� deseo que los se�ores Senadores que voten no utilicen a las mujeres solamente cuando convenga, sino que tambi�n sepan hacerlo para darles dignidad y responsabilidad. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente). -- Tiene la palabra el Honorable se�or Boeninger. El se�or BOENINGER.- Se�or Presidente, mi intervenci�n ser� breve y muy ajena al elevado plano jur�dico en que algunas observaciones anteriores se han planteado. Es probable que esta reforma sea jur�dicamente innecesaria, dado el sentido amplio de la terminolog�a que contiene la Constituci�n de 1980, pues el t�rmino "hombres" usado por ella no puede sino entenderse tambi�n referido a las mujeres. Tampoco creo que en la pr�ctica vaya a contribuir a resolver los muchos y angustiosos problemas de falta de oportunidades y otros que las afligen. Sin embargo, al margen de todas estas consideraciones jur�dicas o sustantivas, estimo que hay algunas razones extremadamente simples y muy obvias que hacen conveniente, necesario, indispensable y evidente aprobar esta iniciativa. En primer lugar, se ha hecho referencia -esto es importante- a convenios internacionales suscritos por Chile, que proclaman el fin de toda discriminaci�n en contra de la mujer y comprometen a los Estados a consagrar lo m�s expl�citamente posible esa igualdad. En segundo t�rmino, y m�s relevante que lo anterior, somos herederos de una tradici�n cultural indiscutiblemente discriminatoria respecto de la mujer, que en medida significativa -reconozc�moslo- todav�a subsiste. En consecuencia, en esta reforma veo una suerte de reconocimiento, una expresi�n simb�lica de que en el pasado -as� ha sido tambi�n en el resto del mundo-, en general, ha habido un trato abusivo del hombre hacia la mujer, una hegemon�a masculina llevada adelante sin matices y de manera absoluta. Lo que hace la reforma propuesta es reconocer que estamos empezando a vivir una realidad distinta, en que la dignidad y los derechos de la mujer se proclaman iguales a los del hombre. Uno podr�a decir que es el precio que los hombres debemos pagar por nuestro pasado machista. Por �ltimo -y �sta me parece la raz�n m�s fundamental de todas-, m�s all� de las interpretaciones jur�dicas, a las mujeres esta reforma constitucional les importa. Tiene para ellas un valor simb�lico evidente, enorme e indiscutible. Y dado que hombres y mujeres nos repartimos por igual en la poblaci�n del pa�s, y que para las representantes del sexo femenino constituye una reivindicaci�n muy sentida, emocionalmente muy importante y simb�licamente fundamental, es raz�n m�s que suficiente para aprobarla. Por eso, m�s all� de todas las dem�s consideraciones, estimo indispensable votar que s�. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Senador se�or Cariola. El se�or CARIOLA.- Se�or Presidente, ser� muy breve. Comparto el planteamiento del Honorable se�or Boeninger. Hubiera preferido que, en vez de la palabra "personas", que fue un avance logrado en la Comisi�n, se hubiera empleado la expresi�n "seres humanos" que contiene tanto la Declaraci�n Universal de Derechos Humanos cuanto la Convenci�n Americana sobre Derechos Humanos. Sin embargo, quiero hacer una prevenci�n para la historia fidedigna de la ley, en el sentido de que esta reforma no implique una eventual discriminaci�n en la legislaci�n en favor de la mujer, para conseguir una igualdad lineal, que no conduce a nada, en lugar de una real, y que no vulnere lo consagrado en una cantidad de disposiciones, que son discriminaciones favorables a ella, en raz�n de su condici�n y de su diferencia de sexo, como se�alaba la Senadora se�ora Frei. El se�or HAMILTON.- �Me permite una interrupci�n, se�or Senador, con la venia de la Mesa? El se�or CARIOLA.- Con todo gusto. El se�or HAMILTON.- Deseo hacer dos precisiones. En primer lugar, tengo a la mano la Declaraci�n Universal de Derechos Humanos, de diciembre de 1948, cuyo art�culo 2, N� 1, dispone: "Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaraci�n, sin distinci�n alguna de raza, color, sexo", etc�tera. O sea, la expresi�n est� consignada en el referido instrumento, como tambi�n en el art�culo 1� del Cap�tulo I de la Constituci�n. Lo segundo a que se refer�a el se�or Senador era... El se�or CARIOLA.- Que esta reforma no implicara discriminaci�n. El se�or HAMILTON.- De acuerdo con el art�culo 19 de la Carta Fundamental, las discriminaciones son perfectamente constitucionales siempre que no sean arbitrarias. Lo establece expresamente la Constituci�n Pol�tica que nos rige. Muchas gracias, se�or Senador. El se�or CARIOLA.- He terminado, se�or Presidente. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or D�ez. El se�or D�EZ.- Se�or Presidente, con motivo de un proyecto insustancial, estamos discutiendo un problema de fondo: la situaci�n de la mujer en Chile. He tenido la suerte de vivir entre mujeres, pues tengo cinco hijas, que trabajan, est�n casadas y tienen sus hijos. De manera que conozco de cerca la forma como se discrimina con ellas en el pa�s, incluso con respecto al ejercicio profesional. Por lo mismo, creo que no se puede dar ning�n signo enga�oso de soluci�n; es lo peor que puede haber. El proyecto que nos ocupa, por sus antecedentes y la forma como se titula -"establece igualdad de oportunidades para hombres y mujeres"- es enga�oso y, en verdad, no viene a solucionar absolutamente nada, aparte carecer de valor jur�dico. Adem�s, introduce en nuestra sociedad el falso concepto de que para corregir un modo de vida se necesita modificar la legislaci�n, en circunstancias de que lo que se requiere es cambiar las conductas, los h�bitos de vida, los criterios. De tal manera que la situaci�n de la mujer no se debe al positivismo jur�dico, sino a problemas culturales que todo el mundo tiene y que, en mayor o menor grado, Chile tambi�n presenta. Comprender�a que se presentara una iniciativa en favor de la mujer destinada a cambiar, por ejemplo, el r�gimen de trabajo de ocho horas, en lugares comunes, en l�neas de producci�n, etc�tera, que, evidentemente, resulta discriminatorio en contra de ella, que necesita tiempo para su casa, para sus hijos. En consecuencia, fomentar modalidades de trabajo por tiempo, a domicilio o por tarea, la favorece. En cambio, la desfavorece el sistema r�gido imperante, que representa en gran parte nuestra propia legislaci�n. Por lo tanto, en mis palabras no hay desprecio alguno por las ideas de la mujer; todo lo contrario. Es mi deseo profundo de que no se confundan las cosas y no se usen palabras para decirle que se le est� construyendo un futuro cuando, en verdad, no se la mejora en nada. �Qu� dice nuestra Constituci�n? En la Comisi�n de Estudio de la Nueva Constituci�n lo pensamos mucho. Y para comenzar, elegimos la siguiente oraci�n: "Los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos". Y yo quiero defender ese texto. El texto es m�s perfecto que las personas. De la obra de la Creaci�n est� ella misma y el hombre, que es un valor ontol�gico integral; que no lo hemos descubierto nosotros con nuestra inteligencia, ni tampoco lo hemos creado. �se es el hombre. En el art�culo 1� de la Carta dicho t�rmino se vincula con el nacimiento y, seg�n ella, por el hecho de nacer, �l tiene libertad e igualdad en dignidad y derechos, conceptos que no se deben al Estado ni al reconocimiento que �ste hace, sino a la naturaleza. Metaf�sicamente, esa norma constitucional as� lo establece. El hombre, la parte importante de la Creaci�n, por su nacimiento, tiene derechos. �Y cu�les son los principales? La libertad y la igualdad, no s�lo en derechos, sino tambi�n en dignidad. La Declaraci�n Universal de los Derechos Humanos, en su art�culo 1 -no la tengo a mano, pero la recuerdo bien-, habla de "los seres humanos", expresi�n que es similar al t�rmino "hombre", pero no alude a las "personas". Por su parte, la Carta Fundamental, al referirse a los derechos y deberes constitucionales, ya no menciona al hombre, sino a las personas. �Por qu�? Porque aqu� no s�lo est� �l, sino tambi�n las personas, las asociaciones y los grupos intermedios que el hombre ha fundado, a los cuales les hemos reconocido personalidad y tienen derechos como los de libertad, de libre empresa, de propiedad, etc�tera. �stos no s�lo existen para aqu�l, sino tambi�n para los grupos intermedios que crea, como la familia y dem�s grupos intermedios, sean p�blicos o privados, de bien p�blico o de lucro. Por eso, tiene raz�n la Constituci�n cuando inicia su articulado aludiendo al hombre y posteriormente otorgando derechos a las personas. Sin embargo, lo fundamental de los derechos humanos figura en su art�culo 1�. Por el acto de nacer, somos libres e iguales en dignidad y derechos, que es mucho m�s que ser iguales ante la ley. Las personas son las iguales ante ella. La enmienda a la Constituci�n en orden a que �sta asegure la igualdad del hombre y la mujer ante la ley, en lugar de las personas, pareciera indicar que aqu�llos no fueran personas. �Aqu� estamos entendiendo todas las cosas al rev�s y creando t�rminos de confusi�n! Se dice que la discriminaci�n est� prohibida por la Carta, y que si la hay, no puede ser arbitraria; pero los motivos de discriminaci�n sana, positiva, rigen no s�lo porque hay hombres y mujeres, sino adem�s porque existen pobres, porque algunas personas poseen menos cultura, porque otras tienen menos posibilidades. De modo que vincular conceptos para discriminar al hombre y la mujer es tambi�n una cosa realmente equivocada. La mujer goza de discriminaciones positivas no s�lo por su condici�n de tal, sino por el concepto del rol que ella le merece a la sociedad. Por eso, a mi juicio, el proyecto en debate no aporta absolutamente nada a nuestro sistema jur�dico. Nos confunde, pues vamos a tener que en Chile no hay esclavos ni esclavas, y que al hablar de delincuentes tendremos que especificar si son hombres o mujeres. Al revisar el C�digo de Procedimiento Penal hoy en la ma�ana, pensaba �sab�a que �bamos a discutir esta materia en la tarde- cu�ntas veces en los art�culos que est�bamos analizando tendr�amos que usar los t�rminos "procesado" y "procesada", "v�ctimas hombres" o "v�ctimas mujeres", etc�tera, si persiste la idea de que debemos distinguir al hablar de "personas" entre hombres y mujeres. No podr�amos tampoco referirnos al hombre como representante de la humanidad, sino al hombre y a la mujer. No se puede sostener que nuestra legislaci�n no es expresa. Se citan aqu� los convenios internacionales; pero no se dice a las mujeres que tales instrumentos ya est�n incluidos en su totalidad en la Constituci�n, conforme al art�culo 5� de la misma. Por lo tanto, nuestra Carta tiene un sistema absolutamente l�gico, el cual corresponde a su filosof�a val�rica, basada en el humanismo. El hombre es el centro; no el hombre y la mujer. Todo ser humano -creaci�n divina- es el centro. Y a esta filosof�a recurre la Constituci�n. Despu�s se refiere a las personas, que pueden ser naturales o jur�dicas, asign�ndoles derechos. En consecuencia, aunque no parezca simp�tico, es necesario decir que el proyecto no es en favor de la mujer, ya que, por la forma en que establece la igualdad ante el hombre y la mujer, �l puede originar interpretaciones incluso contrarias a la discriminaci�n positiva. Porque es posible que haya discriminaci�n en raz�n de la edad, o cualquier otra; pero no puede haberla en cuanto a la condici�n de hombre o mujer, pues son iguales. Y esa circunstancia se encuentra expl�citamente contemplada en la Carta Fundamental. �se es el temor del Senador se�or Cariola, y es efectivo. Por eso, es bueno decir que "todas las personas son iguales", porque las discriminaciones se pueden basar tambi�n en las diferencias que hay entre el hombre y la mujer. Por �ltimo, quiero adherir a las protestas del Honorable se�or Bombal en lo que dice relaci�n a los fundamentos del proyecto, ya que ellos tambi�n son enga�osos. La causa de la situaci�n de la mujer, que todos deseamos mejorar, no se debe a la forma en que est� redactada la Constituci�n, sino a los h�bitos sociales. Y debemos tener la franqueza para mirarlos as�. Si pretendemos corregir su situaci�n, primeramente debemos reconocer que el mal existe y saber cu�les son sus causas. Me parece que a las mujeres les hace mal el proyecto, porque las est� enga�ando. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Matta. El se�or MATTA.- Se�or Presidente, esta tarde debatimos el informe de la Comisi�n de Constituci�n, Legislaci�n, Justicia y Reglamento reca�do en un proyecto que, a trav�s de su art�culo �nico, reforma la Constituci�n Pol�tica consagrando la igualdad de los hombres y las mujeres. Debo confesar que, tras una primera lectura, me pareci� que la iniciativa en referencia conten�a una enmienda constitucional de relativa relevancia y proyecci�n jur�dica, particularmente a la luz del art�culo 25 del C�digo Civil �precepto hermen�utico de m�s de un siglo de vigencia-, que se�ala, con meridiana claridad, lo siguiente: "Las palabras hombre, persona, ni�o, adulto y otras semejantes que en su sentido general se aplican a individuos de la especie humana, sin distinci�n de sexo, se entender�n comprender ambos sexos en las disposiciones de las leyes...". Sin embargo, un an�lisis m�s acucioso del tema me llev� al convencimiento de que la reforma constitucional propuesta tiene la virtud de reafirmar �ahora de manera expl�cita- un principio val�rico que ha de nutrir todo nuestro ordenamiento jur�dico. Con este esp�ritu se reemplaza, en el inciso primero del art�culo 1� de la Carta Fundamental" la expresi�n "hombres" por la locuci�n "personas", que el Diccionario de la Real Academia Espa�ola define gen�ricamente como "individuo de la especie humana". Seg�n la nueva redacci�n, "Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos". A decir verdad, la reforma no entra�a una cuesti�n nimia o balad�, pues con ella se modifica la disposici�n de entrada a la Constituci�n Pol�tica de la Rep�blica. M�s a�n, la enmienda incide en el Cap�tulo I de la Carta, que cimenta las bases de la institucionalidad. Se ha se�alado por algunos constitucionalistas que "en el caso de la Carta Fundamental de 1980, su cap�tulo primero, sobre bases fundamentales, constituye el principal criterio orientador para fijar la finalidad de los distintos preceptos constitucionales. En alguna medida, los valores y principios aqu� recogidos constituyen el alma o esp�ritu de la constituci�n". En similar sentido, otros constitucionalistas se�alan que "la reafirmaci�n de los principios �tico-jur�dicos es la gran lecci�n del art�culo 1� de la constituci�n de 1980, pieza angular del edificio normativo y clave de la interpretaci�n de sus normas". �Cabe, entonces, alguna duda respecto de la trascendencia de esta reforma? Ninguna. Por otro lado, debemos admitir que, desde el punto de vista sociol�gico, el lenguaje empleado por el constituyente o por el legislador puede resultar significativo. El vocablo "hombre", que en una acepci�n natural y obvia se contrapone al de "mujer", puede sugerir la perturbadora idea de una voluntad jur�dica de discriminaci�n en raz�n del g�nero y, paulatinamente, podr�a llegar a fomentar un indeseado machismo cultural. Ese fen�meno fue advertido en el seno de la Comisi�n Constituyente. "A juicio del se�or Jaime Guzm�n," -se lee en las actas de la sesi�n 195�.- "es necesario tener presente la did�ctica de todo texto constitucional. Cree que la Carta Fundamental no s�lo debe ser para entendidos y perfecta desde el punto de vista de la armon�a constitucional de los preceptos, sino que hay veces en que para la ciudadan�a tiene mucha fuerza que una cosa se diga en la constituci�n pol�tica... De manera que, en ese sentido, muchas veces conviene decir muchas cosas que, por el car�cter did�tico de la constituci�n, se pueden invocar como preceptos claros que contribuyen a que a la gente le quede n�tido lo que el ordenamiento jur�dico quiere preceptuar.". En un segundo aspecto, el proyecto introduce una particular enmienda a la garant�a contenida en el art�culo 19, N� 2, de la Carta. Esa norma se�ala que esta �ltima asegura a todas las personas "La igualdad ante la ley.". Y se propone a�adir al precepto una oraci�n que materialice tal garant�a: "Hombres y mujeres son iguales ante la ley.". Luego se dispone: "Ni la ley ni autoridad alguna podr�n establecer diferencias arbitrarias.". Cabe preguntarse si el agregado que se sugiere es redundante o complementario. Lo cierto es que el tema en an�lisis fue planteado anteriormente por la Comisi�n elaboradora de la nueva Constituci�n, donde la mayor�a estuvo por incorporar a la Ley Fundamental una disposici�n similar a la que hoy nos ocupa. Para el profesor Alejandro Silva Bascu��n, activo miembro de ese organismo, "el principio general de la igualdad de la ley no es suficiente para que quede cubierto el principio de la igualdad del hombre y de la mujer porque en �ste hay un elemento que aporta a la naturaleza y que no est� sumido en la igualdad general de las personas ni confundido con ella.". Concretando su pensamiento, present� la siguiente indicaci�n: "El hombre y la mujer gozan de iguales derechos, sin perjuicio de las distinciones que deriven de sus diferencias naturales o se imponga como consecuencia de ellas en el seno de la familia.". Tales diferencias son las que explican y justifican, por ejemplo, instituciones jur�dicas como el fuero maternal, el descanso pre y posnatal, el servicio militar de car�cter voluntario, en fin, discriminaciones positivas en raz�n de la particular naturaleza del g�nero femenino. Por razones que se desconocen, la Junta de Gobierno elimin� del texto constitucional esa proposici�n. No se puede dejar de mencionar que, a la luz de importantes instrumentos internacionales ratificados y aprobados por Chile, la reforma en votaci�n es un imperativo de Estado. Al respecto, destaca la Convenci�n sobre la Eliminaci�n de Todas las Formas de Discriminaci�n contra la Mujer. De acuerdo con su art�culo 2�, los Estados partes condenan la discriminaci�n contra la mujer y se comprometen a tomar todas las medidas apropiadas para asegurar la igualdad entre ella y el hombre, incluidas las de introducir enmiendas en sus Constituciones y dictar leyes con ese objeto. Por su importancia doctrinaria y las razones que he expuesto, me pronunciar� a favor de la iniciativa en estudio. Ojal�, no obstante, que fu�ramos capaces de evitar la complacencia y la tentaci�n de ver en el texto la soluci�n definitiva de una cuesti�n que hunde sus ra�ces en la idiosincrasia misma del pa�s. La igualdad entre el hombre y la mujer, y particularmente la no discriminaci�n en contra de esta �ltima, es una tarea que requiere acciones todav�a m�s concretas. Al respecto, ya se dio un importante paso cuando se despach� la ley que estableci� la plena capacidad de la mujer casada bajo el r�gimen de sociedad conyugal. Recientemente se aprob� una ley laboral que prohibi� los denominados "test de embarazo", para asegurar la igualdad de oportunidades en el acceso al empleo. En fin, �sa es la l�nea concreta y directa en que se debe continuar. Siendo el anterior un desaf�o a�n pendiente, voto que s�. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable se�or Prat. El se�or PRAT.- Se�or Presidente, una norma dictada a mediados del siglo pasado, introducida en el art�culo 25 del C�digo Civil, ya se�alaba que "Las palabras hombre, persona, ni�o, adulto y otras semejantes" �leo en forma textual- "que en su sentido general se aplican a individuos de la especie humana, sin distinci�n de sexo, se entender�n comprender ambos sexos en las disposiciones de las leyes, a menos que por la naturaleza de la disposici�n o el contexto se limiten manifiestamente a uno solo.". Ese precepto esencial es el que ha estado expreso en la Constituci�n. Dir�a, se�or Presidente, que no cabe ninguna duda, en nadie, de que la expresi�n "hombre" contenida en la Carta que nos rige abarca a hombres y mujeres, como determinadamente lo se�al� y orient� el C�digo Civil ya desde 1857 en adelante. Coincido con el Senador se�or Boeninger cuando reconoce que la reforma es jur�dicamente innecesaria, puesto que no provoca ning�n cambio jur�dico y tampoco, por s� misma, un cambio esencial. Y, recogiendo sus palabras, es tambi�n innecesaria en cuanto a lo sustantivo. Quisiera ocuparme en lo que su Se�or�a expone -creo que su argumentaci�n es muy clara y, por lo tanto, es bueno tomarla como referencia- como elementos que llevar�an a votar a favor. Menciona, en primer lugar, los convenios internacionales. Cabe consignar que aquellos que rigen el tema presentan una acepci�n en virtud de la cual, en la generalidad de las situaciones, se aplican a pa�ses de culturas muy diferentes de la nuestra, donde efectivamente se registra una discriminaci�n en contra de la mujer. Y se pueden considerar distintos casos en el orbe en que se aprecian realidades claramente dis�miles de lo contemplado en nuestro ordenamiento. En relaci�n con Chile, lo que s� debiera proceder, en orden a recoger los mandatos de los instrumentos que se han firmado, es revisar la legislaci�n y, por ejemplo, identificar c�mo en ella todav�a existen factores discriminatorios en contra de la mujer. El Honorable colega D�ez ha aludido a uno que me parece sustancial: el contenido en las normas que rigen el contrato de trabajo, que obligan a jornadas completas e impiden la formulaci�n de aquellos por jornada parcial. Lo anterior constituye una clara discriminaci�n especialmente en contra de la madre, que tiene que preocuparse de dos realidades: la del trabajo y la del hogar. Entonces, si nos hallamos atentos a seguir las buenas orientaciones de los convenios internacionales de los que somos partes, vamos al hueso, a lo sustancial, y veamos aquellas disposiciones legales que generan el efecto citado. El Senador se�or Boeninger observa que existen pr�cticas culturales inconvenientes que la reforma de alguna manera orientar�a a corregir. Estimo que las cosas se corrigen en su esencia; que se corrigen a trav�s de la educaci�n, de la promoci�n pr�ctica y ojal� ejemplar -b�sicamente, ejemplar- de buenas costumbres que modifican los h�bitos y construyen una cultura de respeto a la mujer. No me parece, sinceramente, que el precepto de que se trata, as� como se plantea, avance en un cambio de esa �ndole, que todos deseamos en beneficio de una mejor dignidad para ella. En fin, creo, se�or Presidente, que es preciso atender a la mujer en cuanto a considerar sus diferencias y establecer los mecanismos para los efectos de que no quede en situaci�n desmedrada. Es el caso de los contratos de trabajo -repito-, que, en la forma legal hoy exigida, la dejan precisamente en condici�n desmedrada. En fin, creo que si deseamos crear una cultura de respeto hacia las mujeres, es esencial avanzar en una cultura que justamente respete su rol de madres y prolongadoras de la vida, revisando diversas normas administrativas que vienen recomendadas de pa�ses extra�os, con intereses distintos a los nuestros, que presionan por pol�ticas p�blicas que vulneran aspectos primordiales de la naturaleza propia de la mujer. Es preciso avanzar tambi�n en la correcci�n de pr�cticas culturales inconvenientes y que corresponde abordar con educaci�n e incorporaci�n a la cultura. El Senador se�or Boeninger ha dicho que otro elemento fundamental para aprobar la reforma es que a las mujeres �sta les importa. Es fuerte el argumento. Lo reconozco. Y me pregunto si alguien como yo estima que dicha reforma va por un camino equivocado �con esto no pretendo ser peyorativo-: por el del efectismo; el de creer que modificando un aspecto trivial se arregla lo sustancial. Los legisladores, y particularmente los Senadores �que tenemos un rol distinto al de los integrantes de la C�mara de Diputados, donde las sensibilidades adquieren una importancia radical en el trabajo de la Corporaci�n-, cumplimos un papel muy importante en cuanto a marcar que las pol�ticas deben ser realistas. El se�or BOENINGER.- �Me concede una interrupci�n, se�or Senador? El se�or PRAT.- Si... El se�or BOENINGER.- Muy breve, en vista de que Su Se�or�a me ha mencionado en forma reiterada, de lo cual no me quejo. El se�or PRAT.- Muy bien. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Con la venia de la Mesa, tiene la palabra el Honorable se�or Boeninger. El se�or BOENINGER.- Se�or Presidente, s�lo quiero manifestar que la distinci�n que el Honorable colega est� haciendo entre la C�mara de Diputados y el Senado francamente no me parece muy pertinente en este caso. Desde mi punto de vista, los pueblos tambi�n viven de s�mbolos, que se perciban como una expresi�n de un modo de convivir. Gracias por la interrupci�n. El se�or PRAT.- Como dec�a, los Senadores en particular tenemos un rol de gran relevancia en cuanto a se�alar como un deber fundamental de los actores p�blicos el establecer pol�ticas realistas, y que el hecho de exacerbar expectativas a trav�s de f�rmulas inconducentes produce da�o social y un descr�dito de los �rganos legislativos y del Poder P�blico en general. A mi juicio, al plantear una enmienda que tiene un mero car�cter efectista y no va a la substancia, en definitiva no se est� haciendo una reforma inocua: se est� haciendo una enmienda que da�a la confiabilidad en los Poderes P�blicos, ya que al no producir efectos reales concluye frustrando las expectativas que se hab�an fundado. Por eso, se�or Presidente, me pregunto si, dado que la reforma importa a la mujer chilena, ser� positivo aprobarla, o si ser�a mejor eludir su aprobaci�n y generar un debate de fondo sobre cu�les son las verdaderas modificaciones legales que pueden apuntar a una igualaci�n de las oportunidades de la mujer. �sa es mi consulta, que estimo esencial. Soy partidario de reformar aspectos sustanciales -como algunos a los que se ha hecho referencia aqu�-, que atentan contra la dignidad de la mujer y afectan su naturaleza esencial. Por ejemplo, podr�an modificarse los contratos de trabajo para igualar la situaci�n de la mujer; remover pr�cticas administrativas, especialmente en las materias que maneja el Ministerio de Salud. Estos cambios constituir�an veh�culos m�s propicios para propender a la dignificaci�n de la mujer que hace la sociedad chilena, que la reforma propuesta, que es efectista y que, por inconducente, termina siendo inconveniente. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- Debido a que tengo que ausentarme, solicito la anuencia de la Sala para que contin�e dirigiendo el debate de este proyecto precisamente una mujer: la Honorable se�ora Carmen Frei. Acordado. La se�ora FREI (do�a Carmen).- Supongo que Su Se�or�a volver� para votar. El se�or ZALD�VAR, don Andr�s (Presidente).- De todas maneras, se�ora Senadora. Y es un honor para nosotros que presida una mujer. La se�ora FREI (do�a Carmen).- El honor es m�o. Gracias. --Pasa a dirigir la sesi�n, en calidad de Presidenta accidental, la Senadora se�ora Carmen Frei. --(Aplausos en las tribunas). La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Tiene la palabra el Honorable se�or Bitar. El se�or BITAR.- Querida se�ora Presidenta, creo que su presencia hoy en la Testera viene a reivindicar, al menos con la vista, los malestares que nos han provocado en los o�dos las �ltimas intervenciones. La primera reacci�n frente a este proyecto deber�a haber sido acogerlo por unanimidad. Pienso que ac� hay un debate jur�dico que m�s bien tiene car�cter de sofisma. Como ve�amos con el Senador se�or Silva en el Diccionario de la Lengua Espa�ola, por "sofisma" se entiende toda una explicaci�n racional sobre un hecho falso, para justificarlo. El punto principal, adem�s de las consideraciones jur�dicas que pueden argumentarse de un lado y de otro, es que estamos frente a un tema m�s profundo: al del uso del lenguaje. Est� claro que el lenguaje representa al ser humano y, por tanto, debe expresar el sentido m�s profundo de las cosas, como la sociedad lo entiende. Y en atenci�n a que las mujeres ya son m�s de la mitad, gran parte de los hombres percibe que es m�s completa la interpretaci�n de los fen�menos y de las relaciones, y asimismo m�s comprensiva, con la f�rmula propuesta en esta reforma constitucional. El lenguaje lo inventan los seres humanos, y en la actualidad el t�rmino "hombre" obviamente tiene connotaciones parciales referidas estrictamente al sexo masculino. Hay decisiones que son simb�licas. En el lenguaje est� el concepto de declaraci�n. La declaraci�n hecha por una autoridad como el Senado crea un modo distinto de mirar; abre una percepci�n diferente y diversas posibilidades de acci�n. La declaraci�n que hace el proyecto, puesta en t�rminos de distinguir hombre y mujer y de afirmar ambos, rompe una ceguera: la de que somos iguales, en circunstancias de que no lo somos, en el trato de unos a otros en lo social. Obviamente, �sta es una sentida aspiraci�n de las mujeres. Pero tambi�n es indispensable para romper las formas de ver y las cegueras de los propios hombres. Abre los ojos a ver el mundo de otra manera. Este hecho es muy importante desde el punto de vista simb�lico; genera en Chile una nueva sensibilidad en la relaci�n con la mujer en la comunidad, para hacer la sociedad m�s democr�tica, m�s pac�fica, m�s sensible. Por eso, considero que el paso que estamos dando trasciende en mucho una pura cuesti�n jur�dica y tiene una connotaci�n simb�lica de lenguaje, de comprensi�n y de forma de mirar el mundo. En este sentido, considero que debemos dar ese paso. Se ha sostenido que la reforma es trivial. Entonces, �por qu� rechazarla? Los mismos argumentos que hemos escuchado esta tarde los habr�amos o�do, con m�s fervor todav�a, para impedir el derecho a voto de la mujer en 1949. �Los mismos! �Y qu� se habr�a discutido en esa �poca?: que antes que otorgarle derecho a voto ser�a mejor darle m�s cari�o; o por qu� no dejar salir a la mujer hasta m�s tarde. Y, ahora, por qu� en vez de gastar plata en el SERNAM no la invitamos a comer e ir al cine. Ese concepto tan simple de la relaci�n entre el hombre y la mujer a menudo nos induce a hacer apreciaciones ir�nicas. Son los mismos argumentos que esgrimieron algunos Senadores de las bancas opositoras en contra del proyecto que terminaba con la diferencia entre hijos leg�timos e ileg�timos. Y quiz�s estuvimos a punto de que alguno de los Honorables colegas citara a Schopenhauer, quien dec�a que "la mujer es un animal de pelo largo e ideas cortas". Francamente, se�ora Presidenta, pienso que ni la teor�a de la costilla, ni las expresiones de Schopenhauer, ni la calificaci�n al Gobierno de jactancioso deben impedirnos manifestar nuestras opiniones con firmeza. Ser�a un grav�simo error del Senado bloquear una iniciativa como �sta, que es del todo obvia. Puede ser inocua, pero peor es rechazarla, porque eso es inicuo. Y, en tal sentido, es preferible ser jactancioso que retr�grado. Por eso, creo que, a las puertas de una decisi�n tan simple y clara como �sta, no ser�a positivo para este Senado aparecer, basado estrictamente en sofismas jur�dicos, a mi juicio, bloqueando una cuesti�n que est� en el sentimiento profundo de lo que deseamos lograr como pa�s: que exista igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. Y eso debe quedar plasmado en el lenguaje y en la Constituci�n. En consecuencia, votar� a favor de la reforma propuesta. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Quedan cuatro inscritos: los Honorables se�ores Viera-Gallo, N��ez, Ruiz-Esquide y Urenda. Propongo a la Sala iniciar la votaci�n, comenzando con las fundamentaciones de esos se�ores Senadores, a quienes, si no les alcanzaran los cinco minutos de rigor, podr�amos darles uno o dos minutos adicionales. El se�or ZALD�VAR (don Andr�s).- �Me permite, se�ora Presidenta? El se�or VIERA-GALLO.- Pido la palabra para plantear un problema reglamentario. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Tiene la palabra el Honorable se�or Andr�s Zald�var. El se�or ZALD�VAR (don Andr�s).- Hago presente a la Mesa que, antes de tocar los timbres y dar inicio a la votaci�n, es necesario ver si se re�ne el qu�rum requerido, que es de 31 votos. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Tiene la palabra el Honorable se�or Viera-Gallo. El se�or VIERA-GALLO.- Se�ora Presidenta, solicito, en nombre de la bancada socialista, segunda discusi�n; o sea, que se posponga la votaci�n del proyecto. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Sugiero a Su Se�or�a formular su proposici�n despu�s de las intervenciones que faltan. Si no, tendr�a que cerrar inmediatamente... El se�or HAMILTON.- Perd�n, se�ora Presidenta. Se puede seguir la discusi�n aceptando la propuesta de la bancada socialista. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Continuemos la primera discusi�n hasta el final y dejemos la votaci�n para ma�ana, a solicitud de la bancada socialista. Tiene la palabra el Honorable se�or Viera-Gallo. El se�or VIERA-GALLO.- Se�ora Presidenta, quiero se�alar en primer t�rmino que, si hay algo que ha caracterizado el avance y el cambio cultural de este siglo, es lo que se suele llamar "proceso de liberaci�n de la mujer". Ahora, me parece que, cuando se discute sobre el establecimiento de una norma o principio en el ordenamiento jur�dico, b�sicamente es porque se quiere expresar con mucha claridad el prop�sito de evitar un mal que existe en la sociedad. �Por qu� la Constituci�n dice que "En Chile no hay esclavos"? Porque los hubo. Y fue necesario dar toda una lucha hasta lograr la emancipaci�n de la esclavitud. Cuando proponemos consagrar una norma que disponga que los hombres y las mujeres son iguales ante la ley, lo hacemos porque hasta hoy d�a la ley y la sociedad discriminan odiosamente contra la mujer. En consecuencia, se trata de una afirmaci�n positiva. Y no estoy tan seguro de que esto sea inocuo desde el punto de vista jur�dico, pues, seg�n la propia Carta, se puede interponer un recurso de protecci�n si no existe la igualdad ante la ley. Empero, dudo mucho de que nuestros tribunales -y a lo mejor los ex ministros de la Corte Suprema aqu� presentes podr�n corroborarlo- hayan tenido siempre absoluta claridad en el sentido de que existe plena igualdad de derechos entre hombres y mujeres. No era as� hasta hace pocos a�os, por ejemplo, en materia de derechos pol�ticos. Entonces, si se consagra una disposici�n espec�fica que disponga que hombres y mujeres son iguales ante la ley, querr� decir que la mujer que se sienta discriminada arbitrariamente podr� interponer un recurso de protecci�n. Por ejemplo, porque quiz� no es admitida a un trabajo, a determinada organizaci�n, a un centro de atenci�n sanitaria, a cierto establecimiento educacional, etc�tera -la lista puede ser larga-, s�lo por su condici�n de mujer. En consecuencia, se quiere se�alar con toda claridad que el principio de igualdad de derechos existe para ambos sexos. Otro punto que me parece importante, refutando lo manifestado por un se�or Senador de la Oposici�n, es que esto no quiere decir que la ley no pueda considerar diferencias a favor de la mujer cuando no sean arbitrarias. Ello, por una raz�n muy simple: el principio de igualdad significa adem�s que, cuando las cosas son desiguales en cuanto a su naturaleza, el trato tambi�n debe ser desigual. Y eso no implica lesionar el principio de la igualdad. O sea, disposiciones como las atinentes al fuero materno o a la prohibici�n del trabajo pesado para la mujer u otras de la legislaci�n laboral que benefician a �sta no podr�an ser calificadas de inconstitucionales si se aceptara la reforma a la Carta Fundamental que hoy se propone. Porque lo que se pretende es impedir las discriminaciones arbitrarias, y aqu� se tratar�a de una discriminaci�n positiva, justa, dada la naturaleza del problema en cuesti�n. Se�ora Presidenta, al igual que el Senador se�or Bitar, creo que el lenguaje tiene enorme importancia. A trav�s de �l se trasmiten valores, pautas de conducta, ideales. Y, cuando el legislador usa un lenguaje u otro, evidentemente est� optando. Me extra�a lo que expres� el Honorable se�or Prat en relaci�n a la norma del C�digo Civil. Si era tan clara, �por qu� en Chile, por ejemplo, las mujeres no ten�an derecho a voto? Si era tan evidente que el t�rmino "hombres" significaba igualdad de derechos para todos, �por qu� la sociedad toler� durante tanto tiempo que las mujeres no votaran? Porque, sin duda, esa interpretaci�n del C�digo Civil no fue carne en la cultura jur�dica y pol�tica de la sociedad chilena. Y por eso esta reforma es importante. Lamento, se�ora Presidenta, que tengamos esta discusi�n -como se�al� Su Se�or�a cuando intervino- a estas alturas de la evoluci�n de la humanidad. Me parece verdaderamente asombroso. Y, a mi parecer, ser�a muy revelador de lo que es la sociedad actual si el proyecto en debate se rechazara en el Senado, pues querr�a decir, no que es enga�oso al ofrecer una igualdad que despu�s no entrega, sino, en el fondo, que quienes lo votan en contra temen que a lo mejor las mujeres crean que son iguales de verdad y que, entonces �por decirlo de alg�n modo-, empiecen a reivindicar derechos que ellos quisieran que no se reivindicaran. O sea, entiendo que detr�s de las argumentaciones contra la iniciativa est� el deseo de mantener ciertas formas de discriminaci�n o desigualdad que existen en la sociedad. Por lo expuesto, sustento con mucha fuerza el proyecto, tal como lo hicimos con los Senadores se�ores Hamilton y Aburto en la Comisi�n. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Tiene la palabra el Honorable se�or N��ez. El se�or N��EZ.- Se�ora Presidenta, entiendo que, luego de la petici�n hecha por nuestra bancada, la idea es seguir esta discusi�n ma�ana. Empero, no tengo ning�n inconveniente en usar de la palabra ahora. Lo cierto es que me inscrib� s�lo porque estoy extraordinariamente sorprendido por el tipo de argumentaciones que se han dado en el debate de la iniciativa que nos ocupa. Tuve la oportunidad de analizar con bastante minuciosidad los argumentos expuestos con motivo de la discusi�n que hubo en Chile para otorgar el derecho a voto a la mujer. Si observ�ramos con detenci�n y examin�ramos casi con sentido literario las razones dadas en esa �poca, estimo que incluso aquellos que est�n hoy en contra de la iniciativa tendr�an un dejo de verg�enza al conocerlas. Connotados Senadores a quienes hoy admiramos por una serie de cualidades -sin duda alguna, las tuvieron- argumentaron en esa oportunidad respecto de la necesidad de no otorgar derecho a voto a la mujer. Para eso invocaron signos de la divinidad, temas que surg�an b�sicamente de la estructura biol�gica de aqu�lla o de c�mo se la hab�a considerado en Chile en el desarrollo de nuestra cultura, etc�tera, todo lo cual, en su concepto, hac�a poco aconsejable dar a la mujer la posibilidad de votar en nuestro pa�s. Aun m�s, en esa oportunidad se argumentaba que era altamente probable que entr�ramos a "un grado de desintegraci�n social" -concepto que acaba de ser utilizado por un se�or Senador- en caso de que incorpor�ramos en nuestro ordenamiento jur�dico-constitucional la igualdad plena del hombre y la mujer, como esperamos que se establezca definitivamente en Chile. Por eso ped� hacer uso de la palabra, pues han transcurrido casi 60 a�os y nos encontramos con un debate extraordinariamente similar al que se tuvo en aquel tiempo. Me parece que el dato hist�rico -a veces no necesariamente se nos revela con bastante fuerza en nuestro recuerdo- reci�n se�alado por la se�ora Ministra subrogante en el sentido de que el Premio Nobel de Literatura fue otorgado a una mujer chilena que en su pa�s no ten�a derecho a voto (es decir, Gabriela Mistral carec�a de la posibilidad de elegir o de ser elegida) revela c�mo hemos enfrentado aqu� el problema de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Por eso, al igual que el Honorable se�or Bitar, yo pensaba que habr�a unanimidad en el Senado para acoger el proyecto que nos ocupa. Sin embargo, he observado casi con estupor que no ser� as� y que es altamente probable que no reunamos los votos suficientes para aprobar esta reforma constitucional. A mi juicio, eso constituir�a un bald�n pol�tico-cultural muy serio para Chile. Por lo tanto, hago un llamado a todos los se�ores Senadores con el objeto de que tengamos un punto de vista com�n para enfrentar el tema. Porque me parece que �sta no es una reforma banal; no es trivial, contrariamente a lo que se ha se�alado: es, sin duda, una reforma muy de fondo, que dice relaci�n a materias extraordinariamente significativas para nuestro pa�s desde las perspectivas jur�dica y cultural. Ciertamente -y lo comparto en plenitud-, las modificaciones propuestas no resolver�n los problemas de desigualdad y discriminaci�n que hoy sufre la mujer. Las normas legales no necesariamente cambian de manera autom�tica la conducta de los seres humanos. Pretender lo contrario es del todo vano. No existe disposici�n alguna que permita que los seres humanos se adapten inmediatamente a ella, sobre todo cuando supone un cambio cultural de la naturaleza del que se pretende con esta reforma constitucional. Mas, si damos un paso en tal sentido, con seguridad vamos a seguir la corriente hist�rica existente hoy en el mundo. Porque no es casual, por ejemplo, que pr�cticamente todas las Constituciones de los pa�ses latinoamericanos en la actualidad no hagan distinci�n entre hombre y mujer y utilicen el mismo concepto que se intenta incorporar en nuestro ordenamiento fundamental. Bolivia lo incluy� hace bastante tiempo; Francia, hace varios a�os; lo propio ocurri� en Argentina y Brasil, pa�s este �ltimo que estableci� hace poco un concepto similar al que ahora pretendemos concretar. Por lo tanto, creo muy importante tener presente ese hecho. Ahora, no quiero entrar en un debate respecto del lenguaje en la pol�tica y en la cultura. Pero lo cierto es que eso fue estudiado hace muchos a�os. Connotados fil�logos han se�alado que el lenguaje utilizado por la sociedad y las culturas no es sino la demostraci�n del modo como se han estructurado los poderes al interior de ellas. Lo que ocurre, se�ora Presidenta, es que la cultura machista latinoamericana, y en particular la chilena, que normalmente se estudia con bastante folclorismo, no va al fondo de lo que ello significa. El machismo constituye un estado espiritual de una sociedad, el modo en que se relacionan los seres humanos. No es s�lo la forma como nos vinculamos normalmente hombres y mujeres en nuestras relaciones m�s cercanas, cotidianas o familiares. Es la manera cultural como nos relacionamos en la sociedad actual. Hemos ido tratando de superar aquello a trav�s de un conjunto notable de normativas legales. Durante los �ltimos diez a�os, los Gobiernos de la Concertaci�n han dictado, tras su aprobaci�n por el Congreso, cinco a diez leyes significativas (algunas de ellas fueron recordadas aqu�) que han contribuido a avanzar en ese sentido, Por eso, Honorable se�ora Frei, en primer lugar, me parece muy simb�lico que usted se halle presidiendo esta sesi�n, y en segundo t�rmino, considero de extraordinaria relevancia el hecho de que hayamos iniciado el debate sobre este proyecto, que deber�a, si nos pusi�ramos de cara a la historia y el futuro, ser aprobado, ojal�, por todos los se�ores Senadores. He dicho. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Tiene la palabra el Honorable se�or Ruiz-Esquide. El se�or RUIZ-ESQUIDE.- Se�ora Presidenta, quiero anunciar mi voto favorable -as� nos pronunciaremos los Senadores democratacristianos- al proyecto. No era mi intenci�n intervenir esta tarde, porque -como lo han manifestado muchos se�ores Senadores- pens� que est�bamos en presencia de una iniciativa tan obvia que casi no iba a provocar discusi�n. Al mismo tiempo, se supon�a que, de haber alguna opini�n contraria, estar�a orientada m�s a lo trivial, a lo innecesario o a lo in�til que a las derivaciones y argumentaciones que me han ido llevando a la convicci�n personal de que, en verdad, hay aqu� una visi�n distinta de lo que debe ser la sociedad. En primer lugar, deseo recoger lo que se ha planteado ac� respecto al valor de la palabra. Si hay algo que distingue a los seres humanos en su desarrollo y evoluci�n, es precisamente la riqueza del lenguaje. �sta expresa de alguna manera el grado de desenvolvimiento de las sociedades y del ser humano en s� mismo. Las sociedades primitivas ten�an un lenguaje muy peque�o; y eso evidenciaba una falta de desarrollo del pensamiento. Las sociedades m�s evolucionadas o en proceso de evoluci�n, en todas las edades, son las que demuestran que el valor de la palabra es un factor desencadenante de los cambios. La libertad no llega a las sociedades por hechos concretos. Tiene una primera etapa, en la cual se habla de ella y se genera la imagen de que se trata de un valor que debe ser logrado. Despu�s de eso, estas ideas -como me acota el Senador se�or Hamilton- maduran en el pensamiento, en la conciencia colectiva, y se transforman en hechos que de una u otra forma las concretan. En la sociedad chilena, profunda e irremisiblemente conservadora en los �ltimos a�os y hasta la fecha, hay que romper de alguna manera la sensaci�n de que s�lo los hechos son los que producen los efectos. Aqu� incluso son conservadoras las concepciones de que la pol�tica no es sino hacer cosas, de que son los hechos lo �nico que importa. La circunstancia de que no llevemos a cabo un debate sobre las ideas es una expresi�n de conservadurismo. �sta es una sociedad conservadora, que en los �ltimos a�os ha tenido una involuci�n en su visi�n progresista de la vida. En esta sociedad, a mi juicio, es extremadamente necesario que hagamos gestos en cuanto a que la palabra tiene determinado efecto. Y no me refiero -no vamos a llegar a discutirlo aqu�- al valor de la palabra en otro sentido, como el sentido esot�rico del mantra u otro. No. Estoy de acuerdo con el se�or Senador que se�al� que la ley no resuelve los problemas y hay que atenerse a las conductas. Pero �stas se generan cuando uno va estipulando las metas y las utop�as sobre las cuales plantea las cosas. Nadie tendr� una conducta hacia la utop�a, los sue�os, la libertad, la plena democracia, si no fijamos de alguna manera cierto marco donde se diga "Por este camino transita la sociedad. Eso, en primer lugar. En segundo t�rmino, estimo que el Senado tiene un valor magisterial en Chile: el de ser la m�s alta expresi�n comunitaria y societaria como instituci�n del Estado. Por lo tanto, el hecho de que la C�mara Alta apruebe el proyecto en debate constituye un valor positivo. Para m�, francamente, ser�a muy grave que rechaz�ramos la reforma constitucional propuesta. Un pronunciamiento a favor de determinado proyecto tiene equis efecto. Pero cuando se registra un efecto negativo, se produce una verdadera contrarrevoluci�n en las ideas. Sin duda alguna, en este pa�s hemos vivido una contrarrevoluci�n cultural durante las �ltimas d�cadas. Si uno compara los par�metros de comportamiento de Chile versus el resto del mundo hace veinte a�os con los actuales, concluye que estamos en un proceso de contrarrevoluci�n cultural. Y creo que ser�a consecuente con esa contrarrevoluci�n cultural que ma�ana rechaz�ramos el proyecto. Deseo referirme a dos temas que me preocupan. En primer lugar, insisto en que la conducta no es lo b�sico. La ley, como expresi�n de la palabra, da origen a ciertas normas que deben ser seguidas por las conductas. Obviamente, si nos quedamos s�lo con la ley, con la palabra no avanzaremos. Y tampoco lo haremos jam�s -lo digo con franqueza- si esperamos que las conductas sean individuales y que el desarrollo se vaya produciendo donde no existan normas conductoras. Entonces, yo tomo el esfuerzo que significan las propuestas que se hacen, y digo: avancemos tambi�n en las conductas. Se han sugerido mociones. Estoy de acuerdo: llev�moslas adelante. Si la propia Comisi�n que aprob� esta iniciativa ma�ana nos entrega una suerte de resumen, por ejemplo, acerca de las disposiciones que contradicen esta igualdad -es decir, una especie de compilaci�n de desigualdades-, ello ser�a algo extraordinariamente positivo. Existen muchas propuestas, por ejemplo, en el campo laboral. Creo que debemos enfrentarlas. En alguna oportunidad propuse al Gobierno una idea que no fue acogida por algunos sectores; otros s� lo hicieron. Y quisiera aprovechar la presencia de la se�ora Ministra subrogante para recordarla. Hay cuestiones relacionadas con el tiempo que la mujer jefa de hogar ocupa s�lo en movilizarse a su trabajo, lo cual genera un tipo de situaci�n extraordinaria respecto a los hijos. Debe cambiarse el sistema de atenci�n de la mujer jefa de hogar en los propios sistemas jur�dicos y en los de salud. Hay que valorar muchas propuestas, pero eso no invalida el hecho de que la que se debate tambi�n es importante. Finalmente, se�ora Presidenta, quiero hacerme cargo de una observaci�n de un se�or Senador -a quien posteriormente le consult� sobre la raz�n de ella- relativa que hay ciertas presiones y actitudes contradictorias respecto de la dignidad de la mujer -se dice- en acciones del Gobierno en materias de salud. Dicho Senador aludi� a la forma en que se enfrenta el embarazo, sus limitaciones y otra serie de factores que le ped� me mencionara. Para los efectos de la discusi�n de este proyecto de reforma constitucional, quiero dejar establecido lo siguiente. No hay, por lo menos desde mi perspectiva, absolutamente ninguna acci�n dentro de los planes de salud de este Gobierno, ni del anterior -me refiero al Gobierno democr�tico-, que pueda ser agraviante para la mujer. Todas aquellas medidas que se tomen en torno a los llamados procesos y derechos reproductivos de la mujer, podr�n ser discutidas en cuanto a si contradicen o no ciertas ideas centrales o el pensamiento ideol�gico de los se�ores Senadores. Sin embargo, no hay absolutamente nada que sea agraviante a la dignidad de la mujer. M�s a�n, todos ellos -por norma expresa del Ministerio- requieren contar con la aceptaci�n de la mujer -a veces, por escrito- para evitar cualquier otro problema. Tambi�n se ha hablado aqu� mucho respecto de un tema que plante� un se�or Senador, quien se refiri� al significado ontol�gico de la expresi�n "hombre". Yo lo asumo. Adem�s, destac� los valores centrales de la Constituci�n de 1980 que se ver�an afectados por este proyecto en cuanto a que no ser�a necesario cambiarlos, dado que la Carta Fundamental se ajusta a esa contextura val�rica. En lo que a m� respecta, para los efectos del debate -porque en alg�n momento debemos abocarnos a este tipo de argumentaciones-, los valores de la Carta de 1980 revisten un conservadurismo tremendo. No est�n centrados, a pesar de lo que dice la letra, en el concepto de "hombre" en su conjunto. Aparentemente, en las palabras, se refiere a los derechos del hombre, pero como sabemos -y �sta es nuestra preocupaci�n-, sobre la base de ese instrumento, que dec�a respetar al hombre, se cometieron las peores atrocidades en contra de ese mismo hombre. El se�or HAMILTON.- �Me concede una interrupci�n, Su Se�or�a? El se�or RUIZ-ESQUIDE.- Con la venia de la Mesa, por supuesto, se�or Senador. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Tiene la palabra el Honorable se�or Hamilton. El se�or HAMILTON.- Siguiendo el pensamiento del Su Se�or�a, quien hac�a referencia al valor ontol�gico del concepto "hombre" contenido en el art�culo 1� de la Constituci�n Pol�tica de la Rep�blica, podr�amos remitirnos, por ejemplo, al G�nesis, donde se revela -en palabras casi textuales- que Dios cre� al hombre y a la mujer. O sea, no se trata de una invenci�n de la Constituci�n de 1980 ni del se�or Senador que la cit�. El se�or RUIZ-ESQUIDE.- Concluyo se�alando que estas razones ameritan la necesidad de este debate. Reitero mi intenci�n de votar favorablemente. Pero antes de terminar, deseo precisar lo siguiente. El Senado tiene hoy la oportunidad de hacer un acto magisterial importante para decir que la sociedad empieza a romper, en un punto de inflexi�n, esta concepci�n conservadora que no se abre a nuevas ideas, formulaciones o posibilidades, sino que se halla r�gida mirando al pasado y tremendamente angustiada por cualquier cambio que pueda alterarla. El temor a la disgregaci�n de la sociedad por la v�a de cualquier cambio ha provocado rigideces en las sociedades, las que muchas veces justificaron revoluciones que no llevaron a ninguna parte, pero cuya ra�z se encontraba en esa suerte de intangibilidad de lo que se ha llamado el status. Y no s�lo cabe recordar los debates que mencionaba alg�n se�or Senador sobre el derecho a voto de la mujer. Traigo a colaci�n los argumentos que o�mos en el Senado cuando la se�ora Ministra Directora del SERNAM, en su oportunidad, nos dio cuenta de cu�l iba a ser la posici�n del Gobierno de Chile en la IV Conferencia Mundial de la Mujer, realizada en Beijing hace dos o tres a�os. La verdad es que, sin ser peyorativo, esos planteamientos fueron muy similares a los vertidos ahora y produc�an la sensaci�n atroz de ver c�mo, a fines del segundo milenio, en nuestro pa�s, que durante muchos a�os se preci� de ir a la vanguardia no s�lo del pensamiento latinoamericano sino tambi�n mundial, se pod�a reducir el tema a ese tipo de argumentaciones. Por otra parte, deseo concluir mi intervenci�n invitando al Senado a aprobar el proyecto honesta y derechamente como una expresi�n de la voluntad de cambio en la sociedad, sin la cual nunca habr� una democracia estable y no seremos capaces de romper los tab�es que hoy afectan formalmente a la mujer. Si aprobamos la iniciativa por unanimidad y despu�s acogemos las propuestas hechas presentes, estar�amos satisfaciendo la necesidad de concretar las ideas. Algunos Honorables colegas han insistido mucho en eso, y no tengo reparos. Sin embargo, si procedemos en contrario y se produce una votaci�n menguada o se salva el proyecto por uno o dos votos, o, peor a�n, si lo rechazamos, dar�amos una imagen brutalmente opuesta al camino, a los vientos y a las ideas que est�n marcando el rumbo en el mundo y que no apuntan sino a la apertura hacia la expresi�n m�s global de los derechos humanos, uno de los cuales es la no discriminaci�n contra la mujer. He dicho. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Ha terminado el Orden del D�a. S�lo resta la intervenci�n del Honorable se�or Urenda. --Queda pendiente la discusi�n del proyecto. VI. TIEMPO DE VOTACIONES APOYO A GESTI�N DE GOBIERNO EN CASO DE SENADOR SE�OR PINOCHET Y CREACI�N DE COMISI�N PARA TEMAS PENDIENTES. PROYECTO DE ACUERDO La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Corresponde votar, sin debate, el proyecto de acuerdo, suscrito por diversos se�ores Senadores, que apoya las gestiones del Gobierno con relaci�n al caso del Honorable se�or Pinochet, y propone la creaci�n de una comisi�n especial que formule una propuesta concreta para avanzar en la resoluci�n de los temas pendientes de la transici�n. Propongo aplazar la votaci�n, pues no existe el qu�rum necesario. Si le parece a la Sala... El se�or LARRA�N.- �Se puede reglamentariamente repetir el aplazamiento de la votaci�n? La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Si hay unanimidad en la Sala, se puede. El se�or LARRA�N.- Si no existe el qu�rum requerido, debe aplazarse. De lo contrario, nosotros ser�amos partidarios de que se votara. --Queda aplazada la votaci�n del proyecto de acuerdo. VII. INCIDENTES El se�or LAGOS (Secretario).- Han llegado a la Mesa diversas peticiones de oficios. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Se les dar� curso en la forma reglamentaria. --Los oficios cuyo env�o se anuncia son los siguientes: Del se�or CARIOLA: Al se�or Ministro de Obras P�blicas, acerca de ESTADO DE EJECUCI�N DE PROYECTO CAMINO LA UNI�N-CORRAL, y de PROYECTO PASO HUA-HUM Y CAMINO A CORRAL (D�CIMA REGI�N). Del se�or HAMILTON: A los se�ores Ministro de Defensa Nacional, concerniente a CONSTRUCCION DE MARINA FRENTE A AVENIDA PER� (QUINTA REGI�N); y del Trabajo y Previsi�n Social, acerca de LEGISLACI�N SOBRE DERECHO A REAJUSTE DE PENSI�N QUE FAVORECE A EMPLEADOS PORTUARIOS EN RETIRO. Del se�or N��EZ: Al se�or Ministro del Interior, acerca de N�MINA DE EXONERADOS POL�TICOS DE REGI�N DE ATACAMA; y al se�or Director del Instituto de Normalizaci�n Previsional, en cuanto a N�MINA DE exonerados pol�ticos de REGI�N DE atacama, DE LOS CON beneficios en tramitacion y DE QUIENES ya LOS RECIBIERON; y al se�or Ministro de Obras P�blicas, en relaci�n a ESTADO DE AVANCE DE RUTA 5 NORTE ENTRE CUESTA PAJONALES Y CIUDAD DE VALLENAR (TERCERA REGI�N). Del se�or ROMERO: Al se�or Ministro de Obras P�blicas, sobre MEJORAMIENTO DE CAMINOS LA DORMIDA (TIL-TIL/OLMU�) Y DE QUEBRADA ALVARADO LAS PALMAS; y en cuanto a ESTUDIO SOBRE SEGUNDO EMBALSE EN PRECORDILLERA DE ACONCAGUA; y al se�or Ministro Presidente de la Comisi�n de Energ�a, relativo a GARANT�AS DE ENDESA SOBRE TRANSITORIEDAD DE TENDIDO EL�CTRICO ENTRE TIL-TIL Y QUILLOTA (QUINTA REGI�N). ___________________ La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- En Incidentes, el primer turno corresponde al Comit� UDI e Independientes. Tiene la palabra el Honorable se�or Larra�n. DESCENTRALIZACI�N DE FONDOS SOCIALES. OFICIOS El se�or LARRA�N.- Se�ora Presidenta, existen hoy d�a numerosos fondos creados por la autoridad nacional para beneficio de diversas inquietudes sociales. Ellos tienen buenos objetivos, y cuando llegan a los beneficiados, �stos obtienen un subsidio favorable a sus intereses e inquietudes. No obstante, hay problemas en su entrega, distribuci�n y control, entre otras consideraciones. En primer lugar, tales fondos son, por regla general, administrados centralizadamente, sea a nivel nacional o regional. No puede olvidarse que muchas veces el centralismo no tiene lugar solamente al interior del pa�s, sino que tambi�n al interior de una regi�n, cuya capital replica el modelo nacional de centralismo y se convierte en una nueva metr�polis dentro de ella, la que no descentraliza sus determinaciones. Ello significa que se distancia la decisi�n de la necesidad social concreta que se busca satisfacer, de un modo innecesario e inconveniente. En segundo t�rmino, para solicitar tales beneficios se tienen numerosas "puertas de entrada" y se deben efectuar tr�mites que en muchas oportunidades no son conocidos por la poblaci�n o no son susceptibles de satisfacer por los directamente interesados. Hay burocracia excesiva. En tercer lugar, muchos de estos fondos son entregados directamente a los interesados, una vez que se aprueban por las instancias correspondientes, sin que las autoridades locales los conozcan o sin que tengan control de entidad fiscalizadora (como la Contralor�a) alguna. En consecuencia, los fondos de este origen que son destinados a la gente m�s necesitada no siempre llegan a quienes corresponde y no siempre son bien administrados. Por otra parte, las municipalidades, como todos sabemos, se han constituido en grandes proveedores de servicios sociales: est�n cerca de la gente y cuentan con los mecanismos de control para el funcionamiento de ese tipo de fondos. De acuerdo con las propuestas que har� presente a continuaci�n, creo conveniente efectuar una descentralizaci�n de los distintos fondos sociales que hoy existen, pero en particular los que en seguida se�alo, entreg�ndole a los municipios un rol preponderante en su asignaci�n y en su posterior administraci�n. Pienso que de esta forma los recursos ser�n debidamente focalizados hacia los m�s pobres y se evitar�, adem�s, toda posibilidad de injerencias ajenas a la naturaleza de estos prop�sitos. Se va a asegurar tambi�n ese principio b�sico en la participaci�n, cual es que la mejor decisi�n es aquella que se adopta en forma m�s cercana a los interesados. Entre los fondos sociales m�s relevantes que a nuestro juicio se deben modificar, dando inicio a un nuevo impulso descentralizador, est�n: -El Fondo Nacional de Desarrollo Regional, en particular dentro de �ste el Programa de Mejoramiento de Barrios, el Programa de Infraestructura Deportiva, el Programa de Pavimentaci�n Urbana, el Programa de Agua Potable Rural, el Programa de Infraestructura Educacional y el Programa de Mejoramiento Urbano. El funcionamiento actual de este Fondo indica que es el Consejo Regional, sobre la base de un marco presupuestario, a una propuesta del ejecutivo regional y a proyectos postulados por los Ministerios, municipios, universidades, y en general instancias del sector p�blico, quien decide en qu� proyectos se invierten los recursos para concretar su ejecuci�n. Propuesta: que el Consejo Regional determine marcos presupuestarios comunales, y que sea el Concejo Municipal el que decida en qu� proyectos se invierten estos recursos y qui�n los ejecuta, propiciando a su vez la consulta a la comunidad en la priorizaci�n de las necesidades a satisfacer, y centr�ndose en las iniciativas que se�ala el Plan de Desarrollo Comunal respectivo. -Fondos FOSIS. Actualmente se mantiene un solo programa que es decidido en los Concejos Municipales, cuyos montos son irrelevantes en comparaci�n al total de recursos que el FOSIS invierte en la regi�n. El resto es administrado directamente por esa entidad, al margen de la propia estrategia de desarrollo de la comuna donde se aplican. Propuesta: que pasen a depender de la decisi�n municipal los programas FOSIS Fomento Productivo y el programa Entre Todos. -SERVIU: Actualmente este Servicio administra y ejecuta proyectos de pavimentaci�n y reposici�n de pavimento de las comunas de la regi�n, al margen de las necesidades que las municipalidades han priorizado. Propuesta: que sean los municipios los administradores de los recursos para ejecutar proyectos de pavimentaci�n y reposici�n de pavimentaci�n. -Fondo Social Presidente de la Rep�blica. Actualmente, a trav�s de este Fondo centralizado se ejecutan proyectos generalmente no priorizados por las municipalidades. Es un Fondo de gran influencia pol�tica que puede distorsionar el desarrollo comunal y el sentido del factor t�cnico en la decisi�n de inversi�n. Propuesta: que los proyectos que por esta v�a se financien sean decididos por el Gobierno central, con previa consulta a los Concejos Municipales y enmarc�ndolos en el contexto del Plan de Desarrollo Comunal respectivo. Con lo anterior, se lograr�n los siguientes resultados inmediatos: -Una verdadera descentralizaci�n del poder y de los recursos. -Llevar a las comunas el sentido real de la descentralizaci�n. -Invertir los recursos p�blicos en lo efectivamente prioritario. -Dar cuerpo al proyecto comunal definido en cada localidad en su Plan de Desarrollo Comunal. -Disminuir la burocracia y el tiempo que transcurre entre que una necesidad es detectada y en que �sta es safisfecha. -Disminuir la corrupci�n. -Ahorro de recursos. Est� comprobado que en el sector municipal ejecutar las obras es m�s barato que en los niveles regionales y nacionales. La participaci�n de la comunidad en la decisi�n y en la oportunidad de la inversi�n lograr�: -Soluciones m�s r�pidas a necesidades muy antiguas. -Decisiones m�s t�cnicas y menos pol�ticas. -Simplificaci�n del sistema de inversi�n p�blica. Para que lo anterior sea posible, se requiere, entre otras iniciativas: -Fortalecer la capacidad t�cnica profesional de los municipios. -Propender a la asociatividad entre municipios. -Fomentar la participaci�n de la comunidad. -Voluntad pol�tica e iniciativa del Gobierno para legislar en ciertos casos, y hacer posible este nuevo impulso para una verdadera descentralizaci�n. Las propuestas que hemos hecho presentes podr�an, todas, desde ya, implementarse. Por todo lo anterior, se�ora Presidenta, le ruego tenga a bien oficiar en mi nombre al Presidente de la Rep�blica, Excelent�simo se�or don Eduardo Frei Ruiz-Tagle, para que, con los Ministros que corresponde, tenga a bien estudiar estas propuestas. Del mismo modo le ruego se sirva informar a los intendentes y gobernadores provinciales, as� como a los diversos alcaldes de los municipios del pa�s, de esta proposici�n; y, si lo tienen a bien, para que �stos formulen sus opiniones acerca de las propuestas que he sometido a la consideraci�n del Honorable Senado. He dicho. --Se anuncia el env�o de los oficios solicitados, en nombre del se�or Senador, en conformidad al Reglamento, y con la adhesi�n de los Senadores se�ores Bombal, Novoa y Silva. --Ofrecida la palabra a los Comit�s Renovaci�n Nacional e Independientes, y a Institucionales 1, no hacen uso de su tiempo. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- En el turno del Comit� Socialista, tiene la palabra el Honorable se�or Viera-Gallo. TRASLADO DE IMAGEN DE SAN SEBASTI�N El se�or VIERA-GALLO.- Se�ora Presidenta, he decidido hacer uso de la palabra, aunque sea muy brevemente, para llamar la atenci�n sobre una situaci�n que, en realidad, es bastante conflictiva en la circunscripci�n que represento y que plantea muchas aristas de reflexi�n. Si hay algo que merece total respeto son las ideas religiosas, las creencias y las convicciones. Sin embargo, en Yumbel, un pueblo de la Octava Regi�n, estamos asistiendo a un conflicto muy particular y muy agresivo, seg�n pudimos ver por las pantallas de la televisi�n en el d�a de ayer. Como todos los se�ores Senadores sabr�n, en la iglesia del pueblo hay una estatua de San Sebasti�n colocada all� en el per�odo de la Colonia y que provoca un gran fervor popular, con romer�as masivas dos veces al a�o. Es un santuario en torno al cual giran tanto la cultura como la historia de Yumbel. Ahora bien, el se�or p�rroco y la autoridad eclesi�stica han decidido cambiar la ubicaci�n de esa imagen, sac�ndola de la parroquia y llev�ndola fuera del pueblo, a la carretera principal, con lo cual se ha provocado una reacci�n popular muy un�nime y el rechazo completo de la autoridad municipal y de todos sus concejales. Incluso, se ha llegado a hechos de fuerza, como los ocurridos en el d�a de ayer, cuando se impidi� la materializaci�n del traslado. Este tipo de problemas -no es la primera vez que ocurren en Yumbel- provoca una profunda inquietud por la forma en la cual se toman ciertas decisiones. Porque, si bien es cierto que la Iglesia es la encargada de la administraci�n del templo y del culto de San Sebasti�n, no cabe la menor duda de que el fervor popular en torno a ese santo es algo que trasciende a la autoridad eclesi�stica. Es como si el d�a de ma�ana el se�or Obispo decidiera trasladar la Virgen de Andacollo a otro pueblo; y lo mismo con la Virgen de la Tirana o con la Virgen de Lo V�squez. En definitiva, aqu� ha habido una decisi�n que cabr�a calificar de muy poco prudente, que puede tener alguna justificaci�n determinada -ignoro cu�l ser�-, pero que ha provocado el rechazo un�nime de la gente, lo cual ha llevado a conflictos muy fuertes en Yumbel, incluso con la polic�a. En mi opini�n, lo que corresponder�a hacer ser�a lo siguiente: as� como la imagen de San Sebasti�n es llevada dos veces al a�o al santuario oratorio que se encuentra en la plaza, a muy pocos metros de la iglesia, tal vez podr�a llevarse al nuevo campo de oraci�n dos veces al a�o, sin perjuicio de mantener como su sede permanente la que ha tenido siempre, es decir, la iglesia. Se�ora Presidenta, entiendo que en esta materia no cabe enviar oficios, ya que no depende del Gobierno, ni de ninguna autoridad, pero s� solicito que mis palabras sean remitidas al se�or Alcalde de Yumbel, como una manera de adherir a la preocupaci�n de ese municipio. He dicho. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Se har� como ha solicitado el se�or Senador. Tiene la palabra el Honorable se�or Bombal. El se�or BOMBAL.- Se�ora Presidenta, simplemente quiero entregar dos antecedentes sobre el punto a que se ha referido el se�or Senador que me antecedi� en el uso de la palabra. En el caso de Sor Teresa de Los Andes, tambi�n fue motivo de pol�mica su traslado desde esa ciudad al templo de Auco, en las inmediaciones de Rinconada. Finalmente, el problema fue zanjado, no sin un largo debate, por las autoridades eclesi�sticas. Por otro lado, debo se�alar que, seg�n me inform� reci�n uno de los se�ores Obispos con que nos reunimos hoy, respecto de la Virgen de Lo V�squez tambi�n est� la idea de llevarla a otro lugar para la peregrinaci�n del 8 de diciembre, a fin de dar m�s comodidades a la gente, y regresarla luego al templo. Por consiguiente, hay aqu� dos antecedentes que pueden servir tanto al p�rroco como al Alcalde para encontrar una soluci�n a este problema: el caso de Lo V�squez, y especialmente el de Los Andes. De manera que recomendar�a al cura p�rroco de Yumbel que conversara con el Obispo don Manuel Camilo Vial, quien me explicaba esta tarde c�mo hab�an procedido en su momento en Los Andes, y quien atribu�a el problema actual a una probable falta de di�logo respecto de la decisi�n tomada. He dicho. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Los Comit�s Institucionales 2 y Mixto no har�n uso de su tiempo. En el turno del Comit� Dem�crata Cristiano, tiene la palabra el Honorable se�or Matta. SUBROGANCIA DE ALCALDE DE CHANCO Y USO DE SEDES COMUNITARIAS. OFICIO El se�or MATTA.- Se�ora Presidenta, pido que se oficie en mi nombre al se�or Ministro del Interior, primero, a fin de que consulte al se�or Alcalde de la Ilustre Municipalidad de Chanco, don Juan D�az Letelier, a qui�n le corresponde asumir como Alcalde en ceremonias, actos o reuniones oficiales de ese municipio, en ausencia del titular; y segundo, para que tenga a bien informarnos si los Parlamentarios, y en especial el que habla, pueden hacer uso de las sedes comunitarias insertas dentro de la Uni�n Comunal de Juntas de Vecinos de Chanco para realizar reuniones de car�cter informativo, de contacto y de relaci�n con dichas comunidades, tanto urbanas como rurales. --Se anuncia el env�o del oficio solicitado, en nombre del se�or Senador, en conformidad al Reglamento. La se�ora FREI, do�a Carmen (Presidenta accidental).- Se levanta la sesi�n. --Se levant� a las 20:21. Manuel Oca�a Vergara, Jefe de la Redacci�n